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domingo, 17 de enero de 2016

El aula como laboratorio creativo


Imaginemos que el aula es un laboratorio, no ese espacio consabido en que hay un profesor que enseña y alumnos que aprenden (o que simulan aprender o que no aprenden). Imaginemos que las circunstancias pueden ser moduladas. Hay dos elementos fundamentales que son imprescindibles: alumnos y profesor, profesor y alumnos. El orden puede dar lugar a casuísticas interesantes. En la clase tradicional, el profesor tiene la autoridad y dirige la sesión violentando e imponiendo contenidos, métodos, discurso, ejercicios. Puede ser genial o puede ser un infortunio con mayor o menor énfasis para los que están sentados que se aburren, no aprenden y sueñan con paraísos artificiales (¡ay, si conocieran a Baudelaire!). Es la estructura de siempre. Los alumnos no toman aquello que les interesa, no tienen capacidad de elegir. Es el profesor, que posee el conocimiento, el que define las circunstancias (si puede, claro).

Pero, como decía, imaginemos que el aula es un laboratorio en que podemos variar el proceso. ¿Podrían los alumnos estimular por sí mismos dicho proceso? Es decir, plantear sus deseos, sus necesidades, sus motivos, sus inquietudes y sus afanes y entrar en juego con el profesor que actuaría como un catalizador y no un dirigente de orquesta. ¿Puede ser el profesor impulsado por el interés de sus alumnos que anhelan jugar y aprender?

Todo esto me lo preguntaba en una clase que di el otro día en tercero de ESO. No soy un profesor autoritario. Aunque lo intentara no me saldría. Mi carácter despistado y un aura mayosesentayochesca me lo impide. No quiero decir que no lo intente pero no me sale. He de plantear mis clases de modo que sean interesantes en sí mismas de modo que sean ellos, mis alumnos, los que decidan y elijan participar en un juego, sí, un juego. La vida es un juego que tiene reglas. Todo, según lo miremos, es un juego. Lo es la política, lo es la relación amorosa, lo es el tráfico, las matemáticas, el dinero... La dimensión de juego es esencial para comprender la realidad. ¿Por qué la clase no va a poder asumir también la condición de juego explícito en que hay unas reglas y un objetivo: el conocimiento?

La clase fue un éxito. Planteaba por primera vez una aplicación distinta a Kahoot que se llama Socrative. Había creado un test de cuarenta preguntas sobre sintaxis en que tenían que contestar, eligiendo entre diversos ítems o verdadero/falso. Cada grupo de dos o tres alumnos era representado en la pizarra digital por un unicornio (o un cohete) con diversos colores. No había tiempo límite Solo había que contestar en grupo cuarenta preguntas, no necesariamente fáciles. Con sus aciertos hacían avanzar el caballo de la pizarra digital compitiendo entre ellos. Tenían que debatir en grupo las distintas opciones sobre el tema del Predicado Nominal . Fue apasionante. ¿Se imaginan a veinticinco alumnos discutiendo sobre sintaxis pura para elegir la respuesta correcta que hiciera avanzar a unicornio frente a los demás? Aclaro que tienen un ordenador portátil pero que hace falta solo uno para el grupo.

Era un ensayo que salió bastante bien, yo diría que muy bien. Miramos los resultados y la clasificación. Estos ofrecen  al profesor una radiografía de las deficiencias del grupo y le ayuda a saber por dónde atacar.

Quedaba mitad de la clase. Planteé Retos de escritura, una aplicación que tengo el iPad, elemento imprescindible en mis clases. Conecté el iPad al cañón de proyección y comenzó el juego que ellos conocen. Elegí nueve pasos, esto quiere decir que la aplicación elige un comienzo para una narración que tienen que escribir individualmente. Les da una pista, una frase, un personaje, y ellos tienen que incluirlo en una narración. Al minuto les sale aleatoriamente otro elemento narrativo que deben coordinar con el primero de forma lógica, algo que es difícil porque los elementos son muy dispares. Así hasta el noveno paso que les da el final de la narración con una frase en el aire que queda vibrando. Es un ejercicio difícil porque se trata de hacer lógica lo que es una secuencia arbitraria, y hacerlo de forma rápida, muy rápida. Es un juego que les encanta. No es la típica redacción sobre las vacaciones. No, hay que tener conciencia del juego narrativo y ser capaz de hacer coherente el relato. Hay algunos que son unos hachas. El momento culminante es cuando han de leer sus relatos. No había demasiado tiempo y pedí voluntarios. En seguida se levantaron diversas manos que querían leerlo. Percibí entusiasmo en sus deseos de leerla. Leímos cinco o seis. Algunas eran perfectamente lógicas. Habían sabido incorporar con habilidad elementos totalmente inconexos en principio. Otras no eran tan hábiles pero ellos al leerlas se daban cuenta del acierto o no del ejercicio   que era juzgado por sus compañeros que aplaudían cuando el resultado era óptimo. Hay algunos alumnos que tienen a gala redactar con alguna soltura y les encanta el juego que presupone rapidez de reflejos y un potente eje mental, aglutinador de la historia. Cuando faltaban varios por leer, sonó el timbre de final de la clase que había pasado en un soplo.

No siempre sale bien. Hay intentos fallidos, pero tengo claro que mis alumnos estuvieron fuertemente implicados en esa sesión que ofreció dificultad y les exigió estar al límite de sus posibilidades sintácticas y narrativas.


A esto me refiero. Convertir el aula en un laboratorio de experimentación dinámico, abierto a la creación, la improvisación, y el placer por aprender.

16 comentarios :

  1. Se trata de la mejor actitud, me parece. Resulta curioso que coincida con mi enfoque personal de la vida: cumulo de observaciones sin enjuiciar para luego agruparlas y convertirlas en estadística personal y en conclusiones personales a ser posible con la mejor de las actitudes lúdicas. Creencias cero, consciente que la cuestión personal puede resultar demasiado engañosa. Al final, con la llegada de la madurez concomitante uno aprende a dejar de proyectar sus conclusiones sobre los otros, porque cada quien tiene distinta urdimbre y hay que comprenderlo. Comprender si, pero no compartir porque suele resultar demasiado inutilmente doloroso.

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    1. En todo esto subyace la prueba científica de ensayo/error. Aunque las circunstancias son tan cambiantes que es difícil extrapolar conclusiones válidas en lo que sucede en el aula. Muchas gracias por tu comentario.

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  2. La creación es un suelo firme para el aprendizaje, sin duda alguna.

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    1. Pero arriesgada también. Uno puede acertar pero también errar.

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  3. ¡No me digas que hay una aplicación con las técnicas de Rodari! ¡Y yo que tenía "el binomio fantástico" y principios, finales e interludios en tarjetas de cartulina! ¡Mucho más atractivo ahora para ellos, dónde va a parar!
    Aprovechemos la tecnología, porque ella, al igual que la escritura y la palabra, es un arma cargada de futuro... todavía...
    Felicitaciones por tan estupenda clase que derriba esa leyenda urbana de que en secundaria no se usan las tic y no se sale uno/a del sendero trillado.
    Saludos.

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    1. Desconocía que tuviera esta técnica con la Gramática de la Fantasía de Rodari, libro que tengo pero nunca me he decidido a leerlo. Me alegro muchísimo porque eso da estructura y sentido teórico al ejercicio que yo hacía intuitivamente utilizado una aplicación de pago que he descargado en el iPad y que llevo utilizando ya tres años. A ellos les encanta, como digo. La clase está profundamente concentrada y los más proclives a la creación disfrutan enormemente.

      No sé si se utilizan las tic en secundaria. Yo las utilizo para todo, incluso para hacer análisis sintácticos o dictados. Todas mis clases son cien por cien tic, aunque no me gusta este nombre. Yo diría que son clases de conocimiento y tecnología.

      Saludos, gracias por tus palabras.

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  4. Decídase a leer su Gramática de la Fantasía, se divertirá mucho!

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  5. Me alegro de lo acontecido y especialmente esa capacidad que tienes para introducir las nuevas herramientas digitales como elemento de animación y estímulo educativo. La verdad es que desconozco en que consiste lo de la pizarra electrónica y lo de Retos de la escritura pero tienen buena pinta.

    Saludos

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    1. Sí, ciertamente hay una buena cantidad de plataformas digitales que permiten la interacción continua con los conocimientos de la materia de lengua y literatura. Es una opción que he elegido. Apostar por la tecnología. Permite sintetizar con más rapidez que otros medios no digitales. ¿El resultado? No lo sé. Es una gran apuesta cuyos frutos recogerán otros profesores en los cursos venideros. Yo estoy contento.

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  6. Por cierto, puede que usted sepa de alguna aplicación que utilice las técnicas del Oulipo, u otras experiencias al estilo de "Ejercicios de estilo" (perdón por la redundancia) de Raymond Queneau. No se lo va a creer, pero yo usé este último libro en sexto de primaria, adaptando lo que hubo que adaptar, claro. Aún hoy en día, ya fuera de las aulas, me sigue interesando mucho la escritura creativa.
    Gracias.
    Saludos.

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    1. Yo lo utilicé en COU hace muchos años. Dio lugar a más de veinte relatos experimentando con los estilos de Queneau a los que unimos otros que iban saliendo. Me pongo a investigar si hay herramientas de creación mediante OULIPO. Nada es imposible. Veremos. Gracias por su sugerencia. Saludos.

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  7. Magnífica experiencia, Joselu. Me quedo con el final: el placer por aprender, eso es lo importante, el bálsamo de Fierabrás, la piedra filosofal, el quid de la educación. Si los alumnos no descubren el placer que supone ir descubriendo nuevos caminos, si entienden que el estudio es una molesta obligación y no una gozosa experiencia, habremos fracasado como docentes, aunque lleguen al sobresaliente o consigan tal o cual título. Es muy difícil conseguir eso que cuentas con gran satisfacción, la participación entusiasta de los chavales, su afán por escribir y leer sus textos, la sensación de que son protagonistas y no espectadores aburridos y pasivos. Se nos olvida que están vivos y llenos de hormonas, además, es decir, que deben dar rienda suelta a su vitalidad so pena de caer en el mayor aburrimiento si les ofrecemos lo mismo de siempre. Si se aburren, no aprenden, pierden el interés y cuesta un mundo recuperarlo. La parte más ardua de la tarea docente es dar con la tecla que mueva esa delicada y explosiva maquinaria porque supone un esfuerzo ímprobo. Tú mismo nos has contado las horas de preparación que supone cada una de tus clases, pero se te ve satisfecho, que ya es de por sí un triunfo. No hay recetas mágicas ni fórmulas magistrales, comparas la clase con un laboratorio pero en educación no siempre a más b es igual a c, intervienen múltiples variables que dan al traste con el mejor de los planes o, por el contrario, una improvisación surgida quizá de la casualidad hace brotar talentos ocultos, lo que busca cualquier profesor. Te felicito y te animo una vez más. Tu último año parece una traca final digna de la mejor medalla.
    Un fuerte abrazo, colega.

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    1. Este año me siento especialmente libre. El sistema educativo no depende de mí. Ni el informe PISA tampoco. Soy una pieza fungible y totalmente prescindible del sistema educativo. Así que puedo trabajar como yo creo y del único modo en que creo. Radicalmente innovador. Abriendo caminos. No quiero medallas ni reconocimiento. Eso para los derrotados. Los poetas no se retiran. Ni quieren reconocimientos. Eso sí, para mí y para mis alumnos este año será inolvidable. El aula puede ser un espacio de libertad y de conocimiento. El experimentarlo es una sensación gratificante e increíble.

      Un fuerte abrazo, Yolanda.

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  8. Aprender es hacerse preguntas y tú te las haces, es muy importante...



    Evolucionas favorablemente (notese la fina y sutil ironía)


    Un saludo desde el humor...

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    1. El ser es transitorio. Ninguna certeza le acoge. El profesor está en evolución, en estado de perpetua transformación. Eso es bueno. No estar cerrado. A merced de los vientos y la inspiración.

      Saludos ;-)

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  9. Buenos días. Ha abierto usted la caja de Pandora con el tema de los tebeos en Bibliofagia; aténgase a las consecuencias :))

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