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lunes, 1 de febrero de 2010

Literatura moral

Cabría reflexionar sobre la importancia de la transmisión de valores que se hace a través de la literatura infantil y juvenil. Es un lugar comúnmente aceptado que los libros de lectura que recomendamos o seleccionamos para nuestros alumnos deben ser un elemento de refuerzo de los valores humanistas y democráticos -favorecedores de la convivencia, de la tolerancia y del diálogo- que fomenten la integración social y que les hagan sensibles a cuestiones sociales (el racismo, el sida, la homosexualidad, la pobreza, la delincuencia, la anorexia…). La lectura en tal caso tiene una importante función de moldeamiento de las conciencias y las actitudes de los adolescentes con arreglo a los valores que entendemos que son válidos en una sociedad como la nuestra. Para ello, el mensaje de estos textos, normalmente narrativos, debe ser claro y no dejar ningún resquicio a la ambigüedad, y si lo hubiera, rápidamente habría protestas y críticas desde el ángulo de lo políticamente correcto. Podemos concluir que la función predominante de la llamada literatura infantil y juvenil es claramente moralizadora, es la predicación de una enseñanza de acuerdo a los valores entendidos como válidos y entronca con la publicidad o los sermones desde los púlpitos.

En tiempos del franquismo también se educaba en valores: el espíritu nacional, la Raza, la hispanidad, la patria, los sagrados valores de la religión… y se censuraban textos sospechosos de atacar dichos valores patrios. Recuerdo que había ediciones expurgadas de El lazarillo de Tormes por su ambigüedad respecto a la religión. De hecho se consideraba a la literatura en sí misma como virtualmente peligrosa por la abundancia de librepensadores, espíritus disolventes y corrosivos, que abundaban entre los escritores.

La llegada de la democracia impulsó la literatura como una experiencia gozosa del placer del texto al margen de sus implicaciones morales. Por fin podíamos liberarnos del corsé ideológico-moralizador y disfrutar de la plurisignificación de la literatura abierta a cualquier tipo de interpretación fuera moral o no. De hecho había una fuerte atracción hacia textos ambivalentes, que caminaban por el filo del abismo y se adentraban en terrenos peligrosos pero que hacían reflexionar porque se identificaban con nuestro ser complejo y contradictorio, abierto a la luz pero también a grandes dosis de sombra.

Pero esto duró poco. La llegada de las nuevas corrientes pedagógicas impuso la llamada educación en valores que se proyectó con fuerza sobre los textos que podían leer nuestros niños y adolescentes que debían ser "educativos" y pedagógicamente correctos. De hecho las editoriales han inundado el mercado con novelas que no destacan por su calidad literaria pero que son claramente unívocas respecto a los mensajes que transmiten y han desechado la peligrosa amoralidad y ambigüedad de la literatura. La ilusión es que se puede moldear a los adolescentes en función de un proyecto colectivo en sintonía con la sociedad democrática para construir un mundo mejor (según nuestras ideas).

Estos planteamientos sobre la función moralizadora de la literatura no los admitiríamos en nuestra experiencia como lectores adultos, pero sí que nos consideramos con derecho a imponer a la infancia y adolescencia criterios abiertamente morales, quizás porque consideramos este periodo de formación como peligroso y desconcertante por su extraordinaria ambigüedad. No hay idea o pensamiento malvado y cruel que no se pase por la mente de un niño o adolescente. Lo sabemos y tememos. Por ello defendemos una lectura dirigida, mediatizada, con claras orientaciones que no puedan dar lugar a dobles sentidos. El bien moral, la razón, los valores -educativamente hablando- siempre deben ganar al mal, los valores democráticos deben siempre imponerse. Una novela debe ser un espejo limpio en el cual poder reflejarse como modelo. De hecho nos desconciertan algunos cuentos tradicionales (Pensemos en Caperucita roja, Hansel y Gretel…) por su crueldad y la violencia implícita que hay pero lo cierto es que siguen fascinando a los niños. No falta algún maestro que pretende cambiar estos cuentos y conseguir que al final el lobo y Caperucita se hagan amigos, o descubrir que el ogro no es tan malo como parecía.

Recuerdo en mi niñez representaciones de guiñol en que la bruja era muy mala pero al final se terminaba llevando todos los estacazos del héroe ante el entusiasmo de toda la chiquillería que gozaba abiertamente. En la actualidad este planteamiento es totalmente inadecuado y todas las representaciones teatrales que he visto para niños no hacen ninguna referencia a la presencia del mal en el mundo, la muerte o cualquier otra situación que haga que los niños tengan malos sueños. Es un mundo idealizado y conformado respecto a nuestros supuestos valores y que proyectamos a los niños, pero que en realidad no tienen nada que ver con los que experimentamos en la edad adulta.

Creo, para acabar, que se ha despojado a los libros que leen nuestros niños y adolescentes del sabor de la auténtica literatura que debe unir una calidad literaria a su libertad imaginativa en la que quepa la complejidad enorme del corazón humano, su ambigüedad y su plurisignificación. En resumidas cuentas, como pensaba Mark Twain, la literatura moralista y didáctica, al servicio de la pedagogía que domina totalmente, es una estafa y es profundamente hipócrita. Si para algo ha de servir la literatura es para alumbrar los conflictos humanos revelando su dolor o desgarro, mostrando su extraordinario laberinto de pasiones, con luces y con sombras o con las carcajadas insolentes del bufón que se ríe de lo políticamente correcto y establecido.

* Recomiendo en este sentido el artículo de la maestra argentina Marcela Carranza, experta en literatura infantil, titulado La literatura al servicio de los valores, o cómo conjurar el peligro de la literatura. Es magnífico y ayuda a profundizar en el tema que sólo he esbozado.

40 comentarios :

  1. Estupenda entrada, Joselu.

    Tengo una hija de tres años con la que ahora "jugamos a jugar" con los libros infantiles. Ella ve los dibujos, nos pide que se los leamos, se los lleva de paseo y a veces quiere sentarse con nosotros en el salón cuando nos ve leer. Y sí, son "los de toda la vida", los del lobo y las princesas, porque responden a su mente mágica y su nuevo aprendizaje de que los cuentos son "buenos juguetes".

    Cuánta razón tienes. Tal vez deberíamos empezar a inculcar a nuestros alumnos adolescentes el placer de leer, sin más... Yo tuve un alumno una vez al que no le interesaban las clases, uno de esos que están en clase porque la ley no les deja trabajar... Y le ofrecí leer a cambio... Se enganchó a la lectura, le sorprendió mi oferta. Le dejé leer y al menos ese montón de horas le sirvió para aprender.

    Saludos y feliz tarde de lunes.

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  2. Negrevernis, la literatura educativa se ha apropiado de todos los resquicios lectores adolescentes. Todas las editoriales editan libros para defender valores como la amistad, el antirracismo, denunciar la violencia, la tolerancia, el valor del diálogo... y nos parece normal que la lectura asuma estos valores pedagógicos correctos. Pero nada de esto tiene que ver con la auténtica literatura que es radicalmente ambigua. Pero me temo que el mensaje moralista ha calado profundamente y lo consideramos normal. Un cordial saludo y feliz día.

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  3. Querido Joselu...demasiada sobreprotección, demasiado alejamiento de la realidad y claro despues nos quejaremos, como se dice por aquí estamos criando muchachos "más flojos que la paja avena". Despues cuando la realidad se imponga inexorable y el "Ogro bueno" me los ponga mirando al sur y me los encule bien enculados llorarán de impotencia. ¿Culpables? NOSOTROS.

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  4. Muy interesante tu reflexión y el artículo que enlazas. Me gusta mucho la frase final acerca de la inutilidad y la peligrosidad de la literatura.
    Recuerdo que en los 90 la mayoría de los libros que se proponían como lectura en las aulas tenían como garantía de calidad el trabajar unos determinados valores. Yo he asistido, perpleja, al hecho de que algunos colegas rechazaban un determinado libro por ser demasiado "fantasioso" y por no proponer ninguna enseñanza moral. Creo que forma parte de esa ñoñería en la que estamos educando a nuestros jóvenes en general y que, efectivamente, tiene mucho de hipócrita: la inocencia no es patrimonio de todos los niños del mundo...

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  5. Es verdad JOSELU,

    No sé porqué nos empeñamos en limitar a nuestros chicos el acceso a libros, que tachamos de "no ser adecuados para su edad" como si pudiera clasificarse la literatura por edades.

    Siempre me ha sorprendido por ejemplo, como la sociedad norteamericana, tildada de moralista e hipócrita, ha institucionalizado como libro de cabecera en sus centros por ejemplo el libro del que hablabas en tu anterior entrada, "el guardián entre el centeno" claro que no sé si era por chovinismo al ser su escritor norteamericano o porque de verdad es una gran novela, angustiosa en mi opinión, pero muy buena.

    Me hace gracias que limitemos el acceso de nuestros chicos, en literatura a los libros políticamente correctos y moralistas y les demos de merienda y cena películas o videojuegos llenos de violencia de todo tipo, sin ningún problema ni remordimiento, así tienen sus cabezas, como una jaula de grillos, les hiper protegemos por un lado y les dejamos que campen a sus anchas por el otro y luego lo que dice MALO, salen al mundo y se las dan todas en el mismo lado.

    Nunca comprenderé tampoco por ejemplo, por qué, en general la fantasía y la creatividad de los niños es un mal a extirpar. A ver, me pregunto yo ¿por qué no le pueden dejar a un niño que pinte un patito azul, si a él le gusta o lo ve así?

    En fin, como siempre divago demasiado, pero creo que debería dejarse que la libertad de pensamiento, sea lo que impere en los chicos, ofrecerles mil opciones y que sean ellos quienes decidan una vez hayan probado un poco de todo, con qué se quedan de ese abanico, se trata de dirigir y vigilar a lo lejos, no de imponer desde arriba, creo yo.

    Muchos besos y buen día.

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  6. María, hay muchos que piensan en Estados Unidos que El guardián entre el centeno es una novela inmoral e inaceptable para los jóvenes. De hecho los profesores se dividen entre los que la defienden como una gran novela norteamericana y los que la ven como demoledora de la moral y el orden. Pero pienso que el proceso de Holden Caulfield con sus reflexiones corrosivas y ácidas acerca de sus semejantes se acerca en buena medida a las tormentas emocionales que experimentan los adolescentes. De todas maneras en el mundo editorial las novelas ejemplifican valores: amistad, tolerancia, antirracismo, pacifismo, diálogo, mediación en conflictos... El problema es que la literatura en estado puro no es un sermón moral y debe plantear interrogantes más que dar respuestas, debe estar abierta a múltiples sentidos y ser inabarcable. No es a lo que acostumbramos a nuestros alumnos que han de leer buenos libros en el sentido moral democrático. Muchas gracias por tu presencia. Un cordial saludo.

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  7. Al hilo de tu excelente artículo recordé esto:

    http://libretadigital.blogspot.com/2006/07/caperucito-feroz-y-la-loba-roja.html

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  8. Yo pienso que en las primeras edades y hasta los ocho años más o menos, los cuentos son imprescindibles para los niños. Con esto se van habituando a la lectura que no es poco. A partir de ahí yo les ofrecería empezar a leer, quizá matizándolo, un periódico serio, noticias del mundo en el que viven, a la vez que textos educativos que particularmente a mi me parecen bien para impregnar esos cerebros de los valores imprescindibles para convivir. La auténtica y ambigua literatura de la que tu hablas, llegará a los catorce o quince años donde ya pueden discernir sobre el bien y el mal y saber que el mundo de la literatura, como el mundo en el que viven es una mezcla de bien y mal que todo ser humano lleva dentro de sí.
    Un abrazo Lola

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  9. Mira Joselu: el artículo de la Señora Carranza me ha descuadrado.
    Lo de que los niños son arcilla moldeable y les obligamos a asumir unos valores en los que nosotros creemos, me deja sin palabras. Es posible que mi mentalidad no llegue a entenderlo. Yo te pregunto ¿Que es lo que queremos que sean nuestros hijos?.Queremos que asuman nuestros valores? Queremos que busquen ellos por cuenta propia? De verdad que estoy desconcertada y me gustaría saber más. Saludos Lola

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  10. Así se explica lo de los planes para el fomento de la lectura. Libros enriquecidos con todo el Calcio y las Vitaminas que tu hijo necesita.

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  11. Si enseñamos desde los cuentos que la muerte y el mal existe los niños se ahorrarán quebraderos de cabeza; apuesto por las versiones originales, las verdaderas, las de siempre.
    Me ha encantado esta entrada ;)

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  12. Yo en cuestiones de lectura soy una verdadera salvaje. Predico la libertad absoluta de lectura, que cada cual se apañe con lo que encuentre, le dejen o compre cuando pueda. Para los críos, lo mismo. Y soy partidaria de no desfigurar los cuentos mágicos que tienen un valor ancestral. Recomiendo a todo el que desee hacerlo la lectura de "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" de Bruno Bettelheim, que es muy ilustrativo al respecto. También me da igual que un chaval o chavala se calce un libro rico en valores, si es su gusto o si se lo manda el profesor de ética. Si me pregunta acerca de un libro, le voy a decir la verdad sobre mi gusto y valoración, añadiendo que eso no significa nada y que haga por sí mismo la prueba. Lo que no haré nunca es recomendar a nadie algo que a mí me haya desagradado o simplemente me haya dejado indiferente. Respecto a lo que se manda leer en los institutos, sin problemas, lo leen muy pocos, así que tampoco les va a dar un ataque democrático por eso. Pues menudas idioteces he leído yo entreveradas con joyas. Y no digo nada de la edad crítica, o sea, esa en la que no sabes ni quién eres. Recuerdo que yo leí casi a la misma vez, con quince años, "Buenos días, tristeza" y un libro de vidas de santas que tenía mi padre, y que tenía unas ilustraciones preciosas. ¿Y qué? Pues nada, que yo me creía que era lo mismo, y realmente era lo mismo el afán y el gusto con que yo leía cada libro, no los libros en sí. No entiendo tanta preocupación. Toda la vida se ha dado a los críos literatura moralizante y ya se ve que no ha hecho ningún efecto, dado el estado del patio. Ni la otra tampoco.

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  13. Totalmente de acuerdo. De una literatura que nace del cálculo comercial (a ver, de 6 a 12, temas posibles, valores a inculcar, marchando...) no se puede esperar nada (bueno). Todos los clásicos de la gran literatura juvenil nacieron de otro modo, y no es casual. El fin está en los medios.

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  14. Es un placer leer ideas y razonamientos complejos expuestos con la claridad y la fluidez con que lo haces. Me gusta lo que escribes y lo que piensas, y me induce siempre a reflexionar.
    Un saludo cordial, Joselu.

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  15. Desde mi punto vista creo que es necesario inculcar a lo niños desde pequeños valores que son necesarios para la convivencia, como son la tolerancia, la aceptación de las personas que son diferentes a ellos, saber compartir,el respeto, etc. No sé... una base sobre la que construir después su personalidad.
    Supongo que esa base me la dieron mis padres.
    No recuerdo que la literatura me enseñara valores o moral socialmente establecidos..., recuerdo las clases de tutoría del insti y las clases de religión. Por lo demás, creo que parte de lo que soy es por culpa de los libros que he leído.
    Si de algo son capaces los libros es de abrirte la mente, de enseñarte a ver el mundo con todos sus matices, de mostrarte la complejidad del ser humano y de hacer volar la imaginación.
    Federico Luppi en la película "Lugares Comunes" es profesor de literatura y en su última clase le dice a sus alumnos lo siguiente: "despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez. Sin límites, sin piedad" Creo que eso es lo que me ha enseñado la literatura.

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  16. No creo que haya que seleccionar un libro por sus valores morales, y desde luego no adulterar los clásicos que justamente tienen una función de catarsis y avistamiento del mal. Pero sí es cierto que a veces nos gusta coger libros juveniles por el tema que tratan, porque es una buena manera de trabajarlo en clase y porque además esos temas son justamente lo que les engancha, aparte de relatos de fantasía o terror.

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  17. Malo, en la época de nuestros bisabuelos no se creaba un mundo separado para los niños y otro para los adultos. Los niños veían la muerte, el dolor, la crueldad directamente. Ahora es como si no quisiéramos ver el lado oscuro de las cosas. Detecto que mis alumnos sólo quieren ficciones y huyen de la lucidez. El canal que triunfa entre las niñas es Canal Disney donde todo transcurre entre celofanes y situaciones siempre amables. La verdadera literatura -sea para niños, adolescentes o adultos- elige la lucidez, la conciencia de que somos transitorios, de que sufrimos y también nos reímos, claro está. Pero nada de eso hay presente en la literatura diseñada para los jóvenes. Ojalá yo fuera escritor para idear algún libro con fuerza y con garra y que no eludiera cuestiones fundamentales de la vida.

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  18. Carlota Bloom, me quedo con tu reflexión de que la inocencia no es patrimonio de todos los niños del mundo y no puedo sino concordar contigo. Creamos un mundo falso y adulterado para nuestros adolescentes, una especie de novela rosa y llena de contenido moral -y cómo se detesta esta palabra por parte de los progresistas, pero en el fondo son moralistas- ¿qué pensarán los niños de Haití, o de la República Centroafricana por poner dos ejemplos. Creo, y no me excluyo de este juicio, que estamos educando niños que no sabrán enfrentarse al dolor que les tocará experimentar, tan aficionados están al mundo de ficción. Y no es que los mundos de ficción sean malos. Es otra cosa. Es la falsedad bienpensante de toda esta subliteratura floja y descafeinada que se estila para los niños y adolescentes.

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  19. El mundo entero parece estar acapullado hasta unos extremos de vértigo. Se ha sustituido lo bueno por lo que parece bueno pero en realidad es solo políticamente correcto.
    Dicho esto yo siempre lamenté el triste fin del lobo en la Caperucita y los Tres cerditos me parecen vulgares constructores. Después, nosotros nos comemos a los cerdos en forma de salsicha y nos hemos cargado a casi todos los lobos.

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  20. Francisco, he visitado el enlace que no había leído. El cuento de Caperucita permite multitud de variantes e interpretaciones a cada cual más imaginativas. No es un cuento políticamente correcto.

    Lola, dice mucho de ti que el artículo de la maestra argentina te haya hecho dudar y plantearte que necesitas saber más. Es cierto, estamos dando libros moralistas a nuestros alumnos, libros que no tienen que ver con la vida, libros que eluden temas fundamentales, libros que satisfacen el ansia de parecer buenos cuando no lo somos, libros llenos de moralina, pero es lo que parece que necesita la sociedad: vivir en un mundo de ficción modelado según nuestros deseos y no por nuestra realidad. Ésta sería demasiado fea para mostrar. Un abrazo.

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  21. Serenus, el alimento que ofrecemos a nuestros jóvenes es bajo en calorías y nutrientes existenciales. Sólo sirve para satisfacer el paladar con estímulos fáciles.

    Recuerdos perdidos, te contaré una anécdota que puede ser ilustrativa. Hace unas semanas falleció una niña de la escuela de mis hijas. Se iba a celebrar un funeral y mi hija pequeña, que la conocía, hubiera querido ir allí y me hubiera encantado ir con ella, pero en aras de la paz conyugal por la oposición radical de mi mujer, decidí no hacerlo. Imagino que irían muy pocos niños si es que fue alguno. La muerte es un tabú innombrable. ¿Qué pensarán sobre ello los niños de Haití?

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  22. Recomendación: "Cuentos en verso para niños perversos", de Michael Ende. Está en Alfaguara Infantil, en una estupenda traducción.

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  23. Joselu, yo también estoy estos días reflexionando acerca de la literatura juvenil, porque desde que me pasé a las "lecturas rápidas" para la ESO aprecio cada vez más a los clásicos. Y estoy cayendo en la cuenta, con efecto muy retardado, de que me he dejado engañar. Las editoriales se esfuerzan en convencernos de que los jóvenes se iniciarán en la lectura y en "el aprendizaje de la vida"(frase de corta y pega que dota de autoridad cualquier texto)a través de pseudonovelas de consumo rápido, que, en demasiadas ocasiones, insultan la inteligencia de un buen lector. Compruebo diariamente que no es verdad, que no están aprendiendo nada. Siguiendo con los símiles alimenticios de otros comentarios, la literatura juvenil escrita por encargo para la ESO es como las hamburguesas y lejos de preparar el paladar para otros alimentos más sabrosos y más sanos, atrofian el gusto.
    Habláis de cuentos tradicionales que no son políticamente correctos. Quizás te interese conocer - si no lo conoces ya- a Giambattista Basile, un escritor italiano del siglo XVII, que recoge de la tradición oral los cuentos tradicionales que luego hicieron famosos a Perrault o a los hermanos Grimm. No triunfó en su época porque es politicamente muy incorrecto. Su obra se llama "Pentamerón.El cuento de los cuentos" y está publicada en Siruela. Una delicia.
    Un abrazo.

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  24. Aún recuerdo, con emoción, cuando le leí La perla a mi hijo y no pudo soportar una situación tan dramática como injusta y lloró compungidamente. Del mismo modo que cuando vio El mago de Oz, siendo muy pequeño, le impresionó la bruja y después no quería dormir con el vídeo en la estantería que hay sobre su cabezal, y hube de llevármelo a mi cuarto. Los niños aprehenden el mundo conviviendo con los adultos y formulándose hipótesis descabelladas que van esclareciendo con la edad, la formación y la socialización. Creo que lo que siempre entendí como una carencia, no haber leído ningún libro hasta los quince años, casi lo veo ahora como una inmensa fortuna. Y con lo que ahora se publica ideado especialmente para ellos, quizás lo más conveniente fuera que no leyeran nada...
    Últimamente casi no les hago leer a los alumnos, sino que les explico yo los libros, párrafo a párrafo. Me consta que ha aumentado el número de peticiones de préstamo en la biblioteca.

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  25. Al 59, de hecho hay editoriales que ya te clasifican los libros en torno a los valores que se desarrollan: amistad, tolerancia, diálogo, convivencia entre culturas, superación personal, pacifismo... Todas ideas muy respetables sin duda, pero está claro y tienes razón que una buena obra literaria no surge así ofreciendo un mensaje con una sola interpretación correcta. La literatura no debe estar sometida a la moral.

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  26. Clares, tienes razón en que la influencia puede no ser decisiva y que en todo caso leer libros moralizantes no deja unas huellas irreversibles. Yo de hecho hasta los quince años leí libros de aventuras sin demasiada complicación, incluidas docenas y docenas de novelas de Marcial Lafuente Estefanía. Fue después cuando me aficioné a la buena literatura. Sin embargo, creo que estos subproductos de encargo que suelen ser las novela juveniles con carácter moralizante no abren el camino a lo literario. Hace unos años los adolescentes convivían con textos densos y ricos que les hacían pensar. Yo lo he experimentado. He conocido a muchos adolescentes que leían El extranjero de Camus, La náusea de Sartre, El amante de Marguerite Duras, El tercer ojo de Lobsang Rampa, Relatos de Bukowski, Un viaje alucinante o Los propios dioses de Asimov...Pero todo esto y otras magníficas obras literarias llenas de densidad han desaparecido del panorama lector y han sido sustituidas por libros de encargo con arreglo a valores. Y tengo mis dudas sobre si eso es literatura.
    No es irremediable, pero es una pena.

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  27. Eduideas, es cierto que estos libros se utilizan para plantear temas de debate o discusión pues son actuales y les atraen. Quizás a esto cabría llamarla novela sociológica con propósito didáctico. Correcto. Pero eso no es literatura. La literatura con propósito didáctico no ha creado demasiadas buenas obras. Es esto de lo que me quejo. Podríamos decir que la sociología ha sustituido a la literatura.

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  28. Zim, me alegro de que podamos pensar juntos. Un cordial saludo.

    Mari Carmen, cuando te leo me cuesta pensar que tienes dieciocho años porque lo que aportas tiene una gran madurez y es fruto de reflexiones muy bien estructuras y bien digeridas. La frase del profesor de literatura podía ser el frontispicio de cualquier curso de literatura si es que existiera. Pero creo que no sería entendida. Su dimensión es muy profunda y eso hoy no cotiza mucho. Me alegro de que sigas estando por aquí. Me gusta tener algún lector de tu edad y de tu sensibilidad. Un cordial saludo.

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  29. Frikosal, creo que estás en lo cierto cuando comentas que se ha sustituido lo bueno por la apariencia de lo bueno que lo hace formalmente aceptable y políticamente correcto. A veces me viene a la memoria el mito de la caverna y tengo la impresión de que nosotros somos como esos encadenados que viven en la cueva y que sólo ven sombras, y, claro, cuando llega alguien del exterior, de la luz y nos cuenta lo que pasa fuera en la realidad no lo creemos y si podemos lo matamos. La buena literatura es la que revela el mundo de las sombras y presenta la condición humana en su ansia de luz aunque viva encadenada.

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  30. Ojalá pudieses hacerlo. Yo creo que si, que todo es que te pongas.

    Yo he procurado que mis hijos vean la realidad, procuro lógicamente que la realidad no les dañe, pero que no la ignoren.
    Mi hija me ha dado un regalo maravilloso, con su patrulla de los Scout (17-19 años)
    han montado y organizado una Ludoteca en el Centro Social del Gurugú, un barrio humilde y últimamente deprimido por el paro. Creo que no lo habré hecho tan mal como padre.

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  31. Malo, seguro que no lo has hecho mal. Puedes estar orgulloso de tus hijos. En tus planteamientos laten con fuerza inquietudes sociales que son importantes en lo que tenemos por delante, que no es poco ni fácil.

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  32. Hortensia Lago, no puedo estar más de acuerdo contigo en ese símil gastronómico entre las hamburguesas y la llamada literatura juvenil. Tomo nota de tu sugerencia del Pentamerón. Un abrazo.

    Juan Poz, desde luego tu reflexión de que tal vez fue una bendición no haber leído nada antes de los quince años es sorprendente y a la vez sugerente. Antes en el sistema educativo del franquismo no se fomentaba la lectura y a pesar de ello, muchos nos hicimos lectores contumaces. No sé si esa hipócrita pretensión de que los niños lean, cuando ha desaparecido, por mano socialista, la literatura como tal en los planes de estudio es tan demencial que produce risa. La literatura requiere de tiempo y de sosiego, circunstancias que no existen en absoluto. Nunca se ha sabido menos y el tiempo ha sido menos productivo.

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  33. Joselu

    En relación con el comentario de Eduideas y tu respuesta. Yo vengo trabajando la “literatura sociológica con fines didácticos” desde hace años en 1º de Bach y, ya en el antiguo 3º de Bup, para eso les hago trabajar por grupos y desde esquemas sociológicos textos como Un Mundo Feliz, 1984, Los viajes de Gulliver, Si esto es un hombre, La verdad sobre el caso Savolta… y muchos otros que voy introduciendo, por ejemplo el curso pasado introduje “Todos los hermosos caballos” y “Una pantera en el sótano”. Y, con resultados diversos, es una actividad que funciona bien –a veces muy bien. La literatura de verdad permite reflexionar, y con profundidad, sobre los valores. Pero creo que esa literatura de consumo prefabricada para jóvenes no tiene lugar en la escuela, como ocio vale, pues cada cual pasa su tiempo libre como quiere…

    Creo que la cosa es simple: cada profesor recomienda en función de su experiencia lectora y de sus gustos.

    saludos

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  34. Joselu, me han gustado muchísimo tus reflexiones. Ya sabes que el asunto de la lectura es uno de los que más me preocupan. Intento que mi alumnos lean lo más posible y me gusta llevarles diferentes textos para que amplíen sus horizontes. También he criticado en varias ocasiones la general pobreza de los libros escritos para niños, con un vocabulario pésimo y unos argumentos para ingenuos o bobos. Como bien dices, nos hemos empeñado durante años en transmitir valores y ahora lo que se lleva es algo parecido a "Los mundos de Yupi", todo felicidad y corrección: ya no hay brujas aporreadas, el malo siempre tiene su merecido, no existe el dolor ni la muerte. Con ello pretendemos aislar a los niños de la realidad, pintarles un mundo rosita y precioso donde no hay sufrimiento. Creo que muchos adultos se sienten culpables por la desatención que sufren los hijos y les mienten a sabiendas, aunque con buena intención, porque bastante sufren ya los pobrecitos. Los libros prolongan esa intención: deben ser divertidos para engancharles, y, por supuesto, nada de obligarles a pensar. Hace tiempo que imprimí el cuento "Los chicos", de Ana Mª Matute, pero aún no me he atrevido a dárselo a mis alumnos. No están preparados para algo así, por suerte o por desgracia, según se mire. Algunos viven en sus propias carnes situaciones muy dramáticas, pero otra cosa es leer desdichas ajenas, o algo real pero desagradable. Yo no les miento, y tengo fama de dura, pero hay temas que no puedo tratar con ellos. No sé si hago lo correcto o no. Para mí los libros son una fuente de placer y conocimiento y quiero lo mismo al Capitán Trueno que al Quijote, todo lo que he leído tiene un lugar en mi interior y me gustaría que mis alumnos tuvieran el mismo bagaje. Quizá hoy estoy especialmente sensible, por eso me toca tan de cerca el asunto de la lectura. Gracias por tu post, siempre tan atinado y sensato.
    Un abrazo, colega.

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  35. Yo pienso que todas las novelas tienen su poso de moralidad intrínseco. Si en el fondo no existen valores, la obra literaria pierde peso. Uno podrá estar de acuerdo con las guías moralizantes del autor del libro, o en contra, pero es deseable que los libros lleven implícito esta carga moralizante. Lo que pasa es que cuando esto está al servicio de una superestructura como el estado, es denigrable. Pero para el resto de las novelas y cuentos, no me parece mal que haya algo de moralina.

    Un abrazo.

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  36. Sí, Joselu, es así.
    No sólo en la literatura se ve esto como me has explicado en tu anécdota; en la sociedad occidental la muerte se omite, como si eso nunca nos fuese a pasar.
    Saludos.

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  37. Namasté Joselu,

    Tienes mucha razón en todo lo que dices. Tengo una hija de 16 años. Ha leído de pequeña los cuentos de siempre, más otros de nuevos autores. Dejó de interesarse por la lectura durante bastante tiempo, salvo la que le daban en el colegio como tarea. Pero descubrió la saga Crepúsculo, leyendo todos los libros, en un mes y algo. Desde entonces no ha parado de leer. "¡Vamos debora!" los libros. También lee en valenciano. La trilogía de la escritora Laura Gallego "Memorias de Idhun", los devoró en muy poco tiempo. Entre otros. Confesándome que le encanta leer y siente que es una gran aventura. Siento que cada edad tiene sus inclinaciones a la lectura, preferencias...ahora a ella le apetece la literatua de aventuras, emociones de adolescentes,...combinándola con las lecturas de los clásicos en 4º de la ESO.
    Por supuesto que a través de los libros, enriquecemos nuestros valores, pero también los podemos perder.

    Un abrazo muy sereno
    Naia

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  38. LA FANTASIA es el espacio donde niños y niñas recrean su pensamiento omnipotente, donde pueden destruir y volver a construir, donde pueden amar y odiar sin hipocrecias. Como padres y madres tememos a eso, a que los niños destruyan y odien y pensamos equivocadamente que "programandolos" para amar, van a amar.. una de tantas formas de programación son los cuentos elegidos .. si el chico elije podemos expresarnos como: "NO HIJO, YO SE LO QUE TE CONVIENE, ESO ES VIOLENTO"

    soy amante de los cuentos infantiles y los uso muy a menudo..los compro a mis hijos.. pero entiendo sobre todas las cosas, libros, cuentos, peliculas selccionadas, etc.

    que lo que hace que un niño y niña ame y construya es el amor EN VIVO dado con sinceridad desde su concepción.. lo demás son adornos y artificios.

    Buen tema. rico leerlos a todos.

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  39. Siempre queda la opción de recomendar las versiones políticamente correctas de los cuentos infantiles que escribiese James Finn Garner (traducidos por Quim Monzó, si mal no recuerdo) y poder reírse un poco de esta sorda censura sobre la que tan bien nos abres los ojos.

    Un abrazo.

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