Hoy diez de marzo es la jornada de Puertas abiertas de mi centro. Los padres estaban convocados a las seis y media de la tarde. Yo he sido una especie de profesor de enlace entre los padres y las distintas aulas que tenían que visitar. Ello me ha dado ocasión de hablar unos instantes con los profesores que tenían que presentar las actividades de la materia en cuestión.
He hablado con Dimas, un profesor de sesenta años de Sociales que se jubila a final de curso. Me ha contado que lleva cuarenta y tres años dando clases. Se siente quemado y que le faltan las fuerzas. Sin embargo, sus clases son prodigiosas. Utiliza toda la tecnología de última generación. Quiere que sus alumnos se encuentren en un espacio diferente cuando van a su clase. Les prepara dossieres ilustrados por él y les proyecta actividades o películas que recrean los diferentes tiempos que aborda en la asignatura. A los padres les ha proyectado la escena en que Aquiles, hijo de Peleo, vence al héroe enemigo. Es una escena impresionante representada por Brad Pitt. Le he oído hablar a los padres. Ha sido emocionante cómo él presentaba la asignatura. Daban ganas de cursarla. Los padres estaban conmovidos. Pero él me había reconocido antes que estaba quemado y cansado. También está enfermo del corazón, pero ha dejado hasta el último momento su vida en sus clases. Cada día se lleva trabajo a casa. Corrige ochenta o cien trabajos diariamente. Así está trabajando hasta las doce o la una de la madrugada. A veces se queda dormido corrigiendo hasta el último detalle. Él exige a sus alumnos, pero estos le exigen también a él y cada día ha de corregir con detalle el trabajo cotidiano de sus alumnos. Estos le respetan y lo veneran como uno de sus mejores profesores, sino el mejor. Está cansado, pero quiere retirarse recordando en sus clases cómo sentía cuando tenía más fuerzas. Oírle hablar a los padres ha sido emocionante. Parecía vibrar con la explicación. Antes me había dicho que había mucho de dramatización en ello. Cada alumno tiene más de cien notas a estas alturas de curso. Las calcula con Excel con una serie de fórmulas condicionales programadas. Todos le trabajan. Nadie suspende con él. Los peores alumnos se esfuerzan para superar la asignatura.
Luego he ido a hablar con un profesor de Visual y Plástica también a punto de jubilarse. Podría haberlo hecho ya, pero él, artista, disfruta con sus alumnos de bachillerato artístico tan freakies. Jerónimo es un provocador y dedica a sus alumnos los peores denuestos. Estos responden y sacan su lado más creativo. Él lo registra todo en sus fotos en que sigue todos sus proyectos artísticos.
Luego he hablado con Rosa, una profesora peruana de inglés. Su aula estaba desplegada para recibir a los padres. Es un prodigio de entrega cotidiana y siempre positiva hacia sus alumnos a los que aprecia sinceramente. Siempre tiene una frase amable con ellos.
A veces se enjuicia negativamente a los profesores haciéndoles culpables de cierto fracaso educativo. Mi experiencia es que en la actualidad, la mayoría de profesores se entrega profesionalmente a su tarea, algunos con pasión y energía y otros con honestidad. Y si a alguno le falta la fuerza y el entusiasmo que se nos exige, ahí está su profesionalidad para disimular dichas carencias.
Reivindico la profesión docente en la que abunda sin duda lo positivo. Sólo los que entramos diariamente a las aulas somos conscientes de la exigencia a que estamos sometidos. Y la mayoría lo hace con convicción y profesionalidad en todos los niveles. Quizás falle el sistema que nos hace individualistas. Tal vez sea algo mediterráneo y en medio de tantos esfuerzos individuales falte la mentalidad colectiva que aglutine toda nuestra pasión para conseguir una escuela propia del frío como es la finlandesa.
A veces leo comentarios que ponen en cuestión el trabajo de los enseñantes. Pero cada día me persuado de que esto no es así. En la enseñanza que yo conozco hay muchas historias de pasión y generosidad sin límites, historias llenas de amor a la profesión y al objeto maravilloso de nuestra enseñanza: nuestros alumnos.
He hablado con Dimas, un profesor de sesenta años de Sociales que se jubila a final de curso. Me ha contado que lleva cuarenta y tres años dando clases. Se siente quemado y que le faltan las fuerzas. Sin embargo, sus clases son prodigiosas. Utiliza toda la tecnología de última generación. Quiere que sus alumnos se encuentren en un espacio diferente cuando van a su clase. Les prepara dossieres ilustrados por él y les proyecta actividades o películas que recrean los diferentes tiempos que aborda en la asignatura. A los padres les ha proyectado la escena en que Aquiles, hijo de Peleo, vence al héroe enemigo. Es una escena impresionante representada por Brad Pitt. Le he oído hablar a los padres. Ha sido emocionante cómo él presentaba la asignatura. Daban ganas de cursarla. Los padres estaban conmovidos. Pero él me había reconocido antes que estaba quemado y cansado. También está enfermo del corazón, pero ha dejado hasta el último momento su vida en sus clases. Cada día se lleva trabajo a casa. Corrige ochenta o cien trabajos diariamente. Así está trabajando hasta las doce o la una de la madrugada. A veces se queda dormido corrigiendo hasta el último detalle. Él exige a sus alumnos, pero estos le exigen también a él y cada día ha de corregir con detalle el trabajo cotidiano de sus alumnos. Estos le respetan y lo veneran como uno de sus mejores profesores, sino el mejor. Está cansado, pero quiere retirarse recordando en sus clases cómo sentía cuando tenía más fuerzas. Oírle hablar a los padres ha sido emocionante. Parecía vibrar con la explicación. Antes me había dicho que había mucho de dramatización en ello. Cada alumno tiene más de cien notas a estas alturas de curso. Las calcula con Excel con una serie de fórmulas condicionales programadas. Todos le trabajan. Nadie suspende con él. Los peores alumnos se esfuerzan para superar la asignatura.
Luego he ido a hablar con un profesor de Visual y Plástica también a punto de jubilarse. Podría haberlo hecho ya, pero él, artista, disfruta con sus alumnos de bachillerato artístico tan freakies. Jerónimo es un provocador y dedica a sus alumnos los peores denuestos. Estos responden y sacan su lado más creativo. Él lo registra todo en sus fotos en que sigue todos sus proyectos artísticos.
Luego he hablado con Rosa, una profesora peruana de inglés. Su aula estaba desplegada para recibir a los padres. Es un prodigio de entrega cotidiana y siempre positiva hacia sus alumnos a los que aprecia sinceramente. Siempre tiene una frase amable con ellos.
A veces se enjuicia negativamente a los profesores haciéndoles culpables de cierto fracaso educativo. Mi experiencia es que en la actualidad, la mayoría de profesores se entrega profesionalmente a su tarea, algunos con pasión y energía y otros con honestidad. Y si a alguno le falta la fuerza y el entusiasmo que se nos exige, ahí está su profesionalidad para disimular dichas carencias.
Reivindico la profesión docente en la que abunda sin duda lo positivo. Sólo los que entramos diariamente a las aulas somos conscientes de la exigencia a que estamos sometidos. Y la mayoría lo hace con convicción y profesionalidad en todos los niveles. Quizás falle el sistema que nos hace individualistas. Tal vez sea algo mediterráneo y en medio de tantos esfuerzos individuales falte la mentalidad colectiva que aglutine toda nuestra pasión para conseguir una escuela propia del frío como es la finlandesa.
A veces leo comentarios que ponen en cuestión el trabajo de los enseñantes. Pero cada día me persuado de que esto no es así. En la enseñanza que yo conozco hay muchas historias de pasión y generosidad sin límites, historias llenas de amor a la profesión y al objeto maravilloso de nuestra enseñanza: nuestros alumnos.
Es curioso pero padres y alumnos no opinan así. He discutido con muchos padres para defender la profesionalidad de los enseñantes. He amonestado a muchos hijos para que respeten a quienes los llenan de conocimientos.
ResponderEliminarNo dudo que habrá muchos ejemplos como el que pones aunque, al igual que en otras profesiones, habrá quien se dedique a realizar el mínimo esfuerzo en su docencia.
Para mí el fracaso de la enseñanza reside, sobre todo, en una sociedad cuyos valores no pasan por apreciar la escuela ni a sus profesionales. Hoy estudiar ni enseñar resultan prestigiosos para una gran parte de la sociedad. Prima más ganar dinero con el mínimo esfuerzo y triunfar como futbolista, piloto, cantante o modelo.
Ojalá el retrato de los docentes de tu centro fuera el mismo en todos los institutos.
ResponderEliminarEn la enseñanza, se ha instalado el dios Jano. Tú muestras sólo una de sus dos caras. Y, mal que me duela decirlo, también existe la otra.
Qué suerte contar con compañeros así, estoy de acuerdo con Lu, tenemos los dos extremos entre los profesores: los entregados y admirados como Dimas y los que pasan de todo y leen el libro de texto mientras intentan que la clase no se descontrole demasiado y punto. Y el problema es que no hay manera de diferenciar a ambos, sólo los alumnos que sufren a los segundos y quieren a los primeros o los colegas lo sabemos
ResponderEliminara mí me ha emocionado la descripción de Dimas, porque tuve un profesor así. Me dio lo que se llamaban Créditos Variables, no tengo ni idea si se sigue llamando así, pues él era de letras y yo tiré para las ciencias. Me acuerdo que me dio Cultura Clásica durante dos trimestres... fue espectacular e hizo que me gustara este mundo.
ResponderEliminarHola profe!
ResponderEliminarTe pongo un link al blog contra los malos tratos en los centros de menores. Como profesional imagino que habrás visto a algún chaval que haya tenido la desgracia de caer allí...
www.centrosychicxs.blogspot.com
Desde luego no estamos ahí por hacernos ricos. Pero sí es verdad que algunos profesores estàn por la estabilidad que da el empleo.
ResponderEliminarJoselu, yo creo que los compañeros son de las cosas por las que merece la pena esta profesión. A veces conmueve la extraordinaria entrega de gente que no busca lucirse, sino transmitir un conocimiento, una ilusión...
Yo soy interino, y tengo compañeros interinos que me reprochan que me involucre tanto, que le dedique màs tiempo del que "debería",...
Lo siento, es superior a mis fuerzas. Me siento afortunado de porder hacer lo que me gusta, aunque por tener que estudiar no siempre le dedico el tiempo que quisiera.
saludos
P.S.: Como dice Lu, el lado "oscuro" también existe.
No es verdad francisco m. ortega,
ResponderEliminarAl buen profesor se le aprecia y respeta siempre.Pero, claro está, tiene que ser bueno de verdad, en todos los sentidos, no solamente en conocimientos, ya lo he dicho muchas veces en poco tiempo y creo que me repito cómo el ajo.
Y no dudes ni por un segundo que existen y no pocos, los que realizan el mínimo esfuerzo en su docencia.Esos son los que os quitan el prestigio en vuestra profesión .
Suscribo totalmente el comentario de Lu i el de eduideas.
Eduideas, una pregunta: ¡si lo sabeis, por qué no lo denunciais ?
Seria buenísimo que se pensara siempre en los alumnos, creo que para eso van a la escuela, creo que ellos son lo más importante.
¿Soy el único que tiene o ha tenido alumnos que no se interesan por nada; que "pasan de películas, trabajos, actividades escolares y extraescolares; que solo buscan la provocación, la diversión y la gresca; que no quieren hacer nada más que jugar con sus móviles y videojuegos; que faltan al respeto contínuamente; que vienen a clase a dormitar sobre sus asientos, muchas veces sin libros, papel ni bolígrafos; que si les pones frente a un ordenador solo quieren ver vídeos de peleas en youtube? Porque claro, siempre se centran los debates en la figura del profesor, pero yo conozco profesores excelentes, creativos, con amplia experiencia, que si están desmotivados ha sido porque padres y alumnos a ese estado les han conducido. Hay profesores deseando que acaben los 55 minutos de clase porque son una batalla campal en la que ya nada se puede hacer sino sobrevivir.
ResponderEliminarYo tenía la sensación de que con imaginación, ilusión y esfuerzo se podía sacar algo de cualquier alumno, pero he comprobado que no es así, que no debemos creernos tan importantes porque hay clases donde nada de lo que hagas será reconocido.
No dudo de que habrá contextos propicios para desarrollar la labor que has descrito en tu hilo, pero ojo, yo he trabajado en sitios donde eso es imposible y donde leer el libro de texto, hacer exámenes, imponer disciplina, etc. es lo único realista y posible. Y entiendo que un profesor que tenga grupos como los que yo he tenido en alguna ocasión se llene de amargura y busque, simple y llanamente, no complicarse mucho la vida.
Un saludo.
Javier.
Javier, si has seguido este blog desde hace un tiempo, verás que puedo compartir tu punto de vista en su totalidad. No creo que la labor del profesor sea fácil. Dimas es real, absolutamente real, y se enfrenta a grupos totalmente desmotivados y conflictivos, pero les hace trabajar seriamente y con un fuerte compromiso. Sin embargo, hay bastantes profesores que cuestionan la labor de Dimas. En el fondo le envidian. Es el profesor más admirado del centro, aunque él sólo dé clase en primero de la ESO. Es un maestro con doble titulación. Le admiro aunque yo sé que no puedo alcanzar lo que él hace. Es prodigioso lo que consigue con alumnos outsiders del sistema. Hay que ser un artista, y yo no lo soy y comparto tu punto de vista. Este blog es un encuentro de luces y sombras. El profesor que es su autor se debate entre la esperanza y la desesperanza. Ha amado demasiado su profesión para sucumbir sin más. No soy como Dimas, pero eso no me impide admirarle y quitarme el sombrero ante él. No obstante, fluctúo entre sentimientos encontrados en mi tarea docente. Gracias por tu comentario. Del mismo modo agradezco los anteriores de Francisco, Lu, Eduieas y Eloi. Recibid un cordial saludo.
ResponderEliminarY Sorel, claro. Gracias por tu presencia.
ResponderEliminarClaro que no todo es cara o cruz, que os doy la razón en que hay profesores fantásticos, yo comparto labores con bastantes de ellos, pero que también hay muchos que hacen incluso pellas, así de claro.
ResponderEliminarNo dudo de tu relato, me lo creo y pienso en la sensación tan amarga que debe de sentirse viendo que un profesional así se jubila. Acabo de descubrir tu blog y me ha gustado porque da lugar a debates. Yo sigo creyendo en este trabajo, cada día entro con toda mi energía al centro. Como son muchos los obstáculos entre los que nos tenemos que mover, todos los conocéis, mucha gente toca a retirada. Espero que eso no me ocurra, una cosa que me anima es escuchar ejemplos como los que nos has relatado.
Javier.
Queda poco por decir. Ya sabes que, hace unas semanas, se discutía en otro blog la culpabilidad exclusiva de los profesores en los males de la enseñanza. Has puesto ejemplos que rebaten muchos de los comentarios extremistas que se empeñan en un mundo en blanco y negro. Existen los grises y no vale acusar de cobarde a quien lleva treinta años al pie del cañón y al que ya no quedan ideas con las que lidiar esos 55 minutos. Quizá si notase el respaldo de sus compañeros... Porque no lo has comentado, pero en muchas ocasiones esas tareas impresionantes de los docentes se realizan casi en la clandestinidad, como si ser buen profesor, apreciado por los alumnos, supusiese un estigma de cara a los otros profesores.
ResponderEliminarOjalá aprendiésemos más unos de otros, en lugar de quejarnos y criticarnos. Un saludo.
Yo estoy aprendiendo mucho con vuestras quejas y vuestras críticas.
ResponderEliminarHola Joselu.
ResponderEliminarYo creo que, para cualquier profesión, y más una con la responsabilidad que tiene la vuestra, la crítica y la autocrítica es necesaria y es lo que ayuda a que una profesión mejore.
La autocomplacencia es tan peligrosa como la crítica destructiva.
Haciendo un paralelismo , uno de los problemas de las ONG es que estaban blindados a ninguna crítica, pues la bondad
se les suponía (alguien dedicado a la ayuda de los otros tenía que ser bueno per se).
Pero sólo hay que ver como les ha ido a algunas de ellas.
Un abrazo
Pienso que lo que ha hecho que se infravalore al profesorado, no son los docentes que se preocupan por sus alumnos, que inventan nuevos métodos para amenizar la clase, o utilizan tecnológias, para que nadie pierda el hilo.
ResponderEliminarLos que han hecho que se infravaloren a los docentes, són aquellos que no se preocupan. Los que van al trabajo sin ganas...
Porque digo yo, si no vemos reflejados en nuestros profesores la pasión por el trabajo, que al fin y al cabo,son las personas que vemos continuamente trabajando y manteniendo el contacto con nosotros...¿De donde se nos van a contagiar las ganas?
Un abrazo enorme :)
Comparto plenamente lo que defiendes. Es tal el abismo que yo encuentro entre la percepción que la sociedad tiene de los profesores y la profesionalidad que encuentro entre mis compañeros que resulta ridículo oír la cantinela a la que estamos todos acostumbrados, a saber, quebienvives, cuantasvacaciones...
ResponderEliminarBueno bueno... Pues un ¡bravo! a los Dimas, los Jerónimos, las Rosas, los Joselus y todos los demás profes...
ResponderEliminarMe gustaría escribir muchas cosas, pero me aturullo de emoción y sé que no me va a salir ni la mitad de lo que pienso y siento... Por partes:
- Que una escuela INCLUSIVA (con la que yo sueño y en la que yo creo...) no puede excluir a sus profesores. A todos (lo mismo que ese TODOS es también para los alumnos): los artistas y brillantes (como Dimas ¡ole!), los curritos con sistema, los de buena voluntad y menos organización (¡ahi me veo yo!), los cansados, los desmotivados, los que llegan para poner todo patas arriba, los "disruptivos" (que también los hay...)... ¡Somos la misma tripulación, hay que remar con ritmo!...
- Que se agradece que haya capitán (capitanas y capitanes) con claridad de ideas y capacidad de generar entusiasmo... ¡Esa es su tarea! Y no, quizá, la de contar "cuántos balones" se echan fuera ni cuántos lamentos se escuchan en la sala de profesores o en las aulas...
- Que estoy muy agradecida a todos mis profes... desde que tengo dos años hasta ahora mismo. Ha habido de todo (claro, también a veces mi médico es de un borde... y no me muero ;)) pero soy mejor porque los he escuchado, porque he aprendido... muchas veces sin que ellos se dieran cuenta... ¡Di tanto la paliza de niña!...
- Que una de las mejores cosas que me pasan cada día en el instituto es, además de mis chiquillos (¡cuánto los he echado de menos estos días de baja!) es encontrarme con mis colegas, con mis compañeros (recordemos la etimología: con los que se comparte lectura y pan... qué magnífico)... ¡Los necesito! ¡Los necesitamos!... Así es que no queda otro remedio que sacar de ellos (de nosotros) lo mejor... ¡Este es nuestro lugar!
En fin, que coincido con Antonio... aunque a mí me salga todo con más exclamaciones y más puntos suspensivos...
Y, por último, que qué placer entrar aquí y charlar un rato y pensar y dudar y acompañar...
¡Un abrazo!
Hola Joselu, vine a decirte que tengo algo para tí en mi blog, ojalá que pases a buscarlo.
ResponderEliminarSaludos y abrazos.
Los profesores son la encarnación de la paradoja del comediante: para ser eficaz y convincente ha de representar a la perfección lo que no siente, para que no interfieran sus propias emociones en las que representa.
ResponderEliminarEl método Stnislavski propone, sin embargo, la identificación: actor y personaje se funden en un todo indiscernible. ¿Qué pasa, entonces, cuando te toca representar a Hitler, como le tocó a Bruno Ganz?
La profesionalidad es aquella condición según la cual uno da lo mejor de sí mismo aunque aborrezca la labor que desempeña y sueñe permanentemente con la posibilidad de cambiarla por otra.
Yo prefiero los profesionales a los apasionados apóstoles de la enseñanza, y todos tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos. Lo que hace falta es diálogo entre todos, en vez de hacer cada cual "la guerra por su cuenta". La palabra "equipo" en la enseñanza sólo se usa para la dirección, ¿cuándo comenzará a usarse para el claustro, el "equipo claustral"?
Saludos, admiro a Dimas y a sus estudiantes. Ambos me evoca idealismo anhelado. Me encantó la dinámica e inclusión participativa de los padres.
ResponderEliminarRealmente, estás en una escuela privilegiada. Desearía que todas fueran así.
Te seguiré visitando y leyendo.