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viernes, 11 de abril de 2014

No te rindas (A Mario Benedetti).



Hace cinco años que murió Mario Benedetti, concretamente el 17 de mayo de 2009. Junto a Ángel González, que había fallecido poco antes, desaparecía un poeta de la comunicación cuyos poemas se habían esparcido por el mundo llegando al corazón de miles y miles de lectores u oyentes de su poesía. Inicié un homenaje digital en Nirewiki, alojador de wikis, en que participaron muchos amantes de su poesía. Fue un gesto hermoso que proyectó sus palabras por medio de lectura pública de sus poemas en el espacio de la blogosfera. Recuerdo con afecto a los que contribuyeron con entusiasmo a dimensionar su poesía en aquel encuentro espontáneo.

Para mí la figura de Benedetti es especialmente entrañable porque en mis inicios como actor aficionado hacia 1987 tuve la ocasión de representar su obra Pedro y el Capitán durante un invierno y una primavera en una sala teatral de Barcelona. Yo representaba al capitán. Dicha obra no tuvo una gran difusión en el teatro de la Riereta pero llegó a unos cuantos centenares de espectadores que tuvieron ocasión de verla. Asimismo la llevamos con gran éxito a institutos de enseñanza media y de formación profesional, además de una representación en la cárcel Modelo de Barcelona un 23 de septiembre de 1987.

De una forma u otra mi relación con Benedetti ha sido extrañamente fecunda y decisiva en diversos momentos de mi vida. No quiero perder la ocasión de volver a su poesía esta vez como profesor en mi instituto. Tras la semana santa llevaré adelante en los cursos de primero de ESO un proyecto muy intenso sobre su obra que culminará en un vídeo de mis alumnos recitando sus haikus, añadido a la semana de su aniversario en que llenaremos el instituto de poemas suyos. Con seguridad los haikus que escribió Benedetti no lo eran propiamente aunque en la forma respetaran la estructura versal de la composición japonesa. Él tomó el formato del haiku (tres versos sin rima de cinco, siete y cinco sílabas) para contener pequeños poemas impregnados de vida y calor humano.

Ha habido una reacción muy positiva por parte de los muchachos de primero de ESO y se puede decir que se han apuntado para participar en el homenaje más de un setenta de los chicos y chicas de dichos cursos. La recitación del poema No te rindas ha sido decisiva para atraerlos a su lado y para que comprendieran la temperatura cordial y la belleza de su poesía que en seguida les ha llegado al corazón igual que les inspiró Gloria Fuertes hace un par de meses.

Estoy muy ilusionado en poder impulsar este proyecto que cuenta con la simpatía de muchos profesores que están empezando a escribir haikus, un tipo de composición que era desconocida para muchos de ellos. Paralelamente realizaré con los alumnos talleres de haikus para que puedan escribir sus poemas que publicaremos en un blog que habremos de crear.

He propuesto a algún alumno la lectura de La noche de los feos, un relato magistral de Benedetti, que espero también dramatizar si mi propuesta es aceptada. Y espero que una alumna que recita muy bien pueda decir su maravilloso No te rindas.


Estoy muy contento. La poesía, como decía Gloria Fuertes, une. Hace cinco años varias decenas de entusiastas de los versos del poeta uruguayo nos unimos para hacer un homenaje que nos desbordó emocionalmente. Espero que también este año con estos muchachitos de doce años, la poesía conmueva y arrastre sus jóvenes espíritus para intentar ser mejores en todos los sentidos, porque al final, tras leer o escuchar a Benedetti, uno se queda con eso: con la entraña humana que vertebra su literatura, esa aspiración a la belleza, la justicia y la humanidad. Y  es que Benedetti además de ser un buen poeta nos lleva a buscar un mundo más justo y a comprometernos en ello. Siempre que he tenido a Benedetti en mi mundo me he visto sumido en pensamientos complejos, en juicios internos sobre mi persona. Aquel capitán que interpretaba en el teatro de la Riereta, un torturador que no se quería manchar las manos, produjo una honda conmoción en mí, y sus palabras resuenan todavía impeliéndome a no dejarme derrotar por la resignación, el miedo, la capitulación de los ideales o esas miserias que nos acompañan a los seres humanos y nos conducen a la aceptación de nuestro lado más gris y tenebroso. No sé por qué hay palabras que resuenan con fuerza en nosotros a pesar del tiempo pasado. Así son las palabras de Benedetti, expresión de fuerza, de luz, de aspiración a la libertad y al coraje humano.

jueves, 3 de abril de 2014

La determinación



Hace unos días que he descubierto TED, una serie de conferencias extraordinarias en el ámbito norteamericano que llevan por subítulo Ideas worth spreading. Hay bastantes dedicadas a educación que voy rastreando y eligiendo entre las más interesantes. Hay varias que me han hecho vibrar por la fuerza de las conferenciantes. Una de ellas es la de Rita Pierson: Every kid needs a champion que recomiendo vivamente. Son siete minutos inolvidables. Otra es de Angela Lee Duckworth sobre la Clave del éxito en la vida, en los estudios, en la realidad. Dejo enlace a la conferencia aquí. Lo que viene a decir Angela Lee es que ha impartido clases en diversos niveles y que ha estudiado a los alumnos desde la infancia, la primaria, la secundaria hasta llegar a la universidad y se ha preguntado cuál es la clave del éxito en los estudios o la vida. Luego hablaré de ello.

Antes quiero contar mi experiencia de un día cualquiera como profesor y como tutor. Hoy he tenido dos visiones contrapuestas. Una entrevista con unos padres que venían enormemente preocupados por su hijo que suspendía muchas materias y obtenía uno de los peores resultados de la clase. Ellos hacían todo por él dentro de su modestia. Ambos eran titulados universitarios e inmigrantes. El hijo es un buen chaval. Le hemos hecho venir y le hemos preguntado por qué esos resultados que para mí eran claramente resultado de su falta absoluta de trabajo. Se lo he hecho saber. El muchacho ha caído en un mutismo casi absoluto. No ha reaccionado. No sé cómo vivía la escena pero podía ser muy intensa al ser interrogado por tres adultos por su rendimiento. La pasividad era total, parecía resignación, apatía, abulia, desistimiento. No hemos podido sacarle de allí. Se pasa las tardes perdiendo el tiempo y sin hacer nada de provecho. Tiene todo el tiempo del mundo pero no lo aprovecha. Los padres, que han tenido que luchar mucho para sobrevivir, se preguntaban qué habían hecho mal. Y se han ido desolados, casi al borde del llanto. El muchacho es normal, no se pueden achacar sus resultados a su limitación intelectual.

El otro caso es el de un muchacho que saca excelentes notas, que no se rinde jamás, que lucha y lucha por su destino, que se interesa por las cosas, que busca conversación con el profesor, que acepta los retos y se enfrenta a los desafíos con entusiasmo. Me ha manifestado a sus doce años cuál es su vocación de futuro. Hemos estado conversando y le he manifestado mi convencimiento de que lo conseguirá por más difícil que sea su realidad. Me ha preguntado si me gustaba enseñar. Yo le he dicho que a veces sí y a  veces no. Hay momentos desagradables y duros que uno quisiera poder evitar, pero en otros momentos la pasión me devora.

¿Qué diferencia hay entre un chaval y otro? ¿Su inteligencia? No. No sé cuál es más inteligente. No lo puedo distinguir porque el patrón de comparación es incierto y uno no revela su real potencial. El otro sí. No depende tampoco de sus circunstancias vitales y familiares. El muchacho pasivo tenía una familia integrada que le daba todo lo que en sus posibilidades podía. Eran universitarios. El muchacho que tiene tan clara su vocación puede tener unas circunstancias infinitamente más difíciles. Pero se enfrentan a la vida de modo diferente, notoriamente diferente.

Angela Lee Duckworth viene a decir que tras largos años de investigación y observación de miles de alumnos de todos los niveles lo que explica el éxito o fracaso en la vida o en la profesión es un factor llamado determinación que es algo así como la convicción de alguien para alcanzar un objetivo y la puesta en funcionamiento de todos los resortes emocionales, intelectuales y humanos para conseguirlo. Eso sería la determinación. No sé de dónde proviene esa claridad de ideas pero algunos alumnos la tienen y otros no. Unos parecen resignados al fracaso y se rinden sin plantear batalla. Parecen nacer derrotados, como si la vida no fuera con ellos. Muchos días me paso la hora del examen animando a alumnos para que no tiren la toalla ante el convencimiento de que da todo igual porque van a suspender. Esta desoladora idea tiene efectos devastadores porque lleva a la impotencia y a la inacción. Mis pruebas son desafíos en las que tienen que poner en juego todo su potencial. Para mi sorpresa muchos se rinden en un no lo entiendo y no pasan de allí. Se resignan por mucho que el profesor les de claves para entender y les facilite el proceso. Es como si todo fuera igual. ¿Qué pasa por su cabeza? ¿Es una renuncia al esfuerzo real que conllevaría creer en ellos mismos? ¿Es pasividad? ¿Es falta de determinación, es decir, intuir que esa pieza que están poniendo ese día conduce de alguna manera al futuro? ¿Es un no future por desistimiento o pesimismo? ¿Es comodidad, apoltronamiento, galbana adolescente que algún día se les pasará?

Todo esto me asombra. Abunda poderosamente el joven que se entrega, que desiste, que no ve conexión entre el día a día con su destino. Y no es un asunto de inteligencia ni de circunstancias vitales difíciles o no, no depende de la prosperidad ni de la pobreza, ni del ambiente, ni creo que tampoco de su estancia en el claustro materno. Para mí es un misterio lo que lleva a algunos seres a tener determinación y a otros no. Y eso se observa desde muy temprana edad. He conocido a muchachos enormemente limitados que han concluido la ESO con enorme esfuerzo, que han hecho dos ciclos formativos y que ahora están trabajando a pesar de la crisis aunque no sea de lo que hayan estudiado. Me admiro de su situación cuando recuerdo sus terribles dificultades intelectuales que les llevaba a memorizar sin entender, pero su esfuerzo era titánico. Su contexto familiar no podía ser más humilde, pero están saliendo adelante.


Eso es la determinación.

jueves, 27 de marzo de 2014

"Vampiro" de Richard Matheson.



Me he metido en un buen lío, amigos. He planteado a mis alumnos de primero de ESO un ejercicio de Comprensión Lectora de un texto de Richard Matheson titulado Vampiro. Es un relato corto en que no hay desarrollo sintáctico sino palabras (sustantivos, infinitivos, adjetivos) que no forman un continuum narrativo tradicional pero sí de ideas que van creando una secuencia que para mí está clara. Sin embargo, a los dos cursos en que he planteado el ejercicio con preguntas de CLectora, el texto les ha parecido totalmente incomprensible. Les he dado algunas pistas, pero solo dos alumnos, una alumna llamada Teresa y un alumno llamado David se han acercado al núcleo del sentido del relato. Os pido que en vuestros comentarios, tras leer el cuento de horror de Matheson, les ayudéis a desentrañar este texto que para ellos es incomprensible. Quería plantear un reto para que ellos tuvieran la oportunidad de interpretar el cuento durante una semana de tiempo, pero es cierto que en internet NO HAY NADA ABSOLUTAMENTE sobre este relato. Me he inscrito incluso en foros de horror para indagar en ellos sobre su sentido, imaginando que un alumno mío lo hiciera. Tienen que tener el permiso de los padres, y recibir además la aceptación en el foro. No es fácil. Quiero hacer de este blog un foro para que mis alumnos, a los que daré el enlace de mi bitácora, tengan acceso a diversas intepretaciones del relato. Pensad que lo estáis explicando a alumnos de doce o trece años. Yo no quiero explicarles el sentido hasta el final. Pero estaría permitido que ellos indagaran en mi blog para que otros comentaristas les ayudaran. Me parecería que forma parte del juego de investigación. Ha habido ya varios alumnos que quieren leer algún relato de Richard Matheson como Soy leyenda

Este es el relato. 

Hombre.
Tarde. Lluvia.
Carretera.
Hombre.
Búsqueda. Hambre. Enfermo.
Conducir.
Radio. Noticias. Pantallas. Policía. Emisión.
Accidente. Ciudad.
Cerca.
Acelerar. Charcos.
Dolor.
Minutos.
Llegada. Aparcar. Vigilancia.
Cuerpos. Sangre. Multitud. Sirenas.
Hora. Sentarse. Dolor. Cigarrillo. Termo. Café.
Sudor. Náusea.
Semáforos. Ojos. Camillas. Sábanas.
Carne.
Muerte.
Temblor. Escalofríos.
Reloj. Espera.
Más. Espera.
Coche. Peste. Cigarrillo.
Ambulancia. Gemido. Grúa. Cuerpos. Llevados.
Multitud. Policía. Fotógrafos. Borrachos. Marcha.
Ido.
Calle. Silencio.
Lluvia. Oscuro. Humedad.
Solo.
Puerta. Fuera. De pie. Camino. Dolor. Mira. Más cerca.
Edificios. Silencio. Calle. Muerte.
Sangre. Tiza. Contornos. Más cerca.
Paso. Dentro. Contornos. Mitad.
Inhalar. Ojos. Cerrados.
Pensar. Inhalar. Concentrar. Sentir. Respirar.
Tráfico.
Muerte. Colisión. Mujer. Gritos. Parabrisas. Expresión.
Momento. Muerte.
Energía. Concentrar. Imágenes. Explotando.
Momento.
Mujer. Coche. Camión. Explosión.
Impacto. Movimiento.
Prisa.
Sentimiento. Alimento.
Metal. Ardiendo. Gritos. Sangre. Muerte.
Momento. Colisión. Imágenes. Más rápido.
Fuerza. Medicina.
Más fuerte.
Concentrar. Mejor.
Imágenes. Colisión. Más fuerte. Ver. Muerte.
Momento. Cura. Momento.
Adicción.
Droga. Prisa. Cuerpo. Más cálido.
Muerte. Concentrándose. Curándose. Adicción. Droga.
Calor. Calma.
Muerte. Medicina.
Muerte.
Vida.
Medicina.
Adicción. Fuerte.
Marcha.
Coche. Motor. Conducción. Lluvia. Calles. Autopista. Mapa.
Conducción. Relax. A salvo. Calor. Prisa. Bien.
Radio. Cigarrillo. Brisa.
Noche.
Búsqueda. Accidente. Muerte.
Vida.
Energía. Reloj. Espera.
Pronto.

Vampiro, Richard Matheson


sábado, 22 de marzo de 2014

Un héroe de nuestro tiempo



Es curioso que la figura de Adolfo Suárez, ahora que está en situación crítica, sea objeto de tal cúmulo de epítetos admirativos y de tan alta consideración hacia su participación en la política del siglo XX. Es sorprendente porque este hombre venido de abajo fue mirado en su tiempo como un advenedizo, como un mindundi, como un chisgarabís adulador que había crecido a la sombra de un prohombre del Régimen franquista, Fernando Herrero Tejedor. Su primer gobierno, formado en buena parte por catedráticos, fue calificado como gobierno de penenes por su falta de peso político frente a otras vacas sagradas como Fraga o Areilza que lo miraban con abierto desprecio.

Sin embargo, este hombre fue el encargado de encabezar unas cortes constituyentes (junio de 1977) que elaboraron la Constitución, fruto del consenso de las principales fuerzas políticas, de llevar a cabo los pactos de la Moncloa para intentar estabilizar la tremenda crisis económica en que España estaba hundida con una inflación del 15 %. Por otro lado, el ejército odiaba a Suárez por su legalización del Partido Comunista a escondidas en una semana santa (1977) cuando todo el mundo estaba desmovilizado. Suárez fue perdiendo apoyos progresivamente y su propio partido, la UCD, contribuyó a acuchillarlo desde dentro, tras ganar de nuevo las elecciones en 1979. ETA asesinaba a alguien cada sesenta horas. En 1980 hubo más de 140 asesinatos por parte de ETA. La tensión en los cuárteles era inmensa. El Partido Socialista presentó una moción de censura en 1980 en la que a Suárez se le dijo de todo menos bonito. Aún se recuerda el discurso de Alfonso Guerra en que lo calificó de “tahúr del Mississipi” y se le trató de bandido entre otras lindezas. La oposición del PSOE fue feroz considerando a Suárez como un remanente del fascismo. 

Su propio partido, formado artificialmente, era un conglomerado unido exclusivamente por su figura. Adolfo Suárez terminó solo, traicionado por la mayor parte de los enemigos que tenía dentro de su partido, la oposición frontal del PSOE que ya olía el poder, las tensiones en el ejército, las acciones de ETA, el abandono por parte del rey que lo descalificaba públicamente en sus conversaciones con los militares lo que pudo dar lugar a equívocos (o no) al general Armada que era una especie de preceptor suyo. Además de estar solo sufría intensísimos dolores en la boca que le llevaban a tener que tomar continuamente analgésicos. La prensa lo masacraba desde la derecha y la izquierda. El caso es que a la altura de 1980 se le había perdido el respeto desde todos los ángulos. Suárez tenía un gran coraje pero no era un buen parlamentario. Era muy bueno, excepcional, con un discurso escrito, pero temía el parlamentarismo de las réplicas y contrarréplicas. Por ello temía ir al Congreso y lo evitaba. Suárez estaba radicalmente solo y lo sabía. Por ello, falto de apoyos políticos dentro y fuera de su partido, dimitió por sorpresa el 29 de enero de 1981 en un discurso de doce minutos que mostraba su grandeza y su sentido del estado. Suárez estaba hundido y roto, pero no se fue por la amenaza militar. Todos los que lo conocieron opinan que si él hubiera sabido lo que se preparaba, no hubiera dimitido. Hasta sus mayores enemigos le reconocen un gran coraje personal y político como se mostró en el 23F cuando el congreso en la sesión de investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo, fue tomado por una partida de facciosos que dispararon sus armas contra las paredes y techos lo que provocó el pánico entre los congresistas que se echaron al suelo. Solo hubo tres personas que no se tiraron a tierra. Uno de ellos fue Adolfo Suárez, otro Santiago Carrillo y otro, el teniente general Gutiérrez Mellado que fue zarandeado por aquella recua cuartelera.

Hoy, vemos su figura engrandecida.  Más de treinta años después la opinión generalizada es que fue una especie de héroe al que se le dedican estos días los mayores elogios. Esperemos los que le vendrán cuando fallezca lo que parece inminente dado su estado crítico. No sé si es su desaparición de la escena pública en los últimos años, aquejado de alzhéimer, lo que ha llevado a que este político enormemente seductor en su tiempo, atractivo para las mujeres, venido de abajo, no haya sufrido este proceso de degradación que han experimentado todos los otros participantes en la realidad de aquel tiempo convulso. Para nosotros, los que votamos socialista y contribuimos a aplastar a Suárez, la figura de un Felipe González que fue mítica, se ha cargado de grasa y desolación viendo su evolución como protegido de los grandes multimillonarios latinoamericanos, sus sueldos de las energéticas así como su propensión al lujo, tan alejados del espíritu socialista que encarnaba en aquel tiempo.

La democracia española ha envejecido, el rey ha envejecido y degradado, la Constitución, que es fruto de la era de Suárez, parece haber sufrido también un proceso de desgaste brutal y los que ayer eran enemigos de ella, hoy son los que defienden su carácter inalterable y monolítico.


Hay mucha hipocresía por parte de todos los que ahora elogian a Suárez, pero en cierta manera su historia seduce, sigue seduciendo. Ese chisgarabís, que llevaba el café a Herrero Tejedor, hoy nos parece alguien que tuvo dignidad y valentía, además de enorme audacia. Hizo lo que parecía imposible demoliendo el régimen franquista. En cierta manera aquel hombre al que no se respetó en su tiempo por parte de todos los que hoy lo enaltecerán y elogiarán, nos parece alguien con unas cualidades que añoramos en la política gris y mediocre de nuestro tiempo. Me hubiera gustado que alguien como Suárez pudiera dirigir la respuesta del estado a una situación de emergencia como la cuestión catalana. Hoy más que nunca es necesaria la audacia y la imaginación aun a costa de dar saltos en el vacío como los que dio él.

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