La tentación de la inocencia está muy extendida entre grandes sectores de la opinión pública. Si no fuera por poderes malignos políticos y económicos, el mundo sería justo, equitativo, ecológico, transparente, sensato, igualitario… La bolsa siempre estaría llena por arte de magia y no habría que escoger entre ella y la vida. Los seres humanos serían libres e iguales, nadie estaría sometido a nadie. Las mujeres no sufrirían opresión y todo sería hermoso y multicolor. Soñar con esto es la clave de las utopías del progreso. Enfrente como aguafiestas está la realidad del mundo, sus leyes entrópicas y la condición humana, además de la lógica económica. Pero soñar y señalar a los enemigos del progreso es fácil y gratuito mientras nos mantiene la sociedad infame en que hemos nacido. ¡Maldita sea! ¿Por qué nuestros sueños son los que son?