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martes, 27 de febrero de 2007

Hasta siempre


Queridos amigos: Profesor en la Secundaria entra en un periodo de espera y de reflexión tras un año y medio de permanencia en la red. En total han sido unos ciento cincuenta y siete post los que he publicado en mis dos etapas. Últimamente veo que me falta esa íntima vocación de publicar, de comunicarme respecto a temas educativos. Mi experiencia docente, mi práctica diaria, no me suministra suficientes estímulos para hacerlo. No es culpa de mis alumnos que son magníficos. Probablemente es mi mirada la que se ha hecho perezosa. Mi búsqueda se encamina hacia objetivos más íntimos, más personales. Probablemente ensaye nuevos blogs en consonancia con mi situación actual. A los que me habéis seguido con enorme generosidad, os doy las gracias por estar ahí, por mantener la comunicación conmigo durante todo este tiempo. Ha sido una hermosa historia pero honestamente no puede ser mantenida. Recibid todos los que me habéis leído un fuerte abrazo. Hasta siempre.

lunes, 26 de febrero de 2007

El error


No hay nada que enseñe más a un profesor acerca de sus alumnos que enfrentarse a sus errores. Cuando el error es fruto de un determinado razonamiento no necesariamente es negativo; es más, puede demostrarse como altamente constructivo porque no hay nada más que seguir el proceso de deducción o inducción para reconocer sus bases teóricas, que pueden ser revisadas.

Tenemos que transmitir a nuestros alumnos que equivocarse no es malo. Es más, es posible que haya problemas que necesiten de la libertad de poder formulas hipótesis con la necesaria tranquilidad de poderse equivocar. De ellas aprenderemos igualmente que si fueran aciertos. Del ensayo-error surge la luz. Avanzamos a tientas y a veces es necesario equivocarse para aprender.

Lo malo de una clase es cuando su dinámica penaliza los errores, más que por la actitud del profesor, por la de los compañeros. Los alumnos temen las reacciones de sus condiscípulos más que la del profesor. Por la presión de grupo no se atreven a hacer preguntas -una pregunta bien formulada es un alto ejercicio de pensamiento- o a formular hipótesis. Hacer esto último significa haberse puesto a pensar en el problema, y éste puede ofrecer varios enfoques probablemente creativos.

El problema del respeto es esencial. Los alumnos más discapacitados intelectualmente tienden a hacer valer sus poderes corrosivos respecto a la autoridad del que más sabe o más estudia. Se saben incapaces para el razonamiento y la tarea del pensamiento y procuran hundir o torpedear, al menos a aquellos alumnos que pueden sobresalir intelectualmente.

Luego están los graciosos, los que convierten cada cuestión que se debata en un objeto de burla o de chacota. Son los comentarios que se oyen a lo largo de una clase y que inhiben a los alumnos que podrían equivocarse y alumbrarnos el camino con su error.

Una clase necesita de un clima de libertad emocional. Es necesario sentirse libre para poder pensar. Un clima de ligereza, de insensibilidad hacia el conocimiento pulveriza las bases de un pensamiento abierto. No es la dinámica del más bruto o el más gracioso la que debe predominar, aunque muchas veces sabemos que esto es lo que sucede. La ignorancia es sumamente atrevida y se atreve incluso a alardear de sí misma. ¿Cuántas veces vemos a alumnos dotados teniéndose que esconder para no excitar a otros que no lo son?

Este es el problema de la diversidad en la escuela. Nuestros alumnos son los que son y no los podemos elegir. Podemos ir reconduciendo grupos, hacer grupos de niveles o aptitudes diferentes; podemos adaptarles los programas; podemos ayudar a los más necesitados con una atención especial… pero siempre es necesaria su colaboración activa para poder promocionar en los estudios. Sería un buen programa enseñarles que el error es creativo, que no teman equivocarse, porque equivocarse es pensar igualmente. Todo aprendizaje necesita de una buena base de errores para poderse reafirmar.

lunes, 19 de febrero de 2007

El calentamiento global


El tema del calentamiento global que tiene como consecuencia el llamado cambio climático ha dejado de ser una cuestión de ecólogos y especialistas para haber sido en unos meses difundido extensamente por los medios de comunicación y haber llegado al conocimiento de la población. No son teorías fruto de hipótesis exóticas. No, hay abrumadores fundamentos, hechos y estudios para poder afirmar que la acción del hombre está provocando un cambio climático sin precedentes en decenas de miles de años. No revelo nada nuevo.

Lo que es nuevo es la actitud que tomamos ante esta realidad inobjetable. Hace unos meses poco se hablaba de esta metamorfosis del clima en la tierra. De pronto, se ha convertido en un tema estrella en toda la prensa y la televisión. Como consecuencia, el ciudadano medianamente informado lo ha incorporado a su bagaje cultural. ¿Cambio climático? Ah, pues bueno -parece decirse-. Hay tantas cosas que pasan que ésta es una más en un mundo que ha escapado a nuestro control. Tengo la impresión que junto a esta toma de conciencia no hay una acción consecuente respecto a ello. Incluso veo que el cambio climático es incluido en conversaciones de modo rutinario sin que nadie entre al trapo a desentrañar lo que significa. Hay además quien lo toma como tema de broma o chascarrillo fácil. Mis alumnos no hablan de ello y cuando lo hacen lo hacen en tono de chanza.

No sé qué es peor: la negación o la indiferencia en la que estamos ahora. Según Al Gore, tenemos todavía tiempo -hay quien lo niega- para contrarrestar los efectos del calentamiento global. Depende de nuestra acción, de la limitación voluntaria de nuestro consumo energético. Hace unas semanas hubo un apagón de cinco minutos en España. No sé si en otros países. Fue escasamente seguido, excepto por instituciones oficiales que apagaron monumentos históricos y edificios oficiales. La población en general, lo ignoró no sé si por desconocimiento de la convocatoria o escepticismo sobre su eficacia. O sencillamente, indiferencia.

Me asombra el exceso de iluminación comercial que domina en todos los establecimientos, me irrita el derroche energético al que estamos acostumbrados (las calefacciones, la energía eléctrica, la propaganda mayoritaria para que nos pongamos aire acondicionado los meses de verano, la venta masiva de vehículos a motor que emiten CO2 a raudales). El exceso y el gasto superfluo se ha convertido en unas décadas en nuestro motor de la existencia. Y nadie parece que voluntariamente esté dispuesto a limitar el consumo aunque esté en juego la supervivencia del planeta. Seguramente la población en general no ve la conexión entre ambas variables: consumo personal y salud del planeta, o es escéptica sobre las acciones individuales y su eficacia. O quizás se piense que por mucho que yo me limite, otros no lo harán y el resultado es el mismo.

Es esto lo que me sorprende. El fatalismo de nuestra civilización. No pensamos en el mundo que habremos de dejar a nuestros hijos y nietos. Sólo importa el presente y el placer. Es como si una especie de hedonismo lleno de inconsciencia se hubiera apropiado de todo. Poco hay en mis alumnos -según yo lo observo- que les lleve a considerar valores que estén por encima de ellos mismos y de su bienestar personal. No hay una conciencia planetaria que nos haga ver que en esto estamos metidos todos en el mismo barco: musulmanes y judíos, cristianos y budistas, ateos y escépticos, agnósticos y librepensadores.

Queda todavía un espacio (amplio) para la acción pero debemos limitar nuestro consumo en primer lugar, evitar el despilfarro, reciclar más, usar agua menos caliente, evitar comprar productos con muchos envoltorios, apagar los aparatos electrónicos que no utilicemos, plantar árboles, limitar el uso del automóvil, apagar luces inútiles...

miércoles, 14 de febrero de 2007

Poesía y Tiempo


Me gustan los temas de literatura que permiten dar salida a reflexiones sobre el hecho estético, sobre la creación literaria, sobre la poesía. Estos días tenemos un tema atractivo entre manos: la etapa sensitiva de Juan Ramón Jiménez, en especial aquella poesía anterior a Diario de poeta y mar (1916) vestida de inocencia sin estar recubierta por los ropajes del modernismo. Trabajamos sobre todo Arias tristes, Baladas de primavera, Poemas agrestes y Platero y yo. Procuro primero intentar acercarles al hombre que fue Juan Ramón: su infancia solitaria de niño hipersensible que escuchaba desde su jardín el canto melodioso de los pájaros, la fuente que borbollaba en el huerto, las notas de algún piano, las campanas de la iglesia, los ladridos de los perros, los aires de fiesta de alguna verbena … Era un mundo todavía no invadido por los estrépitos electrónicos o mecánicos; quiero evocar al niño que observaba hechizado el color de la luz del sol entre las hojas de los árboles o el resplandor de la luna que se reflejaba en el estanque del parque cercano a su casa. Quiero acercarles a aquel joven esteta que era poseído por un mundo de sensaciones y estaba fascinado y atemorizado por la muerte. De ahí sus paseos obsesivos por el cementerio buscando los nichos de los niños muertos. La muerte y el paso del tiempo vertebran toda su poesía. Su ansia de Belleza y Conocimiento van unidas al ansia de Eternidad. Le compungía y asustaba la fugacidad de las cosas…

Su poesía se fue progresivamente desnudando de todo lo anecdótico y sentimental para convertirse en esencial, depurada, en poesía de raíz intelectual. Esta es más difícil de entender a los adolescentes. Les hablo del encuentro con aquella mujer extraordinaria que fue Zenobia Camprubí Aymar y el giro consiguiente que dio su poesía. Pero el comentario se centra en los primeros libros que he señalado. Está bien como aperitivo para penetrar en el mundo poético de uno de nuestros mayores poetas, si no el mayor de todos ellos. La introducción de los adolescentes en la poesía veo que requiere tiempo. A veces pretendo acelerar la clase para cubrir el programa y avanzar pero ellos me piden tiempo para comprender y sentir. Hay momentos en que la clase se hace densa y el silencio es espeso. Tienen ganas de participar y abren sus oídos prestando total atención. Pero el profesor está urgido por el tiempo, por la materia a explicar y entonces surge el pragmatismo –esa urgencia utilitaria que tanto deploró Julio Cortázar- y rompe el hechizo. Mis alumnos protestan. Quiero hacerles producir y analizar, cuando ellos lo que quieren es sentir, convertir la clase de literatura en un espacio de dimensión mágica.

Este es el resultado que ha dado mi inmersión en el mundo poético. Les ha gustado tanto que es difícil hacerles ir al taller a fabricar, a mancharse las manos… Les veo deseosos de escuchar poesía, de hablar sobre ella sin hacer demasiados ejercicios, sin copiar (norma básica del centro) los enunciados.

Es una delicia empezar las clases leyendo a Walt Whittman o a Juan Ramón Jiménez, pero después ¿quién se pone a trabajar? En esas estamos.

domingo, 11 de febrero de 2007

WILT


Hace ya unos cuantos años que leí por primera vez esta delirante farsa que es Wilt (1976) del escritor británico Tom Sharpe (Londres, 1928). Todavía no se había implantado la reforma educativa en España (Logse) ni yo había impartido clase en centros de Formación Profesional. Mi experiencia era con alumnos generalmente aplicados y escolares del antiguo BUP. Aquellos alumnos estaban abiertos y gozaban de la enseñanza de la literatura. Por ello, para mí resultaban increíbles, desconcertantes y endiabladamente cómicas las vicisitutudes del profesor Wilt en un instituto Politécnico inglés. Allí había de dar clases a alumnos pertenecientes a las ramas de carniceros, impresores, secretarias, fontaneros, electricistas, yeseros… Los chavales eran totalmente refractarios a las enseñanzas del profesor Wilt sobre obras fundamentales de la literatura como El señor de las moscas o La isla de coral y le machacaban a preguntas absurdas sobre el sexo que a cualquier otro docente le volverían loco.

La vida profesional de Wilt es altamente frustrante, pero no lo es menos su vida conyugal. Está casado con Eva Wilt, una mujer que se deja arrastrar por cualquier novedad que alguien le cuente sea en el ámbito sexual o filosófico. La trama parte de que Wilt está absolutamente harto de su mujer y fantasea con asesinarla. Acuden ambos a una fiesta convocada por una pareja de snobs, Los Pringshein. Eva está también cansada de Wilt y se deja seducir por la teoría de la terapia tactil de Sally Pringhein, que es una esnob bisexual. La situación se enreda porque Wilt es requerido sexualmente por Sally pero ésta es rechazada por el profesor que ve en ella a una peligrosa y desagradable ninfómana. Entonces hace acto de aparición Judy, una muñeca hinchable que será la que provoque todo el enredo y que hace que cuando vamos leyendo este relato mordaz y excepcionalmente cómico, nos tengamos que agarrar la tripa de las carcajadas que nos provoca. La gente nos mira con curiosidad en el metro al ver nuestros ataques de risa y se pregunta si nos pasa algo o qué narices estamos leyendo. Nosotros seguimos tronchándonos, impertérritos a las miradas ajenas.

No queda títere con cabeza: el sistema educativo, el claustro de profesores, las teorías de la liberación sexual de los sesenta, el esnobismo, la burocracia, la policía y sus métodos de investigación, los presbíteros borrachos… Wilt en el fondo no es tan lábil como pudiera parecer. Su resistencia como profesor de Humanidades frente a sus alumnos de carne uno y yeseros dos ha hecho de él un hueso duro de roer y soporta con increíble firmeza los interrogatorios de varios días por parte del inspector Flint que se obstina en afirmar que ha asesinado a su mujer que ha desaparecido. Para más inri está la dichosa muñeca hinchable, Judy, arrojada a uno de los pilares y que es cubierta por miles de kilos y kilos de hormigón. ¿Dónde está Eva? ¿Cómo la ha asesinado? No cuento más porque puede haber lectores que todavía no lo hayan leído. Este libro es altamente recomendable para aquellos que desean reírse con ganas de forma irresistible. De igual modo, recomiendo toda la obra de Tom Sharpe, especialmente sus relatos ambientados en Sudáfrica en la época del apartheid como Reunión tumultuosa y Exhibición impúdica. No puede haber sátiras más corrosivas contra el sistema racista que imperó en aquel país durante décadas. De hecho Tom Sharpe fue encarcelado y deportado de Sudáfrica por sus obras.

Un relato excepcional para profesores de lengua y literatura y para todos en general que tengan ganas de reírse. A pesar de haber sido publicado en 1976 no ha perdido un ápice de frescura y de comicidad.

domingo, 4 de febrero de 2007

Lecturas atractivas


En el último post del blog de la clase planteaba a mis alumnos algunas preguntas sobre su relación con la lectura y el mundo de los libros. Partía de un texto de Alberto Manguel en el que se afirmaba que leer era un acto de rebeldía porque supone una elección de la acción frente a la inacción, que conduce a la reflexión y ello siempre es peligroso. El fragmento continuaba con el principio de “Lee lo que quieras” porque, según Alberto Manguel, "nadie puede enseñarnos a amar un libro. Es algo que se aprende pero no se enseña, del mismo modo de que nadie puede obligarnos a enamorarnos de alguien. Es un proceso misterioso, pero seguro que hay un libro, algunas páginas que existen y que han sido pensadas para nosotros".

Sus respuestas han sido bastante coincidentes. En general reconocen que no les gusta demasiado leer. Tienen a su alcance otros muchos estímulos que les parecen más emocionantes y directos: internet, los chats, las vídeo-consolas, la música… Pero no quitan totalmente el valor a la lectura (reconocen que les aporta conocimientos y cultura) aunque sí que son selectivos con los temas que ésta aborde. En general atraen los libros basados en la realidad (acoso en la escuela, mujeres maltratadas, el mundo de las drogas, bandas juveniles, la emigración, la temática de la anorexia…), o el mundo del misterio y la intriga, la magia y la fantasía… Dos tendencias que nos llevan a la dualidad del realismo y la ficción fantástica. Les atraen universos narrativos con los que se puedan sentir identificados pero su identificación está condicionada por la imagen del mundo y de los adolescentes que proyectan los medios de comunicación y la publicidad. Les cuesta mucho identificarse con circunstancias que no sean las coincidentes con este sentir colectivo del tiempo juvenil que estamos viviendo. Su conocimiento del mundo y de la historia es muy limitado y les es muy complicado salir del tiempo actual para introducirse en otras coordenadas histórico-sociales. El presente es absorbente y lo devora todo.

Sin duda coinciden en que la lectura "no es un acto de rebeldía". No sé si han leído o entendido la propuesta de Alberto Manguel, pero desde luego no ven en la lectura una forma de rebelarse contra la sociedad que están viviendo. Esta idea de rebelión les es muy ajena. Ven en la lectura sobre todo una posibilidad de evadirse de la rutina y vivir otros mundos en los que les gustaría existir. Reconocen que puede haber otros países u otras épocas en las que leer haya estado prohibido, pero se dan cuenta de que no es el caso en nuestra sociedad. Un par de alumnos sugieren que lo que habría que hacer para promover la lectura es prohibirla porque así se convertiría en atractiva. Predomina en sus respuestas la predilección por una literatura de evasión o de distracción frente a la gris realidad. No hay en absoluto la idea tan cara en los años sesenta del siglo pasado de que la literatura puede servir para cambiar el mundo.

En cuanto a si es buena idea la de imponer libros de lectura en los institutos, la mayor parte se decantan en que ésta no es una buena forma de plantear el asunto. Los hay que sugieren que los alumnos puedan leer lo que quieran porque lo importante es leer sea lo que sea, u otra sugerencia es la de que el profesor dé varios libros distintos como posibilidad y que sean ellos los que elijan según sus gustos y aficiones. Hay algunas opiniones que refrendan la obligatoriedad de libros de lectura porque entre ellos hay algunos interesantes y en todo caso, se puede pensar que el siguiente lo será. No obstante la opinión generalizada es la de la libre elección o al menos una elección parcial de la lectura.

Otro tema es el de la importancia de la familia en la conformación del gusto lector. Algunos, pocos, han visto siempre presentes los libros en sus padres y hermanos. O recuerdan los libros que les leían cuando eran pequeños. No hay duda de que un ambiente propicio a los libros es un buen campo de cultivo para la formación de futuros lectores, pero no es una condición absoluta. Pueden surgir buenos lectores de hogares sin gusto por la lectura y por el contrario, nada garantiza que una atmósfera lectora sea decisiva para la creación de buenos lectores. Ayuda mucho pero no es determinante.

Como conclusión: literatura o libros con los que puedan sentirse identificados; que les ayuden a vivir otras experiencias distintas de las suyas, aunque éstas deban pertenecer al mundo previamente diseñado en su imaginación por los mass media; la literatura como evasión y diversión y no como instrumento de cambiar el mundo ni de indagar en la realidad; la literatura libremente elegida y no impuesta por profesores; literatura en esencia divertida y ligera, llena de acción sea en el ámbito del reportaje o de la fantasía, el misterio y los enigmas. Nada de literatura inquisitiva, existencial o de contenido filosófico.

Este es el campo de juego de nuestros adolescentes. Es toda una sociología del gusto adolescente. No hay duda de que podemos extraer conclusiones interesantes sobre los jóvenes y los libros adecuados para ellos.

miércoles, 31 de enero de 2007

El accidente


Hace unos días en mi barrio tuvo lugar un luctuoso accidente. Una fortísima explosión de gas destrozó varias viviendas a la hora en que la gente se levanta para trabajar. Como consecuencia de la misma murió una niña de dos años ya que le cayó una pared encima. Parada cardiorrespiratoria fue el informe forense. También hubo una veintena de afectados leves que fueron atendidos por estrés emocional o magulladuras.

Aquel día a las seis y media de la mañana notamos la explosión por la trepidación de la cama. Mis hijas se enteraron poco después cuando un vecino nos contó que su hermana vivía en la vivienda siniestrada. Mi hija pequeña, que tiene siete años, quedó comocionada por la noticia. No hacía nada más que preguntar cómo había pasado, cómo estaba la gente… Fue al colegio con su hermana y cuando la fui a recoger por la tarde lo primero que hizo fue interrogarme por las consecuencias de la explosión sin que en ningún momento le revelara que había muerto una niñita. Fue un tema que hablamos mi mujer y yo. Ella estimaba que nuestra hija había vivido con angustia la situación y que si le decíamos que había muerto una bebé no pararía de darle vueltas y probablemente no dormiría por la noche. De tal manera que se lo ocultamos. A estas fechas, hace seis días que sucedió, todavía no lo sabe.

Esto me ha llevado a preguntarme por el oscuro tabú que representa la muerte para los niños en la sociedad que estamos construyendo. Salvo que haya una muerte cercana, imposible de ocultar para los niños, la muerte es un hecho lejano e inabordable. Tengo esa impresión. Es el gran tabú, más que el sexo y la declaración de renta. Si hablamos de la muerte, si admitimos que la muerte existe y que nos puede golpear en cualquier momento, si explicamos con realismo la cuestión a los niños se nos acusa de quererlos angustiar sin necesidad. Ya hay cosas terribles en la vida para que queramos romper esa inocencia, esa cierta creencia en la inmortalidad, en la vida eterna en que creen, tal vez, los niños.

Sin embargo, recuerdo hace dos años, en una etapa metafísica de mi hija, cuando tenía cinco, su insistencia respecto al tema de la muerte. Cada noche me preguntaba que si yo moriría, que si los papás mueren. Lógicamente tuve que confirmarle que sí, pero que sería dentro de muchísimo tiempo, dentro de muchos años. Aun esta respuesta tranquilizadora la alteraba y se dormía inquieta pensando en algo que no quería aceptar.

Socialmente hemos decidido ocultar la muerte, al menos mientras se pueda. Vivimos en un mundo cubierto por papel de celofán en que los niños occidentales crecen hiperprotegidos habituados a narraciones políticamente correctas que eluden la crueldad del mundo y la realidad de la muerte. Los cuentos antiguos eran crueles y la muerte estaba presente en relatos y canciones. Hace un siglo no era posible ocultar la muerte. Estaba tan presente en la vida (elevada mortalidad infantil, inexistencia de antibióticos y antisépticos…) que era imposible disimular a los muertos. Un niño había visto ya a bastantes muertos, ya fueran vecinos o familiares, si no eran hermanitos suyos recién nacidos. En algunas familias se estilaba dar un beso al abuelo o al padre muerto dentro del ataúd o en la cama. Incluso durante un tiempo estuvo en boga hacer fotos de los niños muertos.

Actualmente, la muerte es el gran escándalo, la innombrable… pero me queda la sensación de que una sociedad que la evita de tal manera no puede ser una sociedad sana, y es más, es una sociedad atemorizada y angustiada por aquello que más pretende disimular e intentar demostrar que no existe. Sólo una sociedad que reconoce la muerte puede ser auténticamente gozosa y vivir profundamente la fiesta de la vida. No es casualidad que el siglo XIV, azotado por las más terribles epidemias de peste que se llevaron a una tercera parte de la población europea, fuera el albor del renacimiento y del humanismo. Allí se crearon, huyendo de la peste, los extraordinarios cuentos del Decameron de Giovanni Boccaccio y los Cuentos de Canterbury de Chaucer.

Como remate me pregunto si en la escuálida imaginación de nuestros adolescentes, en sus limitados gustos lectores que evitan la gran literatura universal, que permanece opaca para ellos y sólo se alimentan, cuando leen, de libros “juveniles” de acción, sangre, y fantasía en fórmula que es para mí un enigma, no falta ese ingrediente que da misterio y densidad a nuestras vidas. En sus novelas la muerte ocurre como simulación. No apetece pensar en ella. No es un protagonista agradable ni placentero. En Méjico, en cambio, se hace un festival enorme a costa de la muerte. Se bromea con ella, se la hace objeto de fiesta colectiva, de diversión. Quizás es lo mejor que podemos hacer con ella. Vivir intensamente con conciencia de nuestra fragilidad y nuestra finitud. Pero para eso no habría que ocultarla de una forma tan taimada y desoladoramente triste. Algo no funciona. Pienso que mi hija debería haber sabido que la niña había muerto, aunque no hubiera dormido. Hoy me ha enseñando su primer cuento escrito. Quizás la historia que ha escrito hubiera tenido otro sesgo basado en algo que la habría conmovido profundamente.

lunes, 29 de enero de 2007

Fuerte Apache


Fuerte Apache es una película recién estrenada en España y dirigida por el realizador catalán Jaume Mateu Adrover. Se ambienta en un centro tutelar de menores en Cataluña, Can Jordà, donde un grupo de educadores entre los que destaca Toni Darder (Juan Diego) luchan contra la sensación de desencanto y fracaso que conlleva su trabajo con muchachos condenados por la vida y sus circunstancias. Los educadores funcionan por la inercia pero sin creer demasiado en lo que hacen. Saben que el ambiente que rodea a los internos –menores delicuentes- es decisivo para impedir su rehabilitación.

Sin embargo, un día llega un muchacho magrebí, Tariq (Hamza El Hilali) que parece diferente por su predisposición a ser ayudado, la ternura de su rostro y por sus ansias de mejora social. Aspira incluso a llegar a la universidad. Es un filme de segundas oportunidades y que plantea mantener la esperanza cuando ya no parece haber motivos para hacerlo.

Tariq es un niño de mirada limpia. Tiene trece años y ha llegado de Marruecos escondido en un camión. Sus padres han muerto. En Marruecos vivía con un tío que le pegaba. Ha huido buscando nuevas oportunidades. El centro de Can Jordà le parecerá bueno a diferencia de sus compañeros que lo ven como una pequeña prisión. El adolescente Hamza El Hilali fue seleccionado en un casting entre mil quinientos muchachos. Su historia hace reír y conmueve.

La película a pesar de ser de ficción tiene una fuerte ligazón con el cine social y el reportaje. Por los personajes –jóvenes adolescentes castigados por las circunstancias- , por la ambientación en un centro tutelar de menores y en segundo lugar en la Barceloneta, en sus calles estrechas y sus balcones llenos de ropa, así como en los barrios periféricos de Barcelona en sus atmósferas más degradadas e inhóspitas.

Juan Diego interpreta al educador protagonista, Lolita Flores es Carmen, una mujer bregada en la vida que ha estado casada en dos ocasiones y que espera una nueva oportunidad que parece encontrar con Toni Darder. Carmen lleva un restaurante en la Barceloneta en el que se ambientan algunas escenas sensacionales como la de la paella que comen un día de salida el grupo de muchachos entre los que está Tariq, cuya llegada hace que algo esté a punto de cambiar en la vida del educador, esta vez para bien.

La película tiene un buen ritmo y el enredo hace que el espectador se vea implicado en la emoción de unos hechos que se van encadenando diabólicamente. Algún crítico ha considerado esta película como en algún sentido previsible y bienintencionada. Ello no le resta fuerza a esta primera realización en el campo del largometraje de Jaume Mateu Adrover, ni a sus experimentados protagonistas y al hallazgo de Hamza El Hilali, cuyas circunstancias hemos hemos descrito.

Sólo queda por decir que todos los días que tengo guardia de patio en mi instituto, me encuentro con un muchacho de mirada clara y aire tímido que estudia primero de ESO. Se llama Hamza El Hilali y es alumno de nuestro centro. Su hermano Ayoub, exalumno, también se dedica al teatro y al reportaje cinematográfico sobre la realidad social que rodea a nuestro barrio. A Hamza no se le ha subido el protagonismo en la película Fuerte Apache a la cabeza. Es un muchacho normal, lleno de potencial personal y cinematográfico. Lucha por sacar los estudios y abrirse camino en la vida. Sin duda, esta película es un buen comienzo. Hamza está decidido a aprovechar las oportunidades que le da nuestra sociedad. De hecho su rostro ha llamado la atención porque la cámara queda prendada y prendida de él. Hoy nos ha prometido que seguirá adelante y que terminará la ESO.

jueves, 25 de enero de 2007

Ryszard Kapuscinski


Ha muerto Ryszard Kapuscinki. Su nombre se escribe con acento en la s y en la n pero mi procesador de textos no me lo permite. Imagino que los que leen este blog están al corriente de su muerte y de su importancia. Para mí se me ha muerto alguien muy cercano y entrañable. Lo conocí, literariamente hablando, hace unos siete años. Leí uno de sus mejores libros, “Ebano”, sobre sus crónicas por las tierras de África que tanto amaba. Recuerdo con emoción cómo lograba describir a todo un continente mostrando la importancia que tenía una olla para la supervivencia de una familia africana. Kapuscinski no era el reportero cínico que pasaba por un sitio y escribía crónicas para brillar en el mundo del periodismo. No, cuando él viajaba por una zona geográfica, se sumergía en ella y prestaba atención a los detalles más insignificantes acercándose a la gente a la que intentaba comprender. Para ello se documentaba ampliamente para conocer su historia y circunstancias. Kapuscinski no dejó nunca de ser historiador. Hacer reportajes para él era hacer historia de unas personas y de un mundo, de los que había que dejar constancia, como lo había hecho hace dos mil quinientos años su admirado Heródoto.

Kapuscinski escribía siempre con un gran respeto sobre las personas que conocía. Sabía que el periodista estaba unos días en el lugar pero las personas seguían allí y podían correr graves peligros por lo que el escribiera. Cada palabra había de ser meditada y llenada de densidad humana e histórica.

En Ryszard Kapuscinski se unían una destacada inteligencia y espíritu aventurero, unidos a su humanismo. Para él el periodismo era una opción vital y la profesión más maravillosa del mundo. Tenía ocasión de viajar –su primera pasión fue la de cruzar la frontera- y de conocer culturas distintas a las que intentaba comprender leyendo todo lo que estaba a su alcance. Nunca viajó a un sitio que no intentara conocer a fondo empezando por la lengua. Para él fue un drama viajar en su primer viaje a la India y no conocer apenas el inglés y menos las lenguas indostánicas. Se vio sumergido, sin apenas experiencia, en el desbordante mundo de la India de la recién conseguida independencia y se vio fascinado por las religiones y práctica hinduistas. En Polonia apenas había libros publicados sobre la India, pero todo lo que caía en sus manos fue devorado por él. Igual que cuando fue destinado posteriormente a la China de Mao Tse Tung en plena campaña de las Cien flores. Se documentó sobre el pasado confucionista y taoísta de China a la vez que leía libros sobre los discursos del Gran Timonel. Su curiosidad era inmensa, igual que su necesidad de cercanía a los hombres y mujeres sobre los que escribía.

Leer a Kapuscinski es toda una experiencia. Probablemente sus libros se reeditarán en las próximas fechas. Todos sus textos son extraordinarios. Su lectura es una experiencia moral llevada a cabo por un reportero que vino del frío. Su periodismo trasciende el reporterismo fácil y nos acerca a la hazaña del historiador que ha rastreado las líneas fundamentales de nuestro tiempo.

He aquí sus títulos publicados en castellano:

- El emperador
- La guerra del fútbol y otros reportajes.
- El imperio.
- El sha o la desmesura de poder.
- Ébano.
- Desde África.
- Los cínicos no sirven para este oficio: sobre el buen periodismo.
- Un día más de vida
- El mundo de hoy
- Viajes con Heródoto..

Todos están publicados en la editorial Anagrama.

En memoria de un hombre sabio y honesto. Me quedo con aquello de que los cínicos no sirven para este oficio y me lo aplico al mundo de la enseñanza al que es extensible lo mismo que al mundo del periodismo.

martes, 23 de enero de 2007

Collioure


Suena en el ordenador una emisora de internet: AccuRadio, especializada en Jazz. Estoy escuchando Naima, interpretadas por John Coltrane de su álbum “Giant Steps” de 1959. Me serena la música de saxo. Me hubiera gustado ser saxofonista. Es el instrumento que más se identifica conmigo. Ha acabado el día. Un día denso y rico en resonancias vitales y literarias. Últimamente hablo poco de mis alumnos, pero ellos son el telón de fondo de mis días. Este es el diario de un profesional de la enseñanza que todavía se entusiasma dirigiéndose a sus alumnos y explicándoles literatura.

Últimamente estamos machadianos. Iniciamos las clases leyendo un poema de Antonio Machado. Algunos han considerado a Machado como el mejor poeta español del siglo XX; en cambio, el otro día escuché a Octavio Paz hablando con cierto desdén de la poesía machadiana. Puedo decir que en lo que a mí respecta es el poeta que más hondo me ha llegado. Hay otros poetas que me gustan e incluso que me entusiasman (hay muchos), pero la esencialidad de Antonio Machado me llega al corazón. Quizás hay muchas metáforas brillantes que estallan con vigor delante de nuestra inteligencia, pero hay pocas que su destello continúe con los años. Hay algunas metáforas esenciales que destacan que la vida es un camino, que somos caminantes y que no hay camino sino el que se hace al andar… ¿Y esa intuición machadiana del mar de la existencia? ¿O la imagen del sueño de los frutos de oro en el fondo de la fuente?

En primavera mis alumnos y yo iremos a Collioure, el pueblecito francés donde está humildemente enterrado Antonio Machado. Quiero que para entonces la poesía del poeta sevillano, cuya vida forma parte de nuestra educación sentimental, sea un territorio conocido para mis alumnos a los que la poesía les ha terminado gustando.

Cada día iniciamos la clase con la lectura de algún poema. Los introduzco de formas diversas. Escuchados solamente o con el texto fotocopiado. Esta última es la mejor forma porque nos permite trabajarlo: su métrica, sus símbolos, sus imágenes, sus ideas recurrentes…

Algo me ha asombrado este curso y esto ha sido la receptividad de mis alumnos del lenguaje poético. Hemos leído poemas de Bécquer, de Rubén Darío, de Juan Ramón Jiménez, de Pedro Salinas, de León Felipe, también de mi amigo Francisco Ortega Palomares, un poeta esencialmente humano y lleno de un denso y luminoso pesimismo… Hemos leído poesía amorosa, erótica, existencial… Y puedo afirmar que existen los universales del sentimiento de los que nos hablaba Antonio Machado. En el fondo de nosotros -también en esos díscolos adolescentes- hay un ansia de poesía que busca trascender la vida cotidiana, a veces tran trivial y anodina.

Estamos metidos en un viaje. El otro día el post hablaba sobre el viaje de mi amigo José Ignacio. Un viaje en el espacio y en el tiempo. Juan Poz sostenía que había viajeros que volvían de sus viajes avejentados. Antonio Solano dedicó un espléndido y esclarecedor post "Viajero de sillón" a la idea del viaje, real o imaginario. La vida es un viaje, quizás es el curso de un río. O quizás como intuía Antonio Machado la vida era un camino -recogiendo una idea clásica- o el mar. También Blas de Otero habló del mar de la existencia. Son metáforas elementales. Estas son las que busca este blog sin demasiadas pretensiones. No es un blog de actualidad ni especialemente “cool”. Sólo quiere hacer compartir emociones sencillas y sinceras, las que siente el profesor cuando llega al aula y encuentra alumnos dispuestos a escuchar y vivir la poesía. En primavera iremos a Collioure, donde está la tumba del poeta más humano enterrado con su madre, Ana Ruiz. Será un día luminoso en el que depositaremos algunas flores y leeremos los poemas que más hayan gustado a mis alumnos. Quiero dejarles a su elección los textos que leamos aquel día de primavera.

Nada más. Suena Coleman Hawkins. Me gusta el jazz. Es medianoche. He querido dedicar este tiempo a comunicarme con mis amigos que me leen (nos leemos) en la distancia. Para terminar un poema del poeta bueno de su libro Soledades, galerías y otros poemas.

LXXXVIII

Renacimiento

Galerías del alma…¡El alma niña!
Su clara luz risueña;
y la pequeña historia,
y la alegría de la vida nueva.
¡Ah, volver a nacer, y andar camino,
ya recobrada la perdida senda!
Y volver a sentir en nuestra mano
aquel latido de la mano buena
de nuestra madre… Y caminar en sueños
por amor de la mano que nos lleva.

domingo, 21 de enero de 2007

El viaje


Este invierno de elevadas temperaturas ha dejado sin nieve la mayor parte de las estaciones de esquí en España, especialmente en Cataluña. Produce tristeza ver la crestas de la cordillera pirenaica totalmente peladas y sin una brizna de nieve. Esto reflexionaba ayer cuando llegamos desde Barcelona a la zona que nos iba a llevar al valle de Nuria en el pirineo oriental. La subida lleva, desde Queralbs, unas tres horas de gran esfuerzo puesto que se salva un desnivel de casi mil metros.

Íbamos tres excursionistas: Iván, José Ignacio y yo. Iván es mi cuñado y éste había organizado la caminata para que conociera a José Ignacio, un personaje singular cuya afición, o mejor dicho, pasión es la de recorrer el mundo en bicicleta. Buena parte del trayecto en coche y luego haciendo el ascenso fue para preguntarle por sus viajes, los ya realizados y los que tiene en proyecto. Su vida es viajar con su bicicleta. Sabe que no puede tener novia porque no encontraría una que estuviera dispuesta a compartir su proyecto de vida. Ha dado la vuelta a España y ha realizado varios viajes de los cuales el último hace dos años fue recorrer América Latina desde la Patagonia hasta Perú. Su bicicleta lleva un remolque, un carrito, que arrastra cuarenta kilos de equipaje, todo lo necesario para viajar ocho o nueve meses que es lo que suelen durar sus viajes. Nos trajo álbumes de fotografías en las que aparecían imágenes de la Patagonia con el glaciar estrella llamado el Perito Moreno en el Parque Nacional de los Glaciares de Argentina. Desde la Patagonia donde soplaba un viento continuo atormentador fue arrastrando su carrito por la geografía argentina y chilena, atravesó Bolivia y llegó a Perú donde visitó el Machu Pichu.

En todas partes encontró buena gente dispuesta a ayudarle y darle cobijo, así como para invitarle a comer o a tener un rato de buena compañía. De este viaje han quedado buenas amistades a las que piensa volver a ver en su siguiente periplo que comenzará en julio, sólo que esta vez comenzará en Venezuela, seguirá por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay y Argentina hasta llegar a Mendoza donde tiene buenos amigos. Desde allí volverá a España.

Me fascina la conversación con José Ignacio. Es un aventurero al que preguntaron en un periódico por qué hacía esto y él debio responder sencillamente que para conocer mundo, a otras personas y para encontrarse a sí mismo. Cuando vuelve a España tiene trabajos, siempre al aire libre. No soporta estar encerrado en un edificio. Ahora trabaja de jardinero. En los dos años de descanso obligado para conseguir dinero -me subraya que no es un hijo de papá- para su siguiente viaje, vive con sus padres y las dos iguanas de más de un metro y medio que tiene su hermana en casa. Ahorra y ahorra para realizar su siguiente sueño que no es otro que viajar. Otro proyecto para dentro de cuatro o cinco años es la de darle la vuelta al Mediterráneo. Tiene algunos puntos como irrenunciables: el Vesubio y la ciudad de Pompeya, las pirámides egipcias, Israel y Siria, los templos griegos…

José Ignacio no está atado a nada, sólo a su bicicleta. No sabe cuándo se irá de casa de sus padres. Probablemente nunca. Sería imposible tener vivienda y pagarla y seguir realizando su máxima ilusión que es viajar y conocer mundo.

La conversación con José Ignacio me produce una gran satisfacción. Su planteamiento está alejado de los tópicos sobre lo que debe ser una vida normal. Él no se considera un aventurero, pero yo pienso que sí. Pertenece a la estirpe - que yo he admirado tanto- de los grandes viajeros, los devorados por la pasión de recorrer el mundo, estos viajeros que han de ser solitarios por necesidad, aunque cordiales puesto que no hay nada que abra tanto a las personas como estar solo durante varias jornadas y encontrar a alguien con quien poder charlar y compartir una velada. Viajar te hace abrirte a los demás. Los viajeros en general son gente que está dispuesta a compartir momentos intensos de conversación, a intercambiar experiencia e historias. Es otra estirpe, a la que pertenecí un tiempo, pero las necesidades de la vida, las relaciones de pareja, los hijos, la vivienda… te van atando a un mundo más cerrado, más íntimo, más convencional. Queda eso sí, la nostalgia de un mundo en movimiento, cambiante cada día de horizontes, en estado puro de aventura. Sí, mi añoranza en este día con telón de fondo de los Pirineos vacíos de nieve. Pienso en el glaciar Perito Moreno en la Patagonia, que nunca veré, y pienso en el tiempo que le queda antes de fundirse como consecuencia del cambio climático. Me gustaría que mis alumnos pudieran escuchar la experiencia de un viajero singular, de un joven que ansía viajar así como tejer relaciones humanas sin acritud y con cordialidad.

miércoles, 17 de enero de 2007

Madeleine Z.


Madeleine Z, una enferma de sesenta y nueve años, que padecía una enfermedad progresivamente paralizante, se ha quitado la vida durmiéndose, dulcemente, acompañada por dos voluntarios de la asociación Derecho a Morir Dignamente. Madeleine vivía sola y sufría intensos dolores y cada vez sus músculos le respondían peor. La enfermedad –esclerosis lateral amiotrófica (ELA)- le fue diagnosticada en el año 2003. Cuando supo lo que padecía y las perspectivas nulas de curación que tenía su enfermedad empezó a pensar cada noche y cada día en cómo suicidarse. No quería convertirse en un vegetal ni ser absolutamente dependiente en una residencia para que le vinieran a limpiar el culo. Es una enfermedad en que se pierde el control de los músculos motores pero que no afecta a la lucidez mental. Una tortura desesperante y sin salida, según lo veía Madeleine.

Por fin, la noche del doce de enero, tras las navidades para no molestar, Madeleine ingirió un cóctel letal de fármacos. Son medicamentos legales pero que combinados producen la muerte. Figuran en la Guía de autoliberación elaborada por médicos y juristas. La asistencia a la muerte de un suicida en España no es delito siempre que no se le hayan facilitado los instrumentos para realizarlo o se le haya instigado a quitarse la vida. No era esta la situación de Madeleine, que estaba firmemente convencida de su propósito.

No es un proceso banal el que lleva a alguien a quitarse la vida. De hecho es una salida minoritaria en los países en que el suicidio asistido está despenalizado. Sólo un 0,3 por ciento de los enfermos optan por esta salida, generalmente son enfermos de cáncer o afectados por enfermedades degenerativas neuromusculares. La asociación Derecho a Morir Dignamente lleva a cabo una intensa investigación sobre la voluntad de la persona. Sólo en el caso de no haber ninguna duda sobre las intenciones formuladas claramente por el enfermo, se le presta asistencia en el momento de morir, así como asesoramiento psicológico.

Este caso como otros similares logran conmoverme. La publicación de la noticia en el diario El País el 17 de enero ha abierto un emotivo debate en el que han intervenido centenares de comentaristas. En general la actitud es de respeto por la decisión de Madeleine y se elogia su lucidez y su valentía. Algunos escritos reflejan vivencias de personas que han vivido de cerca el ELA. Sus seres queridos terminaron convertidos en muñecos de trapo. Estos son los que más valoran la opción de nuestra protagonista. Se impone la opinión de que nadie tiene derecho a juzgar la decisión tomada en unas circunstancias que hay que haber vivido para comprenderlas.

El caso de Madeleine viene en la senda que abrió Ramón Sampedro y que tan magníficamente fue llevado a la pantalla en la película Mar adentro. La sociedad española está más madura de lo que parece para enfrentarse a un debate como éste. Nadie puede tomar el control de nuestras vidas. Ante un final terrible, con padecimientos físicos y psíquicos horrorosos, sin perspectiva alguna, uno, cada ser humano, ha de sentirse libre para optar, si lo desea, por una muerte digna. No es una decisión fácil. Una vez en posesión de los fármacos letales, la mayoría de los enfermos no optan por tomarlos alegremente. Poseerlos les proporciona una sensación de control de sus vidas.

Me imagino en una situación semejante y no me cabe la menor duda de que procuraría resistir todo lo que pudiera, pero si llegara la enfermedad a un grado de insoportabilidad física o de dependencia absoluta sin solución, me plantearía muy seriamente la posibilidad de una salida semejante. Igual que si un día me viera diagnosticado de Alzheimer sin remisión. Entonces, con plena conciencia de mis actos, probablemente optaría por una muerte digna.

Allá donde estés -Madeleine bromeaba diciendo que estaría en el cielo en forma de nube regordeta- recibe nuestro respeto y nuestra simpatía. No quisiste convertirte en una carga para nadie. Te has ido sin molestar tras una vida vivida intensamente. Estamos contigo. Pensaremos en ti y celebraremos tu liberación. Esperamos que tu caso y otros semejantes abra un debate político en que, como en otros países europeos, la eutanasia deje de ser un tabú. A nadie tampoco puede obligársele. Es una decisión absolutamente libre, pero aquellos que opten por ella merecen nuestro respeto y admiración. Igual que aquellos que, a pesar de todo, opten por vivir, lo que no deja de ser también extraordinamente respetable, siempre que sea haga con plena conciencia. Nadie puede meterse en la intimidad de decisiones como estas.

domingo, 14 de enero de 2007

Oratio de hominis dignitate


El Humanismo es la ideología del Renacimiento y como tal, un vasto concepto del ser humano, de las artes, las ciencias, de la filosofía, la política y la moral. Todo en el siglo XVI está teñido a favor o en contra de aquella ideología que puso al ser humano como centro del universo. Nuestra civilización, a diferencia de otras, hizo un extraordinario hincapié en la figura del ser humano frente al teocentrismo medieval. La moral se hizo laica y los protoinvestigadores del siglo XVI ensancharon su horizonte científico poniendo en cuestión las verdades del medioevo. Es un momento extraordinario en la historia de occidente. Y se toma como modelo el arte, la oratoria y la filosofía de la Antigüedad grecorromana. Horacio, Virgilio, Ovidio, Platón vuelven a ser tomados como modelos de elegancia, de sentido moral y conocimiento filosófico.

Este es el tema que he de abordar en Literatura Universal, y esta tarde de domingo he querido reflexionar conjuntamente con mis lectores sobre este movimiento intelectual que empezó con los grandes poetas humanistas italianos, Dante y Petrarca, pero también con el vitalismo y el realismo de Boccaccio. Nada volverá a ser igual. Nuestra concepción del ser humano y de la vida está impregnada de humanismo, es lo mejor de nuestra tradición, sin que debamos desdeñar lo que aportó la edad Media en cuanto a imágenes, historias, o modelos como el de la literatura caballeresca y la lírica del amor cortés.

Quiero iniciar el tema del humanismo con un fragmento de Pico de la Mirandola (1463-1494), teórico humanista italiano que estudió las lenguas clásicas además del árabe, hebreo y caldeo para buscar unificar las distintas tradiciones culturales. Dicho fragmento es perteneciente a la Oratio de hominis dignitate: es la epopeya del hombre nuevo que puede y debe elegir en libertad su forma y destino. ¡Qué profundamente existenciales resuenan estas palabras de Pico de la Mirandola! El ser humano tiene el deber de terminarse a sí mismo, de construir lo que está inacabado. ¡Qué hermoso principio pedagógico y vital para transmitir a nuestros alumnos! ¡Qué interesante proyecto vital contemplado desde cualquier edad para comprender nuestra propia existencia!

“No te he dado ni rostro, ni lugar alguna que sea propiamente tuyo, ni tampoco ningún don que te sea particular, ¡oh Adán!, con el fin de que tu rostro, tu lugar y tus dones seas tú quien los desee, los conquiste y de este modo los poseas por ti mismo. La Naturaleza encierra a otras especies dentro de unas leyes por mí establecidas. Pero tú, a quien nada limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas manos yo te he entregado, te defines a ti mismo. Te coloqué en medio del mundo para que pudieras contemplar mejor lo que el mundo contiene. No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un hábil escultor, remates tu propia forma.”

miércoles, 10 de enero de 2007

El saludo


No sé cuándo hablamos por primera vez. Probablemente fuiste tú quien se dirigió a mí porque yo nunca he sido tu profesor y no podía conocerte. Creo recordar que un día viniste a hablarme por el pasillo. Me gustó el tono de tu voz, extraordinariamente cálido y educado. Desde entonces nos hemos saludado siempre que nos hemos visto por los pasillos, a veces varias ocasiones en el mismo día. Estudias cuarto de ESO en un curso al que yo no le doy clase de Lengua pero ignoro cómo te va, si vas aprobando o te quedan un montón. Me quedo con la sensación agradable de sentirme tu amigo, una amistad que se ha trabado sin esfuerzo y como por azar.

Hay días que voy agobiado por los pasillos del instituto. Las cosas a veces no salen como te las esperas y vas un poco molesto por la actitud de tus alumnos o vete a saber por qué. Pero hay un momento en que todo se serena y es cuando nos encontramos y nos dedicamos unos momentos a saludarnos. Me aprietas suavemente el brazo y me dices:

- Hola, profe, ¿cómo estás?
- Muy bien, Ahmed, voy corriendo a clase. ¿Va todo bien?
- Sí, profe, ten un buen día.
- Lo mismo te digo, suerte.

Marcho satisfecho de estas cuatro palabras aparentemente intrascendentes pero cargadas de calor humano. Es necesario poco más. Nadie te obliga a saludarme ni nada me debes ni nada puedes obtener de mí. Nuestras simpatías son gratuitas. Me doy cuenta por contraste de tantos y tantos alumnos que pasan al lado de mí y no consideran relevante saludarme quizás por pudor o simplemente por falta de consideración, o algunos que lo han sido y que ya no me saludan pasados unos meses después de dejar de ser alumnos, y es como si te hubieran olvidado a pesar de que mantuvisteis una relación cercana y gratificante. En ocasiones percibes claramente el desvío de la mirada cuando está próxima a encontrarse. Siento tristeza, pero no rencor. Sé que los seres humanos son complejos, que cada uno tiene sus motivaciones, sus contradicciones y su derecho a olvidar. No hay reproches. Sólo reprochan los niños. El mundo es ansí, como decía Pío Baroja.

Una alumna que había marchado del centro a otra comunidad autónoma, un día que ha vuelto a hacer una visita, me espera a la salida de clase y cuando salgo me saluda y nos damos un par de besos. Para mi sorpresa me ha traído un regalo: unos chorizos gallegos caseros. No abres el paquete, lo harás en casa. Jessica ya no es alumna tuya, ahora vive a mil quilómetros de distancia y ha venido a verte y recordarte. Nos interesamos mutuamente por nuestra vida. Recuerdas el último examen suspendido que corregiste de ella. Ahora ya no tiene importancia. En el fondo no tiene demasiada importancia suspender o aprobar a un alumno para establecer lazos entrañables con él.

Entonces sientes la maravilla de ser profesor, en esos gestos generosos, sencillos y cordiales, que están absolutamente llenos de densidad humana. Sientes ese calor igualmente en el blog cuando sabes que alguna exalumna tuya lo está siguiendo aunque no deje comentarios. Sabes que está ahí y tú y ella compartís esos secretos que vas desgranando en tu blog.

Gracias Ahmed. Espero que la fiesta del Cordero fuera feliz para ti. Te pregunté por ella y tú me preguntaste por la Navidad. Yo te hablé de mis hijas, de mis sobrinos, de los días moderadamente felices de la Navidad. El universo está frío, y somos nosotros los que lo calentamos con nuestro calor. Un profesor imparte conocimientos pero también da calor, forma parte de nuestra profesión, y a veces hay alumos que se llaman Ahmed o Jessica que te devuelven esa temperatura con su educación y su cortesía exquisita.

lunes, 8 de enero de 2007

El tiempo, la muerte, Dios


Recojo la propuesta de meme que varios compañeros han iniciado. El tema es cinco cosas que nadie sabe de mí. Pero quiero aclarar antes que mi blog tiene un decidido componente existencial, por lo que no es estrictamente un blog de lengua o pedagógico. Su tema es la existencia. Mejor, un profesor perdido en la existencia. Soy, lo reconozco, un hombre del siglo XX fascinado por los existencialistas como Camus (no Sartre), Samuel Beckett, Kierkegaard… Creo que cuando escribimos un blog esencialmente hablamos de nosotros mismos o lo que es lo mismo de nuestro modo de percibir la existencia. Ya lo saben: la vida, el paso del tiempo, la melancolía, la muerte, Dios. Entre medio el amor, la solidaridad y el sentido del humor. Lo que pasa es que lo hacemos de una forma elusiva. Nuestras circunstancias personales a veces no son esenciales. Sin embargo, hay blogs directamente personales (eróticos o sentimentales) en que se nos revela todo pero la intimidad del autor sigue en la sombra. No por mucho revelar, amanece más temprano. Nos mostramos y nos ocultamos. Pero cada blog deja una huella existencial. Es nuestra huella, nuestro modo de encarar los aspectos fundamentales de la vida, ese yo implícito del que habla certeramente Felipe Zayas. Ignoro –hay muchas cosas que todavía ignoro- hasta que punto mi yo implícito es comprensible. Reconozco que hay muchas zonas de sombra. Acabo de terminar de publicar unos posts sobre un viaje que realicé a Alaska hace veinticinco años, pero creo que en él no me he mostrado excesivamente. Era más bien el retrato de un joven aventurero enamorado de la vida y de los viajes, intrigado por un misterio que no era capaz de resolver. ¿Qué le había pasado a Montse? ¿Qué iba a ser de mi vida? ¿Por qué aquel oso me respetó y no fue agresivo conmigo? ¿Había establecido algún tipo de comunicación no racional con él? No tengo respuestas definitivas, pero sí un espíritu abierto a la sorpresa y al misterio. Dicho esto, ahora sí:

Cinco cosas que nadie sabe de mí.

1. Empecé a ir a un colegio de monjas a los cuatro años. Me portaba realmente fatal, pero no sé por qué un día me transformé y cuando llegaba el mes de mayo, era el primero de la clase que llegaba a la virgen María que estaba en lo alto de una cortina de raso que ponían en medio de la clase. La hermana sor Ascensión estaba convencida de que llegaría a ser obispo.

2. Aprendí a leer con los tebeos de Pulgarcito, Tiovivo, Pumby, TBO, El guerrero del antifaz…A los doce años me leí en un verano unas treinta veces La isla misteriosa de Julio Verne.

3. Durante mis años de bachilleraro quería ser periodista. Inicié la publicación de una revista subversiva con fotos sexys en el colegio de curas donde estudiaba. Me pillaron y llamaron a mis padres. Luego dirigí publicaciones juveniles en algún club diocesano y cuando me incorporé a la política ayudé a imprimir ejemplares revolucionarios maoístas con aquellas máquinas elementales llamadas vietnamitas.

4. Mi vocación oculta ha sido el teatro. Participé en algunas obras teatrales durante un tiempo, pero empecé demasiado tarde y era una carrera llena de incertidumbre. En el fondo era un hombre de teatro, pero me hice funcionario.

5. Mi novelista español preferido es Pío Baroja. Me identifico con su concepción del mundo absurdo e irracional. Soy profundamente asistemático.

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