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miércoles, 16 de septiembre de 2009

El factor humano

El factor humano es una espléndida novela de Graham Greene en el que se plantea una historia de espías, pero exenta de violencia, y en ella aparece el lado peligroso de las cosas, el ladrón honesto, el asesino tierno, el ateo supersticioso… La leí hace unos veinte años y creo que necesito volver a Greene, como a tantos autores. Me gusta su moralismo. Creo que los grandes escritores son moralistas. Creo que todo ser humano ha de pensar constantemente qué está bien y qué está mal, qué parte de su vida merece la pena ser rescatada y cuál otra debe ser reconsiderada. No hay nada que me produzca más hastío que los que piensan que su vida es perfecta y que no tienen nada de qué arrepentirse. Yo tengo muchas cosas de qué arrepentirme. Escribiría una lista enorme, pero no sé si sería justo porque todo eso me ha hecho ser como soy. Y además es inútil.

Como profesor creo que soy un auténtico desastre. Pero he tenido momentos interesantes. Muy interesantes. Hoy para escribir este post tenía como motivo conductor el título. Se llamaría El factor humano. Greene y mi experiencia como profesor. Esa experiencia trufada de éxitos, desaciertos, encuentros y reencuentros, dudas, pasión, depresión, hundimiento, renacimiento… No deja de admirarme ese factor humano que vertebra nuestra profesión. En mis años de docencia me he encontrado con personas, personas en un momento clave de su existencia. En su adolescencia. Un periodo tormentoso, agitado, tremendo, decisivo, luminoso, conflictivo. Hay quienes atraviesan la adolescencia blindados ante la tormenta y quienes sucumben a ella y se dejan arrastrar por olas de veinte metros. Quizás más. Siempre me ha gustado esa pasión, ese desgaste, esa entrega a lo imposible de la adolescencia. Una nave en busca de destino. Y uno pensando con Sartre que quizás la vida es una pasión inútil. Que el ser humano es una pasión inútil. Pero ¿cómo se lo haces saber a esos eternos adolescentes que son nuestro público y que se obstinan en poner pasión a sus actos y a sus pensamientos para llevarlos a errores sin fin o a aciertos insospechados? Somos la única profesión que tiene como receptores a adolescentes que nunca se acaban. Cuando han crecido dejan de ser alumnos nuestros. Pero llegan otros nuevos. Y la adolescencia nunca se acaba. Confusión como signo, pasión en las venas, hormonas aceleradas, pensamiento crítico, lenguaje insuficiente para revelar su interior. Y somos profesores de lengua. Hemos de darles elementos para que puedan expresar su magma interior. Lenguaje, palabras, ideas, elementos de anclaje en la tradición literaria. No hay nada más triste que una promoción de alumnos que no tienen algún tipo de ahondamiento en lo literario. Una generación de expertos en educación se ha obstinado en expulsar la literatura de la formación de los adolescentes. Álvaro Marchesi y su banda no han leído mucha literatura. Se nota en su forma de razonar y en su pensamiento banal. Hace falta tradición literaria. La literatura es esencial en la formación de esos muchachos (y muchachas) que están buscando su lugar en el mundo. La tradición literaria ahonda en los conflictos humanos que son siempre los mismos. Si los enumeráramos quedarían los dedos de una mano, tal vez. Nada hay como la literatura para encontrarse con ese factor humano que da título a mi post y que se ha convertido en el eje de mi actuación como profesor.

Hoy les he entregado una carta auténtica de amor escrita por Jeni a su amado Jonatan. Es un auténtico horror ortográfico pero contiene en ella una corriente de la lírica medieval. La enamorada, el amado, la confidente, el lugar de encuentro, el deseo físico. Las cantigas de amigo galaico portuguesas serían su referente. Les he propuesto corregirla y escribir ellos otra carta de amor. ¿Qué sería la adolescencia sin el amor? Los adolescentes están necesitados de amor, del otro, del cuerpo físico, pero también de la palabra amiga, afectuosa, si puede ser sabia, mejor que mejor.

Ellos pasan, nosotros quedamos. Ser profesor implica un enorme desgaste emocional. Me río de esos simples que menosprecian a los profesores y hablan de sus vacaciones. Nada hay tan delicado como tratar con emociones humanas y más si éstas tienen lugar en la adolescencia. Nada hay tan complicado, tan jodidamente difícil y a la vez tan enriquecedor. Necesitamos llenarnos de sustancia humana, de sentimientos, de pasión, de ideas, de rabia, de profundidad, de literatura, para seguir atendiendo a eso que he llamado factor humano. Pasión en estado puro.

Por la literatura siempre.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Valverde de Lucerna

Hoy me ha llegado la noticia. Yo, como jefe de seminario, debo ser el tutor de una joven profesora en su inicial año de prácticas. Ella, vamos a llamarla Dunia, encarna en muchos sentidos el profesor que yo fui hace veinte años: imaginativa, entusiasta, con gran capacidad para relacionarse con los adolescentes, segura de sí misma, sensible, optimista, con ganas y capacidad de experimentar, sentido del humor… Dunia no teme impartir clase a los alumnos más conflictivos del centro en un centro de por sí conflictivo y periférico. Nuestros alumnos no requieren de un profesor que les enseñe una materia, necesitan a un profesor que esté cerca de ellos, que los acompañe, que los estimule a sus ganas casi cero de hacer cosas o de estudiar. Dunia sabe cómo estar con ellos, sabe reírse con ellos y también ser firme cuando toca. A veces –sabe- hay que expulsar e imponer la autoridad en el aula. Piensa que estos chavales están en muchos sentidos desamparados por sus circunstancias sociales y familiares y que lo más que necesitan, más allá de la materia, es alguien que sea próximo a ellos, que les haga caso, que les dé afecto. Esta empatía es un músculo que se desarrolla, comenta Dunia. Ellos la quieren y les gusta tenerla como profesora. Dunia encarna al profesor que ha podido y ha sabido desenvolverse con éxito personal en la escuela que da primacía a lo social frente quizás a lo intelectual.

La contemplo y me veo reflejado en muchos sentidos en el que fui en otro tiempo en que me sentía próximo por edad y sensibilidad a mis alumnos. No había mayor placer para mí que tener una charla con adolescentes. Los prefería a cualquier charla con adultos compañeros de trabajo. Imaginaba por las noches qué proyectos locos llevar adelante con ellos, y lo sorprendente es que por inverosímil que fuera la idea que yo hubiera tenido, ellos se apuntaban entusiasmados.

Las clases eran un hervidero, una tormenta de ideas permanente. Mi mayor placer era cederles la palabra, hacerles sentir protagonistas de esas clases que eran necesariamente diferentes a otras clases más académicas y convencionales. Putrefactas, pensaba yo en aquel tiempo imitando a Lorca y Buñuel. Mi seguridad en mí mismo me hacía saber dirigir aquel bateau ivre utilizando la literatura como arma creativa, como arma imaginativa y secreta. Cualquier cosa era posible. Sólo había que imaginarla y una tripulación de orates adolescentes se apuntarían a descubrir nuevos mares en los que yo, cual Ulises, les acompañaría asumiendo los riesgos principales. Pensaba yo que lo esencial era utilizar su rebeldía juvenil para llevarles hacia la literatura, para que ellos experimentaran la literatura, para hacerles sentir cerca la literatura más contemporánea y también la clásica. Nunca vi contradicción entre lo más rabiosamente clásico y lo más actual. Lo importante era sentir, conocer, interpretar. Pensaba que un adolescente era un intelectual en potencia y que el placer de saber lo retroalimentaría haciéndolo llegar más lejos.

Ahora todo ha cambiado. El perfil intelectual ha caducado y la literatura auténtica en cierto sentido ha entrado en crisis. Mis alumnos no necesitan a un profesor intelectual sino a un profesor cercano, con sentido del humor, imaginativo, seguro de sí mismo, explosivo y optimista, quizás no demasiado obsesionado con impartir la materia pero sí en la vocación de abrirlos a la vida, a las cosas, al respeto, a la compasión que parte de la comprensión de sí mismos. Creo que Dunia representa en grado de excelencia estas virtudes y capacidades, y yo que contemplo el que fui, admiro su actitud positiva ante los cursos más difíciles, sus ganas de innovar, de hacerles sentir vivos y escucharlos transmitiéndoles afecto. Es la clase en las dos direcciones: la que va del profesor a los alumnos y la que va en sentido inverso, de los alumnos al profesor y al mundo.

Tengo que evaluarla, y junto a este juicio profesional inmediatamente se me agrupan muchos recuerdos, emociones, certidumbres y también incertezas de ahora. Hubo un profesor que fui y que ahora contempla a un doble de sí mismo en otras coordenadas, en otras circunstancias, en otro modelo que yo llamaría fundamentalmente “social” y “humano” y la admiración me domina… Ser profesor a veces tiene recompensas difíciles de explicar. No sé por qué este post me recuerda en algunos sentidos a San Manuel Bueno mártir –esa obrita de Unamuno injustamente olvidada por la Generalitat de Cataluña en las PAU-, cuando el sacerdote se confiesa con Ángela y le confiesa sus dudas. En fin…

sábado, 5 de septiembre de 2009

Crisis de fe


Faltan unos días para que comience oficialmente el curso y que nos presentemos ante los chavales. Entretanto nos afanamos en numerosas reuniones de coordinación (de departamento, de tutores, de cursos, generales…), y aprovechando unos instantes de pausa, he salido al pasillo a tomar un vaso de agua fresquita de esas fuentes con depósitos que ahora son frecuentes en las escuelas. Allí estaba Tomás, profesor de filosofía, exhibiendo oronda barriga y una camiseta de Kukushumushu. Hace unos años éramos íntimos y solíamos charlar de lo divino y lo humano con harto placer y pasión en nuestros ratos de asueto. El tiempo nos distanció, pero el calor de la relación de alguna manera se ha conservado. Él no da ESO –sólo bachillerato- y su visión del sistema educativo es sensiblemente distinta a la que tenemos los que hemos dado primeros y segundos de secundaria. En el fondo de nuestra distancia creo que está esa circunstancia que nos lleva a tener menos cosas que compartir. Hoy nos hemos hablado con renovado placer. El tema han sido los trabajos de investigación (treballs de recerca) que él dirige en segundo de bachillerato. Resumo alguna impresiones acerca de sus trabajos. Aclaro que en Cataluña es una institución la figura del treball de recerca. Ocupa más o menos medio año de investigación y elaboración por parte de los alumnos hasta que logran presentar por escrito y oralmente (ante un tribunal) el planteamiento de su tesis, trabajo y conclusiones, todo de acuerdo a los métodos de trabajo científico.
Uno de sus trabajos versaba sobre el superhombre de Nietzsche tal como se proyecta en las novelas de Jack London, especialmente en Los mares de sur y en Los relatos del gran Norte ambientados en Alaska y el Yukón. El otro que me ha explicado y que me ha llamado poderosamente la atención es el estudio de la figura de la mujer en el Corán, poniéndo especial énfasis en todo aquello que proyecta sumisión y subordinación de la misma. El autor del trabajo es un muchacho marroquí –muy aventajado e inteligente- y partidario del mundo occidental en el seno de una familia de valores que él califica como integristas islámicos. Tomás entendía que este muchacho está viviendo su particular crisis de fe –aquella que vivíamos los que pertenecemos a otras generaciones cuando llegábamos a algún punto de nuestra adolescencia y que ahora ya no existe pues se tiende a no creer en nada trascendente por lo que es impensable que exista ese hermoso e interesante conflicto que es la crisis de fe. El muchacho –Abdul- rastrea el Corán y descubre ejemplos cuando se dice que la mujer debe bajar los ojos cuando se encuentra con un hombre. Tomás dialoga con él y se da cuenta que se encuentra ante un conflicto muy sutil y complejo. No puede escorarlo hacia occidente en su dirección del trabajo, debe dejar que sea él mismo quien halle la línea del desarrollo de la tesis: el islam somete y subordina a la mujer ante el hombre. Yo he hablado del libro de Ayam Hirsi Ali, Yo acuso en el que la diputada holandesa de origen musulmán y huida de un matrimonio forzado en Somalia, acusa al Islam de totalitario y se declara abiertamente atea. Tomás utiliza en su dirección del trabajo autoras menos contundentes como la marroquí Fátima Mernissi, autora de libros muy interesantes sobre la mujer y el Islam pero que intenta conciliar su pertenencia al mundo musulmán con la modernidad. Fátima Mernissi ha estudiado desde una perspectiva racional la situación de la mujer en el Islam y ha profundizado en los estereotipos occidentales sobre el mundo islámico en especial en la idea artística que tenemos sobre el harem.
Yo he pensado que esta crisis de fe de Abdul puede ser muy creativa, pero también el preámbulo de algo que puede ser más peligroso. ¿Podrá conciliar su pertenencia al mundo, a las costumbres, a su familia islámica (rigorista) con la racionalidad y el nihilismo de occidente? ¿No llegará un momento en que Abdul perciba el gigantesco vacío de valores en que nos debatimos los occidentales? ¿No necesitará él en algún momento un sistema moral fuerte al que asirse? El Islam posee una sencillez y un magnetismo realmente admirables. La belleza de su concepción unitaria del ser, del hombre supeditado a Dios, de la conducta ordenada del hombre, de su moral y de sus obligaciones regidas por la compasión lo hacen sumamente atractivo. Os planteo que veáis y escuchéis sin prejuicios el vídeo que aquí enlazo. ¿No llegará un momento en que Abdul se sentirá miembro de la Ummah (comunidad islámica) y se distanciará de Occidente y lo que significa nuestro mundo vacío de valores, de nuestro relativismo y ambición que nos lleva a exprimir el mundo dejándolo exhausto y dejándolo al borde de la consunción? Hemos hecho del poseer nuestra razón de existir, abandonando la importancia del ser. Sin embargo, Occidente ha posibilitado la emancipación de la mujer, la medicina, la tecnología, la educación universal… En el vídeo que enlazo no hay mujeres pero sí una belleza que percibo y que puede ser realmente atractiva para alguien que tenga una crisis de fe. Entretanto veo a muchas mujeres musulmanas con el cuerpo cubierto de la cabeza a los pies en pleno mes de agosto. Muchas dicen que lo hacen eligiéndolo voluntariamente y reivindican ir con el hiyab porque les sale de dentro y que éste es fruto y manifestación de su libertad.
Pienso en el sufismo, esa corriente de misticismo islámica y que posee tan fuerte capacidad de atracción por su tolerancia y su alejamiento de cualquier extremismo fanático. Pienso en que esta crisis de fe de Abdul puede ser extraordinariamente rica y le deseo que logre abrirse a síntesis fructíferas. No me gustaría encontrármelo un día como enemigo inteligente (¿fanatizado?) de nuestro mundo, a pesar del vacío en que nos movemos intentando nosotros de alguna manera rastrear fundamentos de valores y puntos de apoyo que den algún sentido a lo que vivimos. En definitiva todos estamos en ese proceso de buscar el sentido a la vida.

martes, 1 de septiembre de 2009

Ubu rey


Y volver, volver, volver a tus brazos otra vez… Resuena en mi mente la canción original de Vicente Fernández cuando comienzo a escribir este post un uno de setiembre que ha amanecido gris en Cornellá pero con una atmósfera sofocante. Vuelvo a mi instituto y vuelvo a publicar. Estoy aquí, pero me pregunto seriamente si vuelvo de nuevo porque tengo algo que decir o tal vez por la pasión narcisista de seguir estando en la blogosfera. Temo nutrirme de retórica, de sentimentalidad autocomplaciente, de ideas tópicas, de palabrería vacua… Creo realmente que no hay muchas cosas que decir y que el silencio es a veces la actitud más digna que uno puede mantener. He sopesado si volver o no volver tras dos meses y medio de ausencia. Es una cierta sensación de liberación estar sin publicar, sin estrujarse los sesos para idear un post cada cuatro días en los que pueden deslizarse motivos poco meditados, quizás un poco traídos por los pelos.

Hace tres años años publiqué un post a primeros de septiembre titulado Reglamentos. En el recreaba una situación delirante en el claustro de mi instituto a propósito de la disciplina y las amonestaciones… Como ilustración había un dibujo del dios nórdico Thor en la imaginería de Marvel Comic Groups, que desgraciadamente ha sido comprado en su totalidad por Walt Disney. Detesto casi todo lo que representa Walt Disney y su estúpido canal para adolescentes y púberes, así que no me hace ninguna gracia que los héroes de mi adolescencia, que me alejaron de Disney definitivamente, hayan fagocitado a Marvel. Mierda. Una palabra malsonante que dio comienzo a una de las parodias vanguardistas más famosas del teatro alternativo: Ubu Rey. Mierda. Pues decía que hace tres años di comienzo a mi anual periplo bloguero con un post sobre los dichosos reglamentos –y la dificultad del consenso- y ponía como protagonista al jefe de estudios del centro y sus famosas camisetas que en aquel día era una con el dios Thor.

Hoy me he enterado que Thor, profesor de matemáticas del centro, ya no estará más en los pasillos exhibiendo sus polémicas y gozosas camisetas. Lo han trasladado de instituto, o mejor, le han dado destino definitivo en un centro en la otra punta de Barcelona. Será difícil a partir de ahora compartir conversaciones ajenas a lo académico –hecho que nos encanta-: sobre póker, magia, elaboración de cócteles, política, la pasión del juego, libros de matemáticas o literatura, el camino de Santiago, erotismo, exposiciones de pintura o instalaciones vanguardistas.

Te deseo, Thor, un buen viaje y que lleves tu martillo Mjolnir tan airoso como siempre, sin acritud, con humor, con imaginación, y que no te enteres que ahora es propiedad de Walt Disney Productions. Uf…

A cambio, ha llegado una nueva compañera a mi seminario llena de ilusión, joven y pelirroja. (Este año pongo como obligatoria una novela titulada Las pelirrojas traen mala suerte). En cuanto ha entrado a nuestra sala de reunión, aquello se ha alegrado y se han empezado a escuchar nuevos proyectos y propuestas para los chavales de la ESO, que el año pasado tuvieron la suerte de tenerla como profesora y terminaron queriéndola profundamente. Va a ser un placer trabajar con ella. Compartimos la ilusión de utilizar los blogs como herramienta educativa. Bienvenida, compañera.

Si algo es necesario en esta profesión es la ilusión, la capacidad de encontrar motivos para proyectar ideas positivas cuando nos encontramos en contextos socialmente difíciles como es el nuestro. Ilusión e imaginación, frente a la burocracia que nos abruma, frente a una administración de lenguaje torpe, inelegante y tecnocrático. Quiero pensar que este año será una ocasión para volver a retomar la pasión que tantos años me ha animado. A veces he pasado por zonas oscuras profundamente desoladoras. Dejémoslo estar. Me gustaría que la pasión y la imaginación presidieran mi estado de ánimo. El hecho de ser profesor ha contagiado gozosamente mi vida durante largos años. La presencia a veces de compañeros llenos de espíritu cordial y un toque surreal enriquece nuestros días. Y es que salirse de los caminos trillados es un auténtico placer.

Máximo (Sí, Máximo) descubrió mi blog hace tres años leyendo mi post sobre los dichosos reglamentos. Confesó que se había reído con él y siguió leyéndome y siguiéndome. Trenzamos una una hermosa relación en la blogosfera. Yo leía su blog fundacional, un experimento apasionante, que Máximo (¿o Gorka?) termino por hacer desaparecer un día. Ahora leo indignado que en su blog El adoquín del Temple ha planteado una especie de combate entre su yo biográfico (Gorka) y su yo inventado, su yo literario (Máximo), e invita a los lectores a intervenir en la diatriba con el propósito de terminar asesinando a su alter ego un día aciago de octubre. Yo encabezo la asociación de amigos de Máximo, infinitamente más interesante que su yo casual y biográfico. Pido que entréis en su blog y que le deis caña para hacerle abandonar ese empeño abominable.

Máximo y Thor se unen en mi memoria. Y es por esto que vuelvo a la blogosfera, para reinvidicar que todos nos tomemos un cóctel preparado por Thor, un cóctel afrodisiaco, y nos dispongamos a disfrutar con música de jazz de este nuevo curso que hoy queda formalmente inaugurado en este blog. Viva Máximo y abajo Walt Disney.

viernes, 12 de junio de 2009

Receso

Estimados amigos:

He llegado a un punto en que necesito una vacaciones blogueras coincidiendo con el verano. Han sido noventa y tres posts (con éste, noventa y cuatro) los que he escrito durante este curso escolar. Quiero comprobar durante un tiempo que se puede vivir sin publicar, sin leer los comentarios, sin leer otros blogs. A veces esta actividad es de una tiranía autoimpuesta sorprendente. No me cabe duda de que soy un adicto a los blogs. Me produce una gran satisfacción la posibilidad de fijar mis impresiones ¿pensamientos? y que alguien -casi siempre con generosidad- lo lea y me dé su punto de vista. Gracias, amigos, por vuestra participación, por vuestras opiniones, por vuestros desacuerdos... Estos los aprecio doblemente porque muestran que ni este blog -ni los que frecuento- son blogs en que todo el mundo dice que es maravilloso por sistema lo que se ha escrito. La discrepancia es la base más fructífera de la blogosfera, la discrepancia y en otras ocasiones el acuerdo razonado.

A partir de ahora, apago, desconecto, emigro, me evaporo, me esfumo, me dedicaré más a la lectura, a mi familia, a caminar, a ir a la piscina, y, si puedo, a viajar. Tengo la intención de caminar doce días en agosto recorriendo el camino “primitivo” de Santiago, entre Oviedo y la capital compostelana. También soy un adicto al camino.

Hasta la vista, que seáis felices.

martes, 9 de junio de 2009

La lengua sospechosa

"Idioma y ciudadanía” es el título de un artículo de Fernando Lázaro Carreter publicado en El País el 12 de enero de 1977. He llegado a él por azar buscando otros temas lingüísticos, pero su encuentro y lectura me han evocado algunas reflexiones y nostalgias de la presencia del autor en la vida cultural española. Fue catedrático de Lengua española en la universidad Complutense y en la Autónoma de Madrid. Participó en la elaboración del Manual de Español Urgente (1976), fue miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1972 y director de la misma entre 1992 a 1998. Lo recuerdo con especial cariño porque siendo además paisano mío -zaragozano- siempre veló por la riqueza expresiva del español. Sus artículos en la prensa, luego publicados, El dardo en la palabra, sobre los errores de los medios informativos en el uso de la lengua, eran de una calidad incuestionable y siempre resultan certeros y sugerentes. Asimismo, era un lujo contar con libros de texto en el antiguo BUP y COU de la editorial Anaya de lengua y también de literatura dirigidos por él con la colaboración del también especialista Vicente Tusón. Atesoro dichos textos como auténticos manuales de lo que es un estudio eficaz y rico de la lengua y de la historia de la literatura.

El artículo en cuestión Idioma y ciudadanía partía de la tesis de que el hablar y escribir bien era percibido -¡hacia 1977!- como un atributo de clase social. Hablar y escribir bien era considerado como sospechoso de ser instrumento de la clase superior y dominante frente a la que se reivindicaba otra lengua más libre y menos constreñida por la corrección considerada burguesa. Así las jergas juveniles, los idiolectos, los “tics”, los cliches y los vulgarismos pertenecientes a un registro coloquial y vulgar del lenguaje eran asumidos como signos de clase. Fernando Lázaro proponía un acercamiento respetuoso en la escuela a estas hablas, sin aires de superioridad, para hacer conscientes a los hablantes de la necesidad de ampliar dichos registros para alcanzar un nivel estándar de la lengua. El profesor no debía dejarse llevar por el desaliento o la resignación ante las incorrecciones lingüísticas u ortográficas de sus alumnos y debía transmitir también que la lengua no es sólo un vehículo de expresión sino además un medio de elaboración y transmisión del pensamiento. A un dominio lingüístico pobre del lenguaje corresponde un pensamiento también pobre. Si el profesor no estuviera decidido a intervenir consagraría una injusticia porque muchachos provenientes de otros medios sociales con un dominio superior del lenguaje poseerán mejores instrumentos de pensamiento y de expresión.

Han pasado treinta y dos años desde que fue publicado este artículo, y el autor ya hace cinco que falleció, pero sigue vivo el debate que genera que no es otro que el de intentar suscitar el amor y el cuidado de la lengua que no es sólo vehículo de expresión, aunque esto es lo que creen la inmensa mayoría de los alumnos. Muy pocos entienden que la lengua es algo que hay que cuidar y enriquecer. El amor por la lengua es algo que debería venir ya desde la propia familia. Es la carta de presentación de las personas sea en su vertiente oral o escrita. Sin embargo, las tres décadas que han pasado desde este artículo han intensificado el descuido y la degradación de la lengua hasta niveles que hubieran estremecido al autor de la reflexión. A los adolescentes no les gusta hablar o escribir pensando lo que hablan o escriben y consideran su nivel de lengua adecuado porque les sirve como instrumento de comunicación suficiente. El habla cuidada se considera una barrera y se percibe como algo innecesario y pedante. No es algo que sirva como modelo a imitar.

El nivel lingüístico de los adolescentes no sólo no se ha ensanchado sino que se ha empobrecido por las fórmulas sintéticas y esquemáticas de escritura en los chats y en los móviles que lastran la expresión más rica y matizada a la que no se le presta ninguna atención. El profesor se da cuenta del atroz empobrecimiento expresivo y ortográfico pero sabe también que no sólo es un problema escolar. Sus límites son sociales y la escuela puede hacer bien poco para equilibrar la balanza introduciendo una cierta mesura y riqueza en ese espontaneísmo y naturalismo que impregna cualquier escrito escolar. No existe conciencia del valor de la lengua. Se ve a esta como algo transparente y funcional y se pierde la noción de estilo personal. No es casualidad que triunfen escritores sin estilo que emplean un nivel pragmático y llano, con escasos matices. Del mismo modo el debate político no cuenta con buenos oradores y los medios de comunicación transmiten una dimensión laxa y pobrísima del lenguaje poblado de expresiones espontáneas que sirven eficazmente para comunicarse. ¿Qué modelos ven nuestros alumnos en su propia casa o en los medios de comunicación? Ya me contentaría con que la conciencia lingüística sólo fuera un diez por ciento de la pasión que suscita el fútbol.

El tema que propongo hoy es el del empobrecimiento de la lengua a todos los niveles (léxico, sintáctico, ortográfico y por fin estilístico). En 1984 de Georges Orwell, los dominadores de la sociedad difunden un neolenguaje que prescinde de la variedad y la riqueza de la lengua, laminando matices y eliminando términos. Saben que controlar el lenguaje es controlar el pensamiento. ¿Qué pasará cuando el castellano se hable sólo con quinientas palabras? ¿Tiene solución? ¿Puede hacer algo la escuela ante esta deriva general? ¿Es el hablar y escribir bien algo académico, y por ende una antigualla?

viernes, 5 de junio de 2009

Adiós, pequeño saltamontes

Ha muerto David Carradine en Bangkok a los setenta y dos años. Las circunstancias de su muerte no están claras pero todo apunta a un suicidio. David Carradine, hijo y hermano de actores destacados, puede que sea un desconocido para algunos de los lectores de este blog, pero para ciertas generaciones interpretó a un personaje que a algunos nos marcó poderosamente: Kwai Chang Caine, el monje pacifista que deambulaba por el oeste americano. La serie era Kung Fu, y para mí singularizó un momento de mi vida. Caine era un monje budista del templo de Shaolin. Su maestro le llamaba “pequeño saltamontes”, calificativo que se hizo popular en todo el mundo. En un momento de su trayectoria mata al hombre que ha asesinado a su maestro ciego y ha de ponerse a viajar y llega a Estados Unidos donde tienen lugar sus andanzas. Kung Fu es una larga serie de aventuras en que se superponen las enseñanzas de su maestro (en flash-back) que lo instruía en el taoísmo y el budismo y las circunstancias que se va encontrado. Es un experto en artes marciales pero sólo ha de hacer uso de ellas en caso de defensa propia. Era un aventurero con formación filosófica.

Este personaje le hizo popular en los años setenta y ochenta, y a pesar del tiempo pasado y su participación en más de un centenar de películas, los que lo conocimos, lo seguimos recordando por el papel del pequeño saltamontes. Su carrera fue extraña y excéntrica. Vivió en comunas hippies, probó las drogas como el peyote y no acabó de ser un actor convencional marcado por su aura de extraño. Trabajó para Martin Scorsese en Boxcar Bertha y para Ingmar Bergman en El huevo de la serpiente, así como para Quentin Tarantino en las dos entregas de Kill Bill pero nunca logró desprenderse del papel representado como monje de Shao Lin y lo vemos en todas las noticias que han aparecido en la prensa ayer y hoy en que se destaca este trabajo.

A mí personalmente me abrió el camino del taoísmo y del zen que años después practiqué. En seguida me di cuenta que en las conversaciones de Chang y su maestro había algo esencial que me interesaba y de hecho era lo que más me gustaba de la serie. El maestro era ciego y aparecía entre numerosas velas enseñando al pequeño saltamontes. Estos momentos me fascinaban mucho más que cuando Chang se veía obligado a ponerse a luchar en contra de sus inclinaciones pacifistas.

Años después compré el libro de Eugen Herrigel, El zen y el arte del tiro con arco y me lo recordó. En realidad para tensar el arco no es necesaria una gran fuerza, y el maestro ciego acierta en la diana sin ningún esfuerzo porque el arquero es simultáneamente el arco, el arquero, la flecha y la diana. Todo es uno. Cuando se entiende esto, ya no es ningún misterio el arte del tiro con arco. 

Ignoro cuál ha sido la causa de la muerte de David Carradine. La policía habla de suicidio o de accidente sexual como primeras hipótesis. Pienso que el actor encarna las contradicciones de un modo de ver el mundo entre el zen, el taoísmo, la psicodelia, el cine de culto y las series B, los hippies... No sé, me gustaría que en su vida haya habido intensos momentos de serenidad como los que me procuraba aquella serie y las conversaciones con el maestro aunque el actor quisiera desprenderse de una vez de aquel personaje que lo encasilló para siempre.

"Conocer y no saberlo, ésta es la perfección.

No conocer y estimarse sabio, éste es el mal.

Conocer el propio mal es liberarse del mal.

El sabio no tiene mal, porque lo reconoce, no lo padece"

(LaoTsé)

martes, 2 de junio de 2009

La nueva escuela.

El pasado 27 de mayo la prensa nacional (al menos El País) publicó un manifiesto como publicidad con el título OTRA ESCUELA ES NECESARIA Y ES POSIBLE, con el subtítulo MANIFIESTO PEDAGÓGICO “NO ES VERDAD”.

Dicho manifiesto mostraba su preocupación por ciertas ideas que se han difundido y que “distorsionan la realidad”. Resumo aquí las líneas maestras de este manifiesto: la escuela existente sigue en esencia el modelo de la escuela tradicional que se basa en la transmisión de saberes desfasados, en el aprendizaje repetitivo, en la evaluación sancionadora y en la prolongación de la jornada con bastantes deberes y se sigue creyendo que saber es retener información para el examen.

Deduzco, pues, que lo que se pone en cuestión es la capacidad de los profesores en la transmisión de saberes que se consideran desfasados y se defiende una escuela en que el profesor sea un mero administrador o coordinador de una búsqueda individual o en grupo de fuentes de información basadas en las nuevas tecnologías tomando a Google como el profesor idóneo. Deberá ser el profesor el que en un nuevo marco, sin exámenes y sin demasiados deberes, coordine dichas búsquedas que serán juzgadas como formando parte de un proceso de aprendizaje que habrá de resultar esencialmente satisfactorio para el alumno puesto que él, mejor que nadie, es el que sabe lo que le interesa. La escuela pasa a ser así un espacio agradable y se dejan de lado las engorrosas calificaciones y esa pesadez del llamado esfuerzo individual. El futuro es de los jóvenes y estos saben lo que quieren mejor que nadie. Sobran los exámenes.

El manifiesto niega que hayan bajado los niveles. Esto sólo es cierto si consideramos los parámetros de la enseñanza tradicional autoritaria y jerarquizada (y aburrida) y el tendencioso informe PISA. En un mundo en que la información circula libremente por internet y todo es relativo y no hay certezas absolutas, la escuela sigue anclada en modelos del pasado queriendo explicar el mundo y acumulando conocimientos que hoy son útiles, tal vez, pero mañana habrán pasado a ser inútiles.

El manifiesto continúa afirmando después que los alumnos de ahora no son peores que los de antes. Son diferentes, y si son diferentes la culpa no es de ellos. Es la sociedad la culpable por el consumismo que se ha impuesto, la cultura del triunfo y de la superficialidad. Son inciertas asimismo las noticias que se han difundido por los medios y que crean una alarma injustificada diciendo que hay falta de respeto hacia los docentes o que existe el acoso escolar. Son temas secundarios que se han sobredimensionado.

Entiendo que lo que aquí se hace es absolver a los pobres alumnos de toda responsabilidad. La responsabilidad es esencialmente social y además de la prensa por difundir una serie de estereotipos negativos de la escuela que han dañado la imagen de la misma. No se habla en absoluto de la influencia negativa que ejercen alumnos con mal comportamiento y con los cuales, siguiendo la espiral de razonamientos del manifiesto, se habrá de ser tolerante porque la culpa no es de los jóvenes pues lo único que hacen es seguir pautas sociales generalizadas. La escuela renuncia, entiendo yo, a educar seriamente con otros valores diferentes de la sociedad. Este es el llamado “buenismo” que entiende que el joven es inocente y es la sociedad la que lo corrompe. La desmotivación es culpa de la escuela porque no sabe adaptarse a las particularidades de estos alumnos diferentes con piercings, tatuajes, mp4, chats, facebook, Disney Channel...

El manifiesto en su punto cuarto sostiene que lo que pasa y la causa fundamental del estado de la escuela y su fracaso estriba en la falta de formación pedagógica de los profesores que no saben nada de la psicología del alumnado, la importancia de lo afectivo, la selección de recursos sobre todo de aquellos más próximos a los jóvenes (nuevas tecnologías, claro está), las formas de evaluar, las tendencias innovadoras en educación, la dinámica de grupos...

Deduzco aquí que lo que hace aquí es apuntar como causa del malestar y fracaso de la escuela a la escasa formación pedagógica de los docentes que saben quizás mucho de su materia y poco de pedagogía. Ya tenemos aquí el siguiente eslabón en la cadena: la culpa es de los profesores que no saben reconocer al alumnado que tienen ni los tiempos que les ha tocado vivir y se obstinan en seguir aferrados a la escuela tradicional en la que ellos son claves en la transmisión de los conocimientos no queriendo perder sus prerrogativas sancionadoras en lugar de perseguir una escuela abierta, democrática, igualitaria, lúdica, sin exámenes o relativizando mucho estos. Es la escuela en este sentido la que debe adaptarse a los jóvenes, a sus expectativas (o sus caprichos) y no estos a las normas de la escuela. La indisciplina es culpa de los profesores y de la sociedad porque la escuela está anclada en el pasado, es poco lúdica y escasamente participativa. No entiende a estos jóvenes diferentes a los cuales se los estigmatiza con etiquetas del pasado como el rendimiento o su conducta cuando lo que hay que hacer es promover la autoestima para no crear traumas de por vida y no extremar demasiado la importancia de los conocimientos (tan relativos, por otra parte). Lo importante es que la escuela sea democrática y fomente la igualdad social. No hay mejores ni peores alumnos, sólo diferentes facetas de la personalidad humana. Eso y buen rollete, que no falte. Nadie es superior a nadie. La idea de que un instituto es un centro de enseñanza es una idea del pasado. Lo esencial es que no se discrimine a nadie y se entiendan las variantes de la conducta de los jóvenes como manifestaciones de la rica cultura de las nuevas generaciones.  


viernes, 29 de mayo de 2009

Poesía necesaria

Llevo una semana sin publicar en el blog pero no he estado ocioso. El wiki dedicado a Mario Benedetti me ha absorbido casi completamente. No esperaba participación tan cálida y tan excelente tanto en la forma como en el fondo. Me ha desbordado gestionar vuestras grabaciones siendo consciente además de las dificultades técnicas que supone colgar un archivo sonoro. La inmensa mayoría de una forma u otra lo habéis hecho solventando problemas que surgían al convertir los archivos a mp3, subirlos a un servidor y luego pegar el código en el wiki. Para muchos era la primera vez que se trabajaba en un wiki y ha sido un descubrimiento; otros han disfrutado jugando con los hijos con el programa Audacity que era desconocido hasta entonces. Para otros ha sido una difícil labor que ha puesto a prueba vuestros nervios, pero por fin se ha conseguido con un grito de gozo exaltado: ¡Eureka! Lo conseguí.

Han participado blogueros (la mayoría) pero también colaboradores espontáneos; han participado personas de muchos lugares de España, Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica, en especial Argentina; han participado con ilusión personas de todas las edades: niñas de ocho y nueve años con su voz de cristal, algún adolescente en esa etapa de cambio tan procelosa, hombres y mujeres jóvenes, maduros y algunas mujeres de setenta y cinco años o incluso ochenta y dos años que han aportado garra y fuerza, a la par que sabiduría e ilusión. Han participado mayoritariamente profesores, pero también periodistas, enfermeras, algún conspicuo militar, científicos, opositores, estudiantes, jubilados, niños...

Me ha sorprendido el éxito de la experiencia y no puedo estar más contento. La figura de Mario Benedetti concita mayoritarias adhesiones y cada uno que ha recitado ha hecho suyos algunos poemas con los más variados acentos y ritmos. En una época supuestamente de cinismo, el testimonio de un hombre bueno que tenía el don de la palabra poética universal, nos ha convocado a muchos, incluido algún sarhento que ha recitado su poema a la vez que su mujer freía las croquetas de pollo y bacalao.

Fondos musicales variados: clásicos, jazz, tangos, el himno de la legión..., que han servido para dar acompañamiento a las más variadas recitaciones.

Lamento las dificultades y fallos que puede implicar un sistema como nirewiki, un servidor alojado en el País Vasco que tiene escaso mantenimiento, y que no respondía a las preguntas y dudas que surgían. Lo elegí por estar en castellano y ser práctico, pero quizás haya que experimentar con otros wikis, para lo que estoy abierto a sugerencias. Trabajar con wikis en clase es una experiencia muy interesante. Permite la elaboración colectiva de los temas así como la revisión constante y la adición de información y de archivos musicales o sonoros, vídeos...

No puedo daros las gracias personalmente, pero desde aquí quiero agradeceros a todos vuestra participación entusiasta con vuestras grabaciones y comentarios y con vuestra emoción... que han hecho posible esta experiencia novedosa e interesante. Hemos celebrado nuestro pequeño recital y hemos mostrado que la poesía sigue estando viva y que es importante en nuestras vidas, quizás no tanto como el fútbol (hemos celebrado el homenaje en pleno éxtasis deportivo del Barça) pero es cierto que ocupa un lugar en nuestras vidas, no sé si para cambiar el mundo, pero sí para hacerlo más cálido, acogedor y humano. Me ha quedado un buen sabor de boca y en algunos sentidos estoy pletórico a pesar del abrumador ejercicio de coordinación que ha supuesto.

Gracias de nuevo. Y recordad que el homenaje sigue abierto, aunque ya no escriba sobre él. Cualquiera puede unirse cuando lo deseé pues el wiki continúa activo.

Homenaje a Benedetti

viernes, 22 de mayo de 2009

Homenaje a Mario Benedetti

Ya está en marcha nuestro recital poético en recuerdo de Mario Benedetti. Es un lujo y un placer haber asistido en los últimos días a tantas referencias a su persona y a su poesía en múltiples blogs. Hemos querido unirnos a esta marea sentimental -no nos duele el adjetivo sentimental- que ha generado su desaparición, del mismo modo que su figura concitaba el encuentro de multitudes ansiosas de oírle en persona. Guardo como un tesoro el disco El sur también existe de Joan Manuel Serrat con textos de Mario Benedetti, porque la poesía de Benedetti siempre tiene como trasfondo a ese ser humano anónimo, angustiado, deseoso de luz y de justicia.

Os animo e invito a parcicipar en este pequeño homenaje que sigue en sus líneas el que coordinó Antonio Solano con el hermoso recordatorio que dedicamos a Ángel González.

He creado un wiki titulado Homenaje a Mario Benedetti. Habréis de registraros como usuarios del mismo para evitar el vandalismo. Se trata de poner nuestra voz a sus poemas, a algunos de ellos que he seleccionado de la página A media voz, pero podéis recitar otros no presentes en la antología. Sólo tenéis que añadirlos a la página portada.

¡Sólo necesitáis un micrófono y vuestra voz!

En la página de Normas de publicación se os explica cómo hacerlo posible técnicamente.

Me encantará oír vuestras voces dando vida a la poesía de Benedetti.

HOMENAJE A MARIO BENEDETTI

martes, 19 de mayo de 2009

Pedro y el capitán

No me gusta que el velatorio de Mario Benedetti haya sido en el lujoso y marmóreo salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los diputados uruguayo, ni me resulta estimulante que su tumba vaya a estar en el Panteón Nacional de uruguayos ilustres. Benedetti era un escritor del pueblo, sus palabras estaban escritas y pensadas en la cercanía al lector de la calle. No pensaba que la poesía hubiera de estar escrita con un lenguaje alejado de la cotidianidad. Benedetti era el hombre con el que me hubiera gustado estar departiendo toda la noche sobre poesía, política y literatura con unos vasos palmeros de whisky y un paquete de cigarros sobre la mesa.

 Tuve una experiencia intensa con Benedetti. En los años 1986-87-88 disfruté de la magnífica ocasión de interpretar a uno de sus personajes dramáticos más populares. La obra era Pedro y el capitán y yo interpretaba la figura del torturador que interrogaba al preso político Pedro en una de tantas dictaduras latinoamericanas que hubo en el cono sur. La obra constaba de cuatro densos actos en que los dos personajes se enfrentaban en circunstancias dramáticas. Pedro era un detenido político al que era esencial extraer información sobre sus compañeros de partido. El capitán era un coronel del ejército, culto y refinado, que recibía al preso tras el paso por otros interrogadores menos dialogantes. Porque el capitán era el “bueno” en ese juego infernal de la tortura. El capitán le advertía de lo brutos y bestiales que eran los otros, que lamentaría mucho que le hicieran daño, que él era diferente y que le convenía hablar. Pero Pedro no hablaba sobre lo que le interesaba al capitán y el enfrentamiento entre ellos era cada vez más tenso tanto que el militar termina desmoronándose ante las respuestas dialécticas del prisionero. La obra marca una relación cambiante entre los dos personajes. Primero el capitán está arriba ante un prisionero indefenso que lleva una capucha negra que le impide ver. Cuando le quita la capucha, sintiéndose seguro, es el mismo capitán el que se expone a la mirada y las palabras de Pedro. De nada valen sus amenazas de que van a violar a su mujer y van a golpear y matar a su hijo. Pedro resiste todo y sabiéndose ya al final de la obra, roto físicamente, que va a morir, manda a su hijo un último mensaje de que no traicione, de que sea fiel a sus ideas. El capitán está destruido moralmente. Su personaje presenta un declive y es él  quien  suplica a Pedro que diga algo para justificar tanta violencia, tanto dolor. 

 Representamos esta obra frente al público en el pequeño teatro de la Riereta en el Raval barcelonés durante dos meses, la llevamos por institutos de bachillerato y formación profesional donde tuvo una aceptación magnífica, y también la representamos en la prisión Modelo de Barcelona ante los presos de la sexta galería. La obra no hacía concesiones al espectáculo. Solamente era diálogo entre dos personajes, sin efectos especiales. Duraba una hora y cincuenta minutos de toma y daca dialéctico marcado por la iluminación plana y cenital de los focos. Los alumnos de dieciséis años se sentían cautivados por ella y el aplauso que recibía la obra era de lo más gratificante y emocionante. Recuerdo en Sant Boi en un centro de Formación Profesional donde la representamos ante cuatrocientos alumnos dispuestos a cargársela. Todo eran gritos y risas cuando salimos a escena. Cinco minutos después el silencio era absoluto y se podía cortar con una hoja de afeitar. La tensión subía cuando el capitán le daba una fuerte bofetada y lo tiraba al suelo. Ciento diez minutos ininterrumpidos de bla-bla que tenían a aquellos adolescentes terribles prendidos de la obra, del debate que suscitaba: fidelidad a unos ideales, sentimiento moral, abyección del torturador frente a la dignidad del Pedro, la victoria final del prisionero antes de morir sin haber dicho nada de sus camaradas. El aplauso final era rotundo y sentido.  La obra les había entusiasmado.

 Y es que Benedetti conectaba con el público por su sentido del dramatismo y de lo poético. Tenía esa cualidad de hablar de cosas importantes con el lenguaje de las personas sencillas, igual que su poesía densa y humana, comprometida con la vida, con los hombres, con la sociedad, con su tiempo. El poeta Antonio Gamoneda ayer, tras su muerte,  lo vino a calificar de poeta menor y facilón por su lenguaje coloquial y carente de artificiosidad; lo puso al mismo nivel que el habla de los periódicos y la publicidad. Sin embargo, sin entrar en la polémica, no me cabe duda de que Mario Benedetti llenaba teatros para escucharle y sus versos caminan llenos de luz por la calle entre los transeúntes y los viajeros del metro o el autobús. Es de los pocos poetas que ha logrado romper el aislamiento de la poesía encerrada en una torre de marfil. Pienso que hay lugar para ambas tendencias de la poesía y que necesitamos, sin embargo, más que nunca, a poetas que lleguen a las calles, a los institutos, al metro, a las cárceles, a los auditorios, a los blogs… ¿Podemos, Antonio Solano, hacerle un pequeño homenaje como el que hicimos a Ángel González? ¿Se apuntaría alguien más a la idea?  

No me interesa el Benedetti de los panteones sino el poeta de la calle, de los blogs, de las prisiones, allá donde haya hombres y mujeres hambrientos de poesía. 

jueves, 14 de mayo de 2009

España

Después de los silbidos, gritos y abucheos mayoritarios de las dos aficiones vasca y catalana a los reyes de España y al himno español, no por esperados menos dolorosos, me puse a pensar en España, en si tenía sentido España a estas alturas. Para los que silbaban y chillaban desde luego que no. No voy a recriminarles su actitud. En el Parlamento español se ven diariamente ejemplos de pésima educación por parte de los que más defienden en principio la idea de España. Me puse a pensar y llegué a la conclusión de que España es un error de fondo. Un error histórico que ya no tiene solución de continuidad. Fidel Castro hace unos días calificó a España como de imperio colonial con muletas. España es una cárcel de pueblos que aspiran a su soberanía. Pensé en un día gris, pero no muy lejano, en que Cataluña y Euzkadi proclamarán su independencia. Esto supondrá un aldabonazo en la conciencia de país y quizás los demás pueblos piensen que España no tiene sentido sin catalanes y vascos. Navarra irá detrás en desagregarse de la supuesta unidad, Canarias pedirá su incorporación a la Unión Africana, Andalucía y Aragón reivindicarán su carácter nacional y no querrán ser menos que los demás. Los parlamentos autónomos servirán de soporte provisional hasta la redacción de sendas constituciones que revaliden las nuevas independencias que irán incrementándose a medida que pasen los días: Asturias, Cantabría, Galicia, Extremadura, Murcia, Castilla, León que exigirá segregarse de Castilla, El Bierzo que exigirá segregarse de León y unirse a Galicia, la franja de Aragón que querrá unirse tal vez a Cataluña, Valencia que no querrá unirse a Cataluña para formar els Països Catalans, las islas Baleares que verán con desconfianza la nueva capitalidad barcelonesa, la Mancha de igual modo pedirá su desagregación de la unidad y proclamará su carácter nacional del mismo modo que La Rioja. Sólo quedará Madrid en el centro como resto de un cadáver desmembrado. Todos los parlamentos independientes reivindicarán su definición nacional y su historia diferenciada. Los que tengan lengua propia la impondrán como única en su territorio y se exigirá pruebas de adhesión a la nueva patria y su bandera.

 Sólo quedará subastar las posesiones compartidas como el museo del Prado que se repartirá equitativamente entre todas las nuevas naciones que pedirán su entrada en la Unión Europea. Todas estas naciones reivindicarán su entidad republicana y los Borbones se quedarán sin trabajo. El príncipe Felipe se exiliará en Grecia con su madre, su padre y sus hijos. Se acabaron los vividores del cuento.

 Los conflictos internacionales arreciarán y las relaciones entre estados vecinos serán cada vez más tirantes. Las nuevas naciones tendrán que constituir fuerzas armadas para defender su soberanía y las líneas fronterizas, tan permeables por tantos años de cohesión obligada. Iparralde no querrá unirse a Euzkadi y preferirá seguir siendo francesa y Navarra se dividirá  entre los partidarios de la unión a Euskalerria y los de la navarridad.

 Los historiadores de cada nueva nación serán convocados para redactar una nueva historia sin contaminación y explicando los largos siglos de dominación centralista. Las cuencas hidrográficas serán blindadas por los parlamentos nacionales lo que causará conflictos sin fin entre los distintos estados del mismo modo que las comunicaciones, y las vías del trazado del AVE que serán pospuestas por falta de acuerdos de financiación.

 Los torneos de fútbol y demás deportes contarán con las respectivas selecciones nacionales soberanas. Ciertamente será menos divertida la liga de cada estado sin competir con las de los demás, pero bueno. El Barcelona juega contra el Manresa y el Tarrassa y gana la liga Nacional Catalana sin problemas.

 La economía se resentirá y los mercados exteriores  se contraerán por la complejidad de las exportaciones y los conflictos originados entre estados.

 Alguien sugerirá en algún momento la creación de una Confederación Ibérica de pueblos independientes. Los pueblos Andaluz y Aragonés apoyarán la idea pero desde la república Catalana se verá como un intento de resucitar la vieja, rancia y casposa España. Desde Euskalerría se dirá que ni pensarlo. El pasado ha sido demasiado ominoso como para dar vida a confederaciones españolistas.

 Cartagena se querrá independizar de Murcia y crear su propia autonomía dentro de la nación Murciana. El panocho se convierte en lengua nacional de la nación Murciana,  la fabla, de la Aragonesa, y el  bable, de la Asturiana. Todas estas lenguas se unirán a las que serán comunes y utilizadas en la Unión Europea.

 Las ligas europeas se animan con la incorporación de dieciocho nuevas naciones, los presupuestos de defensa de los nuevos estados se incrementarán exponencialmente y la recesión económica  golpeará la andadura de estas nuevas naciones que por fin podrán respirar en paz sin la dominación centralista.

 España, esa cárcel de pueblos, ya no existirá y sólo algunos nostálgicos pensarán en Juan Ramón Jiménez  como un poeta español y no andaluz porque también se repartirán los escritores, los músicos, los pintores, los científicos…

 El problema es que Madrid, esa ciudad-Estado no sabrá ubicarse sin machacar, sin coaccionar a otros pueblos. Pero por fin seremos soberanos, plenos, libres e independientes y el mito legendario de España será enterrado en todos los libros de historia y desaparecerá de nuestros corazones. Podremos respirar en paz. ¡Qué alivio liberarse de España!

 ¡Qué razón tenía Pepe Rubianes! Y qué razón tenían ayer los silbidos contra ese proyecto totalitario que significa lo español. Porque existen los pueblos Andaluz, Murciano, Catalán, Extremeño, Vasco… pero no esa excrecencia del pasado que es España. 

lunes, 11 de mayo de 2009

El espíritu de la colmena

Reconozco que cuando vi en 1973 la película de Víctor Erice El espíritu de la colmena no reconocí la obra de arte que había detrás. Ha sido treinta y seis años después cuando he vuelto a visitar este prodigioso filme y me he quedado completamente boquiabierto. La he visto en tres ocasiones en tres días seguidos y aún quiero volver a verla con mi hija pequeña de nueve años. Estoy seguro de que le sorprenderá o maravillará y que le servirá de vacuna para enfrentarse a bodrios como Hanna Montana que ahora hace furor entre las preadolescentes adictas a Canal Disney.

 El espíritu de la colmena recrea en un filme lento, poético, lleno de silencios y elipsis la confusión  maravillosa de un niño entre realidad y ficción. Vemos en él, a través de esos ojos inmensos de Ana Torrent, que se comen la pantalla, el funcionamiento de la imaginación de una niña de seis años que se siente fascinada por el mito del monstruo de Frankenstein que conoce a través de una película que llega a su pueblo, perdido en la meseta castellana. El presentador les habla de una de las películas que más ha estremecido a los espectadores desde que empezó el cine, pero les recomienda que no se la tomen demasiado en serio. Pero Ana sí que se la toma en serio y asistimos a la conversión de todo el universo que la rodea en un lugar misterioso y enigmático. Víctor Erice transforma  el caserón donde viven Fernando y Teresa  (Fernando Fernán Gómez y Teresa Gimpera) en un mundo inmenso con sus silencios y con sus miedos… El campo, el pozo, el fuego, la muerte, la hermana poco mayor que ella (Isabel) son los ejes junto a ese mundo extraño y metódico que es el de las abejas que los seres humanos no llegan a entender. Víctor Erice tomó el título de la película del libro del autor alemán Maurice Maeterlink que escribió el texto más hermoso sobre la vida de las abejas.

 Animo a todos los que lo tengan lejano a ver este extraordinario filme que es uno de los mejores de toda la historia del cine español e incluso universal. Es francamente sorprendente. Pero quería traer a colación un tema colateral y es el de la imaginación de los niños. Esta película me ha hecho reflexionar sobre ello. ¿Es posible hoy en día que se desarrolle en el mundo de los niños esa increíble capacidad que es la imaginación? Me temo que esa sobreprotección que ejercemos sobre ellos les imposibilite para ello. A esto se une la televisión que es auténticamente demoledora para la imaginación. Un niño se pasa centenares por no decir miles de horas frente a la televisión. Muchos padres desde que nace lo conectan allí. Luego está el mundo aséptico de los centros comerciales donde pasan muchas horas; se añade el alejamiento de la naturaleza, la ausencia del silencio y la persistencia de un estrépito continuo que impide que el cerebro se quede jamás en calma, el estrés de la vida cotidiana, las múltiples actividades que han de hacer, las madres y padres bienpensantes que los llevan un rato al parque para que jueguen en juegos absolutamente estúpidos y carentes de imaginación. Todo se orienta a alejar el peligro de las vidas de los niños y se les expone a un universo comercial, ausente de imaginación, y cuando ven libros, ven los dibujos de historias de un niño –Teo- cuya principal aventura es perderse en el supermercado. Todo vacío de emoción. Se quiere extirpar el mal, el peligro y el misterio de la vida de los niños. Se les excluye y aleja de la muerte -oh, tabú innombrable- , del fuego, de los pozos, del silencio, de la inmensidad, de las casas oscuras, de la soledad, de las noches estrelladas, de la autoridad. Todo aderezado con ruido y televisión del tipo Canal Disney, un auténtico insulto a la inteligencia.

 Cuando uno ve los ojos de Ana Torrent que se ambientan en la posguerra española (1940) se da cuenta de lo que hemos perdido, de los tabiques que hemos puesto a la imaginación. No me extraña que los adolescentes sean tan previsibles, que tengan tan escasa capacidad de concentración, que se limiten tanto a esquemas trillados y estereotipados y que estén tan faltos de contención.  Han sido educados en la televisión, en la videoconsolas, en el consumismo, en un ritmo frenético, en la sobreabundancia y superprotección, en los centros comerciales, en visiones empobrecedoras -políticamente correctas- sobre el bien y el mal… Les ha faltado el peligro, la soledad, el silencio, la muerte, la lentitud, la emoción auténtica, los pozos, los ritos, el fuego, los ríos, los monstruos de Frankenstein, la vida auténtica y llena de pasión. Luego no tiene arreglo. Y además la literatura es una especie ya en trance de extinción. ¿No se entiende todo ya?

viernes, 8 de mayo de 2009

Evolución y azar

Un blog amigo -Waldeland 25 cuyo capitán es Serenus Zeitbloom- me lanza una propuesta interesante, siguiendo la cadena de la SFPA (Sociedad de Filosofía de la provincia de Alicante), sobre la importancia e influencia del evolucionismo darwinista en todos los ámbitos científicos y académicos. Profesor en la secundaria ha sido requerido para que reflexione sobre el concepto de “evolución” en el campo humanístico. Sin embargo, plantear el término “evolución” referido a la historia o la cultura a estas alturas es como intentar demostrar que hay luz a las doce del mediodía. ¿Cómo demostrar lo evidente? En el doscientos aniversario del nacimiento de Darwin su planteamiento evolucionista forma parte de modo intuitivo de nuestra concepción del mundo y de la ciencia. ¿Cómo imaginar la historia de la humanidad y del arte sin el concepto de “evolución”? Tendríamos que retrotraernos a un universo fijo e inmutable en donde todos los organismos, las personas, las sociedades, los géneros literarios o las tendencias artísticas ocuparían un lugar inmóvil en el mundo -como determinados por una voluntad divina- , y nuestra constatación, sin hacer mucho esfuerzo, es totalmente la contraria. Somos fruto de la evolución, estamos en cambio incesante, y ello lo percibimos en el transcurso de nuestra vida y a poco que nos interesemos por nuestro pasado y nuestro presente lo percibimos como una realidad incontrovertible.

La realidad funciona de forma dinámica -y no estática- interconectando fenómenos, influyéndose unos a otros, determinando tendencias o modelos evolutivos que se caracterizan por su continua adaptación a las condiciones dadas. Somos lo que somos en función del tiempo que nos ha tocado vivir y no nos cabe otra opción que adaptarnos a él o quedarnos atrapados como náufragos de un tiempo pasado. Nuestra realidad se manifiesta como la de una infinita variedad de organismos que luchan por la supervivencia, por su lugar en el mundo podríamos decir. En esta pugna perviven necesariamente los mejor adaptados teniendo en cuenta que en una sociedad democrática como la que vivimos no son sólo los más fuertes físicamente los que marcan la tendencia sino que son los más astutos, los más maleables, los más flexibles... A veces es una ventaja ser más pequeño o más simple que tus antepasados.

La lucha por la vida forma parte de nuestra concepción de las cosas. El mundo es un entrecruzamiento de fuerzas que entran en competencia feroz. Por ello la sociedad democrática se esfuerza en articular códigos de comportamiento tolerante mediante el cual podamos vivir en un inestable y enriquecedor equilibrio. Todos tienen su lugar, se nos viene a decir, y ello nos lleva a ser también tolerantes con los intolerantes; a ser compasivos y solidarios con los más débiles; a establecer cauces de mediación entre las partes en conflicto, asumido éste como inevitable; a favorecer al discapacitado; a la discriminación positiva; a ser permisivos ante el asalto a la autoridad cuyos fundamentos son dinamitados por teorías, comportamientos y tendencias corrosivas.

La evolución implica orden pero también caos, y en esa pugna reside nuestro estatus existencial y social. Durante mucho tiempo pensamos que nuestra evolución conllevaba la idea de progreso y consideramos que el tiempo se dirigía a un orden superior entendido éste como la culminación de las teorías humanistas que derivan de los fundamentos racionalistas de nuestra civilización occidental. Los seres humanos caminarían hacia un mundo más justo y solidario en el que existiría un nivel de felicidad mayor que el que hemos conocido. La idea de progreso es optimista, pero hemos llegado a un estado histórico en que nos hemos convertido en radicalmente pesimistas. Por primera vez el ser humano por su acción puede poner en peligro la existencia misma de la vida. Cada día desaparecen centenares de especies animales y vegetales y la biosfera está en grave peligro (deforestación, calentamiento global, desertificación, contaminación...). Los seres humanos se multiplican inexorablemente y con su deseo de poder van destruyendo la naturaleza que los contiene, las pandemias vuelven con fuerza, y el mundo almacena suficientes armas nucleares como para hacer desaparecer el planeta varias veces. Parecería que nuestro modelo de desarrollo está chocando contra sus límites y nuestro futuro nunca ha parecido tan incierto.

Unos conceptos que son recurrentes en las leyes de la evolución son el azar y la necesidad. La vida empezó por azar. No hubo ningún designio divino detrás. Existimos del mismo modo en que podríamos no existir, surgió la vida y el ADN y comenzó un proceso evolutivo biológico, geológico, humano y social que no tiene ningún sentido, no camina hacia ningún lado, no hay un punto de confluencia ni de llegada. Cambiamos por azar y por necesidad. Este fatalismo es el que nos lleva a concebir que del mismo modo que empezamos por azar podríamos concluir del mismo modo. Si desapareciera toda la vida humana en el planeta, el universo no se conmovería, somos un error en medio del espacio vacío y estamos probablemente solos en la negrura interestelar.

Hay quien piensa que si han de sobrevivir los mejor adaptados estos serían en última instancia las ratas, los virus y los mutantes.  

En medio de este azar extraño que es la vida, que sólo posee el sentido que queramos darle, nos orientamos como ciegos, pero a veces nos paramos y sentimos como confortante nuestra irrelevancia o levedad, y contemplamos con una sonrisa irónica nuestra dimensión trágica, nos bebemos un vaso de agua o de vino y empezamos a reír ahítos de felicidad incomprensible. 

lunes, 4 de mayo de 2009

Cráneo privilegiado

Hemos pasado unos días en el sur de Francia. Vivir en Barcelona supone que Francia está a unas tres horas. Ello da ocasión de visitar el lado norte de los Pirineos con cierta frecuencia. Y lo cierto es que me siento bien en Francia. Lo primero que uno nota cuando llega allí es la importancia de la cortesía en el trato. Bon jour es común cuando entras en cualquier establecimiento, pero dicho con especial énfasis, no un bon jour desmayado y protocolario. Los franceses ponen intensidad en sus saludos. Igual que a la despedida un merci con una amplia sonrisa y Au revoir, y un Bonne journée o un Bon voyage. Reconozco que me resulta cálido y cordial. Cuando he ido con mis alumnos al sur de Francia, ellos han notado la importancia de la cordialidad y la cortesía en comparación con el estilo bronco de nuestras relaciones en las que los saludos parecen fórmulas vacías de sentido. Uno se siente atraído por ese calor, por esa predisposición a cuidar las formas dotándolas de contenido.

 También me atrae de Francia el cuidado que ponen en conservar sus pueblecitos con  su estilo tradicional. En efecto, todos los pueblos que he visitado mantienen su imagen armoniosa no especialmente lujosa pero sí buscando proteger la piedra, los tejados de teja, las contraventanas y puertas de madera y evitando elementos “modernos” distorsionantes. En España hemos destruido la mayoría de nuestros pueblos dejando caer las casas en los centros históricos y sustituyéndolas por edificaciones modernas o se cambian las ventanas de madera por aluminio igual que las puertas. En Francia todo es discreto pero bien conservado, con primor, con conciencia del paisaje urbano, sin esa fiebre destructora que se ha impuesto en España en las últimas décadas, no sé si con mentalidad de nuevos ricos que odian su pasado y sus elementos arquitectónicos.

 Me asombra de Francia también el uso del usted en las relaciones sociales. Es preceptivo entre iguales y presente entre los jóvenes, y por supuesto lo es en la escuela entre alumno y profesor e incluso entre los mismos profesores. El usted predispone al respeto y a la consideración. Ignoro por qué se ha perdido en España  incluso con personas mayores. Quizás tenga algo que ver con el estilo de camaradería bronco que se puso de moda entre los falangistas en la postguerra. Los camaradas falangistas se trataban sin rodeos con un tú agresivo. Recuerdo en mi niñez que aún era frecuente el usted en las relaciones sociales, pero en la década de los sesenta y setenta fue totalmente arrinconado y olvidado. Las personas mayores se sienten menos mayores si se las trata de tú. El usted es como un síntoma de envejecer a la gente y se olvida su significado de respeto y valor de la distancia y la consideración.

 Y en cuanto a relación con el pasado, me admira de Francia que dicha relación no parece conflictiva mientras que en España lo es y mucho. Tenemos en nuestra historia una dictadura de cuarenta años que nos ha marcado profundamente y con cierta lógica tendemos a hacerla desaparecer o a ignorarla o a detestarla. Todo lo que proviene de la dictadura sea o no cierto nos parece sospechoso, incluido el ejercicio de la autoridad que parece de raíz franquista. En Francia no es así.

 Igual que en los nombres de sus calles aparece siempre una place de la Republique de la que se sienten orgullosos, y dentro de la nomenclatura urbana se realzan personajes del pasado compartido de Francia, al lado de prohombres locales. En España, la España de las autonomías, se tiende a destacar sólo las supuestas glorias locales, y se olvida o hace desaparecer los hombres de letras que han formado nuestra tradición. Me gustaría encontrar en Andalucía una calle dedicada a Salvador Espriu o en Cataluña una avenida con el nombre de Miguel de Cervantes. Somos muy poco conscientes de nuestro pasado, de su valor, de los momentos de gloria compartida. El pasado es peligroso y está contaminado de centralismo, dictaduras, un imperio ominoso, de suciedad...

 Me admira de Francia su bandera, su himno, su historia compartida por todos los franceses, mientras que en España no hay nada que sea asumido por todos y cualquier atisbo de intentarlo es lógicamente visto como un signo de amenaza.

 Acabamos nuestro recorrido en Collioure donde está la tumba de Antonio Machado y allí pude encontrarme con lo mejor de nuestra tradición, con algo que sería imposible en España: el calor republicano. Toda la tumba estaba llena de referencias tricolores, poemas, banderas catalanas y republicanas. Aquel cementerio es un remanso de paz de la España que pudo haber sido y no fue. Veo absurda y abominable la idea de trasladar la tumba de Antonio Machado a España. Está bien enterrado donde murió, en las circunstancias que lo hizo, después de  una derrota de los ideales republicanos, tras una huida azarosa y dolorosa, y donde fue acogido con afecto y allí sigue enterrado recibiendo cada día a docenas y docenas de visitantes que llegan hasta allí, un lugar tranquilo y hermoso, un pedacito de la España republicana en Francia.

 ¡Cómo añoro un país reconciliado con su historia, con su paisaje, con su cultura y con sus ideales. No sé si para ser español hay que odiar ser español. ¡Qué controversia!

 España.

Don Latino.- ¡Un esperpento!

El borracho.- ¡Cráneo privilegiado! 

lunes, 27 de abril de 2009

L'enfant sauvage

Ayer veía de nuevo la película de Truffaut con mi hija pequeña. Ella había quedado maravillada la primera vez que la vio. Desde entonces no había dejado de decirme que quería volver a verla. Por fin pude disponer de ella, y lo dos nos quedamos frente al televisor viendo esta película que plantea problemas fascinantes sobre la posibilidad de educación social de un niño que ha crecido sin contacto humano en plena naturaleza. Tiene una base histórica en el famoso niño de Aveyron que fue encontrado hacia 1800 con cicatrices en la cara y en el cuerpo. Aparentaba tener doce años pero era muy pequeño. Bebía en los arroyos y comía bellotas o raíces. Tras diversas vicisitudes, el doctor Itard se lo lleva a su casa e intenta socializarlo enseñándole el lenguaje, el sentido moral y el comportamiento civilizado.

El niño hace progresos aunque nunca puede pasar de determinado umbral y a pesar de que aprende el alfabeto y un cierto número de palabras, nunca deja de añorar su vida salvaje. En la película, el niño, Víctor, se coloca siempre al lado de la ventana mirando el bosque donde había crecido. Una vez se escapa y vuelve a su vida salvaje, pero los progresos dados en la civilización le impiden readaptarse a su vida anterior y vuelve con el doctor Itard tras varios días de vagabundeo por el bosque. El niño estará condenado a soñar con la vida en libertad, aunque será incapaz ya de volver a ella, pero tampoco podrá progresar en la vida civilizada y será en ella un permanente extranjero.

 Esta historia inmediatamente la he conectado con Blanca, una muchacha sobre la que escribí hace un tiempo en un post titulado Le bateau ivre. Os recomiendo releerlo. Tiene ahora veintipocos años y vive una vida equilibrada en compañía de su pareja. Solemos escribirnos y nos contamos nuestras respectivas situaciones. Sus correos electrónicos son un prodigio de capacidad de autoanálisis emocional y existencial. Blanca se hundió durante años en abismos de locura por causa de su enfermedad (TLP, Trastorno Límite de la Personalidad). Ello le llevó a vivir en la calle, a sufrir agresiones y autolesionarse,  a terminar por fin en psiquiátricos en los que fue internada. Me habla de su estancia en ellos. Ahora vive medicada y estabilizada, pero no deja de añorar aquellas fases de locura en que existía un yo que fue  químicamente lobotomizado para dejarle posteriormente en equilibrio pero sin aquel núcleo de identidad que la vertebraba causándole sin duda un terrible dolor pero dándole alguna consistencia. Añora esa vida en los psiquiátricos y me habla de las personas que conoció allí, de su interacción con ellas, de la exquisita sensibilidad de algunos de ellos, de la brillantez intelectual y artística de alguna mujer que estaba allí internada, de la prohibición de tocarse que existe en dichos centros, pero que ellos se las ingenian para sortearla y tener contacto físico de mil maneras diferentes, incluso follando salvajemente. Es una vida de cierta libertad entre electroshock y tratamiento farmacológico en que los yoes desbocados de los internos pueden manifestarse. Trastornos bipolares, esquizofrenia, psicosis… son enfermedades graves que conviven allí en el “hotel” en el que no hay que hacer nada y se puede estar todo el día en pijama y dedicándose a pensar y a relacionarse, a besarse, a tocarse, a darse afecto de una manera u otra, lo que a veces es mejor terapia que la química.

 Ahora Blanca está resignada y se reconoce como no feliz aunque vive en una paz química. Su yo fue extirpado –piensa ella-. No quiere volver a ello claro está, sabe lo que le espera al otro lado (una habitación con barrotes), pero no acaba de sentirse cómoda en la “cordura” y la “normalidad”. La locura tenía su atractivo. No debe pensar en ello. Era un mundo visionario, en el límite mismo de la identidad y del ser. Ahora debe estar acostumbrada a la vida gris y cotidiana que no le atrae para nada. No sabe quién es. Le curaron pero no le dejaron traerse su yo y no todo era desechable. Está condenada a ser alguien desconocido para ella misma. Lo peor además es que ya nunca podrá relacionarse con sus compañeros de locura. Sería malo. Ahora ella está a este lado y no debe volver al otro. No debe volver a ser yo porque ella ya no es así. Su lado patológico y dañino debe quedar alejado.

 Yo le animo a escribir sobre ello. Pienso en el extraordinario testimonio sobre la depresión en que consiste ese breve ensayo titulado Esa visible oscuridad de William Styron, en el que el autor relata su caída en simas de dolor y de tristeza insondables a consecuencia de una crisis que padeció hacia los sesenta años. Es un libro lúcido y apasionante para todos aquellos que han sufrido una depresión y también para los que no. Pienso que Blanca podría articular su visión del mundo y dar origen a un relato magnífico de todo eso que está al otro lado del espejo. Sin embargo, nada parece ilusionarle. Cuando recibo un correo de ella, me pongo contento y lo leo atentamente. Tengo la misma impresión de cuando era alumna mía y la veía expectante en clase, esperando acceder al conocimiento o a la luz. Sigue siendo una lectora compulsiva y una excelente cinéfila. Elementos no le faltarían para crear si pudiera encontrar en ello un aliciente, una motivación. Retratar esos dos polos de la vida (locura-cordura) es una vertiente que merece ser explorada.

 L'enfant sauvage no deja cada día de sentir nostalgia de la vida en libertad que dejó atrás, aunque sabe que no puede volver a ella. No hay retorno, -no debe haberlo- pero tampoco a este lado está la felicidad ni un simulacro de ella.

 ¡Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Que te busquen en mi frente.

Juego de luna y arena.

 FGL

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