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domingo, 14 de junio de 2015

Un niño dentro de una maleta


He leído en un titular de El Mundo esto: la vida y el arte tienden a parecerse. Lo dice la actriz francesa Juliette Binoche. Me he quedado pensando sobre esto. ¿Es cierto que el arte y la vida tienden a parecerse? Es conocido el aforismo de Oscar Wilde que expresa que la vida imita al arte más que el arte imita a la vida. Sin duda son dos apreciaciones distintas: la presuposición de que el arte imita a la vida viene de la mímesis aristotélica y es el fundamento de la concepción realista del arte. Es la que atrae a mis alumnos que quieren encontrar en los libros que leen, o en el arte que contemplan, la idea de copia de la realidad, de imitación de la misma. Sin embargo, con los parnasianos se propuso la idea de que el arte era diferente a la vida, y defendieron el arte por el arte, sin cotejo con la vida real y concreta. Los simbolistas añadieron la visión de que lo poético, las imágenes poéticas encubren una significación oculta que está detrás. Son símbolos de una realidad subyacente y misteriosa a que solo tienen acceso los iniciados, los buenos lectores. Los surrealistas en buena parte continuaron con la idea del arte como revelación de lo oculto, de lo subconsciente. Así los símbolos oníricos son expresión de algo más profundo, que existe en otra dimensión que es esencialmente poética, la de nuestra psique oculta, la que desconocemos incluso nosotros mismos.

Pienso en Adou O., un niño costamarfileño cuya imagen en el interior de una maleta ha dado la vuelta al mundo al ser revelada por el escáner fronterizo. Es la imagen que ilustra el post. ¿Por qué nos ha conmocionado tanto y por qué ha desatado tal seguimiento de la noticia si su caso es uno más como tantos y tantos que día a día se están produciendo y que no nos conmueven? La imagen de Adou O. en el interior de la maleta es semejante a la de un feto en el interior de la placenta, tanto en la forma en que está encogido –en posición fetal- como por el color de la imagen –un tono anaranjado combinado con las líneas verdes de objetos metálicos-. La situación posee una proyección simbolista: una maleta común, como millones de maletas, es mostrada en su interior, y revela la presencia de un niño. ¿No es como los símbolos? Una realidad oculta se expresa solo para los ojos de los iniciados, en este caso todos los que hemos asistido a la anagnórisis o reconocimiento del niño oculto. Aristóteles vinculaba este procedimiento, la anagnórisis, a la tragedia, y es en efecto que todos los que vemos a Adou O. percibimos lo trágico de la situación, su vinculación a la tragedia del continente negro que se nos manifiesta en esta imagen que nos golpea. Adou O. no solo es Adou O. Es un símbolo muy profundo que ha llegado a nosotros más que con la imagen de un niño que no es conocida y no nos conmociona, con la realidad oculta de algo que no queremos ver pero que esta vez nos ha golpeado: es la tragedia de África expresada en un duotono cromático y una imagen fetal. Adou O. está en el interior de un claustro metafórico, encerrado, constreñido. Palpitante. Está sumergido en líquido amniótico y parece alimentarse  por el cordón umbilical. Las leyes prohibían su presencia. Su entrada en el fabuloso mundo occidental estaba prohibida. Sin embargo, él retornó de nuevo a la placenta para poder nacer a este lado. Es ese el instante en que el escáner lo captó y nos ofreció la imagen de una ecografía tridimensional. Estaba a punto de nacer y fuimos testigos de ello. La realidad de ello conecta con el arte simbólico y probablemente no será extraño que algún artista plástico juegue con la imagen de Adou O. para expresar lo trágico de nuestra dimensión. La de un mundo que se hunde, que se transforma en feto para llegar a renacer a este lado. Rápidamente hemos concedido la entrada de Adou O. para reunirse con sus padres. ¿Por qué? ¿Vamos a permitir que todos los niños de África ahora vengan en maletas para nacer de nuevo en Europa? ¿Ha cambiado nuestra visión de que la inmigración descontrolada es un peligro para nuestra sociedad?


Para mí está claro que la realidad ha imitado al arte, y no el arte a la realidad. Me conforta que pueda existir en su dimensión autónoma. Tal vez pueda urdirse un relato más de género realista para expresar el drama del niño y su familia, pero me quedo con la dimensión trágica, simbólica, amniótica, de Adou O. Que volvió a la realidad del vientre materno para renacer en una Europa aparentemente rica y próspera. Ojalá que Adou O. tenga la oportunidad de crecer y educarse en el mundo de este lado. Por unos días su escáner nos ha evocado la terrible tragedia de África. Nos ha fascinado, nos ha golpeado, nos ha hecho sentir la idea de ser mejores de lo que somos. Tal vez necesitemos nosotros también retornar al origen para descubrir lo que en realidad representamos: un drama dentro de otros dramas colectivos más amplios. El mundo se anega en sangre, pero Adou. O. como Kirikú, venció a la bruja y llegó a este lado del mar. Que sea para bien. Al final la bruja no era tan mala y solo estaba poseída por la desconfianza, el miedo, el terror hacia el lado oscuro.

miércoles, 10 de junio de 2015

Vomitad sobre los viejos maestros


Soy profesor, he sido profesor durante muchos años, pero no me identifico con “ser un profesor”. Considero que es algo accidental, casuístico. Yo quería ser periodista como ya he explicado alguna vez, pero no pudo ser. Tengo este blog para dar salida a mi magma interno, a mis degluciones atípicas. He sido profesor y he visto pasar promociones y promociones de alumnos por el aula. Y no he sentido la más mínima emoción cuando dejaban el instituto, y no se ha apoderado de mí la melancolía, esa punta que nos puede invadir por su marcha a otros derroteros como la universidad. Soy de lo más insensible. Y si me los encuentro luego, no pretendo que  recuerden especialmente nada de lo que aprendieron conmigo. Si acaso, a ser ellos mismos. Y si alguno recuerda con especial reverencia lo que fueron las clases, apelo a Thomas Bernhard para recordarles que los maestros solo valen para ser asesinados, como el padre. Y añado para mí que esa devoción por los antiguos maestros si soy yo el recipiendario, me parece abominable. No quiero ser maestro de nadie.  Detesto esa función, así que esas efusiones sentimentales no van conmigo. Mi posición no será comprensible si no explico que lo que quiero es encontrarme con ellos en pie de igualdad, tanto como cuando soy profesor como después cuando me los encuentro por la calle. No pretendo tratar a mis alumnos como inmaduros e incompletos. No, si puedo quiero establecer un diálogo fructífero en el que no estoy arriba, salvo porque tengo algunos datos más. Pocos más. O muchos más. Da igual. Quiero alumnos que tengan su propia visión de las cosas y que me recuerden especialmente como uno más, críticamente, desapasionadamente, con desapego. El único apego que aprecio es el que se tiene uno a sí mismo y aun este es cuestionable.

¿Mis clases? Aciertos y fracasos. Grandes descubrimientos y errores a mansalva. Es como una escritura inarmónica, en la que existe un qué pero falla el cómo en multitud de ocasiones. Borrones, a veces apoteosis y otras simas. No tengo una caligrafía bien formada. Me gusta esa disarmonía, ese íntimo desasirse de lo habitual, ese buscar lo imposible en lo dado. Nunca caminos trillados y seguros. Siempre acciones en descampado, sin protección, bajo el sol o la luna grande. Eso supone grandes posibilidades de equivocarse al elegir el camino que lleva a la colina. Con esa búsqueda me gustaría que se quedaran los chavales a que he dado clase. Han de conquistar su colina, cada uno la suya, y enviar al capitán que fue un día su profesor al pozo de las cosas inservibles para encontrarse con él como un amigo, sin melancolía del pasado fuera el que fuera. Y si alguno lo recuerda está el vómito. ¡Vomiten sobre los profesores del pasado! Ese vómito será la mejor prueba de que se está en camino correcto. El vómito es proteico, vitamínico, fertilizante. Lo realmente estéril es la admiración, el más banal de los sentimientos. Les aconsejo no admirar a nadie. La admiración es peligrosa porque supone comparar tu vida con otra, y eso es abyecto. Sé que con esto algunos disentiréis y hablaréis de la admiración sana, el reconocimiento de lo que otros han hecho. Puede que algunos hombres sean especialmente interesantes, dejémoslo allí. Pero ese colocarlos en un pedestal no es lo mío. La inteligencia es azarosa. Se tiene o no se tiene. El CI es inmotivado. Y la capacidad para el esfuerzo probablemente sea totalmente genética. Si unimos inteligencia y tenacidad, tendremos siempre frutos interesantes. Y el ser un genio es algo que es un don que algunos tienen porque sí, no porque lo hayan merecido. Ya me hubiera gustado ser un Shakespeare o Thomas Bernhard para vomitar a gusto con mi escritura. Claro que los valoro. Sería necio no considerarlos como muy valiosos. Pero si alguna vez hablara con ellos me gustaría hacerlo en plenitud de mi valor, de mi pequeña o gran aventura. Cada uno tiene su aventura. Cada uno tiene su colina que conquistar. Homero, si es que existiótuvo la suya y yo tengo la mía. Y esos seres que son o fueron mis alumnos tienen la suya. Quiero que me cuenten cómo es ese viaje por el río en la oscuridad, esa tensión creativa que es su formación como héroes. Porque creo o quiero creer que todo ser humano es un héroe en potencia. Solo tiene que descubrirlo.

Vomiten sobre los viejos maestros, no se dejen apoderar por la reverencia debida, por el agradecimiento que sienten por lo que les enseñaron. Todo lo llevaban ya dentro. Aquellos maestros tal vez hicieron algo bien que es mostrar el camino hacia la introspección. Así concibo mi labor. Como explosiva, como brutal, como de viejo anarquista al que le gusta todavía poner bombas aunque sea un funcionario burgués que no hace nada especial salvo escribir sobre lo que siente o piensa. Y es que la colina que hay que conquistar está dentro, no fuera. Si conquistamos la colina interior, el paisaje exterior es casi indiferente.

Ayer acabé mi crédito de cine en tercero de ESO. Un muchacho vino y me dio la mano y me dijo que había sido un placer asistir al mismo. Me gustó ese darme la mano en pie de igualdad. No es habitual. Claro que me gusta que recuerde ese ciclo de películas que han visto. Yo apenas he hablado para nada. Pero su mirada se ha posado en obras señeras del cine. Yo he sido un catalizador para educar su mirada. Nada me debe. Pero nos hemos encontrado a gusto. En ese dar la mano hay todo un símbolo que me atrae.



jueves, 4 de junio de 2015

La penúltima clase y el profesor Tornasol


Creo que es Ramón Besonías en FB quien se interesaba por qué hacíamos en las clases últimas del curso, en este tiempo de calor inmisericorde, encerrados en un aula con hormonas primaverales preveraniegas en ebullición. Treinta chavales son un mundo. Desconcertantes, nada obsecuentes con el profesor, rebeldes, inquietos, agitados por la última hora de la mañana entre 13.30 y 14.30 en vísperas de final de curso. Un polvorín en ebullición. Me he preguntado si hacía con ellos algo lúdico, algo recreativo, algo divertido para encarar con cierta comodidad esta hora que es la penúltima antes de los créditos de síntesis que empiezan la semana que viene. ¿Algo divertido? Quia. Algo sádico, algo que les haga pensar, algo que les obligue a estar atentos a lo que están haciendo. El clima de la clase se encaminaba hacia la dispersión y el conflicto.Y lo entiendo. ¿Quién querría a los trece años estar haciendo una clase de lengua en un ambiente veraniego? ¿Acaso la vida no pasa por al lado mientras nosotros estamos encerrados en un aula con ventanas pequeñas por que apenas pasa el aire. Zas. Ya está, tras la lectura de diez minutos obligatoria a última hora en que han estado intranquilos, pendientes de lo que hacían los demás, dedicándose los insultos más abyectos, leyendo muy pocos, salvo una niña que devora libros de Ana Todd, After. Les he mandado conectar su ordenador y entrar en EDMODO, la plataforma que utilizamos para todo tipo de exámenes y ejercicios y a la que se han aficionado...

EDMODO y  tira millas. Clasificación de oraciones por la modalidad o lo que es lo mismo que la actitud del hablante. Ya saben: enunciativas, interrogativas, exhortativas... Y luego clasificación por la estructura del predicado: atributivas, predicativas, transitivas, impersonales, recíprocas... Sé de antemano que esto no resulta políticamente correcto, pero era el complemento al último tema de lengua que hemos hecho sobre la oración en segundo de ESO. En EDMODO acceden a los ejercicios interactivos geniales de jgenover que son una maravilla, realizados en una excedencia de un año. El mejor corpus de lengua que existe en España. Son ejercicios prácticos, sencillos, pero que implican conocimiento. Pueden acudir a la ayuda pero de todas maneras han de hacerlos y copiarlos. La clase se ha amansado y ha habido treinta y cinco minutos de bastante trabajo sin un silencio absoluto eso está claro. Hablan unos con otros, pero yo entendía que era una liberación necesaria. Y así hemos ocupado la última hora de la mañana. Otras veces somos más creativos, pero no necesariamente las clases creativas son las óptimas. De hecho, les gusta y les relaja la disciplina y el método más que la creatividad. No son muy creativos. Hay pocos chavales creativos, es algo prematuro todavía. Espero mucho de sus lecturas voluntarias que es donde se proyecta su mundo interior, y me da igual que sean novelas góticas o románticas. Yo leía a Marcial Lafuente Estefanía, el autor de novelas del oeste más prolífico de la historia española. Pasé excepcionales ratos con él a su edad, y eso no impidió que leyera luego a Shakespeare o Beckett. Nadie saber por dónde continúan las inquietudes existenciales. Por la literatura será difícil pues la enseñanza de la literatura desaparece al menos en Cataluña con la LOMCE. Una clase de literatura requiere de una cierta madurez. Ahora a los trece años necesitan disciplina y método: sistematismo y que vean que sus ejercicios son considerados y tenidos seriamente en cuenta. Así en mi evaluación que realizo a través del Cuaderno del profesor y la aplicación IDOCEO que es genial (solo para iPad) tengo en cuenta absolutamente todo lo que han hecho en el trimestre.  Siete u ocho exámenes todos on line tipo test preparados por mí para los que han de sacar un ochenta por ciento de aciertos para aprobar. Redacciones, ejercicios de comprensión lectora, elaboración de textos dramáticos, creaciones dirigidas con palabras nucleares, dictados preparados, el trabajo del aula es fundamental. Hacemos bastantes ejercicios léxicos. Apenas les pongo deberes porque sé que la mayoría no los van a hacer. Lectura de libros al margen de lo que marca el departamento: así han leído El guardián entre el centeno y Matilda además de los libros marcados oficialmente. Hacemos continuamente resúmenes y esquemas de temas que les sirven como formación...

Quiero cualquier cosa menos ese comentario que se hace respecto a algunas asignaturas que es que no hemos hecho nada durante el curso. Han trabajado la mayoría bastante y la nota reflejará, hasta las centésimas, la aplicación y rendimiento de ese esfuerzo sostenido durante el trimestre. No, no quiero una materia divertida. No soy divertido. No sacaría un diez en sentido del humor, pero creo que ellos aprecian que les haya llevado dos veces a ver exposiciones fotográficas en Barcelona y que les haya hecho dos reportajes fotográficos de ellos al que les pongo música que ellos eligen y les proyecto en un vídeo montado en imovie.

Huyo de planteamientos ligeros. Quiero que tengan dificultades y que no se apunten al carro de lo divertido como único criterio. Trabajar en serio es divertido. Ciertamente les relaja y aprenden, creo. Estimo que escriben mejor que cuando llegaron a principio de curso. Me gustaría hacer debates pero es imposible con ellos. Hay demasiados conflictos entre ellos para poder controlarlos.


Y sí, tengo que pegar de vez en cuando dos gritos para calmarlos. No soy un profesor ideal. Los tiene que haber más amenos eso es cierto. Que impongan más a los alumnos y no se canteen cuando entra el profesor. No es mi caso. En mi clase hay espontaneidad, algo más de lo que me gustaría. Pero tener pinta de profesor Tornasol no ayuda. Soy un anarquista que ha tenido que adaptarse y entender los ritmos de estos chavales que no requieren de planteamientos bobos. Así que hoy a analizar oraciones. El próximo martes que tengo clase con ellos será peor. Se lo juro. Por estas. El profe sádico que soy me sale a flote, qué caramba. Ya la parte lúdica la ponen ellos. No es necesario que la ponga yo.

lunes, 25 de mayo de 2015

Nos estamos convirtiendo en gilipollas?


En el espacio de una generación se ha modificado por completo nuestra forma de leer desde la irrupción de internet y los nuevos dispotivos de lectura. Leemos más que nunca pero de modo fragmentario y discontinuo, en zig zag, lo que se traduce en una lectura mucho más superficial, menos capaz de enfrentarse a la complejidad de las ideas.

Nicholas Carr en su libro de referencia ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? planteaba el proceso de adaptación del cerebro a las nuevas circunstancias advenidas por el uso masivo de la tecnología y yo añado nuestro estado de permanente conexión a internet por medio de los móviles de última generación. No hay que ser un observador muy sagaz para darse cuenta de la modificación del modo de estar en el mundo por parte de la gente que vive ahora en su mayor parte conectada y atenta a su móvil donde recibe mensajes continuamente, wassaps y demás, en forma de fragmentos a los que ha de estar pendiente por si se pierde algo que requiera una respuesta inmediata.

En mis años de docencia he constatado la transformación profunda de mis alumnos y de la sociedad que los rodea. Su capacidad de atención es infinitamente menor si no es hacia tareas rutinarias que no exijan una concentración consciente y profunda. El nivel de abstracción se ha perdido en buena medida. Todo ha de ser simplificado y esquematizado para que se pueda asimilar. La capacidad de atención a pensamientos largos y algo más complejos es algo que ya no es de este tiempo. Y esto de igual manera sucede con los textos de lectura que se abordan buscando ideas elementales, poco matizadas y superficiales porque se parte de una atención muy fragmentaria sobre la que se está dando saltos de un lado a otro. Así se es incapaz de analizar información compleja debido a la distracción y a la dispersión que nos caracteriza. Lo noto yo que he nacido en una era analógica y que he leído mucho antes del advenimiento de la era digital. ¿Qué va a ser para ellos que han vivido ya desde siempre con internet, google, los teléfonos inteligentes, las tabletas...? 

Otra de las consecuencias de este estado de cosas es la necesidad de que todo lo que se lea o se escuche sea necesariamente divertido y que sea hábil para captar una atención totalmente discontinua. Algo que sea denso o complicado a la primera lectura aleja por completo a los potenciales lectores.

Nuestro cerebro se caracteriza por la plasticidad y se adapta a las nuevas realidades y usos intelectuales que frecuentamos. Es muy posible que las consecuencias de todo esto es que nos estamos entonteciendo a velocidad creciente. Superficiales, inmaduros y pueriles, incapaces de concentrarnos para procesar cuestiones complejas, anhelantes de diversión y placeres inmediatos que recompensen, simples y fragmentarios. En resumidas cuentas, el futuro ha llegado y estamos en él. Gilipollas perdidos cuando el mundo requiere de planteamientos y soluciones extraordinariamente complejos.


¡¡¡¡Perdón que he recibido un wassap!!!!

jueves, 21 de mayo de 2015

Estimado Joselu



(He recibido un comentario de unos muchachos que me han hecho algunas preguntas. Este post consiste en dichas preguntas y mis respuestas). 

Estimado Joselu:

Somos un grupo de alumnos de Sociología de 2º de Bachiller, en ocasiones hemos leído con agrado tu blog. Esta publicación en particular nos ha llamado la atención. La soledad del auténtico pensador.

¿Haces tuyo ese retrato: las ensoñaciones del paseante solitario?

Sí, en bastante buena medida. Me gusta la idea de ensoñaciones de paseante solitario. No soy una persona de pensamiento ni ideales colectivistas. Tiendo al escepticismo. Me amedrentan las multitudes deportivas o las manifestaciones de cualquier tipo en que se reúne la gente para gritar o defender algo. Las entiendo y está bien que existan, pero yo no estaré en ellas. No las desdeño tampoco, pero mi lugar no está allí. Me atrae la figura del farero, solo frente al mar y el cielo, la del paseante por la playa en soledad, la del caminante solitario.

A Álvaro le parece exagerado igualar marxismo y dictadura, aparte algunas cosas le parece que están poco matizadas, poco reflexionadas.

El marxismo en su libro capital “El manifiesto comunista” (1848)  expone la teoría de la dictadura del proletariado. Y al menos en el partido en que yo estaba  (MCE), de corte estalinista, era un principio necesario dicha dictadura. La democracia siempre se consideraba burguesa y como un paso para la auténtica revolución. El marxismo en su estado inicial era la teoría para la toma del poder por una clase revolucionaria que lo ejercería por un único partido, el de los trabajadores, el Partido Comunista. Otra cosa es que luego el marxismo haya  orientado a partidos democráticos socialdemócratas como el PSOE y demás. Pero hace más de treinta años que el PSOE renunció al marxismo.

Y puesto que has dado tu opinión sobre Podemos, le gustaría que hicieses lo mismo respecto a Ciudadanos.

Creo que es diferente contemplar a Ciudadanos desde Cataluña a contemplarlo desde el resto de España. Aquí en Cataluña surgió como forma de dar salida a un potencial totalmente ignorado que es la población que no se siente nacionalista o independentista en medio de un tinglado controlado totalmente por los nacionalistas. Una televisión pública abiertamente sectaria, todas las organizaciones sociales y políticas subvencionadas por el poder apoyando una voluntad secesionista y alentando siempre que España es el enemigo y que todo lo malo es culpa de Madrid, sin ser capaz de considerar las propias carencias. Ciudadanos surgió de la gente que no se sentía representada por ningún partido y que no se sentía de derechas. En efecto todos los partidos catalanes comparten ese ADN nacionalista o son dubitativos como el PSC que se ha quedado en terreno de nadie por no atreverse a manifestarse como un partido de izquierda contrario al nacionalismo que desprecia a las regiones menos desarrolladas. Ciudadanos surgió en un momento de enorme ilusión y yo estuve en los inicios de esta plataforma, luego me alejé pero en Cataluña no tenemos muchas opciones si queremos plantar cara al nacionalismo identitario. En el resto de España yo no sé si votaría a Ciudadanos. Las contradicciones son otras.

Belén se pregunta qué te ha llevado a plantearte este artículo, añade además que te limitas a plantear problemas sin proponer ningún tipo de alternativa.

Este post supone un intento de explicarme, cómo funciona mi modo de pensar, de acercarme a la realidad. Lo hago desde vértices distintos. No tengo un pensamiento cerrado, monolítico. Creo que puedo comprender casi cualquier posición, incluso las más lejanas a las mías. Yo diría que es un pensamiento cuántico en que los contrarios pueden ser simultáneamente ciertos. Es un azar que yo esté en un lado y no en otro. Depende de tantas circunstancias inexplicables... En cuanto a no proponer alternativas, es un modo de plantear el blog. Pretendo dejar las entradas lo más abiertas posibles para que puedan ser enfocadas desde ángulos distintos. No pretendo hacer un mitin sino promover un diálogo inteligente a todos los que quieran participar. Responder a los comentarios me lleva tiempo y ese tiempo supone que he de pensar nuevamente. Eso me gusta. Me mantiene ágil mentalmente. No quiero crear doctrina o defender algo inamovible. No. De ninguna manera. Quiero pensar conjuntamente. Reflexivamente.


Elena piensa que todos tus posts rezuman melancolía, un monólogo interior al modo de terapia. Esto lo atribuye Ximo -el profesor- a que quizás te estás haciendo mayor, no como él que nació viejo.

Soy de naturaleza melancólica, abundan en mí los momentos de tristeza. Supongo que eso se proyecta sobre el blog. Y sí, son un monólogo interior que es terapéutico. Quería ser periodista y no pude serlo por diversas circunstancias. El blog me permite hacer lo que quise hacer desde que tenía once o doce años. Escribir sobre lo que pasa por mi mente. Me gusta pensar las cosas, mi vida, la realidad. El hecho de ser melancólico no quiere decir que tenga una percepción negativa de mi vida ni que sea infeliz. En cierta manera soy muy feliz, pero tengo un carácter así, tendente a estados azules. No es mejor ni peor. Supongo que es una combinación genética, química y de la propia historia personal.

Por otro lado, puede haber melancolía porque en la parte ascendente de mi vida yo era de naturaleza soñadora, creía con Cortázar en el poder de la imaginación. Esperaba que la realidad no iba a ser tan pedestre, tan antiimaginativa como lo ha sido. El mundo no ha sido como lo imaginé. Han ganado los famas y los cronopios se han hecho funcionarios o nacionalistas. Hubo un grupo que compuso una canción cuyo título era Malos tiempos para la lírica. Pues eso. Como dicen “es lo que hay”. Nada que añadir.


Ángela coincide con tu opinión. Ángela se pregunta cómo se tomaban tus alumnos esas actividades entonces y qué actitud tienen los actuales: ¿observas diferencias?

Claro que hay diferencias. Enormes. Antes yo hablaba un lenguaje que llegaba a los jóvenes de aquel tiempo (hace veinte o veinticinco años, tal vez quince) y luego advertí con gran impotencia y pesar que ya no lograba conectar con las nuevas generaciones. Supongo que el papel de uno va pasando. En un momento estás en la cresta de la ola y en otro te has quedado desfasado. Ahora no pretendo ya ser ningún referente. No lo necesitan y yo no podría serlo. Todo ha cambiado. Mi cosmovisión solo se expresa en el blog. Me temo que soy demasiado intelectivo para estos muchachos que necesitan cosas más cercanas. En todo caso, el papel de un profesor es como trazar círculos en la arena de la playa.  Llega la ola y se lo lleva. Así es la vida. No aspiro a perdurar de ninguna manera. Supongo que me he hecho conservador. También he sido padre y eso cambia mucho la perspectiva. Hoy hablaba con mi hija de quince años y le decía que la política es importante, que yo siempre la he tenido en mente. Pero la política en Cataluña para las inquietudes de los jóvenes es de signo independentista y este ha asumido el monopolio de la rebelión generacional.

Un saludo.

De Segundo Bachiller B. Sociología.


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