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sábado, 1 de febrero de 2014

Esa luz, esa luz…



No hay peor crisis en un profesor que la de rendirse a la sensación de que la realidad no puede ser transformada, que un ominoso fatalismo le hunda en la postración de lo dado e irremediable. Es un estado doloroso que se apodera – tal vez como enfermedad- de la mente y el corazón. Cada día es un estremecimiento dominado por el miedo. Los alumnos son percibidos como una amenaza incomprensible, como un latente enemigo que se querría esquivar, pero no es posible. Un profesional ha de enfrentarse al origen de su sufrimiento. Es entonces cuando el corazón sangra y todo se convierte en caos en las aulas en un ejercicio de pánico que es percibido por esos muchachos proteicos que necesitan inspiración y fuerza que les organice la mente y el espíritu. El profesor –enfermo- no puede darles lo que necesitan y solo siente deseo de huir de allí, de fugarse, de desaparecer. Cada mirada se convierte en un arma aguda y lancinante. Siente su derrota y experimenta amargura porque desearía que las cosas fueran diferentes, pero su corazón está débil y su mente, maltrecha. No puede confrontarse a la fuerza de treinta espíritus inquietos que propenden al caos que él debería encauzar y dar sentido.

Esto lo he sentido yo. Cada palabra escrita surge de una experiencia vivida y dolorosa.

Sin embargo, tras un retiro y un ejercicio de terapia química y de escritura, el profesor ansía volver al origen de su sufrimiento.

Siempre hay cosas que no acaban de revelarse, pero tal vez la felicitación de Navidad que  le llegó de una de sus alumnas, cuando él estaba hundido, le sumió en la reflexión de que tal vez no estaba todo perdido, que tal vez todavía había alguien que no lo considerara totalmente derrotado.


Volvió a las aulas. Y en un proceso de un mes, las piezas que él consideraba caóticas comenzaron a cobrar sentido hallándose el profesor en medio de un magma que le apasionaba, que le ocupaba cada fibra de su ser. Entrar en las aulas se convirtió en un ejercicio que suponía un desafío hermoso, y se encontró con esas miradas que antes lo asustaban sin que él sintiera ya miedo sino más bien un estado de maravilla ante la belleza de su profesión. Aprendió a ser firme, a no temblar, a mirar nítidamente, a recordar lo que él había sido en otro tiempo, antes de la enfermedad. Advirtió que deseaba estar ahí, que subir las escaleras y ser saludado con afecto por esos personajes que antes le humillaban, era una sensación que dotaba de significado a todo. Él era profesor. Y por fin llegó a ese íntimo convencimiento de que era posible transformar el mundo, que la realidad no era gris, plana y maléfica, sino abierta y llena de posibilidades. No entendía ahora su sentimiento anterior de derrota, pero sabía que estaba documentado en centenares de páginas que había escrito en un diario de una enfermedad que había existido. Y no hace mucho. Ahora se plantaba en el centro del mundo, y esos diablillos de doce años se le aparecían como duendes benéficos que aspiraban a tenerle con ellos, entre ellos. Y él sentía un profundo estado de felicidad por experimentar algo que creía imposible: recuperar la ilusión y la sensación existencial de acompañar a alguien al conocimiento. Y aquel alumno pakistaní le demostró que su presencia no era inútil, y se sintió centrado e iluminado sabiendo y recordando que él una vez había sido un profesor que era capaz de inspirar a corazones inquietos, y entraba en las aulas convirtiéndolas en lugares de exigencia intelectual y emoción ante la luz que inundaba todo.

domingo, 17 de junio de 2012

Grecia en el corazón


Ελλάδα στην καρδιά

He estado en dos ocasiones en Grecia: en 1980 y en 1993. En ambas me sentí próximo a los griegos. Percibí un país entrañable en el que no me disgustaría vivir por su sentido de la vida, por su modo de estar en el mundo, por su cultura, por su amigabilidad y apertura a los extraños. Deseo a mis amigos griegos lo mejor en esta jornada trascendental, ojalá puedan votar sin sentir el chantaje y el desprecio con que se los trata desde algunas instancias europeas. Ojalá Grecia pueda salir del hoyo y acompañarnos aportando todo lo bueno que tiene.


Έχω πάει δύο φορές στην Ελλάδα το 1980 και το 1993. Τόσο ήμουν δίπλα στους Έλληνες. Άκουσα μια αγαπημένη χώρα στην οποία δεν θα με πείραζε που ζουν στην αίσθηση της ζωής τους, ο τρόπος του είναι στον κόσμο για τον πολιτισμό της, τη φιλικότητα και το άνοιγμα προς τον έξω κόσμο. Εύχομαι οι Έλληνες φίλοι μου το καλύτερο σε αυτό το βαρυσήμαντο ημέρα, μακάρι να μπορούσα να ψηφίσω, χωρίς να αισθάνεται τον εκβιασμό και την περιφρόνηση με την οποία αντιμετωπίζονται από ορισμένους ευρωπαϊκούς θεσμούς. Ελλάδα επιθυμούν να αποχωρήσουν από την τρύπα και να φέρει σε όλους μας με το καλό που έχουν.


τύχη
(Suerte)


lunes, 18 de diciembre de 2006

Expectativas



Una de las funciones del tutor es la de orientar profesionalmente a los alumnos, especialmente en cuarto de la ESO, curso del que soy tutor como sabrán por mis posts anteriores. Mis alumnos son un grupo de lo que hemos venido en llamar de “ritmo lento” en el que se ubican muchachos de perfil no conflictivo pero de nivel académicamente más bajo que los de otros cuartos. Son alumnos que reciben una atención especial y una adaptación de las materias. Algunos de ellos son voluntariosos y tenaces y obtienen unos buenos resultados que en otros cursos serían difíciles o imposibles. Aprobar todas las asignaturas con buenas notas en este curso es equivalente de suspender tres o cuatro en el curso que llamamos heterogéneo donde la materia se imparte a un ritmo más rápido. El ambiente en la clase es bueno y la mayor dificultad estriba es la convivencia entre alumnos del país y alumnos de otras latitudes. El año pasado hubo importantes conflictos que derivaron en enfrentamientos y agresiones verbales y físicas. Este año el clima se ha serenado por la marcha de alumnas especialmente intolerantes y nos encontramos con un ambiente más relajado en ese sentido. Por lo demás es un curso con el que nos encontramos a gusto y no ofrece dificultades. Son buenos chicos y sólo tres parecen descolgados de la marcha del curso.

En cuanto a orientación profesional, se distinguen tres opciones: los que optan por módulos profesionales, una vez acabada la ESO; los que ven inviable esta opción porque saben que no van a aprobar y entonces se orientan a los llamados Programas de Garantía Social, programas que quieren impedir que nuestros alumnos vayan directamente al mercado laboral sin ninguna capacitación profesional; y alumnos que tienen pretensiones de cursar bachillerato y realizar una o incluso dos carreras universitarias.

A veces el profesor, a la vista de los resultados académicos y las orientaciones de la Junta de Evaluación, ha de intentar modificar la perspectiva que tienen de sí mismos: alumnos que creen que valen para el bachillerato y los estudios universitarios pero, en cambio, el profesor estima que ese itinerario será poco práctico y lo único que servirá será para perder tiempo y pegarse contra un muro de piedra por el bajo nivel de comprensión del alumno, pese a que saque buenas notas en este curso de ritmo lento; en otras ocasiones el profesor ha de hacerlos ir más allá de sus expectativas y animarles a cursar bachillerato porque tienen un perfil adecuado y su nivel y decisión es mayor de lo que ellos mismos consideran.

Forma parte de nuestras tareas ayudarles a buscar opciones e itinerarios de formación. Esto lo solemos hacer en clases de tutoría en las que hay una atención y una intensidad formidables. Está en juego su futuro, y ellos son conscientes. Hoy, con delicadeza, he tenido que reconducir el futuro de un alumno que se creía capacitado para ir a la universidad. Con él he tenido una charla afectuosa en la que le he intentado hacer consciente de su capacidad, pese a lo que él crea de sí mismo. Me ha escuchado y luego me ha dicho ante mis observaciones de que el bachillerato no era la mejor opción para él: ¿Se juega algo, profe, a que con trabajo y esfuerzo me saco el bachillerato? Le he respondido que yo no deseo su fracaso, y que él había escuchado mi opinión (la de la Junta de Evaluación) pero que si él deseaba intentarlo después de aprobar la ESO, estaba en su derecho, por supuesto.

Hay muchas dudas. Han de plantearse en un momento decisivo cuál va a ser su futuro. Manejamos sobre todo páginas web de la Generalitat de Catalunya que informan de todas las salidas profesionales. ¿Qué quiero y qué puedo estudiar? Me alegra que alumnas magrebíes se planteen esta pregunta porque esto significa que tienen perspectivas que van más allá de un matrimonio probablemente elegido por la familia y desean una formación profesional más sólida. Tienen en su contra su escaso dominio del idioma, su ritmo más que lento y malos resultados académicos, su aspecto físico (el hiyab o velo), pero tienen a su favor la voluntad de salir adelante y el apoyo del centro. Me dolería que a estas alumnas la única opción que les quedara fuera la de quedarse en casa. Hemos de trabajar para adaptarles mejor el currículum y que tengan alguna probabilidad de éxito en los estudios. He de ejercer de puente con los otros profesores. He de hacerles ver que en el éxito de estas alumnas está implicado en centro. Va más allá de las simples calificaciones académicas.

Una salida de módulos profesionales no es necesariamente inferior a la del bachillerato porque tras cursar un módulo de grado medio, puede optarse por hacer módulos de grado superior tras una prueba de acceso y continuar estudios hasta llegar si se quiere a la universidad, teniendo en tal caso dos títulos profesionales lo que da muchas más opciones profesionales que un bachillerato.

El tutor tiene una interesante tarea por delante, y asume estas clases de orientación académica con ilusión dado el interés que tienen los alumnos en despejar su futuro profesional. Hoy los ordenadores echaban humo y el profesor era reclamado desde todos los lugares del aula. Hemos investigado desde estudios de azafata de vuelos, a técnico en marketing, en imagen y sonido, auxiliar de farmacia, fisioterapia, filología inglesa, logopedia, diversos bachilleratos, programas de garantía social…

Sin duda, cuanto más estudios hay y más definidos, más posibilidades profesionales tienen nuestros alumnos. Me gusta verlos mirar su futuro con inquietud, realismo y esperanza.

jueves, 30 de noviembre de 2006

La paradoja del enseñante



Un día cualquiera en el que tienes pocas ganas de hablar y de explicar. Te cansa hacerlo a piñón fijo. Prefieres que sean los alumnos los que trabajen. La disertación es cansina. Ya no crees en ella. Es mejor que sean ellos mismos, tus alumnos, los que busquen los datos, los que saquen consecuencias, los que hagan aportaciones. El profesor que lo sabe todo creo que está pasando a la historia. El profesor se convierte en un coordinador, en un aleccionador, en un conductor de potencias en ciernes.

Les proyectas a primera hora Bodas de sangre. Ya se la has pasado a otros cursos. Tú la has visto docenas de veces desde aquella primera y emocionantísima vez que la viste enamorado en París. Mis alumnos la han visto con atención. Era primera hora de la mañana. El DVD ha trasteado un poco pero al final ha funcionado. Cada vez que la ves es como si fuera la primera. Asistes con detenimiento a cada detalle, a cada imagen, a cada encuadre. Eres como un niño que ve su película infinidad de veces. No has tenido que hablar. ¡Qué maravilla! La película se explica por sí sola tras haber leído la tragedia, la maravillosa tragedia de Federico García Lorca.

Eres tutor. Tienes una entrevista con una madre de una alumna. No es propiamente su madre pero es como si lo fuera. Hay emoción en el encuentro. Hay citas que se cargan de dramatismo e intensidad. Surgen historias terribles e injustas. Intentas que la alumna dé más de sí. No sabes si puede hacerlo. Presionas para conseguirlo. No sabes si has tocado las teclas adecuadas porque has puesto a la alumna en un compromiso delante de su “madre” y esto es un error según Frank McCourt en su libro El profesor. A veces no hay que decir totalmente la verdad a los padres si ésta pone en dificultades a los alumnos. Esto les lleva a perder la confianza que tienen en el profesor. Pensarás sobre ello el resto del día.

Para terminar la mañana un ejercicio de comprensión lectora. Los alumnos te piden ir a internet a “cuidar” sus blogs, pero hoy no toca, aunque la semana que viene hay un tremendo puente o acueducto de cinco días sin clase. Es un puente que desarma lo que queda de trimestre y rompe totalmente el ritmo de las clases. Todo sea en honor de nuestra Constitución –que nadie celebra- y la Inmaculada Concepción -en la que nadie cree-.

Les planteas un texto sugerente que parece gustarles. Es periodístico y cuenta la historia de un subdirector general de investigaciones agrarias que aprendió a leer a los diecinueve años. Haste entonces había sido pastor de cabras. Luego terminó haciendo la carrera de ingeniería y el doctorado. Ha escrito quince libros y ocupa un alto cargo en la dirección general de investigaciones agrarias. Están callados. Tú les vas ayudando individualmente según te plantean sus dudas. No tienes que explicar. El texto es suficientemente elocuente.

Por la noche, atiendes a tu correo electrónico. Entras en los blogs de tus alumnos. Lees lo que van escribiendo. Algunos son sumamente interesantes. Se destapan blogueros de raza que son conscientes de pertenecer a una nueva generación. Kiko anima a sus compañeros a crear sus blogs porque "todo el mundo tiene algo que decir". Es la base de los blogs. Todos tenemos algo que decir y encontramos en la blogosfera a alguien que quiere oírte, alguien a quien tus palabras no le dejan indiferente. Puede que sea uno o veinticinco. Es esa necesidad expresiva la que hace tan contagiosa la experiencia del blog.

Última sorpresa cuando te vas a dormir. Un alumno de cuarto se te ha colado en el blog de Profesor en la Secundaria. Querías evitarlo. Querías mantener tu blog alejado de tus alumnos. En este caso el alumno de forma anónima te anima con tus proyectos, incluido el de ir a ver la película de Al Gore, Una verdad incómoda que habías descartado por lo complejo de la película. El alumno ha leído tus últimos posts. Estás al descubierto. Era un peligro que acaba de concretarse. Esperemos que las consecuencias sean positivas. Al fin y al cabo lo que escribes no puede ofender a nadie. Procuras escribir con respeto sobre tus alumnos y el mundo educativo.

Diderot escribió un magnífico libro titulado La paradoja del comediante. En él planteaba la contradicción del actor que para representar dramáticamente una escena necesitaba estar frío en el aspecto emocional. Es la misma paradoja del enseñante. Cuanto más frío esté, cuanto más se sepa contener, cuanto más sepa reservarse, mejor podrá desempeñar su trabajo. El exceso de pasión no ayuda sino todo lo contrario. Cuanto más sereno voy a clase mejor profesor soy. El problema es que no siempre eso es fácil de conseguir, exactamente igual que a los actores. Hay que saber enfriar la cabeza y tener cálido el corazón.

lunes, 13 de noviembre de 2006

La escuela abierta


Nuestros institutos de enseñanza han cambiado profundamente. Se puede decir que hoy día son los centros más cosmopolitas de la sociedad. No es sólo su dinámica interna la que se ha transformado para bien y para mal sino que su perfil humano se ha modificado por completo. La llegada en grandes oleadas de inmigrantes que se suman a la escuela, fundamentalmente pública, crea situaciones nuevas e inesperadas y añaden un colorido sorprendente respecto a unos años atrás.

Hoy, como profesor de guardia, he estado en un primer curso de bachillerato científico técnico al que acaban de incorporarse quince alumnos recién llegados de la República Popular China. Vienen a realizar el bachillerato español en un máximo de tres años. El paisaje del curso ha variado sustancialmente. De quince alumnos que ocupaban media aula, se ha pasado a treinta y la mitad chinos. Para mi sorpresa, la relación entre el colectivo recién llegado y los antiguos alumnos, varios de ellos inmigrantes magrebíes – alguno de los cuales se ha apuntado a la moda de los pantalones caídos- es bastante fluida. Es más, he constatado un interés generalizado por aprender palabras y expresiones chinas. Había un intercambio intenso, lleno de curiosidad mutua, con diccionarios chino-español de por medio, para intentar comunicarse entre los dos grupos de alumnos. Los estudiantes chinos son disciplinados y tranquilos y no han suscitado ningún problema de adaptación al centro. No entienden todavía el contenido de las clases. Imagínense la explicación del mito de la caverna platónico en catalán. Al final de las clases se intenta hacer un resumen sintético del contenido de la misma… Pero demos tiempo al tiempo y veremos a estos alumnos dentro de un año siguiendo perfectamente las clases.

A mi tutoría, que cuenta con catorce alumnos, cinco de ellos bereberes, una muchacha árabe, un boliviano y una ecuatoriana, acaba de llegar una nueva alumna de origen chileno. Se llama Mónica y ha suscitado verdadera expectación entre todos, pues ha arribado procedente de Italia donde ha estado año y medio y tras pasar antes siete años en California, concretamente en la ciudad de San Francisco. La muchacha es extrovertida y simpática e inmediatamente ha sido integrada y solicitada por todos que se han ofrecido a ayudarla. Hoy en hora de tutoría ha salido a explicar su periplo viajero. Veía en mis alumnos caras de curiosidad e interés por sus explicaciones sobre su estancia en Hollywood y su descripción de cómo son los institutos de secundaria en Estados Unidos. Le han preguntado si hay detectores de metales a la entrada como cuentan las películas; si no le cuesta dejar amigos en todas partes y tenerse que cambiar de país continuamente; si no le gustaría volver a Chile donde tiene a buena parte de su familia… Escuchándola, tan fascinado como mis jóvenes pupilos, me he dado cuenta de que la inmigración es tanto un reto como una inmensa oportunidad que te abre a mundos distintos. Había un contraste muy grande entre los alumnos que apenas han salido de su pequeña ciudad y otros que han cambiado de mundo en varias ocasiones. He reflexionado sobre esa cualidad que es la de abrirte a modos distintos de concebir el mundo y la realidad, en este caso, el de Mónica, con alegría y una permanente sonrisa que no le hace asustarse ante la realidad de tener que aprender catalán y seguir las clases en dicha lengua. A su juicio es muy semejante al italiano, lengua en que se expresa con corrección además de ser el inglés su lengua predominante. Su habla ofrece una mezcolanza divertida de acentos americano, chileno e italiano.

Bienvenida, Mónica, igual que hace unas semanas se incorporaron Mohamed y Abdel aunque estos corren un cierto riesgo de marginarse en su grupo bereber. Nuestro curso que comenzó con pocos alumnos y corría el peligro de convertirse en una clase poco animada, se está transformando y llenando de color y acentos distintos. No puedo dejar de pensar que ésta es también una gran riqueza que afecta a la convivencia y a la variedad de la comunicación.

lunes, 16 de octubre de 2006

Los chicos del coro


He pensado que en hora de tutoría, una hora semanal, sería una buena idea pasarles a mis alumnos una buena película que sea esperanzadora y formativa. Desafortunadamente me falta labia para ocupar una hora entera con ellos hablando de asuntos varios. Se me acaban en seguida las cuestiones urgentes y oficiales. Soy escueto y no me gusta alargar las conversaciones fuera de su duración adecuada. Una buena película podía ser la solución para que nos diera motivo de reflexión y una posterior conversación tomando como base algo sólido.

Inmediatamente me ha venido a la cabeza la película franco suiza Los chicos de coro, una película dirigida por Christophe Barratier en el año 2004 que vi con mis hijas y les encantó. Es una película que reúne todos los ingredientes para dar tema largo de conversación

He pasado la película en dos días. Lo primero que les ha llamado la atención ha sido la época de la película. Han advertido inmediatamente que los tiempos que refleja no son los actuales. ¿Nos vas a poner una peli de vuestros tiempos, aquellos en que os pegaban en la escuela? Es lo primero que me espetaron, pero no sé por qué la película consigue metérselos en el bolsillo a las pocas escenas, que si mis lectores recuerdan consisten en en el encuentro de dos antiguos compañeros de reformatorio: uno – Pierre Morhange- que ha llegado a ser un prestigioso director de orquesta y Pepinot que tiene el diario de su antiguo profesor que cambió sus vidas porque les dio una oportunidad. Un largo flashback nos lleva a la llegada de Clement Mathieu –cincuenta años atrás- al correccional que dirige con una fuerte carga de amargura el director Rachin. Mathieu es un músico que se ha visto obligado a trabajar como vigilante en el “culo del mundo”, la escuela correccional El fondo del estanque. Los alumnos son rebeldes y su comportamiento deja mucho que desear. Él, sin embargo, logra ganarse a los díscolos internos con su actitud leal y con su afecto. Ellos para él no son simple escoria ni material de disección psicológica mediante la que se encasillaba a los delincuentes en la Francia de 1949 cuando se ambienta la película. Él se preocupa por sus vidas y decide enseñarles aquello que mejor sabe: la música. ¡Cómo sacar oro del plomo es el viejo mito de la alquimia! Y de ciertas películas que tienen como eje a profesores que saben sacar lo mejor de sí mismos de alumnos condenados al fracaso por una escuela todo menos humanizadora que es la que se nos presenta.

Lo cierto es que con la música consigue transformar sus vidas. Nosotros como espectadores recibimos una fuerte emoción al identificarnos con ese impulso del ser humano de intentar ser mejor, de superarse a sí mismo, de convertir lo malo en notable o sobresaliente. La película es una avalancha de emociones, aderezada con la música bellísima del coro de la escuela en el que resalta la figura de Pierre Morhange que tiene un voz angelical. La película no está exenta de conflictos y de dramas internos: el enamoramiento -no correspondido- de Mathieu de la madre de Morhange, el enfrentamiento con su hijo por los celos que siente este por la simpatía que se profesan su madre y su profesor de música, la irrupción de un interno violento –el único barítono del coro y al que quiere integrar Mathieu- que es acusado erróneamente de haber robado doscientos mil francos, la posterior venganza de éste cuando quema el correccional.

Al final, Mathieu es despedido de la escuela por el director que odia a sus alumnos. Rachin llama al vigilante “músico fracasado” pero nosotros sabemos que Mathieu tiene el corazón de artista, y el corazón de un artista nunca es pobre, mientra que el director sí que es un ejemplo de fracaso existencial. Sus alumnos se despiden de él lanzándole mensajes de afecto y de despedida, a pesar de la prohibición, desde las ventanas. Le cantan también una bella canción del repertorio que Mathieu les enseñó. .

Mis alumnos, varios de ellos marroquíes, asistían maravillados al pase de la película que tiene el mérito de ser rabiosamente actual y llena de esperanza. La proyección les ha mantenido fascinados y se han identificado plenamente con lo que allí se les proponía que no era ningún mensaje maniqueo ni simplista. Sencillamente allí se hablaba de afecto, de música, de transformación íntima, de esperanza, de camaradería… de cantar juntos. Probablemente y lo han dicho en sus comentarios la película refleja otros tiempos y los alumnos de ahora no son como los que aparecen en Los chicos del coro. Ignoro si es así, pero constato la intensidad de la atención con que han visto la película que ilustra un viejo sueño del ser humano: el de ser mejor. Esto y la importancia de la música en nuestras vidas.

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