Hemos de distinguir entre los blogs personales y los blogs educativos o de la clase. En estos últimos, el profesor revisa y verifica con rigor el correcto estado de la ortografía y apunta a cuestiones de estilo y de coherencia del discurso. Los materiales que llegan están contrastados por dicha corrección estilística y no suelen plantear problemas.
La cuestión estriba en los llamados blogs personales que circulan, a veces enlazados al blog de la clase, en donde nuestros adolescentes dan rienda suelta a sus reflexiones, sentimientos e ideas… allí donde se apasionan con el contacto íntimo de la blogosfera. Allí precisamente las faltas de ortografía son dueñas y señoras de cada post, si no es que la jerga resultante no es la propia del mundo de los SMS con sus abreviaturas, iconos y tipografía características. He visto blogs escritos íntegramente con este tipo de tipografía por parte de alguna alumna que no suele cometer demasiadas faltas de ortografía en sus redacciones y escritos de clase.
Las confusiones en el uso de la b/v, g/j, h, s/x, signos de puntuación, mayúsculas, y no digamos de los acentos… son abrumadoras. Las recomendaciones del profesor en el sentido de que extremen el cuidado en el estilo y la ortografía son consideradas como limitaciones a la libre expresión y la espontaneidad de cada uno. Si se pararan a considerar sus posibles errores ortográficos ¿cómo iban a escribir? –parecen sostener-. El primer paso –les dice el profesor- sería redactar un borrador que debería cotejarse con el diccionario y con algún corrector de textos, aunque ya sabemos que estos no son infalibles sino más bien bastante falibles. Posteriormente, el texto debería ser revisado por el profesor antes de ser publicado.
Da la impresión de que igual que existe una moda híbrida donde todo cabe, en la que se mezclan los estilos y en la que las concepciones acerca de los gustos han quedado obsoletas, igual se comportan con la ortografía: con un descuido y una dejadez absolutas, tal como si la buena ortografía fuera una cuestión autoritaria del pasado, una rémora del franquismo podríamos decir. Su libre expresión pasa por hacerlo con entera libertad sin coerciones ni restricciones. Es una marca generacional que se percibe en sus blogs, en sus posts y en los comentarios que reciben que suelen ser todavía más disparatados. Es como si en ese neolenguaje antiautoritario dejaran la señal de la generación a la que pertenecen, no sé muy bien cuál es pero algún alumno ya la ha calificado de la generación bloguera.
Para el profesor es un gozo ver cómo sus alumnos aprovechan la herramienta que suponen los blogs. Son fragmentos de libertad y de creación personal. Pero asiste con horror a la perversión ortográfica que reina en ellos. No sé cuál es la solución, pero mucho me temo que nos desborda por la tendencia mayoritaria que supone.
Tengo la teoría de que la buena ortografía se aprende desde las primeras letras. Un alumno a los nueve años debe tener ya una correcta ortografía y una clara conciencia de la normatividad. Luego hay que añadir e ir puliendo. Si esto no es así, si el alumno no supera este estadio con una correcta ortografía, el proceso está viciado desde la base porque nunca tendrá idea nítida de qué es lo correcto y lo que no, y cuanto más escriba más profundizará en su confusión. Máxime en las comunidades bilingües como Cataluña donde se mezclan dos lenguas muy próximas y con sistemas ortográficos muchas veces contrapuestos. Si un alumno no tiene clara cuál es la norma sobre el uso de la acentuación, las mayúsculas, los signos de puntuación y de las distintas grafías a los nueve años, es difícil que logre alcanzarlo posteriormente. Pues bien, esto no se consigue en la escuela primaria, ignoro el motivo, y cuando llegan a secundaria los alumnos suelen asistir imperturbables a nuestros discursos, a nuestras cuidadosas correcciones de sus textos, a todas nuestra técnicas de mejora. Es un asunto que dan por perdido y al que no le dan demasiada o ninguna importancia. Terminan por asumirlo con orgullo y nada hay en la sociedad que les lleve a pensar lo contrario. Sólo cuando algún día busquen un trabajo donde sea necesaria una buena ortografía, se darán cuenta de lo imprescindible que era, pero esto no es lo mayoritario y así encontramos a cualificados profesionales que tienen una ortografía desastrosa.
Con esta entrada, me uno al manifiesto Eres lo que escribes y me hago eco de los múltiples artículos que se han ido publicando estos últimos días en el ámbito educativo.
Todo ha comenzado con la bitácora de Gabriel Trujillo Muñoz Eres lo que escribes. Eres como escribes que aboga por la corrección ortográfica en la blogosfera, y en su estela la bitácora del tigre de Eduardo Larequi, A pie de aula de Lourdes Doménech, y Como una reina de María José Reina.