sábado, 12 de junio de 2010

Mi barrio

Escucho a través de spotify The man I love interpretado por Lionel Hampton en su álbum Revisited. Me serena y me anima a escribir un nuevo post que lleva unos días rondando por mi cabeza. Me encanta observar a la gente y a través de sus gestos, fisonomía, aspecto, forma de andar o de sentarse, hacerme una composición de su vida y de su interpretación del mundo. A veces me fijo en alguien e imito su modo de caminar sin que se dé cuenta. Hay multitud de maneras de hacerlo y todas reflejan algo muy nuestro, que tiene que ver con el núcleo de nuestra personalidad.

Hay un camarero de unos treinta años con gafitas, que lleva un largo delantal negro que camina cómicamente. Pasa por las mañanas por mi calle. Yo le sigo y me encanta imitar su forma patosa de andar que parece que va apoyándose en muelles, algo así como el pato Donald. Abre los pies marcadamente hacia fuera, y sus manos se bandean fuertemente hacia delante y hacia atrás. Otras veces me lo encuentro de frente o está parado en la papelería viendo los titulares de los periódicos y le saludo. No nos conocemos de nada salvo que he ido varias veces a su restaurante, pero nunca hemos cruzado palabra. Sin embargo, le saludo: Bon dia. Él se queda desconcertado unas décimas de segundo -tengo la impresión de que es muy despistado- y de pronto, como una flor, se abre en una sonrisa hermosa y unos ojos llenos de brillo y me contesta con una voz modulada y cálida también Bon dia. Es tan expresivo y hay tanta alegría en su saludo que pienso si no será un maestro zen o un samurai porque es difícil de llenar de tanto contenido una fórmula tan trivial como un buenos días.

(...)

El otro día en el consultorio de mi barrio, mientras esperaba para que me hicieran una ecografía abdominal que miraría por dentro mi hígado, mi pancreas y demás vísceras, llegó una pareja ya mayor, cercanos a los setenta años. Caminaban con dificultad, arrastrando los pies, y su gesto estaba lleno de enorme cansancio. El rostro de los dos era feo y triste como reflejando una vida desaprovechada y llena de aburrimiento o de desolación. No podía infundir su fisonomía, ajada y maltrecha, mayor melancolía o amargura. Sin duda allí había una vida enormemente triste y la relación entre ellos estaba marcada por la desilusión, la rutina y un infinito desfallecimiento o grisura. Sentí lástima. Sin embargo, hubo algo que cambió todo. El hombre se puso unas gafas bifocales pequeñitas y sacó un libro que llevaba en el bolso de su mujer. Me lo quedé mirando fijamente intentando atisbar qué estaba leyendo. Soy un curioso impenitente y me fascina lo que lee la gente. La mayor parte son bestsellers que no son nada significativos, pero a veces hay alguna sorpresa. Por ejemplo, en aquel hombre gris cuya vida había juzgado: estuvo leyendo durante diez minutos, hasta que le llamaron, La sonata a Kreutzer de Lev N. Tolstoi. Si recuerdan el argumento de aquella pequeña pero corrosiva novela, trata de la historia de Pózdnyshev, un hombre que se casa enamorado pero pronto descubre el fracaso de su matrimonio ante la rudeza de la vida cotidiana. Es una disección en que se enjuicia el matrimonio como una prostitución legalizada por la iglesia. Es un libro que levantó ampollas y que hirió profundamente a la mujer de Tolstoi. Pózdnyshev termina asesinando a su mujer. Aquel hombre que estaba observando se me iluminó con una nueva luz. ¿Qué sabía en definitiva de él? Estaba leyendo un libro poco común en que se arremetía contra el contrato del matrimonio y acababa dramáticamente. ¿Qué había en la mente de aquel hombre aparentemente gris? Seguía leyendo extraordinariamente concentrado y entonces su mujer le hizo un gesto para indicarle que les llamaban poniendo sus manos en las suyas en un gesto de ternura y compañerismo. Cerró el libro, se puso de pie con dificultad y entraron ambos a la consulta del médico. Me quedé pensando en lo sorprendentes que son las personas.

Hoy, ir más lejos, he ido a la bodega de mi barrio a comprar unas cervezas y un tetrabrik de vino barato para cocinar, Don Simón, el vino español más vendido en el mundo. Me gusta esta bodega porque allí la gente se toma un vasito de vino o una cerveza y pega la hebra con la bodeguera o los paisanos que recalan por allí. Es como un remanso de sosiego y comunicación que me encanta aunque yo no soy muy dado a hablar. Me cuesta enhebrar el hilo. Prefiero, como Galdós, observar maravillado a la gente, escuchar sus historias. Como la de aquel hombre comunicativo y parlanchín que a propósito del vino barato que yo compraba, se ha puesto a recordar cuando tenía dieciocho años y se iba a trabajar a la obra. Su madre le hacía, según ha contado, un bocadillo de barra de medio kilo a la que le quitaba solamente el coscurro. La llenaba de los ingredientes del cocido: ternera, chorizo, morcilla, pollo, y le añadía escalivada… Él paraba a las nueve a almorzar y sacaba su enorme bocadillo, iba al bar donde se pedía una botella de vino fresquito y se sentaba a comer con un placer propio de los dioses que me ha evocado en una imágenes que eran un cuadro precioso de su juventud cuando podía meterse una grandísima barra de pan bien rellena, y que ahora a sus sesenta años y su prominente barriga, le serviría para toda la semana.

Las personas son extrañas. Observarlas es uno de los ejercicios artísticos más extraordinarios que existen. En el fondo tengo una vocación de actor que me llevó en tiempos a interesarme por los gestos y actitudes de las personas con que me cruzaba e intentar penetrar discretamente en su vida para llevarlos a escena. Detrás de cada persona hay un misterio al que se tiene acceso si uno es capaz de observar cuidadosamente. Hay tanto que comunicamos con nuestras miradas, nuestra forma de caminar, con nuestra voz… que entiendo que algunas personas aprendan a neutralizar sus movimientos, sus tonos, sus gestos… para que no los capten, pero hasta eso es revelador. Y a mí me gusta indagar en ese mundo inmenso que es la otredad.

27 comentarios:

  1. Da gusto leerte Joselu, da gusto.

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  2. Es un placer observar a las personas, a las parejas, a los niños. Yo también soy muy aficionada y sobre todo me fijo en los matrimonios ya entraditos en años y me paro en detalles para intentar averiguar si están aburridos de estar juntos toda la vida. Casi siempre los veo así, cansados el uno del otro, riñendo pero en el fondo queriendo seguir juntos aunque estén viviendo una vida no demasiado intensa. No los envidio. Un abrazo y tu barrio me ha encantado. Lola

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  3. "Hay tanto que comunicamos con nuestras miradas, nuestra forma de caminar, con nuestra voz… que entiendo que algunas personas aprendan a neutralizar sus movimientos, sus tonos, sus gestos… para que no los capten, pero hasta eso es revelador. Y a mí me gusta indagar en ese mundo inmenso que es la otredad."

    Sí Joselu, eso es totalmente cierto. Pero no es fácil neutralizar los movimientos, ni la voz, ni la forma de caminar,...Mira que lo intento pero no me es posible.
    Lo que sí logro es observar a los demás, sus gestos hablan al igual que los míos.
    Me ha encantado esta entrada, descubres tu mundo interior, tu forma de "caminar".
    Un saludo.

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  4. Curioso e interesante, como siempre Profe.
    Esa curiosidad que esconde los gestos quizás sea en el fondo una forma de querer ver lo que nuestros ojos no puede mirar.
    Me imagino que conocerás la serie Miénteme, aquella que quiere describir las mentiras a través de los gestos, como si eso fuera lo único interesante lo que ofrece los gestos, y he aquí tú, dando un paso de humanidad a los mismos.

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  5. Dios, qué preciosidad de texto. Felicidades, y un abrazo, Joselu.

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  6. Intentar descubrir al otro, también dice mucho de ti, Joselu... Descubriendo a los otros, te descubrimos y te conocemos a ti y, como lees, nos gusta. Saludos preveraniegos, época especialmente de observación del otro...

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  7. Anónimo, me encanta descubrir lectores emboscados que en momento pueden apreciar lo que se escribe con enorme ilusión. Un abrazo.

    Lola, aquella pareja me dio una impresión de estar tremendamente gastados, pero luego hube de componer una imagen más compleja y misteriosa.
    Gracias, Lola, es un placer encontrarte en este fin de semana.

    Recuerdos perdidos, cuando uno escribe también se está dando a conocer, se revela, y en este entramado de escritos que es este blog, me gustaría que se entendiera como las contradicciones de un hombre en un siglo que no es el suyo puesto que pertenece a otro. Somos pura contradicción, al menos yo. Y en cada ser humano se nos revela el magma extraño, hecho a base de retazos, de la personalidad humana. Un abrazo.

    Ex-compi, no conozco la serie que citas. Me temo que no veo apenas la televisión. Cuando tengo que elegir entre la tele o mi blog o la lectura, no me cabe duda y me pongo a escribir o leer. Nuestro mundo interior es esencial. Enriquecerlo, hacerlo crecer, en compañía, en cercanía a los demás. Un abrazo.

    H., gracias por tus generosas palabras desde el sur, al que este verano me quiero acercar. Quiero recorrer Jaén. Tengo una cuenta pendiente con esa tierra. Espero no achicharrarme con el calor en Cazorla y en sierra Mágina. Un abrazo.

    Marcos Cadenato, época de observación del otro y de las otras, qué narices. Esta es la parte oculta de nuestras observaciones que nunca confieso a nadie, pero existe con enorme intensidad. Un saludo preveraniego desde el Mediterráneo.

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  8. La palabra "barrio" es la palabra mas querida en mi diccionario personal. Me trae recuerdo de familia, amigos, estaciones, amor, tardes llenas de colores... tiempos hermosos que forman parte de un album repleto de fotos.

    Es curioso pero yo no puedo recordar caras, pero puedo describir personalidades.
    No puedo recordar nombres, pero puedo contarte situacione, en las que dichas personas tuvieron que desplegar habilidades para resolver una situacion.
    Puedo mirarles a sus ojos, y puedo leer donde esta su fuerza, puedo entender que debo decir y como decirlo...
    En conclusion, estoy rodeada de personas, cientos... y veo su mundo interior, pero no puedo recordar su nariz, o sus ojos.
    Mea culpa, Mea culpa, Mea culpa

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  9. Síííí...¡Es una actividad fascinante! A mí también me gusta mucho "indagar en la otredad"...A mis hijos les encanta que les señale una ventana o un balcón y me invente una historia de alguien -real o no-que vive allí. ¡A un tal César llevamos dos años siguiéndole la pista...!

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  10. El otro día estaba con una chica en un café y estuvimos discutiendo sobre eso mismo...
    Los mejores cafés, llegamos a la conclusión, son los franceses, de gigantescos ventanales donde uno se sienta a hablar y observar la gente que pasa por la calle.

    Un muy buen sitio la plaza de la Escuela de Artes de Almería, con bonitos cafés y aún mejores gentes paseando por los alrededores.



    Y luego está lo que se puede adivinar mirando a los ojos a la gente, cuanto más cerca mejor.
    Disfruto enormemente descubriendo lo que hay tras los ojos de la chica y su manera de reírse cuando la miro...
    Dentro de cada persona hay un mundo, y no hay aventura mejor que hacerse a la mar y perderse en su interior

    Un gran abrazo sureño

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  11. JOSELU al leerte recorrí ese barrio que dibujas con tus letras y la mirada curiosa y escudriñadora de tu mente...profe, escritor, actor y un psicologo dentro de ti !me encanta! mirar la mirada de los niños, sus gestos, dice mucho y no solo en las calles del barrio, antes solia transportarme en bus publico y allí si que se ven las tragedias y las arrugas de niños, jovenes y adultos en la piel, en sus gestos, en sus manos, en la reaccion ante el contacto con el otro... en fin. Hace poco estuve en el parque central del pueblo donde resido, habia feria por el día del campesino... que bueno que se disfruta mirar la gente y permitirse ese !hola! !buen dia! que acompañado de la expresión corporal habla mas que mil palabras.
    Un abrazo para ti JOSELU.

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  12. Me has animado la mañana del domingo con tu post. Coincido con el comentario anónimo: da gusto leerte. Un saludo

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  13. Si hablara sinceramente del matrimonio sería injusto conmigo mismo y con mi mujer.
    Me quedo con una frase que le iria bien a Tolstoi: los matrimonios persisten cuando hay una fuerte voluntad de perdurar basada en la lealtad.
    ¡Casi nada!

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  14. ¡Cuánto aprendo de ti!No sabes cómo te admiro...

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  15. Silvia Porras, el barrio de mi niñez es una presencia vivísima en mi recuerdo. Tengo la impresión que otros tiempos anteriores ofrecían una mayor dosis de humanidad en las relaciones sociales frente a la asepsia que ahora dominan en los centros comerciales en que todos ponen cara de poker para no ser captados. Quizás la modernidad sea eso precisamente: el intento de anular nuestros perfiles más personales para no ser reconocidos. Por eso me fascina todo lo antiguo. Un abrazo, y gracias por estar ahí.

    Carlota Bloom, en el fondo nos gusta imaginar, interpretar, contar a nuestros vecinos. Hubo un tiempo en que las vidas se cruzaban y se implicaban. Hoy no hemos distanciado en general de los que nos rodean, pero siguen resultándonos inquietantes y atractivos, y a veces jugamos a imaginar sus historias y a contarlas como la de ese César que cuentas a tus hijos. ¡Qué curioso! En el fondo la imaginación o la curiosidad por la otredad sigue muy vigente, aunque intentemos disimular. Un saludo.

    Miquel, creo que tú eres un gran seductor. Las chicas tienen que sentir tu mirada que las penetra y que las desviste de azares y azules. Un gran placer: mirar, observar, imaginar. construir circunstancias y recrearlas. Un abrazo desde Cornellà.

    Liliana, no hay placer comparable a ese ejercicio de observación y humanismo que es interesarnos por los que tenemos delante. El límite es el juicio que establecemos sobre su vida, muchas veces infundado o malintencionado, pero a veces observamos con generosidad y entendemos ciertas vidas que se cruzan con nosotros. Por la cultura del saludo. Por el encuentro con el vos, con el tú, con el otro. Un abrazo, Liliana.

    Caperucita azul, me alegro si algo he contribuido a alegrar la mañana del domingo. Si alguien es capaz de crear un sentimiento positivo, ya ha realizado el día. Un saludo.

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  16. Josep, yo soy totalmente contrario a todo lo que significa el matrimonio. Nunca he querido llevar anillo y recuerdo como una representación la ceremonia en que me casé. Sin embargo, he de reconocer que es una realidad de la que no espero nada, pero en la práctica me equilibra, me ayuda a estar en el mundo. Pienso que soy un anarquista con alma conservadora. No sé si me explico.

    Anónimo, no sé qué decir, salvo que sin ti, sin vosotros, esto no tendría ninguna dimensión. Soy un caos que intenta ordenarse escribiendo. Si algo de lo que redacto, sirve a alguien, no puedo estar más maravillado. Maravillado, sorprendido, alucinado. Gracias por tu mirada generosa. Un abrazo.

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  17. Maravillosa entrada. Yo también soy un fanático de la observación. Cuando viviva en Madrid una de mis aficiones era sentarme en un banco de alguna calle muy concurrida y observar los pequeños detalles que cada transehunte en escasos segundos te regalaba.

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  18. César, el metro es un escenario extraordinario también. El aspecto de la gente, su postura, la posición de sus pies y manos, la mirada, el libro que están leyendo, el cansancio si es por la tarde, el desgaste que va produciendo la vida, el estallido de la belleza o la sensualidad, el erotismo sugerido o implícito... Me encanta observar los pies de las muchachas. Es todo un código que se puede descifrar. Me gusta ser un voyeur de las pasiones humanas, un acechador que espera pacientemente y construye su visión del mundo sabiendo que todos somos limitados, que sufrimos, que amamos, que reímos, que sentimos cansancio, desilusión, que intuimos la muerte en cada gesto de nuestra existencia. Por lo que veo también te gustaba acechar desde el banco y observar a los que pasaban, ja, ja, ja... Saludos.

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  19. Me cuesta demorar una mirada como si me fueran a decir que ese lugar es sagrado.Me gusta hacerlo disimuladamente en el bar donde se juntan los serranos a hablar de su ganado los fines de semana y de los mil turistas que te preguntan las rutas
    como si fuera la calle de una ciudad. Y no sólo las personas, las cosas , esas si se dejan mirar por todo el tiempo que quieras. Sacan de su entraña lo inesperado : una piedra pulida por el agua, el olmo de mi pueblo con una cincha de hierro sujetando su muerte , la estela romana en la cumbre de mojón alto como un eslabón antiguo que te reconcilia con la historia
    Somos una mirada en el tiempo
    Saludos

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  20. Un post precioso, Joselu. Vas por la vida despacio, fijándote en las personas, en cada detalle, parándote en la aparente nimiedad de lo cotidiano. Y lo cotidiano, lo vulgar para muchos, es la vida, sin más, con sus luces y sus sombras, su mosaico multicolor, sus protagonistas. Todos somos piezas del gran mosaico, cada uno cumple su función. Los más cortos de miras sólo ven apenas, y no siempre, lo que tienen más cerca. Otros, como tú, abren los ojos y todos los sentidos a lo que la vida nos ofrece. Me gusta tu barrio, sí, por cómo lo cuentas y cómo lo ves. Me encantan los barrios de las ciudades, quizá porque no vivo en uno tan concreto.
    Un fuerte abrazo, colega.

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  21. Joselu, por un momento me has evocado la película "la Vida de los Otros".

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  22. ¡¡Uy, JOSELU!!
    yo, como tú jajaja ¡¡ni te imaginas las historias que me monto observando a la gente!! lo curioso, es que, en la mayoría de las ocasiones, ni me entero como son por fuera. Vamos que, incluso después de hablar un buen rato con alguien, no se si era rubio, moreno, alta, baja y ni idea de que ropa llevaba y sin embargo, puedo recordar como miraban, o si su tono de voz era cálido o áspero. Les adjudico vidas, que como en el caso que cuentas de tu pareja, segurísimo que no tiene nada que ver con la que realmente viven. Por como se dirigen a mi, percibo al instante si les inspiro simpatía, antipatía o pura indiferencia.
    Con el tiempo ya menos, pero antes, el como se comportara alguien conmigo, me influía muchísimo, generándome seguridad o inseguridad, según actuara conmigo. Recuerdo que cuando era pequeña e iba a examinarme al conservatorio, que no se ahora, pero cuando yo estudiaba eran exámenes con tribunal y público, a mi me imponía muchísimo aquello. Con unos 11 años, ponerte a tocar en público, era algo tremendo. Bueno, pues nunca olvidaré que lo único que a mi me tranquilizaba era concentrarme en la cara del presidente del tribunal, que era por aquel entonces era Odón Alonso, un director de orquesta muy muy viejito, con pelo blanco y una sonrisa dulce, como la de Papá Noel, le miraba y se me olvidaba que había más gente en la sala. Nunca sabrá ese hombre, que gracias a su tierna sonrisa, yo era capaz de mover los dedos.
    A veces, vamos tan acelerados, que ni reparamos en los otros. Yo suelo ir, casi siempre a toda velocidad por la calle y suelto saludos a diestro y siniestro, aun no estando muy segura de conocer a las personas, porque como encima soy muy despistada. Siempre prefiero, pasarme de saludar a alguien a quien en realidad no conozco, que dejar de saludar a algún conocido. Fíjate, es más, en muchísimas ocasiones, hablo con personas que en realidad no tengo ni idea de quienes son. Es una pena, que las carreras de la vida, no nos permitan reparar de verdad en quienes tenemos al lado. Por eso me ha encantado, la tranquilidad de tu paseo por tu barrio y lo de ir imitando andares jajaja Joselu, ¡¡ qué risa imaginarte !! ;-)

    Montón de besos JOSELU y...
    Feliz semana, para todos.

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  23. Poemas de Rubén, es cierto que el territorio de las personas es sagrado y hay que ser muy prudente en la observación, pero un buen novelista, un poeta, un dramaturgo, un guionista o realizador necesitan de esa observación para extraer tipos y personajes. Tengo una ilusión que me encantaría llevar a cabo si fuera millonario, y es montar un estudio fotográfico donde haría reportajes a todo el mundo que quisiera fotografiarse, de modo totalmente gratuito. Hay un fotógrafo malinés llamado Seydou Keita que tiene un libro maravilloso de los retratos que tomó durante años de la gente común de su país. No hay nada tan apasionante como la gente común, la que no pasará a los libros de historia o a las páginas de los periódicos, pero cuya imagen y biografía son realmente extraordinarias. Cada vida es una epopeya si encuentra alguien la narre. Sobre todo hace falta un narrador. Un cordial saludo..

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  24. Yolanda, la vida es multiforme y extraña. No hay nada peor que tener que medir, calificar a las personas. No me gusta calificar, poner notas, juzgar... ¿Quién me juzga a mí? Nadie está libre de juicios, pero nadie tiene demasiada autoridad para juzgar lo que no comprende. Observar sin juzgar es más interesante y menos arriesgado. ¿Qué juzgamos? ¿La competencia? ¿El trabajo? ¿La inteligencia? ¿La disposición? ¿La buena educación? ¿El saber estar en el mundo? Me apasiona la mirada libre de juicios, la que bucea dentro del alma sin emitir calificaciones. En ella los psicópatas o los santos no tienen gran diferencia. ¿Quién distingue una mirada de otra? ¿Quién unos ojos de otros? Hitler también fue niño y necesitado de ternura. También lloró reclamando atención y cariño. ¿Qué le hizo convertirse en lo que llegó a ser? Pol Pot, el criminal camboyano, los asesinos de Ruanda que sacrificaron a miles y miles de tutsis, luego, pasado el tiempo, parecen personas totalmente normales. No hay nada que distinga a los asesinos de los santos. Esto me inquieta y me hace pensar sobre quién puedo ser yo. Un saludo, colega. Buena semana.

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  25. Malo, qué gran película. Entrar en la vida de los otros es terrible, escalofriante y apasionante. Es una experiencia que nos puede cambiar, como al protagonista de este filme sobresaliente.

    María, mi vocación no realizada, sólo esbozada, de actor de teatro, me llevó a observar los detalles de las personas que encontraba. Sin embargo, yo, como tú, soy demasiado despistado y en mi caso también soy abstraído. Un actor vive intensamente la realidad y no filosofa sobre ella. Es pura acción. Hace falta ser un Shakespeare para poder llevar a cabo un drama o una comedia o una tragedia y estar atento a la vez al alma humana. Y pensar que Shakespeare tuvo éxito en su tiempo. ¡Qué maravilla haber vivido aquel tiempo y no éste tan mediático! Maravilloso que tuvieras a Odón Alonso como examinador. Ahora entiendo tu afición a la música y a la ópera.

    Besos.

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  26. Me has recordado esas estampas de nuestras ciudades que describen los grandes (Galdós, Baroja, Aub, Mendoza...) en las que desfilan personajes de todo tipo, aquí además acompañados de buen jazz. No practico deporte alguno, así que mi único entretenimiento (en horas libres, en extraescolares infantiles, por mero vicio...) es pasear por la ciudad y cruzarme con la gente. Los observo (no con tu agudeza, claro) e imagino vidas para ellos; a veces, si me parecen interesantes, me incluyo en sus familias y me observo yo mismo desde la extrañeza. ¡Qué gran deporte para la imaginación!

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  27. http://complementaria.wordpress.com/2010/06/15/cuando-un-comentario-merece-un-post/

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