Este texto pertenece al libro El ojo y los tesoros de la ley auténtica, de Dogen. Aparece en el libro que me ha dejado Unsui, titulado La felicidad de la pobreza noble. Este texto me fascina pero no sé si llego a entenderlo. Es un texto zen, lo comparto con vosotros. Son necesarias varias lecturas y aun así...
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Vida no es un ir y venir; vida no es una manifestación ni una conclusión. En realidad, vida es la presencia del dinamismo total, muerte es la presencia del dinamismo total. Deberíamos saber que dentro de los innumerables dharmas que existen en cada uno, hay vida y hay muerte.
Vida es como una persona que navega en un barco. Aunque esa persona prepare las velas, fije el rumbo y haga que el barco avance, es el barco el que la lleva, sea hombre o mujer, y sin él no puede navegar. Viajando en un barco, una persona hace que el barco sea barco. Hemos de tener muy en cuenta ese momento. En ese momento no existe nada salvo el mundo del barco. Los cielos, el agua y la orilla se convierten en el tiempo del barco, que nunca es el mismo tiempo que no es el barco. Por la misma razón, vida es aquello a lo que yo doy vida, y yo soy lo que la vida me hace. Cuando uno navega en un barco, su cuerpo-mente, así como las consiguientes y apropiadas dotaciones de karma constituyen la dinámica impulsora del barco; toda la gran tierra y todo el cielo vacío constituyen conjuntamente la dinámica impulsora del barco. Así es el yo que es vida, la vida que es yo.