Estoy leyendo La sociedad de la transparencia de Byung-Chul Han, autor del que he leído otros títulos de carácter filosófico y que siempre me hacen pensar.
En estas líneas que siguen, intento interpretar y aplicar las ideas del libro a la sociedad en que vivimos, pero a mi manera, lo que puede distanciarme, tal vez, del desarrollo argumentativo del filósofo coreano, afincado en Alemania y cuya tesis doctoral fue sobre el pensamiento de Heidegger.
La transparencia, se ha hablado mucho de ella. Se apuesta por una política transparente, por una economía transparente, por una sociedad transparente, es decir, que no sea opaca a la luz. Y este concepto es tenido por algo deseable por la mayoría de la gente.
Paralelamente, en nuestra sociedad que aspira a ser transparente, se exhibe la intimidad personal, que se difunde por las redes sociales y medios de comunicación. Estos días circulan profusamente algunos asuntos personales de una relación de pareja en que ella se ha visto engañada. Parece que es una pasión nacional la que se ha extendido a favor de la novia burlada. Todo se enseña, la tendencia es a desnudarse en público como muestra de que no hay nada que esconder, y todo tiene que ser objeto de evaluación popular… Abunda la literatura testimonial del yo, la autoficción como expresión contraria al ocultamiento íntimo que se ha vivido en tiempos anteriores.
Byung-Chul Han utiliza el término de pornográfica para calificar esta tendencia a exhibir todo sin lugares para el ocultamiento, los velos, la ambigüedad, el doble sentido, el misterio y a esto lo llama “positividad”. “La negatividad” es un concepto paradójicamente positivo, estimulante y válido a diferencia de la “positividad” que es un concepto opuesto y negativo. Nuestra sociedad apuesta por la “positividad” en un afán de transparencia y autenticidad desvelando cualquier atisbo de misterio o enigma, de oscuridad (es a lo que llama “negatividad”). Se rechazan y abandonan los mitos, lo rituales, la teatralidad como expresión de la objetividad para defender la autenticidad sin tapaderas, sin fingimientos. Queremos hombres y mujeres auténticos, que se muestren puros y tal como son sin disimulos u oscuridades.
Sexualmente se quiere la claridad, no la seducción, el juego, el artificio amoroso. Se pide prácticamente un contrato jurídico para establecer una relación amorosa que explicite el consentimiento legal para pasar al juego del coito. Se excluye la ambigüedad, el doble juego (el no pero sí). Parecería que debiera haber un notario para legalizar una salida nocturna con apéndice. Me pregunto dónde quedaría el ritual amoroso sofisticado y complejo del amor cortés de la edad media.
Se defiende la positividad, mostrar siempre y en todo momento las cartas bocarriba y se condena la negatividad que es dar lugar al juego, al rito, a la conquista, a los motivos ocultos, a la complejidad humana, en definitiva.
Las redes sociales son un observatorio general para atisbar en profundidad en todo. Son un ojo infinito que escruta la más mínima materia oscura para hacerla transparente. Todo se debate, todo se muestra, se ilumina, se juzga, se evalúa y se condena o cancela si rompe nuevos códigos de limpieza ideológica. Millones de personas desde sus móviles observan y ponderan la realidad que deja de tener huecos sin iluminación.
Por otra parte, la llamada positividad está presente en nuestra manera de considerar el mundo, las cosas y todas nuestras acciones y pensamientos que han de ser positivos, es decir, de acuerdo con un molde que excluye lo oscuro, lo doloroso, lo ambiguo, lo crítico, lo real diríamos nosotros. Las acciones políticas, las declaraciones públicas han de ser siempre positivas, e incluso se exige que nuestros pensamientos más íntimos deben responder a un esquema positivo. Fuera queda buena parte de la literatura y el arte universal que fueron en buena parte exposición de la negatividad.
Los metadatos controlan nuestra vida, nuestro modo de entender las cosas, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestro entretenimiento. Somos transparentes para el sistema. Es el reino de la positividad.
Me costó entender el juego del filósofo coreano-alemán para entender que la negatividad es buena y la positividad problemática para él.
Vivimos en el imperio de la positividad cuando mucho que subyace en nuestro interior es expresión de la negatividad, es decir, de lo complejo, de lo oscuro, somos seres de luz, pero también de sombra. Ahora se quiere que millones de focos estén siempre iluminando todo lo que pasa incluso en nuestro interior. Todo ha de ser transparente. No debe haber nada oculto. Todo se debe mostrar.
¡Viva la negatividad!
No hay nada más bonito que la prudencia. Prudencia es no querer destacar, saber guardar las distancias, no alterar el orden de las cosas, saber esperar el turno, saber escuchar, que no oir, tener paciencia, explicar lo justo y en el justo tiempo y no intentar dar la nota.
ResponderEliminarPrudencia es hacer declaraciones asonantes, claras, sensatas y concisas.
Prudencia es contrario a transparencia cuando esta se usa peyorativamente, o sea, para enseñar intimidades.
La transparencia en si no es mala, pero como todo en exceso, se convierte en traslúcida y en ocasiones, las más, en algo diáfanamente turbio, poco limpio cuando se usa en exceso.
Salut
Pienso que lo has caracterizado bien, hay una tendencia al desnudamiento personal y tanta y tanta gente se exhibe -o exhibe fotográficamente a sus hijos- sin tener conciencia de que perdemos mucho en ese despojamiento de la intimidad. El mundo se ha hecho transparente y ha perdido cualquier hálito de misterio. No solo somos transparentes ante Hacienda -que también- sino ante miles de ojos que nos miran, nos registran, nos evalúan. Hay quien sostiene que si no hay nada que ocultar da igual. En China esto está generalizado. Existe un carné tecnológico del ciudadano en que se registra absolutamente todo y ello da lugar a derechos y a restricciones según la puntuación que se obtenga. El mundo ha perdido la sutileza, el misterio. Y esa transparencia basada en la información voluntaria muchas veces, se hace, como bien dices, turbia. Salut, Miquel.
EliminarPensaba escribir algo parecido, aunque peor explicado, a lo de Tot :)
EliminarAhora parece que publicitamos nuestras vidas a los cuatro vientos, pero en realidad son una mentira. Una mentira que nos hemos acabado por creer a nosotros mismos y que no hace más que generar frustraciones al comparar lo que somos con lo que proyectamos.
Digamos que en esta sociedad hemos perdido entre otras cosas, la capacidad de usar la seducción, la sutileza.
ResponderEliminarSí, Francesc, las hemos perdido, la seducción y la sutileza ya no forman parte del mundo patente en que vivimos y las generaciones más jóvenes ya no las tendrán entre sus inspiraciones porque han nacido en un mundo en que se muestra todo.
EliminarY se da la paradoja de que la exhibición de episodios dramáticos forma parte de esa falsa positividad, la transparencia, pongamos abusos sexuales en el pasado. El me too retrospectivo ha llenado pantallas y páginas, solidaridades y también un clima de denuncia que, en la mayoría de los casos ha sido indemostrable. Pongo este caso, porque soy mujer y sensible a los abusos que han sufrido y sufren tantas mujeres, pero el discurso positivo en la dinámica de tomar la revancha, lo que ahora se denomina la cultura woke, está haciendo mucho daño porque se da prioridad a las emociones, siempre fluctuantes y subjetivas para despreciar los hechos objetivos, base de la presunción de inocencia. Así que esta positividad exagerada que se concreta en superación personal y resiliencia, es solo la mascarada de una sociedad que ha perdido la autocrítica. Hemos de ser felices y todo pasa por una actitud positiva, no me extraña que haya aumentado tanto los suicidios, quien no sabe ser positivo -falso- no es digno de entrar en el reino de la gente guay.
ResponderEliminarPoco puedo añadir a tu lúcida interpretación que pone de manifiesto la saturación de emociones en que vivimos, muchas veces emociones justicieras ante el pasado más remoto. Una amiga investigó, en el pasado, a un tío abuelo que había sido religioso de una orden en la que presuntamente había habido abusos sexuales. Buscó algún testigo que corroborara si su familiar había sido partícipe de ello pero no obtuvo ninguna evidencia pero sí un clima de sospecha en algún sentido. Se escudriña el pasado de hace cuarenta, cincuenta o más años en búsqueda de hechos sospechosos. Se juzga todo el pasado desde nuestra conciencia actual condicionada por la ideología woke, como bien sostienes. El pasado hay que investigarlo de forma objetiva, pero abunda lo subjetivo, lo emocional, lo hacemos objeto de venganza, como si pudiéramos reescribir la historia. Es cierto que muchas cosas no tendrían que repetirse. Pero de esa constatación a la furia que lleva a revisar todo el pasado, incluida la literatura y el arte en general. Se habla de cancelar a Picasso, a Churchill, a tantos y tantos cuyas memorias son arruinadas. Esa mirada que pretende que el pasado incluso tenga que ser transparente y acorde con nuestra mirada contemporánea, está haciendo mucho daño.
EliminarLas redes sociales exhiben actitudes de supuesta felicidad de muchachas sexys y viajeras lo que crea inseguridad y comparación entre los que contemplan supuestas vidas exitosas. Y todo es una transparencia ficticia, totalmente falseada, porque la vida no es así.
Se nos impone la felicidad, como si la felicidad fuera el único estado deseable, como si la tristeza no supusiera también un estado necesario e interesante.
Transparencia.
¿Transparencia en las redes sociales ?, pues creo que no, en un noventa por ciento se trata de impostura y de "pose" para demostrar lo bien que estamos y lo muy felíces que somos.
ResponderEliminarRecuerdo una época en que la intimidad era un bien apreciado, ser discreto en todos los ambientes era buscar la normalidad.
Las celebraciones eran a puerta cerrada y con los íntimos. Si te pasabas de "copas", tenías la garantía de que todo quedaba en familia, y que el lunes, en el trabajo, seguirías manteniendo tu imagen de seriedad y sobriedad intactas.
Se exige a los políticos "transparencia" en la seguridad de que así cualquier maquinación contra los gobernados quedará al descubierto, de una manera ingenua.
Porque los políticos tienen milenios de experiencia a sus espaldas en técnicas de manipulación, una habilidad que hace sonrojar de envidia al mejor ilusionista.
Hoy he visto un ejemplo claro de todo esto en la crisis del gobierno catalán, en el rifirrafe entre JXCAT y ESquerra.
Los de JXCAT ha amagado con dejar el gobierno rompiendo su coalición con Esquerra. Pero ¡¡ Ay !!, es doloroso renunciar a unas poltronas muy bien pagadas, sobre todo con lo que ha subido últimamente la electricidad.
La directiva de JXCAT hoy ha comunicado que someterá su salida del gobierno a un referendum "telemático" entre sus afiliados.
Y como todo referendum "telematico", el convocante puede dar por bueno el resultado que más le convenga al convocante, como fué el caso del "referendum" de Podemos a sus militante en el asunto del "casoplón" de Pablo Iglesias e Irene Montero.
El viernes JXCAT harán público el resultado: sus militantes les pedirán a sus lideres que "sacrifiquen" sus ideales, y sigan en el govern, por el bien de Cataluña, ocupando poltronas y cobrando a final de mes, eso sí, todo por el bien del pueblo catalán.
Y todo ello, muy transparente.
No soportaríamos la auténtica transparencia, la verdad desnuda, ni la nuestra, ni la de los demás. Parafraseando a Milan Kundera, la insoportable ordinariez del ser.
Saludos.
Me ha gustado eso de La extraordinaria ordinariez del ser. La transparencia en lo relativo al poder es imposible y tampoco pienso que fuera deseable. Pienso en Wikileaks que puso a la administración americana con el culo al aire revelando la mayor parte de sus secretos por Julian Assange. ¿Alguien piensa que el poder puede ser transparente? Hay tanto que ocultar... Y no puede ser de otra manera. Lo que pasa es que depositamos nuestro voto y nuestra confianza en unos partidos que gobernarán o actuarán mediante trampas o triquiñuelas tomándonos por peones al servicio de sus intereses. La idea de transparencia respecto al poder es ingenua como bien dices en el caso de Junts. Pero eso no impide que dicho poder no sea juzgado, evaluado y controlado por mil y un resortes, contrapoderes, redes sociales, prensa y medios de comunicación, revelaciones de desertores..., de modo que termina siendo en cierta manera transparente. Lo que pasa es que los ciudadanos no pueden hacer nada. La democracia es transparente pero no deja de ser una ingenua ilusión.
EliminarSí, antes se valoraba mucho más la intimidad, y se actuaba con cierta garantía de que lo que decíamos o hacíamos en una noche de farra, quedaba allí. Ahora hay millones de cámaras que registran todo, redes sociales que difunden todo, nada ni nadie está a salvo aunque pasen décadas. El pecado de hace cuarenta años puede volver de repente y golpear duramente. Saludos.
Todo es un simulacro, incluso la transparencia. Decir «no quiero hacer esto» conlleva fortaleza e integridad... «Hay buenas razones para plantarte y resistir la positividad coercitiva que permea la sociedad moderna y trata de convencernos de que la negatividad es indeseable y peligrosa». Recomendable leer 'La vida real en tiempos de la felicidad', para quien no lo haya leído: https://gigalibros.com/ver/la-vida-real-en-tiempos-de-la-felicidad.pdf
ResponderEliminarHe visto que el libro que recomiendas es altamente interesante. Gracias por el enlace. Lo he estado hojeando.
EliminarNo soy capaz de entender por qué la transparencia es un problema, si se entiende como una actitud que no tiene dobleces, ni segundas intenciones. Yo soy muy amante de la claridad y valoro mucho la sinceridad, que creo que guarda bastante relación con la transparencia.
ResponderEliminarOtra cosa seria aparentar algo y llamarlo transparencia, que tengo la impresión de que abunda en las redes sociales.
No sé, no he captado tampoco la idea de negatividad buena y positividad problemática, la verdad.
Creo que lo he entendido al fin, de todo lo que leído interpreto que la transparencia y la positividad, si obedecen a un mandato establecido por la sociedad pierden su sentido y en cambio la negatividad aunque sea una zona poco confortable, puede aportar eso que estamos buscando. Gracias!!!
EliminarTu reseña es muy completa y motivadora. Los deseos de transparencia suelen estar sumergidos en una nube oscura. Así y todo hay que luchar por conseguir la mayor dosis de la misma. Tomo nota del libro.
ResponderEliminarSaludos cordiales
El libro es de filosofía divulgativa, pero el autor ha logrado un nicho de público interesante. Son libros de unas setenta páginas pero requieren hacerse con la terminología característica de Byung-Chul Han. A mí me interesan sus temas pero puede que a mucha gente no sea así. Saludos.
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