En mi vida la lectura ha sido esencial. Me he
pasado la vida leyendo y sigo haciéndolo. Lo que quizás para mí ha entrado en
crisis en este nuevo giro de la historia es la lectura de literatura, la que
tanto tiempo me había dado alguna consistencia. Leo algo, pero poco, absorbido
por la tecnología. En consonancia observo que la mayor parte de los
profesores defensores de las nuevas tecnologías en la educación, han dejado la
literatura en un segundo o tercer lugar, casi irrelevante. Su dedicación a la
informática es tal que su posible tiempo para la literatura, que es
radicalmente absorbente, es próximo a cero. La complejidad del discurso literario entra en contradicción con la
simplicidad de los tweets y la información rápida que abunda en la red.
Este es el nuevo siglo en que la literatura ha entrado en crisis, según mi opinión. Las grandes obras del pasado no tienen ya mucho
que aportar a los hombres del presente. Se han quedado irremisiblemente
desfasadas tanto en forma como en fondo, y sólo están destinadas a pequeños reductos de nómadas supervivientes de la
literatura.
Tecnología y literatura son contradictorias. Lo vemos en
nuestros alumnos. Su capacidad de atención es mínima, su cerebro probablemente
ha mutado hacia otros tipos de atención más selectiva que la que implica el
lenguaje literario que, dicho sea de paso, exige un tiempo y una voluntad que
no concuerda con la realidad que vivimos: frenética e incapaz de dejar ningún
poso. La tradición ha muerto, salvo en las fiestas de los pueblos.
Para mí la literatura ha dejado de ser útil. Me causa
dolor leer textos impregnados de otra dimensión de la vida, del arte, del mundo, de las
cosas. Leer a Cortázar me abruma y me aburre. ¡Fue tan grande para mí! Pero su
mundo ha quedado irremediablemente anticuado. Su concepción de la imaginación
no tiene nada que ver con el mundo sin imaginación que vivimos ahora. En mis
treinta años de docencia puedo considerar que ha sufrido una mutación completa la
imaginación y la capacidad expresiva de mis alumnos. Ahora son próximas a la
nada más absoluta.
La literatura ya no dice nada a los ciudadanos de este
tiempo. No considero evidentemente literatura los libros de éxito en su
inmensa mayoría. Está bien que la gente lea, que lo haga. Pero yo no quiero
iniciar una cruzada pedagógica para estimular que mis alumnos lean. Que lean si
les da la gana. No estoy por hacerles leer, salvo por imperativo legal, las
tonterías editoriales que ahora se estilan. No pueden leer literatura, no les
interesa (y no les interesa a la inmensa mayoría del 99 por ciento), pues
muy bien. A mí tampoco me interesa. Se me ha quedado desfasada. Lo digo ya con
dolor, atemperado, porque yo no sería el que soy sin la literatura. Creo que aún
puedo subsistir hasta el final de mis días con lo que he leído.
No pienso que los lectores sean mejores personas
que los no lectores. A veces me he preguntado si estuviera a punto de morir en
una ciénaga y pasara por allí alguien que me pudiera salvar dándome la mano y
arriesgando su vida. ¿Quién lo haría? ¿Un lector o un no lector? ¿Verdad que no
hay respuesta? No puede haberla. Sólo me gustaría que fuera buena persona, y me
daría igual si hubiera leído La montaña mágica o no.
Creo que la literatura exige un pacto social. Los
escritores deberían revelar el consciente y el inconsciente colectivo de modo
artístico. Y la sociedad creer en ellos u odiarlos. Hoy la literatura sólo
suscita indiferencia. No hay una sociedad necesitada de literatura.
Lo mejor que lo podría pasar a la literatura es que la
prohibieran. Páginas tan hermosas, tan reveladoras de lo profundamente humano,
de esa tensión entre la vida y el arte (y los límites del arte) son ahora equivalentes a cualquier texto sociológico o de diario de información tipo
Veinte minutos o ADN. La literatura es prescindible en el mundo que vivimos. No
la necesitamos. Claro que habrá una minoría -muy minoría- de inadaptados que la
seguirán leyendo. Allá ellos. Serán raros, anómalos, lo pasarán mal.
Por eso, no estoy más por enseñar literatura a jóvenes
como los que hoy pueblan nuestras aulas. No los voy a calificar. Son hijos del
tiempo actual. No puedo vender la literatura porque ya no creo en ella.
Pero ¡qué hermoso era el mundo y la vida cuando me
sumergía en alguna obra en tardes infinitas de aburrimiento!
Pero ya no. Lo siento y mucho.
(Este post está motivado por la petición de ayuda de un amigo bloguero para poder argumentar contra la literatura, contra el libro, contra la bien considerada y políticamente correcta adhesión universal al valor del libro)
Uf!!! Texto arriesgado.
ResponderEliminarDoy mi versión: estoy de acuerdo en varias cosas, cosas que duelen. son tiempos frenéticos, de cambio, de vivir acelerado sin reflexionar, de 120 carcacteres en los que se creen que va la vida. Y pienso que es un síntoma de estos tiempos superficiales y pochos.
Ahora se ha cambiado ese mundo de la imaginación y las palabras por otro no se sabe muy bien de qué: ¿un paso más hacia la dominación del ser humano? (apuesto a que no tardarán muchos años en limitar la circulación en internet, pues es el enemigo del poder).
Mientras, habrá que refugiarse en la literatura o en el pasado, ya que estos tiempos son infumables para el ser humano.
"pequeños reductos de nómadas supervivientes de la literatura. " "Allá ellos. Serán raros, anómalos, lo pasarán mal."
ResponderEliminarNo he podido evitar sonreír al leer eso. Indudablemente pertenezco a ese grupo de anómalos que leen y disfrutan con la literatura.
Aún así tienes razón. Gran parte del tiempo que yo dedicaba a la lectura hace unos años, ahora lo absorbe la tecnología.
Quizá me cuesta más ahora encontrar el momento para leer. Pero si llevo mucho tiempo sin hacerlo el cuerpo me pide una dosis de esa belleza que sólo encuentro en la literatura.
De hecho, creo que me pasa lo contrario a lo que describes, el mundo me aburre, no me lo creo, me parece demasiado superficial. Encuentro más verdad y más estímulos en la literatura.
Seguramente de ahí vengan todo mis problemas, pero es demasiado tarde para remediarlo.
Un abrazo :)
Cuando me disponía a escribir este comentario, entraba por Twitter una recomendación: la lectura del artículo publicado en El País El gramático a palos de Luis Landero (http://t.co/rDub5aBi) y no me resisto a dejaros sus últimas palabras: "Así que, quien quiera aprender lengua, que estudie literatura, mucha literatura, porque sólo los buenos libros podrán remediar la plaga que se nos avecina de los gramáticos a palos".
ResponderEliminarNo se puede decir mejor... :)
Coincido contigo en que estamos ante una época de vacas flacas... "malos tiempos para la lírica" que se decían en los 80.
ResponderEliminarLa sociedad de consumo ha cambiado los roles. Ahora la lectura no es literaria, sino social. Lo digo con conocimiento de causa. Mis alumnos de ESO no leen a los clásicos, prefieren los best sellers. Se enganchan grupalmente a una tipología lectora o a un autor: Federico Moccia, Blue Jeans, y en menor medida Laura Gallego, JK Rowling... el motivo, como en todo, son las modas y las afinidades.
La gente lee, pero ha cambiado el estilo. Ha suprimido la lectura en libros (que la dejan para momentos vacacionales) por lecturas de prensa y medios sociales. El problema radica ahí, en la calidad de esos textos. Si el futuro de los lectores pasa por este consumo... tendremos que luchar muy mucho para volver a andar un camino que se deshace siguiendo modas consumistas.
Vaya, ahora que estaba pensando en un post sobre El retorno de Tahar Ben Jelloun del que tuve noticias por ti. Le he acabado esta misma tarde. Ha sido una muy buena lectura, de la que espero sacar provecho, y que no habría hecho de no ser por tu recomendación, así que me parecería una pena que abandonases la literatura por esas tonterías de los twits... Me parece que tu error está en empeñarte con Cortázar, no creo que la literatura acabé con Cortázar o con Mann.
ResponderEliminarYa sabes, san Manuel Bueno seguía avivando la fe de sus feligreses aun cuando él la había perdido.
ResponderEliminarEn eso consistía su santidad. Un saludo.
No está hecha la miel para la boca del asno.
ResponderEliminarNo obstante si en la escuela no promocionamos la lectura. ¿Dónde se va a promocionar? La lectura es una competencia básica para el aprendizaje y con el tiempo la lectura se convertirá en un placer.Nosotros lo sabemos. ¿Porqué no compartirlo?Aunque nos quede la impresión de que a nuestros alumnos no les importe, lo que hacemos en clase va calando y siempre queda algo.
Ombre, lo que no sees komo tedas cuen taorita Llo lla lo yevo praticando dende que nasi polque nunca me gusta pelder el tienpo lo mio e tuiter y salvame no me sakes de ai dime onde esta tu clase que boi a cambial mis ijos de la ecuela kestan ke ayiestan antikuados
ResponderEliminarMalos tiempos para la literatura, de acuerdo, pero aún así algunos dedicamos nuestros esfuerzos (aunque paradójicamente sea desde un ordenador) a fabricar libros, sí, los obsoletos libros de papel. Un día de estos te contaré (o te tuitearé) un proyecto en el que ando metida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me voy a arriesgar pero creo que en el fondo no piensas eso de que la literatura tiene que desaparecer.Escribes (haces literatura) y liberas fantasmas. Tú lo has dicho: eres lo que eres en parte a los libros que has leído, que has vivido, que has sentido.
ResponderEliminarBien es cierto como dicen otros comentaristas que los hábitos lectores son los que han cambiado. Puede que la gente lea lo mismo o más que antes, la cuestión es el cómo, el donde y el para qué. Es verda eso de la lectura social, pero acaso nosotros no leíamos lo que leía nuestro "circulo": a Sábato, a Cortázar, Rulfo, a Carpentier, a Hesse, a Marsé, a .... también éramos lectores sociales pero con factor tiempo, nos tomábamos nuestro tiempo. Ahora la inmediatez manda, todo sucede deprisa, todos se consume deprisa: libros, relaciones, viajes, noticias,...
Hoy ya no somos ese "factor social", somos más lobos esteparios que vamos por libre.
Yo particularmente aún siento esa emoción al abrir un libro por primera vez, leer los primeros renglones, sintiendo cómo le voy poniendo voces a los personaje, imaginado escenarios, tiempos y sensaciones. En definitiva, me sigo maravillando incluso más que con el arte contemporáneo, que sí que me aburre soberanamente porque el artista creo que no se ha dado cuenta que los tiempos "están cambiando"
Qué provocador! Últimamente estás que te sales!
ResponderEliminarNo te falta razón en algunas cosas. Aún así somos legión los que seguiremos leyendo. Y sí, das en el clavo cuando dices que lean si les da la gana y si no que no lean. En eso consiste la libertad de elección.
un abrazo
La literatura no escapa a todas las demás crisis que andan sueltas, Joselu.
ResponderEliminarSi leer es "disfuncional" en el mundo de Facebook, Twitter y la Web 2.0, pues entonces yo decreto que es el mundo quien disfunciona, y no se ha muerto nadie.
Hay un eclipse de Dios, el futuro del libro peligra más que el del mismísimo planeta, flotamos en tiempos líquidos, se han acabado los vínculos de por vida, somos eternamente jóvenes, y ahora la literatura se ha muerto...
Tomaré prestadas las palabras de Albert Camus, de su obra La Peste, que estoy leyendo por estos días, para ilustrar el punto:
"... se aburre uno y se dedica a adquirir hábitos. Nuestros conciudadanos trabajan mucho...
También les gustan las expansiones simples...
Los deseos de la gente joven son violentos y breves...
Se dirá, sin duda, que nada de esto es particular de nuestra ciudad y que, en suma, nada es más natural hoy día que ver a las gentes... elegir el modo de perder el tiempo que les queda por vivir. Pero hay ciudades y países donde las gentes tienen, de cuando en cuando, la sospecha de que existe otra cosa. En general esto no hace cambiar sus vidas, pero al menos han tenido la sospecha y eso es su ganancia. Orán, por el contrario, es en apariencia una ciudad sin ninguna sospecha, es decir, una ciudad enteramente moderna."
Yo elijo quedarme con la sospecha.
Esa es mi ganancia.
¡Un cordial saludo, Joselu!
Lo siento muchísimo JOSELU, pero he empezado yo, no vale copiar profe jajaja...Lo digo por el final de rabieta... “pero ya no. Lo siento y mucho” Yo me revelo contra el despertador y tú contra la literatura ¡¡estamos buenos!! ;-)
ResponderEliminarUn poco de razón tienes, ya te he confesado que hay cosas que me es imposible leer y no por no haberlo intentado y además con interés, pero nada ¡¡no ha habido manera!! a mi se me atascó el Quijote y supongo que si ahora me pusiera con Dostoievski me pasaría tres cuartos de los mismo, pero hace tiempo disfruté mucho con Crimen y castigo y sobre todo, sus dos hermanos Karamazov.
Yo creo que todo tiene su momento. Pasa con la literatura, el cine, la música y con el arte en general. Hay épocas que disfrutas y conectas más con unas cosas y otras con otras. Las nuevas tecnologías sólo son un formato que pueden tener los mimos contenidos que antes visualizábamos en papel, salas de conciertos o pantallas grandes.
Personalmente a mi no me dicen nada las frases del Twitter, pero vaya ¡¡nada de nada!! parecen msm lanzados al infinito.. será que tampoco me gusta el móvil y soy alérgica a la concreción...
El arte en general y la literatura en particular, requiere de una predisposición y esfuerzo, que jamás puede ser impuesta, o estás o no estás. Está claro que esta sociedad nuestra va a otro ritmo y a la carrera, es imposible engancharse con los clásicos de la literatura. Eso de deleitarse en la belleza de las palabras por si mismas, con independencia de lo que dicen, es algo incomprensible para la mayoría de los chavales hoy. Un día, tenía en una repisa las Comedias Bárbaras que si recuerdas casi en las primeras páginas suelta eso de ..”¿Qué escucho? ¿Son almas en pena? ¿Son hijos de puta? “ bueno...fue leer esta palabra mi hijo y empezar a devorarlo jajaja supongo que la sensibilidad literaria, como la musical, hay que cultivarla y eso lleva tiempo... ¿¿nos lo daremos?? ¿¿se lo daremos a ellos o no hay forma?? asesinamos a la literatura sin compasión...
Yo no creo que suceda...a veces la llave mágica, es una expresión que te encandila por provocadora, por bella o por lo que sea... pero yo creo que la literatura, como la música, como el arte en general... ha existido desde que el mundo es mundo por una razón... necesitamos de la belleza en todas sus formas. Por mucha fast food que comamos, como la cocina de la abuela nada... sólo que no siempre tenemos el tiempo, ni las ganas, ni a una abuela a mano:-)
Seré una antigua, seguro, pero por mucha tecnología y mucha velocidad neuronal que tengamos, lo bueno es bueno, en literatura y en lo que sea y siempre, siempre habrá gente para apreciarlo... eso segurísimo.
Lo siento, pero yo sí... póngame otra ronda por favor. Menos del Quijote, que se me indigesta:-)
Un beso muuy grande JOSELU ¿qué tal la visión de tu mar? hoy aquí llueve, está desapacible y tristón... típico escenario de un día de difuntos...
Andaba buscando justamente esto. Por lo que sé de ti iba por aquí lo que necesitaba para apuntalar lo que yo ya pensaba. Estoy, como sabes, solo en parte de acuerdo contigo. Lo estoy en la parte en que uno prescinde de lo literario porque la literatura ha dejado de cumplir una de las funciones que tenía. La está realizando a placer de todos los descerebrados que la miran la televisión. El descerebrado se entiende como el que no emplea el cerebro enteramente y prefiero píldoras livianas, mejunjes sin sustancias. El lector de prensa es también un lector de literatura. No de la ficción con la que ya no te emocionas sino de la literatura sobre el tiempo en que vivimos. Es otra, tiene otra epidermis, pero igual satisface con más o menos empeño, con más o menos esmero a la que antes campaba a sus anchas, reina de la imprenta, la gran vencedora de la Historia.
ResponderEliminarEl miércoles me toca defender (por petición mía) la inutilidad de la literatura, la inconveniencia de que los libros nos guíen, la ineficacia de todo lo que huela a ficción en este mundo (ay) de fiebre y de vértigo que dinamita a diario brochazos de hiper-realidad, de mega-realidad, de la realidad concebida como un trallazo de asuntos de las más variada y compleja circunstancia. Ante eso, ante el vértigo, ante la dureza del mundo en el que estamos, podemos prescindir de lo libresco, pero sería (es mi coda) un mundo menos alegre. La alegría, tan solo la alegría. Tú sabes que estoy en un mar de dudas. Mis dudas me hacen fuerte o me hacen sentir vivo. Como todo hijo de vecino. Gracias por tu empeño. He pasado el escrito a quienes me acompañan el miércoles en el debate. Te contaré cumplidamente, Joselu
He vuelto del cine de ver Tintín y mi hijo me ha pedido el cómic para leerlo. En el colegio le "obligan" a leer Maribel y la Extraña familia...
ResponderEliminarEn mi mesilla de noche sigue Rayuela con la Montaña Mágica ya van dos intentos y no puedo...
Q lleváis razòn, pero la fruta caerá cuando madure, todo tiene su tiempo y el camino no es forzarlo
Buff... hablo por mí y sólo por mí, como siempre.
ResponderEliminarTengo tres libros sobre la mesita de noche. El espejismo de dios, El retrato de Dorian Gray en inglés, y, La Gaya Ciencia, todos a medias. Llevan ahí, meses. Dejé de leer. Al menos en la medida en que lo hacía antes. Cuando estoy en casa es cuando menos leo. Así que yo, lo tengo claro, si quiero leer, no puedo estar cerca de mi ordenador de sobremesa -con el portátil no me sucede tanto así-. De todos modos nunca me consideré una gran lectora. Eso no significa que no lea, pero yo no encontré en la literatura lo que probablemente tú, y quienes habéis estado o estáis enganchados a ella, sí. Nunca fue para mí un refugio. Nunca la necesité. Y no creo que eso sea sinónimo de incultura, maldad, ni nada por el estilo. Eso son chorradas. Habrá quien piense: eso es porque no has leído tal, o cual libro, ignorante. Yo puedo contestarle: eso lo dices tú. Yo no pienso que la ciencia no te atraiga por no haber leído cosas que yo sí leí. De igual modo tampoco pienso que por ello seas un ignorante.
Sí es cierto que me gustaron mucho en su día las lecturas clásicas de Biología y Geología, las que hablaban de la vida y obra de científicos como Francesco Redi, Pasteur, Spallanzani, Wegener, qué sé yo, Claude Bernard y todos estos. Pero incluso a ellos hace tiempo que los desplacé hasta abandonarlos. De hecho, hoy por hoy casi todo lo que leo, es lo que más me gusta, y es ciencia y divulgación científica -bueno, y las noticias, con las que tengo un problema me parece, pero ese es otro tema-. Internet para mí pues, es la gran ventana. Todo está al día. Y hay tanto... tantísimo... Pero sin base, en realidad no hay nada, porque no puede haber nada.
Nunca tuve el gusto por la literatura ya te digo -no de esa de la que tú hablas-. Me costaba horrores leerme las lecturas obligatorias. De algunas no recuerdo apenas mas que el título. Y sabes, tal vez esto suene faltal, pero es probable que nunca llegue a leerme el Quijote, ni vuelva a releer el Lazarillo de Tormes, ni El Árbol de la Ciencia, ni la Tesis de Nancy, ni tantos otros. Sin embargo, sí tengo pendientes muchos de Nietzche o de Russell por ejemplo. Esos sí me apetecen. A mí. No sé, Joselu, pero yo no le veo mucho sentido a embutir esta lectura o aquella otra porque sí. Si alguien quiere leer, ya leerá, y si no quiere, podrás obligarle a leer mil y uno, que dejará de hacerlo en cuanto dejes de obligarle. Cuánto pueda serle de últil leer una cosa y no otra, no lo sé. Pero aún con esas, sí hay algo muy importante que hace que la literatura ahora más que nunca, sea necesaria, y es la concentración que requiere el acto de leer en sí. Es la calma. Es... la sensación de pausa, la tranquilidad que da leer. Es algo que difícilmente encontrará una mente expuesta a internet y nada más que a internet, con tantos lazos y más lazos, saltos, ideas importantes que te llegan y que necesitan de una reflexión pausada. Que necesitan ser pensadas. Y mucho. Eso es algo que se aprende también leyendo. Y no leyendo cualquier cosa, ahí la cuestión de la selección pero siempre dentro de un abanico, no con el: es esta, y va a ser esta, por narices, así que te la comes. No sé si termino de explicarme, pero es algo que a mí, me parece fundamental. Estar solo con un libro, aporta esto. El hecho de ser capaz de concentrarse, sin agobiarse por falta de estímulos, por el hecho de estar uno mismo con sus pensamientos y nadie más -curioso cuando siempre es así, pero bueno-. Y ya te digo, a mí es algo que me parece esencial hoy día. Nadie debiera llegar a adulto delante de una pantalla y sin tener esto claro, sin saberlo siquiera. No creo que sea bueno, ni para la persona en sí, ni para el conjunto. De hecho, es algo que me parece muy, muy negativo.
Gustos... gusto por lo clásico, por lo novedoso, por la imaginación desbordante, por la lectura más cruda que pueda haber... siempre los ha habido de todos los colores, y siempre los va a haber, así que no pienso que la literatura esté muerta, tampoco que esté desfasada. Es la forma en la que funcionan nuestras mentes la que está cambiando, tú lo has dicho. Y a mí, no me gusta ni un pelo, pero será que nunca me gustaron las prisas, como tampoco el montón superficial, el tener más y más, sin más, y que en realidad, nunca he disfrutado con todas estas cosas, ni con lo inmediato porque no le veo el fondo, que es lo más interesante, y a fin de cuentas, lo más importante, ¿no te parece?
ResponderEliminarBesos de noviembre.
El hombre actual vive de espaldas a sí mismo, y por consiguiente a todo lo demás. Si la literatura –lo mismo podríamos decir de la filosofía, la historia, la ética o las artes– no aportan nada a este homo novus no me parece que sea tanto por la incapacidad de esas ciencias de sobrevivir al paso del tiempo como por la ineficaz adaptación de esta nueva tipología de individuos a su más íntima esencia, siempre en contradicción consigo mismo, es verdad.
ResponderEliminarCreo, Joselu, que la principal de las causas –pero que engloba a otras muchas– de esto que llamas muerte de la literatura, es la estupidez humana, que, si bien es verdad que siempre existió, hoy, verbigracia precisamente de esas nuevas tecnologías nunca suficientemente comprendidas y erróneamente adaptadas, alcanza proporciones, cómo diríamos… globales, no, mejor masivas, sometidas, además, a la inconsistencia propia del nesciente. No hay muchos placeres comparables a acariciar el áspero, rugoso, suave, cantarín papel de la página de un libro (uno bueno es preferible, pero incluso uno mediocre puede valer) en esos leves instantes que siguen a su lectura arrebatada.
Pero no parece motivo serio para preocuparse en exceso, dado el refluir histórico de las sociedades de un sitio a otro de su pensamiento, de flor en flor… La inquietud por el conocimiento volverá, vencido ese desapego. Lo que hoy nos parece innovador un día será considerado clásico. En fin, que no hay mal que cien años dure… o eso espero.
Un abrazo.
Cada día veo más claro que no debo opinar aquí. Lo digo porque yo estoy en Primaria un mundo tan diferente de Secundaria que mis opiniones, normalmente no van a tener sentido.
ResponderEliminarEl problema en Primaria es dramático porque la adquisición de campos semánticos debe realizarse a través de la lectura, primordialmente.
Hace muchísimos años también se adquirían campos semánticos en Televisión. Porque TVE elaboraba TODOS sus guiones en registro culto o científico (Es muy probable que un alumno de 1º o 2º de ESO puesto delante un capítulo de Rodríguez de la Fuente o de Curro Jímenez no entienda ¡el 60 %! de lo que se dice). TV3 cuida bastante el lenguaje, por ahí tenemos suerte.
Con respecto a la imaginación, se ha estandarizado. Todo lo imaginable es copyright de Disney o de Spielberg y es eminentemente visual. Imaginar sin palomitas parece hoy inconcebible.
Si hablamos de best-sellers...¡son infumables! Pero...si que se adquieren campos semánticos y algo de registro culto. Por tanto , más vale leer eso que nada. yo sí que animaría amis alumnos aleer Crepúsculo sólo para adquisición de vocabulario y para que conozcan algo más que el registro coloquial que es el que domina TODA LA TELEVISIÓN y un alto porcentaje de Internet, excepto TVE2, C33.
Pero es que hemos llegado a los PROFESORES, si los profesores leen a Zafón o "Entre visillos" apaga y vámonos.
He conocido varias decenas de profesores de menos de 35 años y, salvo honrosas excepciones, como los que podáis opinar aquí: una mayor parte no lee o lee basura.
Yo he tenido que obligar a mis hijos de 12 y 8 años a leer en casa.
Obligar literalmente. No me pes, ni me considero un padre tirano por ello. ¿Motivo? Ya han adquirido el hábito. Empezaron leyendo Manga, Steelton y Harry Potter. Ahora siguen su caminoe incluso escriben poesías (a su nivel,claro).
No olvidemos que el ser más poderoso de "Un mundo feliz" era el único del planeta que poseía un libro de Shakespeare y lo leía.
Josep Fàbrega, no considero en absoluto que este no sea tu lugar. Será si tú quieres o lo deseas, pero que sepas que siempre eres bienvenido porque lo que comentas es interesante u oportuno. Gracias por estar aquí.
ResponderEliminarEl post, como habrás podido advertir, es un dardo en el ojo de la blogosfera que tiene mucho de provocación consciente aunque revela una realidad inquietante en mi caso que es el despegue personal del mundo de la literatura absorbido por las nuevas tecnologías.
Es una entrada desconcertante: por un lado, entiendo que es un texto de encargo, con una finalidad clara que lo precipita hacia la ficción; por otro lado, reconozco muchas partes de verdad en él, desde que por culpa de las TIC los docentes leen menos, hasta la pérdida progresiva de la valoración social de la literatura. La última parte, sin embargo, la de la prohibición de la literatura me recuerda a Bradbury y al argumento que utilizaban aquellos bomberos que quemaban libros en Fahrenheit 451: la literatura es perjudicial para el ciudadano porque puede hacerlo infeliz. Esta premisa siempre me ha aterrado, no por el fin de la literatura, sino porque es emblema de una sociedad pacata, inmadura, que prefiere prohibir a educar.
ResponderEliminarUn saludo, Joselu.
Todo cambia. También la literatura. No creo que tecnología y literatura sean contradictorias en sí mismas sino que las hacemos contrarias con nuestra comodidad de uso.
ResponderEliminarNunca ha sido mayoritaria la literatura escrita e impresa, no lo olvidemos. Sí que hubo un momento en el que hubo un esfuerzo porque así fuera, pero ya no lo es. Además, recordemos que la mayor parte de la literatura que se vende y se lee jamás pasa a la historia de la literatura de verdad. Recordemos que Cortázar jamás ha sido leído tanto como se debería.
Yo sigo esforzándome para que el porcentaje de lectores de literatura -sea cual sea el medio que la soporte- no baje.
Es un debate interesante en el que todavía caben muchas apreciaciones.
Hola, Joselu. Este curso estoy impartiendo Literatura Universal de 2º de bachillerato a un grupo reducido de alumnos: dos chicos y seis chicas. Las chicas me lo dijeron claro el primer día: estaban allí huyendo de matemáticas. Los chicos son dos tipos de estirpe extraña pero muy populares entre sus compañeros: se presentan a los concursos literarios, graban sketch muy ingeniosos para las actividades de la biblioteca y son grandes cinéfilos. Nada más empezar las clases les dejé mi antología de la Poesía goliárdica, la Divina Comedia y un libro de relatos de Andrei Stasiuk. Estamos con Hamlet. Las niñas se escandalizaron con la muerte de Polonio, no les pareció justa la muerte de Ofelia y no les gustó nada que, al final, mueran todos. Pero noto que se van enganchando a la asignatura. Yo, que estoy aprendiendo más que ellos, tengo cada día más ganas de leer buena literatura. La literatura no ha muerto, está escondida esperando que pase la borrachera de las nuevas tecnologías. Es como en el amor, en el mejor de los casos, la pasión desaforada da paso con el tiempo al amor sosegado. Ahora estamos inmersos en la pasión por las TICs, cuando el torbellino pase, ambas convivirán en paz. Lo siento por los alumnos que, en las aulas, se han alimentado de muchas tics y poco hamlet.
ResponderEliminarUn saludo.
Inquietante artículo, pero no acabo de comulgar con tu visión metastásica de la literatura en el siglo XXI. Bien es cierto que la mayor parte de la producción editorial actual subordina la calidad de las obras al consumo masivo y que un porcentaje elevado de lectores optan por el "easy-reading". Pero no creo que eso sea un fenómeno exclusivamente contemporáneo - ¿acaso no eran mayoría los lectores que optaban por Marcial Lafuente Estefanía frente a Cortázar? - o vinculado de una forma tan tajante al hecho de que nuestras vidas se hayan visto invadidas por las TICs - desde hace tiempo, la falta de hábitos de lectura ha sido achacada invariablemente a algún producto tecnógico, llámese televisor, Spectrum, Gameboy, PC, móvil, Tuenti...
ResponderEliminarSí que estoy de acuerdo en que el discurso literario es definitivamente más complejo que el discurso ultra-fragmentado que ofrecen ahora las redes sociales, pero que ya adelantaron en su momento la radio, la televisión o la publicidad, y que aquellas redundan en nuestra creciente tendencia a la dispersión, la dificultad para mantener la atención o a la exaltación del titular frente al artículo.
En cuanto a lecturas obligatorias, creo que la mayoría consiguieron hastiar a alumnos de varias generaciones, desde El camino a Todos los detectives se llaman Flanagan.
Supongo que la clave está en el modo de aproximación al texto: a mí, sin ir más lejos, el sólo hecho de oír nombrar a Góngora me producía urticaria hasta que una profesora en COU (¡qué tiempos!) dedicó un semana entera a ayudarnos a interpretar El Polifemo.
En resumidas cuentas, creo que, aunque la situación del producto literario es crítica, no llega a ser terminal, o, al menos, no mucho peor de lo que era hace diez o veinte años.
Por cierto, un blog estupendo.
Saludos.
Quién lea tu entrada, Joselu, y llegue a la apostilla final se dará cuenta que tu escrito es una provocación.
ResponderEliminarMi experiencia es la siguiente en cuanto a los clásicos o la literatura en sí.
Yo he leido mucho de jóven. La "Montaña mágica" fué una novela que me deslumbró, por ejemplo. Ahora leo menos pero lo que leo es porque me apasiona. "El Banquete" de Platón ha sido un hallazgo para mí con Aristófanes hablando del mito de los tres sexos y definiendo cada invitado lo que es el amor. El mito de la caverna es otro hallazgo y Sócrates con sus preguntas y respuestas para llegar a la verdad, ha hecho que me identifique con él a través de sus obras. ¿Voy contracorriente acaso?. Ahora leo lo que nunca había entendido y... ¿gracias a que? pues, Joselu, gracias a la tecnología que me hace fácil el encuentro con lo que me gusta.
O sea que, pienso que o literatura y tecnología se complementan o yo soy un bichejo raro de los que ya no existen.
Yo diría que al mundo le falta lo que a mí me sobra: curiosidad.
Un abrazo Lola
Quizá en el mundo que nos toca vivir toda forma de ensimismación sea prescindible, no solo la literatura. ¿Qué pasa con la filosofía, con esas ideas que lleva tanto esfuerzo y tiempo expresar? Está claro que es necesario retirarse de este frenetismo en que estamos imbuidos para leer literatura o hacer filosofía. Un mundo en el que se prohibiera y acabara con la literatura iría seguro seguido de reivindicaciones y lecturas clandestinas. Quizá propulsadas por minorías, no lo sé. Leer nos hace mejores personas, no en el sentido de "buenas" personas, sino de personas más humanas, más conocedoras de eso que todos llevamos dentro, de humanidad. Enhorabuena por tu blog, que es alentador y muy útil. Gracias.
ResponderEliminarExiste un concepto cerrado que cubre esa entelequia llamada "literatura"; es el término estudiado en la escuela y que engloba un trasunto histórico, una selección de perlas pasadas, que hicieron y aún hacen disfrutar a algunos lectores. Los jóvenes deben pasar por ese catálogo adrede, forzados por la calificación y su futuro.
ResponderEliminarPero yo aprendí que sin disfrute, leer (más aún ahora que calamos canas) es un tormento, que genera más enemigos que amantes de este vicio.
Puede, como afirmas, que ya no exista esa conexión íntima con un pasado escrito, que ya no interese recrearse en ello, pero siempre existirán personas, jóvenes y talludos, que sigan mirando la vida con perplejidad y quieran dejar impronta de ello. El medio da igual (blog, libro, Whatsapp). El ímpetus, las ganas de saber, descubrir, intuir, disfrutar de lo ajeno desconocido, del pliegue seductor de lo real sobre nuestra mente.
Nada más importa. Ese instante crea lectores, ecritores o habladores. No te resignes a pensar que la perplejidad murió. Solo que se muestra a través de formas insólitas.
Como estamos en Halloween has decidido darnos un susto con este relato de terror, ¿no?
ResponderEliminarNo hay por qué preocuparse; en muy poco tiempo volveremos a un escenario parecido al de hace un siglo, con elites ilustradas y una masa semianalfabeta en lo cultural(eso sí, ávida consumidora de basura multimedia). En ese escenario, la literatura cobrará el prestigio que tuvo y será un trampolín para salir del magma de la vulgaridad. Por desgracia, nuestros jóvenes viven todavía el sueño del bienestar. Por contra, nosotros sabemos que sólo la desgracia y la miseria contribuyen a la grandeza de las letras, como ocurrió en nuestro venerado Siglo de Oro.
ResponderEliminarNo te preocupes, Joselu, que volveremos a leer, quizá en la clandestinidad del vano de un puente, o en las catacumbas de la Escuela Pública, pero leeremos y seremos felices.
La tecnología y la literatura no pueden ser nunca contradictorias, del mismo modo que abrumar y aburrir carecen de encaje.
ResponderEliminarLa literatura no habita en el mundo de la utilidad.
Se desprende un cierto aroma a literatura clásica por aquí... y la literatura es algo vivo... ¿o no? Como la música, como la pintura... Estáis continuamente estableciendo una equivalencia entre literatura clásica y literatura de calidad. Y eso es una gran mentira. La literatura clásica, e impresa, escrita para unos pocos, tiene calidad y solera. Pero hay mucha literatura nueva con la misma calidad, con más, porque, para esto, como para nada (excepto, tal vez, nuestros cuerpos) cualquiera tiempo pasado NO fue mejor. Lo único que le falta a lo nuevo es la pátina que dejan los años de uso o de abandono. Yo nunca he podido con los clásicos, y no me enorgullezco, pero mi sensación de hace 20 años - que no podría nunca en la vida leer todo lo que se escribe - ahora está infinitamente amplificada: la blogosfera es una maravillosa biblioteca pública, llena de creatividad, de sorpresas, de personas que se editan, se corrigen, aprenden solas. Como fenómeno literario, no es algo que se pueda despreciar.
ResponderEliminarYo sigo leyendo en papel, pero nada anterior al siglo XX. No tengo tiempo, y esas son mis opciones. Y pese a que mi campo son las Matemáticas, me gusta que mi alumnado lea literatura científica y matemática. La literatura es nuestra, de todos y todas, y creo que nuestra obligación es compartirla como una fuente de placer.
(Vale, he picado, ¿no?)
Maria
Hola, este post es portada en Dictio: lengua y literatura.
ResponderEliminarDictio es una plataforma nueva de recomendación de noticias sobre lengua y literatura en el que poder compartir información, enlaces, comentarios e intensificar el tráfico entre blogs de letras. Más información aquí.
Un saludo,
Dictio
La literatura no es más que un tufillo de prestigio a las nanas y los cuentos con que hacíamos dormir a los niños.
ResponderEliminarQue sigan dormidos.
La liteartura sólo me sirve cuando alguien me hace despertar a través de sus sueños.
Supongo que Josep Fàbregas se refería a "El tiempo entre costuras" y no a "Entre visillos", ¿o me equivoco? Esta última es una más que excelente novela de Carmen Martin Gaite, autora de muy buenas novelas. La primera es como un extensísimo capítulo de Amar en tiempos revueltos, según me han dicho.
ResponderEliminarPor otro lado, el del post, a mí me pasó lo mismo, Joselu, con la comida. Antes la devoraba con fruición, lo saboreaba todo y ningún sabor se me volvía extraño. Esperaba con ansiedad la hora de comprar, de cocinar y de degustar, y escogía los mejores ingredientes para los platos más sofisticados, y tocaba el cielo con cada variación gustativa, olfativa e incluso visual: ¡Ah, la entraña carmesí del higo! ¡Las celdillas colmeneras de la granada! ¡Hasta el escobajo de las peras me robaba la admiración! Pasados los años, sin embargo, todo se me ha ido volviendo insulso, previsible, y sólito. Cada vez como menos y es muy posible que, dados mi hastío y mi desazón, acabe por no llevarme nada a la boca, por más que sepa el irremediable final que me espera... Eso dices tu que te pasa con la Literatura, ¿no? Sí, ya no me atrae la comida. Y no sé si lo siento.
Jajaja, Joselu, es sabido que el buen samaritano era un lector compulsivo, así que reza porque si te caes pase por allí alguien como él.
ResponderEliminarYa en serio, tienes una capacidad como catalizador impresionante. Tanto es así que después de leer tu artículo me propongo firmemente dedicar mucho menos tiempo a internet del que, sin casi darme cuenta, estaba dedicando. Esta misma tarde he tenido quince minutos libres entre dos pequeñas tareas. Antes de tu artículo habría leído algo en GReader; pues bien, gracias a ti he dedicado los quince minutos a pulirme casi medio canto de una versión rítmica que estoy leyendo de La Odisea.
No hay como ver los efectos de los vicios en las cabezas de nuestros amigos para que nos salten las alarmas y nos prevengamos :))))
De veras, gracias por el toque de atención.
Un abrazo.
Me he sentido identificado totalmente con tu post. A mí me pasa lo mismo. Pero eso no quiere decir que la literatura haya muerto. Por lo menos no quiero creerlo. La literatura estará ahí. Nunca se puede obviar a un buen escritor. Su obra estará ahí. Y simepre habrá un lector que lo descubra. A lo mejor la literatura se reducirá a esta mínima expresión, pero no morirá.
ResponderEliminarLo de enseñar literatura en estos tiempos tecnológicos que corren me parece más difícil que enseñar Historia. Y es que a lo mejor la Literatura, como la Historia ya no tiene cabida en este mundo. ¡Qué horror! Me niego a creerlo.
Un abrazo.
No sé si podré aportar algo, después de tantísimo comentario de gente con tanto "coco". Creo que la literatura, nombrada así, como una globalidad, se ha mitificado en exceso. Los motivos son diversos y no me voy a enrollar ahora. Tal vez debería ser devuelta a su sitio, a ocupar su lugar entre las muchas creaciones humanas, como una más. Desde que nació como asignatura escolar, creo que se ha sobredimensionado su valor. Tiene un puesto que podría corresponder en nuestros días al cine, por ejemplo. Yo no he sentido la decepción o la frustración que algunos mencionáis, entre ellos nuestro común amigo Joselu (de veras o no). Nunca me he entusiasmado demasiado, esa es la verdad. Tampoco me ha extrañado nunca, por tanto, que a los alumnos tampoco les haya entusiasmado demasiado. He sido y soy un lector constante, pero discreto y muy selectivo, seguidor a rajatabla de mis gustos particulares. El último año que di clase (hace dos) les confesé a mis alumnos de la ESO: "Las obras que estudiamos no se os ocurra leerlas todavía, son para mayores; mejor dicho, para algunos mayores. Leed cuando tengáis gana y lo que verdaderamente penséis que os dirá algo". Y me quedé satisfecho. Alguien pensará que es una barbaridad, una herejía. Si me entero, más satisfecho me sentiré. La clase de literatura, tal como sigue planteada es una pérdida de tiempo (en el mejor de los casos). Amigo Joselu, ¡aúpa provocador!, jeje.
ResponderEliminarBueno, querido Joselu, siempre nos quedará la poesía...aún más minoritaria pero aún más hermosa.
ResponderEliminarEsa prohibición que dices ¿Nos ocurriría como en fahrenheit? ¿Nos tendríamos que aprender un libro?
Juan Poz:
ResponderEliminar¡Ostras qué fallo!
Tengoo todos los libros de Martin Gaite.
Me refería al folletón de "entre costuras".
Gracias
JL -- ¿Sabías que te iba a contestar esto, no? Tengo una media sonrisa dibujada en el rosto al leerte, porque no me convences. Creo que no te convences a ti mismo, pero te gusta jugar con ideas, y eso está bien, va con la esencia misma de la literatura. Un par de objeciones de mi parte. Primero, no acepto que la tecnología y la literatura sean antagónicas, porque sé que yo mismo estoy leyendo más por medio de la tecnología. Más bien te diría que quienes no hubieran leído estos textos de largo aliento antes no van a leer porque tengan nuevos aparatos. Leerán otras cosas, pero yo creo que hasta leerán más... El otro asunto es que equiparas el tema de la lectura literaria con ser o no ser un buen ser humano. No creo que sea tan fácil esa comparación. Cualquier cosa que nos exponga a otras perspectivas nos ayuda a salir de sí mismos y tener algo más de consideración hacia los demás, pero esas cualidades que nos hacen nobles no dependen de la lectura. La lectura es una forma de comunicación que en el caso de la literatura debe ser entretenida (sí, es entretenimiento, al fin). Pero leer El Quijote no te va a cambiar la vida, como tampoco lo hará oír una canción que te gusta. Yo soy escéptico de esa manera de presentar o vender la literatura. Eso es puro mercadeo. Entonces, cuidado, tal vez el rol de la literatura se exagera, pero eso no significa que no tenga su valor en este gran prisma de experiencias que es ser humanos. Y aún más, yo la colocaría (dentro de los límites de la moderación) en la lista de actividades que nos ayudan a entendernos y a tener vidas más llevaderas.
ResponderEliminarEl problema no reside en aquellos adultos a los que les cueste más o menos introducirse en una lectura profunda (abandono de los clásicos después de la adolescencia/juventud ha sido una constante durante años). El problema, en mi opinión, está en descubrir si los adolescentes de tuenti/whatsapp/desmotivaciones/youtube/cuantocabron... serán alguna vez capaces de(y tendrán interés en) leer libros, no ya de Dostoyevski o Shakespeare, sino simplemente con algo de enjundia. Es decir, de acercarse a nuestra cultura secular.
ResponderEliminarSi la literatura clásica desaparece de las aulas ¿en qué lugar la vamos a encontrar entonces? si vivimos rodeados de vulgaridad, si la mayoría de nuestros compañeros se dedican a leer historias mediocres, si nuestros propios colegas ( para fomentar el hábito lector, dicen ) obligan a leer a los alumnos historietas infumables ¿qué nos queda?¿esperamos que los alumnos tomen la determinación de acercarse ellos solitos a la literatura de calidad o somos nosotros, los profes de literatura, los que luchando contra los elementos, les ofrecemos esa posibilidad? Yo, desde luego, hace años que me he apuntado a la segunda opción y estoy convencida de que todavía queda esperanza, Joselu; doy clase en 3º y 4º de secundaria en un pequeño pueblo y al mayoría de mis alumnos aún disfrutan con las tretas del Lazarillo, se inquietan con los cuentos de Poe o Quiroga y se emocionan con los poemas de Neruda; hoy mismo, hemos acabado en 4º la lectura dialogada del Don Juan Tenorio con un éxito clamoroso y te puedo asegurar que ni mis alumnos son extraordinarios ni yo soy una “superprofesora” , lo único que hago es leer con ellos, algo tan simple como eso, porque la historia de la literatura se estudia leyendo las obras y porque estoy segura de que el día de mañana se acordarán de estos autores y puede que incluso a algún “incauto” le pique la curiosidad e incluso los lea.
ResponderEliminarPilar, gracias por tu comentario. Sin duda vivimos realidades diferentes. Tú das clase en un pequeño pueblo y quizás tengas un alumnado homogéneo. Yo vivo en la conurbación de Barcelona, a ritmo de vértigo, y con un alumnado mayoría de inmigración. Mis alumnos españoles (de bachillerato) se aburren con la literatura, detestan leer y la cultura. Llevo treinta años de profesor de literatura y mi sensación de desolación es completa. Los más pequeños de la ESO apenas entienden el castellano de modo que queda fuera de toda posibilidad leer con ellos El Lazarillo. Este año leemos, aunque no entienden nada, Platero y yo. Yo llevo los libros a clase y leemos en voz alta. Algo se puede hacer, pero soy consciente de que la literatura ha perdido (en la realidad que vivo) poder de convocatoria y de atractivo. Y lo digo con dolor pues ser profesor de literatura ha sido mi alma durante muchos años, pero me causa mucho dolor ver cuál es la realidad y he decidido, si puedo, no volverlo a ser (en bachillerato al menos). Pero entiendo lo que dices, claro que sí. Me encanta que hagas lo que haces. Hazlo tú que puedes.
ResponderEliminarUn abrazo.
En desacuerdo.
ResponderEliminarEstudios de internet demuestran que conforme pasan los años, disminuye el tiempo que pasa un visitante en una pagina web, apenas un vistazo y a correr, a navegar. Pero esto o la existencia de la tecnologia no es la causa del problema.
Aqui hay dos problemas: Porque los mayores perdemos el gusto por la lectura y porque los jovenes no estan interesados.
Los mayores, perdemos la curiosidad. Cada libro ha de leerse a una edad aproximada, segun lo avanzado que este cada cual, pero cuando has leido lo esencial, cuando los esquemas empiezan a repetirse, cuando ves por "donde van a a ir los tiros", cuando ya no te identificas con el protagonista... la literatura va dejando de llenarte y solo te queda el ensayo que es interesante, pero poco apasionante.
Los jovenes tienen otras dificultades: La primera, que tambien nos afecta a nosotros pero menos, es la sobreabundancia de estimulos, demasiados videos, peliculas, noticias, etc, un bombardeo absoluto ante lo cual el cerebro deja de reaccionar, igual que pasa con el mal olor si se permanece mucho tiempo en el, o con el olor a colonia en igual circunstancia. Este macrobombardeo empieza desde los dibujos animados, las series de animacion japonesas, los videos de ingles, etc y lo que hace es que produce el efecto de saturacion mucho mas pronto si antes te saturabas con 30 ahora lo haces con 12 y resulta que la ventana clave de lectura esta entre los 8 y los 18, con lo cual te quedas sin tiempo para leer, te haces mayor antes de haber podido vivir en los libros.
Para rematar la situacion la mayor parte de las clases de literatura que se dan se ajustan a programas de "historia de la literatura" como parte de la cultura general del sujeto, (el mal se reproduce en la universidad, recuerdo que me paso un compañero de linguistica el laberinto de la fortuna y lo termine pero casi acaba conmigo), pero no tenemos una asignatura que se llame lectura a secas.
Los profesores de literatura se emperran en que los niños conozcan y lean los libros de la lista por mas que sean autenticas aberraciones, como en mi caso paso con el ulyses.
No se tiene en cuenta la edad del niño, ni que niños y niñas no tienen lso mismos gustos ni a las mismas edades, ni que todos los niños o todas las niñas disfrutan con las mismas lecturas, ni que hay que aprovechar a tope esa ventan de 8 a 12 años para intentar que se coja el gusto de la lectura antes que la ventana se cierre, como pasa con los idiomas que si no se aprenden en los primeros años la ventana se cierra y ya cuesta horrores.
El profesor de literatura que con 9 años leyo a Sandokan, los cinco, y con 16 los miserables, en lugar de dar a leer a los niños la escena de los candelabros con Jean Valjean y el obispo, o el lance del primer combate de los tres mosqueteros y artagnan, pone sobre la mesa las castañas variadas que plantean los cenizos del ministerio con lo cual lo unico que logra las mas veces, en gente con nulo interes por nada, es sembrar no ya el cariño sino el odio hacia la palabra escrita.
Hoy lamentablemente los argumentos estan quemados, y un niño cuando va a leer los tres mosqueteros ya ha visto dartacan en la tele o en videos, o dibujos animados sonbre el tema y la tortuga dartagnan o sabe dios que, o ha visto aguila roja y todo le suena a deja vu, por eso hay que darse prisa, y tratar de llegar antes con una seleccin escogida que deje prendida la semilla.
parte 2 del mensaje
ResponderEliminarSi esta prende bien, luego, ante la absoluta inanidad general de lo que se escribe ahora (yo salvo ciencia ficcion practicamente no leo nada posterior a 1930), cuando el chaval se sature de informacion repetida y nada le haga mella, sera quiza el momento de intentar llegarle con cosas que no va a encontrar en internet y tienen mucha calidad, como ese lazarillo de tormes, un crimen y castigo, o una novela tremenda de Zola.
Tal como funciona esto ahora, el tema esta practicamente perdido y si algo anda es porque algun profesor extraordinario quiere tanto a sus alumnos, que estos se dejan enseñar un poco, porque es sabido que el unico profesor que teenseña es el que realmente te quiere.
Saludos.