Supongo que no es ocioso recordar que el régimen izquierdista y comunista de China Popular es una dictadura atroz en que existen los campos de reeducación y de internamiento para todos aquellos que son disidentes del partido único. El control sobre los ciudadanos es total y por medios tecnológicos invasivos que hacen de la libertad individual una farsa total.
Quiero traer esto aquí por dos razones que voy a exponer. Una es que estoy leyendo un libro muy interesante titulado El monje y el filósofo, que es un diálogo entre un filósofo materialista, Jean-François Revel, y su hijo, monje budista, Matthieu Ricard que abandonó la carrera científica brillante que tenía en perspectiva y se fue a vivir cerca del Tíbet adonde siguió a su maestro Sogyal Rinpoche.
En el libro, se pone en perspectiva el drama tibetano, uno de los más terribles de nuestro tiempo tras la invasión china del Tíbet en 1950 y su anexión en 1951 por el régimen comunista. En 1959 se produjo un levantamiento popular contra la dominación china que fue aplastado brutalmente con decenas de miles de muertos, algo que continuó con la revolución cultural que tanto nos inspiraba en nuestros tiempos de estudiantes izquierdistas. En 1959 el Dalai Lama y más de cien mil tibetanos abandonaron el país para exiliarse en la India o en los reino del Himalaya, antes de dispersarse por el mundo. El régimen comunista se dedicó -y dedica- a destruir cualquier ideología que no sea la suya, y saqueó las riquezas naturales del Tíbet, y pretendió destruir su civilización budista y su lengua. Se calcula que entre los años sesenta y comienzos de los setenta fueron aniquilados un millón de tibetanos, una quinta parte de la población. Más de seis mil monasterios budistas fueron devastados y sus fondos destruidos. Los sucesores de Mao aplicaron al Tíbet la estrategia estalinista de repoblar el territorio con población china para que fueran más que los nativos. Y a estas alturas continúa el genocidio tibetano, aunque hay que reconocer que en China no hay libertad tampoco para los chinos en un régimen basado en el marxismo-leninismo combinado con un capitalismo -síntesis original china- que hace que en este momento sea la segunda potencia mundial y lleva camino de ser la primera.
Dos. Todo el mundo teme a China y si no, tenemos el reciente caso del ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès cuya alcaldesa es de un partido de izquierda catalana, ERC, que ha cancelado la actuación de un espectáculo de danzas clásicas precomunistas de la compañía Shen Yu por presiones de la embajada china, según denuncian los promotores. Todas las entradas estaban vendidas para las funciones de finales de enero y comienzos de febrero de 2023, pero el consistorio en manos de Mireia Ingla, de ERC, ha denegado el espacio del auditorio para el espectáculo.
Dicho espectáculo se representa en unas 150 ciudades de alrededor del mundo con un éxito muy grande (más de un millón de espectadores lo vieron en 2022). Tiene previstas actuaciones en otros lugares de España.
¿Por qué se censura un espectáculo de estas características? Sin duda por presiones chinas que pretenden imponer su voluntad sobre las decisiones que toma un ayuntamiento de otro país. El espectáculo es de danza clásica sobre las civilizaciones perdidas en China. Pero no forma parte de la propaganda ideológica del régimen chino que maniobra en todo el mundo para impedir propaganda o informaciones que cuestionen la situación política de China.
Uno se pregunta si las informaciones que plantean la instalación de una gran sede de Huawei en Sant Cugat han podido tener influencia en la decisión del ayuntamiento de la ciudad. Desde hace un tiempo se sabe que Huawei está buscando posibles ubicaciones en Cataluña y Sant Cugat reúne muchas circunstancias favorables por su conectividad e infraestructuras, parques empresariales y sedes de empresas multinacionales, universidades y centros de investigación, unido a su alto nivel de vida que hace que Sant Cugat sea la segunda ciudad de Cataluña en nivel de renta, aunque en algunos datos puede ser la primera.
El poder de China en el mundo es gigantesco, pero es un poder silencioso a diferencia del tan vituperado poder americano que suscita tanta oposición por parte de muchos sectores de la sociedad. China avanza económicamente y nos hace olvidar su terrible política represora de la disidencia, el aplastamiento del Tíbet -tan poco publicitado por los movimientos a favor de los derechos humanos a diferencia de otras situaciones menos sangrantes-, su práctica de dominio totalitario sobre las ideas ajenas al PCCh, así como el control total que existe sobre la población donde la idea de libertad es un sarcasmo. No se nota pero en todo el mundo se presiona para censurar las críticas al régimen y cualquiera que espere algo económicamente de China, ha de pasar por el aro como le ha pasado al ayuntamiento de Sant Cugat.