Fritzner Alphonse, pintor haitiano
No siento pena por los haitianos. Me da la impresión de que sentir pena es una disposición nuestra a sentir aflicción por los que son inferiores a nosotros. Pobrecitos, vamos. Y nos gusta sentirnos buenos y bondadosos, intuyendo interiormente que quizás seamos unos canallas. Ha habido una unanimidad universal en sentir lástima hacia esa isla a la que le afligen desgracias sin fin. Donaciones, conciertos, voluntarios y ONGs han contribuido a un clima general de solidaridad con Haití. Pero pienso que en buena parte es nuestro propio deseo de sentirnos buenos alguna vez y en esta ocasión la situación se prestaba. ¡Cómo no sentir lástima y pena por el terrible destino de los haitianos? Las imágenes nos encogían y hacían aflorar nuestra vena compasiva. Sin embargo, alerto contra este sentimiento. No creo que haya que dar nada a los haitianos a cambio de nada. Se lo tienen que ganar. No entiendo que haya programas que se limiten a prestar ayuda, comida, agua, tiendas de campaña, asistencia médica… Todo esto es bueno y hay que hacerlo, pero hay que conseguir que los haitianos se sientan protagonistas de su recuperación. No deben limitarse a ponerse en infinitas colas para conseguir una ración de comida. Los programas de ayuda internacional deben ofrecer trabajo y crear empresas para atender a los afectados por esta tragedia. Veo con espanto en televisión los campos de hacinamiento en que consisten los alojamientos tras el seísmo. Los niños andan sin protección alguna, huérfanos, y corretean entre los excrementos humanos. Habría que crear empresas que se dedicaran a recoger la suciedad que puede ser causa de infecciones y epidemias. En ellas tendrían que trabajar los haitianos igual que en la reconstrucción de sus ciudades. La ayuda internacional debería servir para ofrecer trabajo a las mujeres, las principales afectadas por el terremoto y que son objeto de violaciones que ni siquiera se atreven a denunciar. Pienso que no debe darse un paso sin que el pueblo haitiano se sienta protagonista del mismo. No basta ser buenos y compasivos. Hay que enfocar el tema con inteligencia. Hay que levantar de nuevo ciudades, reconstruir y aumentar el tejido productivo y empresarial de Haití, apostar por la educación, dejar que los haitianos sean ejes de su reconstrucción.
Hace poco le estaba comentando algo asi a mi novio, pero me parecio que al momento no pude expresar lo que queria decir, pero noto que tu si diste justo en el clavo.
ResponderEliminarQue necesitan ayuda? Si, muchisima, pero eso tampoco significa que por caridad vayamos a hacerle todo mientras ellos solo reciben y reciben. De primera intencion puede sonar cruel o desconsiderado, pero esa no es la intencion. Lo importante aqui es ayudarlos ahora que tienen una necesidad extrema y encaminarlos hacia un nuevo Haiti reconstruido por sus mismas manos.
Alguna vez no estoy de acuerdo contigo Joselu:
ResponderEliminarLa compasión no es un sentimiento de desprecio del otro; sino de reconocimiento en el otro, la compasión se expresa en la máxima: “Eso eres tú”. Por supuesto que no nos gusta estar en situación de dar pena, pero hay ocasiones que nos recuerdan que esa es nuestra condición. El ser humano es digno de compasión. Es duro reconocerlo pero es así. Reconocido esto. También somos capaces de muchas otras cosas, la amistad, la generosidad… y orgullo, también el orgullo es necesario.
Saludos
Aquí en Argentina, hace muchisimo tiempo atrás (tanto ha retrocedido el mundo, que unos años nos parecen siglos...) se solía decir que "el trabajo dignifica"
ResponderEliminarMe ha gustado especialmente tu concepto "Los haitianos no son mendigos" pues de eso se trata.
Y ser COMPASIVOS no es sinónimo de ser paternalistas (de ahi a la posesión, al autoritarismo, hay un paso muy pequeño...por eso me hacen temer los marines "buenos y cooperadores")
Haití necesita poder trabajarse, los haitianos necesitan ser protagonistas, como lo fueron de la calamidad, de la reconstrucción.
Serenus, aceptada la corrección. La palabra compasión no es sinónimo de pena y parece que las he utilizado como tales. La compasión tiene una densidad profunda de ponernos en el lugar del otro. OK. Pero ¿me he logrado explicar sobre el tema de que Haití no debe convertirse en un sujeto pasivo únicamente receptor de ayuda que nos hace sentir buenos? Hablo de ayuda para la autorregeneración, para que los haitianos democráticamente logren reconstruir en cinco o diez años su sociedad y se sientan partícipes de ello. Sin limosnas. Y me encanta que podamos discrepar amistosamente.
ResponderEliminarLyla, una de las mayores enseñanzas que puede obtener Haití y los haitianos es la necesidad de un gobierno democrático sin corrupción y estable. La historia de Haití es la historia de un fracaso político absoluto. Esta devastación debería servir para la unidad y solidaridad de todos los haitianos en torno a su gobierno y parlamento que llevara a cabo, con ayuda internacional, la tarea de reconstrucción de la isla. Ahora estamos en una fase de supervivencia. Todo es esencial y hay que dar, pero eso no es todo. Los créditos internacionales deben servir para crear empresas en manos de haitianos. Microcréditos a mujeres que han dado magníficos resultados en otras partes del mundo. Los haitianos deben saber que el país deben levantarlo ellos. Con ayuda, pero debe ser algo que les sirva de orgullo como pueblo y como ciudadanos. Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarProbablemente el optimismo no se cuente entre mis cualidades, si es que me queda alguna. Pero, Joselu, creo que tú sí lo eres al pensar qu een 5 ó 10 años los haitianos podrán recuperarse de esto. Ni siquiera un país desarrollado lo logra... Fíjate, si no, en Nueva York, con su famosa "zona cero" aún desangelada, o Nueva Orleans, donde quedan barrios enteros a medio reconstruir y además, de nuevo, bajo el nivel del mar la mayor parte de la ciudad. Es imposible que el hombre aprenda... ni siquiera en lugares tan democráticos como los Estados Unidos.
ResponderEliminarNo obstante, comparto contigo ese sentimiento de rechazo a la pena, incluso a la compasión, me atrevería a decir. La lástima es un estado emocional muy afilado que puede y suele volverse tanto contra quien la inspira como contra quien la siente, por más que ninguno de ellos actúe por propia voluntad sino impelido por sus sentimientos más arcanos.
Sea como fuere, te felicito por el artículo. Es lo que podemos hacer y lo que nos toca, escribir. Ojalá otros hicieran también lo que pueden y deben.
Un abrazo
Ja,ja,ja JOSELU,
ResponderEliminarYo es que me troncho contigo, ja,ja,ja Perdóname, pero es que es increíble los bandazos que pega tu ánimo respecto de este tema. Y que conste que me encanta. Ya sabes lo que yo pienso sobre la pena, por la pena...¡¡ como que no!!, no sirve de nada. Otra cosa, es la compasión y eso ya lo has aclarado al contestar a Serenus.
Es verdad que aquí deberíamos aplicar lo de que no "hay de que dar peces, hay que enseñar a pescarlos". Y también es cierto que los haitianos, como todo pueblo, tiene muchos valores y muchísimas de las que todos podemos aprender y en absoluto son seres inferiores o dignos de mera lástima.
Pero también hay algo muy cierto, que no sé si biene influido por el clima o la idiosincrasia del carácter de los sudamericanos en general y los isleños de la Española en particular, y es su relajación extrema. Me explico, son un pueblo, que a veces te desespera, porque todo se lo toman con una calma y una parsimonia, que te desquicia. A veces parece que no tienen sangre en las venas. No sé, a lo mejor exagero, pero es la sensación que tengo. Y si que es cierto, que si en estado normal, suelen actuar así, me imagino la desidia que se apoderará de ellos ante el impacto de una catástrofe como la que viven.
Lo cierto es, que un país tan devastado como Haití a todos los niveles, necesita nervio, para salir del agujero en el que está. Necesita concienciarse de que el futuro tiene que peleárselo ellos, con la ayuda, colaboración y apoyo de todos, pero siendo y estando ellos mismos a la cabeza del carro de la reconstrucción .
Ahora se mira con muchísima suspicacia la intervención de los marines americanos por si con la disculpa de su desembarco para realizar tareas de reconstrucción se posicionan y hacen de Haití una colonia americana. Y es cierto, que ese peligro existe si el pueblo Haitiano no toma conciencia de pueblo y toma sus propias riendas.
Recuerdo que mi padre decía, que "a quien se lo dan todo hecho, le convierten en un inútil" y creo que es muy cierto. En este tema y en casi todos.
Me alegro de tu "reprís", Joselu. A ver si se lo contagias a los haitianos ;-)
Muchos besos.
Joselu
ResponderEliminarTe has explicado perfectamente en el asunto del papel de los haitianos en su recuperación. Lo comparto además.
Pero insisto en la compasión, la compasión incluye también la pena... somos dignos de pena los humanos, eso también está incluido en el "eso eres tú"
Fijate me ha venido a la mente:
"el olor de las peluquerías me hace llorar a gritos".
¿Qué quería decir Neruda?
no creo que fuesea por los productos químicos de las lacas...no sé
Saludos.
Fíjate que iba yo a entrar en lo mismo que Serenus, porque está claro que la compasión es empatía y reconocimiento de la precariedad humana que a todos puede afectarnos en algún momento. Si yo mañana tuviera una enfermedad incurable o curable pero que exigiera grandes dolores e intervenciones para ello, tú no sentirías la lástima o pena del que está por encima, sino la empatía del que puede pasar por lo mismo, en un reconocimiento de que los humanos estamos expuestos a todo. Fundamentalmente somos seres expuestos, a la intemperie, por muchas seguridades que nos busquemos. En el caso de Haití hay que separar la catástrofe natural que les ha tocado, y que se ha agravado por su precariedad anterior, de esa misma precariedad previa. Claro que no hay que tenerles lástima ni pena, sino manifestarles solidaridad fraterna, amistad y empatía, o sea, compasión en su sentido etimológico más puro, que no conlleva la caridad sino el socorro y la ayuda mutua. Eso hicieron los parisinos, creo que fue en 1879, con ocasión de la ríada de Santa Teresa, que arrasó las comarcas del Guadalentín, con aquel Paris-Murcia que movilizó a todos los artistas e intelectuales.
ResponderEliminarOtra cosa será lo que pase a partir de ahora, cuando más o menos se normalice la situación y la ayuda internacional pueda socorrerlos de verdad. Habrá que ver qué hacen los que se han reunido hoy a decidir qué hacer. Te aseguro que los estados no son nada caritativos; van a ponerlos a todos a trabajar, tenlo por seguro. Para quién sean los beneficios, ya veremos.
Sí, has conseguido que pique el anzuelo con este título. Ja, ja. No me arrepiento; me gusta haber leído tu entrada. Para mí la compasión es pensar que tú (yo) podrías estar en el mismísimo lugar de ellos (los haitianos). Por eso siento repugnancia cada vez que veo a una locutora, cámara en ristre, exponiendo a esas pobres gentes, como ejemplares de circo, a nuestra mirada para que surja ese sentimiento del que hablas. Cuando los veo, pienso podrían ser mi madre, mis hermanos o mis hijos. ("Mirar que mal están, cómo sufren") No tienen fuerza ni para levantarse y romper el objetivo de una pedrada, que es lo que me nace hacer a mí.
ResponderEliminarPero, claro, luego te deslizas con un programa de ayuda que ya lo quisiera para sí la ONU. No te critico. Creo que te ha empujado la valentía y el querer ayudar a tu manera. Yo creo, Joselu, que, eso de hacerles ganarse la ayuda, vendría en una segunda etapa. Ahora lo que necesitan es que les ayuden a la fuerza, porque están tan desesperados que ni se dejan.
Por cierto, si les damos algo, no creas que se lo deben ganar, puede ser en concepto de reparación, no de la ciudad sino del robo; es que antes se lo habíamos quitado todo. Es decir, se lo habían quitado los de siempre, pero en estos casos me gusta autorresponsabilizarme, por humildad y por higiene.
Lo que sí te digo es que pronto los olvidaremos; en cuanto dejen de producirse esas imágenes extremas de la tele. Incluso antes; en cuanto nos cansemos o nos acostumbremos, que es lo que sucede siempre.
Yo no netiendo la ayuda a un País en la situación de Haití sino es con toda la implicación de la sociedad afectada de por medio, y lo digo como español, o como haitiano, es decir, que ellos creo que piensan lo mismo. Cuando una ONG va a un País a prestar su ayuda, normalmente el staff que trabaja en ese País en los proyectos se compone de un 90% personal nacional y un 10% de personal internacional aportado por esa ONG. Esto además de repercutir directamente en los trabajadores nacionales también lo hace en la comunidad por la inyección de dinero que suponen los sueldos recibidos (normalmente por encima de la media de sueldos, tampoco mucho porque se desetabilizaría la economía local, ya que todos reclamarían trabajar para la ONG incluso dejando sus trabajos, generalmente mal pagados).
ResponderEliminarNo entiendo un "resurgir" de un País como Haití, más allá de su status quo antes de la tragedia, sin que las ayudan pasen por inversión en infraestructuras, hospitales, medicinas, escuelas, material escolar,etc...No entro ya en si hay que sentir pena, compasión, dolor, fustración, rabia o indiferencia, porque para bien o para mal los sentiminetos no se pueden autodirigir y afloran como afloran, pero estoy contigo Joselu en que la ayuda que se preste nunca debe de ser dar lismona al pobre y mirar para otro lado pensando que ya se ha hecho la buena acción del día, la ayuda debe servir para que los haitianos consigan las oportunidades necesarias para sacar a flote su País. Y ellos son conscientes creeme de que eso depende de ellos y no de la buena fe internacional.
Al hilo de lo que dice María acerca de la poca "sangre" o "nervio" que puedan tener los caribeños, o los sudamericanos, diré que toda generalización acarrea injusticia, pero que sé a lo que se refiere. Yo no lo diría por Sudamérica, pues mi experiencia no me ha mostrado esto, pero sí con los Centroafricanos por ejemplo, me encontré muchísimos ejemplos de parsimonia y dejadez que pondría de los nervios a un europeo medio. Sin embargo, se puede y se consigue avanzar y trabajar con ellos, porque el problema no son ellos, sino nuestro por querer aplicar nuestro estrés y nuestro estilo de trabajo eficaz, resolutivo y óptimo a una sociedad que no lo necesitan...ellos aplicaban aquello de que nosotros teníamos el reloj y ellos el tiempo. Sin embargo discrepo cuando se dice que ante una tragedia de esta magnitud se va a crear desidia por su forma de ser, no lo creo, cuando he vivdo algo parecido a esto, de ellos sale una fuerza y pasión por hacer frente a la situación que asombra.
Por último el que Haití termine por superar esta catástrofe depende mucho más de lo que quiera hacer Naciones Unidas (como cabeza visible de la política internacional humanitaria)de lo que consigan hacer las ONGs o los propios haitianos, desgraciadamente creo que es así.
Uff, llevar lo que planteas a buen puerto es algo que conlleva un cambio radical en la visión de muchas cosas y de muchas personas. Tantísimas...!!!
ResponderEliminarPensando en ello distingo dos grandes grupos.
El primero se corresponde con aquellos que manejan los hilos, esos a los que yo llamo "los estratosféricos", porque pisan cualquier cosa menos corteza terrestre. El segundo somos "la plebe", "el mogollón".
En los primeros te podría decir que ni tengo fe -no religiosa, digo xD-. Podrían hacer, y no lo hacen. Así que miro al mogollón y veo que en él están el 90% si no más, de las excepciones. Esas catalogadas como "mejores personas", y que opino que ciertamente lo son. Aquellas que encuentran en el beneficio de los demás, el mayor beneficio para si mismos, que van donde haga falta y se meten donde sea necesario. Y lo hacen por ellos, desconocidos, anónimos, por su bien, que resulta ser propio y ajeno a un tiempo. Excepciones que están en algún punto del globo ahora mismo, mientras escribo. Mientras tú lees. Ayudando. Es egoísmo también, pero del bueno. Porque pienso que existe. Se le llame como se le llame.
Así que ya ves como de negro sigo viendo yo el asunto porque la solución pasa por lo que dices, estoy totalmente de acuerdo de hecho. No veo otra, ni mejor. Pero para eso haría falta que las excepciones dejasen de serlo, en la estratosfera y/o a ras de suelo.
Con respecto a la pena. A mí me da pena cuando alguien -sea quien sea- sufre por algo que no está en su mano controlar. Pero ahí se termina el asunto.
Y bueno, el comentario con respecto a los cruceros si te digo la verdad, me parece muy atrevido.
María, no estoy de acuerdo contigo. Sí en que si a alguien se lo das todo hecho, no moverá ni un dedo para conseguir nada, porque ya le vendrá dado. He trabajado con muchos latinoamericanos, y si bien es cierto que -en general- su tempo suele ser más lento, si les aprietas las tuercas, corren y se adaptan al ritmo. Personalmente no correré para tener una casa de tres pisos, no la necesito, no la quiero. Me iré de cañas mientras el que sí la cree necesitar, se quedará currando. Me parece estupendo. Sí correré para comer, o para tener donde dormir. Cuestión de prioridades que para unos son unas, y para otros, otras.
Besos.
María, la gracia de este blog es que está en permanente construcción. No tiene ideas monolíticas establecidas de antemano. El proceso de pensamiento de quien está detrás es expuesto públicamente con su riesgo de equivocarse y de errar. He pensado y leído muchas veces este post antes de publicarlo porque es muy difícil hablar de cooperación internacional sin ser un conocedor profundo de la materia y yo no lo soy. Pero pienso que la idea matriz es válida. Limosnas, no. Y, por supuesto, los haitianos también tienen que despertar si quieren sobrevivir. En muchos sentidos te contesta con mucho mejor conocimiento de causa Pepe Moya al que le cedo la palabra. Besos y eres un encanto al ser consciente del vaivén emocional que supone escribir un blog en que se abordan asuntos nada fáciles.
ResponderEliminarJavier, he pecado tal vez de optimista al hablar de cinco años. La conferencia de donantes ha hablado de al menos diez años necesarios para la reconstrucción del país. Y seguro que se han quedado cortos teniendo en cuenta el caso de Nueva Orleans cuyo desastre tuvo lugar en 2005 y todavía hay barrios enteros no reconstruidos.
ResponderEliminarCreo que es bueno el debate planteado porque nos hace reflexionar sobre el sentido de nuestra ayuda en general a países devastados por la desgracia, el hambre o las catástrofes. Y puede ser que nuestro modelo no funcione aunque esté basado en sentimientos aparentemente muy humanitarios. Han de ser los pueblos los que se levanten y hay que inyectar dinero para ayudar a todos aquellos que tienen ideas y voluntad de llevarlas adelante. Y las mujeres ocupan un lugar fundamental. Son reflexiones abiertas, claro está. Un abrazo.
Clares, me gustaría pensar que la comunidad internacional, tras la crisis que ha estado a punto de hundirnos, ha aprendido algo y es que el mundo es una cadena de interdependencias. No pienso que haya que ser generosos sino inteligentes. Me gusta ver cómo han reaccionado las sociedades occidentales ante esta tragedia. El primer impulso ha sido bueno: ponernos del lado del afligido. Pero luego hay que idear políticas de desarrollo y que Haití pueda reconstruirse sin convertirse en un estado parásito de la comunidad internacional. Por eso es tan importante que lo que se dé no sea caridad ni por pena. Hay que poner la inteligencia a trabajar.
ResponderEliminarMobesse, no me convencen las reparaciones históricas como compensaciones económicas. Sé que pueblos como los inuit o los indios norteamericanos o los aborígenes australianos han recibido compensaciones por los crímenes sufridos por sus antepasados, pero no han servido en muchos casos sino para alentar el alcoholismo y la degeneración social. Nos impulsa la culpa y eso no es bueno. Nuestros antepasados eran unos cafres, de acuerdo, pero ¿qué puedo hacer yo para remediarlo? ¿Qué deuda histórica he de satisfacer? Prefiero acercarme al mundo que sufre sin esa culpa y considerando que también tiene que ponerse a trabajar y que las culturas también evolucionan y que no todo lo que es propio de un mundo subdesarrollado es bueno pero tampoco que yo tenga la razón y toda la verdad. Creo que somos interdependientes y todos hemos de aprender de los demás. Sin prepotencia. Y son los haitianos los que han de levantar su país, si no se convertirán en unos vividores que seguirán igual de postrados. Gracias por intervenir.
ResponderEliminarPepe Moya, gracias por puntualizar y profundizar en el tema. Sin duda tu experiencia tiene mucho mayor fundamento que lo que desde la distancia podamos opinar, pero pienso que es bueno que los haitianos o los centroafricanos tomen conciencia de su necesidad de levantarse. No sé cómo debería hacerse, pero no es bueno que los países pobres se acostumbren a depender de la ayuda internacional como si fueran mendigos. No es fácil, claro está y yo no soy nadie para elucubrar. Te deseo lo mejor en tu próximo destino. Suerte y que te vaya bien. Creo que eres afortunado. Un abrazo, gracias por tus palabras.
ResponderEliminarV., te contesto mañana. Quiero pensarlo antes de escribir. Besos.
ResponderEliminarVeRa, lo mismo te digo, no te olvido. Mañana te contesto.
Ve Ra, creo que estamos de acuerdo. La tarea de reconstrucción tiene que partir del impulso de la comunidad internacional porque no queda otro remedio y es lo único que se puede hacer dadas la circunstancias, pero han de ser los haitianos los que, saliendo de su postración y su desolación, los que emprendan con voluntad su trabajo de reconstrucción. No pueden quedarse a ser meros espectadores pasivos. Todo debe orientarse a que sean partícipes de ello.
ResponderEliminarV., por que esas excepciones sigan luchando y haciendo el bien. Hay más de lo que parece. Nuestra sociedad parece muy frívola pero hay bastantes excepciones que, silenciosamente, trabajan por el bien de los demás. Lo que pasa es que no suele salir en los medios de comunicación, salvo casos periodísticos, porque no son noticia, pero para mí sí lo son. Por ellos. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Joselu,
ResponderEliminarGracias, Gracias, Gracias...para mí también visitar tu casa me reporta paz, conocimiento, tranquilidad...ayer ví tu entrada, pero por falta de tiempo para contestar, lo desplace para hoy por la mañana.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Hay que tener en cuenta todo lo que estan viviendo, todo lo que estan sintiendo..yo creo que mi estado además de que ya estaba un poco "tocada", se ha desbordado por todo lo que he recibido "emocionalmente" de lo ocurrido. Pero lo más importante de todo es que hay que enseñarles y ayudarles en la reconstrucción del su país. Que todo el dinero sea gestionado con inteligencia por personas totalmente honestas en la distribución de medicamenteos, alimentos, material... Qué no vuelvan a colocarse gobiernos de dictadura que somentan de nuevo al pueblo, una vez reconstruido. Las deudas externas, que sean prácticamente perdonadas. Como decía, nuestro amigo cooperante de MSF, Pepe Moya, las gentes del caribe tienen una manera de sentir y moverse, pero debemos concienciarles que la acción ha de ser inmediata, es urgente. Organizar que el pueblo colabore mediante contratos de trabajo para construir los edificios y otras cosas importantes de la ciudad. Gestión y Logística, asesorados por profesionales del Mundo. El pueblo debe implicarse en todo. El pueblo también es "responsable de su destino, no debe "culpabilizar" en la totalidad a los gobernantes y otros países. Puede sonar duro, pero en mi juventud me dijeron una frase que me toco muchísimo fué: " Cada pueblo tiene el gobierno que se merece", en cierta medida puede ser cierto, hay varios factores en ello que pueden favorecer en ello..., la ignoracia, la ingenuidad,el sufrimiento, no saber leer ni escribir...luego surgen las guerrillas en donde los guerrilleros se convierten adictos al poder desviándose de su camino. Luego los "países" que venden el armamento para enriquecerse de los resultados. ¡Todo eso ha de cambiar!...Irán, Irak, Congo, Sudán, Afganistán...todo está al rojo vivo...calentamiento global, nucleres, residuos....Creo que todo lo ocurrido es un punto de reflexión para toda la humanidad.
Las mujeres, los niños...puntos importantes para el crecimiento y futuro de un país...¿como son tratados? Los hombres, la mayoría, cargados de resentimientos, rabía, ira...y mucho miedo..deben parar y tomar conciencia de lo que son, reacionar. Sin dejar de ayudar en donaciones y acciones humanitarias, nosotros los ciudadanos de a pie. Ellos deben reconstruir su país, su identidad y alzar su dignidad a los cielos.
Y por otro lado, lo que más me ha impresionado es el ARTE HAITIANO. Belleza, alegría, esperanza, amor...todo eso deben canalizarlo también para crear su nueva realidad.
Un abrazo muy sereno para ti.
Namasté.
Seguramente tienes razón Pepe Moya, gracias.
ResponderEliminarEs muy probable que hables con mucho más conocimiento y criterio que yo. Desde luego que toda generalización es mala.
En realidad lo que a mi, siempre me ha impresionado de estos países es su conformismo y resignación ante la adversidad, vuelvo a decir que es una impresión subjetiva y personal y que habrá excepciones obviamente.
Y hasta es probable que esa actitud no sea del todo mala, porque les evita la desesperación y la impotencia, pero yo pienso que a veces las cosas no cambian, porque no hacemos nada o no todo lo que debiéramos hacer, porque cambien.
Se sobreponen seguramente mejor que nosotros, pero después, es como si se volvieran a sentar...
Es cierto que tienen otro ritmo, VERO.
En absoluto, pretendía decir, que se les inocule nuestro estrés, ni nuestra ambición, por trepar detrás de objetivos materiales, que la mayoría de las veces, ni necesitamos ¡¡Ojalá nos lo quitaran a nosotros!!
Pero si, un cierto espíritu de lucha y superación,
que les saque del conformismo y resignación en la que tengo la sensación que se encuentran anclados, insisto es una sensación muy personal de lo que yo he visto, allí en su casa... No sé, como ganas de luchar por ese sueño de reconstrucción del país que ahora les puede parecer tan imposible, exactamente igual de imposible, que antes de la tragedia.
Es lo que tu dices Joselu, no sólo poner la mano...
Aprender a peleárselo ellos mismo, que tengan de una vez, ganas de luchar ellos mismos, por su sueño.
YO, LES MANDARÍA MÁS O MENOS ESTE MENSAJE, POR SI LES SIRVE
besos para todos.
P.D. Enséñaselo a Lucía, Joselu, creo que le gustará, a mi me pareció una cucada. ;-)
Pues Joselu, yo sigo teniendo mucha pena por ellos,mucha compasión y me encuentro muy unida a los haitianos. También tengo esperanza en su recuperación y estaré muy atenta a lo que suceda a corto, medio y largo plazo. Aunque no hable más de ello no voy a olvidar facilmente lo que ha pasado.
ResponderEliminarLo que si debemos hacer los blogueros es, dentro de un año más o menos, volver a machacar sobre el tema. Si todo internet se uniera, pasaría como con las denuncias de la gripe A. Si pudiera hacer algo más, lo haría de corazón. También si lo pidieran ellos me traería dos niños al menos a mi casa.
No los olvidaremos, Joselu, aunque ya no hablemos de ellos. Un beso Lola
Hace poco leí LA PESTE de Albert Camus y me fascinó, en el libro se habla de una horrible peste que machacha la ciudad de Orán. A pesar de la virulencia de la enfermedad se agrupan personas para ayudar a los enfermos de peste en asuntos sanitarios y esto es lo que narra Albert Camus, no tiene desperdicio ...
ResponderEliminar"La intención del cronista no es dar aquí a estas agrupaciones sanitarias más importancia de la que tuvieron. Es cierto que, en su lugar, muchos de nuestros conciudadanos cederían hoy mismo a la tentación de exagerar el papel que representaron. Pero el cronista está más bien tentado de creer que dando demasiada importancia a las bellas
acciones, se tributa un homenaje indirecto y poderoso al mal. Pues se da a entender de ese modo que las bellas acciones sólo tienen tanto valor porque son escasas y que la maldad y la indiferencia son motores mucho más frecuentes en los actos de los hombres. Esta es una idea que el cronista no comparte. El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad."
y con vuestro permiso continúa así..."Los hombres son más bien buenos que malos, y, a decir verdad, no es esta la cuestión.
ResponderEliminarSólo que ignoran, más o menos, y a esto se le llama virtud o vicio, ya
que el vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree
saberlo todo y se autoriza entonces a matar. El alma del que mata es ciega y no hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible.
Por esto nuestros equipos sanitarios que se realizaron gracias a Tarrou deben ser juzgados con una satisfacción objetiva. Por esto el cronista no
se pondrá a cantar demasiado elocuentemente una voluntad y un
heroísmo a los cuales no atribuye más que una importancia razonable.
Pero continuará siendo el historiador de los corazones desgarrados y exigentes que la peste hizo de todos nuestros conciudadanos.
Los que se dedicaron a los equipos sanitarios no tuvieron gran mérito al hacerlo, pues sabían que era lo único que quedaba, y no decidirse a ello hubiera sido lo increíble. Esos equipos ayudaron a nuestros
conciudadanos a entrar en la peste más a fondo y los persuadieron en
parte de que, puesto que la enfermedad estaba allí, había que hacer lo necesario para luchar contra ella. Al convertirse la peste en el deber de unos cuantos se la llegó a ver realmente como lo que era, esto es, cosa de todos.
Esto está bien; pero nadie felicita a un maestro por enseñar que dos y dos son cuatro. Se le felicita, acaso, por haber elegido tan bella profesión. Digamos, pues, que era loable que Tarrou y otros se hubieran decidido a demostrar que dos y dos son cuatro, en vez de lo contrario,
pero digamos también que esta buena voluntad les era común con el
maestro, con todos los que tienen un corazón semejante al del maestro
y que para honor del hombre son más numerosos de lo que se cree; tal es, al menos, la convicción del cronista. Éste se da muy bien cuenta, por otra parte, de la objeción que pueden hacerle: esos hombres arriesgan la vida. Pero hay siempre un momento en la historia en el que quien se
atreve a decir que dos y dos son cuatro está condenado a muerte. Bien lo sabe el maestro. Y la cuestión no es saber cuál será el castigo o la recompensa que aguarda a ese razonamiento. La cuestión es saber si dos y dos son o no cuatro. Aquellos de nuestros conciudadanos que arriesgaban entonces sus vidas, tenían que decidir si estaban o no en la
peste y si había o no que luchar contra ella".....perdón por la extensión.
María, intento comprender la tragedia de Haití pero no he estado nunca allí. Devoro los periódicos, escucho todas las crónicas y debates que puedo queriendo entender lo que ha pasado y pasa en aquella isla. Pienso que los haitianos tienen que cambiar profundamente. Esa resignación de que hablas, esas creencias en el vudú, la explotación de las mujeres no son elementos que puedan ayudar a resurgir. La sociedad haitiana tiene que salir de su ensimismamiento e incorporarse al mundo. Esto lo decía Eduard Punset. Y han de cambiar para ser protagonistas de su renacer. Este trance tan doloroso que parece dividir la historia de Haití en dos, debe servir para incorporarse a la modernidad. Haití ha vivido mucho tiempo aislado y subsumido en una cultura de la pobreza y la resignación. Ojalá que el terremoto que los ha puesto en el mapa mundial sea también un aldabonazo suficientemente sonoro para que se pongan las pilas. Lo espero de corazón.
ResponderEliminarNaia, creo que un peligro en nuestra consideración de la situación de Haití es el paternalismo. Verlos como niños, impotentes, desgraciados, pobres. Creo que tenemos el derecho a exigirles que se conviertan en ejes de su propia fundación, su nueva fundación. La sociedad haitiana ha vivido muy anclada en el pasado y eso tiene que cambiar. El mundo ahora se ha acercado a Haití y Haití tiene que acercarse al mundo. Y tendrán que cambiar si quieren sobrevivir y no resignarse ante una cultura de la pobreza. Son buena gente y tienen mucha sabiduría. Quien ha vivido entre ellos se ha dado cuenta de su calidad humana, pero el mundo cambia, todo se transforma. Esperemos de todo corazón que esta situación les ayude a salir de ese letargo somnoliento. Que creen de nuevo Haití. Un abrazo y gracias por tus palabras.
ResponderEliminarun terrible terremoto, lo siento.
ResponderEliminarLola, espero que no los olvidemos cuando las noticias empiecen a relegarlos y no haya corresponsales en la isla. La vuelta a la normalidad puede ser letal. Sé que tú eres muy consciente de su drama. Un abrazo.
ResponderEliminarCésar, he leído varias veces el texto de Camus y me he quedado prendado de su densidad, como la del fragmento que has seleccionado que es suficientemente significativo. En realidad no hay mérito excesivo en hacer lo que toca hacer. Y los hombres han de elegir en qué lado están. Si están en la peste o no. Dentro de mi absoluta ignorancia en todos los sentidos -y espero que esta ignorancia no me lleve a la maldad- intento sin mayor mérito estar en la peste. Otros irán allí como me gustaría a mí. Aquí quedamos todos intentando comprender y creo que intentar comprender es una tarea importante aunque no tenga ningún mérito especial. Es lo que toca. Bellísimo texto, César.
ResponderEliminarkainak makisaki, gracia por tu visita y tus palabras. Eres bienvenido. Un cordial saludo.
ResponderEliminarHay dos maneras de entender este mundo: la que se basa en la caridad y la que se basa en la solidaridad. No nos extrañe, pues, que quienes defienden la primera en ocasiones se alcen en armas contra quienes hacen de la segunda su bandera.
ResponderEliminarComo dices, es tiempo de abandonar la caridad y ofrecer un futuro solidario.
...Se.llama..Sensibilidad.No Debilidad.¡¡ Mal reflexion u_u
ResponderEliminarYo estube una vez en una guerra;
ResponderEliminarla gente se moria partida en dos por los cristales de los edificios drestrozados por las bombas,las mujeres violadas sin piedad,los niños amputados para que no pudieran empuñar un arma.Vi cuerpos humanos carcomidos hasta los huesos por la gelatina de napalm,los crateres increibles de los t-34 sovieticos en el suelo,vi todos aquellos cadaveres apilados en la fosa,unos cuatromil.Vi regueros de tripas humanas y de caballos y sangre.Vi los flamantes paquebotes de los turistas con sus banderas huyendo.Vi la muerte , el rito de la muerte dia tras dia,hora tras hora,sentí tanta pena.