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miércoles, 17 de octubre de 2007

La diversidad en el aula


La diversidad en el aula es un lema atractivo. ¿Qué mejor ambiente que la diversidad para enriquecernos y para que el profesor sepa adaptarse a los distintos ritmos de aprendizaje en un ambiente cordial y de cooperación?

Esa es la teoría que me temo han ideado los que no tienen la obligación de estar dentro de las aulas enfrentándose a la diversidad que coloca a muchachos de ritmos de aprendizaje lentos lo que quiere decir que las actividades que se haga con ellos han de ser poco reflexivas, variadas y que exijan poco más que la copia de enunciados y respuestas. Son muchachos inquietos de bajo nivel, con graves dificultades de aprendizaje fuera de los rudimentos mecánicos. A estos veinticuatro muchachos de orígenes distintos como latinoamericanos, magrebíes y españoles, añádase un grupo de siete alumnos y alumnas de origen magrebí que apenas saben decir buenos días. Entre ellos también hay diversidad de aprendizajes y de motivación.

¿A quién dirige la clase el profesor? Si se centra por unos minutos en el colectivo magrebí recién aterrizado, el resto del grupo se sube a la parra y no espera pacientemente a que el profesor acabe de explicar sino que comienzan a enredar entre ellos y a perder la escasa concentración que se había logrado anteriormente. Si se centra en el grupo mayoritario aunque de nivel bajo, ve con angustia que el grupo de muchachas magrebíes tienen problemas con los dossieres supersencillos se les ha repartido. Necesitan al profesor y el profesor no está porque está intentando reconducir la clase con el otro grupo.

No hay posibilidad de aula de informática porque todas –las dos que tenemos- están ocupadas incluida el aula de ordenadores portátiles.

Los alumnos de bajo nivel se aburren fácilmente. Cualquier actividad que sea un poco reflexiva es rechazada porque supone pensar. Todo tiene que ser muy dinámico pero mecánico. Hay que hacerles mantener constantemente la atención y hacerles participar. No pueden quedarse simplemente escuchando, tienen que tener una actividad entre manos, una actividad sencilla y de fácil comprensión.

Reconozco que estoy aprendiendo. No tienen libro de texto porque el oficial tenía un nivel demasiado elevado y los textos difícilmente podrían ser comprendidos por ellos. Todo funciona a través de hojas fotocopiadas de palabras que hay que buscar en el diccionario, separación de sílabas, distinción de la sílaba tónica, díctados que se escriben una vez y hay que volverlos a corregir una vez que han acabado, lectura en voz alta para aprender a vocalizar, ejercicios muy sencillos de sinónimos y antónimos…

He de decir que pocas veces me he encontrado con un colectivo tan diverso y tan complejo y que a la vez necesite, a pesar de su comportamiento inquieto, más ayuda. Una solución sería poder tener a otro profesor en el aula, pero eso no es posible por la dotación que tenemos en el centro.

A veces me cuesta reconducir la situación y me doy cuenta de que me supera. Tengo muchas ganas de aprender a hacerlo mejor pero me faltan elementos de apoyo como la informática u otros profesores que me ayudaran a atender a los alumnos marroquíes, tan abandonados en tantas ocasiones.

Todas estas clases me suponen un alto nivel de estrés y de ansiedad. Acepto sugerencias e ideas en este foro de profesionales y amigos en la blogosfera.

domingo, 14 de octubre de 2007

Trilogía de lo invisible


Quiero comentar hoy unos hermosos libros que he leído recientemente y que he recomendado a mis alumnos. Es la trilogía de lo invisible de Eric-Enmanuel Schmitt compuesta por tres títulos: El señor Ibrahim y las flores del Corán, Oscar y Mamie-Rose y Milarepa. Son tres volúmenes que rondan las cien páginas, aunque alguno de ellos, Milarepa, apenas tiene sesenta.

Me atrae esta trilogía porque se centra en el ámbito de lo existencial-religioso. Habitualmente encontramos a las religiones como fuente de conflictos y de enfrentamientos, de intolerancia en su pretensión cada una de ellas de poseer la verdad frente a los infieles o desgraciados que no están dentro del club de los escogidos. Es algo así como el patriotismo, que cuando oigo hablar de él me echo a temblar. Muchas veces las religiones han sido origen de violencia y barbarie aunque todas se proclamen defensoras de la paz y el amor.

¿Qué tal acercarse a las religiones desde una postura abierta y receptiva? Eso es lo que hace Eric-Enmanuel Schmitt, el dramaturgo francés más conocido. El señor Ibrahim y las flores del Corán cuenta la profunda relación entre un musulmán sufí –que no árabe- y un muchacho judío en el Paris de los años sesenta. Es una relación entrañable en la que el tendero Ibrahim hace de mentor de un desorientado Momó que gasta su dinero en putas a las que hay que hacerles un regalo cuando se va a estar con ellas. Los diálogos –es una novela dialógica como también Oscar y Mamie-Rose- en que se vertebran maravillosos intercambios de puntos de vista de los dos personajes.
Me atrae aquel en que Momo –Moisés- sostiene que sonreír es cosa de ricos, que es lo que hace la gente feliz. Ibrahim le contesta:

- Pues ése es justamente tu error. Es el sonreír lo que le hace a uno sentirse feliz.
- ¡Y un huevo!
- Pruébalo (…) Ser bien educado está bien. Pero ser amable es mejor. Intenta sonreír y verás.

O cuando se van los dos de viaje hacia el mar, a la tierra del señor Ibrahim y recalan en Turquía donde ven a los derviches girar, al resonar un tambor, como peonzas:

- ¡Ves, Momó! Giran sobre sí mismos, giran en torno a su corazón, que es el lugar de la presencia de Dios. Es como una oración.
- ¿A eso le llama una oración usted?
- Pues claro, Momó. Pierden toda referencia terrenal, ese lastre al que llamamos equilibrio, y se convierten en unas antorchas que se consumen en un gran fuego. Pruébalo, Momó. Sígueme.
- (...) ¿Qué tal, Momó, has sentido cosas bonitas?
- ¡Sí, era increíble! Me estaba vaciando de odio. Si los tambores no hubieran parado, quizá me habría ocupado del caso de mi madre. Ha molado rezar así, señor Ibrahim, aunque habría preferido rezar con las zapatillas puestas. Cuanto más pesado se vuelve el cuerpo, más ligera se vuelve la mente.

Oscar y Mamie-Rose es una serie de cartas que escribe a Dios un niño de diez años que padece cáncer en fase terminal. Es Mamie-Rose quien le aconseja hacerlo:

- La verdad es que, dicho así, todo cambia. ¿Y para qué me voy a poner a escribirle a Dios, se puede saber?
- Te sentirás menos solo.
- ¿Menos solo con alguien que no existe?
- Haz tú que exista (…) Cada vez que creas en él, existirá un poco más y, si persistes, existirá completamente. Y entonces te ayudará.

Oscar y Mamie-Rose es un cuento sobre el sufrimiento que puede ser trascendido yendo más allá de nuestros límites y una batalla ganada contra la muerte, una delicada fábula llena de sensibilidad y sentido del humor a pesar de la gravedad del tema.

Milarepa es una fábula budista y tibetana algo más críptica y quizás menos indicada para ser leída por nuestros adolescentes.

- Me dio el nombre de Mila, el Destello Diamantino. Me ligó a él con el voto de noviciado y me dio el mandamiento de dedicarme a ayudar a los demás incluso más allá de mi propio sufrimiento y, más tarde, después de la muerte, de regresar a la tierra tantas veces como fuera necesario para proseguir con mi tarea. Quería hacer de mí un verdadero Bodhisatva.

Los tres relatos, de estructura sumamente sencilla, se hayan vertebrados por verdaderas fuentecicas de filosofía e inteligencia para afrontar la vida. No en vano los he recomendado como libros para pensar, pensar para crecer, para interrogarse acerca de ciertas tradiciones místico religiosas y acerca del absoluto o nuestra propia existencia. Creo que en el hecho religioso hay fuentes profundas de conocimiento –incluso desde una postura agnóstica-. Acercarse a las experiencias religiosas puede iluminar aspectos de nuestra propia existencia. Recuerdo que leí a mis veinte años un comentario de uno de los Salmos hecho por un psicoanalista ateo, Erich Fromm, y lograba rastrear en la experiencia religiosa del hundimiento del ser humano en la sima de la depresión un caudal de conocimiento aprovechable para el hombre moderno alejado de lo religioso. En este sentido, estas narraciones que se centran en el islam tolerante, el cristianismo humanista y el budismo esotérico, pueden hacer reflexionar a nuestros adolescentes. Humanismo, amistad, conocimiento de uno mismo… son los ejes de estos tres libros.

lunes, 8 de octubre de 2007

El club de lectura


Hoy hemos iniciado las sesiones de lectura silenciosa en clase de cuarto de ESO con los libros que compraron la semana pasada. He querido encontrar un espacio para el silencio y la lectura en hora de clase de lengua. Ignoro si es perder una hora de clase de práctica o teoría de la lengua o ganar una de intensa concentración en los libros recomendados.

En general los he visto inmersos en los libros que estaban leyendo. Algunos, no obstante, me han hecho conocer las dificultades que estaban teniendo con la lectura de algunos de ellos. ¿Qué diablos pasa en La espuma de los días de Boris Vian? La acción no acaba de empezar y todo es descripción –se quejaba una alumna-. Recuerdo la intensa fascinación que causaba este libro en las generaciones de hace quince años. Había un antes y un después de leer La espuma de los días, a pesar de sus descripciones surrealistas en que los objetos tienen vida como los seres humanos. El impacto emocional que provocaba dio lugar a reflexiones densas sobre la vida, la muerte y el amor. A la alumna le he pedido un poco de paciencia y que espere a que el libro se le abra lo que en los mejores textos puede ser una decenas de páginas.

Otro alumno se quejaba de que Viaje alucinante de Isaac Asimov era demasiado científico y que ese lenguaje no le gustaba. Le he pedido también paciencia para esperar que el libro comience a funcionar. Es una aventura en que unos científicos se meten en un submarino que es miniaturizado para ser inyectado en el sistema circulatorio con el objetivo de operar un coágulo en el cerebro de un famoso científico que guarda un importante secreto para la supervivencia del mundo libre. Las aventuras en el interior del organismo son trepidantes. Confío en que le gustará pero ha de tener paciencia.

Otros leían a gusto a pesar de estar metidos en volúmenes de quinientas páginas como la alumna que leía Drácula de Bram Stocker o alguna novela de John Steinbeck como Las uvas de la ira.

El experimento, porque es un experimento, es incierto. Los adolescentes de nuestro tiempo son imprevisibles y sobre todo muy impacientes. Quieren conocer inmediatamente lo que va a pasar. Quieren ver resultados inmediatamente. Resultados y acción. Pero no cualquier acción. Tiene que interesarles. Me ha sorprendido ver enormemente concentrados a los lectores de La metamorfosis y La carta al padre de Franz Kafka. Estos libros son unas propuestas enigmáticas para mí. Los “vendí” como libros para pensar, igual que Oscar y mamie Rose del dramaturgo francés Erich-Enmanuel Schmitt. Su lectora parecía vibrar con el libro recomendado como reflexivo.

La clase de hoy ha sido provechosa. Han sido cincuenta y cinco minutos de fuerte concentración. Espero que continúen los libros en casa. Esta clase sólo es una pequeña ayuda en que como en las sesiones de meditación budistas, la concentración de uno ayuda a la concentración de los demás. Y viceversa: la desconcentración de algunos afecta también a los demás. Pero hoy ha habido silencio, silencio gozoso que he disfrutado con ellos.

jueves, 4 de octubre de 2007

El hiyab en la escuela


Es reciente el caso de una niña de ocho años, Chaima, que ha debido ser escolarizada obligatoriamente, según orden de la Generalitat, en un colegio público de Girona. Los padres de Chaima reivindicaban el derecho de su hija a llevar hiyab y la Generalitat les ha dado la razón. El director del centro, Cristóbal Rojas, sostiene que este precedente en una niña tan pequeña echa por tierra sus esfuerzos de mediación para evitar este tipo de distintivos religiosos y sexuales en niños de primaria. Hasta ahora se optaba por el diálogo con los padres, pero a partir de este momento todas las alumnas musulmanas por pequeñas que sean –ha habido casos de niñas de tres años cuyos padres querían que fueran a clase con velo- podrán ir al colegio con hiyab. Será el efecto llamada al que se acogerán muchas familias musulmanas.

La Generalitat ha dado prioridad al derecho a la escolarización por encima de cualquier otra consideración cuando la escuela pretendía defender que a clase había que ir con la cabeza destapada, sea por el velo o por gorras que alumnos latinoamericanos reivindican como parte de su cultura.

No sé cómo lo verán ustedes, pero a mí la posición de la Generalitat me resulta incomprensible sobre todo en una etapa de escolarización inicial en que se van conformando los modelos y roles sociales. El hiyab crea una marca profunda en la muchacha que lo lleva, aislándola por completo del resto de sus compañeros. Los muchachos no lo llevan, y es más fácil su integración. Las niñas que llevan velo crean un círculo invisible a su alrededor al que sólo tienen acceso otras niñas en iguales circunstancias y que son su único mundo de referencia. El resto del mundo es diferente y hostil y hay que mantenerlo alejado. Ese es el mensaje. Es la marca del velo, una prenda que señala y condena claramente a la niña que lo lleva. Es un signo segregador que implica supeditación social y sexual. Supongo que esto ya lo sabemos. No es simplemente una cuestión cultural como la de llevar pendientes o no. Es algo más profundo e ideológico. En la escuela secundaria ya estamos acostumbrados a tener esas niñas con velo en clase, imposibles de integrar por su aislamiento y su extrema timidez ¿cómo va a tener derecho a hablar o reivindicar algo una mujer? Cuando están solas, permanecen solas en clase, y cuando están con otras de iguales características tienden a juntarse entre ellas, haciendo inútil todos nuestros esfuerzos de integración. Ya estamos acostumbrados, pero en la educación primaria quedaba algo de sensatez y prefería apelarse al diálogo para evitar que estas muchachas lleven velo a edades tan tempranas.

Este es un precedente importante. La Generalitat debería haber apoyado a la escuela. En Francia se ha impuesto el veto a cualquier signo distintivo religioso y no ha habido conflictos importantes. Las muchachas musulmanas francesas pueden ir a la escuela en igualdad de condiciones que sus compañeras. Seguramente ello tiene consecuencias positivas para su integración. Fuera de la escuela, si lo desean, pueden llevarlo , pero ésta es un espacio laico en el que no deberían esta autorizados signos religiosos.

Pero España no es un país laico, y Cataluña dentro de España, tampoco ha optado por la laicidad. Ha preferido optar por la solución más fácil y menos conflictiva. Y aparentemente más progresista. Que cada uno vaya como quiera. Prohibido prohibir, como huella del mayo francés. Alumnas de cuatro o cinco años con velo y alumnos latinoamericanos con pañuelo y gorra en clase. A partir de ahora todo ha quedado legitimado y refrendado por la Administración. .

domingo, 30 de septiembre de 2007

El meu amic Josep

Ramón María del Valle-Inclán

Josep es mi amigo. Los dos somos profesores. Él de lengua catalana y yo de lengua castellana. Los dos estamos al corriente de nuestras vidas y mantenemos una íntima relación personal. Nos unen años de amistad desde que nos conocimos, hace tiempo –mucho- en un instituto del Maresme; nos une eso y nuestra pasión compartida por la literatura y el cine.

Mi amigo Josep ama los libros, tiene una querencia maravillosa por los libros que le lleva a ir rescatándolos de las bibliotecas públicas cuyos responsables los descatalogan y condenan a la guillotina. Parece ser que en las bibliotecas públicas si un libro no ha sido solicitado por los lectores en un cierto número de años, lo descatalogan y lo retiran de la circulación por valioso que sea el ejemplar. Siempre que lo veo tiene un montón de libros para mí. Literatura africana, gallega, catalana o castellana son los temas preferidos y que compartimos. No nos cansamos de hablar de libros en ricas conversaciones que han vertebrado nuestros encuentros y varios viajes que hemos hecho juntos recorriendo la geografía española.

Sé que él no leerá esto. Quiero hace de esta relación un símbolo. Sé que él deja docenas y docenas de libros que encuentra en bibliotecas o librerías de viejo en la cadena del Bookcrossing, esa cadena que alguien empieza y que los lectores anónimos continúan. Quiero hacer un pequeño homenaje a su generosidad personal – es una de las mejores personas que conozco- . Quiero reconocer que él conoce mejor que yo la historia de la literatura castellana. Es un amante de Cervantes, de Hita, de Quevedo, de Galdós, de Clarín, de Machado y de Valle-Inclán. ¡Cuántas veces no me ha descubierto a autores casi desconocidos en el ámbito hispánico! Devora libros con fruición. Su casa es una sucesión de habitaciones atestadas de libros, cuadros, cedés y películas de cine. Este año ha estado a punto de ser profesor de Lengua Española en su instituto por un problema de reparto de horas. Lo esperaba con ilusión, pero al final no ha podido ser. Me lo contaba con pena cuando se enteró que no podría explicar a esos autores que tanto admira.

Pienso que a veces los políticos y las noticias destacan hechos u opiniones que nos llevan a desconfiar unos de otros, a ir rompiendo hilos de convivencia y relaciones entre pueblos y personas. Sin embargo, quiero resaltar que todavía hay algunos Josep que dan calor a una geografía –unida por una historia compartida, aunque a veces atormentada-, que no responden a los estereotipos al uso, que no se dejan llevar por la politiquería última ni por los resquemores más superficiales, y que hacen de este hermoso y complejo país, una aventura espléndida y todavía con futuro. Espero.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Ondas en el agua


Hoy jueves 27 ha tenido lugar nuestra excursión a Barcelona a comprar libros. Bajar desde Cornellà de Llobregat hasta la metrópoli no es quizás una gran hazaña, pero mis 60 alumnos de cuarto de ESO no están habituados al espectáculo de la gran ciudad y para ellos es siempre una pequeña fiesta aunque se quejen de que tienen que andar mucho.

Nuestro objetivo era visitar una serie de librerías especializadas y generalistas de fondo editorial interesante. La mañana era espléndida aunque ya se notaba un cierto fresco propio del otoño. Los tres profesores que íbamos como acompañantes hemos quedado con Esther, una alumna discapacitada que va en silla de ruedas, en Arco de Triunfo. Le acompañaban una monitora y una amiga de clase. Un grupo nos hemos metido en la librería Gigamesh especializada en literatura fantástica, terror, ciencia ficción y la brujería y la espada. Varios tenían que comprar libros de estos géneros . Han entrado y han salido orgullosos con sus ediciones de Soy leyenda de Richard Matheson, Drácula, El juego de Ender, La habitación cerrada de H.P. Lovecraft, diversas obras de Stephen King, Flores en el ático… Otro grupo nos hemos dirigido a Norma Editorial, una librería fantástica especializada en cómic, género que hemos introducido en la posibilidad de lecturas. Entrar en Norma Cómics es una fiesta por la decoración del local y el enorme fondo de cómics japoneses, europeos y americanos que se depositan allí. Les había sugerido varios títulos, pero en ellos estaba excluida la variedad del manga japonés. Han comprado alguno de Milo Manara, Hugo Pratt, Kris Oprisco y Clive Barker. Un par de alumnos me ha dicho que querrían volver allí de nuevo para visitar más tranquilamente la librería, idea que también se me ha ocurrido a mí por el delicioso y apetitoso mundo del cómic que se abre en sus anaqueles.

Posteriormente un curso se ha dirigido a la librería Central del Raval y otro hemos ido a La casa del libro en Paseo de Gracia, dos librerías generalistas donde hemos sido tratados magníficamente sobre todo al saber que los chavales eran alumnos de un centro de enseñanza público de Cornellà. Todo han sido facilidades. Muchos de los libros han sido localizados, pero algunos en última instancia han sido sustituidos por otros de interés parecido. Por ejemplo, Esther, tenía recomendado La masai blanca de Corinne Hoffman que parece estar agotado. Lo hemos sustituido por El perfume de Patrick Suskind; Los tres mosqueteros por Escupiré sobre vuestra tumba de Boris Vian; La dama de las camelias por La espuma de los días del mismo Vian. Tras mucho buscar hemos encontrado Bartleby el escribiente de Melville y La historia interminable de Michael Ende. Un alumno ha encontrado Ibrahim y las flores del Corán de Eric-Enmanuel Schmitt. Su comienzo no puede ser más del gusto adolescente: “Cuando tenía trece años, rompí mi cerdito de hucha y me fui de putas”. Otros han escogido novela policiaca negra como Pacto de sangre de James Cain

Una última visita al FNAC en Plaza Catalunya ha permitido completar la serie de libros, todos distintos, que mis alumnos llevaban recomendados para la experiencia de intercambio de lecturas que vamos a llevar a cabo este año.

No sé. Ha sido una mañana intensa y luminosa en que el libro ha sido el protagonista, no cualquier libro sino libros amados por este profesor que escribe y que piensa que pueden llegar a ellos y gustarles. Es una apuesta arriesgada para promover el gusto por la lectura. No sé quién estaba más excitado esta mañana, ellos o yo, creo que yo, pero me ha gustado cuando hojeaban sus libros como preciados tesoros. Una alumna a la que le había correspondido la breve Carta al padre de Kafka decía que se la leería esta noche y mañana ¿con quién la podría cambiar?

Esta idea es como una piedrecita lanzada al agua, a la corriente de un río turbulento. Probablemente habrá muchos fracasos, pero es posible también que se abran ondas insospechadas en forma de aficiones a la lectura, nacidas en una mañana fresca y otoñal en Barcelona. Quizás alguien recordará esta mañana como mágica.

martes, 25 de septiembre de 2007

Debatir en libertad


Soy un fiel seguidor de la prensa diaria, la gráfica y la digital. Acostumbro asimismo a seguir los comentarios que hacen los lectores y que aparecen en algunas noticias seleccionadas en la edición digital de El País. Algo que me sorprende en estos comentarios hechos por lectores de a pie es la abundancia de bilis que destilan muchos de sus razonamientos. Da igual el tema que se proponga, bien sea una noticia de la muerte de unos soldados en Afganistán, economía, unas declaraciones del presidente de un club de fútbol o política… Muchos de los comentaristas utilizan un estilo tosco y agresivo, y en el que los razonamientos son gruesos y sesgados… Todo acaba en denuestos y exabruptos entre peperos y sociatas que son reducidos mutuamente a esquemáticas caricaturas objeto de sarcasmo y rencor. Percibo un intenso resentimiento en la música y en la letra de muchos comentarios, hechos en un periódico que no puede ser calificado de amarillista. Presupongo en todos estos lectores una cierta cultura y un cierto refinamiento intelectual, pero en el momento que se ponen a debatir cualquier tema, sale lo peor de ellos mismos y buena parte acaba en referencias a la guerra civil pasada o venidera.

Hoy he entrado en un reportaje que tiene como eje un minirreportaje que han hecho unos periodistas en algunas institutos públicos y centros concertados sobre la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. Los reporteros habían entrado en varios institutos públicos de Barcelona, Zaragoza, Mérida, y un colegio concertado de Jaén. La conclusión a que llegaban los periodistas en que la asignatura había sido acogida con ganas y sin ninguna polémica. Los alumnos –según los reporteros- opinaban libremente sobre el respeto, la educación, la variedad de tendencias sexuales y los nuevos tipos de familia. Los argumentos de los comentaristas eran de dos tipos: los que aceptaban entusiasmados esta nueva asignatura como forma de educar en libertad y con información abierta los viejos y nuevos problemas de la sociedad actual. Algunos afirmaban que esto ya estaba en el espíritu de la antigua Ética y que Educación para la Ciudadanía es sólo una forma de actualizar la cuestión; otros sostenían malévolamente que a los curas les gusta más practicar el sexo que enseñarlo. Los contrarios a la asignatura argüían que ésta era un mecanismo de adoctrinamiento del gobierno, de manipulación de conciencias, de meterse el estado en el interior de la familia… Hay que decir que la mayor parte de los argumentos defendían la utilidad y necesidad de esta nueva asignatura en la formación de los jóvenes.

Bilis aparte, he de decir que en mi centro la asignatura no ha suscitado ninguna polémica, ni de un signo ni de otro. Se ha visto normal, como todo lo que viene de las instancias superiores. No ha habido ningún entusiasmo por ella ni ningún comentario agrio acerca de la misma. Quizás los profesores se guardan sus opiniones en su ejercicio docente. El caso es que en un primer momento se barajó la hipótesis de que fueran los tutores los que la impartieran, pero luego se optó por los profesores de sociales aunque estos reconocían que una parte de sus contenidos no tenían que ver con el área que enseñaban. Así se ha acatado y se está enseñando. A estas alturas de curso es difícil extraer ninguna conclusión sobre cómo se está desarrollando la asignatura. Depende del enfoque del profesor. La materia es evaluable pero está abierta a la participación de los alumnos. Me gustaría que los jóvenes aprendieran a debatir sin la acritud que muchas veces muestran los mayores. Me gustaría que la asignatura estuviera abierta a la libre expresión de puntos de vista divergentes y de cualquier signo. Querría que esta asignatura se convirtiese en un espacio abierto de debate respetuoso sobre tantas cuestiones sobre las que es necesario hablar: la sociedad multicultural, las relaciones entre culturas distintas, la solidaridad y los mecanismos para regularla, la globalización, el respeto mutuo, la aceptación de la diferencia, el consumo responsable, la conciencia de la propia identidad, la sexualidad y los diferentes modelos de familia, el cambio climático, nuestra responsabilidad ante la marcha del mundo…

Por intentarlo que no quede, pero este docente es consciente de las dificultades de organizar debates entre los alumnos en que se escuchen los puntos de vista del contrario; gustan más las consignas que los razonamientos, los exabruptos que las matizaciones. Sospecho que el mundo de nuestros adolescentes en buena medida, también se ha contagiado de eses virus maligno que es la caricatura de las opiniones ajenas. Hacen falta espacios de respeto para aprender a dialogar. Ojalá sea uno esta asignatura. Lo deseo de todo corazón. Aprender a escuchar y a dialogar son las más importantes materias de las que están necesitados los jóvenes españoles.

sábado, 22 de septiembre de 2007

El peso de lo leve




Educar/enseñar es enfrentarse a una de las tareas más hermosas y difíciles con que puede encontrarse el ser humano. Partimos de unos conocimientos previos que hemos adquirido en la universidad o a través de la experiencia de la vida, y hemos de transmitirlos a seres en estado de fosforescencia, de latidos inquietos, de miradas a veces reconfortantes o a veces esquivas. Entramos en el aula, llenos de ilusión y de inquietud. Nadie sabe cómo va a desenvolverse ese espacio de cincuenta y cinco minutos aproximadamente que constituye una clase. El primer acto es pasar lista y conseguir que los alumnos mantengan una cierta compostura. La tendencia al desorden es innata. El profesor es el principo ordenador y clarificador del proceso de aprendizaje. Ha de poner jerarquía donde todo se diluye en un caos primordial. Mira a los ojos de los alumnos. Algunos brillan y esperan crecer con lo que les aporte el aula; otros están demasiado alejados de lo académico y aguantan como pueden el embate de un montón diario de horas de enclaustramiento. Desearían volar, estar en la calle, desvanecerse del recinto cerrado, a modo de prisión, en que están recluidos. Esperan también ocasiones en que puedan desafiar la autoridad –ese principio tan frágil en que se funda la figura del profesor-. Éste tiene, para controlar la situación, su presencia, su asentamiento en la vida, sus manos, su voz, y sus palabras, ese reinado de lo efímero, que retumban como pájaros llenos de energía o como aves muertas. El profesor siente angustia aunque la disimule. Su poder es cristalino, se parece al poder del viento, del humo, del agua cuando crea formas evanescentes. El aula es un territorio sagrado y él es la figura taumatúrgica que es capaz de evocar el conocimiento si consigue que los jóvenes distraídos que tiene en frente de él, logren concentrarse. Un pase de manos, un truco de magia, y los tiene en el bolsillo. La función es un misterio. Otras veces es devorado por el azar, el horario, el cansancio, el calor, el ruido de la calle, la inquietud de esos muchachos que deberían estar abiertos a la sorpresa, pero están más a la velocidad y el tráfago del mundo contemporáneo. La figura del profesor es señera y melancólica a la vez. Aspira a mucho y a veces consigue bien poco. La entropía se adueña del aula y no logra centralizar los esfuerzos. Respira profundamente y mira el reloj. Minutos largos, eternos, cansinos. La magia no se ha producido. Sólo queda el reglamento y que pase el tiempo. El timbre llega, a modo de campana en el ring, para un boxeador noqueado que no ha sabido o no ha podido crear figuras en el aire. La función ha fracasado. Otras veces alguna fórmula funciona y el aula se convierte en dinámica, fresca, radiante, creativa, llena de tensión y de luz. El profesor es capaz de comunicar la fuerza y la energía del saber. Les hacemos falta, pero si pueden, prescinden de nosotros. Hemos de lograr, a ser posible con una sonrisa, alentarles e ir depositando piedrecitas de colores que construirán una figura armónica que formará parte de su ser. Quizás es ser demasiado ambicioso pensar que tendremos parte en alguna manera en su futuro, quizás nuestra función sea más burocrática… pero en alguna manera necesitamos creer que lo que hacemos tiene raíces y que dará frutos, aunque no sea exactamente así. Nuestro reinado es el reinado de lo leve, de la fragilidad, del tiempo en estado de ebullición y que no cesa. Entro en clase con paso todo lo firme que puedo y miro sus ojos. Pasar lista es saludarles uno a uno, hacerles partícipes de que has llegado allí y que estás dispuesto a quedarte, a intentarlo al menos.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Dudas y dinamita


Emoción de reencontrarme con mis alumnos tras dos meses de alejamiento. Día de temperaturas elevadas. Las clases se convertían en hornos que propiciaban la inquietud y la distracción. Nuestras espaldas acababan mojadas. Las puertas tenían que estar abiertas para que hubiera algo de corriente.

Un primer curso. Un tercero de N.E.E (Necesidades Educativas Especiales). Radiografía del mismo: doce alumnos marroquíes, algunos recién llegados y que desconocen totalmente el idioma; diez españoles de nivel muy bajo; ocho latinoamericanos (Colombia, Ecuador, Bolivia). ¿Cómo armonizar esta dispersión de necesidades educativas? ¿A quién te diriges cuando das la clase? ¿A quién dejas fuera? En una primera prospección he visto aptitudes y actitudes muy distintas. Pero el común denominador es el carácter inquieto de los chavales. Para trabajar con ellos hay que tener todo muy pautado y hay que intentar tener material diferente para cada grupo de alumnos. No tienen libro de clase. El que les corresponde tiene un nivel muy elevado. Comienza con el discurso de Paul Auster cuando recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras. No es el caso. Entre mis alumnos de este curso no abundan los que estimen la lectura. La mayoría han contestado que no hay ningún libro que hayan leído ni siquiera los obligatorios. No es buena idea la de empezar con el discurso de Auster:

No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe?, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa.

Lástima, es un texto interesante.

Una nueva clase por la tarde. Un cuarto de ritmo heterogéneo. Les hablo del sistema de subir la nota mediante lecturas. Ellos propondrán el género y yo les sugeriré el libro que habrán de leer. Les planteo que el común denominador de los libros que les voy a recomendar es que son lecturas “adultas”. No hay ninguna protesta. Les explico el sistema y ellos han de decidir. Si leen y escriben, tienen una buena nota a su alcance. La votación es abrumadoramente favorable al sistema planteado. Les hablo de los libros seleccionados. Les sugiero que si alguno desea lecturas “juveniles”, es decir, libros pensados para adolescentes, puede solicitarlo y yo le recomendaré títulos interesantes. No hay ninguno que lo haga. Hay expectación cuando empiezo a repartir libros. Hay mucha demanda de libros de terror y las llamadas lecturas "sorprendentes", así como hay un sector que solicita libros “para pensar”, pocos de ciencia ficción y alguno de aventuras. Policíacos no los solicita nadie. Voy capeando el temporal, dándome cuenta de que cada libro que falle en mi recomendación supondrá una decepción. No espero, les digo, que todos los libros les gusten, pero sí que les interesen. En última instancia consideraría aceptable que alguno odiara alguno de los libros que le proponga. La idea de incluir cómic gusta. Sobre todo cuando les aclaro que alguno de los títulos recomendados es de cómic erótico y de terror. La idea del erotismo les entusiasma. Les recomendaría Las once mil vergas de Apollinaire, pero temo la reacción de los padres; también les hablo off the record de La máquina de follar de Charles Bukowski. Les digo que no se la puedo recomendar por problemas educativos. Ellos insisten en que quieren leer esa obra. No es posible que yo la recomiende, pero, amigos, ya habéis oído hablar de ella. Yo no voy a rechazar la ficha si la presentáis. Igual que no voy a rechazar la lectura de libros de Clive Barker, uno de los más sanguinarios de la historia del género.

Gustan los territorios prohibidos, escabrosos, inciertos, cenagosos, turbulentos… Quiero que estos libros les conmuevan y sobre todo que no les dejen indiferentes. Aunque no sean políticamente correctos o educativamente adecuados a su edad, según el criterio de las editoriales y la psicología evolutiva.

Parafraseando a Auster: No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo…

jueves, 13 de septiembre de 2007

Narradores en ciernes


Uno de los artículos periodísticos que más me han interesado en las últimas semanas ha sido uno publicado en el suplemento de Salud de El País del 8 de setiembre de 2007. El título era La vida como la narra el cerebro y su tesis consiste en que “el cerebro humano siente una afinidad estructural por la construcción narrativa de los recuerdos”. Ello viene a sostener que el cerebro, aparte de ser una máquina sintáctica como enunció Noan Chomsky, es una máquina narrativa y ello se manifiesta en la pasión que tenemos por que nos cuenten historias y en contarlas. En la Edad Media eran los cantares de gesta, las baladas y los romances los que cautivaban al pueblo; los pórticos de las iglesias eran utilizados por los clérigos como historias narrativas para los iletrados; posteriormente fueron las novelas las que surgieron como género del mundo moderno y que tienen en el siglo XIX su apogeo con sus largos y prolijos novelones publicados muchas veces por entregas para satisfacer el gusto lector de damas y caballeros aburridos.

En el siglo XX esta pasión no disminuyó sino que se enriqueció con las nuevas historias que nos contó el cine, nuevo arte que electrizó a las audiencias millonarias. El cerebro es una máquina a la que le gustan las historias pero ese cerebro se ha ido adaptando a la velocidad creciente del mundo y las historias cinematográficas, televisivas, literarias, o vídeos de youtube… que gustan a los jóvenes son plasmadas generalmente en imágenes vertiginosas y fragmentarias, en sucesiones de ritmo acelerado; sobran para ellos las transiciones, los matices, la profundización en el ambiente y en los detalles. El futurismo ya plasmó en su aplauso enfervorecido de la velocidad esa pasión de los nuevos tiempos.

No olvidemos tampoco los cuentos tradicionales, aquellos siguen gustando a los niños antes de irse a dormir, las leyendas –rurales y urbanas-, los culebrones, las teleseries, los anuncios de televisión que son estructuras narrativas en treinta segundos…

Me pregunto si podría aprovechar esa pulsión congénita del cerebro humano de contar/escuchar historias y de ver también la propia vida como una novela con sus capítulos y sus partes, para conseguir que mis alumnos escribieran una narración extensa de unas veinte páginas, un relato breve, de su propia vida o quizás de materia inventada. Según los estudios sólo en la adolescencia se comienza a ver la propia vida como una historia con principio, nudo y posible desenlace. Me fascina la posibilidad de que mis alumnos hagan un esfuerzo de creación sostenido para idear una historia personal o ajena en la que se impliquen totalmente. La adolescencia es una época turbulenta y necesita conmociones pero también remansos de introspección para conocerse mejor a sí mismos.

Supongo que una de las primeras objeciones que podría hacerse a que los alumnos contaran su propia historia es que algunas veces éstas son dolorosas y tras muchachos de aspecto normal se esconden dramas violentos y complicados. En mis alumnos, el pudor sería uno de los principales inconvenientes y veo difícil que pueda ser vencido. ¿Por qué contar al profe mi propia historia? Que le divierta su tía… Y tendría razón, por lo que sé que no he de enfocar la cuestión desde este punto de vista. No es la propia vida la que habría que contar –por fascinante que pudiera ser el ejercicio- sino una historia ficticia respecto a la que habrá que mantener una clara distancia. El narrador puede ser omnisciente o narrador protagonista con lo que implica de diferente planteamiento narrativo.

El caso es poner en marcha esa prodigiosa facultad narrativa de nuestro cerebro. Pero primero he de conocer a mis alumnos, saber cómo respiran, escucharles, sonreírles manteniendo las distancias, hablarles con tono sereno no inquietándome demasiado por la posible sorpresa que pueda causarles salirse de los esquemas convencionales de una asignatura como lengua. Además tenemos un trimestre de lecturas apasionantes para irles preparando para otra aventura igualmente trepidante: la de contar su propia historia. Aunque no sea la suya personal, sí que será de su creación íntima. Veremos.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Propuesta provisional de lecturas


Esta es la lista inicial de lecturas con las que trabajaré. He procurado que todos los libros tengan ediciones recientes y accesibles. Muchos de los que hubiera propuesto en el género de Novela negra, Ciencia Ficción, horror -y que yo conocía- hace bastantes años que fueron publicados y no han sido reeditados. Me hubiera gustado alguno de Patricia Highsmith (Extraños en un tren), alguno de Conan Doyle como El mundo perdido, algún título diferente de Lovecraft, de Boris Vian Escupiré sobre vuestra tumba, El monje de Matthew Lewis... En fin, esta es mi apuesta. Entre ellos seleccionaré una veintena de libros para recomendar a los alumnos de cada cuarto de Eso.

Terror
- Richard MATHESON, Soy leyenda, Barcelona, ediciones Minotauro (2006). 6,68 €.
- Stephen KING, Misery, Barcelona, Nuevas ediciones de bolsillo (2003).
- Stephen KING, Carrie, Barcelona, Nuevas ediciones de bolsillo (2003).
- Bram STOCKER, Drácula, Madrid, ed. Alianza, (2005). 10,1 €
- Anne RICE, Crónicas vampíricas. Entrevista con el vampiro. Barcelona. Zeta bolsillo (2005). 9,62 €
- H. P. LOVECRAFT, La habitación cerrada y otros cuentos de terror, Madrid, Alianza Editorial (2005). 6,54 €
- H.P. LOVECRAFT, Aventuras oníricas de Randolf Carter, Madrid, Alianza (2005). 6,73 €

Ciencia Ficción.

- Isaac ASIMOV, Los propios dioses, Arganda del Rey, La factoría de ideas, (2005). 15 €
- Isaac ASIMOV, Yo robot, Barcelona, Planeta de Agostini (2006). 6,71 €
- Isaac ASIMOV, Viaje alucinante, Barcelona, Nuevas ediciones de bolsillo (2004). 7,21 €
- Arthur Clarke, El fin de la infancia, Barcelona, Planeta de Agostini. (2006). 6,71 €
- Arthur CLARKE, 2001, una odisea espacial, Barcelona, Planeta de Agostini (2006). 6,71 €
- Orson Scott, CARD, El juego de Ender, Planeta de Agostini o Zeta bolsillo (2006). 6,71 €
- Michael CRICHTON, Parque Jurásico, Barcelona, Plaza y Janés Editores (1999).
- Ray Bradbury, Crónicas marcianas, Barcelona. Planeta De Agostini (2006).
6,71 €
- Aldous Huxley, Un mundo feliz, Barcelona. Planeta de Agostini (2006). 2,87 €

Policiaco. Serie Negra.

- Dashiell HAMMET, Cosecha roja, Alianza Editorial (2000). 6,73 €
- Arthur CONAN DOYLE, El perro de los Baskerville, editorial Teide, 9,13 €.
- Jim Thomson, 1280 almas, Madrid, Punto de lectura, Zona negra, (2007). 6,5 €
- James Cain, Pacto de sangre, Madrid, Punto de lectura. Zona negra. 6,5 €.
- Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express, Barcelona, editorial Molino. 4,76 €

Obras para pensar.

- Albert Camus, El extranjero, Barcelona, Editorial Planeta. 6,68 €.
- Franz Kafka, La metamorfosis, Barcelona, ediciones EDEBE (2004). 6,35 €.
- Franz Kafka, Carta al padre, Barcelona, Nuevas ediciones de bolsillo (2004) 8,17 €
- Samuel Beckett, Esperando a Godot, Editorial Sol 90 (2003).
- Hermann Hesse, Siddharta, Barcelona, Nuevas ediciones de Bosillo (2003). 7,21€

Relatos sorprendentes.

- John BOYNE, El niño con el pijama de rayas, Publicaciones y ediciones Salamandra (2007). 12.50 €.
- Charles BUKOWSKI, Factótum, Barcelona, editorial Anagrama (2005) 6,25 €.
- Herman MELVILLE, Bartleby el escribiente, Madrid, Valdemar, (2004). 6,15 €
- Michael ENDE, La historia interminable, Madrid, Punto de lectura (2006).
- 8,95 €
- Boris VIAN, La espuma de los días, Madrid, Edicions Cátedra. 8,67 €.
- Boris VIAN, Con las mujeres no hay manera, Madrid, Alianza (2002). 5,91 €.
- J.D. SALINGER, El guardián entre el centeno, Madrid, Alianza. 7,21 €.
- Corinne HOFFMAN, La masai blanca, Barcelona, Nuevas ediciones de bolsillo (2003). 7,64 €.
- Fedor Dostoievski, El jugador, Madrid, Alianza editorial (2006). 9,62 €
- Antón CHEJOV, Lev TOLSTOI, Alexander PUSHKIN, Tres tormentas de nieve, Del taller de Mario Muchnik (2004) 10€.
- Alexandre DUMAS, Los tres mosqueteros, Madrid Libro Hobby Club (2003). 5,77 €.
- Alexandre DUMAS, La dama de las camelias, Tres cantos, ediciones Akal (2006). 5,77 €.
- Emily BRONTË, Cumbres borrascosas, Barcelona. Ed. Altaya (2005). 7,95 €
- Gerald DURRELL, Mi familia y otros animales, Madrid, ed. Alianza.(2006) 7,69 €
- V.C. Andrews, Flores en el ático, Barcelona, ed. Salvat. (2006) 7,95 €
- Raymond RADIGUET, El diablo en el cuerpo. Clásicos Universales (2002). 3,04 €
- Ursula K. LEGUIN, Un mago de terramar, Barcelona, Planeta de Agostini (2006). 7,67
- J.K. ROWLING, Harry Potter y la piedra filosofal, Publicaciones y ediciones Salamandra (2006). 12,9 €

Obras originales en castellano

- Ana María Matute, Primera memoria, Barcelona, ediciones Destino (2002).
6,75 €.
- Gabriel García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba, Barcelona, ediciones Anagrama (2004). 5 €
- José Ángel MAÑAS, Historias del Kronen, Barcelona, ediciones Destino (2006). 6,68€
- Benito PEREZ GALDÓS, Marianela, Barcelona, editorial Vicens Vives (2005) 7,93 €.
- Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte, Barcelona, ed. Destino (2007) 7,64 €
- Carmen Laforet, Nada, Barcelona, ed. Destino (2006) 8,61 €
- Ramón J. Sender, Réquiem por un campesino español, Barcelona, ed. Destino, (2007). 6,68 €
- Leopoldo ALAS, Adiós cordera y otros cuentos, Ediciones Gaviota (2005) 9,95 €
- Laura ESQUIVEL, Como agua para chocolate. Barcelona. Ed. De Bolsillo.

Teatro

- Federico GARCIA LORCA, La casa de Bernarda Alba, Madrid, Ediciones Cátedra, (2005). 5,67 €
- Albert CAMUS, Los justos, Madrid, Alianza editorial (2004). 5,77 €
- Antón CHEJOV, Las tres hermanas, El huerto de los cerezos, Madrid Alianza editorial (2004). 6,54
- Enrique JARDIEL PONCELA, Eloísa está debajo de un almendro, Aula de Literatura. Vicens Vives. Barcelona (2006).
- Fernando FERNAN GÓMEZ, Las bicicletas son para el verano, Madrid, Espasa Calpe, (2005), 7,12€

Cómic

- HERGÉ, Cualquier cómic de TINTIN.
- Hugo Pratt, La balada del mar salado, Barcelona, El aleph editores, 14,45 €
- Cualquier cómic de Milo MANARA.
- Kris OPRISCO, Clive BARKER, El ladrón de días, Barcelona, Norma editorial (2006).
15 €. -

Superlectores
- Fedor DOSTOIEVSKI, Crimen y castigo, ediciones en Altaya, Edicomunicación, Nuevas ediciones de bolsillo, Edimat libros.
- John STEINBECK, Las uvas de la ira, Madrid, Alianza, (2006) 7,69 €
- J.R.R. Tolkien, El señor de los anillos. Ediciones Minotauro.

He de preparar una lista de libros para aquellos lectores más reacios a la lectura o que tengan dificultades para decodificar un texto escrito, pero antes he de conocer al alumnado que me ha correspondido y que es totalmente nuevo para mí.

martes, 4 de septiembre de 2007

Lectores no analógicos


Este año, estimulado por Antonio en su blog Repaso de Lengua, me he planteado cambiar de métodos para promover la lectura entre mis desganados –las más de las veces- alumnos. He de decir que mi compañero ha realizado una serie admirable de posts sobre el tema del fomento de la lectura, que han actuado como acicate entre otros blogueros que Lu recoge en una antología también con su acierto habitual.

Recupero un sistema que en el antiguo BUP me dio buenos resultados. Ignoro si funcionará en la ESO con alumnos no analógicos y sí totalmente digitales.

Me planteo crear una “biblioteca viva” en la clase. Cada alumno comprará un libro diferente –orientados por mí-. He recopilado unos cuarenta o cincuenta títulos de literatura eficaz para atraerlos a la lectura. Digo “eficaz” pero no sé si me equivocaré. Los títulos que les ofreceré son potentes dentro de un variado registro de géneros y temas. Habrá literatura de horror, policiaca negra, ciencia ficción (géneros de los que soy amante), fantástica, realista, una sección de narraciones “sorprendentes”, libros de teatro (es todo un género y ha habido años en que he dedicado todo el curso a la literatura dramática), libros para pensar, cómics, y, por último, un grupo de novelas dedicadas a los “superlectores”.

Quiero implicarles en el desafío de enfrentarse a la literatura amena y adulta a la vez-. Quiero que aprueben ellos el plan de desarrollar un curso fuera de los esquemas habituales, y les pediré su compromiso por escrito.

Cada alumno partirá de una cuenta con tres puntos iniciales. Cada libro leído (con la ficha cumplimentada en la que la opinión personal será fundamental) subirá un punto la nota. Los libros de los superlectores subirán tres puntos la calificación.

Paralelamente llevarán una libreta de lectura en la que anotarán sus impresiones, reflexiones y comentarios que les servirán para luego elaborar la opinión personal. Dicha libreta contará un punto correctamente realizada.

Un día a la semana lo dedicaremos íntegro en clase a la lectura silenciosa y al trabajo sobre las fichas.

La idea es que los libros les gusten y se los intercambien entre ellos. El alumno que lea tres libros tendrá bonificación de un punto –añadida a los tres puntos que habría conseguido-; el que lea cinco, tiene el sobresaliente en sus manos. Quiero que sus mismas opiniones sirvan como caja de resonancia para animarles a leer, a extender el virus literario.

Habrá libros dinámicos con una historia llena de fueza narrativa y libros “bomba” para hacerles reflexionar, aunque no sé si esto será lo que más les atraiga. Ignoro si habrá algún alumno que escoja algún libro para “pensar”.

El segundo día de la semana lo dedicaremos -en el primer trimestre- a desgranar –siguiendo el libro de texto- una historia de la literatura española. El tercer día de clase nos centraremos en el blog didáctico que crearé, y en el que se podrán seguir sus opiniones lectoras.

En el segundo trimestre quiero añadir al intercambio de libros la realización de una novela escrita por ellos de unas quince o veinte páginas. En el tercer trimestre nos centraremos en morfología y sintaxis como preparación del bachillerato.

El riesgo asumido es importante, pero merece la pena. Estos días siento en mí esa sensación de caminar al filo del abismo. Todo puede irse al traste según el grupo humano y los alumnos conflictivos que formen parte de él. Pienso que son dos cuartos de ESO y que su desarrollo emocional es mayor. En eso se basa mi tesis mantenida en este blog hace unos días y que fue, para mi alegría, animadamente comentada por amables lectores.

Creo que el sistema, basado en que cada uno puede construir su propia nota, les puede atraer. El resto lo han de lograr las lecturas meditadas por mí pero no exentas de objeciones. Muchas veces me he equivocado en los libros que he recomendado. Estamos pues al pairo y habremos –con habilidad e ingenio- de capear el temporal de posibles desaguisados que hayan de venir.


La lista de libros será publicada en este blog cuando esté totalmente elaborada.

jueves, 30 de agosto de 2007

Mi vida sin Bergman


Andaba yo de camino a las islas Cíes el 30 de julio cuando murió el cineasta sueco Ingmar Bergman. No me enteré. No leí la prensa aquel día ni los tres siguientes. Fue después cuando me enteré. Había fallecido en la isla sueca de Faarö a los ochenta y nueve años. Uf. Había vivido allí en los últimos veinte años, refugiado y exiliado interior, aunque no había abandonado sus actividades como director de teatro (Ibsen, Strindberg, Shakespeare, Molière…) ni la dirección de alguna película para televisión como fue la extraordinaria Saraband cuando tenía ya ochenta y cinco años. Vino a buscarle la dama blanca, aquella que conjuró en su film iniciático El séptimo sello en 1957. Allí entretenía a la muerte para conseguir que una familia de comediantes se salvara.

No sé por qué pero el cine de Bergman, con sus preocupaciones existenciales sobre el sentido de la vida y la inexorabilidad de la muerte, el dramatismo de las relaciones entre hombre y mujer, así como entre padres e hijos, su exaltación de la vida a pesar de todo… me atrae poderosamente. Me gusta su tempo lento en esas morosas conversaciones entre los personajes que se devoran y se desnudan interiormente. Cada película de Bergman es un chorro de emociones que llegan al alma del espectador si es capaz de dejarse seducir por esos personajes que van develando su hondura. No son emociones superficiales las que revela su cine, no hay espectaculares golpes de efecto que nos manipulen los sentimientos. Todo es mucho más sutil y poético. Porque su cine es esencialmente poético y trágico. Todo su cine gira sobre la transfiguración –la revelación de lo oculto- que sólo el arte y el amor pueden ofrecer.

Bergman se reconocía interiormente como un niño. Decía repetidamente que su sistema emocional era el de un niño, y, que por ello, su cine gustaba a la gente. Sin embargo, él se quejaba de que no tenía con quien debatir sobre su cine. Estaba tan reconocido y encumbrado que nadie se atrevía a decirle lo que pensaba sobre él. Woody Allen le llamaba con alguna frecuencia a su isla y mantenían largas conversaciones. El cine del director americano reconoce como influencia mayor la de Bergman, igual que en España es Víctor Erice el que en alguna medida sería más influido por la estética y el espíritu bergmanianos.

Estos días de finales de agosto, antes de comenzar el curso, me dedico con auténtica pasión a revisitar el cine de Bergman. He vuelto a ver Gritos y susurros, un drama entre tres hermanas, una enferma en fase terminal, y una criada que es la que verdaderamente quiere a la agonizante. Se recuesta con ella con sus pechos grandes y blancos que arrullan y consuelan a la moribunda. En toda la escenografía y vestuario predomina el color rojo porque es el color del alma. La hermana muere pero su presencia sigue viva en la casa. Los muertos en el cine de Bergman se resisten a desaparecer. Es así también en Fanny y Alexander (1989), su última película y una de las más hermosas jamás filmadas. El padre director de teatro, que muere, sigue deambulando por la casa apareciéndose a esos niños, a modo del padre de Hamlet que sigue velando por su familia. He visto también Fresas salvajes, Escenas de un matrimonio, Sonata de Otoño, y Saraband y tengo previsto, si nada lo impide, disfrutar de Creadores de imágenes, Sonrisas de una noche de verano, La flauta mágica, Los comulgantes, Un verano con Mónica, El ojo del diablo...

Ayer en el metro me encontré con una amiga y estuvimos charlando de todo un poco y también sobre Bergman. Ella decía que no había visto ninguna película de él, quizás por haber sido tan elogiado y destacado. Tenía miedo a su cine por creerlo de carácter intelectual y, sobre todo, muy lento. Supongo que estas son las leyendas que hacen de Bergman un director minoritario, pero a mí no me cabe duda que su cine es de raíz emocional y no es que sea lento, sino que las palabras adquieren densidad en esos diálogos tensos y trágicos. Bergman reivindicó la necesidad de la palabra en un mundo contemporáneo que se ha visto dominado por las imágenes, tal como sucedía en la Edad Media en que todo eran imágenes. Es necesario volver al poder de la palabra para tejer emociones, sentimientos y encuentros entre seres que se buscan dramáticamente. Sólo el amor y el arte nos puede redimir. Amigo Bergman, te imagino en otras islas planeando alguna película sobre lo que ahora sólo tú puedes ver. No nos has dejado del todo, sigues con nosotros. Yo, como tú, cuando llegue el día de pasar a otras actividades no estrictamente educativas, me sumergiré en una filmoteca cada tarde para ser absorbido por ese arte que tú tan genialmente has representado.

sábado, 25 de agosto de 2007

Literatura adulta


Reconozco que siento alergia hacia la “literatura juvenil”. No hay peor sensación para mí que recibir información sobres las novedades editoriales en el campo de la adolescencia y leer los títulos llenos de esbozos de aventuras o misterios repletos de buenas intenciones que pretenden formar a nuestros jóvenes en el gusto lector. Se trata de atraerlos hacia la lectura y para ello se crean productos específicos muchas veces políticamente correctos y con frecuencia escasos de sustancia.

Sé que cuando se inicia la adolescencia, hacia los doce y trece años estas lecturas son necesarias y es bueno conocerlas, pero tengo la impresión de que hay una cierta concepción de dicha adolescencia -desde el ámbito de la psicología constructivista- como un periodo contradictorio pero necesitado de orientación y ejes de comportamiento, que se ven alterados sobre los quince o dieciséis años. Ahí nuestros alumnos se han adentrado ya en la vida y empiezan a conocer algunas de sus zonas oscuras. Las pulsiones de lo sexual y lo existencial ya han hecho su aparición y los modelos de lectura deben cambiar. En muchas culturas a esa edad ya se es plenamente adulto. Sin embargo, en la nuestra prolongamos su duración y un cierto estado de inmadurez e infantilismo. Nuestros alumnos no quieren crecer y a la vez quieren hacerlo. El mundo de la irresponsabilidad y el juego sin consecuencias les atrae poderosamente. Empiezan a sospechar que la vida es difícil y extraña. Su adolescencia –en pleno estallido- es una época turbulenta. Están aprendiendo que nos pasamos la existencia conjurando el peso de la muerte que nos acecha y el cambio que no cesa. De ahí su renuencia a crecer, pero también la atracción hacia otros mundos que vayan más allá de ellos mismos y de ampliar su círculo de experiencias.

Las lecturas que se les ofrecen están dirigidas a satisfacer su gusto y, sobre todo, a divertirlos. Nos planteamos como objetivo que les “guste” leer y para ello se diseñan productos de escasa densidad que difícilmente serían digeribles para un adulto. Mi tesis es que a los quince y dieciséis años se entra en un periodo en que es perfectamente asumible la literatura adulta, una literatura que actúe sobre ellos como un producto explosivo en consonancia con el estado de ebullición de su sistema emotivo. No vale cualquier libro, pero sí algunos llenos de fuerza y tensión narrativa. Y los hay, y son obras para adultos. ¡Basta ya de libros para adolescentes!

¿Quién ha dicho que la principal función de la literatura sea “divertir” como objetivo fundamental y obsesivo. Divertirnos, seducirnos, sensibilizarnos hacia causas justas…está bien pero encuentro otras muchas funciones en la literatura: conmovernos, maravillarnos, horrorizarnos, transformarnos, atraernos hacia lo oscuro, excitarnos, corrompernos, fascinarnos, provocarnos, desafiarnos, enfrentarnos a lo desconocido y a lo ininteligible –¿quién ha dicho que haya que haya que comprender todo lo que leemos?- A veces la buena literatura actúa como un conjunto de resonancias. Sólo percibimos aquello que llevamos en nuestro interior. Algo nos llega y nos golpea aunque no acabemos de entenderlo y quizás años después recuperemos la sensación experimentada y podamos comprenderla mejor.

A un adolescente puede ofrecérsele cualquier libro aunque esté lleno de violencia, horror y sexo. Ellos en su mundo compartido van más allá y les atrae todo lo que se les pretende ocultar. A un adolescente puede ofrecérsele cualquier obra adulta que sea dinámica o de una alta tensión interna. He visto adolescentes absorbidos por el mundo de Samuel Beckett y entusiasmados leyendo Esperando a Godot, igual que los he visto a los dieciséis años fascinados leyendo La náusea de Sartre o El extranjero de Albert Camus. Son obras extrañas y poderosas. Es posible que la respuesta a nuestra pregunta de si les ha gustado no sea un sencillo o no y que sea más compleja. Una vez un muchacho de dieciséis años tras leer El amante de Marguerite Duras me dijo que había sentido tanto asco como horror y que odiaba aquel libro y a la autora, pero que no había duda que la novela estaba llena de magnetismo.

Esta es la cualidad que deben tener los libros adultos leídos por adolescentes a la altura de cuarto de ESO: magnetismo, y eso es lo que voy a intentar realizar en los próximos posts. Definir un canon de un lector adolescente con una lista de libros que me comprometo a experimentar en mis alumnos de cuarto de ESO. Parte de Profesor en la Secundaria durante este curso consistirá en seguir la experiencia iniciada y dar buena cuenta de ella a mis amables lectores.

martes, 7 de agosto de 2007

En viaje


Caminar por las calles de Santiago de Compostela es contemplar un río de gentes venidas de todos los lugares, algunos andando con dificultad porque han acabado el Camino de Santiago, otros, en cambio, se apuntan a lo que salga y van con el bordón y la concha como recuerdo turístico. Muchedumbres por todas las rúas de la ciudad que decoran una ciudad cosmopolita y fuerte foco de atracción humana.

Pero a mí, lo cierto es que me atraen los lugares poco frecuentados, sin aglomeraciones, un poco como en la periferia. He llegado aquí tras nueve días de viaje exterior e interior. Ha sido un recorrido que comenzó en Vigo donde tomé un barco en dirección a las islas Cíes como decía en mi anterior post. Allí había también multitudes pero uno podía apoderarse de las playas al atardecer, hacia las ocho de la noche, cuando todo el mundo había marchado pero aún hacía bastante luz. Era un placer pasear con los pies en el agua por la playa de Rodas, una de los arenales más bonitos del mundo. A esa hora sólo estabamos las gaviotas y yo, centenares de gaviotas que planeaban delicadamente en el aire. Me absorbía buenos ratos contemplando su vuelo grácil y majestuoso y su posarse en las playas buscando algún crustáceo o marisco que llevarse a la boca.

Las islas Cíes forman parte con el archipiélago de Ons, el de Sálvora y el de Cortegada, del nuevo parque Nacional de las islas atlánticas de Galicia. He conocido dos de las islas Cíes y la isla de Ons, en pleno Atlántico y en medio de las rías de Vigo y Pontevedra.

Pasé tres noches en Cíes y dos noches en Ons. Iba con tienda de campaña. No sé con cuál me quedaría. Cuando llegué a Ons procedente de Sanxenxo en barco venía con la información de que Ons era una isla más salvaje que Cíes y sobre todo más hippie. Aquello me intrigaba. Nada más desembarcar en Ons te atienden los guías del Parque que te explican características de la isla y la posibilidad de hacer distintos recorridos marcados con colores. Lo primero que ves es el pueblecito con dos o tres restaurantes, un par de puestos de artesanía, la iglesia nueva y una exposición fotográfica de Staffan y Michael Mörling sobre la isla hacia 1966-72. Entonces vivían unas trescientas personas y formaban una comunidad en gran parte viviendo aislada del continente. Vivían de la pesca y de la agricultura. Uno de los dos fotógrafos suecos se afincó en Ons y se casó con una lugareña, una muchacha muy guapa. Veo la exposición con fascinación. De pronto un lugar en el mundo, lejano y distante empieza a llenárseme de vida. Una de las fotos era de un bebé muerto ataviado en un altarcillo con una candela encendida. Alguien me habla de los niños muertos y su fuerte presencia en el cementerio del pueblo. Cogi mi cámara y fui al cementerio y comprobé en un lugar misterioso, sólo flanqueado por dos gaviotas en la espadaña de la ermita aledaña, que es cierto, que hay una decena de pequeñas tumbas diminutas con la edad de los bebés (pocos meses o recién nacidos).

Todo esto me lleva a indagar por la vida de la isla, por sus costumbres, su modo de vivir, sus peripecias... También recorro la isla de norte a sur y de este a oeste. Ayer me acerqué peligrosamente a la zona de cría de las gaviotas (hay unas seis mil parejas) y observé que unas treinta o cuarenta gaviotas se pusieron encima de mí volando cada vez más cerca. Sus graznidos eran agresivos como si me dijeran: No sigas, detente, vuelve atrás o te atacaremos. La situación se hizo muy tensa hasta que, entre vuelos rasantes de las más audaces, volví atrás. Entonces se calmó la situación...

Este es mi modo de viajar en solitario. Experimentar emociones, observar, escuchar, preguntar, indagar... y, sobre todo, luego recogerlo por escrito en un diario de viaje que he titulado Cuaderno del Noroeste. Hace tiempo que no creo que exista distinción entre turista y viajero, pero cuando viajo en soledad necesito conocer en profundidad las tierras que piso, necesito fundirme con paisajes y gentes y lueg0 plasmarlo por escrito a todos los niveles, incluidos los sueños de la noche, que también forman parte de la historia, porque un viaje, un auténtico viaje, se incorpora a tu historia personal y al mundo de tus ficciones más íntimas.

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