Páginas vistas desde Diciembre de 2005




Mostrando entradas con la etiqueta POLÍTICA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta POLÍTICA. Mostrar todas las entradas

lunes, 3 de octubre de 2022

La sociedad transparente


Estoy leyendo La sociedad de la transparencia de Byung-Chul Han, autor del que he leído otros títulos de carácter filosófico y que siempre me hacen pensar. 

 

En estas líneas que siguen, intento interpretar y aplicar las ideas del libro a la sociedad en que vivimos, pero a mi manera, lo que puede distanciarme, tal vez, del desarrollo argumentativo del filósofo coreano, afincado en Alemania y cuya tesis doctoral fue sobre el pensamiento de Heidegger. 

 

La transparencia, se ha hablado mucho de ella. Se apuesta por una política transparente, por una economía transparente, por una sociedad transparente, es decir, que no sea opaca a la luz. Y este concepto es tenido por algo deseable por la mayoría de la gente. 

 

Paralelamente, en nuestra sociedad que aspira a ser transparente, se exhibe la intimidad personal, que se difunde por las redes sociales y medios de comunicación. Estos días circulan profusamente algunos asuntos personales de una relación de pareja en que ella se ha visto engañada. Parece que es una pasión nacional la que se ha extendido a favor de la novia burlada. Todo se enseña, la tendencia es a desnudarse en público como muestra de que no hay nada que esconder, y todo tiene que ser objeto de evaluación popular… Abunda la literatura testimonial del yo, la autoficción como expresión contraria al ocultamiento íntimo que se ha vivido en tiempos anteriores. 

 

Byung-Chul Han utiliza el término de pornográfica para calificar esta tendencia a exhibir todo sin lugares para el ocultamiento, los velos, la ambigüedad, el doble sentido, el misterio y a esto lo llama “positividad”. “La negatividad” es un concepto paradójicamente positivo, estimulante y válido a diferencia de la “positividad” que es un concepto opuesto y negativo. Nuestra sociedad apuesta por la “positividad” en un afán de transparencia y autenticidad desvelando cualquier atisbo de misterio o enigma, de oscuridad (es a lo que llama “negatividad”). Se rechazan y abandonan los mitos, lo rituales, la teatralidad como expresión de la objetividad para defender la autenticidad sin tapaderas, sin fingimientos. Queremos hombres y mujeres auténticos, que se muestren puros y tal como son sin disimulos u oscuridades. 

 

Sexualmente se quiere la claridad, no la seducción, el juego, el artificio amoroso. Se pide prácticamente un contrato jurídico para establecer una relación amorosa que explicite el consentimiento legal para pasar al juego del coito. Se excluye la ambigüedad, el doble juego (el no pero sí). Parecería que debiera haber un notario para legalizar una salida nocturna con apéndice. Me pregunto dónde quedaría el ritual amoroso sofisticado y complejo del amor cortés de la edad media. 

 

Se defiende la positividad, mostrar siempre y en todo momento las cartas bocarriba y se condena la negatividad que es dar lugar al juego, al rito, a la conquista, a los motivos ocultos, a la complejidad humana, en definitiva. 

 

Las redes sociales son un observatorio general para atisbar en profundidad en todo. Son un ojo infinito que escruta la más mínima materia oscura para hacerla transparente. Todo se debate, todo se muestra, se ilumina, se juzga, se evalúa y se condena o cancela si rompe nuevos códigos de limpieza ideológica. Millones de personas desde sus móviles observan y ponderan la realidad que deja de tener huecos sin iluminación. 

 

Por otra parte, la llamada positividad está presente en nuestra manera de considerar el mundo, las cosas y todas nuestras acciones y pensamientos que han de ser positivos, es decir, de acuerdo con un molde que excluye lo oscuro, lo doloroso, lo ambiguo, lo crítico, lo real diríamos nosotros. Las acciones políticas, las declaraciones públicas han de ser siempre positivas, e incluso se exige que nuestros pensamientos más íntimos deben responder a un esquema positivo. Fuera queda buena parte de la literatura y el arte universal que fueron en buena parte exposición de la negatividad. 


Los metadatos controlan nuestra vida, nuestro modo de entender las cosas, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestro entretenimiento. Somos transparentes para el sistema. Es el reino de la positividad. 

 

Me costó entender el juego del filósofo coreano-alemán para entender que la negatividad es buena y la positividad problemática para él. 

 

Vivimos en el imperio de la positividad cuando mucho que subyace en nuestro interior es expresión de la negatividad, es decir, de lo complejo, de lo oscuro, somos seres de luz, pero también de sombra. Ahora se quiere que millones de focos estén siempre iluminando todo lo que pasa incluso en nuestro interior. Todo ha de ser transparente. No debe haber nada oculto. Todo se debe mostrar. 

 

¡Viva la negatividad!

 

jueves, 3 de septiembre de 2020

Los españoles y el poder



Se afirma con frecuencia que los ciudadanos –en concreto los españoles- son sumisos ante el poder como los peces que nadan a favor de la corriente. “No hay pan para tanto rebaño”, escriben los anarquistas en las paredes calificando a la masa social que es para ellos dócil y manipulable por el poder. Se presupone que hay una minoría concienciada frente a una mayoría amorfa y preocupada solo de tomar birras y pescadito frito. ¿Son así los españoles? Yo no tengo exactamente esta concepción, sobre todo porque frecuento los bares y oigo las conversaciones de la gente tomando cañas, especialmente si son hombres. Creo más bien que no hay español que no tenga su propia concepción crítica acerca del poder, no hay español que no tenga claro que el gobierno, sea cual sea, es inepto y chapucero, que no está a la altura, que no gobierna con visión de futuro. Especialmente en estos últimos meses con la pandemia no hay ciudadano que no posea una gran lista de agravios, fallos o meteduras de pata del gobierno, desde el parroquiano que se jama unos boquerones fritos, al que se come una ración de pulpo presuntamente gallego. No hay sociedad más anarquista y sospechosa del poder que la nuestra. Odiamos a los gobernantes y creemos tener las claves críticas para poder enjuiciar la situación por compleja que sea. Sea la forma de estado o las formas particulares de gobierno ninguna nos satisface, nos definimos por ser anti lo que sea. Criticaremos acremente cualquier gesto del poder político o financiero. 


Durante la república, España tenía el movimiento anarquista más potente del mundo. La CNT y la FAI contaban con tres millones de afiliados. No existía equivalente en occidente de una influencia ácrata parecida. Pienso que este poso anarquista es consustancial al pueblo español en sus posiciones más extremas. Puede que en realidad no hagamos nada, pero nuestras palabras son ácidas y disolventes respecto a las jerarquías. Franco era también un anarquista, pero de derechas que comprendió bien la idiosincrasia del pueblo español al que le sientan bien los palos para ponerlo firme. Fue el mediocre más exitoso de la historia moderna porque entendió bien a los españoles. De ahí en adelante, todos los que nos gobernaron son igualmente mediocres, pensemos en el fullero Suárez, en el socio de los magnates sudamericanos, González, en el sórdido Aznar, en el especialista en política del espectáculo Zapatero, en el Tancredo de Rajoy, en el inepto Sánchez. El poder nos repele, desde A hasta B. Odiamos la política, aunque de vez en cuando algún movimiento nos seduce ocasionalmente y nos hacemos fans de alguien o de algo, pero dura poco tiempo. 


En el siglo XVII, había una figura que representa bien a los españoles, los arbitristas. Todo español era un arbitrista que consideraba el naufragio y fracaso de España y tenía su propia teoría política para resolver en dos plumazos los problemas del estado. Pienso en esto mismo cuando considero la cantidad de perspectivas que hay ante el tema de la pandemia, todas críticas con el poder. No, los españoles no somos dóciles y sumisos. No hay pueblo más insumiso que el español, pueblo más anarquista que el español, pueblo que no cuente en su haber con la mayor cantidad de teóricos y especialistas en todo. De ahí nuestra frescura para los chistes negros y a la vez de nuestra incapacidad para el esfuerzo colectivo, salvo en las representaciones políticas regionales que despiertan tantas adhesiones como las de nuestras vírgenes y nuestra comida, la mejor del mundo, de eso estamos convencidos. Más allá de eso, no creemos en nada. Nadie nos representa y nos sentimos frente al mundo exterior simultáneamente altivos y a la vez terriblemente acomplejados y pesimistas.  

lunes, 10 de agosto de 2020

Reflexiones sobre Podemos y su praxis política


El 21 de diciembre de 2014, hace seis años, estuve en un mitin de Podemos en el Valle Hebrón en Barcelona. Quería ver el ambiente y hacer un reportaje fotográfico de un partido político que estaba en alza y que parecía ofrecer esperanzas para la renovación del panorama político. No me identificaba con dicha propuesta pero quería evaluarla en directo.

Si ven el vídeo, tendrán constancia de lo que aquello fue. Son destacables los primeros planos de asistentes a los que se ve pensando o seducidos por la plana intervención de Pablo Iglesias que no se mojó para nada en una ciudad que poco después sería escenario de hechos gravísimos que ponían de relieve la tensión política previa en torno a las exigencias independentistas.

Pablo Iglesias llegó veinte minutos tarde y no dijo nada, solo habló quince minutos y mi impresión fue de inanidad sin proponer nada que fuera en dirección alguna para resolver el problema nacionalista. Y así ha sido la política del bloque de En Comú-Podem en Cataluña. Ni esto, ni lo otro, sino todo lo contrario.

Podemos llegó en medio de una alta expectación y sus palabras se dirigían a un sector desencantado de la política que necesitaba ardorosamente una verdad a la que asirse, una fe religiosa en un líder. Vean los rostros de los participantes en el mitin. Absolutamente necesitados de una revelación que los salvara de su decepción y de su vacío político en una España que no ofrecía ninguna esperanza salvo la de Pablo Iglesias.

No sé si Podemos fue el regalo envenenado de Chávez contra Juan Carlos por aquel “¿Por qué no te callas?, pero podría serlo perfectamente. La formación morada empezó siendo un partido asambleísta que ponía en cuestión a la casta y quería ser diferente, pero ahora ya no lo es. Es un partido con una cabeza visible y tres o cuatro que descuellan por ahí. El ímpetu social del mismo se vino abajo con la nueva casa de los Iglesias. Los dirigentes izquierdistas en buena tradición también requerían tener una dacha a su altura. No sé que hubiera dicho Julio Anguita del chalé de Galapagar. Pronto se perdían las esencias. Y el partido asambleísta se ha convertido ya en parte de la casta cuya única voz visible es la de dos o tres dirigentes y el líder máximo, el oráculo. Pero eso no quiere decir que Podemos no sea una iglesia con sus fieles que soporten las críticas. Cualquiera que critique a Iglesias o a Podemos se enfrenta a la marea de fervorosos seguidores que se escandalizan de que alguien cuestione, critique o ponga en valor lo que representan. A veces son verdaderos linchamientos públicos. No se puede criticar a Podemos. No lo soportan y culpan a la malvada derecha que está detrás, esa derecha rastrera y traidora… Esta es la parte que menos me gusta de Podemos, el fanatismo visionario de sus fieles que se lanzan a degüello sobre cualquiera que les diga que el rey va desnudo. Y concuerda con las imágenes que vi en el Valle Hebrón. Un líder insolvente y una muchedumbre necesitada de un mesías al que poder adorar y al que no se puede poner en cuestión. José Sacristán ha deslizado unas declaraciones en que se comenta la figura de Iglesias críticamente y rápidamente ha recibido cientos y cientos de réplicas calificándole de fachorra para arriba. Para Podemos el mundo se divide entre fachorras y ellos. Los socialistas son un compañero de viaje imprescindible pero al que asesinarían si pudieran. Son criptofachorras. Ellos son la verdad, el camino y la vida de la verdadera izquierda, ellos poseen la línea política correcta. Uno que militó en un grupo marxista-leninista recuerda bien esto de tener el partido la línea política correcta. Y me da escalofríos volverlo a sentir.

domingo, 26 de abril de 2020

La polarización política


Estoy leyendo el interesantísimo ensayo de Jared Diamond, Crisis, que analiza el comportamiento de una serie de países ante terribles crisis que les han sucedido en su historia. Estoy aprendiendo mucho con los análisis de Jared Diamond, pero quería centrarme en un solo aspecto que él comenta sobre Estados Unidos y que apunta a la creciente polarización política que divide y enfrenta a los norteamericanos de modo que se han convertido en bloques políticos entre los que no puede haber ya ningún contacto ni pacto, crucialmente necesarios para la vida política. Así desde la presidencia de Obama la confrontación entre los demócratas y republicanos ha sido total y sin matices y esto ha permeado a la sociedad, o la sociedad ha fomentado tal choque brutal entre perspectivas que se han hecho ferozmente antitéticas. Leía también en un extraordinario ensayo, Blanco, de Bret Easton Ellis que en los últimos años es imposible cualquier tipo de encuentro entre votantes de Trump y sus enemigos liberales que lo odian visceralmente como alguien absolutamente despreciable. Él contravenía esta forma de ver las cosas y tenía amigos pro Trump y otros que lo detestaban. Bret daba cuenta de esta incompatibilidad que tenía que ver más con el odio furioso al que piensa diferente. Y cada ciudadano se informa mediante medios afines y las redes sociales como Facebook o Twitter donde se excluye a cualquiera que no piense igual. Es un fenómeno universal que ha venido junto al declive absoluto de la prensa generalista escrita y el auge de medios de información totalmente sesgados favorables a las propias opiniones. Así uno se informa estrictamente en voces que dicen lo que se quiere oír y leer. Y que, de paso, fomentan una confrontación radical con otros puntos de vista que se excluyen y se bloquean, de modo que el conocimiento de otras sensibilidades es totalmente imposible.  

En España vivimos también esta confrontación, no sé si como reflejo de la norteamericana o formando parte de los nuevos tiempos. En la última década se han desarrollado polos de ideología política que han venido a quebrar la tendencia al pacto y al diálogo constitucional aun entre puntos de vista divergentes. Se ha denostado ferozmente la Transición, un periodo en que posturas muy diferentes fueron capaces de llegar al pacto y al diálogo en la idea de que en España cabían todos los españoles y esto quería decir que cabían los franquistas también en la nueva conformación política, que aceptaban la democracia y asumían convivir con el resto y la pluralidad de opciones políticas. En los pactos de la Transición no se excluyó a nadie, fueron eso, pactos y de ahí la grandeza de un Suárez. Sin embargo, ahora las diferentes opciones políticas abren abismos entre sus concepciones y las de los demás. Lo vemos en la política pueril y denigrante de gallos encrespados en el Congreso, en el día a día en la prensa digital brutalmente sectaria. Se reprochó, tal vez con razón, el bipartidismo del PPSOE, pero ahora ha surgido un pentapartido, al que se añaden los nacionalistas excluyentes, incapaces de dialogar y que hablan con voces tan radicales y tajantes que es imposible cualquier visión compartida de un país que tiene problemas que deberían ser enfrentados comunitariamente. De la crisis de 2008 surgió un volcán político que abrió el camino al independentismo catalán en su vertiente más incompatible con el resto de España a la que virtualmente se odia de un modo africano. También surgió Podemos como versión que negaba todo nuestro pasado político reciente, y el otro más alejado, como profundamente corrupto y sucio. Se declaraba incompatible con buena parte de lo que es España mediante un enfoque que contradecía la idea de que en España cabemos todos. Y frente al nacionalismo catalán excluyente y al revolucionarismo anticonstitucional de Podemos, ha surgido VOX, que dinamita en sus presupuestos también nuestro entramado constitucional y el estado de las autonomías. Es significativo que los extremos se alimentan mutuamente y llevan la vida política a un estado de crispación y odio que se extiende a muchísimos ciudadanos que odian, sí, odian, lo que es fruto de su propia acción política como reacción.

Lejos queda un camino de Santiago en 1993 en que pasé diez días caminando con un peregrino veinte años mayor que yo que era del PP. Yo entonces era votante socialista. Fueron días entrañables en que estuvimos riéndonos con gracia de muchas cosas que surgían ante nosotros en el Camino por tierras de Castilla y León, pero también de la política y nuestras propias percepciones. Hoy sería imposible porque todo lleva a la citada polarización y odio que hacen incompatibles las diferencias políticas. Y el resultado de dicha falta de empatía lleva a conclusiones que en nuestra historia no han sido muy afortunadas ni edificantes.

Y hago una predicción sombría sobre nuestro futuro inmediato, tras la crisis del coronavirus, que abrirá una crisis económica más terrible que la de 2008. Si de aquella surgió un agudo conflicto entre visiones diferentes, acompañado de mucho sufrimiento social y humano, esta vez va a ser peor, mucho peor, porque las piezas de la confrontación política amenazan con dinamitar todo lo que nos queda de edificio constitucional, y eso es muy peligroso. Tenemos experiencia sobrada. 

sábado, 11 de abril de 2020

La política identitaria

                                         Kanye West, rapero que ha manifestado su simpatía por Trump

"Pero esta es una época que juzga a todos con tal dureza a través del filtro de la política identitaria que, si te resistes al amenazador pensamiento de grupo de la «ideología progresista», que propone la inclusividad universal salvo para aquellos que osen formular preguntas, estás jodido. Todo el mundo tiene que ser igual y reaccionar de idéntica forma ante una obra de arte concreta, un movimiento o una idea, y si te niegas a sumarte al coro de aprobación serás tachado de racista (de fascista) o de misógino. Es lo que le pasa a una cultura cuando deja de importarle el arte".

Easton Ellis, Bret. Blanco (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle.

jueves, 2 de abril de 2020

Geoestrategia y coronavirus


La crisis mundial en torno al coronavirus y sus consecuencias letales para muchos miles –millones, esperemos que no- de personas, no oculta que está siendo el eje de complejos combates geoestratégicos en torno a la lucha por el poder mundial entre las superpotencias Estados Unidos y China más evidentemente, pero no solo entre ellos. Cada país se enfrenta a la pandemia como puede y organiza sus fichas estratégicas cara al interior y al exterior. Son momentos de reordenación del sistema de poder mundial. En el interior de nuestro país dependerá de cómo se lleve la situación para que dé o no un giro total en las previsiones electorales que pueden llevar a una radicalización todavía más extrema de la política. El coronavirus podría ser la debacle de la alianza en el gobierno del PSOE con Podemos si no logran liderar bien la situación. Ahora todo el mundo está en estado de shock por el confinamiento, pero llegará, no dentro de mucho, el tiempo de pedir responsabilidades por: 1) la imprevisión y desorganización de la respuesta frente a la infección masiva; 2) la situación de la sanidad en España que hace que miles y miles de sanitarios se enfrenten casi de modo suicida a la enfermedad sin trajes de protección y en condiciones heroicas que provocan que un quince por ciento de ellos terminan contagiados y en cuarentena por la enfermedad; 3) por el  estado de la sanidad,  sujeta a recortes importantísimos en los últimos años y que se piense que no ha estado a la altura de lo que se esperaba de un país europeo; 4) por la terrible recesión económica que va a venir y que nos afectará gravemente a la mayoría. No se percibe un liderazgo moral y político y esto puede ser letal para el presidente Sánchez que puede ser sobrepasado por Pablo Iglesias, o propiciar a media distancia el crecimiento de una opción más enigmática si sube el apoyo a VOX como reacción furibunda de los ciudadanos.

Las potencias mundiales aprestan sus posiciones para buscar nuevos equilibrios. No es que interese romper la baraja. A China no le interesa que Estados Unidos o Europa se hundan porque los necesita como compradores de sus productos, pero se teme o se intuye que China sobrepase a Estados Unidos como líder mundial, al haber frenado el virus de una forma tan drástica en un par de meses mientras en el país de Trump se prevén doscientos mil muertos si todo va bien. Otra cosa que va surgiendo es un montón de dudas sobre si China dijo la verdad sobre el número de víctimas reales en Wuhan. El secretismo chino hace posible cualquier elucubración como está habiendo en los últimos días en que estudios independientes creen que pudo haber más de treinta mil muertos lo que sería muy diferente de los pocos más de tres mil que China reconoció.

Rusia también es un agente en esta lucha mundial por la supremacía, Europa se desune y se disgrega volviendo cada país la mirada al interior, prescindiendo de la visión continental o de política comunitaria. Puede ser la puntilla para que termine de hundirse el sueño europeo y convertirnos en unos actores de tercera en la política mundial. El Brexit ahora se ve incluso como un detalle irrelevante.  

En España, el poder independentista catalán espera poder volver su artillería contra el estado debido al descontento social e irritación que causará la recesión económica inevitable y la gestión de la crisis. Llegará a decirse que sin España habría habido menos muertos en Cataluña. Todo es posible en la rocambolesca visión de las cosas, aunque no poco efectiva y hábil, de los independentistas que ahora elucubran cómo y cuándo darle la vuelta al estupor de su grey contra España.

Este es el sustrato de las pugnas por el poder mundial y nacional, en lugar de reflexionarse conjuntamente sobre los límites del crecimiento y de la acción depredadora de la humanidad, así como del ansia de expansión ilimitada, que han provocado esta catástrofe vírica y el no menos peligrosísimo cambio climático que debería ser el eje de todas las potencias mundiales.

miércoles, 9 de octubre de 2019

JOKER, un potente discurso ideológico.



JOKER: una película peligrosa y turbia, desasosegante, "pura basura ideológica" –escribe un crítico americano-, ambientada en un entorno urbano que es la ciudad de Gotham, paradigma de las ciudades americanas.  Pocas veces se ve en el cine un producto tan salvaje y siniestro, tan brutal y tenebroso acompañado por la risa de Arthur Fleck que desconoce sus orígenes y la vida le ha tratado como una escoria. No es gracioso, es inquietante y bueno a la vez. Porque Arthur es bueno, siempre ha cuidado a su madre y ve con reverencia un programa de un tal Murray (Robert de Niro) por la televisión de los años ochenta. Arthur es bueno pero es aplastado por la vida, es objeto de violencia y desprecio hasta que alguien le da un revólver y termina convirtiéndose en un símbolo social que va a promover el caos y la violencia. Como trasfondo, la lucha de clases, todos los que se unen a Arthur-Joker, con máscaras de payaso y que también se sienten arrollados social y humanamente. Hay quien juzga esta película con parámetros políticos y ve en ella una peligrosa alegoría izquierdista que expresa que es el ambiente social, el medio, quien determina y condiciona al individuo al cual no le queda otras que rebelarse mediante la violencia, la de los desposeídos, la de los que no han sido sino despreciados y humillados en su dignidad. Es como si se legitimara la violencia contra el sistema liberal americano que abandona en la cuneta a buena parte de la sociedad a la que se deja sin recursos sociales, sin asistencia sanitaria, o con trabajos miserables… Es un canto destructor el que se eleva, destructor de la injusticia y se anhela otra sociedad no individualista en que los hombres sean solidarios, como el enano con Joker. Él también es una víctima, solo las victimas pueden comprender lo que se siente abajo, las víctimas y los fracasados, esos que la ideología supremacista dominante aparta con repugnancia por no haber sabido triunfar. La vida es una jungla y en ella depende de cada uno subir en la escala social, si te quedas atrasado o fracasas es tu responsabilidad, pero Arthur juega con cartas marcadas porque es un enfermo mental, fruto de malos tratos y abusos desde su niñez. En el trasfondo de la película emerge la reacción de Arthur ante su desvalimiento y termina adquiriendo un valor simbólico como referente a otros también que se sienten como él. El espectador termina asumiendo como atormentada y gozosa la violencia brutal del Joker, la vemos como necesaria y justificada en un sistema que no garantiza la equidad y cuyos valores solo dan cartas a algunos. Nos sentimos estremecidos por la violencia psicológica de la película porque vemos a un hombre bueno y sensible y justificamos lo que pasa luego, y el incendio social que se desencadena. El rostro de Arthur y su risa patológica es un componente malsano que evidencia nuestro malestar y fascinación –además de anhelar algo que revierta esa situación de hundimiento del antihéroe del que todos se aprovechan-. Sin duda la vida no ha sido generosa con el protagonista. Y comprendemos el grito de furia posterior y la venganza. Al terminar la película vemos con gozo incomprensible la cólera desatada.

Hubo un filósofo norteamericano llamado Herbert Marcuse que en 1965 escribía textos que justificaban la violencia social revolucionaria que no buscaba la igualdad sino la reversión del poder detentado por una minoría que aplastaba a la mayoría de la población. Marcuse sabía que lo que defendía vulneraba el espíritu de la democracia y la tradición liberal de la no discriminación, pero sostenía que estaban justificados la represión y el adoctrinamiento para que la mayoría subversiva alcanzara el poder que debía ser suyo. Y eso implicaría la retirada de los derechos civiles de los opresores por medios “aparentemente” antidemocráticos.

El planteamiento de Joker tiene lugar dentro de este discurso y puede que refleje la polarización política de la vida en los Estados Unidos. Confrontación entre diversos tipos de bloques sociales, la mayoría de Trump que recoge un fuerte resentimiento social frente a la sociedad liberal por unos motivos, pero por otro lado la erupción política de otro tipo de resentimiento que viene de abajo por cuestiones de clase o por discriminación de género o raza. Es la rebelión de los desposeídos y que carecen de recursos –servicios sociales, sanitarios, trabajo digno-  y aguardan en las alcantarillas para saltar a la yugular de los Wayne y los Murray además de a las élites blancas. Solo hace falta un Joker que los despierte.
"

Selección de entradas en el blog