Quiero traer a este blog algunas reflexiones que me han venido de una conversación hace quince años con Clara Valverde, enfermera en salud pública, autora de un par de libros, uno de ellos En tránsito, de sueño en sueño, que recoge sus experiencias de cuatro años de convivencia con los indios cri, una tribu que vive a mil quinientos kilómetros de Montreal en la provincia de Quebec. Clara Valverde tiene una intensa vida intelectual. Su padre fue el inolvidable catedrático de literatura José María Valverde que se exilió en Canadá con su familia en 1967 tras solidarizarse con el profesor Aranguren, represaliado por el régimen franquista. Clara vivió allí buena parte de su vida hasta que hacia 1994 se vino a España donde se quedó. Su alma está entre el mundo de su adolescencia y juventud en la provincia de Quebec, y los dieciséis años que lleva en Barcelona.
Recuerdo que estuvimos hablando durante una cena intensa, y me dijo, entre otras muchas cosas, algo que quiero traer al blog. Era 1995. Me dijo que veía una gran diferencia entre la juventud que se vivía en Canadá y la española. Los jóvenes canadienses parecían estar de vuelta de todo, como si nada fuera capaz de sorprenderles y parecían estar quemados. En cambio los adolescentes españoles que ella veía en 1995, a través de su labor profesional en institutos, conservaban una inocencia asombrosa, no se les veía quemados y miraban el mundo como si fuera capaz de sorprenderles. Aquello me pareció obvio porque formaba parte de mi experiencia docente de aquel tiempo. No era difícil estimular la curiosidad de los adolescentes. Había muchas cosas que los maravillaban y mostraban su entusiasmo.
Clara me dijo que otra diferencia que observaba era, por el contrario, que los adultos de treinta años en Canadá eran muy positivos y emprendedores, pero, en cambio, en España a esa edad le parecía que la gente estaba imbuida de un pesimismo considerable. Estas observaciones me llamaron la atención porque eran acertadas en lo que se refería a nuestro país pero desconocía el posterior desarrollo de esa cuestión.
2010. Quince años después, escribo sobre el asunto. Tengo la impresión de que lo que me comentó sobre la juventud canadiense, se ha instalado hace ya años en España. Los adolescentes y jóvenes parecen estar de vuelta de todo, pocas cosas les interesan o sorprenden, como si lo hubieran visto ya todo. Es difícil suscitar su curiosidad, y se hunden en un conformismo y conservadurismo que a mí, personalmente, me enerva. Desconocen la sutileza de las cosas sencillas –o la pasión del conocimiento- y sólo parecen salir de su letargo mediante emociones estresantes o espectaculares.
¿Qué ha pasado? ¿La sociedad de consumo en década y media nos ha devorado? ¿Los medios y la cultura del espectáculo han saturado la capacidad de sorprenderse? ¿El inicio de las relaciones sexuales años antes les lleva a sentirse prematuramente quemados y experimentados? ¿Qué les vamos a contar los adultos a ellos, que ya han vivido? ¿La tecnología hace ininteresante todo lo que sucede fuera de ella? ¿Ha decaído la capacidad de atención? ¿El sentimiento o la idea interiorizada de que sólo lo placentero vale crea una fragilidad extrema ante el dolor de la vida que se considera insoportable? ¿Tener todas las posesiones materiales les hace incapaces de sentir deseo?
Todo son preguntas. Vuelvo a aquella conversación y recuerdo las emociones que suscitaban en Clara Valverde los recuerdos de su tiempo con los indios cri. En buena medida le cambió su percepción de la vida, de lo racional, de los mundos considerados primitivos (con condescendencia por los arrogantes occidentales). Allí aprendió el valor de la sensibilidad.
Me imagino a mi decena de desorientados y abúlicos muchachos de segundo de bachillerato viviendo un año en las praderas de Canadá con los indios cri. Pienso que volverían transformados, en buena medida civilizados y cargados de sensibilidad.
Nuestra sociedad está enferma.
"Nuestra sociedad está enferma"
ResponderEliminarDesde luego, y gravemente.
Creo que no estoy de acuerdo, Joselu, no debemos generalizar. O al menos yo no los percibo así. No los veo conformistas ni conservadores, y sí con capacidad de sorprenderse y disfrutar de las cosas nuevas que van descubriendo y aprendiendo. Por supuesto no todos son así; pero tampoco lo éramos hace 15 años o 20 años. Aunque te doy la razón en eso de que el mundo está enfermo. Como dice Galeano: "Vamos directos al desastre, pero en qué cochazos!!"
ResponderEliminarSaludos
UPC
Me temo que tienes razón al diagnosticar que nuestra sociedad está enferma, pero también es cierto que con harta frecuencia tendemos a idealizar a los jóvenes de generaciones pasadas sin tener en cuenta la modificación sustancial que han sufrido las circunstancias de unos y otros... Nosotros, los supuestamente adultos, también hemos cambiado y no sé si para bien...
ResponderEliminarUn cordial saludo
Su forma de ver las cosas, desde luego, es muy otra. Hoy les he puesto a mis alumnos de 4º de ESO el vídeo que hicieron Radio Futura de su adaptación de Annabel Lee, de Poe. De las miles de cosas curiosas que podrían comentarse tanto del texto como de la música y las imágenes, al más listillo sólo le ha llamado la atención lo primitivos que eran los efectos especiales (que, eso sí, ha sabido enjuiciar muy técnicamente).
ResponderEliminarEn general, predomina (o esa impresión me da) la sensación de que sólo lo rabiosamente actual, debidamente bendecido por los medios de formación de masas, es real y puede tomarse en serio. Cuando lees los comentarios en Youtube en que algún adolescente encuentra la versión original de alguna canción masacrada por el revival y opina sobre ella (prefiriendo, pongamos, la versión de no sé quién de Operación Triunfo a la de Otis Redding, que suena viejuna), se siente con toda la crudeza el impacto, la completa incapacidad de observar su propio entorno con perspectiva.
ResponderEliminarPienso que cada segmento de la sociedad tiene una forma peculiar de responder a las circunstancias... pero generalizando acerca de la juventud canadiense, dire que se les educa a no tener miedo. Son educados a confiar en sus habilidades para tomar riesgos (calculados) y poder volar por cielos que les permita su desarrollo. Estos muchachos no estan quemados, ellos estan acostumbrados a sacudirse las ideas represivas, tabus, dogmas, etc. Es por ello que dichos jovenes al contar con treinta años son muy positivos.
ResponderEliminarOjalá esta putefracción nos lleve a crear una nueva vida Joselu. Que utópico e ideal se hace la idea de vivir en praderas, ¡qué tentación!
ResponderEliminarUn abrazo!
No se debe generalizar, estoy de acuerdo con ese comentario.
ResponderEliminarY es raro cómo funciona la memoria, porque tu recuerdo de Clara Valverde, me trae a mi otro, de una semana cultural en mi instituto hace 15 años, en el que asistí a una charla sobre la cultura india norteamericana y este recuerdo me lleva a otro de esos días, en el que también fui a una proyección de un documental sobre el holocausto, boicoteado -mediante un mando distancia- por unos estudiantes más jóvenes que yo.
Quiero decir, la falta de motivación es algo en primer lugar personal y que funciona sin entender de diferencias generacionales.
O quizá es sólo que ese cambio generacional no me pilló por los pelos, y sólo me quemó un poco el trasero.
También es cierto que la apatía se puede convertir en una tendencia generalizada, como en el momento actual. Y nuestra sociedad, sí, está enferma y son los más jóvenes -y los ancianos, también indefensos contra el sistema- los que sufren las peores consecuencias.
Los chavales viven bajo un manto de sobreprotección moral por parte de sus padres y de desatención de derechos y deberes por parte de las instituciones y eso es lo que provoca una falta de interés, motivación y como resultado ese comportamiento de "estar de vuelta de todo".
Tengo un sobrino de dieciséis años, mal estudiante y "muy consentido", al que sus padres dan todo lo que quiere y por el cual pagan una escuela privada que no aprovecha. Sin embargo cuando el chaval demuestra interés por ciertas actividades , cómo la música -quiere aprender a tocar la guitarra- o el deporte, sus padres se lo niegan. Mi hermana, alude a motivos económicos, pero sospecho que se trata de que para ella es más cómodo tenerlo en casa delante de un videojuego o enganchado a internet hasta que se tenga que insertar al mundo laboral.
Y es que la realidad es que muchos padres no quieren que sus hijos se enfrenten a la vida, a la realidad, a los sueños...
Esta sociedad propensa al adoctrinamiento, con padres sobreprotectores y políticas de desatención social y económica va encaminada a la formación de autómatas intelectuales y trabajadores robotizados.
A mi cuando me invade el pesimismo, pienso que en el peor de los casos, esta situación nos estallará en las manos y esos chavales se nos comerán vivos cuando por fin despierten. Y luego... paradoja, voy y me pongo contento por ellos.
Esteban, efectivamente, quien dio esa charla fue Clara Valverde. Es una maravilla que lo recuerdes. Ahora está seriamente enferma pero sigue luchando contra su enfermedad y la apatía de la administración y la sociedad.
ResponderEliminarEn cuanto a que despierten estos chavales, me temo que no. Se lo encontrarán en el camino y no tendrán vuelta atrás porque están formados en el conformismo político. No sé muy bien cuáles sonlas causas, pero la realidad es esa. Apatía y rebeldía ante el esfuerzo.
Y sí, te tocó una generación que no vivió por los pelos ese cambio educativo.
Es tal el avance de esa enfermedad social que ya hemos entrado en coma, prácticamente muertos. Y aunque otro mundo es posible (insisto) probablemente no será viable con quien siga en estado de semiinconsciencia, probablemente...
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo.
Pues por mi poca experiencia docente, yo veo lo siguiente: los alumnos de 1º de la ESO aún conservan su capacidad de asombrarse y la curiosidad por dar respuesta a hechos que ocurren a su alrededor. No todos, evidentemente, hay ya bastantes que son apáticos y están muy desmotivados y te miran como diciendo "qué me vas a contar a mi que yo ya no sepa". Pero conforme avanzan los cursos, este porcentaje de alumnos desinteresados va en aumento. Ya en 4º es difícil encontrar algún alumno con curiosidad, con ganas de aprender por aprender.
ResponderEliminarEs algo que siempre me he preguntado: ¿Por qué ocurre esto? ¿Cuándo, y por qué, se pierde la curiosidad en los adolescentes, innata, por otro lado, al ser humano?. Creo que no hay una única respuesta, sino que es un problema de muchos factores. Uno de ellos, que se me ocurre, es que en el instituto les hablamos de cosas que ellos no encuentran en lo que es, tristemente, sus únicas ventanas al mundo: internet y la televisión. Es como si, para ellos, estuviéramos en otro mundo aparte. Antes, creo que los profesores eran una de nuestras principales ventanas al mundo, una de las vías que teníamos para comprender (y comprendernos) todo lo que nos rodea. Nos daban respuestas. Ahora, tristemente, sólo interesan otro tipo de cuestiones, de las cuales no les hablamos en clase.
Y no estoy abogando por un cambio de contenidos, creo que es necesario para la formación integral de cualquier persona recibir todas las materias que impartimos. Realmente, no se si hay una solución, si es que la hay. Porque tal y como está la escala de valores hoy en día, veo de difícil solución este problema.
La juventud de hoy parece que vuelve, no que va. Lo malo es que no sé de dónde vuelven porque no han ido a ninguna parte. Cuando un alumno de segundo de ESO pone en tela de juicio mis clases de tutoría en las que trato de suscitar y enseñar técnicas de estudio, porque según él esto está pasado de moda y no vale para nada, me entra una extraña sensación que me hace ver que como tú decías, nuestra sociedad está enferma. Ya sé que caer en aquel manido "cualquier tiempo pasado fue mejor" es quejarse sin saber bien de qué. Pero algo les pasa a estos adolescentes que no parece que se interesen por nada, que todo lo tienen, y que por tanto sólo aspiran a tener un buen coche. Tal vez los tiempos que corren tampoco ayuden a crearse expectativas, porque nuestros políticos nos las eliminan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Con el estómago saciado y sin apenas límites en el ocio y los placeres adultos, ¿cómo queremos que nuestros jóvenes sean revolucionarios? Con unos medios que ofrecen lo que quieras cuando quieras, ¿cómo ofrecerles algo que les sorprenda o despierte su curiosidad? Desde luego, ese lugar en el que florece la novedad no es el instituto, pues año tras año siguen viendo sujetos, predicados, mínimos comunes múltiplos y estructuras de la célula.
ResponderEliminarAl hilo de lo que mencionas, Manuel Cruz publicó un artículo sobre la capacidad de asombrarse de los jóvenes actuales: "Amar la duda". No sé si es ésta una sociedad enferma, pero lo que parece evidente es que nuestra generación y la anterior están llevando las cosas bastante mal; quizá, como apunta Esteban, esa sobreprotección nos esté saliendo por la culata.
Se me olvidó el enlace: "Amar la duda". Saludos.
ResponderEliminarEl debate está servido. Quiero intervenir poco y dejar que las ideas circulen. Un profesor cualquiera disiente de mi planteamiento y argumenta que no se puede generalizar. Claro, pero si se pueden establecer corrientes dominantes en las distintas épocas. Ya sé que en el mayo francés no todos los estudiantes franceses salieron a las barricadas y a levantar adoquines, pero podemos intuir que fue un momento especialmente activo y rebelde en lo que se refiere a la juventud. Ya sé que ahora hay jóvenes implicados y comprometidos con la solidaridad internacional, que disfrutan a solas de la poesía, que anhelan otro tipo de sociedad y que se sienten mal en este estado de cosas. Me escribo con ellos. Hay juventud rebelde, claro que sí, pero no son las tendencias generales que abundan en apatía, en conformismo, en renuncia a los ideales que no sean pragmáticos y materiales, en falta de curiosidad, en falta de convicción hacia lo que les transmitimos, en desgana hacia el esfuerzo. ¿O yo vivo en una dimensión distinta? Yo hablo de lo que veo cada día y no veo curiosidad intelectual. A veces veo mucho más interés en alumnos bereberes, llegados hace dos años a España que en los nacionales. Un saludo.
ResponderEliminarAntonio, había leído el artículo de Manuel Cruz y en cierta manera está también en el fundamento del post. Me gustaba la tertulia en la cadena ser en La ventana de Gemma Nierga en que debatían Manuel Cruz y Manuel Delgado. Era un placer escucharlos. NO sé si siguen, pero ya no coincido en poderlos escuchar. Estoy de acuerdo con el artículo.
ResponderEliminarMiguel, mi reflexión no está inspirada por el desencanto, ni por la desesperación, sino por un intento de lucidez que me lleve a intentar comprender. Y sí ciertamente, un año en las inmensas praderas de Canadá, lejos de la civilización, a cuarenta grados bajo cero en invierno, haría reaccionar a estos viejos prematuros, porque es lo que son. Un joven conformista y quemado es lo más parecido a un señor de la tercera edad, pero sé que entre estos hay muchos que son capaces de luchar y tener ideales pese a sus limitaciones y sus enfermedades. La juventud actual -en líneas generales- brilla a muy poca altura.
ResponderEliminarAnónimo, coincido plenamente palabra por palabra en lo que dices. Me gustaría que me volvieras a visitar. Tus palabras podrían ser firmadas punto por punto por mí. Me has entendido perfectamente y yo a ti. Un cordial saludo.
ResponderEliminarHola, Joselu.
ResponderEliminarRevivo el espíritu indio con cada lectura de Ojo de Nube cada curso. Ojalá hubiera unos cuantos indios Crow entre nosotros.
No puedo aportar mucho más sobre el tema. Sólo añadir que los jóvenes no están más saturados de emociones y sensaciones que el resto de la sociedad. Y a la vez desorientados. ¿En qué se diferencian de los adultos a los que nos sobran aparatos y comodidades por todas partes? ¿Quién está dilapidando el patrimonio natural del planeta a ritmos vertiginosos e irreversibles? Los políticos que vemos cada día mentir, hacer el ridículo y robar no son adolescentes precisamente. Incluso en su día seguro fueron alumnos brillantes, curiosos e inquietos. El mundo occidental entero, de niños a ancianos, ha perdido el juicio mientras los otros países intentan comer.
Los niños de quinto y sexto están bien orgullosos del comentario que les ha dejado en su entrada sobre la lectura un profesor de lengua de un instituto catalán.
Un saludo.
Ignoro cómo viven los índios del Canadá o de Texas...si es que queda alguno.
ResponderEliminarAparte de esa cosa pseudofilosófica y tan new age (espero que esté bien escrito) sobre el bucolismo y el buen salvaje...Seguramente la realidad sea distinta a la percepción que en Europa tenemos de ellos. Ya, ya se que hace años que no viven en Tipys y que ya no cazan el bisonte...y que seguramente vivan mejor que nosotros, sobre todo en calidad de vida y medioambiental.. Pero les llegará. La apatía, la negligencia y dejadez, la fomenta el Sistema. Y a un par de sencillos ejemplos me remito. Hace años inventaron las falsas corbatas...las del nudo con un ganchito...¿Cuántos sabemos hacer el nudo simple o el Wilson?...cada vez menos. Hace unos años era extraño ver unos zapatos sin cordones...salvo los “Castellanos” no aptos para todos los bolsillos...hoy en día cada vez son más los chavales que no saben hacerse la lazada de los cordones...para eso está el velcro....¿Cuántos sabemos hacer un nudo corredizo, o el nudo cochinero de toda la vida? Nos han acostumbrado a lo cómodo al “que lo haga otro” me recuerda esto el capítulo de los Simpson en el que Homer se mete a Concejal de limpieza y terminan como terminan, como el rosario de la Aurora. Ese es el futuro que nos espera si no cambiamos y pronto este presente tan poco halagüeño. Tu como profesor sabes más que yo sobre el Plan Bolonia...y su aplicación en nuestro País. Conociendo el patio y como se hacen las cosas por estos lares...¿Cuántos inútiles con título vamos a tener?
Ya te lo he comentado JOSELU,
ResponderEliminarpuede que efectivamente el mundo que te rodea, no sé si es la sociedad catalana en general, o el centro donde y lo digo con pena "desgraciadamente" te toca desarrollar tu trabajo, efectivamente está en la cresta de esta ola de desencanto y apatía, que es verdad que afecta un poco a todos, pero no en le grado agudo que tu la sientes, creo. Sinceramente, yo que estoy en la cuarentena, no recuerdo que mi generación fuera muchísimo más entusiasta que la de ahora intelectualmente hablando, si quieres más comedidos, según quienes, claro, quizá habíamos trotado bastante menos que los de ahora, pero te puedo asegurar que a mi con 16 años, me metieron con calzador a la Celestina, por ejemplo exactamente igual que se la tenemos que meter a hora a nuestros hijos, luego con el tiempo la cosa cambió, mucho, muchísimo te diría yo...
Siempre se tiende a idealizar el pasado, pero yo miro a mi hija de 16 y en general veo repetidos más o menos los míos. No creas que observo tantísima diferencia y seguramente porque no se me ha olvidado como era yo a su edad, me entiendo bastante bien con ella y comparto muchísimas cosas. Desde luego muchísimas más que las que yo compartí con mi madre entonces y con muchísima más complicidad que la que yo tuve con ella, con mi padre fue otra historia.
De todas formas, reconozco que el exceso de todo sí que les ha matado cierta capacidad de asombro de ilusión y del deseo, que yo sí que recuerdo tener a su edad. Pero también supongo que yo me asombraría menos, que por ejemplo mi padre, cuando en su infancia, pues no sé, llegaba el circo a la ciudad.
Creo que cuanto más primitivo es un pueblo, más ingenuo y más genuino. Circunstancias que ayudan muchísimo a apreciarlo todo, a sentirlo todo y a valorarlo todo mucho más. La sensibilidad sin embargo, creo que es algo consustancial a cada individuo, unos nacen con ella hiperdesarrollada y otros, me temo que hiperatrofiada o una y otra cosa, se va produciendo a lo largo del tiempo en función de las circunstancias que a cada uno le toque vivir.
Todo es un proceso y depende de si la estimulas y la educas o la dejas anquilosarse. Como sucede con el oído para la música, el olfato para los olores o lo que sea.
Supongo que no tiene nada que ver crecer en una pradera inmensa, rodeada de bosques de cedros, abetos y pinos bajo la inmensidad del cielo. A crecer en un piso, en medio de una colmena de edificios donde tu único horizonte empieza y termina en la pantalla del ordenador o la TV.
El oído, el olfato, el tacto y todos los sentidos de los primeros perciben y sienten una naturaleza hermosa en medio de la que se mueven. Los segundos tienen sus sentidos mucho más aletargados y eso trasciende a como lo perciben todo.
En algunas cosas puede que nuestra sociedad esté un poco enferma, pero consuélate, mira la sociedad alemana durante el régimen nazi por ejemplo...
Segurísimo que Clara Valverde es una grandísima afortunada por lo rica y variada que fue su existencia, pero dales tiempo a nuestros jóvenes, a tus jóvenes ¿quien sabe si dentro de 15 años, alguno de esos alumnos tuyos que ahora mismo te desesperan por apáticos no te sorprenden? :-)
Un beso grande JOSELU y feliz finde largo.
Hoy un alumno de 1º de bachillerato me dijo que para qué quería él dominar más vocabulario si, total, con lo que sabe, le llega y le sobra para sus ambiciones en la vida (lo de ambiciones lo añadí yo, él no supo expresar bien esa idea). En la vida desea ganar lo suficiente para gastarlo el fin de semana. No creo que termine el bachillerato (en realidad, no sé como llegó a él, o lo que es peor, sí sé como llegó aquí). Si le hablasen de los indios cri los despreciaría, porque desprecia todo lo que ignora, que es mucho. Me aterra pensar que ese tipo humano es cada vez más frecuente y nosotros, desde nuestra posición de enseñantes, no podemos hacer nada cambiarlo. Estos bosques siniestros no nos dejan ver los arbustos fuertes, persistentes y callados que tenemos en las aulas: hoy, también, una alumna del año pasado que ahora está en 2º de bachillerato me pidió que le prepare una lista de libros de autores clásicos para leer en verano. Está leyendo a Buero Vallejo y le encanta. No sabía que el dramaturgo hizo el retrato famoso de Miguel Hernández. Ella también es una dibujante estupenda. Hará Bellas Artes. Mi alumno búlgaro de 1º de ESO ha descubierto un universo en la biblioteca, ya se llevó dos libros.
ResponderEliminarPrefiero pensar que no todo está perdido, sería terrible. Pero sí, es cierto, la sociedad está enferma, y lo peor de todo, es que se niega a tomar la medicación.
Un abrazo.
Gracias, Hortensia, María, Malo, José Luis Capilla, Antonio, Miguel, Anónimo, Javier, Esteban, Buscador de corazones, Silvia Porras, Al59, Luis Antonio, Un profe cualquiera, Frikosal. Estoy preparando un texto para el aniversario de Miguel Hernández que esperemos estalle mañana en la red. Un cordial saludo a todos.
ResponderEliminarGracias a ti, Joselu, por este estupendo blog.
ResponderEliminarYo también suscribo tus palabras una por una y siento que nos hemos entendido perfectamente.
Seguiré de cerca tu blog, tenlo por seguro.
Anónimo 1 (Layla)
Hola, JOSELU
ResponderEliminarEstoy tan de acuerdo con el comentario de Maria que empieza "ya te lo he comentado, JOSELU"...
Tengo 21 años y me gusta mucho tu blog. Sólo te dejo esta frase de Javier Urra que creo que puede que te ayude en la búsqueda de "las causas":
"La gente se asusta mucho, pero el problema no está en la televisión, no está en el teléfono, no está en internet, no está en las redes sociales, está en gente con falta de moral. Los jóvenes estáis con un altísimo nivel de información pero creo que no tanto de formación. Hay que ir menos rápido, hace falta dominar el tiempo psicológico, no sólo el cronológico"
Y otra:
"No es lo mismo información que conocimiento. Si quieres conocimiento, tómate tu tiempo cuando leas información"
Hoy todo va muy rápido. ¿Cómo vamos a tener los jóvenes un cerebro bien formado para la vida si NO HAY TIEMPO? O mejor dicho, sí lo hay pero NO SE VALORA? Lo que es lento, viejo, y que da poco beneficio no se quiere actualmente...Los contras de este capitalismo...(que no digo que no tenga pros).Para estudiar bien, para conocery analizar, se necesita TIEMPO. ¿Internet, los mass media, el tuenti y sus derivados a cada cual más superficial favorecen a ello? No...
Cuidado con las TIC y este mundillo digital. Que no es humano...Y tenemos que ser conscientes de ello a la hora de usarlo.