Páginas vistas desde Diciembre de 2005




sábado, 31 de enero de 2009

La radio de galena

Cuando cumplí doce años mi padre me hizo el regalo más maravilloso que me han hecho en mi vida. Me regaló una radio de galena, un artefacto que aún hoy –en nuestra era tecnológica- es capaz de sorprender por la sencillez de sus componentes y sus funciones.

Recuerdo que me llevó a una tienda de electrónica en el casco antiguo de Zaragoza. Llovía aquel día como hoy. Yo no sabía qué era una radio de galena. Intentaré explicarlo en pocas palabras: es un receptor de ondas de frecuencia media y corta que funciona sin pilas y sin toma de corriente. Se alimenta de la misma energía de las ondas que recibe. Consiste en una bobina de hilo de cobre esmaltado que se arrolla en torno a un soporte cilíndrico (unas cuatrocientas vueltas), un condensador variable que sirve para sintonizar las distintas emisoras (sirve el de una radio vieja), un diodo de germanio (en lugar de la galena que es muy difícil de conseguir hoy día) que detecta la señal de radiofrecuencia, y unos auriculares antiguos (cascos) de alta impedancia (no sirven los modernos de baja impedancia). Lleva una toma de tierra y una antena que es un hilo de cobre de varios metros. Al que esté interesado en sabe cómo funciona más al detalle este aparato, le dejo este enlace en que se explica paso por paso cómo construir una radio sin pilas.

Pero a mí lo que me interesa es transmitir cómo aquella pequeña caja roja, con un dial de ciento ochenta grados conectado a unos auriculares de porcelana negra tipo los que llevan en los antiguos submarinos, se me convirtió en el instrumento más extraordinario que he conocido nunca en la tecnología. Entonces, tras hacer los deberes y cenar, aguardaba todas las noches el momento de irme a la cama donde me esperaba una de las experiencias más sorprendentes que recuerdo: el mundo de la radio, difícil de imaginar hoy día en que nos nutrimos de imágenes.

Recuerdo mi descubrimiento de la música de los Beatles, de Simon y Garfunkel, de Bob Dylan, de los Rollings Stones, de Lone Star, de Los Sirex… También el mundo de las noticias que me llegaban en torno a la rebelión que no entendía del mayo francés, los programas radiofónicos seriados de terror que me sumían en el más auténtico pavor, los programas reportajes, los espacios de teatro, los concursos… Así estaba oyendo la radio, aislado en mis cascos,  fascinado hasta pasada la media noche en que el sueño me alcanzaba y me hundía en otras historias oníricas igualmente fértiles. No hacía falta apagar aquel artilugio pues, como he dicho, funcionaba sin electricidad.

Aquel aparato me sirvió varios años en que no hubo noche en que no me sintiera hechizado por lo que allí oía. Había programas de historia. Uno se llamaba Incógnitas de la historia; otro, Amores decisivos. Los modernos podcasts de radio –estoy suscrito a varios- me recuerdan aquella modalidad, igual que la radio por internet en que puedes seleccionar el tipo de música que quieres oír. Habitualmente selecciono jazz y me dejo arrebatar por el ritmo mientras tecleo en mi ordenador.

Mi radio de galena fue el instrumento más formidable que recuerdo para conectarme al latido del mundo: la primavera de Praga, la guerra fría, los viajes espaciales con la llegada del hombre a la luna, la guerra del Vietnam, la muerte del Che, la revolución cubana, el ascenso de Allende en Chile y el golpe de estado de Pinochet… La televisión nunca tuvo tanta capacidad de inspirarme y hacerme imaginar como aquel artefacto sumamente sencillo que consistía en una bobina, un dial, un diodo de germanio y unos cascos, como he dicho.

Mañana, uno de febrero, mi hija mayor cumple doce años. Le hemos preguntado qué quería y nos ha dicho que un reproductor de MP3 si era posible. He ido a varias tiendas y al final le he comprado un reproductor de MP4 de Sony, que también es sintonizador de radio. Espero que este aparato ocupe en su historia un lugar semejante a la mítica radio de galena, que me regaló mi padre, con el que discrepé en tantas cosas, pero al que quiero hoy dedicar este post, lleno de emocionado recuerdo y agradecimiento por aquel fantástico regalo cuya dimensión es difícil de percibir quizás a través de mis torpes palabras.

30 comentarios :

  1. Yo soy más joven y no llegué a disfrutar de esto. Mi padre quiso que montáramos una comprando los componentes pero al final no se llegó a hacer -aunque hicimos otras cosas.

    Creo que esta historia que cuentas es un buen ejemplo de como en un mundo con menos cosas, las personas tenían tiempo para dedicarse a fondo a unas pocas. Ahora esto es muy difícil, en dos días el fantástico mp4 (que lo es) estará sobrepasado por otra cosa.

    Buena entrada !

    ResponderEliminar
  2. Estoy segura que el regalo le va a gustar.

    Además podrás aprovechar para hacerle descubrir muchas músicas. Seguro que alguna de ellas pasará a formar parte de su vida. Y en algún otro momento será ella la que te descubrirá alguna canción interesante.

    Espero que dentro de unos años ella recuerde con el mismo cariño que tú su regalo de mañana.

    Te echamos de menos. Estamos contigo. Un millón de besos.

    ResponderEliminar
  3. Conocí las radios de galena, cuando era niño. Un día un compañero de clase se llevó una al instituto y la conectó a una reja metálica. Se oía mediante un pequeño altavoz. Él la mostraba como el último grito de la tecnología y a mí, que sabía de sobra lo que era una radio, me pareció también una cosa fantástica por su simplicidad; ¡no necesitaba corriente! Siempre me han atraído los aparatos sencillos que funcionan por sí solos, como una linterna que tengo que va a cuerda. Dos o tres tirones y hágase la luz
    Me ha gustado mucho la imagen de ese niño pegado a la Historia, despertando al mundo. Yo también oía algunos de esos programas de radio que nombras, pero sin la magia de una radio de galena.
    Tus palabras no son pobres; a mí me han hecho envidiarte. Sí, después de lo que dices, creo que a mí también me hubiera parecido un regalo fantástico.

    Felicidades.

    ResponderEliminar
  4. Mis hermanos se hicieron una en colaboración con el vecino y mejor amigo. Era divertidísimo y pasmoso, pero yo era una niña y no me dejaban acercarme mucho. Más bien me iba a oír la radio con las mujeres, los seriales y demás, en una radio de esas antiguas con una funda de cretona cuando no funcionaba. También oía canciones, pero me temo que las mías eran algo más antiguas cuando yo oía la radio. Tuvimos tele muy pronto, por razones familiares que no vienen al caso. Sí me acuerdo muy bien de una de las primeras radios de pilas que mi padre se llevaba al campo porque allí no había electricidad. La colgaba de una alcayata y nos poníamos todos a tomar el fresco oyendo "Usted puede ser el asesino" o "Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". Jejeje, eran tiempos de poca conciencia de género.
    A tu niña le va a encantar tener ese aparatillo. Hasta a mí me gusta tenerlo. Tu hija te pondrá al día de la última música, ya verás. A mí me pasa con Marcelo.

    ResponderEliminar
  5. La radio es como llevar el mundo
    en el oído y parece que sólo te lo cuentan a ti, que sólo tú lo oyes.
    La radio, la noche, la cama.
    Un trío(con perdón) perfecto.

    ResponderEliminar
  6. Frikosal, planteas una interesante reflexión sobre nuestra realidad que es inestable y en perpetuo cambio. El mundo de hace unas décadas -sin ir más lejos- ofrecía menos cosas pero éstas se vivían más a fondo. El tiempo siempre ha fluido veloz, pero en el presente da la impresión de que lo es más todavía por esa continua mutación en que lo más sorprendente y novedoso queda anticuado en dos semanas si llega. Nuestras raíces y modelos quedan en el aire sin demasiado tierra. Esto tiene un coste.

    Conchi, le ha hecho mucha ilusión. Supongo que tienes razón y ella nos pondrá al día de cantantes y nuevas músicas. Es el momento en que ella ha de encontrar y definir sus gustos musicales, que hasta ahora son totalmente indefinidos. Ojalá, como decía, que ocupe un lugar en su memoria afectiva algo parecido al que ocupa en el mío aquel sencillo artefacto. Un abrazo. Gracias por estar presente.

    Mobesse, me resulta sugerente la idea de ese niño pegado a la historia descubriendo el mundo a través de aquel sencillo aparato. Realmente fue así. Pocas veces se alían tan mágicamente la sencillez con la extraordinaria riqueza y complejidad del mundo que se me abrió a través de la radio nocturna. Veo que tú también conociste radios como estas. Construir una radio de galene tiene que ser un ejercicio precioso para aplicar en clases de tecnología. No sé si se hace. En mi centro, no.

    Clares, supongo que es difícil explicar hoy día la dimensión que tenía la radio hace cuarenta o cincuenta años. Recuerdo también esas radios con funda de cretona que citas. Unas tías mías tenían un gran aparato de madera, que sonaba francamente muy bien. Yo también tuve televisión muy pronto, pero por la noche, el mundo pertenecía a la radio, especialmente a partir de mis doce años.

    Ruben, buena combinación la que citas. Para mí era el momento más apasionante del día. Aquellos cascos que me ponía me resultaban maravillosos. No existía todavía la cultura de los auriculares.

    ResponderEliminar
  7. Esa clase de emoción que tan bien describes,mi querido Joselu,creo que hoy ya ha dejado de tener cabida,al menos en nuestro mundo occidental y materialista.
    Recuerdo que de niño,mi padre decidió hacerme una cometa.Llegaba cada día a casa tras una larga y dura jornada de catorce horas y se ponía a trabajar en ella.Yo le miraba emocionado y soñaba con el día en que ambos la haríamos volar con viento fuerte.Pero mi padre nunca llegó a terminarla.No sé,quizá se cansó o le daba miedo pedir un día de fiesta (trabajaba los siete días de la semana)para ese día tan ansiado por mí.¿Adónde fue a parar aquella cometa realizada con viejos retazos de ropa,frustración y pasados no consolidados?

    Gracias por recordarmelo,amigo.

    ResponderEliminar
  8. Francisco Machuca, una cometa. Yo nunca tuve una. También es un artilugio extremadamente sencillo pero que suscita emociones muy profundas. Cuando pienso de nuevo este post, creo que hubiera sido una buena idea evocar aquellos recuerdos de la infancia en que tal vez nuestro padre nos hacía un regalo casi mágico -o lo intentaba en tu caso- o nos dedicaba unas palabras a las que no prestábamos demasiada atención, pero que con el tiempo han adquirido espesor.

    ResponderEliminar
  9. Bueno Joselu, la vida es así. Evoluciona. Lo ideal sería que ese Mp4, que es el que a tu hija le ha tocado vivir, le hiciera la misma ilusión que a tí tu radio de galena, y que dentro de los mismos años, ella recordase con la misma ilusión ese regalo... Pero, me temo que no será así....


    Los tiempos estas cambiando

    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Desde que nací en mi casa había televisor, la radio era el mundo de mi hermana, y una fuente de conflicto mi madre reclamaba armonía sonora y no lográbamos ponernos de acuerdo casi nunca, creo que desde entonces viene mi aversión por ella (la radio,claro está) después de estudiante de periodismo disfrutaba mucho de los meses de práctica laboral insertada en los medios y las únicas que resultaron desastrosas fueron las que hice en la radio a tal punto que dejé claro en casa que si al graduarme era ubicada en una emisora radial, les regalaba mi título y volvía a la aulas a buscar otra profesión, por suerte empecé en la TV, no soy seguidora de la radio, pero no deja de parecerme fabuloso tu recuerdo, espero que algún día tu hija pueda evocar este presente de esa misma manera en que tú has evocado el de tu padre.
    Que tengan un feliz cumpleaños, un abrazo...

    ResponderEliminar
  11. Pienso que no será igual por muchas razones. Aunque no deje de emocionarle y le proporcione una experiencia sugestiva, tu hija ha crecido rodeada de una tecnología y unos canales de información impensables en la época de tu radio de galena. Es un regalo de sus padres y lo recordará con cariño pero no ejercerá la misma influencia porque su aprendizaje del mundo es muy diferente.

    ResponderEliminar
  12. Recuerdo tardes de invierno en las que mi abuela escuchaba telenovelas de Guillermo Gautier Casaseca, Lucecita, sobre todo. De joven alternaba las radiofórmulas con la búsqueda de radios libertarias (por ejemplo, Radio Klara, en Valencia). Y de adulto, sólo oigo la radio del coche como música de fondo. No sé qué les quedará a mis hijas de esta vorágine tecnológica. Supongo que recordarán con nostalgia algunos de estos objetos que son para nosotros demasiado banales.
    En cuanto al montaje de la radio de galena que ilustra tu entrada, me ha recordado al Electro L que siempre quise y que tuve que fabricarme yo mismo.

    ResponderEliminar
  13. Mis recuerdos de la radio se limitan a Radio 3 en los inicios de los 80, al golpe de Tejero en el 81..

    Después, cuando en mi época de estudiante tenía que permanecer sólo en el apartamento que compartía me hice incapaz de escuchar la radio, no sé la razón por la que me llenaba de tristeza.

    saludos

    ResponderEliminar
  14. Joselu, decía Rosa Montero en uno de sus artículos que "somos objetos". ¡Y es tan cierto que nuestra historia personal corre paralela a algunos de ellos!

    Lo que ya no sé es si las nuevas generaciones con tanto dónde elegir percibirán la presencia de los objetos con la misma nostalgia con que lo hacemos nosotros.

    ResponderEliminar
  15. Creo que el post y sus comentarios se orientan en dos direcciones diferentes que marcan vuestras opiniones: la relación con la radio, y nuestra relación con los objetos. Ambos son interesantes, pero quiero centrarme en el segundo aspecto, el de nuestra relación con los objetos que apuntan frikosal, Francisco Machuca, Fmop, Novicia Dalila, Lu. Todos sois escépticos en el sentido de que este reproductor de MP4 pueda ocupar el mismo lugar que tuvo para mí aquella primitiva y elemental radio de galena. Los objetos no son tan densos puesto que la velocidad de cambio es vertiginosa y quedan anticuados en poco tiempo, ello añadido al hecho de que hay mucho donde elegir lo que implica que los objetos pierden la carga de cierta magia y poder que tuvieron en otro tiempo. El tema realmente es apasionante. Creo que Lu lo centra espléndidamente cuando recoge la opinión de Rosa Montero sobre nuestra relación con los objetos. Hoy día todo es desechable, los muebles son de IKEA y no están hechos para durar toda la vida, la tecnología queda obsoleta en poco tiempo, y en algún sentido los placeres son inmediatos y menos profundos porque no llevan la marca del esfuerzo. Sin duda, como dice Fmop, el aprendizaje del mundo es muy diferente.

    Yolanda y Serenus tienen una relación con la radio menos idílica que la que yo mantuve y continúo manteniendo.

    El tema sigue abierto, creo que da lugar a reflexiones interesantes.

    ResponderEliminar
  16. ... a mí mi padre me regalaba juguetes de madera, era ebanista... Tenía de todo! :D recuerdo entre tantos una peonza que me hizo y que no conseguía hacer bailar porque la hizo de madera de palo hierro... demasiado grande y demasiado densa para una niña de siete u ocho años :/ pero a mí lo que más me encantaba era ir a su taller y tirarme en los montones de serrín a jugar con mi hermano y mis primos, mientras él quedaba en el torno... era realmente genial.
    No me gusta mirar hacia atrás, no me gusta nada. No me cuesta en absoluto aislar los buenos recuerdos en su caso, pero me duelen... hay una sombra que todo lo cubre, y cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. La suerte es que él, siempre ha sido lo mejor, y eso, es atemporal :´)

    ... en realidad no importa por qué objeto te recuerde, un MP4 o una peonza... lo importante es que tu recuerdo exista y sea feliz.

    Gracias por el post.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  17. Joselu, tus recuerdos me han traído los míos: una de mis primeras radios la hice con mis manitas a través de un programa de RTVE que se titulaba El Taller de los inventos y que gentilmente me mandó una carta a mi nombre con muy poquitos años...
    La radio siempre ha sido un territorio nocturno y hoy no tiene en la generación de tu hija la misma relevancia que aquella vieja radio. Su MP4 tendrá un uso diferente, seguro; ni mejor, ni peor, sólo diferente.
    Somos objetos, sí, pero también somos palabras, olores, sabores, melodías, recuerdos, olvidos...

    ResponderEliminar
  18. Verónica, me has hecho imaginarte tumbada por los montones de serrín. Una ebanistería es un espacio casi mágico para un niño. Francisco Machuca ha citado la cometa que no llegó a terminarle su padre, tú, la peonza que no llegó a funcionar, yo, la radio de galena... Son objetos que nos conectan a nuestros padres con una íntima ternura, y qué elementales- en el mejor de los sentidos- son. Hermoso comentario final. Gracias.

    Marcos, ¡por ese recuerdo vivo diferente! ¡Qué experiencia interesante la de construir una radio! A mí mi padre me la compró hecha, pero fue para mí un objeto cuya magia no era capaz de desentrañar. Los cascos me sumergían en la intimidad de las ondas, y tenían mejor sonido que los modernos auriculares.

    ResponderEliminar
  19. Me ha encantado tu historia, que noches tan estupendas de niño escuchando la radio. Recuerdo con mucho agrado un scalextric que nos compró mi padre.
    Espero que a tu hija le guste.
    saludos

    ResponderEliminar
  20. Entrañable tu historia, llena de ternura y nostalgia. Me ha hecho recordar aquellos legendarios años de nuestra niñez. Yo no tuve la fortuna de toparme con uno de estos aparatos, pero, mediados los sesenta, mi padre me compró un flamante transistor de pequeño tamaño que fue mi compañero nocturno durante muchos, muchos años.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  21. Joselu, yo tambien tuve una radio de galena, pero lo que nunca olvidaré es a mi padre con su radio multifrecuencia escuchando la BBC y una emisora francesa en sus emisiones en castellano, bajito y en la cocina. Nuestros hijos manejan mejor que nosotros el mando de la Tv o cualquier programa de descargas de internet, ahora, no les pidas que cambien la rueda de la bici, o cualquiera de aquellas cosas que hacíamos nosotros. Aún conservo un cassette sanyo de los "mono", los de la Tape en la parte superior y la botonadura en el frontal, aquel que con un cable de salida / entrada "pirateábamos" la música.

    ResponderEliminar
  22. ¡Tiernísimo!
    Hola Joselu, no sé si aún me recuerdes, hace tiempo que me perdí jeje pero ahora que regreso paso a leer uno de mis blogs favoritos y uno de los primeros que encontré.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  23. Me estoy intentando acordar de una película que en Barcelona estrenaron el verano de 2005, creo. Era sobre el blues, a partir de cuatro grandes figuras cuyas voces se enviaban al espacio, que es en realidad donde están.

    El MP4 está bien por su enorme capacidad de almacenamiento, pero yo no los uso porque se me fatigan los oídos por alguna razón que ignoro.

    ResponderEliminar
  24. Cuando hablamos de inventos así parece que hemos vivido una época muy lejana, y es que en pocos años la técnica ha dado pasos de gigante. ¿Hemos mejorado? En algunos aspectos sí, evidentemente, pero se ha perdido mucho encanto y ahora pedimos más y más: un ordenador rápidamente se queda anticuado, los móviles para qué contar, los MP3 y MP4, tantos artilugios que aprecen imprescindibles, nacidos en teoría para facilitarnos la vida y el trabajo pero que en la práctica nos la complican de lo lindo. Yo adoro la radio, aunque no conocí la de galena, aunque sí el transistor, un todoterreno que con un par de pilas te ponía el mundo al alcance de la mano. Me gusta mucho escuchar ciertos programas (de la SER) mientras hago otra tareas, cosa que no me ocurre con la televisión. En la radio hay más pluralidad y más respeto. Llegan más lejos más pronto.
    Un abrazo, colega.

    ResponderEliminar
  25. Qué maravilloso relato para mi. Yo no conocía este tipo de radio pero me beneficié de un radio que trajeron a casa, de onda corta: y estamos hablando de los ochenta, cuando no había internet y la televisión de mi país se limitaba a cuatro o cinco estaciones domésticas. Yo también me ponía de noche a buscar emisoras (el radio tenía baterías para las horas de apagones eléctricos) y allí oí emisoras de otros países: de Estados Unidos, de Cuba, de Colombia, de Europa, hasta de Asia, que me fascinaron muchísimo. El mundo se abría. Y cuando uno crece en una isla es importante ponerse en contacto con las posibilidades que hay fuera de ella... Ese es el potencial que ahora nos ofrece todo este mundo digital. Ojalá y siga teniendo este lado no-comercial en que tú y yo nos conocemos.

    ResponderEliminar
  26. HOLA, MI NOMBRE ES JOSE ANTONIO BEJARANO, SOY DE CACERES Y MI MADRE RECUERDA CUANDO ERA PEQUEÑA UNA RADIONOVELA QUE SE TITULABA "LA AURORA NUNCA MUERE", LLEVAMOS BUSCANDOLA VARIOS AÑOS POR INTERNET Y NO DAMOS CON ESTA RADIONOVELA, SE QUE ES DE GUILLERMO GAUTIEL CASASECA, SI ALGUIEN SUPIERA COMO PUEDO CONSEGUIRLA, ME HARIA UN GRAN FAVOR ENVIANDOME AL CORREO bejarano_cambero@yahoo.es COMO CONSEGUIRLA, PUES SERIA EL MEJOR REGALO QUE LE PUEDO HACER A MI MADRE. MUCHAS GRACIAS ANTICIPADAS A TODAS LAS PERSONAS QUE LEAN ESTE TEXTO Y SI ALGUIEN PUEDE DECIRME COMO CONSEGUIRLA ESTA ES MI DIRECCION DE CORREO ELECTRONICO: bejarano_cambero@yahoo.es. MUCHAS GRACIAS.

    ResponderEliminar
  27. Yo soy más mayor y llegué a disfrutar poco de esto. Mi madre me quiso montár y no te digo donde.

    lo que cuentas es un mal ejemplo de como en un mundo con cosas warras, las personas tienen tiempo para dedicarse "a fondo"

    ResponderEliminar
  28. Bueno. Tengo 74 años, cuando tenía 12 años unos primos me mostraron su radio de galena que se escuchaba muy fuerte y nítido en sus audífonos excedentes de guerra. Oh que emoción! Que magia! No lo podía creer que esas cositas, una bobina y una piedrita hicieran ése milagro. Ellos me enseñaron a fabricarlos, y además leí mucho sobre ellos. Construí cientos de ellos. Que nostalgia. Tengo tristeza de no haber conservado uno.
    Éste artículo está increíble!!!

    ResponderEliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog