En estos días he reflexionado mucho sobre la situación
creada en Europa y en especial en Francia
con el atentado contra la revista Charlie
Hebdo y sus diabólicas ramificaciones en la sociedad francesa, en nuestro
país y en los países islámicos. No hay un modo único de ver la cuestión: hay
diversas consideraciones sobre los límites de la libertad de expresión, sobre
el sentido de la tolerancia (Voltaire
vuelve a ser un superventas en Francia),
la relación de la sociedad occidental con el Islam, ya afincado en nuestras fronteras, el terrorismo islámico,
la convivencia en las aulas... En esta controversia multifacética me encuentro
de todo: quienes ven en lo musulmán una amenaza para la sociedad europea,
quienes sienten simpatía por el Islam
como manifestación de un modo distinto de ver la realidad –hay quienes desde
una óptica queer valoran el burka
como un modo legítimo por el que la mujer puede protegerse-, quienes cuestionan
el valor de los derechos de la mujer en las sociedades islámicas, quienes
relacionan esto con la sociedad y no con la religión coránica, quienes ven en
la reproducción de las viñetas de Charlie
Hebdo sobre Mahoma el corolario evidente de nuestra libertad de expresión y
el derecho de parodiar cualquier idea o movimiento por sagrado que quiera
aparecer –aunque surge Dieudonné M’Bala
M’Bala parodiando el Holocausto
o reivindicando a uno de los autores de la matanza en el colmado judío y ya no
nos parece tan divertido-, hay alumnos en los centros públicos franceses que
reivindican el Je suis Charlie Hebdo
y los que no quieren guardar el minuto de silencio y rompen los carteles
reivindicativos diciendo que insultan al profeta... No me cabe duda de que hay
una confusión mayúscula y el debate está envenenado.
El otro día yo publiqué en FB algunas consideraciones sobre el Islam hechas desde la óptica de musulmanes o musulmanas disidentes
(desde la crítica a los fundamentos de la cultura coránica, desde el ateísmo o
desde el liberalismo). Un amigo muy estimado me expresó que la línea que divide
la crítica racional al Islam y la islamofobia es muy fina. Era evidente
que era una observación sobre que yo estaba traspasándola cayendo en eso que ha
venido a llamarse “islamofobia”. Yo
le contesté por privado preguntándole si estaba de acuerdo en lo siguiente: “la línea que separa la crítica racional al
estado de Israel y el antisemitismo es también muy fina”. Me contestó que
“sí, pero...” Tuvo que subrayar que el sionismo es equivalente a los talibanes
y que los kibutz hebreos son semejantes a ciertas comunidades musulmanas.
Esto me preocupa. Muchos han observado la existencia de una islamofobia latente en Europa y en
España pero nadie o prácticamente nadie ha señalado la evidente presencia del
antisemitismo en las consideraciones que van desde el negacionismo del Frente Nacional, el humorista Dieudonné M’Bala y las posturas más
izquierdistas y progresistas que ven en Israel
y el sionismo el origen de todos los males del mundo. Pocos han observado que
cuatro de los asesinados en París eran judíos como si este fuera su destino
normal, el de ser asesinados puesto que en alguna manera se lo tienen merecido.
Pocos han observado el aumento del antisemitismo en la sociedad europea que
lleva a que los barrios judíos en distintas ciudades tienen que ser custodiados
por la policía antidisturbios. Pocos han visto en nuestra crítica radical a las
actuaciones del estado hebreo en relación a los palestinos una implicación
emocional algo más que deseo de justicia. Este verano recorrí el País Vasco y me lo encontré lleno de
pancartas llamando a Israel genocida
con los más variados enfoques. Eran omnipresentes y tremendamente agresivas.
Sin embargo, no he visto movilización emocional semejante cuando talibanes
entran en una escuela en Pakistán y
asesinan a más de un centenar de niños o cuando Estado Islámico asesina a mansalva a mujeres, hombres y niños en su
avance en Siria e Irak, ni cuando Boko Haram secuestra a niñas y las convierte en esclavas sexuales o
las hace ser niñas bomba haciéndolas estallar en un mercado en Nigeria para asesinar a decenas de personas. Ni he
visto movilización semejante por los mil latigazos que ha de recibir un
bloguero iraní por parodiar el Islam.
Ni hay demasiadas implicaciones sobre la guerra en Siria que ha producido más de doscientos mil muertos y tres millones
de refugiados. Ahí las críticas encendidas de los comprometidos feisbukeros son
mucho más moderadas o escépticas, temiendo hacer demasiado hincapié para que no
parezca islamofobia, y, además, en
seguida, viene la consideración de que la culpa la tiene Estados Unidos, país al que se hace responsable de todo lo que
sucede en el mundo por haber subvencionado a los muyyaidines afganos en la lucha contra el imperio soviético, por su
apoyo al estado de Israel, por su
apoyo a las monarquías del Golfo,
por sus torturas en Abu Ghraib... El
mundo está en este sentido, dentro de las ópticas progresistas, meridianamente
claro. La responsabilidad mayor de todo lo que sucede es americana, pero si
hurgamos un poquito más y no es necesario ser muy avispado para seguir la
argumentación, se intuye que en el fondo la política americana es controlada
por el lobby judío, de modo que si la
responsabilidad mayor de lo que sucede en el mundo es americana y dentro de USA
los que controlan el poder de modo meridiano son los judíos (y por extensión el
estado de Israel), la culpa recae de
alguna manera sobre los judíos a los que no llamaremos así sino que nos haremos
más exquisitos y los consideraremos un lobby
y al estado de Israel como ejemplo
de sionismo y responsable central de todo lo que sucede en el mundo. De tal
modo que cuando sean asesinados judíos en Europa, se verá como algo en alguna manera
lógico o sin demasiados matices como en el chiste aquel que dice: Han matado a tres albañiles y a tres judíos
y le responden ¿por qué a albañiles?
Lo cierto es que no sé si es peligroso ser musulmán en
Europa, pero ser judío cada vez es más expuesto. En algún sentido vuelve a
estar extendido el mito del judío dominador del mundo y responsable de crímenes
horripilantes y no nos extraña demasiado lo que sucede en este sentido puesto
que se lo han ganado a pulso. ¿No les recuerda a algo?