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martes, 29 de septiembre de 2009

Arco iris

En clase de lengua de tercero de ESO aprovecho los textos que leemos para promover debates. Creo que es un medio eficaz para fomentar la participación y la expresión oral, a la vez que establece unas pautas para poder hablar siguiendo un turno en el que todos pueden expresarse libremente respetando las voces de los demás.

Hoy el tema era un texto de Paul Auster en el que entre otras cosas hablaba de la inutilidad práctica del arte y la literatura. Asimismo reflexionaba sobre la creencia entre alguna personas de pensar que la práctica del arte o su disfrute nos eleva a un nivel personal superior. Aducía el ejemplo de Hitler que comenzó siendo artista, y el de tantos asesinos nazis que eran entusiastas de la mejor música clásica y de la más exquisita literatura. Me duele reconocer esto. Ser artistas y amar el arte no nos hace mejores personas. Ser lector no te hace mejor persona. La Alemania nazi y Hitler lo demuestran. Pero no era de esto de lo que quería hablar. Aprovechando el tema en la clase de la tarde, he sacado la persecución de Hitler contra los diferentes, contra los disminuidos psíquicos y físicos que enturbiaban la raza aria, contra los comunistas, los gitanos, los homosexuales, y por supuesto los judíos. Un alumno me ha preguntado que qué tienen de malo los gitanos. Yo le he dicho que nada, pero que él perseguía una raza aria pura sin contaminación racial. Pero le he dicho que en su pregunta faltaba algo y era también que qué tienen de malo los homosexuales o los judíos para que fueran perseguidos y masacrados. Para mi sorpresa, la mención de la palabra “homosexual” ha sido objeto de mofa y befa por toda la clase (al menos por parte de los que se han manifestado). Es que los homosexuales, profe… me han dicho. ¿Los homosexuales qué? –he contestado-. Es que se visten como mujeres y hablan como ellas. La sensación dominante era la de repugnancia ante la homosexualidad. Les he explicado que la homosexualidad no era un defecto ni una enfermedad, sino una condición genética aleatoria que afecta aproximadamente a un 5 o 10 por ciento de la población, lo que hacía probable que entre los que me estaban escuchando hubiera alguno que estuviera descubriendo su condición sexual y que esta fuera homosexual. El rechazo era enorme. La homosexualidad no es un tema resuelto, se percibe como algo anómalo, antinatural, contranatura y en estos muchachos de quince años, me inquieta el poder de los estereotipos y las ideas preconcebidas. Es pura homofobia la que late en ellos de una forma muy intensa, tanto entre chicas y chicos. Ignoro si entre ellos había alguno que habría matizado esta aparente opinión mayoritaria, pero cualquiera se atreve a hablar de este tema sin que le endilguen el sambenito ya saben de qué. Los más rudos y elementales imponen su voz, y la del profesor intentando imponer cordura acerca de algo que es una condición natural de los seres humanos, no logra alcanzarles. Tan grandes son sus prejuicios. Al menos he logrado hacerles reconocer que si unos padres tienen un hijo homosexual, estos deben aceptarlo y quererlo como a cualquier otro. Esto lo tenían muy claro.

Les ha planteado la posibilidad de que algún homosexual viniera a la clase a charlar con ellos para que vieran que no es un enfermo ni lleva cuernos ni se viste como las mujeres, sino que la mayoría de los homosexuales llevan una vida que transcurre entre nosotros sin ningún tipo de discordancia. Y si la hubiera –la discordancia- tampoco debería ser motivo de rechazo o de repugnancia. La diversidad es esencial a la hora de entender las relaciones humanas.

Me ha sorprendido esta animadversión que pensaba que debería estar matizada por las leyes recientes sobre matrimonio homosexual o su presencia en películas o series de televisión como personas totalmente normales. Pero esto no es así. Desde luego un muchacho o muchacha que esté descubriendo su identidad sexual homo en un instituto de secundaria lo debe pasar muy mal, más si oye opiniones como las que he tenido ocasión de escuchar hoy en clase de lengua. Y ello me lleva a la conclusión de que es un tema candente, abierto y sangrante. No se persigue activamente a los homosexuales ni se los lleva a la cárcel, pero hay un muro invisible que los estigmatiza y ante el cual es difícil saber qué hacer. Está muy bien el día del orgullo gay pero también algo debería llegar a los centros de secundaria especialmente de zonas de carácter primario y donde las opiniones son demoledoramente contrarias y homofóbicas. ¿Qué hacer? Me pregunto. Supongo que los homosexuales están acostumbrados a vivir en un mundo potencialmente enemigo y urden sus estrategias de resistencia frente a la mentalidad hetero tan despreciativa y agresiva. Por ellos. Por esos muchachos y muchachas que sobreviven en los centros de enseñanza en un ambiente de total hostilidad, y que poco a poco van siendo conscientes de su identidad y que nos enriquecen con su inteligencia y sensibilidad.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Sensación de vivir

¿Hay algo tan poderoso como un sentimiento? ¿Como una suma de sentimientos? Creo que nos mueven los sentimientos más que las ideas. Un sentimiento es un estado del corazón, del ánimo, del humor, una propensión a lo emocional. Una idea es más racional y, por tanto, más fría, más cerebral, más intelectual, más analítica. Aunque también hay a veces ideas que se sentimentalizan, se cargan de densidad emotiva -y de peligro-, la de nación, la de Patria por ejemplo.

Hay blogs emocionales y sentimentales y blogs aparentemente más fríos que son más de ideas y reflexión. Los primeros suelen tender al éxito de convocatoria. Nada hay que promueva más la adhesión que alguien se plante en medio de su blog y diga “Yo soy así”, y tras ello una catarata de sentimientos y emociones, de confesiones, de homenajes, de perlas reflexivas bienintencionadas al estilo de Paulo Coelho y Susanna Tamaro (Donde el corazón te lleve). Y es que los sentimientos mueven el mundo. A la gente le gustan los sentimientos pero desconfía de las ideas. Dadme un sentimiento y moveré el mundo podría decir algún bloguero con exactitud. La acumulación de sentimientos crea una estética participativa, a diferencia de la gris y más solitaria de las ideas; no cabe duda de que la dimensión sentimental promueve, concilia los contrarios y lo heterogéneo, aúna a personalidades diversas que participan gozosamente en la efusión y la cocción emotiva.

El mundo no puede funcionar sin sentimientos pero puede funcionar sin ideas, tan complicadas por otra parte. Así es nuestro mundo. Se nos han acabado las ideas. Es difícil luchar por ideas, sobre todo cuando estas son sombrías y no promueven –aplicando la razón- la dimensión esperanzadora. Tenemos un mundo herido, que sangra por los cuatro costados, y cuyo futuro es muy incierto. Como ven, las ideas también nos pueden llevar a los sentimientos. Sentimos inquietud, temor, casi desolación. Pero eso no es admisible. Hace tiempo que Coca Cola promovió una campaña publicitaria con aquella canción memorable que fue Viva la gente, o la otra de Sensación de vivir o Coca Cola y una sonrisa. A partir de aquello quizás comenzó la escuela de psicología norteamericana del llamado pensamiento positivo que nos es tan natural pues se difunde a través del cine americano, la publicidad, los medios de comunicación, las teorías educativas que se han impuesto en occidente, la filosofía media de los ciudadanos que pese a todo creen que merece la pena una sonrisa y lo que está por venir tampoco hay que pensarlo demasiado. El mundo se cae a pedazos y entre los destrozos advertimos que las ideas son peligrosas, y que lo auténticamente revelador son los sentimientos que nos hacen cantar todos juntos de la mano y por el jardín.

Hay magníficos blog de ideas o de literatura que tienen muy escasa audiencia. Suelo frecuentar algunos de ellos y observo que son profundos, que en ellos hay intuiciones serias -pero que son difíciles de digerir- o reflexiones existenciales sin la profusión sentimental que hace de caldo de cultivo de audiencias más mayoritarias. No sé si hay una relación entre superficialidad y éxito en la blogosfera. En general lo banal vende más que lo denso y con significado. ¿Y además quién se cree en posesión de la verdad para definir qué es denso y significativo? El ciudadano medio está en el centro, el blog es la apoteosis del ciudadano vulgar que de pronto se ve aupado a una cierta fama entre un número determinado de seguidores que lo aplauden, que lo jalean, que se identifican con sus sentimientos, con su forma de ver el mundo -su peculiar Weltanschaung- y con sus emociones. El vecino de la aldea global se erige en cierta manera en líder y recibe adhesiones en su blog que participan de su visión sentimental y de su egolatría.

Me congratulo de que Profesor en la Secundaria reciba entre los comentarios reflexiones que mejoran –y mucho- lo expuesto en el blog, que iluminan y llegan más allá de lo sugerido, que son chispas de inteligencia en un piélago de incertidumbre. Me alegraría de estar en la sombra y que mis sentimientos fueran un subtexto casi innecesario. A mi lo que de verdad me producen emoción son las ideas que deslizáis en vuestros comentarios, sin ostentación, pausadamente, reflexivamente. A mí lo que me produce emoción es visitar otros blogs que luchan en la soledad por mantener una visión del mundo no mayoritaria, personal, no condicionada en exceso por la sopa Cambell. En ese enhebrar y encontrar otro tipo de sentimientos, que caminan en lo subterráneo, encuentro uno de mis mayores placeres de pertenecer a la blogosfera.

martes, 22 de septiembre de 2009

La comunicación

La comunicación es un tema clásico dentro de los libros de lengua de la ESO y Bachillerato, pero es un tema que de tanto repetirse termina por ser cargante, lo que no obsta para que sea una de las cuestiones más extraordinarias que se pueden considerar. La vida social es comunicación en todos los sentidos, comunicación unidireccional o bidireccional en la que emisor y receptor intercambian sus papeles continuamente. Nuestro mundo tecnológico se caracteriza por ansiar la llamada interactividad, el relevo de papeles. Todo es comunicación, me he dicho pero no basta con decírselo a uno mismo. Hay que saberlo comunicar a estos adolescentes que intuyen un tema soporífero y que eso de emisor, receptor, mensaje, canal, contexto y código les suena a chino. Más aún en una clase caldeada por las altas temperaturas de los últimos días a última hora de la mañana cuando tienen hambre, están cansados y no tienen –aunque esto es frecuente- ningunas ganas de trabajar ni pensar. He llegado serio, aunque cordial, y me he propuesto hacer una clase académica, explicando la teoría con ejemplos, para luego realizar algunos ejercicios sobre lo que hubieran entendido. Es un curso de tercero de ESO con alumnos heterogéneos. Y he de reconocer que me ha salido mal. No había circunstancias para impartir una clase académica –con tendencia a ser aburrida-. La hora que era desaconsejaba pensar como idea directriz un aprovechamiento académico del tiempo. Y ha salido mal, muy mal. He salido descontento de la clase. Estaban alborotados y no he conseguido que el tema les importara un pimiento. Es una experiencia triste cuando una clase te sale mal. Pensar que puedes y debes aprovechar el tiempo no es demasiado buena idea en algunas ocasiones. Pero hay tantas ocasiones en que hay que tener en cuenta el momento en que están nuestros alumnos… A primera hora están dormidos y bostezan repetidamente, todavía con la mente puesta en la cama calentita y el desagrado del madrugón (empezamos a las ocho de la mañana). A segunda y tercera horas se está mejor, pero antes del patio ya están algo inquietos y tienen hambre. Después del patio, con la glucosa que han tomado, llegan acelerados y sudorosos sin ninguna gana de aprovechar el tiempo. Hay que calmarlos y llevarlos poco a poco. Las últimas horas y las horas de la tarde son procelosas, especialmente la últimas. Por la tarde no tienen ganas de nada, sólo de sestear y no realizar ningún trabajo serio.

Por la tarde volvía a tener clase con otro tercero de ESO a las cuatro, tras una primera hora. Los he encontrado agotados, mirando el reloj. El calor era agobiante. Tenía que explicar nuevamente el tema de la comunicación. Pero sabía qué error no debía cometer, así que me he convertido en un showman, rompiendo el esquema académico de la explicación, he dejado el libro de lado y he empezado a plantearles problemas y reflexiones sobre el universo comunicativo. ¿Nuestro aspecto personal es un acto de comunicación? , han gritado cuando les he puesto un ejemplo enormemente exagerado de un punky con cresta roja y piercings por todos los lados, pantalones de cuadros y botas con metal, que va a pedir trabajo para emplearse como relaciones públicas en una empresa de hostelería. ¿Le cogerán? Se ha abierto el debate y ha habido diferentes opiniones levantando la mano. Luego les he planteado si un beso es un acto de comunicación y que identificaran en tal caso los elementos que lo componen. He utilizado mi biografía personal y he empleado todos mis recursos histriónicos produciendo un feedback continuo. Se ha creado un buen ambiente en el aula. No tenían que tomar apuntes y todo era dialogado. Hemos abordado la comunicación no verbal como tema. Les he imitado la forma de andar en diferentes partes del mundo y les he relatado como son las relaciones afectivas en las distintas culturas, entendiendo todo como actos de comunicación cuyos elementos podemos analizar. Ha sido una clase abierta, agradable, me lo he pasado bien y ellos creo que también, el tiempo ha pasado rápido, pero he tenido que acudir a toda mi gesticulación y espíritu clown exagerando enormemente. He convertido la clase en un espectáculo total. Y ellos parecían razonar en este ambiente festivo. Al final les he dictado –para el próximo día- durante quince minutos los ejercicios que esta mañana se han hecho mal y de mala gana de aquella clase de la que he salido desangelado y perdido.

Seguramente cuando se encuentren a la salida del instituto no entiendan si unos y otros están hablando del mismo profesor. No sé dónde queda el informe PISA en este sentido. Si uno quiere ser estricto y académico se puede encontrar con una barrera insalvable que hace el esfuerzo vano y desagradable. En el otro lado, uno no deja de pensar que todo se tiene que convertir en un espectáculo para que pueda ser aceptado y asimilado. O en definitiva que todo tiene que ser divertido. A mí no me cabe duda de que me lo he pasado mucho mejor en la clase de la tarde. Al menos por la tarde hemos conseguido establecer comunicación bidireccional. Pero ¿es éste el camino?

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El factor humano

El factor humano es una espléndida novela de Graham Greene en el que se plantea una historia de espías, pero exenta de violencia, y en ella aparece el lado peligroso de las cosas, el ladrón honesto, el asesino tierno, el ateo supersticioso… La leí hace unos veinte años y creo que necesito volver a Greene, como a tantos autores. Me gusta su moralismo. Creo que los grandes escritores son moralistas. Creo que todo ser humano ha de pensar constantemente qué está bien y qué está mal, qué parte de su vida merece la pena ser rescatada y cuál otra debe ser reconsiderada. No hay nada que me produzca más hastío que los que piensan que su vida es perfecta y que no tienen nada de qué arrepentirse. Yo tengo muchas cosas de qué arrepentirme. Escribiría una lista enorme, pero no sé si sería justo porque todo eso me ha hecho ser como soy. Y además es inútil.

Como profesor creo que soy un auténtico desastre. Pero he tenido momentos interesantes. Muy interesantes. Hoy para escribir este post tenía como motivo conductor el título. Se llamaría El factor humano. Greene y mi experiencia como profesor. Esa experiencia trufada de éxitos, desaciertos, encuentros y reencuentros, dudas, pasión, depresión, hundimiento, renacimiento… No deja de admirarme ese factor humano que vertebra nuestra profesión. En mis años de docencia me he encontrado con personas, personas en un momento clave de su existencia. En su adolescencia. Un periodo tormentoso, agitado, tremendo, decisivo, luminoso, conflictivo. Hay quienes atraviesan la adolescencia blindados ante la tormenta y quienes sucumben a ella y se dejan arrastrar por olas de veinte metros. Quizás más. Siempre me ha gustado esa pasión, ese desgaste, esa entrega a lo imposible de la adolescencia. Una nave en busca de destino. Y uno pensando con Sartre que quizás la vida es una pasión inútil. Que el ser humano es una pasión inútil. Pero ¿cómo se lo haces saber a esos eternos adolescentes que son nuestro público y que se obstinan en poner pasión a sus actos y a sus pensamientos para llevarlos a errores sin fin o a aciertos insospechados? Somos la única profesión que tiene como receptores a adolescentes que nunca se acaban. Cuando han crecido dejan de ser alumnos nuestros. Pero llegan otros nuevos. Y la adolescencia nunca se acaba. Confusión como signo, pasión en las venas, hormonas aceleradas, pensamiento crítico, lenguaje insuficiente para revelar su interior. Y somos profesores de lengua. Hemos de darles elementos para que puedan expresar su magma interior. Lenguaje, palabras, ideas, elementos de anclaje en la tradición literaria. No hay nada más triste que una promoción de alumnos que no tienen algún tipo de ahondamiento en lo literario. Una generación de expertos en educación se ha obstinado en expulsar la literatura de la formación de los adolescentes. Álvaro Marchesi y su banda no han leído mucha literatura. Se nota en su forma de razonar y en su pensamiento banal. Hace falta tradición literaria. La literatura es esencial en la formación de esos muchachos (y muchachas) que están buscando su lugar en el mundo. La tradición literaria ahonda en los conflictos humanos que son siempre los mismos. Si los enumeráramos quedarían los dedos de una mano, tal vez. Nada hay como la literatura para encontrarse con ese factor humano que da título a mi post y que se ha convertido en el eje de mi actuación como profesor.

Hoy les he entregado una carta auténtica de amor escrita por Jeni a su amado Jonatan. Es un auténtico horror ortográfico pero contiene en ella una corriente de la lírica medieval. La enamorada, el amado, la confidente, el lugar de encuentro, el deseo físico. Las cantigas de amigo galaico portuguesas serían su referente. Les he propuesto corregirla y escribir ellos otra carta de amor. ¿Qué sería la adolescencia sin el amor? Los adolescentes están necesitados de amor, del otro, del cuerpo físico, pero también de la palabra amiga, afectuosa, si puede ser sabia, mejor que mejor.

Ellos pasan, nosotros quedamos. Ser profesor implica un enorme desgaste emocional. Me río de esos simples que menosprecian a los profesores y hablan de sus vacaciones. Nada hay tan delicado como tratar con emociones humanas y más si éstas tienen lugar en la adolescencia. Nada hay tan complicado, tan jodidamente difícil y a la vez tan enriquecedor. Necesitamos llenarnos de sustancia humana, de sentimientos, de pasión, de ideas, de rabia, de profundidad, de literatura, para seguir atendiendo a eso que he llamado factor humano. Pasión en estado puro.

Por la literatura siempre.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Valverde de Lucerna

Hoy me ha llegado la noticia. Yo, como jefe de seminario, debo ser el tutor de una joven profesora en su inicial año de prácticas. Ella, vamos a llamarla Dunia, encarna en muchos sentidos el profesor que yo fui hace veinte años: imaginativa, entusiasta, con gran capacidad para relacionarse con los adolescentes, segura de sí misma, sensible, optimista, con ganas y capacidad de experimentar, sentido del humor… Dunia no teme impartir clase a los alumnos más conflictivos del centro en un centro de por sí conflictivo y periférico. Nuestros alumnos no requieren de un profesor que les enseñe una materia, necesitan a un profesor que esté cerca de ellos, que los acompañe, que los estimule a sus ganas casi cero de hacer cosas o de estudiar. Dunia sabe cómo estar con ellos, sabe reírse con ellos y también ser firme cuando toca. A veces –sabe- hay que expulsar e imponer la autoridad en el aula. Piensa que estos chavales están en muchos sentidos desamparados por sus circunstancias sociales y familiares y que lo más que necesitan, más allá de la materia, es alguien que sea próximo a ellos, que les haga caso, que les dé afecto. Esta empatía es un músculo que se desarrolla, comenta Dunia. Ellos la quieren y les gusta tenerla como profesora. Dunia encarna al profesor que ha podido y ha sabido desenvolverse con éxito personal en la escuela que da primacía a lo social frente quizás a lo intelectual.

La contemplo y me veo reflejado en muchos sentidos en el que fui en otro tiempo en que me sentía próximo por edad y sensibilidad a mis alumnos. No había mayor placer para mí que tener una charla con adolescentes. Los prefería a cualquier charla con adultos compañeros de trabajo. Imaginaba por las noches qué proyectos locos llevar adelante con ellos, y lo sorprendente es que por inverosímil que fuera la idea que yo hubiera tenido, ellos se apuntaban entusiasmados.

Las clases eran un hervidero, una tormenta de ideas permanente. Mi mayor placer era cederles la palabra, hacerles sentir protagonistas de esas clases que eran necesariamente diferentes a otras clases más académicas y convencionales. Putrefactas, pensaba yo en aquel tiempo imitando a Lorca y Buñuel. Mi seguridad en mí mismo me hacía saber dirigir aquel bateau ivre utilizando la literatura como arma creativa, como arma imaginativa y secreta. Cualquier cosa era posible. Sólo había que imaginarla y una tripulación de orates adolescentes se apuntarían a descubrir nuevos mares en los que yo, cual Ulises, les acompañaría asumiendo los riesgos principales. Pensaba yo que lo esencial era utilizar su rebeldía juvenil para llevarles hacia la literatura, para que ellos experimentaran la literatura, para hacerles sentir cerca la literatura más contemporánea y también la clásica. Nunca vi contradicción entre lo más rabiosamente clásico y lo más actual. Lo importante era sentir, conocer, interpretar. Pensaba que un adolescente era un intelectual en potencia y que el placer de saber lo retroalimentaría haciéndolo llegar más lejos.

Ahora todo ha cambiado. El perfil intelectual ha caducado y la literatura auténtica en cierto sentido ha entrado en crisis. Mis alumnos no necesitan a un profesor intelectual sino a un profesor cercano, con sentido del humor, imaginativo, seguro de sí mismo, explosivo y optimista, quizás no demasiado obsesionado con impartir la materia pero sí en la vocación de abrirlos a la vida, a las cosas, al respeto, a la compasión que parte de la comprensión de sí mismos. Creo que Dunia representa en grado de excelencia estas virtudes y capacidades, y yo que contemplo el que fui, admiro su actitud positiva ante los cursos más difíciles, sus ganas de innovar, de hacerles sentir vivos y escucharlos transmitiéndoles afecto. Es la clase en las dos direcciones: la que va del profesor a los alumnos y la que va en sentido inverso, de los alumnos al profesor y al mundo.

Tengo que evaluarla, y junto a este juicio profesional inmediatamente se me agrupan muchos recuerdos, emociones, certidumbres y también incertezas de ahora. Hubo un profesor que fui y que ahora contempla a un doble de sí mismo en otras coordenadas, en otras circunstancias, en otro modelo que yo llamaría fundamentalmente “social” y “humano” y la admiración me domina… Ser profesor a veces tiene recompensas difíciles de explicar. No sé por qué este post me recuerda en algunos sentidos a San Manuel Bueno mártir –esa obrita de Unamuno injustamente olvidada por la Generalitat de Cataluña en las PAU-, cuando el sacerdote se confiesa con Ángela y le confiesa sus dudas. En fin…

sábado, 5 de septiembre de 2009

Crisis de fe


Faltan unos días para que comience oficialmente el curso y que nos presentemos ante los chavales. Entretanto nos afanamos en numerosas reuniones de coordinación (de departamento, de tutores, de cursos, generales…), y aprovechando unos instantes de pausa, he salido al pasillo a tomar un vaso de agua fresquita de esas fuentes con depósitos que ahora son frecuentes en las escuelas. Allí estaba Tomás, profesor de filosofía, exhibiendo oronda barriga y una camiseta de Kukushumushu. Hace unos años éramos íntimos y solíamos charlar de lo divino y lo humano con harto placer y pasión en nuestros ratos de asueto. El tiempo nos distanció, pero el calor de la relación de alguna manera se ha conservado. Él no da ESO –sólo bachillerato- y su visión del sistema educativo es sensiblemente distinta a la que tenemos los que hemos dado primeros y segundos de secundaria. En el fondo de nuestra distancia creo que está esa circunstancia que nos lleva a tener menos cosas que compartir. Hoy nos hemos hablado con renovado placer. El tema han sido los trabajos de investigación (treballs de recerca) que él dirige en segundo de bachillerato. Resumo alguna impresiones acerca de sus trabajos. Aclaro que en Cataluña es una institución la figura del treball de recerca. Ocupa más o menos medio año de investigación y elaboración por parte de los alumnos hasta que logran presentar por escrito y oralmente (ante un tribunal) el planteamiento de su tesis, trabajo y conclusiones, todo de acuerdo a los métodos de trabajo científico.
Uno de sus trabajos versaba sobre el superhombre de Nietzsche tal como se proyecta en las novelas de Jack London, especialmente en Los mares de sur y en Los relatos del gran Norte ambientados en Alaska y el Yukón. El otro que me ha explicado y que me ha llamado poderosamente la atención es el estudio de la figura de la mujer en el Corán, poniéndo especial énfasis en todo aquello que proyecta sumisión y subordinación de la misma. El autor del trabajo es un muchacho marroquí –muy aventajado e inteligente- y partidario del mundo occidental en el seno de una familia de valores que él califica como integristas islámicos. Tomás entendía que este muchacho está viviendo su particular crisis de fe –aquella que vivíamos los que pertenecemos a otras generaciones cuando llegábamos a algún punto de nuestra adolescencia y que ahora ya no existe pues se tiende a no creer en nada trascendente por lo que es impensable que exista ese hermoso e interesante conflicto que es la crisis de fe. El muchacho –Abdul- rastrea el Corán y descubre ejemplos cuando se dice que la mujer debe bajar los ojos cuando se encuentra con un hombre. Tomás dialoga con él y se da cuenta que se encuentra ante un conflicto muy sutil y complejo. No puede escorarlo hacia occidente en su dirección del trabajo, debe dejar que sea él mismo quien halle la línea del desarrollo de la tesis: el islam somete y subordina a la mujer ante el hombre. Yo he hablado del libro de Ayam Hirsi Ali, Yo acuso en el que la diputada holandesa de origen musulmán y huida de un matrimonio forzado en Somalia, acusa al Islam de totalitario y se declara abiertamente atea. Tomás utiliza en su dirección del trabajo autoras menos contundentes como la marroquí Fátima Mernissi, autora de libros muy interesantes sobre la mujer y el Islam pero que intenta conciliar su pertenencia al mundo musulmán con la modernidad. Fátima Mernissi ha estudiado desde una perspectiva racional la situación de la mujer en el Islam y ha profundizado en los estereotipos occidentales sobre el mundo islámico en especial en la idea artística que tenemos sobre el harem.
Yo he pensado que esta crisis de fe de Abdul puede ser muy creativa, pero también el preámbulo de algo que puede ser más peligroso. ¿Podrá conciliar su pertenencia al mundo, a las costumbres, a su familia islámica (rigorista) con la racionalidad y el nihilismo de occidente? ¿No llegará un momento en que Abdul perciba el gigantesco vacío de valores en que nos debatimos los occidentales? ¿No necesitará él en algún momento un sistema moral fuerte al que asirse? El Islam posee una sencillez y un magnetismo realmente admirables. La belleza de su concepción unitaria del ser, del hombre supeditado a Dios, de la conducta ordenada del hombre, de su moral y de sus obligaciones regidas por la compasión lo hacen sumamente atractivo. Os planteo que veáis y escuchéis sin prejuicios el vídeo que aquí enlazo. ¿No llegará un momento en que Abdul se sentirá miembro de la Ummah (comunidad islámica) y se distanciará de Occidente y lo que significa nuestro mundo vacío de valores, de nuestro relativismo y ambición que nos lleva a exprimir el mundo dejándolo exhausto y dejándolo al borde de la consunción? Hemos hecho del poseer nuestra razón de existir, abandonando la importancia del ser. Sin embargo, Occidente ha posibilitado la emancipación de la mujer, la medicina, la tecnología, la educación universal… En el vídeo que enlazo no hay mujeres pero sí una belleza que percibo y que puede ser realmente atractiva para alguien que tenga una crisis de fe. Entretanto veo a muchas mujeres musulmanas con el cuerpo cubierto de la cabeza a los pies en pleno mes de agosto. Muchas dicen que lo hacen eligiéndolo voluntariamente y reivindican ir con el hiyab porque les sale de dentro y que éste es fruto y manifestación de su libertad.
Pienso en el sufismo, esa corriente de misticismo islámica y que posee tan fuerte capacidad de atracción por su tolerancia y su alejamiento de cualquier extremismo fanático. Pienso en que esta crisis de fe de Abdul puede ser extraordinariamente rica y le deseo que logre abrirse a síntesis fructíferas. No me gustaría encontrármelo un día como enemigo inteligente (¿fanatizado?) de nuestro mundo, a pesar del vacío en que nos movemos intentando nosotros de alguna manera rastrear fundamentos de valores y puntos de apoyo que den algún sentido a lo que vivimos. En definitiva todos estamos en ese proceso de buscar el sentido a la vida.

martes, 1 de septiembre de 2009

Ubu rey


Y volver, volver, volver a tus brazos otra vez… Resuena en mi mente la canción original de Vicente Fernández cuando comienzo a escribir este post un uno de setiembre que ha amanecido gris en Cornellá pero con una atmósfera sofocante. Vuelvo a mi instituto y vuelvo a publicar. Estoy aquí, pero me pregunto seriamente si vuelvo de nuevo porque tengo algo que decir o tal vez por la pasión narcisista de seguir estando en la blogosfera. Temo nutrirme de retórica, de sentimentalidad autocomplaciente, de ideas tópicas, de palabrería vacua… Creo realmente que no hay muchas cosas que decir y que el silencio es a veces la actitud más digna que uno puede mantener. He sopesado si volver o no volver tras dos meses y medio de ausencia. Es una cierta sensación de liberación estar sin publicar, sin estrujarse los sesos para idear un post cada cuatro días en los que pueden deslizarse motivos poco meditados, quizás un poco traídos por los pelos.

Hace tres años años publiqué un post a primeros de septiembre titulado Reglamentos. En el recreaba una situación delirante en el claustro de mi instituto a propósito de la disciplina y las amonestaciones… Como ilustración había un dibujo del dios nórdico Thor en la imaginería de Marvel Comic Groups, que desgraciadamente ha sido comprado en su totalidad por Walt Disney. Detesto casi todo lo que representa Walt Disney y su estúpido canal para adolescentes y púberes, así que no me hace ninguna gracia que los héroes de mi adolescencia, que me alejaron de Disney definitivamente, hayan fagocitado a Marvel. Mierda. Una palabra malsonante que dio comienzo a una de las parodias vanguardistas más famosas del teatro alternativo: Ubu Rey. Mierda. Pues decía que hace tres años di comienzo a mi anual periplo bloguero con un post sobre los dichosos reglamentos –y la dificultad del consenso- y ponía como protagonista al jefe de estudios del centro y sus famosas camisetas que en aquel día era una con el dios Thor.

Hoy me he enterado que Thor, profesor de matemáticas del centro, ya no estará más en los pasillos exhibiendo sus polémicas y gozosas camisetas. Lo han trasladado de instituto, o mejor, le han dado destino definitivo en un centro en la otra punta de Barcelona. Será difícil a partir de ahora compartir conversaciones ajenas a lo académico –hecho que nos encanta-: sobre póker, magia, elaboración de cócteles, política, la pasión del juego, libros de matemáticas o literatura, el camino de Santiago, erotismo, exposiciones de pintura o instalaciones vanguardistas.

Te deseo, Thor, un buen viaje y que lleves tu martillo Mjolnir tan airoso como siempre, sin acritud, con humor, con imaginación, y que no te enteres que ahora es propiedad de Walt Disney Productions. Uf…

A cambio, ha llegado una nueva compañera a mi seminario llena de ilusión, joven y pelirroja. (Este año pongo como obligatoria una novela titulada Las pelirrojas traen mala suerte). En cuanto ha entrado a nuestra sala de reunión, aquello se ha alegrado y se han empezado a escuchar nuevos proyectos y propuestas para los chavales de la ESO, que el año pasado tuvieron la suerte de tenerla como profesora y terminaron queriéndola profundamente. Va a ser un placer trabajar con ella. Compartimos la ilusión de utilizar los blogs como herramienta educativa. Bienvenida, compañera.

Si algo es necesario en esta profesión es la ilusión, la capacidad de encontrar motivos para proyectar ideas positivas cuando nos encontramos en contextos socialmente difíciles como es el nuestro. Ilusión e imaginación, frente a la burocracia que nos abruma, frente a una administración de lenguaje torpe, inelegante y tecnocrático. Quiero pensar que este año será una ocasión para volver a retomar la pasión que tantos años me ha animado. A veces he pasado por zonas oscuras profundamente desoladoras. Dejémoslo estar. Me gustaría que la pasión y la imaginación presidieran mi estado de ánimo. El hecho de ser profesor ha contagiado gozosamente mi vida durante largos años. La presencia a veces de compañeros llenos de espíritu cordial y un toque surreal enriquece nuestros días. Y es que salirse de los caminos trillados es un auténtico placer.

Máximo (Sí, Máximo) descubrió mi blog hace tres años leyendo mi post sobre los dichosos reglamentos. Confesó que se había reído con él y siguió leyéndome y siguiéndome. Trenzamos una una hermosa relación en la blogosfera. Yo leía su blog fundacional, un experimento apasionante, que Máximo (¿o Gorka?) termino por hacer desaparecer un día. Ahora leo indignado que en su blog El adoquín del Temple ha planteado una especie de combate entre su yo biográfico (Gorka) y su yo inventado, su yo literario (Máximo), e invita a los lectores a intervenir en la diatriba con el propósito de terminar asesinando a su alter ego un día aciago de octubre. Yo encabezo la asociación de amigos de Máximo, infinitamente más interesante que su yo casual y biográfico. Pido que entréis en su blog y que le deis caña para hacerle abandonar ese empeño abominable.

Máximo y Thor se unen en mi memoria. Y es por esto que vuelvo a la blogosfera, para reinvidicar que todos nos tomemos un cóctel preparado por Thor, un cóctel afrodisiaco, y nos dispongamos a disfrutar con música de jazz de este nuevo curso que hoy queda formalmente inaugurado en este blog. Viva Máximo y abajo Walt Disney.

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