Ignoro cuál es el propósito general de la educación. Mi intervención no va a resolver la cuestión. Sólo sé por qué enseño yo, cómo enseño yo. No sé si esto puede servir a alguien. Lo dudo. Todo lo esencial ha sido dicho ya y mejor. Por si acaso redacto estas quinientas palabras.
Me atrae penetrar en el universo emocional, sentimental y existencial de mis alumnos. No siempre da tiempo o hay ocasión. Lo encuentro en sus trabajos, en sus exámenes, en su forma de estar en el aula, en sus intervenciones en clase, en sus dificultades, en su modo de relacionarse con los demás... A veces se intuye un gran potencial intelectual y/o humano. Otras veces no, o tal vez su momento todavía no ha llegado. Es entonces cuando yo como profesor siento que me debo acercar a él con delicadeza, no invasivamente, y ofrecerle, sin que se dé casi cuenta, los instrumentos que harán avanzar su mundo, sus inquietudes, sus preguntas, orientar sus miedos e inseguridades, entendiendo que en ese encuentro hay una doble dirección. Algo le ofrezco yo y algo recibo yo. Me interesa su modo de entender la realidad: su humor, su tenacidad, su alegría, su ternura, sus historias, sus recuerdos, su capacidad para entender y empatizar... Me gusta crear condiciones para que las distintas cosmovisiones estén presentes en el aula, que se consideren unas frente a otras como enriquecedoras, como parte de un diálogo importante en que muchos tienen cosas que decir.
Creo en una enseñanza dialógica en que el profesor propone problemas motivadores ante los que es necesario pensar. No me interesan las respuestas definitivas. Yo desde luego no las tengo y no las voy a dar. Es como este blog. Lo que más me interesa no es lo que yo escribo, sino lo que vosotros escribís a propósito de lo que yo escribo (con lo que no suelo estar de acuerdo mucho tiempo). Pienso que la clase debe ser en esencia motivadora. Soy profesor de lenguaje y me apasiona dar clase a muchachos con necesidades educativas especiales a los que hay que estimular para que hablen, para que escriban, para que razonen, analicen, descubran su mundo interior y su reacción ante la realidad.
Creo que la escuela tal como la concibo yo tiene un fuerte contenido existencial. Se encuentran distintas interpretaciones de la realidad sin que ninguna sea verdadera o única. En esa escuela de encuentro, debate y reflexión, me interesa más que nada escuchar, que sepan que les escucho, que me interesa lo que tienen que decir. Yo habré de poner gotitas de dinamita, hábilmente camuflada, para que alguna vez estalle creativamente. Una dosis de explosivo puede tardar varios años en estallar, o tal vez no lo haga nunca. Lo importante es que esté ahí, y que yo, buscando entender lo que pasa ante mí, pueda ayudarles a ser dueños de sus vidas ofreciéndoles las herramientas intelectuales y de conocimiento necesarias para que sepan descubrir su conciencia de un modo lúcido, generoso y autónomo.
Este artículo forma parte de la campaña de reflexión sobre el propósito de la escuela y la educación coordinado por PurposedES
Este artículo forma parte de la campaña de reflexión sobre el propósito de la escuela y la educación coordinado por PurposedES
Es muy grande lo que dices, muy pedagógico, lo dices todo, todo lo que es la educación o la formación que es término más adecuado para ese proceso. Tienes pinta de saber bien lo que haces.
ResponderEliminarMe gusta la honestidad que rezuman tus palabras, la humanidad que destilan, la sinceridad con que expones tus objetivos en la educación que ejerces.
ResponderEliminarSi hay un propósito que debe guiar la educación este no debe alejarse del significado de estos tres conceptos (honestidad, humanidad, sinceridad).
A pesar del empeño de los programas educativos por crear ciudadanos que no sean críticos ni reflexivos, ahí estás tú (y supongo que muchos más) para llevarles la contraria.
ResponderEliminarDiálogo, atención y paciencia, tres virtudes fundamentales en tu propuesta y tres ejes que nunca deberíamos perder de vista. Gracias, Joselu, por ese toque humano que destilan siempre tus reflexiones.
ResponderEliminarLuchamos con las programaciones, nos obsesionamos con objetivos y no debemos olvidar sin embargo que “Educar no es como llenar un cubo,sino como encender una hoguera”(William Butler Yeats). Esta frase y el libro de Krishnamurti "Krishnamurti y la Educación" los tengo siempre presentes para no olvidar lo verdaderamente importante.
ResponderEliminarGracias por aportar esta visión tan necesariamente humana de nuestra labor, que se enriquece y crece con aprendizaje mutuo.
Un abrazo.
Durante mucho tiempo pensé que educar era sobre todo informar. Sin duda es lo más fácil, pero muy insuficiene. Luego traté de conjugar este objetivo con la formación humana, pero no siempre tengo claros los valores que debo desarrollar. Hoy, sin embargo, me gustaría enseñar a los alumnos a ser felices. Pero cómo se puede enseñar lo que no se sabe...
ResponderEliminarAsí estamos...
¿Enseñanza o eneñanzas? Cada día que pasa me convenzo más de que la enseñanza ha de tener una dimensión individual, que el gregarismo del sistema arruina muchas vidas, del mismo modo que salva otras. Lo percibo, sobre todo, en mis alumnos inmigrantes: no atienden nunca a la explicación general que day. Una vgez acabada, levantan la mano y me interpelan: ¿Qué hago?, requiriendo ese trato individual que, en realidad, deberían de merecer.
ResponderEliminarEn la defensa de ese modelo de enseñanza, Joselu, que comparto íntimamente, sólo advierto un posibe reparo de envergadura: la débil frontera que separa la educación de la terapia. Se trataría de evitar el intrusismo profesional, porque un licenciado es un "técnico" del conocimiento, cuya capacidad psicológica o cuyos valores individuales no necesariamente han de ser los que la sociedad demanda del sistema. Los padres no nos "confían" a sus hijos, para que nosotros los convirtamos en "personas responsables", puesto que esa labor ha de ser fundamentalmente de ellos, sino que los ponen en manos de la institución para darles unos concimientos conforme a los que señala el contrato educativo: hasta la ESO, tanto; hasta el bachillerato, otro tanto; en la universidad, el resto. Es, ciertamente, un terreno resbaladizo en el que nos metemos cuando nos consideramos preparados para "orientar" la vida de nuestros alumnos; un riesgo que asumimos con cierta "alegría", pero que muy bien puede acabar chocando con las expectativas familiares o sociales. Considero que disponemos de un gran poder y que hemos de saber administrarlo con exquisita prudencia para respetar la evolución ideológica y emocional de nuestros alumnos. Dicho en otras palabras: consciente de ese poder, más me he ejercitado en morderme la lengua que en darle rienda suelta; más en prescribirme respetuoso silencio que en buscar detinatario.
Somos la ambigüedad andante, es cierto.
P Vázquez ORIENTADOR, en toda mi carrera he tenido como punto crucial que lo que estaba enseñando no era lengua solamente o literatura como una lista de autores, corrientes o tendencias... No, en la medida que he podido desarrollar lo que yo pensaba, he tomado estas asignaturas como un modo de búsqueda de las distintas cosmovisiones de mis alumnos enfrentadas a las de los autores que conocíamos o a los debates que iniciábamos. Los resultados son inciertos, pero no encuentro mayor dimensión para el uso y práctica del lenguaje que debatir acerca de algo con densidad.
ResponderEliminarLu, me gusta ese tríptico con que defines este intento: honestidad, humanidad, sinceridad, y añadiría yo que una inmensa curiosidad por desarrollar modelos de pensamiento. No olvido que para mí la esencia del proceso educativo es propiciar la gimnasia del pensamiento (de lo concreto a lo abstracto, de lo simple a lo complejo).
ResponderEliminarFrancisco, pues sí, en la medida de que se dejen pues los chavales no son siempre permeables o flexibles, estaremos en ese intento de hacerles ciudadanos de la Polis, ciudadanos críticos por supuesto. Y críticos consigo mismos los primero.
ResponderEliminarAntonio, no podemos dejar nunca de lado la esencia dialógica del conocimiento. Lo mejor de nuestra cultura ha venido siempre de la mano de esta perspectiva dual que resume y contrasta modos diferentes de encarar la realidad para intentar llegar a un acuerdo más complejo y rico que será a su vez nueva tesis propiciatoria de un diálogo posterior. Mucha paciencia y humanismo, por supuesto.
ResponderEliminarEsther, la esencia del pensamiento de Krishnamurti es fundamentalmente dialógica. No pienso que haya que orillar los conocimientos, no, pero estos no constituyen por sí mismos, y más en una materia como lenguaje o literatura, un objetivo. Tenemos el lenguaje para comunicarnos, para articular el pensamiento, para expresarlo, para contrastarlo con otros pensamientos... En la medida en que podamos convertir ese instrumento del lenguaje en vehículo de expresión de pensamiento complejo habremos logrado en principio un éxito de gran calado. Bien por traer la frase de Yeats y al pensador indio que tanto considero como propio (nunca diría que lo admiro porque sé que esto sería lo último que hubiera deseado K.). Un abrazo.
ResponderEliminarLuis Antonio, no sé si sé enseñar la felicidad, pero sí una predisposición a gozar con el pensamiento y a conocer nuestra conciencia. No me interesa mostrarles mi conciencia, sino que ellos descubran la suya, para ello el lenguaje es esencial. El que ellos comprenden y el que ellos utilizan. Saber escuchar, comprender lo que se escucha, aprender a pensar, a articular el pensamiento, a expresarlo aunque sea de la forma más elemental (tengo muchachos con muchísimas dificultades, pero eso no impide que abordemos cuestiones muy complejas). Cuando veo que a mis alumnos se les despierta el gusto por pensar y expresar sus pensamientos, creo que hemos hecho algo importante. Un abrazo.
ResponderEliminarJuan Poz, en mis quinientas palabras he querido subrayar la expresión "de modo no invasivo". Esto quiere decir que en mis clases de lengua (mayoría de inmigrantes musulmanes) se abordan temas como la muerte digna, el papel de la mujer, el uso del hiyab, el maltrato moral, la inmigración, la crisis económica, los casamientos forzados... Yo no les impongo ninguna tesis (nunca impongo tesis), lo que propicio es el debate de forma reglada sobre temas que no se suelen abordar pero que pienso que en ese contexto son esenciales, y no es el hecho de que se lleguen a conclusiones que yo pudiera desear, sino que puedan expresarse argumentos razonadamente sobre estos asuntos. Mi función como profesor de lenguaje no es en este caso enseñarles solamente la morfología del sintagma nominal sino enseñarles a utilizar el lenguaje de forma productiva, dialéctica, indagatoria... Jamás me permitiría pensar que yo podría llevarles a determinadas posiciones, pero sí a que contemplen distintas opciones que saldrán de ellos. Mi tarea es facilitar un material motivador X y ejercer de moderador en el debate que se organiza, que es también llevado al lenguaje escrito. Pienso que mi vocación fundamental no es la de asegurar que adquieran unas piezas x al acabar la ESO lo que tal vez es posible en colegios sin una problemática social compleja en que se puede circular libremente por la autopista del conocimiento sin casi restricciones. Mi tarea en un entorno difícil y en grupos necesitados de especial cuidado es la de enseñarles que el lenguaje sirve para algo, y que debemos aprender a pensar y a contrastar nuestro mundo interior. Por supuesto que pienso que esto es proyectable en todos los niveles, pero me refiero fundamentalmente a grupos de adaptación curricular que habitualmente se tiene por desahuciados, y son los que yo más disfruto por la apertura que permiten. Gracias por tus reflexiones.
ResponderEliminarDefinitivamente, compartimos mucho más de lo que puede parecer otras veces... la visión profundamente emotiva y de continuo crecimiento personal que es para nosotros la "escuela" como intentamos que sea para nuestro alumnado, como quisiéramos que fuera para nuestros hijos e hijas...
ResponderEliminarUn lugar y un tiempo en los que poder crecer...
Un abrazo cómplice.
Nicolasa Quidman, creo en una escuela enfocada hacia la complejidad, en la percepción de líneas de pensamiento que lleven a la controversia, a la dialéctica. El problema es que el dichoso currículo (que hubo un tiempo en que me lo cargaba totalmente) nos obliga a ceñirnos a lo dado, a lo necesario y nos hace olvidarnos de lo esencial. Si a crecer le añadimos lo de crecer en complejidad, estamos en la misma línea. Me encuentro a alumnos de segundo de bachillerato que nunca han elaborado una idea, que no han puesto en marcha el proceso de pensamiento de modo personal. Esto es un fracaso del sistema educativo si sólo logramos individuos que sólo saben repetir y copiar en el mejor de los casos. Y esto es lo que me encuentro diariamente. Por ello, pienso que ese planteamiento dialógico supone un desafío a la simplicidad de las ideas que muestran sus aristas cuando las confrontamos. Esto es lo que quería decir. Gracias Nicolasa, gracias por tu cordialidad y comprensión.
ResponderEliminarJoselu, no se si les enseñas literatura, de lo que si estoy seguro es de que les enseñas a pensar...y con eso van sobraos...a partir de ahí todo es más fácil.
ResponderEliminarJoselu, querido colega, siempre consigues que me sienta bien al leerte. Eres sincero y humilde y demuestras una pasión por la docencia poco común. Me contagias tu buen hacer, tu empatía con tus alumnos (un pilar fundamental para todo docente que se nos olvida a menudo), tu manera de enfocar las clases y el trato con los chavales. Hoy el reto debería ser conectar con ellos para poder despertar sus ganas de aprender y descubrir por sí mismos cuanto puedan alcanzar, y sin embargo gran parte de nuestro tiempo se va en burocracia, papeleo, reuniones... cosas inútiles y absurdas que nos consumen y no aportan nada a la enseñanza, más bien la estorban sobremanera. Cuando elaboramos la maldita Memoria mentimos como bellacos porque la verdad no le interesa a nadie. Nos exigen estadísticas que se amolden a "sus" fines. En ellas debe constar el número de aprobados y suspensos, entre otras cosas, pero nadie nos pregunta nunca por nuestro nivel de satisfacción o el de nuestros alumnos, si se sienten felices, comprendidos y atendidos o no, y para mí es lo primordial, más allá de si saben fracciones o literatura. Tú puedes dirigirte a tus alumnos como casi adultos que son, yo me centro en el mundo infantil de los míos, que incluye repartir una tarta de cumpleaños, avisar a los padres si se ponen enfermos, dialogar con ellos a la salida para entender los baches que atraviesan... El colegio funciona muchas veces como confesionario o consulta de psicólogo, la gente se desahoga con nosotros, busca nuestra ayuda. ¿Eso está escrito en algún sitio, lo especifica alguna ley? No, pero es fundamental. Lamentablemente, cuando planteas a algún inspector cuestiones de este tipo cambian rápidamente de tercio y te piden al plan lector, la programación o las competencias, van a piñón fijo, sólo les interesan los resultados académicos, no los personales. Pero qué sería de la enseñanza sin las relaciones humanas, esas que tanto mimamos los que nos sentimos maestros y no sólo "trabajadores de la enseñanza"...
ResponderEliminarCercano (¡por fin!) el fin de curso, me importa más mi balance personal que el curricular. Estoy viva, soy una persona, no una instructora que se limita a transmitir conocimientos y levantar acta de unos resultados. Y suelo sentirme satisfecha, sin dejar de proponerme mejorar cada día.
Un fuerte abrazo, colega.
Me gusta, Joselu, esa posición dialéctica con la que concibes la educación y la enseñanza, ese ir y venir de ti a tus alumnos y de tus alumnos a ti. Lo que tiene de grande y hermoso la educación es que pones, como profesor, tu pequeño grano de arena en la formación espiritual de las personas jóvenes con las que inevitablemente estás llamado a relacionarte. Y es bueno que ese sea un trabajo colectivo, diverso, para que los jóvenes vean diferentes puntos de vista y maneras de entender el mundo y la vida y sepan elegir el suyo tomando de aquí y de allá y tratando de conocerse a sí mismos, que es la ciencia más difiícil que imaginarse pueda, ya lo dejó dicho don Quijote.
ResponderEliminarBuena entrada, certera reflexión.
Un abrao, Javier.
Muy alto te pones el listón, Joselu, tanto para ti como para tus alumnos. Estoy convencido de tu capacidad, pero no tanto de la de ellos. Por otra parte, la idea que propones choca frontalmente con el programa educativo vigente, que sólo prescribe competencias básicas.
ResponderEliminarLa desmasificación de las aulas, con la inclusión de una mayor número de docentes cualificados, es algo que, como apunta Juan Poz, entra en las perspectivas deseables, mas utópicas, sin duda. Significaría retornar a la dualidad alumno-profesor, protegido-preceptor, algo impensable en este mundo rápido, ambicioso y deshumanizador donde esa atención individual pretendida se encuentra, paradójicamente, con el individualismo atenazador de la sociedad, ese mirar para sí sin ver. Lucha de titanes, ¿esfuerzo baldío?
Un abrazo.
Malo, no sé si lo consigo, pero lo intento. Ha sido mi objetivo esencial siempre: un pensamiento dinámico, dialéctico y en constante renovación. No da resultado en todos, pero sí en algunos, y esto es importante. Un abrazo.
ResponderEliminarYolanda, ignoro tanto el balance curricular... El verdadero balance es interior, y, tal vez sólo se ve con años de perspectiva en que puede ser que fructifiquen algunas semillas. Pienso que no se debe trabajar sólo para el instante presente, que también, sino para esas personitas que irán creciendo y entendiendo algunas cosas esenciales. Si me dan a elegir entre lo necesario y lo dado (lo real y pragmático) y lo potencial, lo que genera dudas, plantea interrogantes, remueve los sedimentos aparentemente más lógicos... no hay duda de que prefiero alimentar este segundo aspecto, aunque es difícil de evaluar. Va más allá de las competentecias básicas. Apunta mucho más allá. Y el resultado es incierto. Un abrazo, colega.
ResponderEliminarJavier Quiñones, coincido con tus apreciaciones. Creo que sintetizan bien lo que en alguna manera pretendo. En el fondo es una dialéctica zen, como la que plantean tus haikus. Apuntando al centro del corazón (o del ser). Sin esperar nada, por supuesto. Sólo mediante el ejercicio activo de la observación. Observar es la actitud más profunda y compleja que existe. Me refiero a observar sin prejuicios. Un abrazo.
ResponderEliminarJavier, ¿esfuerzo baldío? ¿?lucha de titanes? El que me parece baldío es solamente intentar cumplir una serie de competencias básicas que no implican nada más allá de ellas. Pienso que nosotros, con una perspectiva mayor de la existencia, podemos ser reactivos y propiciadores de procesos internos que empiecen a apuntarse. No todos los alumnos son susceptibles de ello, pero hay algunos que gozosamente están buscando consciente o inconscientemente. Si podemos darles alguna herramienta útil me parece beneficioso, al menos a mí me hubiera gustado que alguien me las hubiera podido facilitar, no porque no las haya hallado por mí mismo, sino porque pudiera haber dado menos tumbos, haber sufrido un poquito menos... Sé que lo que he manifestado es todo menos humilde, es ambicioso, y tú te has dado cuenta, tal vez por una lectura en consonancia con el texto, abierto a varias interpretaciones. Gracias por tu perspicacia. Un abrazo.
ResponderEliminarOtro ingrediente básico en el proceso de interacción profesor-alumno, me parece a mí, que es el de la humildad, el de comprender que tanto les aportamos a los alumnos como ellos nos aportan. Que estamos en el camino para aprender de los otros. Que todos, absolutamente todos, tenemos algo de qué hablar, algo qué aportar, algo que enseñar, algo que aprender y eso solo puede ser percibido desde una postura de absoluta humildad.
ResponderEliminarMe pareces admirable, Joselu. Tu sentido de la enseñanza es tan distinta a lo que estamos acostumbrados a ver a nuestro alrededor..Es una vocación de servicio auténtica, un afán de transformar en hombres y mujeres a esos chavales que tienes a tu cargo, una entrega y un dejarse la piel misma en el intento, de dejarte a tí mismo, ahí, en ellos.
Y si, por encima de competencias, papeles y papeles y más papeles,de presiones varias, de desconciertos, de ganas de tirar la toalla, se enciende esa luz de la entrega por encima de todo y de todos. Es esa luz la que siempre nos debiera guiar en este azaroso sendero.
Un cariñoso abrazo.
Castilla, tus palabras son generosas, pero los verdaderos protagonistas son esos muchachos a los que hay que infundir confianza en sí mismos así como, si se dejan, orientarles hacia dentro de su personalidad. Le doy mucha importancia al descubrimiento de su conciencia, de su mundo interior... Y sí, no tiene mucho que ver con lo que plantean los planes educativos y la pedagogía al uso y menos la burocracia, que huyo como la peste. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarVerás JOSELU,
ResponderEliminarseguramente y como siempre, serás sólo una sensación mía, pero del JOSELU que leo ahora, después de casi dos años de leerte casi a diario, al JOSELU que encontré al principio, va un mundo. Me encanta leer el mundo en el que estás ahora.
Ilusionado, lleno de esperanza, conocedor de los límites, sin que ello suponga renuncia a las posibilidades que se te presentan. Hay mundo fuera del programa, fuera de las estadísticas, fuera de las notas, fuera de almacenar datos... de hecho, por más que se le olvide a la mayoría, hay grandes personas en potencia, si como comentas las ves así, las escuchas y les permites expresarse... casi nadie lo hace, seguramente porque al propio sistema, parece no importarle nada.
Es comprensible que muchos tiren la toalla, frustrados por la inactividad intelectual de los alumnos, la incomprensión de padres y la sordera del sistema, por eso que tú creas en ello y sigas intentando enseñar a pensar, colocando esas cargas explosivas cuyo detonante puede o no que desencadene la explosión, pero que sin existir, de seguro no lo hará, al menos a mi, me llena de alegría y optimismo.
Como tú, siempre he creído que aun el más zoquete, desmotivado y pasota de los alumnos si se le toca la tecla adecuada, si se le da tiempo y encuentra la motivación necesaria para hacer el esfuerzo imprescindible, puede sorprenderse y sorprender a propios y extraños. El mundo está lleno de genios desperdiciados a los que nadie dio la posibilidad de desarrolarse. Este sistema mercantilista y pragmático que nos hemos impuesto hasta en el saber, se lo carga a todo, llenando el mundo de corderos que van por donde se les dice y punto se terminó.
Dar el mundo por perdido, es más fácil que luchar por él, todo está en proceso de cambio y sólo si creemos de verdad que se puede, cambiará. Luego, hay que poner los medios, pero lo primero de todo es creer que hay posibilidades, eso es lo que más me gusta de lo que te he leído, crees en la existencia de la posibilidad, sin duda hoy, para mi, la mejor noticia.
Mil gracias JOSELU, me gusta leer esto un lunes;-)
Un beso muuuy grande.
Ojalá contagies a muchos...
Aquí mismo los hay y... da gusto leeros.
Gracias otra vez.
Para mí,trabajar en la enseñanza no supone un paréntesisen la forma de desenvolverme día a día.A clase ,vienen personas con necesidades concretas.Intento ofrecer lo que buscan,con honestidad y siempre pensando que la reciprocidad ,yo también estoy aprendiendo,nos lleva por el buen camino.Creo recordar que era Paulo Freire quien aseguraba:"Nadie educa a nadie,nadie se educa solo.Las personas nos educamos en unión ,mediatizadas por el mundo".Creo que esta sabia propuesta,en horizontal,nos da el protagonismo suficiente a tod@s,para sentirnos partícipes ,colaboradores ,para sustituir el rol de meros transmisores o receptores.
ResponderEliminarAhora no sé si toca diculparme.He mirado ,un poquito por encima,el blog,y os conocéis.Yo soy nueva.Si he desentonado en vuestra xposición,lo siento.No quería perder la ocasión de pronunciarme.
Estoy dando francés y lengua en un IES de Madrid.