Páginas vistas desde Diciembre de 2005




jueves, 30 de septiembre de 2010

El extrañamiento


Cuando he podido en mi historia como profesor, he intentado, como objetivo central de mi pedagogía, enseñar a pensar, estimular la reflexión sobre el ser humano y sobre el mundo. Pienso que la curiosidad es una facultad que nos impulsa a descubrir nuevos horizontes. Enseñar a pensar es aprender a cuestionarse uno mismo, a poner en duda lo sabido, a interpelar sobre lo desconocido, a desafiar nuestros propios estereotipos, ideas esquemáticas que contribuyen a tener una visión simple –o maniquea- del mundo. Este es el desafío intelectual. Para ello, el profesor ha de ponerse él mismo en situación de búsqueda, mostrando claramente que tampoco su mundo está cerrado y que se apasiona en ese indagar en las áreas seminales del conocimiento.

¿Cómo lograr esto? Pues no lo tengo claro. Sé que tengo diez alumnos de literatura española que no son muy propicios en principio ni a la lectura ni al ejercicio del pensamiento. Eso se creen ellos. Tengo una materia seleccionada por la universidad que he de enseñar, pero más importante que eso es potenciar la curiosidad intelectual. No pienso que lo que tenga que hacer es enseñarles a aprobar un examen con recetas pragmáticas. Creo que lo que tengo que hacer es descolocarlos, obligarles a un ejercicio de extrañamiento que les lleve a salir fuera de sí mismos y a contemplar el mundo con ojos nuevos. No hay peor enemigo del pensamiento que creer que uno lo sabe todo, que lo entiende todo.

Llevamos poco tiempo de curso, pero he tenido ocasión de poner a prueba su disposición reflexiva. Estamos en la literatura del Renacimiento y del Barroco. Un tema central es el misticismo, la búsqueda de la unión amorosa entre el hombre y dios, en un éxtasis de plenitud en que todo desaparece y el tiempo cesa. ¿Cómo ilustrar esta unión inefable? Pensé en proyectarles una película francojaponesa llamada El imperio de los sentidos del director Nagisa Oshima que me cautivó cuando la vi en los años posteriores al fin de la dictadura, cuando fue permitida. El imperio de los sentidos –no sé si la habéis visto- es una película durísima, erótica, violenta… Dos personajes, Kichi Sam y Abe Sada (una geisha),  llevan hasta el límite su deseo de posesión sexual. No quiero desvelar más detalles de la película. Baste decir que no es apta para menores y que sabía que les iba a resultar muy difícil puesto que puede herir la sensibilidad del espectador, aunque yo pienso que es una película intensamente poética. La he visto cuatro veces en circunstancias distintas y todas ellas me ha logrado conmocionar. Pero he leído críticas para todos los gustos que llevan a pensar que esta película es pura basura. Para mí es una muestra del intento humano de fusión mística a través del sexo. Algo no muy alejado de lo que proponen los grandes poemas místicos que hemos de estudiar. En todo caso, estaba seguro que la cinta les golpearía y les descolocaría. Asi fue. Les hice plasmar por escrito sus impresiones y estas fueron muy intensas. Desde quien veía en el filme la lucha entre eros y thánathos freudiano, a quien juzgó que era una película realmente asquerosa, pero no se dejaba de reconocer que entre aquellos dos protagonistas había amor, un amor extraño, obsesivo, que no buscaba perpetuarse en el tiempo, ese gran destructor. Su pasión había de tener un final, tras haber llegado al éxtasis y no tendría vuelta atrás. Hubo quien vio un filme pornográfico, y quién entrevió algo de lo poético. Para ello había que ir más allá de lo conocido.

Una alumna escribía: "A la pregunta de cómo es posible que dos seres que se aman anhelen el sufrimiento, opino que es tal la obsesión de los dos por ser uno que ven la forma de conseguirlo en la muerte. A consecuencia, deciden que Abe acabe con la vida de Kichi para así cortarle sus genitales ya que representaba que si ella tenía esa parte de él, serian solo uno. Por ello, después de cumplir la decisión de ambos, la protagonista escribió en el pecho de él con sangre: "Sada y Kichi, ahora uno."La reflexión que me ha llevado la película, es que se trata de un amor tan extremo que la obsesión que tienen el uno del otro le llevan al punto de cruzar las barreras del dolor hasta llegar a sentirse abrazados por la muerte."

Al día siguiente, les proyecté un vídeo de veinte minutos (primera y segunda parte) de una conferencia de una escritora nigeriana  a un público norteamericano en que les planteaba la necesidad de ir más allá de la historia única que contamos acerca de los distintos pueblos. Los africanos son así, los moros son asá, los gitanos son sin duda de esta manera, los españoles son…Ella como africana les hacía reflexionar sobre la complejidad de los seres humanos y las culturas y su imposible reducción a estereotipos. Nada es lineal y simple. Superar esa historia única confiere dignidad a los hombres. Este vídeo me lo envió V. y me fascinó desde el primer momento. Creo que es un material necesario y oportuno  para muchachos de bachillerato. El vídeo está en inglés con subtítulos en castellano. Son veinte minutos de intensa indagación en los estereotipos culturales para mostrar su oquedad, pero a la vez terribles porque llevan a la simplificación de las culturas y al odio entre los diferentes. Muchas veces a la guerra.

Hoy hemos hablado del barroco. Quiero que la clase sea un espacio de elaboración de pensamiento. Que no sea un ámbito cerrado al mundo. Un cañón de proyección en el aula es una ventana extraordinaria a la universalidad de la cultura. Y el profesor ha de convertirse en un provocador, un dialéctico que ejerza –con libertad y audacia- esa tarea necesaria de hacerles sentir placer en adentrarse en un universo complejo a través de la literatura, las imágenes, el cine… A amar el conocimiento. No sólo a soportarlo. 

lunes, 27 de septiembre de 2010

Y todo esto ¿para qué?


Soy profesor, además de la ESO, de segundo de bachillerato. Es una asignatura de modalidad: Literatura española. Tengo diez alumnos, no especialmente motivados por la literatura, pero sí por que el estudio tenga una recompensa social. Saben que si no estudian se quedarán sin nada, y en estos tiempos de crisis eso es un suicidio. No son en general estudiantes entusiastas, ni están acostumbrados a pensar. Se rigen más bien por estereotipos elementales. Mi desafío, como profesor, es intentar hacerles amar el pensamiento, ejercer la crítica, superar su tendencia a lo simple. Esto es con lo que sueño.

Sin embargo, he seguido en el diario El País, una serie de reportajes titulado (Pre)parados, a lo largo de la última semana en el que jóvenes sobradamente preparados, con carrera, con varios másteres, con idiomas, con estudios de especialización en Europa, están en paro y sus currículos ni siquiera reciben acuses de recibo. Están camino de la treintena y creyeron que una buena formación profesional les abriría muchas puertas y que su dedicación a su carrera tendría consecuencias definitivas. No ha sido así. La mayoría están en paro o subempleados cobrando salarios de seiscientos euros. No pueden irse de su casa ni vivir con su pareja. Sobreviven algunos con becas o subvenciones, y muchos han de pedir dinero a sus padres para pagar el transporte.

¿Quién les ha engañado? ¿Cómo les hemos prometido que si uno se esfuerza y estudia consigue sus fines? Algunos se plantean que para repartir pizzas o hacer de teleasistente, es mejor ocultar sus carreras o sus másteres. Es algo que cotiza en contra. Tienen una formación excesiva y eso levanta suspicacias. ¿Quién confiaría en un doctor en ingeniería para un trabajo eventual y de repartidor de pizzas?

No deja de ser significativo que muchos de los ejemplos traídos por El País señalen que profesionales superformados han encontrado trabajo en Europa, en el Reino Unido, en Holanda, en Alemania, en China, en Suecia… Son los nuevos emigrantes que ven que su capacitación les vale mucho más fuera de España que en su país. Y en contra de sus deseos, sintiéndose expatriados y desterrados, han de amoldarse a una vida diferente a la que habían esperado. Algunos guardan un sordo rencor hacia su patria y parecen renunciar a ella. Algunos son de los mejores de sus promociones, y su especialización ha sido apreciada en otros países europeos mientras que en España no reciben siquiera un acuse de recibo de su currículum.

¿Qué he de explicarles a mis alumnos de bachillerato? ¿Qué estudiando se consiguen oportunidades? ¿Qué estudiando uno se forja un futuro profesional? Para ello he de luchar contra la creencia de que lo que en realidad genera expectativas son los amigos que te pueden enchufar y colocar, que los estudios y la dedicación son accesorios. La excelencia no se prima en España. Sé de magníficos estudiantes que, tras acabar la carrera, con buenas notas, están en una crisis mayúscula. Los jóvenes son el segmento de población más castigado por la crisis, además de los mayores de cuarenta años que se quedan en el paro.

Quiero hacerles pensar, pero ¿sobre qué? ¿sobre la relativa utilidad de lo que están haciendo? ¿sobre el escaso aprecio que se tiene en este país hacia la calidad? ¿Pensar para qué? Cuando el futuro de uno está en el alero, las reflexiones son limitadas. Espero que ellos no lean este post. No me suelen leer. Pero quiero plantear esta reflexión a los lectores. Quizás haya otras alternativas como son el autoempleo o el convertirse en empresarios en un país en que es difícil y complejo constituir una empresa y que va en contra de toda la ideología que magnifica la opción de hacerse funcionario sobre todas las demás. Quizás nuestra formación debería empezar por esto, por hacerles ver que el futuro es sumamente incierto, que tal vez tengan que emigrar, que no podrán emanciparse hasta muy entrados los treinta si es que es posible entonces, que el estudio no garantiza un puesto de trabajo y a veces lo dificulta.

Pero mañana he de trabajar para hacerles sujetos críticos y reflexivos. Pero ¿les explicaré esto? ¿Habré de callarme como si no supiera nada? ¿He de dejar que se lo encuentren ellos mismos? ¿O lo sabrán ya? ¿Qué sentido tiene mi clase sobre el neoplatonismo en la poética del Renacimiento?

A veces pienso que tendría que darles dinamita. Pero he de prepararles para selectividad? Otra gran mentira. Este mundo es reflejo de otro, es un espejo, pero ¿de qué? Mañana les he propuesto que sean ellos los que me formulen preguntas que no pienso contestar. Pero formular preguntas supone un ejercicio de primer orden. Y todo esto ¿para qué? –sería una buena cuestión-.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Diarismo

                                                     Los amantes, René Magritte
He tenido algunas ideas que me han acompañado desde siempre. Me ha gustado comunicar y  referir mi propia vida . Desde muy pequeño me hice un lector compulsivo de tebeos hasta que descubrí los libros a los diez u once años. Empecé con libros juveniles que me apasionaban: Julio Verne, Emilio Salgari, Richmal Crompton … Cuando leí La infancia recuperada me di cuenta de que Fernando Savater y yo habíamos tenido una formación lectora (no sé si decir literaria) semejante. Coincidíamos en nuestra pasión por la aventura en el mar y por los personajes anarquistas como Guillermo Brown. Paralelamente a mis lecturas de aventuras, empecé a aficionarme a escribir diarios. Me he pasado toda la vida de alguna manera escribiendo diarios sobre mi existencia cotidiana o sobre mis viajes. Habitualmente ilustraba cada día con un dibujo que resumiera el espíritu de esa jornada. Pasaba un buen rato escribiendo con mi pluma pelikán e intentando encontrar un componente esencial en cada día para que no se limitara a ser un recuento de hechos intrascendentes y triviales.  He perdido mis diarios de adolescencia lo que es una pequeña tragedia. Estaba bastante desorientado y no me atrevía a escribir abiertamente sobre mis conflictos personales (las chicas, la confusión de la sexualidad, mi transformación, las relaciones con mis compañeros y con mi aspecto físico). Hace falta tiempo para  emprender un diario en que se escriba con total libertad. Tiempo y conquista de ese sentimiento de libertad interior. Pero si uno escribe todo lo que se le pasa por la cabeza, puede ser ciertamente peligroso porque uno puede convertirse en transparente para los que algún día -inevitablemente- puedan leer esos diarios y se asomen a tu  mundo interior oculto que para nada es el que es conocido públicamente. Pienso que ofrecemos a los demás sólo una pequeña parte de lo que somos, como un iceberg cuya mole gigantesca está debajo del mar. Los seres humanos somos extraños y muchas veces tenemos recovecos y vueltas insospechadas. Lo sé por mí y por la intensa observación a que me he dedicado durante muchos años de mí mismo y de todo lo que me rodeaba.

Un día me di cuenta de que me atraía mucho más inventarme mi propia vida partiendo de hechos que eran en apariencia reales. Aprendí a transformarme, a ser otro o varios otros, a desdoblarme jugando con la identidad. Me gustaba la suplantación, la hipersensualidad que llegaba a desbordarse en misteriosos encuentros inciertos o fruto del azar. Me atraía pervertir la noción de realidad llenándola de extrañas resonancias, de símbolos, de juego erótico con las palabras. Escribir –aunque sea mal- te da ocasión de crear un mundo imaginativo que se nutre ciertamente de la realidad, pero también de los sueños, de los deseos o de las imágenes que robas a los libros que lees. Fueron años de brújula y anarquía, que me parecen ahora luminosos, aunque más vale que nadie lea aquellos diarios que tengo escondidos.

Luego vino la Gran Depresión, un hundimiento anímico y existencial que me duró varios años. Mis diarios se hicieron negros, obsesivos, autodestructivos, girando en círculos que me recuerdan las imágenes infernales. Nada se mantuvo en pie. Leer lo que yo escribí en esos años revela un hondo dolor personal -viscoso y lleno de adherencias necrófilas-. Preferí dejar de escribir. Contemplarme dando vueltas al eje del sufrimiento no llevaba a ningún sitio. Era escalofriante cómo llegaba a escribir sobre mí mismo. Con qué odio, con que pasión por desaparecer o extinguirme. Sólo algunos hilos invisibles me unían a la vida.

El pleno marasmo vital empecé a escribir en este blog hace cinco años. Inicié otras aventuras blogueras que hice desaparecer, pero, a pesar de mis intensas dudas, continué escribiendo aquí con frecuencia. Me ayudaba a objetivar, a salir de mí mismo, huyendo de esa profunda sima en que estaba sumido. Escribir, comunicarme, elaborar, pensar, tensar mi profesión haciéndola objeto de una intensa búsqueda personal son unos de los objetivos de este blog al que no hay que hacer nunca demasiado caso, puesto que les he advertido a los que me leen que suelo mezclar realidad y ficción. Ese retorno a lo imaginativo pienso que es un signo positivo. Ya no escribo diarios, pero éste pequeño proyecto personal que es Profesor en la Secundaria es una especie de diario fabulado en que casi todo es verdad, salvo unas gotitas de ficción que aderezan la mezcla. Además es público y abierto a todo el mundo. Mi vena de actor también se revela y se excita ante ese momento en que uno le da al icono de "Publicar entrada". Nunca cuando escribía diarios había sospechado que algún día existiría semejante maravilla. 

domingo, 19 de septiembre de 2010

José Antonio Labordeta

A la mierda los homenajes. Me fastidia estar diciendo cosas hermosas de un hombre llano al que le repateaban los homenajes. Lo oí cantar cuando yo tenía dieciocho años en una asociación de vecinos de un barrio de Zaragoza. Todavía no he olvidado la emoción que se generó allí cuando se cantó -enlazadas nuestras manos- el canto a la libertad, y eso que no tengo buena memoria. Era esa persona con la que tomarías unos vinos sin que sintieras que se creía superior a ti. La vanidad no era su defecto. Y eso es lo que lo hace cercano. Me hubiera gustado cenar con él en un restaurante de Zaragoza que se llama Casa Emilio. Y tomar vinos y enhebrar conversación. Era un idealista. Lo que pretendía era imposible, pero qué hermoso era. Dicen que en el Parlamento le llamaban algunos "el paleto". Y sí, es verdad, este catedrático de Historia y profesor durante algunos años era un paleto genial, lleno de compromiso ético. A la mierda los homenajes. Sólo lamento no haber estado con él una noche en que hubiéramos charlado y bebido vino. Me joden los homenajes, ese pasear solemne por la Aljafería de tantos políticos charlatanes que ahora se apuntan al carro cuando antes lo despreciaban. Bah, José Antonio, tu poesía -la tuya y la de tu hermano- es lo mejor de esta tierra que se llama Aragón, pero que no niega a España, y es generosa con sus distintas expresiones. Lo dicho, compañero, lamento no haberte conocido y haberte disfrutado una sola noche.




Canto a la libertad

martes, 14 de septiembre de 2010

La literatura como aburrimiento

He querido empezar el curso de Literatura Española de segundo de Bachillerato haciendo una prospección entre mis diez alumnos sobre las relaciones entre ellos y la literatura. El tema era, pues, La literatura y yo. Les sugerí un brainstorming inicial y la elaboración de un mapa conceptual para dar cuerpo al ensayo que les estaba solicitando.

Unos días después, aplicados, me han entregado sus composiciones escritas sobre las tortuosas relaciones entre ellos y la literatura.

Podemos decir que en estos jóvenes de diecisiete y dieciocho años existe unanimidad casi absoluta. Se relaciona, sin lugar a dudas, la literatura con el aburrimiento:

Leer es aburrido”. “La literatura y yo no somos buenos amigos”. “Sólo he leído por obligación en el instituto”.” Son aburridos los libros obligatorios: son largos y complicados, hay en ellos demasiadas descripciones”. “¿Quién va a preferir leer un libro cuando puede ver la televisión, jugar a un videojuego o navegar por internet?” “Los libros no suscitan interés, no expresan nada, son pesados, una especie de suplicio”.

Estas son un resumen de las opiniones vertidas y que son reiteradas. Se deplora la falta de interés de los libros, su obligatoriedad, la desigual competencia con las nuevas tecnologías, su complejidad, su letra pequeña, el cansancio que produce la lectura…

A la vez se recuerda con enorme afecto el tiempo en que eran niños y alguien les contaba cuentos. Les dije que ahí comienza nuestra formación literaria: con la narrativa oral. Pero esa ligazón se va desvaneciendo a medida que se va creciendo hasta llegar a la adolescencia en que la lectura se ve como un padecimiento al que se resignan apáticamente, pues saben que es obligatoria en las asignaturas de lenguas.

Hay un alumno que, sin embargo, reconoce que lee novelas policiacas o de cariz psicológico, sobre budismo, criminología o grafología. Es el que más he visto predispuesto a abrirse a la literatura “obligatoria” de este año que incluye: una selección de poemas del siglo de Oro, una antología de El Quijote, El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, una antología de la poesía de Rosalía de Castro, Eloísa está debajo de un almendro y Cinco horas con Mario.

Algo hacemos mal. Lo comentaba con Dunia, mi compañera de departamento, promotora de un proyecto de lectura en segundo de ESO que ha tenido un notable éxito. Prescindió de los libros obligatorios y fomentó que los alumnos en la biblioteca eligieran libremente los libros que iban a leer. Tenemos una buena base donde elegir de la llamada literatura juvenil. Los alumnos de tres segundos el año pasado leyeron –con el soporte orientador de Dunia- un promedio de seis o siete libros voluntariamente, y hubo alumnos –conflictivos en otros sentidos- que llegaron a leerse 17 libros durante el curso. No había obligatoriedad, no había examen pero debía presentarse una ficha cumplimentada sobre la lectura. La experiencia demostró que los adolescentes odian lo obligatorio (no sólo ellos) pero si son expuestos a la libertad y hay donde elegir, convenientemente motivados, pueden convertir la lectura en algo que no sea odioso. Hubo incluso quienes leyeron textos más complejos del prototipo medio como Caperucita en Manhattan o La historia interminable.

Para el que firma esto, son datos y elementos de juicio que me llevan a reflexionar. Movido por los más bellos ideales he planteado lecturas obligatorias con textos de densidad literaria y con frecuencia he conseguido rotundos fracasos. Hoy ha venido a verme una exalumna de hace varios años que recordaba cuando les hice leer en cuarto de ESO (16 años) Corazón kikuyu de Stephanie Zweig, La espuma de los días de Boris Vian y La metamorfosis de Kafka. A ella le fascinaron y todavía los relee, pero la gran mayoría de los estudiantes se mantuvieron totalmente alejados de lo que leían y muchos no se los leyeron. Esa fue la realidad.

Muchas veces ha surgido este debate en blogs pedagógicos. ¿Sirve de algo la obligatoriedad de las lecturas? ¿No estamos tirándonos piedras contra nuestro propio tejado? ¿Se puede forzar la lectura? ¿O es insoportable el verbo leer conjugado en imperativo como sostenía Daniel Pennac en Como una novela?

Considero a mis alumnos de segundo de bachillerato y me doy cuenta de que son herederos de una filosofía de la obligatoriedad, combinada ciertamente con otros factores, y que no ha dado resultado. Prácticamente todos detestan leer aunque reconocen que amplía el vocabulario y da cultura, pero ¿leer?, no gracias.

sábado, 11 de septiembre de 2010

De errores y contradicciones

Escribir con libertad interior no es necesariamente fácil. Llevo cinco años publicando y soy consciente de que en mis posts se han deslizado errores de interpretación o bien se han planteado profundas y serias contradicciones entre mi secuencia de ideas. No soy el mismo que comencé a escribir hace un lustro. La blogosfera me ha enriquecido y me ha hecho conocer líneas de pensamiento, experiencias, procesos íntimos de los blogueros… Pienso que no hay que temer equivocarse, ni a entrar en contradicción. Sólo los aquejados de elementalidad son siempre iguales a sí mismos y no incurren en el absurdo. Así pensaba Unamuno cuya vida y obra es para mí un ejemplo estimulante.

¿Se imaginan lo que es escribir sabiendo que te leen o que pueden leerte en el entorno personal y profesional más cercano? Uno puede caer en el temor a caer mal, a temer sus errores, a ir adecuando sus posts para que no resulten molestos, a irlos limando para que sean irreprochables y políticamente correctos para la administración o para las estructuras oficiales.

Mi post Censura digital en las aulas contenía errores que quiero reconocer aquí delante de todos. Sostenía que estaban siendo censuradas alguna aplicaciones por el Departament d'Ensenyament en el programa Educat 1x1. No es así. Salvo Facebook, Tuenti y Messenger, no he detectado que estén bloqueadas otras aplicaciones para los alumnos. No están bloqueados Gmail, Google docs, Youtube, Blogs o Twitter. Lo que yo percibí en una sesión informática fue un problema puntual que posteriormente no se confirmó. Mis disculpas públicas. Siento a la vez un gran alivio porque esto supondrá que estos canales estarán abiertos y serán utilizables. Me alegro de haberme equivocado.

Sin embargo, hacía una valoración del papel de las editoriales elegidas y mi intención de elaborar un programa propio adaptado a mis alumnos con serias dificultades de aprendizaje. Me confirmo en ello. Pienso que será un error convertir el programa 1x1 en un uso exclusivo del Libro digital de cada asignatura. Han sido hechos con mucho apresuramiento y los profesores con que he hablado deploran su deficiente calidad en las distintas materias. Será un error limitarse al uso del libro digital. Este programa nos abre perspectivas diferentes mucho más complejas que hemos de aprender a explorar y a atrevernos a llevar a cabo. Entiendo que muchos profesores asisten a cursos de formación y que esta dedicación ha de ser reconocida, pero también estimo que la revolución digital implica una convicción personal. Uno no puede seguir siendo el mismo profesor –con leves retoques- tras la incorporación a las aulas de las pizarras digitales y los ordenadores personales de los alumnos. Es como ir montado en una nave espacial y pensar que lo que uno conduce es un SIMCA MIL. Los cursos de formación no son suficientes, hay que pensar en digital y eso requiere de una íntima convicción, que estimo que no existe (aunque hay núcleos entusiastas a los que me he adherido tanto en Cataluña como en el resto de España. Entre los partidarios de la web 2.0 se distingue una gran ilusión por la incorporación de las TIC, pero también me anima su espíritu generoso que les lleva a compartir recursos y ponerlos libremente en la red. Me gusta ese ánimo conducente al intercambio, a la puesta en común, a pensarnos miembros de una conciencia e inteligencia colectivas que no tiene líderes y sí infinidad de conexiones que aportan cada una una parte digna de ser considerada.

El profesor medio desconoce esto. Le llega lejanamente. La tecnología es un mal necesario que hay que soportar y hacer algún cursillo de vez en cuando, pero ello no implica la transformación del proceso de pensamiento. Por ello, las editoriales –empresas que se lucran enormemente del mundo educativo- tienen a los profesores como sus más fieles aliados. Yo las he utilizado, siendo consciente de que elaborar es más difícil que seguir un texto. El mundo digital abre un nuevo campo en todas las áreas para adaptarnos al presente. ¿Qué es lo fundamental en lengua –me pregunto-. ¿Qué sepan analizar oraciones? ¿Penetrar en la densidad de las categorías morfológicas? ¿O tal vez que sepan escribir con sentido? ¿Qué entiendan un texto reconociendo sus ideas principales? ¿Que sepan puntuar un texto correctamente? ¿Que se sepan expresar oralmente con un léxico más rico? Alguien podría sugerir que ambas direcciones son compatibles, pero el esfuerzo que dedicamos para que reconozcan los arcanos de la gramática (conozco a un brillante profesor italiano de universidad, doctor en Filología Hispánica, que reconoce no saber nada de verbos transitivos o de complementos directos. En Italia no se le concede ningún valor a este tipo de contenidos), es tan alto que soy consciente de que los alumnos llegan a segundo de bachillerato incapaces de articular un texto con sentido. Eso sí puede que sepan distinguir –o no- una subordinada sustantiva de complemento directo.

En fin, quiero dejar claro a quien corresponda o lea esto, que seguiré escribiendo con libertad interior, me lea quien me lea, o reciba –legítimamente tal vez- los más sonoros rapapolvos institucionales por el contenido de este blog. Sé que me puedo equivocar o cometer errores, pero estos son connaturales a cualquier proceso de pensamiento. Aunque de eso a querer autocensurarme, nada de nada.

martes, 7 de septiembre de 2010

El último tweet de Sócrates

Hace unas semanas recalé en la cripta románica de Santa María de Aínsa. Intenté orar a mi manera –siendo un descreído- , pero no lo encontré como una contradicción insalvable. Stephen Hawking ha publicado un libro en el que argumenta que dios no existe. Ya hace tiempo que la ciencia y la literatura ha razonado y recreado que dios no es necesario para explicar el universo. A esa misma conclusión llegué a mis veinte años tras una profunda crisis de fe. Imagínense, una crisis de fe. ¿Qué es eso? Pero pienso que las crisis de fe son importantes, necesarias, estimulantes. De allí no saqué la idea definitiva de que dios no existía, sino de que no me era necesario para vivir.

En la iglesia románica de Aínsa fui consciente del poder que tuvo en otro momento la iglesia, de su capacidad de seducción (se equivocan los que piensan sesgadamente que la iglesia sólo tuvo poder arbitrario). Es no entender nada si no reconocemos la enorme seducción de lo sagrado, pero visto hoy el más magnífico retablo realizado por el más exquisito artista renacentista, no nos comunica nada necesario a nuestro tiempo. Ello no impide que reconozcamos su belleza y la sutileza que llevó en otros tiempos a los hombres a emocionarse y percibir la trascendencia. Las tallas sagradas son hoy monumentos funerarios salvo en las salvajes y paganas procesiones andaluzas.

¿Qué quiero decir con esto como enseñante que lleva treinta años en el oficio? Que casi nada del pasado nos sirve. Que hemos entrado definitivamente en otra era en que las inquietudes son otras, en que lo que emocionó en el pasado requiere de un esfuerzo suplementario para volver a darle vida si es que se consigue; que la velocidad interior de nuestro tiempo es infinitamente superior a la del siglo XIX e incluso del siglo XX; que no tenemos conciencia muy bien de hacia dónde vamos (si es que vamos a algún sitio, pero en todo caso vamos rápido, muy rápido); que la lentitud es una carga; que el mundo de las palabras se inclina ante el mundo de las imágenes vertiginosas. Que el cambio se desarrolla a una velocidad normal para los nativos, pero alucinante para los emigrados a esta época. No sabemos cómo pararnos. Y es necesario hacerlo, aunque sólo sea para tomar impulso y recapacitar.

Este curso se incorporan los ordenadores personales al proceso educativo. Mis alumnos estarán en clase con un PC conectado a internet, y yo estaré frente a ellos con una PDI, una pizarra digital y mi propio ordenador. ¿Qué significa esto? ¿Volveré a explicar la morfología del sintagma nominal? Es acción lo que requiere la situación, acción y teatralidad. El sintagma nominal pierde densidad que sólo puede recuperar con la praxis, con la experiencia. Se impone la experimentación, los saltos hipertextuales, los enlaces, el pensamiento discontinuo. El saber ya no es una enciclopedia ordenada y codificada, sino una vorágine de impulsos que enlazan unos con otros. Las partes están conectadas con el todo. El profesor pierde aparentemente su capacidad taumatúrgica y se convierte en un explorador que abre el mundo en su dimensión más desconocida a adolescentes que ya no son ingenuos y que creen saberlo todo. La pérdida de la inocencia es el factor más decisivo que he constatado en mis treinta años de profesión. Hubo un tiempo que mis alumnos se quedaban los miércoles por la tarde para ver una película alquilada en vídeo VHS. Era fascinante verlos en masa asistir en horas fuera de clase a ver Alien el octavo pasajero. El adolescente ahora hace el amor a edad más temprana, consume drogas y alcohol cada vez antes, tiene sus redes sociales que le comunican con el mundo. Sabe de la virtualidad y de la discontinuidad de la realidad, la tecnología es su mundo nativo, y la tecnología es extremadamente sexual y alienta la idea de que somos más fuertes que la muerte.

Pero nosotros hemos de incorporarnos a ese mundo haciéndolo nuestro y llevarles a la armonía del clasicismo, al lenguaje de la tradición, al pensamiento filosófico, a la poesía que implica transitoriedad y humanismo.

El profesor que no se incorpore a este mundo virtual y tecnológico no entenderá el universo de sus alumnos -aunque he conocido a magníficos profesores que sólo ansían poderse jubilar-. El tiempo del shock del futuro ha llegado hace décadas. El lenguaje de nuestro tiempo es la tecnología. Las pizarras son digitales, abiertas al mundo, a los lenguajes múltiples, a las conexiones interactivas, a la clase en red, al conocimiento informal, al sistema asistemático pero a la vez coherente en su discontinuidad, porque detrás de cada revolucionario que nos incorporemos a la contemporaneidad digital, ha de haber un hombre del medievo, del clasicismo, del siglo XIX. Hemos de traerles la cultura del pasado con el lenguaje de este tiempo.

Se abre un tiempo fascinante y lleno de perspectivas. Quien no se dé cuenta caerá en la inanidad, en la queja de la canción ya amanerada. Los deseducativos llegarán a desencontrarse con la entraña del presente y quedarán arrinconados, obsoletos, caducos. Definitivamente off. No me cabe duda alguna por qué mundo hubiera apostado Sócrates antes de apurar la cicuta y tras haber redactado su último tweet:

Yo sólo sé que no sé nada.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Censura digital en las aulas

Este año se inicia en Cataluña el proyecto eduCAT1x1, lo que supone que los centros que se han acogido al mismo contarán con ordenadores personales cofinanciados para los alumnos de primero y segundo de la ESO. Se supone que esto implica la incorporación al mundo digital y a la web 2.0. Sin embargo, veo escaso o nulo debate en mi centro, no sé en otros, sobre lo que esto significa en cuanto a nueva filosofía del aprendizaje. Lo único que ha tenido éxito entre mis compañeros ha sido una charla de la editorial TEIDE que ha sido la escogida para suministrar los libros digitales que sustituirán a los físicos.

Sin embargo, yo no asistí a esta reunión. Me negué a secundar el proyecto digital que cambia las cosas sólo en la superficie. Ignoro qué repercusiones va a tener sobre mis alumnos, pero quiero experimentarlas. Soy consciente del escaso aprovechamiento que obtengo por medios tradicionales, de modo que no quiero cerrarme la posibilidad de comprobar si lo que se aprende por la experiencia directa y personal, puede lograr mejores objetivos. No lo tengo claro, pero sí pienso que esto supone un salto cualitativo y un enfoque totalmente diferente a lo hecho hasta ahora. Quiero convertir el aula de segundo de ESO en un aula virtual en que los alumnos no utilicen el papel ni los libros digitales suministrados por las editoriales. La programación será la elaborada conjuntamente por el profesor y los alumnos. Quiero dar relevancia a la expresión oral y escrita, a potenciar su capacidad crítica, a la elaboración de resúmenes, a la realización de fórums poéticos en que los alumnos graben su propia voz recitando poemas, quiero elaborar un libro digital con narraciones o cuentos de distintas latitudes de mis alumnos, en su mayoría inmigrantes. Quiero realizar dictados digitales, trabajos de investigación sencillos, presentación del dossier –tradicional en mi centro- en formato word digital con índice, notas a pie de página, justificación de contenidos de toda la materia elaborada a lo largo del trimestre. Quiero utilizar imaginativamente la pizarra digital. Me he pasado muchas horas experimentando con ella. Curiosamente me he dado cuenta de que soy el único que lo hace. Tiene posibilidades interesantes, pero que hay que conocer. Quiero estar enlazado a internet para proyectar vídeos cuyo contenido quiero que resuman mis alumnos con sus palabras. Tengo la impresión de que este instrumento del 1x1 abre posibilidades inmensas que no están siendo evaluadas, y que son contempladas con abierto desinterés por la mayoría del profesorado que piensa que todo ha de cambiar para que no cambie nada. El comentario más explícito que he oído es el temor a que la webcam de los portátiles sea utilizada malévolamente por los chavales.

Un instrumento básico para que el aula virtual funcione es la conexión a internet a la que han de tener acceso mis alumnos. Sin embargo, la clave digital con que contarán para conectarse al wifi del instituto restringe radicalmente su acceso a la red. Imagino que velando por que no accedan en clase a páginas no adecuadas o de entretenimiento, se limita totalmente su uso del mundo de los blogs y los wikis en los que no pueden dejar comentarios ni intervenir; del mismo modo su acceso a youtube, twitter, facebook está igualmente cerrado. Pero no sólo esto sino que muchos de los enlaces educativos que se pueden obtener a través de Google (Earth, Maps, documentos, grupos de discusión, blogs de redes educativas, correo electrónico de gmail u otros) están severamente restringidos o totalmente inhabilitados porque se justifica que no son "educativos" por parte de la administración pública catalana (Departament d'Educació).

A lo único que parece que puede haber acceso abierto es al libro digital correspondiente de la editorial TEIDE que yo no quiero utilizar. Digo que hay acceso, pero esto no es exacto porque dependerá la capacidad de nuestros servidores, que se presupone será muy limitada cuando haya trescientos ordenadores conectados a la vez.

¿Dónde está la revolución digital? ¿Ha de haber censura para conjurar los miedos que se tiene a la red? No he encontrado en ningún sitio un lugar para el debate sobre ello. Prefiero asumir como profesor los riesgos de un acceso abierto y potencialmente creativo, que encontrar un internet despojado de la inmensa mayor parte de sus posibilidades y que quiero explorar. Hasta ahora la conexión del instituto no tenía limitaciones en cuanto a las webs y contenidos posibles pero desde que se ha instalado el 1x1, la red ha sido amputada en todo aquello que tiene de más fascinante.

¿Es esto lo que queríamos? ¿Seguir siendo esclavos de las editoriales que serán las únicas que podrán servirnos de referencia? ¿Habré de olvidar mi proyecto de aula virtual para utilizar esa bazofia editorial que se ha hecho a toda prisa y que todavía desconocemos en su mayor parte. ¿Hay alguien que comparta estas reflexiones? ¿Hay posibilidad de una acción conjunta para reivindicar una red de libre y total acceso? ¿O quizás se comprende la censura para evitar males potenciales?

Mucho me temo que lo que iba a ser un experimento revolucionario quede convertido en un simulacro despojado de sentido.

lunes, 30 de agosto de 2010

Da igual

Escucho a Charlie Mariano en la noche. Escribo. Tengo varios temas en mi mente, pero he decidido centrarme en el teatro. Hubo un tiempo que yo fui actor. Un tiempo maravilloso. Pienso que mi vocación –aunque a Serenus Zeitbloom le estremezca esta palabra- es la de que yo debí ser actor. Da igual. No ha sido así. Una pena. Actuaba y veía teatro varias veces a la semana. Creo que para ver algo valioso teatralmente hay que asistir a una veintena de espectáculos que merecen relativamente la pena. Pero cuando estalla la magia del espacio vacío es una experiencia difícil de olvidar. Han pasado años pero me quedan imágenes grabadas en la retina que me acompañarán siempre. No voy a hacer un inventario de obras extraordinarias que vi. El teatro es un fenómeno inexplicable. En una improvisación de una modesta escuela teatral de barrio puede surgir la fuerza, el misterio y ese algo inexplicable que no surge en actuaciones de Centros Dramáticos Nacionales. He sido consciente de ello. No hay nada objetivo que justifique que algo sea inolvidable.

He visto varios espectáculos así. Quiero traer a la memoria mi asistencia en el Poliorama de Barcelona (1983) a un espectáculo mítico dirigido por Tadeusz Kantor titulado La clase muerta. Un mundo simbólico, en blanco y negro, preñado de resonancias extrañas de la infancia del director que estaba presente en escena dirigiendo (evocando a Shakespeare en el teatro dentro del teatro). Asistí durante hora y media a algo difícilmente explicable. Se adentró en mi inconsciente, en el de todos los que asistíamos a la representación. Teatro negro, oscuro. No racional. De cámara negra. No sé si lo recuerdo muy bien. Pero sí sé que cuando acabó, el público se quedo anonadado durante más de un minuto y en silencio. Luego estalló en un aplauso indeciso, no sabiendo qué opinar sobre lo que había visto. Normalmente en el teatro se suele ser muy condescendiente con lo que se ve y se aplaude generosamente cualquier representación con mayor o menor entusiasmo. Pero aquel día, el aplauso fue extraño. Nunca he visto actuación con mayor fuerza simbólica y dramática que aquella. Para resumir podríamos decir que fue como ver en persona a Kafka dirigiendo el Informe para una academia. Da igual. Fueron unos instantes alucinantes, y nuestra reacción fue paradójica. Nunca habíamos visto nada semejante. Era algo radicalmente íntimo, como el lenguaje de algunos genios que nos hablan de su niñez y un mundo abocado a la muerte. El único tema importante. Algo así he sentido viendo el cine de Fellini. La representación, aclaro, fue en polaco. Pero daba igual, exactamente igual. Tengo impreso en mi retina aquello que vi, que no es muy diferente a lo que he visto sorprendentemente en improvisaciones modestas. Me duele haber abandonado el teatro. Como espectador y como actor.

Hoy leía en El País sobre una obra que va a ser representada en Barcelona. Tiene como eje a unos pijos (inspirados en El señor de las moscas de William Golding) que naufragan en una isla desierta. De muchos es conocido la reflexión antirroussoniana que late en la obra. Los seres humanos no son buenos por naturaleza. Aquellos adolescentes (en esta obra de 18-19 años) han de aprender a vivir sin redes sociales, sin el soporte tecnológico que nos sustenta (sin facebook, sin iphones, sin twitter, etc). Los protagonistas son muchachos de colegios privados que han de madurar en esa experiencia límite que recuerda a Perdidos –esa insufrible serie notable por su incoherencia- o a ese programa de la Cuatro que se llamaba Perdidos en una tribu. El tema es fascinante pero me resulta ya demasiado manido. Pienso que no hay lugar ya para la aventura. El mundo se ha hecho demasiado pequeño y la web 2.0 ha acercado todo para bien y para mal. Me gustaría ver esta obra pero no pienso que salga de ella nada especial después de ver los antecedentes televisivos que llevan a que sea un producto comercial sin carga filosófica profunda. El ser humano contemporáneo se ha hecho telegenético, intrascendente, y sus conflictos requerirían de un tratamiento más clásico sin abandonar la contemporaneidad. Lo que hace que algo sea clásico y revolucionario a la vez es difícil de definir. Sólo algunos lo alcanzan, pero me temo que la cultura de masas que nos abruma convierte cualquier conflicto en banal. Sólo queda la resistencia de los antiguos que utilizamos la red como una balsa de salvación intentando sobrevivir y resistir. Evitemos el éxito. Mantengámonos en la medianía, en la discreción, pero sigamos hablando sobre los seres humanos enfrentados a sus desafíos, el menor de los cuales no es envejecer y a la vez crecer observando que el mundo cambia convirtiendo cualquier idea en un producto a la venta. No queremos vender. Nos recluimos en la nada, en la inacción, en una infancia imaginada, sin buscar ningún objetivo. No queremos conquistar ni llegar a nada, pero no podemos callarnos. Es un impulso a que nos lleva el inconsciente o esos acordes que me llegan de Charlie Mariano. Da igual A la mierda.

viernes, 27 de agosto de 2010

Invitación a la sabiduría

Ha muerto Raimon Panikkar. Hace un tiempo le cité en un post. Me hubiera gustado conocerle en persona. El otro día hablaba en contra de los libros de autoayuda porque me parecen superficiales y tópicos. Sin embargo, me gusta leer a Panikkar, a Krishnamurti, a Dogen, a Taizen Deshimaru... Soy un ignorante al que le tienta escuchar a los sabios. Pero sabio no es cualquiera. De hecho es un concepto que parece olvidado. ¿A quién le interesa la sabiduría? No tengo palabras para explicarlo. Mi blog es un torpe intento de reflexionar sobre la vida. Ayer murió Raimon Panikkar y no lo he sentido. Su vida ha sido plena. ¿Y qué es morir? Un instante. Tan importante como el anterior, como éste en que estoy escribiendo. Me gusta concebir la vida como una aventura. En ello estamos. Os dejo enlazado un vídeo en que podéis escuchar a este filósofo-teólogo, maestro del diálogo entre culturas y religiones. No dejéis de investigar su pensamiento.

lunes, 23 de agosto de 2010

El Danubio

Romeo Mancini

Detesto los libros calificados como de autoayuda que, en modo de manual sencillo, nos enseñan a arreglar nuestra vida o a solucionar sus zonas erróneas y que promueven ideas clave como aprovechar y disfrutar el presente, a asumir el pasado como irreversible, a apreciar las pequeñas cosas, a tener más en cuenta nuestras posibilidades que nuestros lastres, a forjar el optimismo como una fuerza creativa frente al pasivo pesimismo, a desarrollar el pensamiento positivo y darnos cuenta de que cada día que amanece es un filón de potencialidad si somos capaces de dejar atrás nuestra carga negativa. También enseñan a aprovechar las crisis como momentos de oportunidad, a conocer nuestros sentimientos y expresarlos de una forma asertiva, a aprender a negociar teniendo en cuenta que siempre habremos de ceder en algo para conseguir otra cosa que nos interese, a aprovechar nuestros conflictos como expresión de algo nuevo, etc, etc.

He resumido en pocas líneas el núcleo de la mayoría de esos libros que llenan anaqueles de las librerías y que se han convertido en un filón para algunos autores de éxito como aquel libro espeluznante titulado La buena suerte de Álex Rovira o aquel best seller empresarial, que nos enseña a saber cómo adaptarnos a los cambios, que es ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson. Muchos de estos títulos son utilizados en escuelas de negocios y son una oferta habitual en los aeropuertos para ejecutivos en tránsito a punto de entablar negociaciones comerciales. Esta flexibilidad que nos propone este género de libros que ayudan a vivir mejor, y que son clasificados en la sección de ciencias humanas, desarrollan y exponen la esencia misma del capitalismo en la fase de desarrollo tecnológico actual que sume a muchas personas en crisis de adaptación y trastornos de la personalidad. Sus fuentes vulgarizan en general las corrientes de pensamiento oriental como el tao y el budismo en su vertiente zen que es la que mejor ha sabido expresar el concepto de mujo (insustancialidad, impermanencia, transitoriedad) adaptado a las sucesivas fases del capitalismo.

El ser humano carece de esencia y de noumeno y esto le acongoja cuando presiente la impermanencia de sí mismo y de todo que le rodea. El cambio forma parte esencial de nuestra vida. Frente a esto sentimos angustia porque nos exponemos a una realidad intrascendente y a la única verdad constatable: que vamos a morir. ¿Qué sentido tiene el vivir? El existencialismo del siglo XX intentó darle una salida a este conflicto esencial mediante la idea del compromiso y la aceptación del pacto humano con la nada. En mi ciclo de vida como hombre del siglo pasado y emigrado en el presente, he constatado que el pensamiento existencial ha caducado en buena parte. Era un núcleo denso y complejo que iluminó a buena parte de la literatura, el teatro, el cine y la filosofía de varias décadas hundiendo sus raíces en Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche... En el siglo XXI todo es más evanescente y crecientemente acelerado. Ya no nos interesa ni nos atraen los conflictos existenciales a los que ya nos hemos acostumbrado e intuimos que no tienen salida de ningún tipo. La muerte está ahí, y lo mejor es no pensar en ella. Entretanto hemos de aprender a vivir en un mundo que no permite dejar apenas ningún poso. Somos viajeros de circunstancias que tal vez se angustian por su levedad. El capitalismo nos necesita fungibles, dispuestos al cambio permanente, sin demasiadas rémoras del pasado, sin raíces que nos anclen en visiones periclitadas... La angustia o la incertidumbre son estados que se pueden enfrentar con libros prácticos de autoayuda -que nos permitan cambiar sin aferrarnos a factores innecesarios e improductivos-, y, en todo caso, la ingestión de antidepresivos ha aumentado exponencialmente para poder soportar la aceleración de un modo de vida que nos exige siempre jóvenes y adaptables. Y a ser posible con una sonrisa como una tajada de sandía. Es el tiempo del pensamiento débil frente a la solidez de otros sistemas filosóficos más arriesgados. La filosofía oriental en su faceta más seria ofrece un análisis de este fenómeno del cambio como elemento central de la vida, pero desconfío de su banalización en recetas del vivir cotidiano en los citados libros.

Se necesitan manuales prácticos, fáciles de leer y que nos inyecten flexibilidad y buen humor para poder llevarnos nuestra porción de queso y esquivar el sufrimiento.

Entretanto leo lentamente un libro magnífico titulado El Danubio de Claudio Magris. Cada párrafo me supone momentos de intensa reflexión sobre el sentido de la historia, del ser humano, la cultura y la vida... que no me da respuestas ni píldoras inspiradas en el pensamiento positivo. Me cuesta avanzar porque me detengo continuamente y subrayo con placer e interés. El autor no pretende arreglarme la vida ni hacerme más feliz, pero sí que me invita a acompañarlo en un viaje literario y existencial. Es un discurso profundo que responde a una concepción de la vida a través de un viaje poético y filosófico por el curso del Danubio. No son fórmulas para disipar o solucionar nuestras crisis sino la expresión de un pensamiento orgánico y denso que seguro que no serviría para ejecutivos exitosos en la sala de espera de aeropuertos ni para mancebos en la crisis de los cuarenta o para hombres y mujeres que necesitan una solución que les lleve al optimismo. Es la opción del conocimiento frente a la sonrisa enlatada que a algunos no nos interesa. Prefiero arriesgarme a ser infeliz ahondando en mí mismo y pensando que mi vida no está concluida ni cerrada. Es lo que según Claudio Magris divide a las personas: esa necesidad de estar siempre en movimiento en una curva que no está clausurada. Y añado yo, siguiendo al recuerdo que tengo de Joan Brossa, una curva en espiral no concéntrica.

jueves, 19 de agosto de 2010

Un mundo perdido


Un mundo exuberante, hermoso y de inigualable belleza es el que constituye la sierra de Caurel entre las provincias de Lugo y Orense. La vista se deleita en montañas de un color característico, llenas de vegetación autóctona: castaños, robles, hayas, encinas, tejos, fresnos, avellanos, alisos, abedules... Pueblecitos colgados de la montaña con característicos tejados de pizarra en medio de la masa boscosa. No voy a situarla en el mapa. Allá cada cual con sus habilidades investigadoras. He pasado allí dos días. Volvía tras un paréntesis de siete años en que recorrí apresuradamente la extraordinaria devesa de Rogueira, uno de los hábitats naturales más rico en biodiversidad de Europa, aunque no el único en la sierra. El río Lor vertebra la comarca más sorprendente y atípica que uno pudiera imaginar, porque es como si allí se hubiera detenido el tiempo en todos los sentidos: en su belleza intocada por la civilización y el progreso, en su estilo de vida único y humano, en su integridad natural... Casi se podría decir que es un milagro que algo así se haya podido conservar. No entiendo cómo la avalancha uniformadora turística o de desarrollo avasallador ha permitido que siga existiendo este mundo aparte entre Piedrafita del Cebreiro, Quiroga y Samos.

He pasado dos días alojado en una casa de turismo rural espléndidamente restaurada donde he sido tratado con calor y reconfortante hospitalidad, que ha dado lugar a varias conversaciones con Suso, el gestor de la casa, sobre la sierra, su realidad, su futuro y perspectivas. En este mundo hay tiempo para pararse a mantener una charla pausada y densa. Me he enterado de noticias relevantes en el universo poético de la sierra de Caurel, recreado, como dije hace unos días, por el poeta Uxío Novoneyra en libros como Os eidos cuyo espíritu sigue planeando entre los más inquietos de estos puebliños de piedra y pizarra.

¿Tiene futuro esta sierra? Me lo he preguntado con insistencia durante estos días. La economía de la comarca se nutre de la ganadería tradicional, el turismo rural entre los más innovadores, alguna pizarrera y también alguna cantera que son rechazadas en algunas pintadas que he podido ver. Pero el turismo asimismo es visto con recelo, aunque sea una fuente de ingresos respetuosa con el medio ambiente en el modo en que hasta ahora está planteado. La población es muy escasa, está envejecida y distribuida en más de cincuenta núcleos de población. Hay muy pocos niños y muchos ancianos. Es difícil para un joven no tener que emigrar como lo han hecho tantos y tantos. Las carreteras son estrechas y poco transitadas por lo que es un placer circular sin prisa entre estos valles y montañas de maravillosa hermosura. Pero sin futuro está sierra esta destinada a quedar despoblada en pocos años. Hace falta una mentalidad contemporánea para preservarla. Son valiosas la visiones tradicional o la resistente que pugnan por dejar que todo siga como está -detenido en el tiempo- pero eso no garantiza que pueda sobrevivir. Hay una mentalidad muy conservadora que obstaculiza toda innovación que pudiera ser hecha por gente joven y con ideas avanzadas. Hay proyectos empresariales interesantes que buscan -integrando un punto de vista conservacionista- promocionar el turismo de calidad (amante de la naturaleza, senderista...) pero se encuentran con planteamientos reacios a cualquier cambio. Y es que todo es tan hermoso como está... Sus difíciles comunicaciones tienen un encanto, su falta de habilitación para el turismo en muchos sentidos lo hace doblemente atractivo. En un anacronismo increíble que están aprovechando algunos intelectuales y destacados profesionales para comprar una casita y rehabilitarla en un entorno único.

En las callejuelas de Paderne, el puebliño en que he estado, se combina el paso lento de las vacas, las ovejas, las paredes de piedra, las puertas de madera increíblemente no cambiadas por aluminio, con el diseño vanguardista del interior de algunas casas rurales aprovechando los soportes y materiales tradicionales. El conjunto es auténtico y no ofrece un aspecto de escaparate o postal como algunos pueblos de España.

El siglo XX ha sido destructor de todo el medio ambiente y del paisaje natural. Sólo algunos sitios han sobrevivido al devastador impulso turístico uniformador. La sierra de Caurel es uno. Sería necesario armonizar todo lo que sabemos sobre desarrollo sostenible y conservación de la naturaleza para conseguir la viabilidad de lugares como éste. Si alguien quiere saber más, puede dirigirse a mí por correo electrónico y le diré dónde alojarse y comer en la sierra. Todo tiene sus secretos. Aún conservo en mi retina la imagen de estos bosques prodigiosos en hábitat autóctono riquísimo.

Un paisaje profundamente literario y extraordinariamente auténtico en el que algunos se consideran como Viriato resistiendo frente a todo desde la pureza de lo todavía incontaminado. ¿Qué hacer?

lunes, 16 de agosto de 2010

Lonxe

Lorenzo Varela

Uno de los poetas que quiero traer aquí porque me parece excelente -tanto en gallego como en castellano, las dos lenguas de Galicia, mal que les pese a los intolerantes fundamentalistas- es Lorenzo Varela (1916-1978). Fue un eterno emigrante trasterrado y exiliado tras la guerra. Nació en un barco, el Navarre, frente a las costas de Cuba adonde emigraron sus padres. Pasó unos años allí hasta que, debido a la crisis económica en la isla, se trasladaron a Argentina donde estudió la primaria. Hacia 1930 volvió a Galicia para estudiar Bachillerato en pleno periodo republicano. Allí entró en contacto con miembros del Partido Galeguista y conoció a Castelao. Del galleguismo evolucionó al troskismo y se acercó al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En 1935, acabado el bachillerato, se trasladó a Madrid para estudiar Letras. Empieza a colaborar en periódicos como crítico literario y a participar en la vida cultural de aquel Madrid tan extraordinariamente rico. El estallido de la guerra civil le lleva a alistarse -y a afiliarse al Partido Comunista- y pronto alcanzó el grado de comandante de una brigada de la undécima división. Escribió para míticas revistas republicanas como La hora de España y El mono azul, así como participó en 1937 en el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas junto a Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Ernest Hemingway, César Vallejo, Louis Aragon, André Malraux...

La derrota le llevó al exilio en el sur de Francia donde estuvo en un campo de concentración, hasta que pudo embarcarse en el Sinaia con destino a Mexico. Llegó a Veracruz. Allí retomó su actividad literaria -colaborando intensamente con Octavio Paz en la revista Taller- pero conflictos con otros exiliados -que volvían a reproducir las diferencias de la guerra civil- lo llevaron a viajar de nuevo a Argentina en 1941 donde aún residía su padre. Allí publicó un libro excelente en castellano, poco conocido, titulado Torres de amor (1942), su primer libro en gallego Catro poemas para catro gravados (1942), y posteriormente un poemario espléndido, Lonxe (1954) del que extraigo uno de sus poemas para que lo conozcáís. Lonxe significa “lejos” y su título ya idea de su contenido que hace referencia a la guerra civil tomando como protagonistas a los héroes de la guerrilla surgidos del pueblo y su lucha por la libertad y la justicia. Quiso viajar a los Estados Unidos pero no pudo por su adscripción comunista. Se trasladó a Montevideo (Uruguay) durante el periodo más álgido del peronismo (1947-1952). Tras su retorno y el fin del régimen de Perón, colaboró como crítico literario con los principales periódicos argentinos como Clarín, El Mundo, La Razón, De Arte y La Nación. Tuvo una relación tormentosa con Estela Canto, antiguo amor de Jorge Luis Borges. En Argentina mantuvo una estrecha relación con otros exiliados gallegos como Luis Seoane, Rafael Dieste, Antonio Baltar, Arturo Cuadrado... que le ayudaron a mantener el vínculo con su tierra.

La dictadura argentina de los años setenta y la represión que desencadenó, unidas a la muerte del dictador Franco, le llevaron a volver a España en 1976 donde era un perfecto desconocido -todavía lo sigue siendo- a pesar de haber sido un significativo miembro de la generación de la desgraciada generación de 1936, su calidad, su capacidad de análisis literario y su magnífico hacer poético. Murió, casi de tristeza, poco después de la vuelta a España en 1978.

Su vida estuvo marcada por la tragedia y la fatalidad. Ernesto Sábato, el escritor argentino, lo vio como un barco desarbolado y a la deriva fruto de ese profundo desarraigo y la permanente añoranza de un mundo perdido, lo que no impidió que viera también el mundo con una honda esperanza. Fue un excelente poeta y un hombre generoso e íntegro, que merece ser recordado como persona y como creador.

Xesus Lorenzo Varela fue homenajeado en el Día das letras galegas de 2005.

Dejo aquí un enlace a uno de sus poemas de Lonxe (O galo), que he seleccionado. Y también recojo unas palabras explícitas y clarificadoras de Lorenzo Varela, según mi entender, sobre la relación entre lo gallego y lo español. No tienen desperdicio. Me sirven de contrapunto a esa sectaria e intolerante declaración de Manuel María que me hizo conocer María.

Concluye aquí este pequeño ciclo de semblanzas de cuatro poetas gallegos que me han servido para profundizar en ese rico mundo de la lírica de la saudade que inició Rosalía de Castro, el origen de todo. Sé que no hay muchos lectores en estas fechas, pero para mí ha sido una buena y apasionante experiencia. Espero que alguien también haya disfrutado de ello.

jueves, 12 de agosto de 2010

Muiñeiro de brétemas

La biblioteca de Foz (Lugo) se llama Manuel María (Manuel María Fernández Teixeiro) y tiene en la escalera una imagen de este poeta fallecido en 2004. He espigado entre los fondos de la biblioteca y he encontrado una edición de sus obras completas en dos tomos y un ejemplar de su primer libro de poemas, Muiñeiro de brétemas (Molinero de nieblas) (1950), firmado por el autor nacido en la Tierra Cha (Lugo) en 1929. Este libro tuvo el privilegio de ser el primero de poesía publicado en gallego después de la guerra civil. Conoció en Lugo, adonde fue a estudiar el bachillerato, a Uxío Novoneyra, Anxel Fole, Luis Pimentel y otros que lo introdujeron en el mundo del galleguismo donde se situó durante toda su vida, terminando por ser reconocido por algunos como el poeta nacional de Galicia. Su obra es muy extensa y abarca más de cincuenta libros de poesía, más algunas piezas teatrales, ensayo, artículos periodísticos...Es uno de los poetas más musicados,

Sus primeros títulos Muiñeiro de brétemas (1950), Elexías á miña vida pequeniña (1951), Morrendo a cada intre (1952)-Molinero de nieblas, Elegías a mi pequeña vida, Muriendo a cada instante- están impregnados de un sentimiento existencial que revela la desorientación vital, la angustia, el desasosiego y las contradicciones del joven poeta chairego en una búsqueda desesperada de luz. Estos libros pertenecerían a la Escola da tebra (escuela de la tiniebla) o a la Filosofía de la saudade en la más característica tradición de la lírica gallega. Manuel María tomó la palabra muy tempranamente con un objetivo claro: luchar por su tierra, por su gente, por su lengua, por su mundo cultural, en definitiva por su Patria, Galiza, en unos años oscuros en que otro gallego siniestro reprimía cruelmente a los españoles cualquier rescoldo de libertad y los sentimientos que tenían a Galicia como eje de proyecto nacional independiente.

Yo no soy gallego y soy escéptico sobre los sentimientos nacionalistas de cualquier tipo por muy dignos que puedan ser. Por otro lado, estos no añaden una brizna de riqueza lírica a los poemas que son compuestos con tales nobles y legítimas emociones. Alguien ha calificado a Manuel María como el Walt Whitman gallego (C. Gómez Torres, Manuel María: os traballos e os días, 2001). Pretendió, tras su inicio existencial, hablar en nombre de su gente, de su pueblo, de su estado de pobreza y postración (labriegos, mariñeiros, obreros, emigrantes que tuvieron que dejar la Patria en busca de otra fortuna...). No es difícil reconocer una explícita intención social, propia de las tendencias de los años cincuenta, que le llevó a militar políticamente en la clandestinidad y en los años de recuperación de las libertades en movimientos nacionalistas radicales para los que se convirtió en un modelo de entrega, fe y compromiso nacional.

Estos días he leído poemas y poemas suyos, no todos obviamente. He intentado hacer un recorrido por su obra pero la impresión que tengo es que no llega a emocionarme ni a cautivarme poéticamente. Lo veo demasiado explicativo y explícito, dice demasiado, subraya lo obvio, carga de palabras definidoras de los sentimientos lo que escribe, no deja el poema latiendo misteriosamente para que sea el lector el que recoja las vibraciones y las recomponga en su espíritu. Entiendo sus sentimientos y me parecen valiosos pero no me gusta que me lo expliquen todo. Su poesía no logra alzar el vuelo, se queda en un primer nivel en busca de la emoción lírica. Pienso que él sospechó siempre que no tenía el hálito poético necesario. No era Walt Whitman, pero lo intentó. Pienso incluso que fue excesivamente prolífico, escribió en cantidad lo que no logró en hondura y calidad. Intuyó que no era un buen poeta, pero le gustó identificarse con la imagen de un poeta al servicio del pueblo, de su Patria. Hay demasiada poesía de circunstancias. Depuró poco.

Significativamente tiene sus obras completas publicadas en dos volúmenes, pero tras su muerte, relativamente reciente, no percibo un eco de su obra. En internet apenas hay referencias, estudios o reflexiones sobre su poesía. Es prácticamente imposible encontrar poemas suyos. No pienso que sea un poeta esencial, pero sí que expresó un sentimiento, una manera de percibir la realidad de su tierra de un modo histórico-temporal que reivindicó una esencialidad en la identidad de Galiza. Comprendo sus fundamentos y los respeto pero no es un buen poeta por más que haya sido reclamado como modelo de bardo nacional.

Dejo unos poemas suyos. Es curioso que se le siga recordando por su primer libro de poemas Muiñeiro de brétemas o que acaben de reeditarse sus Elexías á miña vida pequeniña. Éste poeta existencial, contradictorio, confuso, angustiado, de sus primeros años es el único que logra alcanzarme de alguna manera.

Son home. E sei que non teño salvación.

Todo está pecho ao meu redor.

Perdín a inocencia dos meniños.

E berro como un tolo.

E cúspolle ás estrelas.

Malia a miña suficiencia

leo libros e libros que non matan

o desacougo interior que vai en min.

Son unha noite moura entre dúas noites.

Nacemento e morte determinan a vida.

Pregúntome a min mesmo porque son.

Non teño resposta para as preguntas

que se erguen imperiosas no meu fondo.

Non atopo algo de luz

coa que poida alumar a miña tebra.

E ando sempre loitando sen acougo

anque sei que perdín a miña guerra.


Camiños de luz e sombra (1959)


Soy hombre. Y sé que no tengo salvación.

Todo está cerrado a mi alrededor.

Perdí la inocencia de los niños

Y grito como un loco.

Y le escupo a las estrellas.

A pesar de mi suficiencia,

leo libros y libros que no extinguen

el desasosiego interior que va en mí.

Soy una noche oscura entre dos noches.

Nacimiento y muerte determinan la vida.

Me pregunto a mí mismo por qué soy.

No tengo respuesta para las preguntas

que se yerguen imperiosas en mi fondo.

No encuentro algo de luz

con la que puede alumbrar mi tiniebla.

Y ando siempre luchando sin sosiego

aunque sé que perdí mi guerra.

*********************************************************

Eu son para min

toda-as interrogacións,

todal-as estatuas,

todol-os misterios,

e todal-as cumes xeadas de evanxeos.

Os ollos contémprame

Na impura prata dunha soma

Moendo ó vello sembrante

Que borra ó indecible desta morte

Chea de agonías e de bágoas”.

Muiñeiro de brétemas, 1950.


Yo soy para mí

Todas las interrogaciones,

Todas las estatuas,

Todos los misterios

Y todos las cumbres heladas del evangelio.

Tus ojos me contemplan

En la impura plata de una sombra

Que muele el viejo semblante

Que borra lo indecible de esta muerte

Llena de agonías y de lágrimas.

Selección de entradas en el blog