Me interesan los temas de neurociencia especialmente los relativos a la exploración de la conciencia, cuestión que se enfrenta al problema mayor, de momento, irresoluble, pero ello no impide que nos encaremos a problemas menores para irlos intentando comprender mediante la investigación y la experimentación. Ahora estoy leyendo un libro fascinante titulado Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia de Rodrigo Quian Quiroga.En él hay una docena de capítulos que abordan películas de ciencia ficción famosas conectando sus intuiciones con la realidad de la neurociencia, sobre lo que sabemos actualmente.
Uno de ellos trata sobre la posibilidad de insertar recuerdos falsos en la memoria, cuestión que se aborda en la famosa película titulada Desafío total (1990), dirigida por Paul Verhoeven. Ello da pie para comentar algunas cuestiones sobre la memoria, eje de nuestra identidad, para saber cómo funciona. Y hay ideas en el libro que me han resultado sugestivas y que traigo aquí.
El hecho de recordar algo del pasado es un proceso dinámico que funciona mediante la consolidación del recuerdo que vuelve al presente en diversos momentos de nuestra vida -las memorias de unas vacaciones, por ejemplo-. Dichos recuerdos son frágiles, no solo cuando son adquiridos, sino también cuando cada vez que son evocados -reconsolidación-. Y el autor llega a la idea cenital de que “El hecho de traer una memoria al consciente implica cambiarla”. Y esto es fundamental porque, sin saberlo, cuando recuperamos un hecho del pasado -lo que creemos recordar- lo reelaboramos y cambiamos una y otra vez.
¿Es posible modificar dichos recuerdos? La respuesta es que sí. La famosa psicóloga Elizabeth Loftus en un famoso experimento demostró como la reconsolidación de la memoria puede llegar a la fabulación o a la formación de falsos recuerdos.
Todos tenemos -más o menos- recuerdos imprecisos de niñez que creemos recordar porque en nuestras neuronas hay asociaciones que nos llevan a ellos o porque nuestros padres o familiares nos los han traído repetidamente y creemos ya que forman parte de nuestra memoria.
Con mi hija fabulamos una historia de por qué ella de niña adoraba las olivas y por qué luego terminó odiándolas. Inventamos que un día se atracó de olivas, que le sentaron mal y por la noche empezó a dispararlas por el culo enteras como si fueran proyectiles. Aquello nos resultó gracioso y se lo hemos contado muchas veces. Nuestro proceso de sugestión le habrá hecho formar una idea que fue completamente una fabulación, basada en que esa noche tuvo cagalera y que echó las olivas enteras.
Ha habido psicoanalistas desvergonzados que hicieron uso de la sugestión y la reconsolidación para llevar a pacientes a creer que habían sufrido abusos sexuales. Me viene a la memoria la historia de una hija de Woody Allen que ha referido que sufrió abusos sexuales siendo muy niña por parte de su padre. La realidad es que se pueden insertar recuerdos falsos manipulando la memoria por parte de una madre rencorosa como Mia Farrow.
La memoria es en sí misma un proceso creativo, muy flexible y dinámico. Poseemos muy poca información que reconstruimos mediante inferencias, generando los esquemas de Barlett, la base de nuestros recuerdos. Los esquemas de Barlett fueron un descubrimiento de Frederic Bartlett (1886-1969). Él contaba a sus alumnos una historia sobre aborígenes norteamericanos y pidió que se la repitieran tras días, semanas e incluso años después. Bartlett observó que las historias tendían a ser mucho más cortas y simplificadas y que cada sujeto las modificaba de acuerdo con su interpretación personal, y más aún, los sujetos tendían a cambiar la historia cada vez que la repetían, y en muchos casos, no tenían nada que ver con la historia original. En resumidas cuentas, los estudiantes recordaban un esquema, el que se habían hecho, según la interpretación que se habían formado en el momento de oírla. Se olvidaban detalles y se inventaban otros tantos inconscientemente. La conclusión de Bartlett es que la memoria es un proceso creativo, que cambia el recuerdo mismo.
Y recordamos, según expresaron William James y Aristóteles, mediante asociaciones que son el mecanismo fundamental de la memoria. Tal vez no recordemos un hecho específico pero probablemente lo recordemos por un hecho asociado y a partir de allí podemos llegar al que estábamos buscando.
La clave de la memoria reside en el hipocampo en las llamadas “neuronas de concepto”, descubiertas por el autor del libro, Rodrigo Quian. Y así, simplificando, la memoria de nuestras experiencias está basada en asociaciones de conceptos. Y es posible que muchos detalles que creemos recordar no sean sino inferencias inconscientes que hacemos mediante el sentido común.
La película Desafío total propone la modificación electroquímica de las neuronas para insertar recuerdos falsos, como, por ejemplo, unas vacaciones fabulosas en el Caribe sin necesidad de ir allí. Y total lo que más nos hace disfrutar de algo es la huella que deja en el recuerdo.
La hipótesis de la película está lejos de poderse realizar pero la optogenética (1), ciencia nueva, puede proporcionar alternativas terapéuticas, por ahora experimentado en animales, para tratar la epilepsia, la esquizofrenia, la ansiedad, adicciones, depresión y Parkinson.
(1) La optogenética implica, por un lado, usar un virus para hacer fotosensitivas a las neuronas y, por el otro, la implantación de diminutas fibras ópticas dentro del cráneo para iluminarlas.