He bajado a Barcelona. En el metro un acordeonista rumano tocaba la canción Cielito lindo y algunas más. Le he echado una moneda. He llegado a Plaza Cataluña. En una plaza interior de enlaces a distintos medios de transporte había varias personas tiradas en el suelo, cubiertas por cartones o mantas. Parecían dormir o abstraerse de lo que pasaba a su alrededor. Pero me las imagino sintiéndose acompañadas por el run run de los pasos y de los tangos que cantaba un guitarrista argentino. Un señor de unos sesenta años con larga barba blanca y aire profético estaba sentado. Me hubiera apetecido quedarme a charlar con él y quizás invitarle a un café. Por delicadeza no lo he hecho. He seguido mi camino oyendo los ritmos argentinos en la lejanía. He tomado dirección Muntaner en los Ferrocarriles Catalanes. Es la zona alta de la ciudad. Me he dirigido a Dirección General del Departamento de Educación. Tenía una duda sobre mi trabajo y quería consultarla. Apenas había nadie como visitante. El edificio tenía un aire moderno y algo kafkiano. Me han hecho dejar el DNI y me han dado una tarjeta de visitante. He tenido que pasar por el detector de armas y explosivos, y por fin he podido subir hasta la tercera planta, donde un trabajador con síndrome de down me ha encaminado a la sección objeto de mi interés. Toda la planta eran cubículos separados por biombos. La impresión que daban era de escasa actividad, los trabajadores charlaban y mecían la mañana alejados de la épica de las aulas.
Un hombre es aplastado.
En este instante.
Ahora.
Un hombre es aplastado.
Hay carne reventada, hay vísceras,
líquidos que rezuman del camión y del cuerpo,
máquinas que combinan sus esencias
sobre el asfalto: extraña conjunción
de metal y tejido, lo duro con su opuesto
formando ideograma.
El hombre se ha quebrado por la cintura y hace
como una reverencia después de la función.
Nadie asistió al inicio del drama y no interesa:
lo que importa es ahora,
este instante
y la pared pintada de cal que se desconcha
sembrando de confetis el escenario.
Soy Joselu, pero también el acordeonista que tocaba Cielito lindo, y el sintecho que dormitaba cubierto por una manta en la plaza, soy también el guitarrista argentino de melodiosa voz, soy también el ordenanza con síndrome de down que me ha acompañado amablemente hasta la sección de mi interés, soy la funcionaria aburrida que me ha atendido, soy también la muchacha de rostro hermoso que he mirado, soy en alguna forma también Wislawa Szymborska, cuyos libros no he encontrado, soy en alguna forma Chantal Maillard cuyos versos me han acompañado identificándose con mi espíritu. Me apodero de fragmentos de las personas que veo, que leo, que conversan conmigo; en una mímesis próxima a lo patológico intercambio mi mundo con el universo humano que me envuelve. Dice Chantal Maillard:
en la carne abierta
en el dolor de todos
en esa muerte que mana
en mí y es la de todos
Extremadamente intensa tu entrada, no apta para mentes y almas moderadas.
ResponderEliminarTe felicito
Hola, Joselu.
ResponderEliminarAmigo, me ha gustado mucho esta entrada. Ya sabes de mi pasión por la poesía.
Qué pena que no pudiste encontrar nada de Wislawa Szymborska. Ojalá para la próxima haya suerte. No te vas a arrepentir. Mi experiencia leyéndola ha sido extraordinaria.
De todos modos te llevas un libro fabuloso. Leí "Matar a Platón" por primera vez hace un par de años y lo releo cada vez que puedo. Me gusta mucho Maillard así que también te llevas a casa unos buenos versos.
Hoy, en honor a esta entrada, sacaré los libros de ambas autoras y los leeré, si la vista me lo permite pues estoy en tratamiento.
Abrazos grandes, amigo.
Es muy fácil decir que soy tú... o que tú eres también yo... Más: que yo solo soy tú... porque me acompañas... ¡tantos días!
ResponderEliminarHoy llueve triste y también me quedo sin algunos versos. No sé de quién... Qué año de maldita nieve y de lluvia nauseabunda...
Farero, gracias. Casi me "choco"...
Un poco zen tu entrada, Joselu. Habrá que leer a Maillar... Gracias por la pista.
ResponderEliminarUn saludo
Conozco un poco Barcelona y te he acompañado por sus calles, he visitado librerías contigo, he conocido gentes contigo, he leído poemas contigo, he descubierto escritores contigo, he visitado África contigo...
ResponderEliminarComo dice mi maestro: yo, mi, me, contigo...
El post se cierra, el círculo se cierra, pero no termina. Fin de un pequeño viaje :) uno de tantos. Cuando los creemos concluidos, volvemos al punto de partida, que ahora, es un lugar completamente diferente.
ResponderEliminar... por Chantal Maillard, y por el el acordeonista que tocaba Cielito lindo, y por el sintecho que dormitaba cubierto por una manta en la plaza, por... el eco de una moneda en un bote...
Somos suma... y sigue...
¡Cómo me gusta leerte! ¡Cuánto disfruto haciéndolo!
ResponderEliminarLeyéndote(os), me he acordado inevitablemente del "Sermón de ser y no ser" de Agustin García Calvo, y de otras intensas obras de este filósofo, al que tengo una enorme admiración. Los demás seres recortan nuestro ser sobre el fondo del tiempo. Cuando encuentras un momento privilegiado, como el que tú has vivido, no te vale la metáfora anterior, pues los demás viven en ti, y entonces te sientes el mundo. Rara y preciosa experiencia.
ResponderEliminar"Amarlo todo para comprenderlo todo" Se nota que has encontrado el cabo de la pureza.
ResponderEliminarMe ha atrapado tu reflexión de hoy. Me pasó como otros han comentado ya, que me he vuelto Joselu por un instante en su recorrido por la vida una tarde de enero, en mi ciudad.
ResponderEliminarHay momentos que se nos hacen increíblemente ciertos, intensos. He sido testigo de algunos, míos, que, como los tuyos, me han acercado a la eternidad más presente, aquello de "estar consciente en el ahora" la única realidad que tenemos.
Un abrazo, :)
Muchas veces he sentido lo que dices. Y ahora con tu relato has hecho que también quede envuelta en ese universo humano que describes. Preciosa manera de contar cosas.
ResponderEliminarHace unos 20 días tuve que ir a la Delegación de Educación de Cádiz, también para resolver unas dudas referentes a mi trabajo. Tras entregar mis papeles, paseé un rato por las calles y busqué una librería donde perderme.
ResponderEliminarSalí de esa librería con "Hilos", de Chantal Maillard, bajo el brazo.
Mientras esperaba el autobús de vuelta, leí algunos poemas y supe que el libro me iba a gustar.
"El Pez"
Volver a las palabras.
Creer en ellas. Poco. Sólo
un poco. Lo bastante
como para salir a flote y coger aire
y así poder aguantar, luego,
en el fondo.
Volver a las palabras. Con
voluntad de sentido.
Boqueando. Pez en la orilla
común de los creyentes.
Volver. Decir superficie. Escribirla.
(Chantal Maillard)
Saludos Joselu. Magnífico post.
Parece que Chantal Maillard está detrás del devenir de muchos de nosotros.
ResponderEliminarDos voces poéticas impresionantes e imprescindibles. Ambas de lectura más que recomendada. La polaca por el estilo universal de toda su obra, esa mirada tan distinta de hacernos ver las cosas. Y su última publicación en español 'Instante' una delicia. La malagueña-belga raya a mas altura, a mi modesto parecer, en 'Matar a Platón' que en su último poemario 'Hilos'.
ResponderEliminar"Escribo
para que el agua envenenada
pueda beberse".
Voy a ser el Malo Joselu, ¿por donde empiezo?.
ResponderEliminarGracias por recordarme esa hermosa ciudad por la que pude, de cuando en cuando pasear y disfrutarla.
Hermoso viaje y más hermoso recorrido, los viajes siempre nos llevan al punto de partida, pero los recorridos...
Pues siempre había escuchado de Wislawa Szymborska pero nunca me había animado a leerla, puede que me pase un día por la biblioteca... esperando encontrarla. Ya que aunque no la recomiendes, si ibas buscando un libro suyo, debe valer mucho la pena.
ResponderEliminarsaludos
Amigo, paso a leerte, instruirme y deleitarme con tu palabra amena.He recorrido tu camino.
ResponderEliminarUn abrazo
Encantador..., un abrazo.
ResponderEliminarDices:"Soy Joselu, pero también..." y me asombra la cantidad de lo que compartimos. Recuerdo cuando empecé a descubrir a Proust y, con extrañeza, observaba que mis pensamientos más secretos, los que creía privativos míos, Proust ya los sabía y sabía describirlos.
ResponderEliminar¿Recuerdas el poema de Borges que empieza con algo así como "Un solo hombre ha nacido..." para al final terminar con "Hablo del uno, del único, del que siempre está solo". Hace muchos años que creo firmemente que ese hombre es el único que existe y que nuestras aparentes diferencias son ilusiones. Así que comparto contigo ese ser que se proyecta en fantasmas o que los inventa, como quería David Hume.
Me extrañó que sacaras a colación a Krishnamurti; comparto también contigo la admiración o la devoción, pero si se comprenden sus palabras creo que no hace falta citarlo; es lo menos "diccionario de autoridades" que hay. Y creo que, por definición, sus frases provocan la reacción de los mecanismos de defensa de quienes no lo conocen bien. Por cierto, pienso que la comparación no es más que el síntoma de la memoria; sin memoria no hay comparación posible.
Y entonces queda el "elemento" de Borges del que hablábamos al principio: Yo también hablo del uno, del único, del que siempre está solo.
Un abrazo.
Muy sentido tu post, Joselu. Es inevitable a veces ponerse en la piel de los que no se tienen más que a sí mismos. En esos momentos te das cuenta de la suerte que tienes.
ResponderEliminarUn beso y gracias
Con post como éste, dan unas ganas terribles de acompañarte a todas partes.
ResponderEliminarUn abrazo Joselu, uno enorme.
¡Ah, el hermoso baile de las metamorfosis! Siempre tienen algo de cortejo... La vida en ebullición, presta a abantarse... Zazie en el metro... La atracción irresistible del medineo... Dejarse encadenar al verbo... ¡Qué envidia de ti, tan libre, in itínere...!
ResponderEliminarPrecioso, Joselu, precioso. NO sólo interesante, precioso. Cömo enlazaste los poemas, los poemas y tus sentimientos. Gracias a todo lo que sea a que quedan personas así... Aunque se crean contingentes, mientras existan, la vida seguirá siendo vida.
ResponderEliminarUn asunto de apariencia trivial da pie a una hermosa creación salpicada de poesía. Gracias por tu sensibilidad y por estar siempre ahí ofreciéndonos lecciones de vida.
ResponderEliminarUn abrazo, colega.
Esto es zen, y te entiendo perfectamente, porque yo también soy tú.
ResponderEliminarComo diría un compañero que estudió COU conmigo, estabas "subjetivo".
ResponderEliminarBonita entrada, Joselu. Escribes con una maestría exquisita. Me has transmitido ese ser y no ser que exhalan las grandes ciudades...
ResponderEliminarUn saludo.
Ser músico callejero en Barcelona es una delicia. Yo lo fui y lo echo de menos.
ResponderEliminarSaludos.
Joselu soñaba que era un músico callejero y, al despertar, no supo si era el músico callejero quien lo soñaba a él.
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