Hace cinco años que murió Mario Benedetti, concretamente el 17 de mayo de 2009. Junto a Ángel González, que había fallecido poco
antes, desaparecía un poeta de la comunicación cuyos poemas se habían esparcido
por el mundo llegando al corazón de miles y miles de lectores u oyentes de su
poesía. Inicié un homenaje digital en Nirewiki,
alojador de wikis, en que participaron muchos amantes de su poesía. Fue un
gesto hermoso que proyectó sus palabras por medio de lectura pública de sus
poemas en el espacio de la blogosfera. Recuerdo con afecto a los que
contribuyeron con entusiasmo a dimensionar su poesía en aquel encuentro
espontáneo.
Para mí la figura de Benedetti es especialmente entrañable
porque en mis inicios como actor aficionado hacia 1987 tuve la ocasión de
representar su obra Pedro y el Capitán
durante un invierno y una primavera en una sala teatral de Barcelona. Yo
representaba al capitán. Dicha obra no tuvo una gran difusión en el teatro de
la Riereta pero llegó a unos cuantos centenares de espectadores que tuvieron
ocasión de verla. Asimismo la llevamos con gran éxito a institutos de enseñanza
media y de formación profesional, además de una representación en la cárcel Modelo de Barcelona un 23 de septiembre de 1987.
De una forma u otra mi relación con Benedetti ha sido extrañamente fecunda y decisiva en diversos
momentos de mi vida. No quiero perder la ocasión de volver a su poesía esta vez
como profesor en mi instituto. Tras la semana santa llevaré adelante en los
cursos de primero de ESO un proyecto muy intenso sobre su obra que culminará en
un vídeo de mis alumnos recitando sus haikus, añadido a la semana de su aniversario en que llenaremos el
instituto de poemas suyos. Con seguridad los haikus que escribió Benedetti no lo eran propiamente aunque
en la forma respetaran la estructura versal de la composición japonesa. Él tomó
el formato del haiku (tres versos sin rima de cinco, siete y cinco sílabas)
para contener pequeños poemas impregnados de vida y calor humano.
Ha habido una reacción muy positiva por parte de los
muchachos de primero de ESO y se puede decir que se han apuntado para
participar en el homenaje más de un setenta de los chicos y chicas de dichos
cursos. La recitación del poema No te
rindas ha sido decisiva para atraerlos a su lado y para que comprendieran
la temperatura cordial y la belleza de su poesía que en seguida les ha llegado
al corazón igual que les inspiró Gloria
Fuertes hace un par de meses.
Estoy muy ilusionado en poder impulsar este proyecto que
cuenta con la simpatía de muchos profesores que están empezando a escribir
haikus, un tipo de composición que era desconocida para muchos de ellos.
Paralelamente realizaré con los alumnos talleres de haikus para que puedan
escribir sus poemas que publicaremos en un blog que habremos de crear.
He propuesto a algún alumno la lectura de La noche de los feos, un relato
magistral de Benedetti, que espero
también dramatizar si mi propuesta es aceptada. Y espero que una alumna que
recita muy bien pueda decir su maravilloso No te rindas.
Estoy muy contento. La poesía, como decía Gloria Fuertes, une. Hace cinco años
varias decenas de entusiastas de los versos del poeta uruguayo nos unimos para
hacer un homenaje que nos desbordó emocionalmente. Espero que también este año
con estos muchachitos de doce años, la poesía conmueva y arrastre sus jóvenes
espíritus para intentar ser mejores en todos los sentidos, porque al final,
tras leer o escuchar a Benedetti,
uno se queda con eso: con la entraña humana que vertebra su literatura, esa
aspiración a la belleza, la justicia y la humanidad. Y es que Benedetti
además de ser un buen poeta nos lleva a buscar un mundo más justo y a
comprometernos en ello. Siempre que he tenido a Benedetti en mi mundo me he visto sumido en pensamientos complejos,
en juicios internos sobre mi persona. Aquel capitán que interpretaba en el
teatro de la Riereta, un torturador que
no se quería manchar las manos, produjo una honda conmoción en mí, y sus
palabras resuenan todavía impeliéndome a no dejarme derrotar por la resignación,
el miedo, la capitulación de los ideales o esas miserias que nos acompañan a los
seres humanos y nos conducen a la aceptación de nuestro lado más gris y
tenebroso. No sé por qué hay palabras que resuenan con fuerza en nosotros a
pesar del tiempo pasado. Así son las palabras de Benedetti, expresión de fuerza, de luz, de aspiración a la libertad
y al coraje humano.