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domingo, 20 de mayo de 2012

El proyecto Braingate abre el camino a la Ciencia Ficción



Prácticamente al día siguiente de que apareciera la noticia en los medios de comunicación, realicé una prueba de comprensión lectora a mis alumnos de tercero de ESO pasándoles una copia de la noticia aparecida en EL PAÍS y que ha conmocionado -no es para menos- a la comunidad científica y a los ciudadanos que han sabido valorar el hecho.

Me refiero al proyecto Braingate (La puerta del cerebro) que lleva en marcha desde 1998 buscando interconectar el cerebro con la máquina, de modo que las órdenes cerebrales (los pensamientos) puedan transmitirse a un ordenador que realizaría y desarrollaría dichos comandos. Ya hace más de una década se había conseguido que personas con parálisis movieran con el cerebro el cursor de un ordenador. Ahora el experimento ha sido mucho más complejo y dos personas paralizadas desde hace años por un ictus, han logrado transmitir órdenes a un ordenador y que ha servido para que un brazo robótico fuera accionado y realizara una determinada función, al parecer sencilla, como la de facilitarles un vaso de agua con una pajita para que  pudieran beber.

Previamente les habían sido implantado un sensor en la zona del córtex motor del tamaño de una pastilla. Este sensor recoge las señales eléctricas del cerebro y las envía a un ordenador que las decodifica y traduce en comandos que mueven el citado brazo artificial. Además tuvieron que pasar meses de arduo entrenamiento para aprender a controlar el pensamiento de modo que fuera eficaz.

Supongo que todos los que estáis leyendo esto, habéis oído la noticia. A mí me ha producido algo semejante a una revelación y todavía me dura la emoción que he sentido viendo el vídeo que enlazo y leyendo dicha noticia. No os perdáis la realización del experimento pero sobre todo, la sonrisa de la mujer cuando ha logrado conseguir su objetivo de beber con ayuda del brazo robótico. Es un pequeño paso pero que tiene unas perspectivas alucinantes.



Todo camino por largo que sea comienza por el primer paso. Este es el primer paso y que nos lleva al futuro en que la mente y los ordenadores estarán conectados. ¿Os imagináis lo que significa esto? Las intuiciones más increíbles de la Ciencia Ficción se convierten en pálidas y elementales ante lo que supone este gigantesco avance.

Mis alumnos no supieron ver prácticamente ninguna de estas perspectivas. Sus pruebas de comprensión lectora han sido muy deficientes. Habían entendido la noticia a medias y, desde luego, no supieron ir más allá de lo concreto que era que una persona paralizada había logrado beber agua ante lo que algunos argumentaron que esto sería solo para ricos.

Pero la verdadera noticia no era la de la realización del experimento sino la de la evidencia de que se pueden conectar por ondas eléctricas los impulsos del cerebro, el pensamiento, con un receptor que llega a un ordenador. A partir de aquí y dándole treinta años al proyecto del Braingate, teniendo en cuenta de que en pocos años tendremos ordenadores de grafeno y en una década probablemente ordenadores cuánticos, que serán decenas de miles de veces más potentes y rápidos que los actuales..., tendremos un escenario humano y social en que mente y máquina se integrarán con perspectivas que cambiarán la realidad.

Mis hijas vivirán un mundo cuando sean adultas en que la sola energía del pensamiento podrá activar el funcionamiento de una fábrica, controlar los dispositivos del hogar, se podrán conectar dos personas a través del pensamiento en una comunicación interior, se podrá tener acceso mediante la mente al disco duro de un ordenador con trillones de datos que se incorporarán a la estructura de su cerebro, podrán hablar mentalmente dos personas a miles de kilómetros...

El hecho de que se vislumbre la conexión de la mente con un ordenador, puede que de momento de un modo muy elemental, abre un universo de posibilidades tan excitantes como inimaginables. Y esto, aunque mis alumnos piensen que es muy caro para un ciudadano normal, lo lógico es que en treinta años el proyecto Braingate o sus sucesores se extiendan a amplias capas de la población que podrán interactuar entre su cerebro y los todavía insólitos artefactos tecnológicos que todavía somos incapaces de visualizar o concebir.

No os perdáis el vídeo. Y fijaos en la sonrisa de la mujer. En ella está contenido todo ese futuro alucinante e increíble que está en ciernes. El futuro está comenzando.

¿Cómo has vivido la noticia? ¿A qué reflexiones te ha llevado? ¿Qué perspectivas crees que abre? 

jueves, 17 de mayo de 2012

Pero en el fondo están ellos...



Un profesor es un ser extraño, permítanme que divague acerca de esta singular profesión.

Un profesor entra en un aula y encuentra un determinado clima de convivencia, de lealtades mutuas, de rencores acumulados, de enfrentamientos solapados, de inquietudes desconocidas, de odios concentrados... y ha de hablar de lengua, de La casa de Bernarda Alba, de textos que han de interpretar y hacer suyos...

Pero en el fondo están ellos: banalidad, gregarismo, envidias, conformismo, racismo, resentimiento, anhelos infinitos, ansia de cambiar de clase social y ser ricos, adolescencia a tope, sexualidad, represiones, excitaciones, conflictos de personalidad, de querer ser lo que no se es, ideales, dignidad, coherencia, seriedad, sensibilidad, y también adocenamiento, vulgaridad, convicción de que las cosas se consiguen mejor con trampas, con engaños, con algún golpe de suerte, con alguna puñalada por la espalda...

Se camina por el filo de una navaja.

El profesor intuye algo de lo que pasa en el subtexto de la clase pero nunca es lo suficiente. Sabe que ha de poner un límite a su implicación. No puede remediar los odios, los rencores infinitos, las envidias solapadas, el anhelo de otro cuerpo, los atisbos racistas... A esta edad ya están demasiado hechos en sus prejuicios, en sus determinaciones, en sus deseos improbables.

La adolescencia es una bomba autosatisfecha y tremendamente frágil.

Pero solo aprende el que es humilde y siente que tiene algo que aprender, algo que revisar, algo que renovar. El resto es repetir esquemas de los adultos, de los fracasos de los adultos, de sus prejuicios, de sus odios, de sus insatisfacciones, de sus trampas, de sus desórdenes de conciencia.

Tengo que hablar en clave, pero sé de lo que hablo.

Algunos presienten que los estudios no son todo. Que está el factor suerte, el factor enchufe, el factor contactos. Y el profesor ha de lidiar con estas convicciones que ponen en cuestión su supuesto ordenamiento intelectual.

Y entonces surge el desorden. El profesor es el que pone orden en el desorden. Si puede, si el magma interno del curso lo permite más allá de sus rencores, de sus resentimientos.

Y aprender ¿qué es?

Luchar por descubrir lo que uno es en realidad. Los que lo tienen claro -diáfanamente claro- odian a los que dudan, a los que se muestran inciertos, a los que entienden que el conocimiento es complejo y no una fórmula estereotipada. Muchos buscan seguridades ficticias en el error, en el prejuicio, en el lugar común, en el conjunto de opiniones sesgadas que han oído en su círculo.

Sólo el que se pone en cuestión a sí mismo, entiende algo. Pero ¿para qué hacer este esfuerzo de comprensión de lo que va más allá de uno mismo?

El profesor rastrea y rastrea los trabajos de sus alumnos, sus comentarios, intentando encontrar una brizna de personalidad, de perspectiva original, de algo que contradiga los lugares comunes... y difícilmente lo halla. No es fácil. El común de la humanidad es gregario, estereotipado, lleno de prejuicios, de maldades, de resentimientos, de tópicos...

Pero también hay lo contrario: los que desafían esa vulgaridad y se atreven a cuestionar, a ser ellos mismos, a indagar en el principal objeto de contemplación que es el yo. Todo parte del yo, de esa fascinante asignatura que es comprendernos a nosotros mismos. De intentarlo al menos.

Uno es profesor y ha de atender a todos sin distinción de credos, razas, religiones, inteligencias, modas, sexos... Y es así. Todos son iguales.

Pero uno contempla el panorama y se da cuenta de que la personalidad es escasa, el pensamiento original es minoritario. Nunca ha habido más posibilidad de tener información y menor es el resultado práctico en cuanto a la conformación del yo que busca realmente conocimiento.

Es inhabitual, extraño, muy esporádico.

Pero lo esperamos y nos damos cuenta cuando aparece.


martes, 15 de mayo de 2012

Leonor, alteza real y futura reina de España, se sincera



Me llamo Leonor de Todos los Santos de Borbón Ortiz. Soy infanta de España y recibo ya a mis seis años el tratamiento de "Alteza real" y soy la futura reina de España, siempre que se reforme la Constitución que da prevalencia a los descendientes varones si mis padres tuvieran un hijo.

No sé lo que pensaréis vosotros pero yo estoy indignada. Todo el mundo espera de su vida que sea incierta y elegida por uno mismo, pero la mía, si nada lo remedia, está destinada a que yo, sí o sí, he de ser reina de España. Y ¿qué pasa si yo no quiero? ¿qué pasa si yo decido que nadie puede decidir por mi vida y que quiero vivir la mía propia? Yo no he elegido parecer una niña imbécil, rubita, altecita real por aquí y por allá. Todos me tratan con condescendencia y me educo en los más selectos colegios privados sin que nadie olvide cuál es mi realidad y mi futuro. ¿Mi futuro? Me da grima. Poneos en mi lugar. ¿Qué pasaría si os dijeran desde que nacéis que habéis de ser algo que no habéis elegido, que os viene en la sangre, en el código genético por la sangre azul que circula por vuestras venas? ¿Sangre azul? Mi sangre ese roja como todas, y me gusta tirarme pedos, y comerme los mocos cuando no me ven mis ayas e institutrices. Me gustaría salir con mis amigas sin diez guardaespaldas, me gustaría ser abominablemente una niña normal y no una planta superprotegida cuyo futuro está escrito antes de ser siquiera concebido.

No quiero pasarme mi vida en función de las imágenes, no quiero ser una presencia pública, quiero pasar desapercibida, fumar porros cuando toque y hasta ir a alguna manifestación en favor de la república. Porque yo soy republicana. Y la principal razón es la de no entender que por qué yo he de tener en herencia una dignidad y una responsabilidad que hará que mi vida no sea mía. Y quiero, entended, que mi vida sea mía. Para bien y para mal. No quiero pasarme la vida pensando qué bolsitos voy a llevar o qué calzados combinan bien con mis atuendos, no quiero pensar que todas las cámaras van a estar presentes para fotografiar si repito o no vestido, si mi peinado es estimulante, si mi sonrisa es agradable. No quiero ser agradable. Por mí pueden dar viento fresco a todos los españoles. No quiero ser su reina. Abdicaré, pero ya me habrán fastidiado la vida. Me gustaría ir a un colegio con inmigrantes marroquíes y latinoamericanos y pensar que yo no soy especial ni diferente ni esa mierda que me han agregado de "alteza real". Yo no soy alteza y me gustaría ser real, pero en otro sentido al que me han impuesto.

Me desagrada mi vida en que lacayos van satisfaciendo mis deseos y sonriéndome con conmiseración, tal vez porque se dan cuenta de que mi vida, igual que la de mi madre es un desastre, envueltitas en papel de celofán pero sin poder ejercer lo más elemental que puede desear un ser humano: ser libre y ser feliz. Mi abuelito, entre cana y cana al aire con aristócratas alemanas, me enseña a saludar con la manita. ¡Buah! ¿No os ha apetecido alguna vez ser antipáticos y huraños? Yo no, tendré que estarme toda la vida saludando como una panoli y sonriendo aunque por dentro esté hasta los ovarios. ¿Que no tendré que trabajar? Puede ser. ¿Qué no pasaré crisis? Puede ser. Pero mi vida no será mía. ¿Qué pensaríais si os dijeran que os habéis de pasar toda la vida en una jaula dorada? Así desde que nacéis porque sois una  alteza real. Que soy republicana. Que me encanta la bandera tricolor. Que estoy hasta los ovarios de tanta mandanga y tanta sonrisa y atenciones falsas. Si yo fuera una somalí y tuviera los mismos años, nadie me prestaría la más mínima atención. No quiero pasarme la vida en las bocas de las gentes juzgando mis zapatos o mis bolsos. Paso. ¿Y qué pasa si soy lesbiana y me gustan las mujeres? Todavía no lo sé. Todavía estoy en esa fase incierta del desarrollo sexual. Todo el rollo de la herencia se iría al garete. No tendría heredero. ¿O tendría que tener un hijo en un vientre de alquiler? ¿O irme a un banco de esperma de aristócratas?


No quiero ser reina, no quiero ser infanta, no quiero ser una niña marcada ni especial. Sólo quiero revolcarme por el suelo, comer chocolate hasta reventar, y comida mejicana que me encanta y que dejen de mirarme con esa cara de imbéciles cuando se ven ante una niña de seis años pero a la que hay que tratar como si fuera algo especial. No soy especial. Soy vulgar. Algún día leeré libros. Y tal vez me gusten Bukowsksi o Jean Genet, no esa relamida que entrevistó a mi abuela, una tal Pilar Urbano. Y no me gusta Sostakovich. Me gusta mover el esqueleto y decir palabrotas como las que dice mi abuelo cuando se dirige a su mujer, o sea mi abuela.

No me gusta ser infanta de España, futura princesa de Asturias y de Gerona y toda esa parafernalia. Soy republicana y en mi corazón guardo una lugar para esa bandera que izó Riego.

Que no quiero ser reina. ¿Se me entiende? Que alguien haga llegar esta declaración a algún sitio porque a mí me tienen encerrada en una urna de cristal a la vista de todo el mundo y en el más exclusivo de los colegios y diciendo que soy una niña normal. Y una mierda. No. 

domingo, 13 de mayo de 2012

Ensayo (dos) sobre el cansancio



Los fines de semana procuro hacer alguna caminata de 20, 30 o 40 kilómetros que me llevan desde Cornellà a algún punto más o menos distante. Suelo hacerlas solo, acompañado de mi GPS que me va orientando el camino por senderos y caminos. Es una experiencia fascinante que me conduce a terminar extenuado, especialmente cuando la caminata ronda los cuarenta kilómetros como la que hice ayer hasta la ciudad de Sigtes atravesando la árida sierra del Garraf. El pensamiento es un factor potente que va vertebrando los pasos que das. Los paisajes adquieren una fuerza especular y en algunos momentos te invade la desolación, en otros la euforia, la serenidad... Pararse y comer un bocadillo de mortadela con queso camerbert es un manjar inusitado tras tres o cuatro horas de caminata en la que has salido al amanecer.

Atravesar la sierra del Garraf, desolada, frente al mar, es una intensa aventura espiritual. Hacerlo en soledad por senderos abandonados -flanqueados por yerbas aromáticas- en los que  no hay nadie durante horas y horas me penetra de un sentimiento extraño de fragilidad. ¿Qué pasaría si allí me torciera un tobillo (nada difícil, dados los pedregales que hay que bajar y atravesar)? Llevo abundante agua y toda ella me será imprescindible en el día soleado y abrasador que fue ayer. Hay instantes de auténtico desfallecimiento y  no me queda otro remedio que sentarme procurando alguna sombra extraña y reposar durante diez minutos rehidratándome y respirando profundamente.

Leí un par de veces el Ensayo sobre el cansancio de Peter Handke, una vez en 1989 cuando se publicó y otra en 2005 en una feraz relectura. Ha sido un texto sugerente y productivo ya desde el mismo título. ¿Quién vería en la experiencia del cansancio extremo toda una aventura existencial? ¿Qué sucede con nuestra mente y nuestro cuerpo cuando los sometemos a un desgaste físico o intelectual poderoso? Peter Handke reflexiona en un lírico ensayo: "El cansancio te rejuvenece, te da una juventud que nunca has tenido. El cansancio como el Más del Yo menor. Todo en la calma del cansancio, se hace sorprendente". Hay algo profundamente filosófico en la experiencia del cansancio, y lo observo cuando llego desfallecido a Sitges a las seis y cuarto de la tarde tras doce horas de caminata bajo el cielo majestuoso azul, en plena y restallante primavera, pasando por las puertas del monasterio budista en el Palau Novella en plena fragosidad de la sierra.

Llego a Sitges y paseo por sus calles de modo diferente al que pasean todos los viandantes que veo. Es una ciudad multicolor y colorista, de las más vivas de Cataluña. Interracial, arcoiris, llena de muchachas hermosas y vibraciones luminosas. Yo camino despacio con mi mochila, oliendo penetrantemente a sudor y quemado por el sol de la jornada, mis pies me duelen y mi organismo me pide una detención. Voy a un bar cualquiera en una de sus polimórficas calles. Pido una cerveza bien fría y veo unas croquetas requemadas que me atraen. Pido dos. Bebo y como con delectación, con un ansia que me hace percibir como exquisito lo que en cualquier otra circunstancia me resultaría normal. Observo el bar. Observo al camarero y su relación con las clientas de diferentes edades. Mi mirada cansada se afila -poderosa-  en la contemplación de las vibraciones que allí percibo. Veo el mundo, observo a las personas, cansado hasta los huesos, pero con una extraña penetración y agudeza. Percibo sus pensamientos, sus estados de ánimo, sus contradicciones, su modo de estar en el mundo, su afán de parecer, lo que yo no pretendo hoy en esta apoteosis de la extenuación que me lleva a sentir el mundo con fuerza y receptividad. Veo a esas mujeres, llenas de vida, de abandono, de ansia no satisfecha, de necesidad de amor y de compañía que no tienen, y que el camarero -guapo y joven- sabe consolar con palabras y miradas cómplices en diálogos preñados de compañía. Nunca me ha parecido mayor la labor de un simple camarero, mayor que la de cualquier ministro de economía, mayor que la de un director de entidad bancaria. La realidad habitual se me reviste de luz y observo con una singular claridad que me viene de ese amigo que es el cansancio. No es una posición de yoga, ni de meditación, lo que me ha llevado allí. No. Es un paso detrás de otro, por bosques solitarios, por sierras abandonadas, por pedregales, por casas en ruinas, en soledad, en lujuriosa soledad rica y profunda. Todo se me ilumina con una luz especial. Da igual si eres rico o pobre, poderoso o un feriante más de la feria de las vanidades, el cansancio te aniquila, te vuelve al ser íntimo que eres y por unas horas es como si hubieras tomado una de las drogas más poderosas y estimulantes. Me gustaría saber si producimos sustancias químicas en nuestro cerebro cuando experimentamos la apoteosis del cansancio. Es como un tiempo sagrado, excepcional, único. De hecho, camino por esa profunda sensación que lleva al ser a la contemplación de paisajes, de intimidades, a experimentar qué es la sed, el hambre, la soledad... Hago fotografías de flores, de cielos, de casas solitarias, y doy un paso tras otro atravesando uno de los parajes más desolados de la geografía española. ¡Qué felicidad más paradójica en que el sujeto fantasea con la realidad creyéndola mágica!

Y mi compañero GPS, lleno de sudor, de tierra y de aceite de mis bocadillos, se me aparece como el más fiel y maravilloso instrumento de la tecnología.

¡Qué maravilla es la sensación de agotamiento, de profundo cansancio, que me proyecta en mis delirios oníricos con claridades imprevistas! 

viernes, 11 de mayo de 2012

La especulación financiera o el casino del hambre


                                                    Peter Baleke Kayiira, activista ugandés
El año pasado tenía un problema. Tenía cinco mil euros y quería invertirlos en algo seguro. Fui a Caixa Catalunya y expuse la situación. El director, muy sonriente, me habló de un producto con excelentes perspectivas en plena crisis que era el Depósito 100% Natural que me permitiría obtener una atractiva rentabilidad en función de las evolución de la cotización del azúcar, el café y el maíz en el mundo. Me dijo que él tenía capital invertido y que era una excelente opción.

Me lo quedé pensando pero no tomé una decisión sobre ello antes de investigar algo el producto en cuestión. Yo era un pequeño inversor. ¿Qué estaba haciendo con mi dinero? Busqué información y no tardé en dar con una web de Veterinarios sin Fronteras que me aclaraban el fundamento de la inversión. Yo, como inversor, estaba apostando por el alza o descenso del precio de los alimentos, que sirven de alimentación al tercer mundo,  para producir plusvalías. Estos alimentos se utilizan para la producción de biocombustibles que luego son exportados a occidente, o se especula con el precio de alimentos básicos como el cacao, el café, el maíz, la soja, el arroz... Era un negocio lucrativo y el banco por la estructura del producto no perdía nunca. Era un producto de ingeniería financiera que permitía la inversión del ahorrador medio y pequeño que colaboraban con su capital al aumento del hambre en el tercer mundo. Es sabido que en el mundo desarrollado utilizamos entre un 10 y un 15  por ciento de nuestro presupuesto en alimentos. Pero ¿cuánto utilizan los habitantes de países como Nigeria, Bangladeh, Costa de Marfil, Ghana, Uganda, Afganistan? ¿Os hacéis un cálculo? Yo os lo ofrezco: entre el 50 y el 90%. El alza del precio de los alimentos básicos son devastadores para estos países que además son los principales importadores de estas materias. Cuando sube el precio, estos países han de pedir nuevos créditos a Occidente y sube también la deuda externa que los sume más en la pobreza. Es un círculo vicioso.

Los especuladores han visto estallar la burbuja de las punto com, y la burbuja inmobiliaria. Ahora es el momento de la inversión y especulación con el hambre en el mundo que se convierte en un nuevo refugio para los inversores grandes, pequeños y medianos. Yo mismo me podía haber convertido en especulador y haber propiciado con mi capital el hambre en el Sahel, el Cuerno de África, el Congo, Bangla Desh... Normalmente estos productos son opacos. ¿Quién sabe qué hay detrás de un fondo de inversión? Catalunya Caixa cometió una cagada fenomenal y el caso tuvo publicidad que llevó  a que Veterinarios sin Frontera promoviera una campaña de información y denuncia, y que llegara incluso al Parlamento catalán impulsado por la coalición de los Verdes. Pero esto no es lo normal. Los bancos invierten en estos productos pero no le dan publicidad y lo ocultan, y, nosotros, sin saberlo, personas que se creen de izquierda están apostando por el alza y descenso del precio de los alimentos, para obtener algunos ganancias multimillonarias.

Otra forma de inversión es la que se ha extendido en muchos países muy pobres del mundo que venden sus mejores tierras cultivables a gobiernos extranjeros (Occidente, países del Golfo, China y países emergentes...) Así, los gobiernos corruptos de África están vendiendo y echando de sus tierras a sus pobladores para cederlas a inversores que producen allí biocombustibles que llegan a nuestros coches inocentes y alimentos que luego se exportarán a occidente. El precio es que los habitantes de estos países se quedan sin tierras y sin ninguna compensación ni defensa jurídica. Son países en general en que abunda el hambre y ven que sus mejores tierras son enajenadas para fomentar simplemente la especulación.

En buena medida, el hambre es un efecto de la especulación financiera, y cada vez que muere un niño por hambre es un crimen y no una fatalidad.

Estas noticias aparecen en la prensa pero no veo un eco importante. El otro día venía en la contraportada de El País un reportaje sobre un activista ugandés que llevaba años y años pleiteando en la justicia de su país por la expropiación de tierras de su comunidad. El hombre se llama Peter Baleke Kayiira y denunciaba que su país, uno de los más pobre del mundo, estaba en manos de una multinacional alemana Neuman Kaffee Gruppe que un día había comprado las tierras de su comunidad al gobierno y habían sido arrojados de su hábitat natural centenares de familias que se quedaron sin recursos de ningún tipo. Este grupo alemán produce café para más inri bajo la etiqueta de "Comercio Justo", tras la entrada del ejército ugandés a sangre y fuego para allanar el territorio para la citada compañía. Así quemaron las casas y golpearon a los campesinos que se oponían a la ocupación y abandono de sus hogares.

En esto invertimos en los bancos cuando pedimos información sobre algún producto rentable y seguro. No nos lo dirán, no cometerán el ingenuo error de Caixa Catalunya que lo publicitó. No es un caso único. El Banco de Sabadell, que hace unas campañas tan atractivas con entrevistas a Guardiola o Fernando Trueba y quiere ofrecer una imagen de ética y compromiso, tiene productos que especulan con el hambre. Cuando lamentamos los errores de Bankia que ha supuesto su nacionalización, sería también interesante saber la realidad de sus productos financieros, saber en qué estamos invirtiendo. Pero eso no es fácil. Veterinarios sin Frontera es una organización activa en este sentido que lucha por que se dé información real sobre la devastación que está teniendo lugar en el mundo más pobre para que nosotros no perdamos nivel de vida. Tal vez sea bueno saber que la sobreabundancia de comida está en correlación directa con la escasez o ausencia de la misma, y que cuando oímos de hambrunas en el Cuerno de África (ya no se oye, ha dejado de ser interesante para nuestras agencias de noticias) sepamos que algo tenemos que ver. 

martes, 8 de mayo de 2012

Alabado sea Dios o la solvencia de Bankia



Me pongo una pieza de Haendel (Ombra mai fu) para escribir con un mínimo de ecuanimidad sobre lo que está pasando. Rodrigo Rato ha abandonado Bankia dejándola en precarias circunstancias, aunque se ha despedido diciendo que está saneada y en inmejorables condiciones. El resultado es que parece que el gobierno habrá de inyectarle diez mil millones de dinero público para que no se hunda y arrastre al sistema bancario español. Diez mil millones es también la cantidad en que se ha recortado Educación y Sanidad, lo que hará que la asistencia sanitaria se vea restringida, cierren más plantas y quirófanos de hospitales, se anulen ambulatorios, aumente la demora en las operaciones, se restrinja la asistencia a inmigrantes... Y en Educación supondrá clases abarrotadas de alumnos, menos profesores, no cobertura de las bajas, radical disminución de la atención a la diversidad...

Rodrigo Rato, que ya abandonó también el FMI, tiene derecho a una indemnización de 1,2 millones de euros que espero sean suficientes por los malos ratos que habrá pasado. Será sustituido por José Ignacio Goirigolzarri (1949) que fue consejero delegado del BBVA y se jubiló en 2009 con una pensión vitalicia y una indemnización de 68,7 millones de euros brutos a los que no tendrá que renunciar  para dirigir Bankia. Esperemos que no sea muy duro para él tener que regresar al mundo de las finanzas cuando creía ya que estaba en el paraíso de la jubilación.

No sé si vivimos en mundos paralelos o yo no me entero de nada. Probablemente sea esto último. Se nos está pidiendo austeridad y que entendamos las medidas de "ajuste" que no "recortes" que se ven obligados a tomar. El paro sigue aumentando y la economía está en punto muerto, además de estar claramente en recesión. Paralelamente se ven imágenes del Congreso de los Diputados prácticamente vacío en la comprensión de que asistir a todas las sesiones diarias sería una práctica decimonónica, y que además los diputados tienen otras ocupaciones además de ser diputados. Esto del pluriempleo es fastidioso...

En Grecia ha estallado el sistema político y ha entrado en una fase de difícil recomposición y ya se habla de que habrán de repetirse elecciones en dos meses por la ingobernabilidad del país con los resultados habidos que muestran el ascenso de la extrema derecha que sostiene que Grecia para lo griegos y la extrema izquierda que propone el rechazo de las imposiciones de Bruselas e incluso la salida del euro.

En España, a diferencia de Francia, el Partido Socialista se ve en una parálisis ideológica y política -todavía colapsado por su estancia en el gobierno y sus consecuencias- y no puede ser una auténtica oposición. El gobierno le recuerda constantemente que es mejor que esté calladito porque son los responsables de los millones de parados. El gobierno aspira a que la oposición esté calladita y que los que nos oponemos a estas políticas de privatización de lo público y de inyección de dinero público en bancos privados somos radicales y extremistas.

Vivimos un tiempo extraño en que todo parece que puede estar a punto de estallar por los aires, y que nadie sabe muy bien cómo actuar. El lineal de Rajoy (tiene pocas ideas y esquemáticas) creyó que con la receta de la austeridad sería suficiente para generar confianza y que, llegado él a La Moncloa, todo sería una vuelta a la racionalidad, despilfarrada por el desgobierno socialista. A la vez, el que esto suscribe tiene la impresión de que el Partido Socialista (única opción que tenemos viable) está sumido en una profunda crisis de identidad y que ahora prefiere que sea el PP quien se coma el marrón y se desgaste él solito. Algo parecido a lo que hizo el PP en la oposición.

Entretanto el presidente del gobierno del PP en Extremadura José Antonio Monago exige con lenguaje barriobajero el AVE Madrid-Extremadura a pesar de que el gobierno portugués ha afirmado que no lo unirá en su red a la línea de Lisboa. No es difícil saber o intuir el resultado de ocupación de pasajeros de esta nueva línea si se lleva a cabo y cuyo coste será brutal en un tiempo de crisis profunda. Otra idea genial es el AVE a Galicia con resultados parecidos a los que se prevén para el AVE a Extremadura. Pero esto no se puede decir porque si no, salen en tromba los sentimientos heridos y los presidentes de comunidades entienden que si otros tienen AVE por qué  no lo han de tener ellos. Alabado sea Dios.

En Madrid se sigue pugnando por los Juegos Olímpicos en la convocatoria de 2020. Todo sea por no ser menos que Barcelona. Italia ha descartado su opción por entender que es inasumible económicamente dicha posibilidad, dada la situación que se está viviendo.

Menos mal que el fútbol nos proporciona buenos momentos para distraer la presión de la realidad. Pronto tendremos la Eurocopa y los orgullos saldrán a flote. A ver si la volvemos a ganar. Esto de tener la liga más cara del mundo da sus frutos. Al fin y al cabo políticos, banqueros y futbolistas no notan la crisis y nos dan vidilla a los demás.

Venga, no seáis tacaños y entended que hay que inyectar diez mil millones a Bankia. Es por el bien de todos, y alguna prima añadida se tendrá que llevar el sacrificado José Ignacio Goirigolzarri que se va a hacer cargo de esta entidad que, según Rodrigo Rato, se halla en inmejorables condiciones de solvencia.

Alabado sea Dios.


domingo, 6 de mayo de 2012

El espacio vacío



Durante unos meses hemos estado leyendo en clase Bodas de sangre de Federico García Lorca. Mis alumnos han interpretado con placer papeles buscando cierta dramatización de las escenas. Les gustaba leer y seguir los meandros de esta tragedia de tierra y sangre. Nos sentábamos al final de la clase y buscábamos un espacio diferente para la lectura dramatizada. Les ha gustado.

Como colofón he proyectado una versión de José Luis Gómez alojada en Youtube en la pizarra digital de la clase. Los alumnos -mayoría inmigrantes latinos y magrebíes- han podido seguir la representación con los textos delante. Han sido dos días y medio de proyección que han complementado la lectura. Luego ha venido el debate sobre la experiencia. Es aquí donde quiero hacer hincapié sobre lo vivido en clase. Bastantes han sentido traicionado el texto que habían leído por la representación teatral. Han visto confrontada su interpretación y su imaginación con la puesta en escena. Han encontrado la interpretación exagerada, han considerado que la Novia era más fea de lo que ellos habían imaginado, algunos decían que era antigua, que parecía que gritaran... En definitiva, no era como se lo habían imaginado y la representación les confrontaba con una visión que no les gustaba.

He pensado que mis alumnos no tienen noción de lo que es una representación dramática. Bodas de sangre, igual que todos los textos teatrales, no está ideado para ser leído sino para ser representado, y representado en un espacio dramático, el espacio vacío del que habla Peter Brook, y supone una experiencia vivida frente a los espectadores que pueden implicarse o no en el espectáculo. Mis alumnos no han visto teatro. No lo han visto nunca. No saben qué es una representación teatral. Como sustituto les he proyectado una versión en la pantalla de la clase, pero esto es una componenda porque el teatro es una experiencia única e irrepetible, arriesgada, que se vive en directo. ¿Cuál es el problema? Que el teatro es económicamente inabordable para mis alumnos. Esto añadido a que en Cataluña es difícil ver teatro en castellano. Es caro, muy caro. Una representación escolar les cuesta unos siete euros. Estas representaciones son elementales y situadas en un entorno escolar lo que no contribuye a lo que es la experiencia del teatro. El teatro hay que verlo en sesiones para adultos, en un ambiente apropiado. No es ideal juntar a doscientos adolescentes por la mañana y llevarlos a ver una función teatral. No, el teatro supone ciertas circunstancias que implican una experiencia total que llevan a que la realidad representada nos envuelva. Y no es tampoco una garantía.

El teatro es un hecho complejo. Durante unos años yo asistía en Barcelona a dos representaciones a la semana. Ello iba unido a mi experiencia como actor en grupos de aficionados. Veía el teatro en función de mi punto de vista pero también en función del de mis alumnos de clase media. Hubo años en que vieron entre cinco o seis espectáculos teatrales, la mayoría por la noche, en funciones para adultos. Algunas representaciones inolvidables fueron en el Instituto del Teatro de Barcelona de carácter gratuito consistiendo ellas en talleres de los propios alumnos que interpretaban frente al público.

El teatro es un género muy caro. Una entrada a un espectáculo cuesta entre 20 y 30 euros. No lo pongo en cuestión. Supongo que debe ser así. Sin embargo, no llego a imaginar que todo el teatro de Sófocles, de Eurípides, de Esquilo, de Shakespeare, de Molière, de Lope, de Calderón, de Tirso... fue representado ante el público popular de su tiempo en el que había hambre de teatro no existiendo ni facebook, ni la televisión, ni  internet ni el cine. El teatro ocupaba un lugar en el imaginario colectivo que es difícil considerar por nosotros. Quizás yo he vivido situaciones que me ayudan a comprenderlo. Fue en Indonesia hace más de 25 años. Asistí a espectáculos de marionetas o de sombras que duraban toda la noche. A ellos asistían masivamente niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos que reían viendo la representación del Ramayana, que era totalmente conocida por ellos, pero cada vez era diferente y reían con igual ganas.


El teatro es una experiencia inigualable, pero yo no puedo ofrecérsela a mis alumnos por su elevado coste. No puedo pedirles siete euros para ver un espectáculo escolar (que no me gusta) en un contexto ya condicionado, y, por supuesto, no puedo llevarles a ver por la noche representaciones que cuestan 25 euros.

El teatro es un lujo cultural, solo apto para clases media ilustradas. Durante la transición del franquismo a la democracia, los actores se agrupaban en compañías cuyo único placer e interés era transmitir emociones, crítica, alternativas y estaban sustentados por la idea de repulsa a la dictadura y la aspiración a la revolución.  Eran sesiones económicas en que se percibía en los espectadores esa hambre de teatro y se producían la mímesis y catarsis colectiva que llevaba al clímax teatral.

Vivir el teatro es participar de una ceremonia, de un rito, de una vivencia colectiva en la que deben combinarse el ansia y la magia del escenario. Los actores y sus personajes deben vivir con intensidad y llegar a los espectadores produciendo algo que es inigualable, único, singular. El espectáculo total. Y eso no depende del presupuesto del espectáculo. No. Es otra cosa. Es el alma. El teatro es una experiencia mágica.

Que mis alumnos no podrán vivir.

Pero seguiremos leyendo textos teatrales. 

viernes, 4 de mayo de 2012

La mierda sigue siendo plenamente democrática



Uno ha crecido con la convicción, con la ilusión, con la tentación, de asaltar el poder. Me costó descubrirlo porque en mi niñez veía el régimen de Franco como ahistórico e inamovible. En mi adolescencia aprendí a considerar transitorio lo que parecía eterno y me dediqué a asaltar dicho régimen con fruición. Entendí que los sistemas políticos pueden ser subvertidos. Vino la democracia tras ardua y olvidada lucha. La democracia era vacilante e insegura pero intentaba dar salida a los mecanismos de subversión integrándolos en su seno. Así los políticos más radicales fueron convertidos en concejales, en diputados regionales, nacionales, en cargos de libre designación. Nosotros estábamos entonces tranquilos. El poder parecía sensible a lo que la población (no quiero hablar del pueblo) decía o sentía.

Sin embargo, cada vez más entiendo que el poder en que se ha constituido la democracia -con el aval de nuestros votos o nuestra abstención: da lo mismo- es un poder tan ahistórico e inamovible como el que viví con Franco. Solo que en aquel tiempo, al que tenía conciencia le cabía la esperanza de tener razón moral, democrática o política y era capaz de luchar o disentir de aquel estado de cosas.

Ahora la democracia es un sistema totalitario, inmune, cerrado para sus representantes. Los votamos nosotros. De vez en cuando necesitan nuestros votos y entonces hacen piruetas y acrobacias ridículas para convencernos de que pintamos algo. Breve ilusión. Porque el ciudadano común es innecesario una vez ha votado. No todos son iguales. No vale lo mismo un ciudadano de Ávila que un ciudadano de Barcelona, no vale lo mismo el poder de un director del Banco de Santander  que el de una asistenta que limpia casas sin seguridad social. Es una ficción igualar su influencia y su capacidad de decisión.

Me viene todo a la cabeza cuando veo la ciudad de Barcelona tomada por la polícía. En cada encrucijada, en cada intersección, en cada esquina, hay coches policiales, mossos d'esquadra, policía nacional... Todo está montado para proteger de protestas a los miembros del Banco Central Europeo que se reúnen en un hotel de lujo del centro de la Villa Olímpica. No ha habido manifestaciones salvo alguna de estudiantes (¡ingenuos!) que intentaban protestar por la subida de tasas universitarias o unos yayoflautas que querían mostrar su desacuerdo con la reunión o con sus postulados.



Mario Draghi y sus acompañantes han podido decir libremente sin ninguna coacción, protegidos por ocho mil policías que han tomado la ciudad, que lo que se está haciendo es poco, que hay que sanear los bancos, disminuir los salarios y las prestaciones sociales, privatizar... Sobre todo ayudar a los bancos a que digieran la enorme burbuja inmobiliaria... en que están sumidos y que se incrementa con cada vivienda que recuperan por el desahucio de centenares de personas cada día. La moralidad es importante. El sistema bancario y el político debe convencernos de que ellos somos todos, que la salud de nuestra familia y de nosotros como individuos es la misma que la de ellos, que debemos apurar nuestros bolsillos para auxiliar al sistema bancario que se encuentra en dificultades. Esa es la auténtica moral y a ella debemos sentirnos obligados. Es demagogia pensar que el sistema político se haya totalmente supeditado al poder financiero. Mis intereses y los de mis hijos son los mismos que los de Mario Draghi y los de Emilio Botín o Isidre Fainé... Y si no lo entiendo por las buenas lo entenderé por las malas. Es la maravilla de un sistema democrático que tiene su origen en nuestro voto y en nuestra abstención.


Me siento contento de pertenecer a un sistema democrático que me permite votar y cagar libremente sin coacción. Mi mierda es democrática y va libremente al desagüe. Los banqueros son el lado bueno de mi conciencia y sé que he de apoyarlos y poner buena parte de mi bienestar en rescatarlos. Al fin y al cabo si a ellos les va mal, a mí también me irá mal. Entiendo que el Estado (así con mayúscula) los deba defender como el primer activo, entiendo que los partidos políticos deban pagar los créditos que con ellos tienen contraídos, entiendo también que los políticos cuando han pasado su etapa de labor democrática puedan colocarse en los aparatos financieros o energéticos porque hay una continuidad entre su labor leal en la administración y su posterior colocación que les garantiza una vejez ajena al sufrimiento y a las penalidades.

Sí, sin duda el sistema democrático es realmente el mejor sistema que existe y yo como ciudadano anónimo me siento enormemente representado con su funcionamiento. Y doy gracias a la policía que me protege de las hordas marxistas que se agitan en las entrañas de la sociedad para subvertir el orden y llevarnos al caos. Gracias. Me siento en mi casa confortado con que Mario Draghi pueda en el Hotel dels Arts celebrar su reunión -trascendental para mí- sin sobresaltos ni protestas inconvenientes de desalmados antisistema que se dedican a reventar la ciudad. Menos mal que estos días de paz social, protegidos por ocho mil policías, me descubren nuevamente las maravillas del sistema democrático . 

miércoles, 2 de mayo de 2012

Mein Kampf y los psicotropos



Suelo leer la prensa digital e impresa buscando noticias que me den alguna idea sobre qué escribir en el blog. A veces conecto noticias dispares sin ninguna lógica. Pero me gusta. Hoy hablaré de que en Alemania se ha autorizado la publicación del libro de Adolf Hitler Mein Kampf (Mi lucha), uno de los libros más mediocres que se han escrito jamás pero cuyo poder sociológico es extraordinario. Se ha seguido publicando en infinidad de ediciones más o menos clandestinas, pero en Alemania era ilegal. Ahora en Baviera se ha autorizado su edición.

Leí Mein Kampf hace bastante tiempo. Lo leí al tiempo que reflexionaba con el texto de Erich Fromm, que me sirvió de contrapunto, El miedo a la libertad, ya tan olvidado. De ambos tengo un recuerdo claro. El libro de Hitler era un alegato sobre la estupidez y la sumisión de las masas a las que les gusta ser dominadas y exaltaba el espíritu de la nación alemana (el völk) como una unidad de destino. Solo faltaba que él se erigiera, elegido por dicho destino,  en führer de la misma y que la inmensa mayoría de los alemanes, atemorizados por una década de crisis terrible y la fragilidad de la república de Weimar, acudieran hechizados al verbo incendiario de un personaje aciago que señalaba a los judíos como a los enemigos fundacionales del völk. Era una concatenación de ideas elemental, fullera y majadera pero funcionó. Las ideas, a pesar de ser necias, pueden funcionar y, de hecho, cuanto más demenciales y obtusas son, parecen tener mayor capacidad de calado entre las masas. Hitler afirmaba que las masas eran estúpidas y que con ideas elementales -o con mentiras repetidas, añadió Goebbels- se las podía seducir a pesar de que luego cada uno en su casa pretendiera reclamarse individual. Pero la individualidad es peligrosa y supone riesgos: sume al ser humano en la angustia. De ahí, el miedo a la libertad a la que se renuncia cuando domina el pánico. La individualidad supone la soledad y desamparo. Es comprensible que las masas siguieran a quienes les hacía creerse superiores como völk y les liberaba de la responsabilidad de sus actos que dejaban de ser individuales. Erich Fromm analizaba en El miedo a la libertad el fenómeno nazi y lo explicaba en claves psicoanalíticas.

La otra noticia que quería comentar y que no tiene nada que ver con la publicación de Mein Kampf es la que hace referencia a que en las aguas del subsuelo de Barcelona han encontrado restos muy elevados de sustancias como cocaína, éxtasis, metadona, benzodiazepinas (ansiolíticos)... Dependiendo de los barrios han encontrado unas u otras. En los barrios de las clases altas (Sarrià, Pedralbes...) domina la cocaína, en los barrios apaches, el éxtasis, y en el extrarradio, la metadona. Los restos de cannabis son más difíciles de detectar porque se disuelven antes. Los ansiolíticos y los antidepresivos son también frecuentes en las aguas que eliminamos de nuestras casas y que van a las alcantarillas que desembocan a su vez en los ríos.



Los desagües de las ciudades están cargados de sustancias psicotrópicas y expresan un residua de lo que es nuestra civilización. Tal vez estas sustancias, muchas de las cuales no existían en los tiempos de la Alemania nazi y, en todo caso, no estaban tan difundidas, suponen una película en negativo de lo que somos. Por un lado, la pretendida racionalidad, el optimismo, las ideologías asertivas, y, por otro, el reverso: la ansiedad, la depresión, la apatía, el desistimiento, la melancolía, la angustia... estados que son conjurados modernamente con multitud de sustancias que el sistema sanitario distribuye o la clandestinidad proporciona, sin olvidar el alcohol. La civilización, alejada de la naturaleza, tiene un coste. Nuestro sistema de vida que ha de ser productivo, competitivo y flexible, asume que los individuos no son importantes y que son claramente prescindibles. Quedan la química, las drogas, el alcohol, los estadios de fútbol, el adocenamiento, la sumisión o la resistencia en soledad orgullosa, soledad que difícilmente resiste en tiempos de crisis en que las vidas y las circunstancias abruman y aplastan al individuo.

No sé que pasaría en el caso de que la crisis económica fuera progresando y los mecanismos sociales de defensa dejaran totalmente de ser efectivos. No sé si los antidepresivos, la cocaína y el alcohol serían suficientes para conjurar la angustia. Hay quien ha dicho que si la crisis sigue ahondándose tendrán que legalizar la marihuana.

Lo peor es imaginar que en una tesitura semejante, hubo un tiempo en que surgió del huevo de la serpiente, unas alimañas que terminaron por interpretar irracionalmente la angustia colectiva y las masas renunciaron a la libertad en pos del ansia de que alguien les liberara del miedo cerval que sentían. Estamos todavía lejos de ello y de momento los psicotropos van paliando ese miedo y esa angustia. Los psicotropos y el consumo para aquellos que pueden practicarlo. No en vano, los centros comerciales son los nuevos templos donde se reúnen las muchedumbres de fieles que si bien no van  a misa, comulgan bajo las especies de la tarjeta de crédito y la promesa de la redención.

Pero todo puede caer si los mecanismos de cohesión social son dinamitados. Entonces, oscilaremos entre la depresión o la revolución. Esperemos que no optemos por alguien que nos venga a salvar y al que entreguemos nuestra angustia y nuestro miedo.



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