La diversidad en el aula es un lema atractivo. ¿Qué mejor ambiente que la diversidad para enriquecernos y para que el profesor sepa adaptarse a los distintos ritmos de aprendizaje en un ambiente cordial y de cooperación?
Esa es la teoría que me temo han ideado los que no tienen la obligación de estar dentro de las aulas enfrentándose a la diversidad que coloca a muchachos de ritmos de aprendizaje lentos lo que quiere decir que las actividades que se haga con ellos han de ser poco reflexivas, variadas y que exijan poco más que la copia de enunciados y respuestas. Son muchachos inquietos de bajo nivel, con graves dificultades de aprendizaje fuera de los rudimentos mecánicos. A estos veinticuatro muchachos de orígenes distintos como latinoamericanos, magrebíes y españoles, añádase un grupo de siete alumnos y alumnas de origen magrebí que apenas saben decir buenos días. Entre ellos también hay diversidad de aprendizajes y de motivación.
¿A quién dirige la clase el profesor? Si se centra por unos minutos en el colectivo magrebí recién aterrizado, el resto del grupo se sube a la parra y no espera pacientemente a que el profesor acabe de explicar sino que comienzan a enredar entre ellos y a perder la escasa concentración que se había logrado anteriormente. Si se centra en el grupo mayoritario aunque de nivel bajo, ve con angustia que el grupo de muchachas magrebíes tienen problemas con los dossieres supersencillos se les ha repartido. Necesitan al profesor y el profesor no está porque está intentando reconducir la clase con el otro grupo.
No hay posibilidad de aula de informática porque todas –las dos que tenemos- están ocupadas incluida el aula de ordenadores portátiles.
Los alumnos de bajo nivel se aburren fácilmente. Cualquier actividad que sea un poco reflexiva es rechazada porque supone pensar. Todo tiene que ser muy dinámico pero mecánico. Hay que hacerles mantener constantemente la atención y hacerles participar. No pueden quedarse simplemente escuchando, tienen que tener una actividad entre manos, una actividad sencilla y de fácil comprensión.
Reconozco que estoy aprendiendo. No tienen libro de texto porque el oficial tenía un nivel demasiado elevado y los textos difícilmente podrían ser comprendidos por ellos. Todo funciona a través de hojas fotocopiadas de palabras que hay que buscar en el diccionario, separación de sílabas, distinción de la sílaba tónica, díctados que se escriben una vez y hay que volverlos a corregir una vez que han acabado, lectura en voz alta para aprender a vocalizar, ejercicios muy sencillos de sinónimos y antónimos…
He de decir que pocas veces me he encontrado con un colectivo tan diverso y tan complejo y que a la vez necesite, a pesar de su comportamiento inquieto, más ayuda. Una solución sería poder tener a otro profesor en el aula, pero eso no es posible por la dotación que tenemos en el centro.
A veces me cuesta reconducir la situación y me doy cuenta de que me supera. Tengo muchas ganas de aprender a hacerlo mejor pero me faltan elementos de apoyo como la informática u otros profesores que me ayudaran a atender a los alumnos marroquíes, tan abandonados en tantas ocasiones.
Todas estas clases me suponen un alto nivel de estrés y de ansiedad. Acepto sugerencias e ideas en este foro de profesionales y amigos en la blogosfera.
Esa es la teoría que me temo han ideado los que no tienen la obligación de estar dentro de las aulas enfrentándose a la diversidad que coloca a muchachos de ritmos de aprendizaje lentos lo que quiere decir que las actividades que se haga con ellos han de ser poco reflexivas, variadas y que exijan poco más que la copia de enunciados y respuestas. Son muchachos inquietos de bajo nivel, con graves dificultades de aprendizaje fuera de los rudimentos mecánicos. A estos veinticuatro muchachos de orígenes distintos como latinoamericanos, magrebíes y españoles, añádase un grupo de siete alumnos y alumnas de origen magrebí que apenas saben decir buenos días. Entre ellos también hay diversidad de aprendizajes y de motivación.
¿A quién dirige la clase el profesor? Si se centra por unos minutos en el colectivo magrebí recién aterrizado, el resto del grupo se sube a la parra y no espera pacientemente a que el profesor acabe de explicar sino que comienzan a enredar entre ellos y a perder la escasa concentración que se había logrado anteriormente. Si se centra en el grupo mayoritario aunque de nivel bajo, ve con angustia que el grupo de muchachas magrebíes tienen problemas con los dossieres supersencillos se les ha repartido. Necesitan al profesor y el profesor no está porque está intentando reconducir la clase con el otro grupo.
No hay posibilidad de aula de informática porque todas –las dos que tenemos- están ocupadas incluida el aula de ordenadores portátiles.
Los alumnos de bajo nivel se aburren fácilmente. Cualquier actividad que sea un poco reflexiva es rechazada porque supone pensar. Todo tiene que ser muy dinámico pero mecánico. Hay que hacerles mantener constantemente la atención y hacerles participar. No pueden quedarse simplemente escuchando, tienen que tener una actividad entre manos, una actividad sencilla y de fácil comprensión.
Reconozco que estoy aprendiendo. No tienen libro de texto porque el oficial tenía un nivel demasiado elevado y los textos difícilmente podrían ser comprendidos por ellos. Todo funciona a través de hojas fotocopiadas de palabras que hay que buscar en el diccionario, separación de sílabas, distinción de la sílaba tónica, díctados que se escriben una vez y hay que volverlos a corregir una vez que han acabado, lectura en voz alta para aprender a vocalizar, ejercicios muy sencillos de sinónimos y antónimos…
He de decir que pocas veces me he encontrado con un colectivo tan diverso y tan complejo y que a la vez necesite, a pesar de su comportamiento inquieto, más ayuda. Una solución sería poder tener a otro profesor en el aula, pero eso no es posible por la dotación que tenemos en el centro.
A veces me cuesta reconducir la situación y me doy cuenta de que me supera. Tengo muchas ganas de aprender a hacerlo mejor pero me faltan elementos de apoyo como la informática u otros profesores que me ayudaran a atender a los alumnos marroquíes, tan abandonados en tantas ocasiones.
Todas estas clases me suponen un alto nivel de estrés y de ansiedad. Acepto sugerencias e ideas en este foro de profesionales y amigos en la blogosfera.