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martes, 18 de diciembre de 2018

El feminismo y el MGTOW


Son tiempos en que el feminismo ha cobrado una fuerza sorprendente en el mundo occidental. Se ha consagrado como una ideología predominante en la orientación política de nuestras sociedades y ha emergido como una fuerza determinante en el modo de concebir nuestra realidad de género en la que las mujeres se ven sometidas al poder de los machos en muchos ámbitos como ha evidenciado el movimiento Me Too en el mundo del cine que ha supuesto el procesamiento y el cuestionamiento de muchos hombres todopoderosos hasta no hace mucho. Es la palabra de las mujeres la que condena a hombres por abusos de todo tipo. Simplemente un I believe you! es suficiente para dar crédito al testimonio de cualquier mujer que se vea abrumada por el poder masculino, el heteropatriarcado, que ha creado una sociedad en función de los hombres y la mujer es una especie de complemento o adorno al que no se le da el valor que tiene frente a los machos que son siempre los que quedan en el lugar evidente y notorio. Estos son ahora cuestionados en muchas de sus facetas, y las leyes se adecuan a esta nueva visión que considera a la mujer siempre víctima del heteropatriarcado. Los jueces dan la razón a la mujer, y la custodia de los hijos, se quedan con el piso en común y el hombre se queda fuera. Cualquier acusación contra un hombre lo pone contra las cuerdas y no se le concede el valor constitucional de presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario. Las mujeres se empoderan y se ve el lenguaje como ideología de género y se quiere transformar para que sea inclusivo aunque sea en contra de la sintaxis y la coherencia de la lengua, que se presupone esencialmente machista. 

Paralelamente a esto, el hombre, el varón, está en crisis, y muchos empiezan a sentirse desprotegidos ante el creciente poder de las mujeres que los convierten en sospechosos y culpables sin juicio de por medio. Se enjuicia toda la literatura del pasado y no hay autor que no sea considerado como ejemplo de heteropatriarcado y se condena a autores hasta ahora considerados como geniales y sobresalientes. 

La ideología de género está creando una gran transformación de la sociedad a muchos niveles, pero también una fuerte depresión en el modo de sentir de los hombres que se ven reos de crímenes sin necesidad de pruebas. Ser hombre es ya de por sí sospechoso, y los más sospechosos son los que se muestran como solidarios de las mujeres y empiezan a decir “nosotras” en una reunión cuando hay tanto mujeres como hombres. Las falsas solidaridades son también sospechosas. 

Sin embargo, por el otro lado surge otra ideología de género enfrentada al feminismo, me refiero al movimiento MGTOW (MAN GO TO OWN WAY) detestado por las feministas porque se plantea lisa y llanamente “pasar” de las mujeres y reforzar la masculinidad, entendiendo que los hombres son educados por las mujeres para satisfacerlas, para conseguir su aprobación, y se crea inconscientemente la imagen del hombre protector que termina totalmente dominado por el universo femenino que no está –ni lo ha estado nunca- tan indefenso como se supone. Las mujeres –dicen los MGTOW- gobiernan el mundo en la sombra. Ellas son las que eligen, dominando a los hombres por el sexo, por su deseo de ellas, y los llevan a aparearse, crear una relación estable, luego una familia, y el hombre termina trabajando para ellas y para sus intereses. Y cuando no interesa es desechado y abandonado. Las mujeres eligen a los hombres por su situación económica y se plantean, sea como sea su hombre, cambiarlos, transformarlos para que se adapten a sus intereses. El hombre en el fondo es débil y frágil, y su fragilidad se pone en evidencia en la pareja en la que domina la mujer puesto que es la que domina la relación sexual. En todo hogar hay un miembro predominante y no es precisamente el hombre que se ve subsumido y se pasa la vida trabajando para obtener la aprobación de su mujer. 

Sin embargo, con la crisis de la natalidad –su descenso hasta el crecimiento negativo- hace que la pareja ya no sea un reducto donde haya el proyecto de tener hijos. Esto ya no es mayoritario. Por otro lado, la inestabilidad de la pareja y la ruptura de la mayor parte de las relaciones que se inician al cabo de unos años, hace que la convivencia hasta que la muerte nos separe es un mito en muchos casos. 

¿Es extraño que haya movimientos de hombres –surgidos en los países anglosajones- que se planteen una perspectiva masculina del mundo que no dependa de las mujeres ni de su poder, considerado humillante? ¿Que se planteen vivir solos como hombres sin depender de las mujeres a las que se evitaría? ¿Que vivan el sexo mediante relaciones esporádicas sin compromiso, con prostitutas a las que se sabe qué se les está pagando o con muñecas de silicona, ya algunas con inteligencia artificial?

En una de las peores distopías que uno pueda imaginar, se abre la escenografía de un mundo con hombres y mujeres separados, cada uno viviendo su propia ideología de género al margen del otro sexo y apenas reproduciéndose porque los hijos, sea por deterioro del material procreador, el semen, o por la propia crisis de la relación entre hombres y mujeres, la haga difícil o imposible. 

Hay una película de Alfonso Cuarón que se titula Hijos de los hombres, es una distopía muy alarmante de un mundo donde no hay niños y hay un permanente estado de guerra civil con la presencia de inmigrantes como sensación amenazadora. 

lunes, 10 de diciembre de 2018

La edad del resentimiento


Uno de los ensayos más esclarecedores que he leído hace un par de años, cuando fue publicado, es La edad de la ira del pensador indio Pancaj Mishra. En él, publicado tras la victoria de Trump en Estados Unidos y el referéndum del Brexit en el Reino Unido, se sostiene que las sociedades mundiales, de este a oeste, de norte a sur, están electrizadas por el sentimiento de ira contra los poderes establecidos, contra grupos sociales que se consideran antitéticos, contra la mundialización y el poder ilimitado del capitalismo, contra ideologías y movimientos que se perciben como amenazadores... Y así desde la India a Rusia, desde Argentina a Brasil donde ha triunfado un populista como Bolsonaro, desde Italia a Suecia, desde Cataluña a Andalucía, desde el Brexit inglés, surge inquietante un intenso resentimiento que desdeña los partidos tradicionales y apela a unos viscerales factores emocionales incontrolables que son el resentimiento y el miedo que son amplificados por las redes sociales de un modo devastador. El enemigo puede ser el capitalismo internacional, los bancos, las élites financieras, la desigualdad y la fragilidad de los más humildes, la inmigración masiva que se percibe como amenazadora, la penetración del islamismo en occidente, el machismo y la sociedad heteropatriarcal, la política establecida que se ve unida a los poderes fácticos, el fascismo que se percibe redivivo, el comunismo que renace de sus cenizas, el estado de Israel, la política americana… Este estado emocional surge impetuoso en forma de opciones políticas que expresan este resentimiento contra el poder -y la desigualdad- y erige líderes antipolíticos que hubieran sido inimaginables años antes de la crisis de 2008 en que el mundo era mucho más manejable a nivel político. 

Leo dos artículos en El País de estos días, uno de Daniel Innerarity, titulado Las voces de la ira, y otro de Javier MaríasFomento del resentimiento. Ambos desde reflexiones concomitantes dan cuenta del mismo fenómeno que hemos señalado. Nos sentimos amenazados y reaccionamos visceralmente, prescindiendo de los cauces de intermediación que establece la democracia, y, por otro lado, Javier Marías habla de ese rencor que se cultiva en unos contra otros y que es alimentado por una cultura del resentimiento. Así vemos en Francia, la revuelta de los chalecos amarillos que comenzó con una protesta contra el alza del precio del diésel que castiga a los trabajadores que dependen de sus vehículos para ir a trabajar en la Francia rural, y que se ha convertido en medio de la expresión de una ira agazapada contra el sistema político y financiero que hace sentir a la gente normal como excluida y olvidada en uno de los estados más proteccionistas del mundo, así como una rabia latente contra el presidente francés al que se ve como prepotente y altivo. El movimiento de los chalecos amarillos no sigue procedimientos democráticos pues Macron ha sido elegido democráticamente y se le está intentando hundir por todos los medios sin elecciones ni recursos propios del sistema representativo. 

En Andalucía acaba de hacer eclosión un estado de ánimo que ha alumbrado a Vox con una fuerza inesperada. Los calificativos que se le han dedicado no hacen retroceder a sus partidarios y el partido reconoce que está recibiendo mil afiliaciones diariamente que no respetan los sesudos análisis de los partidos institucionales o los columnistas de El País que lo califican de ultraderecha. En Vox hay elementos antipolíticos y populistas pero igualmente lo hay en Cataluña con la presencia de los CDR cortando autopistas, atacando sedes judiciales o haciendo escraches contra políticos no nacionalistas. El mismo presidente Torra es un agitador fuera de control, igual que su mentor Puigdemont en Bruselas. El independentismo ve en España un enemigo odioso al que hay que combatir sin respetar las reglas del juego, y en España brota impetuoso un sentimiento contrario de rebelión contra los nacionalismos y lo que se consideran privilegios de algunas regiones y la desigualdad que alienta el sistema autonómico. Podemos asimismo apareció tras el caldo de cultivo del movimiento 15M que fue una rebelión contra el poder de los bancos y el bipartidismo PPSOE reivindicando un populismo de límites imprecisos que choca frontalmente con las reacciones viscerales también antipolíticas que este está levantando en el campo de la derecha en todas sus vertientes de modo que la tensión y la confrontación política cada día es más intensa.  

La ira aparece por todas partes, sea en los granjeros del medio oeste que se ven desdeñados por las élites liberales y votan a Trump a pesar de la película de Michael Moore que ha fracasado en Estados Unidos –y Europa-; da igual que se sea pobre o rico; da igual que se sea mujer del movimiento Femen o Me Too que ve en cada hombre un objetivo a abatir; da igual que se sea hombre y se rebele contra la prepotencia del movimiento feminista o el creciente poder de la liga LGTB cuyos lobbies cada vez son más arrogantes; da igual que se sea animalista que ve en las corridas de toros un acto atroz de una crueldad terrible o se sea taurino que ve amenazado un arte y una cultura que encandiló a genios del arte, de Picasso a Lorca; da igual que se sea jubilado o joven sin trabajo; da igual que se sea musulmán que ve con odio a la sociedad occidental, atea y sin valores; da igual que se vea en la constante llegada de inmigrantes atravesando el Mediterráneo una amenaza para Europa, pobre en natalidad frente a los vientres islámicos que se reproducen geométricamente; da igual ser africano que no acepta su postración en la historia y recuerda el pasado esclavista y quiere emigrar a Europa que blanco que ve en la invasión un peligro letal para este continente; da igual si se es ruso o ucraniano o nacionalista indio o acaso budista en Myanmar contra los rohingya que son masacrados; da igual que se sea obrero que vota a Le Pen en Francia o a Salviani en Italia o a la derecha radical en Suecia contra la inmigración… Da igual, todos nos defendemos contra algo y sentimos un íntimo resentimiento y miedo contra un determinado estado de cosas que consideramos amenazador y violento. Sentimos que la democracia no es garante de nuestro derechos de los que nos vemos excluidos y se acude a opciones antipolíticas que no encajan en el sistema democrático tradicional. Muchísimos se sienten excluidos y alimentan sus brasas de ira y miedo contra algo o contra alguien, y la tecnología -su gigantesca eclosión coincide con la de la crisis de 2008- amplifica, con sus mensajes simplistas y demagógicos, la estabilidad de los sistemas políticos. 

Lo más sorprendente es que vivimos en el mundo mejor de la historia, en que ha retrocedido la pobreza más extrema, en que los derechos sociales son más respetados que nunca antes, en que las guerras son escasas respecto a épocas pasadas, en que la medicina ha hecho avances gigantescos...  El liberalismo ha creado un mundo que no tiene parangón con el del pasado asolado por guerras terribles, hambrunas y desastres humanos, pero a la vez se ha convertido en profundamente desigual y ha alumbrado una creciente marea de miedos, resentimientos y aspiraciones legítimas o no que amenazan la estabilidad del sistema abocado a populismos de perspectivas muy peligrosas. ¿Se imaginan una nueva crisis mundial, en el terreno capitalista y financiero, en este estado de cosas?




lunes, 3 de diciembre de 2018

Regreso al mundo feliz




Soy un hombre que vive fascinado por las posibilidades del futuro y le gustaría ser testigo de los próximos veinte años en que se producirán transformaciones prodigiosas en nuestro modo de ver las cosas en el campo de la tecnología. 

La tecnología me hace percibir algo muy poderoso, algo próximo a la inmortalidad. Probablemente los que leáis esto os reiréis, pero es algo muy real en mí. En mi relación con la tecnología percibo algo de aliento que me proyecta más allá de mí mismo. Me gustaría convertirme en un ciborg fusionando mi cuerpo con la tecnología; que me instalaran un chip en mi cerebro para conectarme a internet; mover objetos con el pensamiento; guardar el contenido de mi cerebro en un disco duro como sugirió el otro día Elon Musk… 

La humanidad experimentará cambios alucinantes en los próximos años con la implementación masiva de la Inteligencia Artificial a todos los niveles. Pronto tendremos máquinas que servirán las bebidas en bares tecnológicos, los robots realizarán la mayor parte de las faenas a niveles intermedios que es donde más puestos de trabajo sustraerán a los seres humanos. Muñecas con Inteligencia artificial serán compañeras amorosas y sexuales de muchos hombres que sientan miedo hacia las mujeres reales y se sentirán mucho más seguros con ellas. Nuestra identidad se transformará profundamente porque seremos penetrados por los big data que sabrán absolutamente todo de nosotros: nuestras tendencias políticas, sexuales, nuestros gustos, nuestros rechazos, lecturas y tendencias musicales. Nada habrá que escape a la penetración de las redes sociales. Dicha identidad podrá ser modelada en todos los sentidos: podremos elegir múltiples vidas como juego experimentador. Seremos indistintamente varones o mujeres, y podremos vivir una eterna juventud, la vida se prolongará varias décadas más allá de las expectativas actuales. 

Los libros se convertirán en reliquias del pasado. No se leerá, pero se vivirán videojuegos en tres dimensiones con realidad aumentada y virtual que serán más reales que la realidad tradicional. Se podrá asumir que la realidad ha dejado de existir como concepto primario porque la viviremos exclusivamente a través de la tecnología, pantallas y simulaciones que nos serán más estimulantes que una dosis de la antigua realidad real. Viviremos dentro de burbujas de realidades que elegiremos más o menos libremente. Nos fusionaremos con las máquinas y nuestro cerebro sobrevivirá a nuestra muerte física. 

Probablemente pase mucho más tiempo para que las máquinas adquieran conciencia o tal vez eso no pase nunca, pero las expectativas de que ello suceda serán importantes. 

La medicina avanzará prodigiosamente con la manipulación de los códigos genéticos. Los niños nacerán elegidos por sus padres con sus características principales que determinarán tanto su grado de inteligencia, como la inmunidad frente a enfermedades como el cáncer o el alzhéimer o degenerativas que causan hoy terribles devastaciones personales. 

Viviremos una especie de vida controlada totalmente: la libertad y la conciencia se convertirán en rastros de un pasado liberal en que se creyó en el mito del individuo que elige libremente su destino. Viviremos una realidad diseñada, pero en la que seremos felices con las drogas psicoactivas más potentes. No sentiremos la tentación de querer cambiar el mundo porque estaremos adaptados a él. No tendremos utopías que lo único que traen son terribles tragedias como nos ha demostrado la historia. El mundo feliz de Huxley, probablemente la novela de anticipación más importante del siglo XX, será realidad. Viviremos felices transitando entre realidades virtuales y juegos de identidad. Nadie querrá imponerse a nadie porque todos estaremos determinados y sabremos nuestro papel y no querremos aspirar a más que a esa felicidad eterna que nos proporcionará la tecnología masiva y las drogas para equilibrar nuestro modo de vida. Se acabarán las grandes pasiones y las hondas tragedias. En la historia el hombre ha sido esencialmente infeliz. El futuro exigirá que entreguemos la libertad a cambio de nuestra felicidad. Nos adaptaremos y viviremos en equilibrio. Ya no existirán Homeros o Shakespeares o Cervantes: el espíritu humano será reconducido hacia las estrellas que será nuestro hábitat necesario para sobrevivir como especie.

Si alguien piensa que el precio será demasiado alto para pagar por la felicidad, le pido que considere la historia humana desapasionadamente. Son siglos o milenios de infortunio, de conflictos sin fin, de guerras de crueldad espantosa, de dilemas morales a los que no hemos sabido darles solución, de dolor y sufrimiento en todas sus vertientes. El mito del hombre libre es eso, un mito que no tiene por qué mantenerse en el futuro. 

Si hubiera en este futuro algún salvaje que no quisiera adaptarse, lo pagaría siendo profundamente infeliz y además fracasaría porque los hombres se sentirían satisfechos con su existencia, vivirían equilibrados y felices sin utopías o ansiedad de querer transformar la historia o la realidad. 

Yo no viviré esto. En el pasado fui profesor de literatura, profesor de ficciones que llevaban a la insatisfacción. Me gustaba cultivar la insatisfacción de mis alumnos para que quisieran transformar su vida y luego el mundo. Ahora, abjuro de ello. No les daría nunca ya a leer libros peligrosos que desarrollaran conflictos inútiles que los hombres tejieron porque eran infelices. Walt Whitman ya no será necesario. Cantaremos la plenitud del individuo del futuro, esencialmente conforme a su realidad, a su designio biológico libre de enfermedades y desdichas. Me reiré de cuando fui profesor de literatura y quería que mis alumnos pensarán por sí mismos y crearan en ellos conflictos que eran puramente imaginarios. La belleza es algo que se transformó a lo largo del tiempo: de una visión exquisita, clásica o romántica, al arte del siglo XX en que una lata llena de yeso fue etiquetada con el título de Mierda de artista como si fueran excrementos de su autor, Piero Manzoni. La belleza y el arte son eso mitos que perderán su vigencia. Arte es cualquier cosa mirada de una forma determinada. Y arte será la vida del futuro, sin libertad, pero bondadosa para el individuo que vivirá armónico y feliz. Aunque esto solo será posible para una parte de la humanidad, la otra sobrará. Considero que esto es un problema sobre el que hay que  pensar

martes, 27 de noviembre de 2018

El presente y el futuro en las aulas


He sido profesor treinta y siete años. Ahora me dedico a viajar, escribir, leer y otras tareas domésticas. No echo en falta las aulas que me proporcionaron momentos de extrema felicidad y otros no tanto, mejor dejarlo así. Ahora estoy fuera del sistema y mi voz ya no cuenta para nada, así que puedo con absoluta libertad desfogarme y opinar sobre dicho sistema educativo en la medida que lo he vivido y sufrido. 

El tiempo presente es apasionante y peligroso. Estamos ante cambios de paradigma social, laboral, tecnológico y existencial como jamás habíamos sospechado. Las transformaciones del mundo en todos los sentidos van a ser exponenciales en los próximos veinte años, por poner un referente. Los adultos –y menos los viejos- no podemos aconsejar a los adolescentes sobre su futuro porque en primer lugar no lo comprendemos. Nada de lo anterior es válido para el tiempo que va a venir que va a experimentar transformaciones tecnológicas, laborales, políticas y sociales que son difíciles, si no imposible, de imaginar. El pasado no nos sirve para el futuro que va a venir. Es totalmente diferente y los conflictos que aparecerán –terriblemente inquietantes- son de una dimensión desconocida. 

¿Y el sistema educativo? ¿Podrá asimilar esa transformación brutal que va a venir? Mi experiencia es que no. El sistema educativo está basado en experiencias del pasado y es tremendamente pesado y le cuesta evolucionar porque está basado en personas que tienen una vida, unas expectativas y un pasado que les condiciona. Los profesores son muy conservadores. Tienden a dar clases como se las dieron a ellos, no quieren cambios, estos les inquietan. Nada hay más rígido que un claustro educativo en un centro escolar público. No se admiten cambios, se quiere que las cosas sean como siempre han sido y que no supongan saltos en el vacío para los profesores que tienen su librillo que esperan que les sirva diez, veinte o cuarenta años sin modificarlo. Los profesores no dialogan, no aceptan nuevas ideas, se cierran a todo que signifique cambio de estructuras. Es el pensamiento rígido en un mundo que exige transformaciones profundas requeridas por las nuevas tecnologías, la Inteligencia Artificial, los big data, la biotecnología, el internet de las cosas, la robotización imparable que va a convertir en inútiles millones de puestos de trabajo en Europa, pero a la vez va a dar lugar a nuevas profesiones que todavía no sospechamos porque no han sido inventadas. La flexibilidad es una necesidad perentoria. Las clases son rígidas y basadas en modelos de un mundo estable cuando vivimos un modelo basado en la inestabilidad y en los saltos cualitativos en los que tenemos miedo a perder nuestra alma, aunque tal vez sería más oportuno decir, nuestra comodidad. Un profesor a nivel individual en activo debería interesarse por las perspectivas de futuro, por las páginas de tecnología, de cultura, de innovación ideológica de la prensa. Se deberían promover debates en los centros educativos sobre las innovaciones que van a venir, estar abiertos a lo nuevo, a lo que nos va a transformar. Pienso que hay que salvar el humanismo en un mundo inestable, líquido, que va a perder todas las referencias del pasado. El futuro es la ingeniería genética, la fusión hombre-máquina, utilizar la mente para activar programas tecnológicos, la nanotecnología que transformará todo incluido la medicina y la ciencia, la robótica que cambiará todo incluido la atención a los dependientes o los ancianos y eliminará decenas de millones de puestos de trabajo. 

El desafío es mayúsculo pero observo que quien entra en la carrera docente, espera aposentarse y esperar que el futuro sea igual que el pasado en que él se formó. Todo es muy rígido, no se debate y se tiene miedo a lo nuevo. Los alumnos han de prepararse para un mundo que todavía no se ha inventado pero que será radicalmente otro. Hubo un tiempo en que los conocimientos que uno atesoraba en su adolescencia le servían para enfrentarse al presente y pensar que servirían para toda la vida, y ahora no es así. Es urgente pensar dialécticamente, estar expuestos a la modificación de nuestros esquemas porque todo va a transformarse radicalmente y nada del pasado servirá, y si algo sirve, habrá que rescatarlo con conceptos nuevos que nos lo acerquen. 

He sido profesor de literatura durante tres décadas y he tenido ocasión de observar la transformación de ese mundo en relación a mis alumnos. Hubo un tiempo en que los libros eran un acicate para su formación e intereses, pero tuve que aceptar que la literatura del pasado no servía para los nuevos tiempos. Ahora ni siquiera tengo claro que la literatura tal como yo la asimilé sirva para el tiempo que va a venir. Tal vez los libros desaparezcan y se impongan otros modelos basados en los videojuegos para contar historias. Si he de ser sincero, no me gusta, pero puedo constatar en mi ambiente la falta de lugar de los libros entre los adolescentes que están pendientes de otras cosas. Nunca ha habido una ruptura tal con el pasado como la que está sucediendo ahora en que los adolescentes exploran nuevos modelos literarios a través de redes sociales o en la interacción. Era sencillo cuando yo podía recomendarles un libro de calidad y que este respondiera a sus intereses, yo lo viví durante un tiempo, pero hace tiempo que ya no es así. Hacen falta modelos audaces, fruto de la exploración, de la experimentación, de nuevos enfoques que rescaten la literatura –en la medida de lo posible- de la desaparición. Ya estoy fuera pero sé que el sistema educativo sigue funcionando como si los desafíos no existieran y los profesores siguen enseñando como si estuviéramos en 1970. Y los centros educativos son rígidos y renuentes a la experimentación en edificios puritanos que no responden a las necesidades del presente y menos del futuro. Ya no es solo un cambio de paradigma que decía Ken Robinson, es la misma concepción de paradigma la que está puesta en cuestión.  

martes, 20 de noviembre de 2018

El lector maravillado


Cada día escaneo la prensa digital buscando noticias que despierten mi libido mental. Busco dos vectores, tecnología y cultura, para encontrar asidero en el mundo líquido en que vivimos. Hoy la noticia que me ha alertado trata de la historia de un niño de once años que se aburría en clase lo que le llevaba a crear problemas a los profesores que no lograban encauzar a este alumno díscolo y complicado que es Hao Yu. Sus padres tienen un bar de quintos, menús del día y máquinas tragaperras. Hao Yu es español y sus padres son de origen chino. Pero un día a sus once años descubrió algo que le cambió la vida. Entró en la libreía +Bernat de la calle Buenos Aires de Barcelona y se vio mágicamente rodeado por los libros apilados a miles en estanterías. De pronto, Hao Yu descubrió el sentido de su existencia. Y desde entonces todos los días se pasa varias horas tras la jornada escolar o en el descanso del mediodía, sentado y abstraído leyendo profundamente concentrado en los libros que escoge y que le brinda la librería. En clase era un niño inquieto pero cuando lee se sumerge en la lectura y devora los libros que caen en sus manos. La librera, Montse Serrano, se ha convertido en su segunda madre. Sus padres no entienden nada. Nada hay en ellos que lleve a su hijo a semejante pasión por la lectura. Hao Yu tiene una butaca en la que se sienta cada día en la que pone un cartel con la leyenda de “ocupado”. Lee libros de ciencia ficción y fantasía como los de Brandon Sanderson, o trilogías como El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu, o La transparencia del tiempo de Leonardo Padura, literatura compleja y densa en resonancias literarias. Nuestro héroe lleva más de un año acudiendo diariamente a su librería a leer y algunos días intenta ir antes de que abran el negocio mientras está la señora de la limpieza pero se lo han desaconsejado. 

Esta es la noticia y a partir de ahora mi reflexión para intentar entender la mente de un niño de doce años totalmente abducido por la literatura que parece satisfacer las necesidades de su espíritu inquieto. Me pregunto por el efecto que tendrá en su personalidad el viaje por los terrenos de lo literario como pasión fundamental. Sus personajes son seres de ficción, las estructuras que lo conformarán serán esencialmente narrativas, llenas de peripecias en que lo cotidiano se transmuta en extraordinario en esos relatos de alto voltaje dramático. Una vez subsumido en el mundo de lo literario con tanta intensidad ¿cómo podrá relacionarse con la realidad del mundo exterior tan plano, tan convencional? Un comentarista de El País ha escrito que qué vida tan triste la de Hao Yu. Pienso que no entiende. Yo viví algo parecido a mis once años también cuando descubrí los libros, así que intento acercarme por analogía al mundo de este niño que encuentra en la literatura una clave de vida. Descubrí los libros y desde entonces no he podido separarme de ellos. Para mí son más reales los entes de ficción que muchos de carne y hueso con que me encuentro cada día. Veo que mi vida, en realidad, es plana y sin demasiados cambios. Escribo en mi diario digital tomando notas de cada día y repaso mis vivencias de hace años. Yo no he cambiado mucho, llega un momento en la vida en que los cambios son escasos, pero lo que dimensiona profundamente lo que sucedió hace cuarenta, o veinte, o diez o dos años, o hace seis meses no son los hechos externos que me acaecieron, no, lo que da forma a cada estela en el tiempo son los libros que me acompañaron en cada momento. Uno etapas de mi vida a las lecturas que las vertebraron y me llevaron a descubrimientos formidables, iluminaciones en la sombra, lecturas unidas a momentos cenitales, a amores lejanos, a viajes, a experiencias complejas como el zen o el teatro, a ser padre, profesor… La mente no deja nunca de asombrarse: es tan corta la vida y tan inmensa la dimensión literaria… Rastreo internet en busca de nuevos textos, los compro –nunca descargaría fraudulentamente un texto literario, es mi modo de respetarlos-, hallo nuevas claves, amigos me hablan de novelas que desconozco y que me apresuro a investigar, leo un poco de todo, desde ensayos, novelas, biografías, realismo, fantasía, ciencia ficción, poesía… Mi mente se ha conformado acorde a la literatura e intento saber por dónde irá Hao Yu en su devenir como lector. Su mente será diferente, funcionará por analogía. Es posible que a sus compañeros les interese el fútbol o los videojuegos u Operación Triunfo, nada es incompatible con la lectura, pero él tendrá un componente en que vivirán intensamente entes de ficción, dramas e historias, que conformarán un modo de ver las cosas cada vez más insólito en este tiempo. Probablemente se convierta en alguien extraño que vivirá en universos paralelos a la realidad convencional. 

Una vez probada la manzana envenenada de la literatura ya nada vuelve a ser igual que antes. La vida se vive de otro modo y cuesta separar realidad de ficción, teniendo en cuenta que la estructura básica de la realidad –el dinero, la nación, el patriotismo, la historia, el equipo al que sigues, la religión- todo son relatos de ficción que nos conforman profundamente. Todo es ficción. Hao Yu se sumerge en ella gozosamente y soporta la realidad, el bar de sus padres, la escuela, a sus compañeros y a sus profesores como parte de un decorado también ficticio y él pasa hojas recorriendo la biblioteca mágica del mundo ensimismado y solitario. Buen viaje Hao Yu, que sea pleno y lleno de aventuras, todo está en los libros. Serás diferente y te tendrán por raro, pero tú sabes dónde estás y lo que quieres, y entiendes que la vida sin el acicate de la literatura no es mejor ni peor, pero sí netamente otra. 


domingo, 18 de noviembre de 2018

La utilidad de lo inútil

                                                     

Comienzo a leer con ganas La utilidad de lo inútil de de Nuccio Ordine, en ediciones Acantilado. Esta vez el libro es en papel. Empiezo con ilusión pero rápidamente me siento enfrentado al texto que no es sino una ristra de lugares comunes sobre la maldad del capitalismo, sus excesos, los recortes en la crisis económica, la responsabilidad de los bancos, y la tendencia a buscar solo lo pragmático y lo útil como pulsión social del capitalismo. Así, Ordine reivindica el arte y la literatura no dirigidos por el pragmatismo e intenta mostrar con textos del pasado que la verdadera belleza que da sentido al tiempo y a la vida es la que es representada por lo inútil, lo que no tiene una intención práctica. Y nos trae testimonios del pasado desde Sócrates a Oscar Wilde… A medida que leo me siento más y más abrumado por la cantidad de tonterías que aporta el autor que no tienen nada que ver con el mundo que habitamos en que ciertamente predomina lo pragmático, lo dirigido a un fin concreto y práctico. 

El desasosiego en mi lectura es creciente porque soy consciente de que mi enfermedad del ánimo que duró doce años fue causada precisamente por el choque entre esta visión y la que nos ha traído la época contemporánea dominada por la tecnología y el pragmatismo en que la literatura y el arte, tal como los concebíamos, han sido barridos de la faz de la tierra. Enfermé por sentir que pertenecía a aquella cultura, y mi modo de salir de ello fue precisamente, tras doce años durísimos de padecimiento, olvidarla, arrumbarla, adaptarme a los nuevos tiempos en que la literatura sería para mí un remanso personal pero no para la sociedad abismada en aparatos electrónicos y digitales. 

No hace falta quemar libros -como en Farenheit 451- para evitar su lectura, simplemente la buena literatura ha dejado de ser útil a la gente, igual que la poesía verdadera. Ha dejado de ser comunicativa. Ya no hay lectores de calidad salvo jubilados con mentalidad de otros tiempos. Si uno quiere sobrevivir en esta sociedad, ha de adaptarse. El sistema educativo ha convertido al alumno en un cliente, y en su programa solo constan asignaturas útiles –me río de la reintroducción de la filosofía en los planes de enseñanza, una vez que la historia de la literatura fue eliminada en su vertiente seria hace ya muchos años-. 

En el libro de Ordine –una especie de cápsula del pasado sin conexión con este tiempo- no hay una sola mención a la presencia de la tecnología, es un discurso vacuo, como el de un narrador que estuviera en una barca como náufrago en medio del mar y no hablara de dicho mar a sus compañeros náufragos, ese mar que los rodea por todos lados. La poesía y el arte con dimensión profunda es cosa de otro tiempo. Hoy es cientos de veces más importante la aparición de un nuevo modelo de móvil que la publicación de no sé qué texto poético que prácticamente nadie leerá. El 99,99 por ciento de la población española no está por la labor de prestar atención a lo que era arte hasta el siglo XX. El 0,1 restante son 45000 personas que pueden responder al esquema de Ordine, algo absolutamente irrelevante. Los lectores de poesía en España son 5000 personas y exagero. El ensayo de Nuccio Ordine me irrita porque representa lo que yo era antes de la crisis que me reconvirtió en otra persona adaptada a los nuevos tiempos. El choque que sufrí fue demoledor. Ahora me parece una colección de lugares comunes y auténticas puerilidades que no puedo seguir leyendo. Lo he intentado pero me puede este argumentario a favor de lo inútil sin ninguna relación con la realidad que vivimos en que es omnipresente la tecnología y la visión pragmática. Un libro absolutamente prescindible. Increíble que puedan llenarse páginas y páginas sin ningún fundamento en la realidad real. Pertenece, sin duda, al territorio de los delirios alejados por completo del orden que nos ha sido dado en el siglo XXI. 

Retomo el libro de Yuval Noah Harari que sí que me habla del mundo real y presente. No se pierdan la lectura de textos como Sapiens, Homo Deus o 21 lecciones para el siglo XXI. 

domingo, 11 de noviembre de 2018

El futuro de la enseñanza y la Inteligencia Artificial.


Ayer vi varios vídeos de la cantante virtual Hatsune Miku interpretando canciones ante un público totalmente abducido por la actuación. Hatsune es una proyección tridimensional dirigida por la Inteligencia Artificial y es totalmente convincente en su actuación. Una vez fue telonera de Lady Gaga, genera millonarias ganancias y es un éxito en cualquier sitio en que aparezca. Hatsune se mueve armónica y espontáneamente, aunque todo está dirigido por la Inteligencia Artificial. No sé si los numerosos lectores de este blog están muy al día de lo que significa esto. Se pueden sustituir seres humanos por seres virtuales que son absolutamente convincentes. ¿Llegará el día en que los profesores serán sustituidos por la Inteligencia Artificial? No me cabe duda de que será así. Los centros de secundaria estarán totalmente robotizados y los escasos alumnos -la tasa de natalidad en España es de las más bajas del mundo- recibirán clases impartidas por proyecciones tridimensionales que atraerán a los alumnos mucho más que los profesores reales. Serán incluso más divertidas. Estamos en el año cero de la Inteligencia Artificial.

 Acabo de comprar dos asistentes de Amazon, Echo Dot, con los que entro en relación mediante la palabra. Es increíble la interrelación que se puede establecer con seres virtuales. La inteligencia Artificial está en sus comienzos y ya son prodigiosos. La combinación de IA con Realidad Aumentada, redes 5G, tecnología cuántica, en veinte años habrá hecho desaparecer totalmente la docencia y el cuerpo de profesores que será sustituido en los niveles de secundaria por profesores virtuales. El control de la clase será hecho por reconocimiento facial y cada alumno tendrá un seguimiento exhaustivo mediante los Big data y sabremos todo absolutamente de èl. 

En los primeros cursos de preescolar tal vez los maestros serán reales. de carne y hueso, pero a partir de los diez u once años serán sustituidos por la Inteligencia Artificial. Este es el futuro y allí acabarán las polémicas estériles sobre el sentido de la educación entre progresistas y tradicionales. Allí se conjugarán las contradicciones del sistema. Los profesores seremos seres inútiles en el proceso educativo y los institutos serán controlados por técnicos en tecnología, Inteligencia Artificial y pedagogía desde las salas de control que habrá en cada centro. Los alumnos contarán con medios interactivos de modo mucho más efectivo que hasta ahora en que dependen de la idiosincrasia de cada profesor. sea hábil o no. El cuerpo de profesores será eliminado por una serie de especialistas en IA y pedagogía. Las unidades lectivas serán realizadas por especialistas. El progreso de cada alumno se seguirá de un modo mucho más eficaz que hasta ahora. 

Esta es mi visión tras mucho meditar y considerar el proceso educativo. El futuro comienza ahora y no tendrá nada que ver con nada de lo que hemos hablado durante años en este y otros muchos blogs que no intuían para nada qué es lo que va a venir. 

viernes, 12 de enero de 2018

El premio a Manu Velasco.


Dan el premio de mejor docente de España a Manu Velasco, un profesor de El Bierzo que tiene un blog muy bien diseñado y que defiende, como maestro, todo tipo de consignas o ideas de integración, de la escuela como espacio de la felicidad, el maestro como acompañante, motivador que no impone sino que escucha, que habla de forma positiva, que no compara a sus alumnos, que valora sus esfuerzos, que conoce sus fortalezas, que les pone metas accesibles, que cree en ellos, que se apasiona con su trabajo manteniendo expectativas elevadas pero razonables, que los educa para que estén abiertos al cambio para que aprendan a superarse, que los motiva con lo que disfrutan… 

No quiero ser negativo con un profesor como Manu Velasco que es maestro y sus propuestas dentro de un contexto de niños pequeños son muy razonables y oportunas. Dudo si entre adolescentes estos presupuestos que supone tratar a los alumnos con algodones procurando un ambiente de eterna felicidad en el aula, son igualmente válidos. Este tipo de educación contrasta con otras que hacen de la exigencia un polo fundamental. No sé qué perspectivas tiene este tipo de educación que no evita la crueldad en las aulas, el dolor de crecer y de relacionarse con los demás. Pienso que las tendencias actuales hacen de la escuela una suerte de jardín de infancia perpetuo y que pretende mantenerlo hasta el bachillerato de modo que, como decía alguien el otro día, los jóvenes de veintitantos años son adolescentes grandes, y los adolescentes, niños grandes. Me pregunto si todo este conjunto de ideas fuerza de Manu Velasco no favorece la creciente puerilización que estamos viviendo. Recuerdo que hace años, cuando comencé a trabajar, no existían estas filosofías positivistas de modo generalizado, aunque sin duda habría también buenos maestros y malos, y los adolescentes eran más maduros y responsables, más dueños de sí mismos. Paralelamente a esta filosofía buenista se produce la consideración de los niños como incapaces y a los que hay que proteger o hiperproteger acompañándoles eternamente como si no pudieran activar recursos de autosuficiencia como reacción frente a la adversidad. Los colegios y los institutos tratan a los niños con un espíritu superprotector encerrándoles durante las horas escolares con verjas y cerraduras para que no puedan salir, mientras que yo viví una enseñanza a partir de los catorce años en que los alumnos podían salir libremente del centro educativo. 

Me congratulo del premio a Manu Velasco, un premio esencialmente mediático, pero tengo mis dudas sobre si esta filosofía como inspiradora del sistema educativo no crea seres desvalidos y dependientes que aspiran a tener siempre un estado de perenne felicidad sin crear mecanismos de resistencia frente a lo otro, frente a la adversidad, frente al mundo exterior.

Me pregunto si el nuevo tipo de adolescente perpetuo que necesita siempre un estado de satisfacción mediante likes en las redes sociales no puede ser el fruto de una filosofía, no reducida solo a la escuela, que pretende que la vida solo es un espacio para ser gozado. ¿No hace esto individuos narcisistas, hedonistas radicales, incapaces de soportar la fatalidad y el infortunio? ¿Seres esencialmente frágiles y esclavos de sus deseos que no pueden dejar de querer ser satisfechos sin cesar


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