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lunes, 1 de febrero de 2016

Esto empieza a ser peligroso (en torno a Kafka).


Este dibujo de Franz Kafka está hecho por Julio Muñoz, un alumno de tercero de ESO con una aplicación llamada VISUAL POETRY de la que hablé el otro día. Ha dibujado la imagen de Kafka, según él la siente, con el comienzo de La Transformación también llamada impropiamente La metamorfosis. Hoy ha venido al final de la clase para hablarme de Kafka, con su tono de voz siempre baja y gesto febril que revela una gran tensión interior. La verdad es que empiezo a sentir algo muy extraño en el ambiente de las clases. Estamos sumergiéndonos en el universo de Kafka a través de vídeos que les grabo yo. El último sobre las relaciones entre el escritor y Felice Bauer. También leemos relatos que les fotocopio de él. Por ejemplo El artista del hambre. Hoy hemos añadido dos relatos cortos titulados El examen y El buitre. Tras la lectura de sus relatos, los chavales quedan tan desconcertados como yo. Le he pasado a una profesora amiga los relatos que he dado a mis alumnos y se ha quedado fascinada y ha intentado descifrarlos, algo que no intento yo de ningún modo. No intento interpretar a Kafka. Albert Camus lo intentó en El mito de Sísifo, igual que Walter Benjamin, Elias Canetti, Adorno,  Sartre ... Muchos pensadores y creadores han intentado entrar en el universo de Kafka mediante la interpretación existencial, surreal, simbólica, realista ... y no han podido asirse con demasiada fuerza. Kafka es enigmático, su vida es enigmática, a pesar de que tenemos sus diarios íntimos y las cartas que escribió a Felice Bauer y Milena Jesenska que fueron más de mil. Tenemos tres novelas inacabadas (El castillo, El proceso y América), unos cuantos relatos más o menos cortos y poco más. No sabemos con certeza el color de sus ojos. He leído que unos creían que eran grises, otros azules y otros marrones. No sabemos si su vida fue desoladora y atormentada o era un autor divertido y lleno de sentido del humor. Yo percibo el humor en los relatos con finales más terribles. Dicen que leía El proceso a sus amigos con aire bastante divertido. Las cartas que escribía a sus amantes, tormentosas, analíticas hasta extremos inimaginables, retorcidas, alambicadas. Todo lo contrario de unas cartas hechas para seducir a una mujer. Se presentaba ante ellas como débil, enfermo, insociable, triste, taciturno, rígido, desprovisto de toda esperanza ... Pero era atractivo. Era sumamente delgado, medía más de uno ochenta y pesaba cincuenta y cinco kilos, sus ojos ardían, era muy elegante y atildado, practicaba naturismo en invierno, acostumbraba a desnudarse con sus hermanas en plena naturaleza. Su padre lo despreciaba. Habían muerto dos hijos varones y Franz Kafka era su esperanza para sucederle en el negocio, pero Kafka se doctoró en Derecho y no quiso saber nada de la empresa de su padre. Trabajo (poco, era bastante poco eficaz) en una compañía de seguros. Apenas dormía, comía muy poco, era vegetariano, leía a Dostoievski, escribía por la noche, llevaba una vida muy sana, le aterrorizaban las mujeres pero el vivió entre ellas y no dejó de tener contacto -por carta- con diversas amantes. Tenía una relación muy conflictiva con el sexo aunque iba a prostíbulos. Temía el matrimonio aunque se comprometió en tres ocasiones con Felice Bauer y Julie Wohrycek. Se enamoró apasionadamente de Milena, una mujer casada y aficionada a la cocaína, le escribió durante un año infinidad de cartas tan complicadas como las que escribía a Felice. Quería verla pero temía verla. Pasaron cuatro días felices en Viena. Milena escribió que era un hombre no dotado para la vida, que viviría poco. Murió muy joven. No había cumplido los cuarenta y un años. Tuberculosis, una enfermedad literaria.


 Mis alumnos asisten fascinados al despliegue de una personalidad extraña que les seduce, igual que seduce a todo el que se adentra en su territorio. Sin embargo, nada hay en Franz Kafka que sea escrito con voluntad de seducir. Cada día leemos un relato suyo, me hacen dibujos representándolo, y empiezo a sentir un ambiente denso y enrarecido en torno a su figura. Alguno me adelantaba hoy que a Kafka puede que lo entienda quien sea como él. El otro día estábamos leyendo El artista del hambre, escrito el último año de su vida, cuando estaba muy enfermo y apenas comía nada, estábamos tan metidos que sonó el timbre y se oyó un ohhhhh colectivo  por terminarse el tiempo de la clase.

Cuando se me mete una idea en la cabeza soy obsesivo. Hasta los ejemplos de oraciones copulativas van a ser hechos con historias de Kafka. Crearé un muro en el instituto con fotos suyas, con relatos suyos. No hago sino leer sus cartas y diarios, además de relatos inexplicables. Este fervor creo que es profundamente antipedagógico. Nadie debería tener el derecho de someter a sus alumnos a un proceso semejante. Empieza a formarse una secta de invididuos raros que gozan con Kafka y esto es peligroso. No debería aventurarme  por ese camino. Hoy un buitre atravesaba la boca de un pobre hombre y el buitre se ahogaba en el estertor de dicho hombre y la sangre que estallaba en su garganta. No podemos aspirar a que la materia de literatura se literaturice y terminemos viviendo un universo literario. No hay ningún plan de estudios que justifique dicha barbaridad. Puede afectar a la salud de adolescentes sin defensa que terminen siendo atraídos hacia una personalidad enfermiza  y magnética.


Esto es muy raro.

26 comentarios :

  1. Desde luego, una entrada rara, rara, no se por donde pillarla, creo que es un homenaje a Kafka, un intento de escribir un relato raro como los suyos.
    Si te soy sincero, solo intente una vez leer a Kafka, la Metamorfosis, no conseguí acabarlo. Supongo que lo intentaré alguna vez. Pero no me atrapo su lectura. Casa tomada, de Julio Cortazar, en un estilo igualmente enigmático, me dejo absolutamente fascinado.

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    1. Yo he estado muchos años dejándolo aparcado aunque he leído recientemente América y El proceso (en ediciones malísimas, gratuitas de Amazon), hasta que me he decidido a abordarlo seria y metódicamente. Yo te propondría que leyeras sus relatos cortos como La condena, En la colonia penitenciaria y El artista del hambre para empezar. Luego, una vez entrado en él, tú mismo. Son relatos cortos. No hay que decir porque es evidente que Casa tomada bebe claramente de Kafka.

      ¿Y mi post? ¿Dices que ha salido raro? Jejeje ...

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  2. Seguro que casa tomada bebe de Kafka, así es, a Cortazar le apasionaba Kafka, pero Cortazar es Argentino y Kafka austrohungaro creo. Quiero decir, e igual es una aberración lo que digo, Cortazar es ternura, calidez y en cambio Kafka es frío, aséptico. No se, lo retomaré algún día. Cuando este preparado.

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    1. Sí, eso es lo mejor, tomarlo cuando sientas que es el momento. A mí me ha costado treinta años. Durante mucho de ese tiempo me ha echado para atrás pero sabía que tendría que entrar en él. Lo más curioso es que mi escaso sentido del humor (y problemático) percibe una corriente de humor muy potente en sus relatos. Una profesora que leyó ayer algunos de sus textos comentaba que, en todo caso, era muy sutil. Su misma frialdad es divertida. Los que le conocieron decían que tenía una sonrisa preciosa. Era un hombre nada pretencioso que se ponía siempre en segundo lugar, extremadamente discreto. Entrar en su psique es alucinante, o eso me lo parece a mí.

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  3. Percibo algo de temor por tu parte con esta experiencia de sumergir a tus alumnos adolescentes en una espiral febril-literaria cuyas consecuencias no se puede prever. No lo sé, no los conozco. Sólo puedo decirte que yo, adolescente institutil, lo hubiese agradecido. Pero a mí no me pasó. En el BUP de finales de los 70 y principios de los 80, tal como se afirmaba en una anterior entrada, asistí a un desfile de autómatas programados (los llamaban profesores) que impartían un programa gris como funcionarios de la administración que eran. Yo no supe ver ninguna diferencia entre los funcionarios que veía trabajando en los juzgados de mi ciudad o en la administración de hacienda, y esos hombres y mujeres que se subían a una tarima ante un auditorio adolescente.
    Volviendo a Kafka, y como no puedo hablar de tus estudiantes pero sí de mí, adolescente, puedo decirte que me salvó del naufragio. Tuve una adolescencia difícil. Los presuntos educadores, llamados entonces profesores, y en realidad instructores, no me podían ayudar. Todo al contrario, eran un obstáculo, un impedimento. A mí, en realidad, me daban un poco de pena, sentía lástima por ellos. ¡Los veía tan pequeños! Pero como se trataba de sobrevivir, debía procurar sobrevivir yo. A ellos ya les bastaba con su sueldo mensual que les daban por impartir las clases, con las que construir sus vidas. Yo debía construir la mía, y lo que ellos hacían era un impedimento. No era culpa de ellos, que tan sólo eran un engranaje de una maquinaria absurda. Todo muy kafkiano. O al menos, así lo veía yo.
    Centrándome en la literatura, en aquella época yo quería ser escritor. Llevaba toda mi infancia leyendo. Fue mi válvula de escape para no caer en la locura. Además, era consciente de ello. Cuando descubrí a Kafka, por mí mismo (en el instituto sólo se leía el “Cantar del Mío Cid”, las “Coplas por la muerte de su padre”, de Jorge Manrique, “La Celestina” y lecturas similares), fue una lectura que no me sorprendió. Encontré familiar y conocido todo lo que contaba. Por eso leí todo lo que encontré de él. Y a partir de ahí me sumergí en la literatura universal, buscando escritores rebeldes, ácratas, neuróticos, náufragos de la vida, con los que identificarme y que me ayudasen a sobrevivir. Las aburridas lecturas del instituto no me eran útiles. Y me quitaban tiempo de leer esos fantásticos libros que leía como un sediento que llega del desierto. No presentaba los trabajos de esas lecturas de instituto porque estaba ocupado con otros libros. Y eso era vital para mí, debía sobrevivir al absurdo que había a mi alrededor. Por lo tanto, solía suspender. Una profesora de literatura me llamó al orden porque en un examen sobre el “Lazarillo de Tormes” no respondí lo que correspondía responder, no era políticamente correcto lo que puse. Le chirriaron los oídos. Me dijo que aquello era una “jaimitada”. Y yo pensé para mis adentros: ¡Pobrecilla! No te estás enterando de nada. Dedícate a tu vida de funcionaria y luego jubílate, que yo estoy muy ocupado nadando en este naufragio y quiero sobrevivir.
    A mí Kafka me ayudó a sobrevivir en la adolescencia, así como otros autores. No sé qué efectos puede tener en tus alumnos, pero con que solamente ayude a superar su naufragio personal a uno sólo de tus alumnos, ya habrá valido la pena.
    Xavi.

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    1. Xavi, mi estilo era totalmente irónico. No temo que pueda afectarles negativamente en ningún sentido y sí en el que expresas tú. En todo caso, me doy cuenta de que Kafka tiene unos receptores determinados que son chavales un poco especiales, reflexivos, con motivaciones que van más allá del fútbol y los cantantes de moda. Es impensable que pueda interesara a todos, de hecho, me doy cuenta de que es algo elitista porque revela una sensibilidad profunda el anhelo de estar presente en el descubrimiento de Kafka. A ellos no les pasará, como dices tú, que los profesores eran repetidores de saberes sin especial vida, grises funcionarios -aunque Kafka era un gris funcionario en sus horas de oficina- que no alumbran más allá de sus napias. Es mi último año como profesor. Quiero irme con la cabeza alta siendo el profesor que he anhelado ser siempre, el que fui en otro tiempo, un profesor incitador, problemático, infectado de locura irrefrenable que propone a sus alumnos retos inverosímiles que no tienen solución. Hoy una alumna, fascinada con un relato de Kafka, se ha quedado tras la clase a hablar conmigo diez minutos. Decía que no comprendía los relatos que leíamos y que si yo le podía ayudar. Le he dicho que yo tampoco los comprendía, y que era por eso por lo que me interesaban. Y que de hecho no buscaba interpretarlos, me producían una emoción y eso bastaba, una emoción profunda, la que ella sentía también, una emoción de reconocimiento. Esta tarde avanzaba en la lectura de las cartas a Milena y le he enviado un par de fragmentos de ellas a través de mi iPad. Como dices que si sirve a uno solo para ayudarle a ver que hay algo más allá, habrá merecido la pena. Kafka, sin duda, les hace pensar. Algunos lo ven repugnante, no es literatura (¿literatura') como la que están acostumbrados -políticamente correcta, amable, solidaria, afectada de buenos sentimientos, yo diría que estereotipados- . No Kafka activa procesos interiores muy profundos. A mis veinte años fueron Beckett y Cortázar los que me despertaron. No tuve profesores que me adelantaran el proceso y tuve que apañármelas por mí mismo, como tú.

      Muchas gracias por tus comentarios. Me hacen ver que merece la pena escribir.

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    2. Pues no te he pillado la ironía. Bueno, quizás esa conversación de diez minutos pueda tener más relevancia para alguna persona que toda la carrera de algunos "profesores". Enhorabuena, el espíritu de Kafka, según Iker Jiménez, se ha removido este último mes en su tumba y se sienta ahí detrás, en la última silla de tu aula. Xavi.

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    3. Hoy he leído tu comentario a una profesora inquieta y, fascinada, también con Kafka. Vale tanto tu comentario como ella, es decir, un potosí. Veo que mis alumnos han linkeado mi blog y que lo leen. Ello es tremendo porque así puedo seguir con la clase fuera de horario escolar. Ningún arma me es ajena para hacer que la literatura entre en sus vidas. En el blog me hago personaje literario. No puedo vivir sin la literatura. Y pensar que la literatura ha desaparecido de los planes de enseñanza... ¡Que absurdo! Julio Cortázar se removería en su tumba en París en el cementerio de Montparnasse. En ese conflicto tremendo entre famas y cronopios, sin duda han ganado los famas. Están ganando los famas. Por eso, aliento a los cronopios para que salgan de debajo de las piedras. Gracias, Xavi.

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  4. Acabo de leer "El artista del hambre",...¡vaya profesión! ¡Nada gris como la del funcionariado, sino profesión única llevada a las últimas consecuencias!
    Comprendo tu pasión por Kafka, él es diferente, y parece que todo lo que no es "al uso" te interesa. Seguro que el espíritu de Kafka sonríe desde la última fila de tu clase, mientras ayuna para llevar la contraria al establishment y escucha esas conversaciones postclase que él hubiera provocado cada día si hubiera sido profesor en vez de agente de seguros (pocos).
    Seguramente pretendía bastante más que "épater le bourgeois", tú lo sabrás mejor que otros, ya que estudias a fondo su obra; en ese caso lo hizo con mucha calidad literaria. Parece que también ha conseguido "épater les eleves" de Profesor en la Secundaria, como era la intención de ese mismo Profesor.
    Lo de la secta lo has dicho tú...

    Enhorabuena por esas lecturas al alumnado, esas conversaciones después de clase, ese envío de extractos literarios fuera de horario escolar,... Admiro tu entrega.

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    1. En El artista del hambre hay un momento en que el gerente del circo (no recuerdo exactamente la profesión) le dice al ayunador que lo admira y el encuentra aquello inapropiado y le explica que no le tiene que admirar y le explica por qué. La razón es que él no sufre con el ayuno porque no hay ningún alimento que le haya gustado, que tal vez si lo hubiera encontrado se hubiera hartado de él. No es digno de admiración por algo que no le cuesta nada. Pues lo mismo. Lo que llamas mi entrega se debe a que no he encontrado nada que pudiera calmarme o gustarme fuera de aquello. Si lo hubiera encontrado, tal vez lo habría hecho. Hacer uno lo que le apasiona no tiene ningún mérito sobre todo porque no he encontrado alternativa a ello.

      Kafka era un joven elegante muy discreto que siempre quedaba en la sombra pues no solía hablar en las reuniones sociales. Y la mayor parte de su relatos y escritos fueron, para él, fallidos, y probablemente lo fueran. No concluyó ninguna de sus novelas, y el resto son relatos que él hubiera querido destruir en su mayor parte. Sin embargo, esta vida aparentemente fracasada ha logrado hacer pensar a sus lectores y todavía sigue haciéndolo porque al entrar en su mundo nos damos cuenta de que cada vez lo comprendemos menos. Nos acercamos pero él se aleja.

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  5. Qué excelente propuesta la tuya: enfrentar a tus alumnos con un personaje tan complejo. Alguna de estas cosas están subrayadas y llevadas a puntos muy interesantes en algunos fragmentos de Sefarad, de Muñoz Molina. No sé si esta es una novela adecuada para tus alumnos, pero algunos de esos pasajes seleccionados pueden abrirles vías.

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    1. No, no es una novela apropiada para ellos. Kafka puede ser leído muy bien desde una perspectiva adolescente. Muñoz Molina es un autor para adultos y no para adolescentes. Las cuestiones que aborda son de un tiempo y una época que no les atraen, aparte la dimensión del libro y el precio. La transformación puedo comprarla en Amazon por 3,40 € para ellos si la desean. Es un mundo que puede entrar bien en la óptica de algunos de ellos.
      Bartleby el escribiente podría ser una buena novela también para ellos.

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  6. Nada más pedagógico en un aula que el profesor muestre la hilacha, que devele sus pasiones y obsesiones, sus propios gustos y sus propios límites, Joselu. Y que los comparta con sus alumnos.
    Preciosas poesías visuales: me encantan. ¡Adelante con Kafka!

    Un beso.

    Fer

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    1. Es un proceder totalmente experimental y eso quiere decir que no está contrastado por la experiencia. Es un camino nuevo, como los que me gustaba abrir hace años antes de la eclosión de la pedagogía, la programación y la burocracia. Siento que es bueno para bastantes de ellos -no sé si para todos, pienso que no-. Introducirse en un tema a fondo, un tema que no tiene que ver con la literatura o la lengua castellana, puede parecer un dislate, pero, como bien dices, el profesor muestra o devela sus pasiones y eso quiere decir que tiene fuerza como para contagiarles. Espero que lo recuerden como un pasaje de transición que les sirva para construirse a ellos mismos introduciéndose en la complejidad del autor que no tuvo patria.

      Un beso, gracias por tu comentario.

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  7. Me encanta este rasgo de humor que se adivina en esta entrada kafkiana y que desmiente a todas luces esa idea de la seriedad del escritor y por consiguiente de la tuya propia.

    Queremos acceder a Kafka, analizando cada una de sus acciones, de sus actos vitales, de su cartas a Milena y Felice -maravillosas siempre-, estudiamos sus tormentosas relaciones con su padre desde una perspectiva freudiana y al final nos olvidamos de lo más importante: Kafka era un cachondo y le encantaba asombrar a sus lectores con una escritura tan insólita que les obligaba a intentar conocer sus motivaciones.

    A cualquier escritor, incluso a los más grandes, le pedimos que nos entretenga y nos haga pasar un buen rato; en cambio a Kafka siempre le requerimos algo más. Queremos ser cómplices de su pensamiento y entender porque era tan misterioso.
    ¿Pero y si todo fuese una estrategia de una mente sutil para llevarnos a su mundo y de paso reírse de nuestra perplejidad?

    ¿Y si el misterio no estuviera en Kafka si no en la poderosa posibilidad de que el escritor contaminándonos con sus obras es capaz de hacernos a todos kafkianos?

    Más haya del humor de Kafka, felicidades por la descripción del personaje.

    Saludos

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    1. Disculpas por el "haya" final que debe ser un "allá".

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    2. Estos días leo distintos textos de Kafka, así como artículos y estudios sobre su obra. Necesito avanzar en ellos para poder alumbrar un proceso iniciado con mis alumnos. Hay algunos que me escriben correos personales diciéndome que cuanto más lo leen, menos lo entienden. Cuando leo algún texto en formato digital con el iPad, selecciono algún fragmento y lo envío a los alumnos que más predispuestos he sentido a entrar en su mundo. Quiero hacer de esto un diálogo compartido. Sé que no puede interesar a todos, pero para algunos este será el pórtico por el que nacerán a la literatura. Todo lo que han leído hasta ahora es sencillo, sin recovecos, transparente, moral y bienintencionado. Con Kafka entran en un mundo distinto en que no hay respuestas fáciles. No creo que sea tan sencilo como decir que Kafka era un cachondo al que le encantaba asombrar a sus lectores con una escritura tan insólita que les obligaba a intentar conocer sus motivaciones. La inmensa mayor parte de lo que conocemos es a pesar suyo. Las cartas a Felice y Milena eran privadas, así como los diarios. Y además pidió que sus obras fueran destruidas. No se respetó su voluntad para bien de la literatura. Lo que leemos no está escrito para asombrarnos. No, es la expresión de su mundo personal tomándose totalmente en serio. No hay impostura en sus cartas ni en sus diarios. No hay doble intención. Ni veo ya diferencia entre estos documentos íntimos y su obra propiamente literaria. Que Kakfa no era solamente un hombre dominado por el miedo y la angustia -aunque sí- es cierto. La escritura le liberaba. Escribió más de mil quinientas cartas, además de los diarios. Escribir le serenaba. Esto lo hemos podido experimentar los que hemos padecido depresiones severas. Pero nuestra vida no es solo eso. Un depresivo también tiene momentos de placer mediante el ejercicio escritural. Kafka tenía una poderosa atracción por los pequeños insectos. No es gratuito que utilizara uno en su narración más famosa. Que tiene humor es evidente. Sus relatos tienen un humor sutil que yo percibo. Es de los escritores cuyo humor me es más patente. Este hecho no niega que su vida tuviera extremos muy dolorosos. Nunca se pudo emancipar de papá, que hasta el final estuvo financiando su estancia en sanatorios, no se atrevió a presentar a su padre a Dora, la única mujer con que se fue a vivir ¡por fin! Su miedo era real, no era simplemente el arte de un cómico que hiciera broma con su vida. Lo hacía pero el dolor era cierto. La extrema lucidez de Kafka solo es posible con un dolor psíquico abrumador, añadido a una inteligencia poco común, judía por otra parte, como la de Sigmund Freud. Una mente enrevesada. Algunos lo han relacionado con la cábala. No es extraño que entrar en su mundo provoque tanto desconcierto. Mis alumnos, algunos de ellos, lo están experimentando.

      Un abrazo, y gracias por tu lúcido comentario.

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  8. ¿Será que los escritores que vivieron atormentados o tuvieron una vida complicada son más proclives a producir obras surrealistas o tenebrosas? Las obras de Kafka que he leído siempre me han dejado con un mal sabor de boca. Y aun así, me atraen de una forma extraña, tienen un magnetismo que no se explicar.
    Igual me ocurría con Poe quine creo que también podría considerarse como un escritor enigmático.
    Supongo que la personalidad y vivencias pasadas y presentes (si es feliz o infeliz) de un escritor quedan reflejadas en sus obras.
    Un abrazo.

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    1. Personalmente me atraen estas psiques complejas, atormentadas, con un yo resquebrajado en múltiples fragmentos. Kafka para algunos de mis alumnos ha sido excitante porque les ha iluminado otra parte de la realidad que no parece clara ni comprensible. Kafka nos dejó escasa obra. Sus novelas están inacabadas pero supusieron la creación de un universo literario que conmocionó la literatura del siglo XX. No se entiende la literatura contemporánea sin Kafka. Hasta ahora en mi inmersión en su vida y su obra solo considero fragmentos que no logro ordenar ni comprender demasiado. De tal modo que no puedo aclarárselo a mis alumnos cuando alguno me dice que no lo entiende.

      Desde mi punto de vista, una vida feliz es algo muy aburrido. Supongo que debe estar bien, pero me atraen más las biografías tormentosas. Con Kafka, aunque no lo entiendo, me muevo como pez en el agua. Detecto cuestiones que no me son desconocidas, solo que Kafka tuvo la capacidad de transformarlas en literatura. Fue un hombre insignificante que nos hizo pensar a todos. Y lo sigue haciendo.

      Un abrazo.

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  9. ¡Lo que debes de estar disfrutando con este regreso a la semilla bergadense! Te has reencontrado con tu vena más pura de agitador y disfrutas de lo lindo con los efectos de las descargas de profundidad a que sometes a tus alumnos. Es indudable que el tóxico ha surtido efecto y que has conseguido que esos adolescentes se abran a una experiencia interior y singular del hecho literario. A estas alturas ya deben de estar empapados de literariedad, aunque ni conozcan el concepto, y aun presumo que muchos de sus actos cotidianos se producen bajo ese paraguas protector de lo literario que por ósmosis ha entrado en sus vidas teniéndote como luciferino maestro de ceremonias. ¡Cuánto te vas a echar de menos a ti mismo!, cuando te ganes el jubileo eterno. Es mucho el poder que tenemos en nuestras manos. Unos lo utilizan para esclavizar conciencias, como los pederastas ideológicos que pueblan tantos centros educativos; otros para iluminarlas con las verdaderas luces de la inquietud, el desconcierto, la paradoja y la sed de conocimiento y autoconocimiento, como es tu caso. Que kafka siga siendo un autor "fundamental" en el siglo XXI prueba mejor que nada la feliz intuición de su narrativa atormentada. ¡Cómo puede extrañar que quisiera quemar toda su obra! Ahí se reflejó la bondad intrínseca de quien evidenció uno más de los círculos del infierno en que vivimos. Por otro lado, el buen Franz es una escuela estilística de primer orden, sobre todo para barrocos pomposos como mi menda..., pero los instintos estilísticos no se pueden traicionar tan fácilmente: están marcados genéticamente, al parecer...

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    1. La semillla bergadense fue, en efecto, el punto cero de mi trayectoria como profesor agitador literario. Continué eficazmente en Manlleu, Cornellà, Masnou y nuevamente Cornellà donde durante años continuó la dinamita mental. Desafortunadamente, hacia 2001 me cambié de centro y comenzó un declive total como esa figura luciferina. Las circunstancias me vencieron por completo lo que me llevó a una fase depresiva en que tuvo mucho que ver este desastre durante una década larga. Hubo algún atisbo, pero la mayor parte de lo que recuerdo es abominable. ¡Qué amargura! ¡Qué lecho de Procusto para una mente inquieta! El horror de Conrad en el corazón de las tinieblas. Afortunadamente el comienzo en primero de ESO con una nueva promoción me abrió campos nuevos hace tres años. Y con el dominio de la tecnología aplicada masivamente, el campo vuelve a ser fértil y estos alumnos han crecido, han madurado y están proclives a enfrentarse a un baño literario (al menos una parte). Un baño de literariedad en plena adolescenncia necesitada de cargas de profundidad más allá de los libros tontitos que se les hace leer. Kafka no deja a nadie igual después de leerlo. Sus relatos son savia iniciática en el momento que más lo necesitan. La escritura de la novela va a abrir un proceso también muy profundo en bastantes de ellos. Sí que. Me voy a echar de menos. Ya lo creo. Ya siento nostalgia del tiempo presente y del futuro inmediato. Estoy en el momento de máxima potencia acidificante del pensamiento. Ciertamente, echaré de menos esto. Mucho. Ayer una alumna de bachillerato me invitó a ver sus poemas en instagram. Eso me emocionó intelectualmente. Estos chavales necesitan a alguien sin prejuicios que dé salida a su magma interno. Creo que nos echaremos de menos, al menos bastantes echarán de menos clases anómalas y ácratas en que la creación ocupa un lugar importante derruyendo la estructura encorsetada de un aula que se expande fuera de los rieles oxidados de la pedagogía oficial y de la extraoficial. Simplemente es dinamita intelectiva, trufada de arte.


      Y sí, Kafka es una experiencia plenamente viva. Lo he tenido treinta años apartado para abordarlo en el momento en que la vida ya me empuja con un aullido interminable hacia otros lugares. Te escribiré desde el sur de la India el próximo otoño. Tengo que aventurarme en otros territorios que abran surcos nuevos en mi alma.

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    2. Quería escribir "Sí que me voy a echar de menos".

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  10. ¿Que pensaría Kafka de ti y de tus alumnos?, algunas veces pienso en eso, cuando leo cosas que se escriben sobre escritores, sobre su vida, sus andanzas... no se, quizás en vez de analizar al que escribe, también hubiese que analizar al que lee, que también sera importante, digo yo...

    Un saludo

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    1. Bueno, Kafka quiso que sus obras fueran destruidas. La mayor parte de lo que conocemos es a pesar de su voluntad. La correspondencia íntima, sus diarios, fueron escritos para ser mantenidos en la más absoluta reserva. Él hizo desaparecer las cartas de sus amantes, peros sus amantes vendieron o dieron a conocer sus cartas.

      Kafka era un individuo tan extraño y extraordinario que cuesta imaginar qué hubiera pensado. Probablemente no le gustaría nada la difusión de sus intimidades más ocultas, sus sentimientos más puros.

      Los que lo leemos lo hacemos impelidos por una fuerza extraña también, cuando entramos en su universo interior que no acabamos de comprender. Pienso que es un universo simbólico y al que solo se tiene acceso si uno ha traspasado ciertos niveles o puertas. No es fácil. Yo no me atrevo a ir más allá de la literalidad de sus textos. No quiero interpretar. Solo ver, percibir, impregnarme de su mundo. ¿Mis alumnos? Están desconcertados totalmente. Y eso me gusta.

      Un cordial saludo.

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  11. Me llama la atención lo que cuentas de su vida, de sus hábitos, porque esto se ve en su prosa: muy pulcra, sin excesos, tan directa que corta. En cuanto a lo demás: era humano.

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    1. ¡Cómo me gustaría saber alemán para leerlo directamente! En una traducción es difícil aquilatar su prosa, tal como la defines, de una precisión y exactitud sorprendentes. Y sí, era humano pero, en muchos sentidos, insólito. Su amor, Milena Jesenska, escribió que no viviría mucho, que no estaba dotado para la vida, que no viviría mucho, que tal vez era él el único sano pues era incapaz de aceptar los compromisos y renuncias que hacemos los humanos para vivir, incluidas, las mentiras. Él era delicado y puro. La vida era demasiado cortante para él.

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