Tengo la suerte los viernes de acabar a las once de la mañana mis clases. Suelo emplear lo que queda de mañana en bajarme a Barcelona a visitar librerías o alguna exposición que me resulte atractiva. Es un lujazo esta media mañana de asueto cultural porque puedo pasear por el centro vivo y multicolor de Barcelona y alimentar el espíritu con alegría y regocijo.
El viernes pasado se producía un acontecimiento singular. La exposición Bodies Exhibition llegaba a Barcelona para recalar hasta mediados de enero. Como sabrán, Bodies Exhibition es una muestra de diecisiete cadáveres y doscientos órganos humanos sometidos a un proceso de plastinación que descubrió el médico Gunther Von Hagens en 1977 en la universidad de Jena. El proceso consiste en eliminar el agua de los cadáveres mediante acetona fría para sustituirla por una solución plástica endurecible. El resultado revolucionó la anatomía forense y ofrece la posibilidad de tratar a cuerpos de personas fallecidas para mostrarlos en su interioridad más espectacular con un aspecto que combina lo científico y lo artístico.
Llegué el viernes 16 y tuve la suerte de que la jornada era de puertas abiertas para los profesores, lo que me evitó pagar los 19 € que vale normalmente la entrada. Tenía la intención de ver la exposición y, si ello se prestaba, llevar a mis alumnos de cuarto de ESO, que me habían manifestado su entusiasmo por ver la muestra en cuanto se lo sugerí. La verdad es que yo iba con una idea equivocada. La muestra venía precedida por la polémica que ha rodeado a las exposiciones de von Hagens por ser calificadas de obscenas, macabras, morbosas y escandalosas. Todo hay que decir que ésta no era la que recorre el mundo bajo su patrocinio. Tenía una idea errónea de lo que me iba a encontrar porque mi visita, sin multitudes molestas, me mostró que yo no iba a hallar materia para un discurso existencial sobre la vida y la muerte. Los cuerpos provenientes de la universidad de Dalian (China) sometidos al proceso de plastinación a base de polímeros tenía un aspecto que no evocaba la muerte. Mostrados en su interioridad y desnudez muscular ofrecían un aspecto lleno de energía y dinamismo. Estaban en poses tales como tirando a la canasta o lanzando dardos o corriendo o jugando al tenis. Un especimen –así se llama a estos seres- está en pose de estar pensando semejante al pensador de Rodin. Se puede viajar por los diferentes sistemas del cuerpo humano: óseo, muscular, nervioso, digestivo, reproductor…
El viernes pasado se producía un acontecimiento singular. La exposición Bodies Exhibition llegaba a Barcelona para recalar hasta mediados de enero. Como sabrán, Bodies Exhibition es una muestra de diecisiete cadáveres y doscientos órganos humanos sometidos a un proceso de plastinación que descubrió el médico Gunther Von Hagens en 1977 en la universidad de Jena. El proceso consiste en eliminar el agua de los cadáveres mediante acetona fría para sustituirla por una solución plástica endurecible. El resultado revolucionó la anatomía forense y ofrece la posibilidad de tratar a cuerpos de personas fallecidas para mostrarlos en su interioridad más espectacular con un aspecto que combina lo científico y lo artístico.
Llegué el viernes 16 y tuve la suerte de que la jornada era de puertas abiertas para los profesores, lo que me evitó pagar los 19 € que vale normalmente la entrada. Tenía la intención de ver la exposición y, si ello se prestaba, llevar a mis alumnos de cuarto de ESO, que me habían manifestado su entusiasmo por ver la muestra en cuanto se lo sugerí. La verdad es que yo iba con una idea equivocada. La muestra venía precedida por la polémica que ha rodeado a las exposiciones de von Hagens por ser calificadas de obscenas, macabras, morbosas y escandalosas. Todo hay que decir que ésta no era la que recorre el mundo bajo su patrocinio. Tenía una idea errónea de lo que me iba a encontrar porque mi visita, sin multitudes molestas, me mostró que yo no iba a hallar materia para un discurso existencial sobre la vida y la muerte. Los cuerpos provenientes de la universidad de Dalian (China) sometidos al proceso de plastinación a base de polímeros tenía un aspecto que no evocaba la muerte. Mostrados en su interioridad y desnudez muscular ofrecían un aspecto lleno de energía y dinamismo. Estaban en poses tales como tirando a la canasta o lanzando dardos o corriendo o jugando al tenis. Un especimen –así se llama a estos seres- está en pose de estar pensando semejante al pensador de Rodin. Se puede viajar por los diferentes sistemas del cuerpo humano: óseo, muscular, nervioso, digestivo, reproductor…
Me di cuenta de que la visita era altamente interesante para la asignatura de Ciencias Experimentales, pero no para ofrecer una reflexión como la que yo pretendía.
Es curioso cómo se puede contemplar la muerte en estado puro pero descontextualizada y desrealizada sin que nos produzca el menor impacto. En ningún momento pensabas que aquellos cuerpos, llamados especímenes, un día fueron personas llamadas Li Wang o Chen Shui, que nacieron, crecieron, amaron y murieron jóvenes para poder ser preservados con su belleza interior y mostrados en una exposición que recorrería el mundo. No había discurso sobre la muerte o el fugaz aleteo que es la vida. Más parecía un juego y un espectáculo que tenía que ver con el arte anatómico. Me imaginaba el trabajo de esos anatomistas forenses chinos trabajando con cadáveres que previamente habrían sido donados. Extracción del agua y posterior plastificación a base de polímeros. Un arte macabro pero arte, al fin y al cabo, que vuelve a poner en pie a seres que han dejado de vivir para hacerlo de otra manera y mostrados con cierto sentido del humor y de la ironía.
Los alumnos del instituto enseguida mostraron su interés entusiasta en ir a ver la exposición en la asignatura de Ciencias Experimentales tanto los de la ESO como los de Bachillerato.
Expliqué mi visita a la exposición a algunos profesores y me encontré varias opiniones que mostraban su desagrado ante esta experiencia que devalúa a los cuerpos y ofrece un espectáculo morboso. Mi impresión cuando la recorrí no fue esa y, ciertamente, me quedé sorprendido por el interés y la belleza de la visita que mostraba aquello que tenemos bajo la piel y que nunca había sido mostrado antes. Creo que, después de Barcelona, la exposición viaja a Madrid.
Es curioso cómo se puede contemplar la muerte en estado puro pero descontextualizada y desrealizada sin que nos produzca el menor impacto. En ningún momento pensabas que aquellos cuerpos, llamados especímenes, un día fueron personas llamadas Li Wang o Chen Shui, que nacieron, crecieron, amaron y murieron jóvenes para poder ser preservados con su belleza interior y mostrados en una exposición que recorrería el mundo. No había discurso sobre la muerte o el fugaz aleteo que es la vida. Más parecía un juego y un espectáculo que tenía que ver con el arte anatómico. Me imaginaba el trabajo de esos anatomistas forenses chinos trabajando con cadáveres que previamente habrían sido donados. Extracción del agua y posterior plastificación a base de polímeros. Un arte macabro pero arte, al fin y al cabo, que vuelve a poner en pie a seres que han dejado de vivir para hacerlo de otra manera y mostrados con cierto sentido del humor y de la ironía.
Los alumnos del instituto enseguida mostraron su interés entusiasta en ir a ver la exposición en la asignatura de Ciencias Experimentales tanto los de la ESO como los de Bachillerato.
Expliqué mi visita a la exposición a algunos profesores y me encontré varias opiniones que mostraban su desagrado ante esta experiencia que devalúa a los cuerpos y ofrece un espectáculo morboso. Mi impresión cuando la recorrí no fue esa y, ciertamente, me quedé sorprendido por el interés y la belleza de la visita que mostraba aquello que tenemos bajo la piel y que nunca había sido mostrado antes. Creo que, después de Barcelona, la exposición viaja a Madrid.