Soy profesor de segundo de bachillerato además de varios
cursos de la ESO. Las horas que paso en bachillerato me infunden un extraño
bienestar y me resultan infinitamente más fáciles que las que paso en la ESO.
La literatura es un lenguaje, un código de señales que exige un alineamiento de
modelos, de movimientos, de corrientes literarias que es interesante hilvanar
mostrando su continuidad y sus procesos de renovación.
Hoy hablábamos del teatro anterior a 1936 en el que brillan
dos dramaturgos excepcionales: Valle
y Lorca. Sin embargo, Valle no triunfó en su momento y su
teatro fue condenado a la lectura de unas minorías hasta que triunfó en los
escenarios en los años sesenta cuando fue redescubierto (él había muerto en
1936). Y es que el teatro innovador
necesita de un público acorde a él. Y el público de los primeros años del siglo
era conformista y convencional y no iban desde luego al teatro para que los
inquietaran, los confundieran o los maltrataran. No, se iba al teatro como
ceremonia social, como momento de distracción amable... y desde luego no se
esperaba que allí se cuestionara al espectador abriéndole abismos y pasadizos
ocultos. Así triunfaron dramaturgos de segundo orden como Echegaray, Benavente
(ambos obtuvieron además sendos premios Nobel), los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches, Pedro Muñoz
Seca, Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa... El público no
estaba para experimentos estéticos o ideológicos y apostaba por obras que
reprodujeran un mundo estable en que tuviera en el mejor de los casos ocasión
la ironía suave, la crítica moderada... que hiciera creer al espectador que era
inteligente lo que fue la especialidad de Jacinto
Benavente que aprendió a moderar su teatro tras su primera obra que fue
criticada por el público.
Lorca fue un caso
aparte, porque su teatro rural andaluz triunfó en Madrid, en Barcelona y
en Buenos Aires con obras como Yerma y Bodas de sangre. Sin embargo, sus obras más difíciles y
comprometidas se mantuvieron ocultas y solo mucho tiempo después vieron la luz.
Nos referimos a El público y Así que pasen cinco años. De igual modo,
La casa de Bernarda Alba no vio la
luz en vida de Lorca pues fue terminada y leída en público a finales de junio
de 1936 poco antes del asesinato del poeta.
El debate estaba servido. Les he planteado a mis alumnos qué
les parecía esa rendición de los dramaturgos para satisfacer al público de modo
que el teatro fuera amable y adecuado a las circunstancias. Pongamos el ejemplo
de un buen dramaturgo como Benavente
que alcanzó el éxito teatral y comercial obteniendo buenos beneficios por
derechos de autor. Les he preguntado si merecía la pena ser fiel a unos
principios estéticos e ideológicos si ello conllevaba el fracaso en su tiempo,
aunque la posteridad reconociera la genialidad de una obra. Les he preguntado
si es lógico o deseable prostituirse artísticamente para obtener el éxito,
teniendo en cuenta que el éxito de la posteridad no está asegurado y tampoco
ofrece ninguna ventaja al que escribe porque ya está muerto. En definitiva, ¿tiene
algún sentido ser coherente hasta el final o es lógico rendirse a las
circunstancias?
Todos los que han hablado no han sentido ninguna afinidad
por la coherencia si ello supone el fracaso. El principal objetivo del arte no es
iluminar la oscuridad, desvelar mundos ocultos, golpear al espectador, no.
Todos entendían la traición, el conformismo, la rendición al convencionalismo
para obtener el éxito. La imagen del genio solitario no parecía seducirles en
absoluto a pesar de su índole romántica. Todos los que han hablado defendían la
necesidad de la adecuación de la obra al público de modo que permita ganar
dinero, y se veía como algo insólito y anómalo la posición de artistas
comprometidos que quedaron en soledad escénica por el carácter revulsivo y
revolucionario de sus obras.
Les he dicho que probablemente las series que ellos veían en
televisión eran series convencionales, no problemáticas, que no les
cuestionaban... y que seguramente el cine más experimental no les llegara. Les
he hablado de Amor de Michael Haneke que acaba de ganar un
oscar, contradiciendo mi planteamiento de que la honestidad y la calidad están
reñidas con el triunfo. A veces es cierto que lo experimental, lo radical, lo
abismático... tiene éxito, aunque no esté trufado con eso llamado sentimentalismo
que es el mecanismo más poderoso para manipularnos, porque es cierto, y ellos
me lo han confirmado, que les atrae el sentimentalismo más que la mirada fría y
despojada de manipulación. Los seres humanos se rinden en general a lo fácil,
pero hoy día existe un público potencialmente abierto a experimentos y a la renovación
del lenguaje teatral o cinematográfico.
Me he quedado sorprendido, sin embargo, porque entre mis alumnos ninguno se
identificara con el genio solitario que prefiriera la coherencia artística
antes que el triunfo de lo convencional. Sencillamente no lo entendían y lo
veían absurdo. Para ellos era mucho más estimable Benavente que Valle
porque supo aprovecharse de las circunstancias y ganar dinero. Y además el
genio ¿qué es? ¿para qué sirve?
No me ha extrañado nada la actitud de tus alumnos. No vivimos tiempos de romanticismo sino tiempos en que el dinero es lo primero. Es posible que alguno cambie de idea cuando vaya madurando. Yo creo que en este momento me prostituiría si estuviera en la tesitura que expones. No sé si sería capaz de dejar mi fama para después de muerta.....
ResponderEliminarLola, yo he vivido otras épocas en que mis alumnos hubieran contestado radicalmente diferente. Me entristece que que esta sea la ideología de época que ignora al artista que arriesga su vida por un sueño, por un ideal, por un modelo que no se corresponde con su tiempo. El arte se ha nutrido de genios incomprendidos … pero eso ahora no es lo que atrae. Me ensombrece el pragmatismo de mis alumnos porque ello es síntoma también de otras cosas que no están en consonancia con la imaginación y el riesgo sino con el conformismo y la trivialidad.
EliminarNo sé si sentirme fuera de mi tiempo en estos momentos ya que yo soy alumna de Segundo de Bachillerato y la verdad, no me gustaría nada tener que escribir sobre algo "de moda" para ganar dinero y fama.
ResponderEliminarA mí me gusta escribir, pero sobre aquello que me atrae o me interesa, y si me dedicara profesionalmente a ello querría hacerlo del mismo modo. Quizás estoy siendo demasiado soñadora o "romántica", y tus alumnos me tacharían de ingenua.
Supongo que será porque hoy en día prima el dinero antes que la propia búsqueda de sueños. Eso es el pan de cada día en mi clase, ya que la mayoría quiere estudiar Medicina sólo por el dinero y no por vocación.
Eli, es un dilema muy complicado porque una cosa es escribir sobre lo que a uno le sale cuando es un entretenimiento y otra cosa es cuando es una actividad profesional, es decir, que tu familia vive de eso, que tus ingresos provienen de ello. Para escribir con absoluta libertad hay que tener o bien seguridad económica o estar dispuesto a enfrentarse al fracaso económico y profesional. Todo autor tiene que decidir qué quiere hacer. Hoy el panorama está lleno de autores que pretenden satisfacer al gran público y desean gustar para poder así vender y generar ingresos. Situarte en la periferia es muy duro y exige un carácter y un temple (como dice Juan Poz) extraordinarios porque nada -absolutamente nada- garantiza un éxito ni actual ni futuro. Explicar esto a mis alumnos es difícil porque ninguno se encontrará en esa tesitura y, además, tienen claro que el éxito y el dinero son los valores máximos ante lo que todo se inclina. No es en definitiva un problema fácil de resolver. Ha habido escritores espléndidos como Balzac aquejados por las deudas en aras de llevar una vida ostentosa. De hecho sus obras solían estar vendidas antes de estar escritas para mantener dicho nivel de vida. Balzac entendemos que es un gran novelista sin duda, pero apreció el dinero, ya lo creo que lo hizo. ¡Quién no! Por eso es tan duro mantenerse fuera en un proyecto condenado quién sabe a qué si se es consecuente. Son verdaderamente admirables los que se mantienen fieles a un estilo por más que su época lo deplore y no lo acepte. Algunos aciertas y escriben para la posteridad, otros se quedan sin público sencillamente. Es un conflicto terrible.
Eliminar¡Ah, no, amigo mío, por ahí sí que no paso! ¡Cómo que Arniches es un dramaturgo "de segundo orden"! ¡Lo hago cuestión personal! ¡Ha cometido Vd. una injusticia de primerísimo orden! Y exijo una reparación. Escoja Vd. el arma... ¡Habráse visto tamaña iniquidad! D. Carlos Arniches es un mago del idioma, el creador de la tragedia grotesca y autor, entre otras obras fundamentales de nuestro teatro de La señorita de Trevelez y El señor Badanas, además del padre de la hija de la que se enamoró y con la que se casó José Bergamín, otro pirotécnico del idioma y del concepto. Disculpo el atrevimiento si es hijo de la ignorancia, pues de ninguna otra madre puede proceder una calumnia semejante. Estoy seguro de que Vd. ha apreciado una obra clásica de nuestro cine de posguerra: Calle Mayor, de José Antonio Bardem, que está directamente inspirada en la obra del escritor alicantino, por más que su dedicación al sainete, y en especial al castizo del Foro, le haya hecho creer a mucha gente que Arniches es un gato postinero. No es Arniches autor que deje indiferente, sobre todo por la retrechera gracia que tiene a la hora de crear personajes, inventar situaciones cómicas y exhibir un lenguaje que es un prodigio del humor y el juego verbal. El discurso final de D. Gonzalo en La señorita de Trevelez, vale por todo Oligarquía y caciquismo, de Joaquín Costa y por Los males de la patria, de Lucas Mallada. O sea, que no admito que a D. Carlos se le mancille como Vd. lo ha hecho, joven iconoclasta. No soy quien para imponer reparaciones que sólo tienen valor cuando nacen de parte, pero si se lee El solar de media capa o El señor Badanas, sobre todo esta última, que yo vi interpretada nada menos que por Quique Camoiras, un genio de los sainetes –quiero entender que La señorita de Trevelez la tiene Vd. leída, pero olvidada…- esa lectura será suficiente para desagraviar a Arniches, suspender nuestro duelo y seguir disfrutando de nuestra amistad…
ResponderEliminarPor otro lado, aunque con menor vehemencia, estoy dispuesto a defender que Muñoz Seca, aunque menor que Arniches, es autor de una de las grandes obras de nuestro género paródico, cuya tradición se remonta a los debates medievales, pasa por el entremés de los romances y acaba, como culminación, en la imitación en prosa de aquel entremés que hizo uno de nuestros famosos Migueles, Cervantes, en su D. Quijote. Hay textos escritos en estado de gracia, como si se escribieran solos, sin intervención de un autor: ese es el caso de La venganza de don Mendo, cuya versión cinematográfica firmada e interpretada por Fernando Fernán Gómez me parece una obra maestra igualmente.
Así que, ¡ojo con el “segundo orden” de los “ordeno y mando” jerárquicos del canon!
Por otro lado el de la fidelidad a la propia inclinación, ¡qué puedo decir yo, paradigma del artista desencajado, sino que exige un temple con el que no se suele nacer…!
Amigo Poz, tengo la duda de si proyectar a mis alumnos de bachillerato Calle Mayor para que observen una obra realmente convincente basada en la obra que has citado de Arniches. No tenemos por qué batirnos. Ciertamente no he leído La señorita de Trevélez pero sí he visto la versión de Bardem. Sin embargo, es cierto que siendo un teatro interesante no ha sobresalido mucho más allá de algunos intentos ocasionales. ¿Cuántas veces se ha representado en nuestro tiempo a Arniches? ¿A Muñoz Seca? ¿A Jacinto Benavente? Los tres eran hábiles dramaturgos, pero no fueron más allá de su tiempo. Lorca es representado actualmente en cualquier país del mundo desde los aborígenes australianos a Japón o Mexico. Ha alcanzado la altura de un clásico. ¿Y qué decir de Valle? Sé que fuiste hace poco a ver una nueva versión de Luces de bohemia? Y cada vez que se repone es un acontecimiento. Valle fue un dramaturgo que alentó a los jóvenes teatros de cámara de la transición y sus obras siguen resultando frescas y rebeldes. Arniches pertenece a otro plano, aunque siendo interesante, solo es conocido por una ínfima minoría y su modo de ver el mundo no se ha hecho universal. Concedamos, pues, que fue un dramaturgo interesante, muy interesante si queremos, pero no ha conformado un modo de ver el mundo que haya llegado hasta nosotros. Ese duende, ese toque mágico es algo que se tiene o no se tiene. No viene de serie. Tenemos que reconocer que en el teatro español del siglo XX hay dos torres inexpugnables que son Valle y Lorca. Luego, además, hay dramaturgos muy meritorios, excelentes si se quiere, pero cuyo haz de luz es mucho más limitado. ¿Modas? ¿Volverá algún día Arniches a ser actual y pedir el público la reposición de sus obras? Lo dudo. Sin embargo, Lorca sigue entusiasmando a mis alumnos de la ESO en la lectura de su Bodas de sangre. También hay que decir que Buero y su Historia de una escalera sigue cautivándolos igualmente. Son obras que van más allá de su tiempo. Y eso no pasa con Arniches por espléndidas que sean sus obras juicio que no niego. Además acepto su lección de crítica teatral, que anima mi proyecto de pasarles Calle Mayor si no temiera eso de perder tiempo en un curso en que todo está medido.
EliminarPonles "La venganza de don Mendo", de Fernando Fernán Gómez, y te lo agradecerán.
EliminarHoy, sin ir más lejos, anunciaban el estreno en Madrid de una obra de Arniches.
Finalmente, ¿crees que Valle hubiera podido inventar el esperpento sin el precedente del teatro de Arniches, de su tragedia grotesca? ¡Ni modo!
Pocos de su tiempo entendieron y valoraron a Valle o a quienes rompían con las convenciones. Del mismo modo, pocos en un aula podrían valorar el genio, lo extraordinario, por encima de la masa de lo convencional. Queremos que nuestros alumnos sean una avanzadilla de su tiempo y lo normal es que sean reflejo de su tiempo (o de todos los tiempos, no sé). En nuestros grupos tal vez uno o dos valoren la literatura, igual que uno o dos valorarán el arte o las matemáticas. Probablemente el resto vivan en el 'aura mediocritas' que les toca en proporción social, quizá brillando a la hora de contar chistes en familia o a la hora de vivir del cuento en una empresa.
ResponderEliminarDe toda esa mayoría que han reconocido su afinidad con los dramaturgos convencionales, tal vez uno solo haya mentido o haya callado por no ser identificado, por no querer destacar sobre la masa. Porque en estos tiempos solo vale la pena brillar si es para ganar dinero.
Me gustaría pensar que haya uno que se ha emboscado y no ha manifestado su verdadero sentimiento rebelde… La masa es poderosa y todos en algún sentido formamos parte de ella aunque pensemos que no. Nuestros alumnos son parte de ella y es difícil transmitirles el valor de la literatura auténtica que tiene como fundamento precisamente la excepción a la masa, la huida de ella. Es difícil ser un ser humano en solitario que se cuestiona esa pertenencia a las ideas generales. Sin embargo, Antonio, confieso que en mis treinta y cuatro años de experiencia en las aulas nunca he sido tan consciente de ese hombre masa como ahora. No sé si es así exactamente, porque luego efectivamente te enteras que algunos que pasaban por ello, se revelan como excepción. No sé, Antonio, pero siento profundamente una incomunicación con el conjunto que se orienta hacia posiciones realmente convencionales y propias de la masa. Mi reino por un hombre libre, por alguien que sea realmente individuo en plena libertad aunque conlleve la soledad, esa que alimenta a algunos y les hace plenos a pesar del desaliento que supone.
EliminarEstupenda entrada, Joselu. Me parece que el tiempo acaba poniendo a cada uno en su lugar. Creo que hay pocas dudas, al menos esa es mi visión, acerca de que "Luces de bohemia" es la obra más importante del teatro español desde "La vida es sueño" hasta nuestros días. Lorca, Buero Vallejo, Aub y otros siguen la estela, pero Valle es Valle. Da igual lo que pensara el público de su tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
avier, este texto (Luces de bohemia) hace veinte años levantaba entre algunos de mis alumnos auténtico entusiasmo e incluso lo recreábamos en escena. Lamento esa pérdida de la pasión ante la poesía que constato en este tiempo. Afortunadamente este año en la literatura de selectividad entran textos que mencionas: La vida es sueño y Luces de bohemia. No he advertido ningún interés hasta ahora. Es difícil penetrar en la mente de estos adolescentes que todavía están digiriendo lo que reciben. El arte no es una motivación esencial en ellos. Ortega y Gasset escribió un texto revelador en su La rebelión de las masas. En ello estamos. Y Valle fue excepción mayúscula. Dudo que lo entiendan. Pero no quedará por parte de este profesor que pugnará por que alguien entre a fondo en él. Pero esto nunca se sabe. A veces hay sorpresas que llegan años después
EliminarJoselu, sabes que me encanta el teatro y que voy siempre que puedo. Esta semana he ido dos veces, una a un montaje fantástico del grupo Yllana y la otra a ver "Deseo", una obra que plantea una situación muy delicada. No te cuento nada por si puedes verla. Me gustó, pero no a varios de mis colegas, aunque apenas hablamos a la salida.
ResponderEliminar¿Deben los autores plegarse a los gustos del público para seguir llenando las salas, aunque ello suponga renunciar a la calidad, a sus ideales, a su creatividad? ¿O deben mantenerse firmes y escribir lo que realmente les gusta y les sale bien? Hoy no creo que haya opción: la puñetera política está cargándose toda la cultura, no se conforman con subir el IVA y negar las subvenciones, cargan además contra cualquier actor, cantante, director o tramoyista que huela a progreso. Los llaman vagos, aprovechados, sinvergüenzas... Son unos impresentables, maleducados y encima mal informados, por eso es más necesario que nunca demostrarles que no tienen razón, pero ya ves, entre una entrada de cine o de teatro y la comida de varios días no hay opción posible.
¿Qué habría sido de los grandes autores que citas sin lso condicionantes que planteas? ¿Qué harían hoy Valle, Lorca (vi "Yerma" en verano y me impresionó, otra vez), Benavente, incluso el mismo Lope? La época que nos toca vivir nos condiciona más de lo que creemos y deseamos. No podemos escapar del momento histórico. Hay quien lo hace y le sale bien, otros deben dedicarse a otra cosa. ¿Claudicar siempre es lícito? Evidentemente no, pero sí resulta inevitable. ¿Un teatro medio vacío supone un fracaso? Para el bolsillo sí, para el Arte quizá no, pero hay que comer, y pagar los recibos, por eso muchos grandes actores ruedan películas "alimenticias" que les permiten participar luego en proyectos más personales y comprometidos.
Me alegro de que puedas despertar en tus alumnos un cierto espíritu crítico y deseos de debatir sobre algunas cuestiones. Les gusten o no las propuestas, al menos gracias a ti saben que existen esas obras. La elección posterior ya es cosa suya.
Un fuerte abrazo, colega. Disfruta del fin de semana, que aquí es soleado y apetecible tras la semana de frío y nieve que hemos pasado.