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miércoles, 9 de septiembre de 2015

El modelado cognitivo


Hoy hemos recibido en mi instituto una charla de casi tres horas sobre Gestión del aula por parte de un profesor jubilado que nos ha expuesto su visión articulada de la docencia en un power point muy bien montado. Nos ha enseñado cómo acercarnos al aula, cómo se adquiere la autoridad, cómo acercarnos emocionalmente a nuestros alumnos adolescentes, cómo gestionar los conflictos, ha hablado del aprendizaje cooperativo, etc. Todo de forma amena y razonable. Nada que objetar al ponente, que ha venido de modo altruista a formarnos en esa conducción difícil que es el aula. Sin embargo, yo, que he estado dibujando mientras él exponía en lugar de tomar apuntes, me he quedado perplejo ante uno de sus planteamientos, que él entendía inherentes al aula, que es el modelado cognitivo. Ahí no he podido reprimirme y he saltado. Le he hecho la observación de que nuestros alumnos soportan diariamente seis horas de materias distintas sobre temas que no les interesan, ante lo cual desconectan activa o pasivamente, o no pueden seguir por su ciclo de atención las explicaciones de un profesor que pretende enseñarles conocimientos y modelarlos cognitivamente. El ponente ha saltado con fuego en los ojos sobre mí. Mi dardo envenenado ha llegado hasta el núcleo de su discurso y ha aparecido un orador autoritario que venía a modelarnos cognitivamente aunque varias veces ha sostenido que no venía a dar lecciones a nadie.

¿Es la escuela un lugar de modelado cognitivo? ¿Hemos de modelar cognitivamente a nuestros alumnos? Peliaguda cuestión que me lleva a pensar que detrás de la mayoría de profesores hay personajes autoritarios que pretenden proyectar su visión del mundo más allá de los contenidos de sus materias. Los alumnos no son tontos y perciben esto, de modo que se adaptan maleablemente a cada intento de modelado cognitivo y en sus respuestas y su modo de actuar aparentan someterse a dicho intento y dicen al profesor generalmente lo que quiere oír. Y le responden en los exámenes cómo creen que deben contestarle a ese profesor. No quiero decir que estudien, no, no lo hacen en su inmensa mayoría, pero se acomodan camaleónicamente ante ese modelado implícito que hay en el autoritarismo del profesor. Siento vergüenza cuando los alumnos intentan argumentar por medio de sus representantes en una Junta de Evaluación. A veces no lo hacen mal, aunque no lo practican con frecuencia. Saben que es inútil. Intentan hablar sobre los exámenes o sobre cualquier profesor y toda la Junta de Evaluación se arroja sobre ellos machacando sus argumentos. Somos diez profesores y ellos solo son dos en territorio ajeno y tienen que callarse. Esta escena es frecuente cuando los alumnos quieren expresar algún punto de vista que incomoda a algún profesor.

La escuela no enseña a pensar. Nada hay más ajeno a la escuela que el ejercicio del pensamiento. Por más que todas las tendencias pedagógicas propugnen esto como objetivo central. Los profesores no enseñan a pensar. Lo que intentan es introducir conocimientos en esas mentes aparentemente moldeables. Inyectar conocimientos, amablemente, como nos decía hoy el ponente, acercándonos a sus problemas emocionales, pero no mostrar cómo se piensa con método, algo que exige un clima de libertad en el aula que forma parte de una institución autoritaria, en un edificio, rodeado de rejas, con horarios estrictos, con reglamentos meticulosos, y una colección de profesores que lo que buscan es modelar cognitivamente a los alumnos como si fuera una fábrica que pretendiera un producto socialmente aceptable. Estamos, por tanto, fabricando mentes que se adapten al sistema productivo y a una sociedad dada. Nadie está interesado en enseñar a pensar. Quizás la materia de  filosofía es la más apropiada para ello y tal vez sea la única que resista los embates autoritarios. Quiero pensarlo.

Rascas en un profesor y surge un personaje con sus conflictos, con sus manías, con su Weltanschauung personal. Y el aula es la expresión de esa tiranía leve, puesto que los alumnos sortean dicha pretensión de mil y una maneras. La más sencilla es no escuchar, no atender, desconectar. Otras son más combativas y surgen los conflictos en el aula ante la zozobra del profesor que intenta reconducir la situación. No es que están inermes los alumnos, no. Tienen sus artilugios de defensa mental ante esa invasión de su propia intimidad. Y lo cierto es que nuestra visión por un oído les entra y por otro les sale. El modelado cognitivo se queda en un intento muchas veces fallido. Pero no por eso deja de ser un propósito llevado a cabo con aparente amabilidad.

El desafío es enseñar a pensar junto a los conocimientos que les proporcionamos. Normalmente creemos que lo que tenemos que hacer es embutir cuantas más unidades de conocimiento posibles en esas mentes moldeables, y comprobamos con desolación en los exámenes, que es bien poco lo que queda. Y nada de un curso a otro. Y pensar no es una prioridad en ningún caso. Nadie quiere tener alumnos que piensen, sobre todo si piensan diferente a lo que el ponente expone. Hay que llevarlos a algún sitio, conducere, que eso es educar. No los educamos para que sean libres y pongan en cuestión nuestro mundo, ni para que sean creativos rompiendo amarras con la lógica y la coherencia formal. No queremos pequeños pensadores incontrolados y así la escuela desde el principio pretende enseñar y modelar, dar forma. La escuela va matando así la creatividad y el libre pensamiento, y cuando llegan a cierta edad ya están adocenados, y adaptados al sistema. Por suerte, esto a veces falla y surgen rebeldes intelectuales y artísticos que vuelan por su cuenta.


El problema es saber esto y querer convertir el aula en un espacio de rigor y libertad. ¿Sabrán entender los muchachos ese bien tan poco deseado en la escuela que es pensar de modo radicalmente libre, en unión de los conocimientos imprescindibles para ello? Al menos lo vamos a intentar. Que el pensar libremente sea un hábito del aula. Aunque el docente se vea cuestionado intelectualmente si surge inopinadamente un pequeño dictador que pretenda modelarlos cognitivamente.  

El dibujo de arriba lo he hecho mientras el ponente pretendía modelarnos cognitivamente. 

23 comentarios :

  1. Querido Joselu, estoy tan tan en sintonía contigo este año que estoy aterrado por tu futuro jajajaja. Fuera de bromas, te garantizo que con un mucho de sentido del humor será un futuro agradable y divertido, aunque ya sabes tú que vas a herir muchas sensibilidades. Por desgracia, bastantes de los que participan en la partida fueron eficientemente modelados a su tiempo.
    Desde el otro lado de la mesa, nosotros, mis hijos y yo, hemos tenido que aprender a tropezones a disimular el espíritu crítico que les inculqué desde niños, porque poco a poco nos dimos cuenta de que ese espíritu irritaba extraordinariamente a algunos profesores. También nos hemos encontrado con otros magníficos, que nos han guiñado el ojo a escondidas y a quienes tenemos simpatía. Pero generalmente estos últimos eran los que no se sentían disminuidos porque estuviera permitido pensar, como bien dices, y expresar con respeto los pensamientos propios y el fundamento de ellos.
    Vas a hacer un bien inmenso este año.
    Un abrazo!

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    1. La práctica educativa raramente enseña a pensar. Es algo que se desconoce en nuestros lares hispanos. Y realmente es una tendencia reciente de la pedagogía que no se proyecta sobre el aula. Tiene unas posibilidades inmensas, pero costará arrumbar la tendencia memorística de nuestro sistema educativo. Nuestros alumnos si estudian lo hacen sin pensar. A pensar se aprende. Es una destreza que se puede enseñar y la clave es convertirla en hábito. Este hueco tan enorme del conocimiento me sorprende. ¿Cómo es posible que los profesores no enseñemos a pensar? En los frutos vemos la perversión del sistema educativo que fabrica alumnos mecanicistas, copiones y pasivos en buena parte. Pensar es divertido y necesario, pero hay que enseñarlo como destreza, como método y como herramienta intelectual. Reviso mi escrito y lo pienso. No es que el sistema educativo modele cognitivamente a los alumnos con mala intención o con propósitos aviesos. No. Hay profesores ciertamente manipuladores, son abundantes, que pretenden modelar a sus alumnos pero no son la mayoría. Lo que se deriva del sistema educativo en todos sus niveles, desde la primaria hasta la universidad es la falta de la práctica del pensamiento. Yo lo intenté hace tiempo, pero mi práctica reciente adolece de esta falta también. Te contagias del ambiente en que vives. Los profesores no enseñan a razonar, imponen su discurso en el aula con buena intención, supongo. Y los alumnos solo se mueven por sentimientos demasiado primarios. No hay una pausa reflexiva real. Si esto lo amplias al panorama general se evidencia que el pensamiento no existe en política. Solo hay consignas, eslóganes, apriorismos, manipulaciones... Y todo comienza en la escuela donde se modela ciudadanos que no piensan y salen adelante. ¿Cómo es posible? Esta es mi pregunta. Ahora lo veo claro pero me ha costado llegar hasta aquí.

      Espero que este año sea pródigo e interesante en este sentido. Quiero enseñar a pensar a mis alumnos. Será mi despedida.

      Un abrazo.

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  2. La verdad es que cuando hablas de estos temas de educación, no se porque entro a comentar, porque no es mi tema, porque no entiendo, y porque mi visión es muy simplista sobre el tema. Pero como sabes que salto a la mínima cosa que no me cuadra, a veces no me puedo contener. Siempre hablas de la falta de atención de tus alumnos, y encabezas precisamente este año, donde quieres probar tantas cosas nuevas, una entrada sobre educación las técnicas de como llamar la atención en las aulas, je, je, con un dibujo que has hecho mientras asistías a una charla de un colega.

    Je, je, esta vez la provocación a los que no siempre pensamos igual que tú esta mascada. Es de cajón. Estoy seguro de que has estado absolutamente atento a todo lo que se decía.

    Y luego dices frases como "Mi dardo envenenado ha llegado hasta el núcleo de su discurso", "la mayoría de profesores hay personajes autoritarios que pretenden proyectar su visión del mundo" o "Rascas en un profesor y surge un personaje con sus conflictos, con sus manías".

    Ja, ja, yo creo que los métodos que estás intentado usar este año contigo mismo como estudiante fracasabas.

    No te lo tomes a mal, ya hemos hablado mil veces de las contradicciones de cada uno de nosotros, y de las provocaciones. :-)D

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    1. Mi atención era lateral pero cierta. Mi dibujo seguramente expresa lo que estaba sintiendo de otro modo. El discurso del ponente era coherente, lógico, bien hilvanado, pero había algo que no me cuadraba. He dudado si intervenir, pero no he podido reprimirme y lo he hecho. No suelo hablar nunca cuando están todos los profesores. No me gusta. He lanzado al profesor emérito una reflexión que no ha entendido su alcance, pero ha reaccionado emocionalmente con una furia en los ojos que no ha dejado lugar a dudas de que tenía un discurso bien planteado pero que no estaba abierto a disensiones ni a réplicas. No era un discurso dialéctico. Era un bloque muy razonable, pero monolítico. Bienintencionado pero antiguo. Sensato pero que tiene poco que ver con la realidad cambiante de los centros y de nuestros alumnos. No era un discurso para el siglo XXI y sí para los alumnos que fueron hace mucho tiempo. Lo que no le resta sus puntos positivos como la idea de asertividad y la cercanía emocional a los alumnos, pero eso en el ambiente en que estamos ya se hace, pero esa cercanía emocional no supone que ellos te atiendan en el aula porque realmente no les interesa lo que les explicamos tal como se lo explicamos. Somos fósiles vivientes. La escuela es un dinosaurio andante. Los profesores en su mayoría no entienden el tiempo en que vivimos. Cuesta entenderlo si eres de otras generación. Su intervención me ha hecho pensar, tal vez he pensado más que nadie. El hecho de escribir este post y luego debatir con una compañera es síntoma de que estaba atento. El ponente, por otra parte, era totalmente enemigo de la experimentación y la innovación. Me interesa el pensamiento educativo. Solo hago que leer textos al respecto.

      ¿Contradicciones? Todas. El ser humano es un ser contradictorio. Me gustan más los seres que muestran sus contradicciones que los que son un bloque, sensato y racional, como el ponente de hoy. ;-)

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  3. Demoledor y clarividente, como siempre. Yo creo que los profes fracasamos básicamente porque estamos siempre intentando "modelar" (o moldear) según nuestros estrechos y caducos "modelos" (o moldes), y sobre todo porque nos pasamos el tiempo dándoles respuesta a preguntas que ellos no se han hecho. A ver si este curso nos atrevemos a romper moldes y conseguimos que sean ellos los que piensen, decidan, critiquen, creen y aprendan, atreviéndonos a "romper moldes".Ya nos contarás. Yo me he propuesto también hacer algo así especialmente con un grupo con el que voy a tener toda la libertad por tratarse de alumnos "especiales", a ver si puedo hacer algo especial con ellos. Que los pedagogos nos pillen confesados.

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    1. Hay que promover que ellos hagan preguntas, que piensen, que relacionen, que contrasten, que evalúen, que conecten. Hay que exponerlos a problemas que impliquen su atención y su destreza reflexiva, pero hay que enseñarles, y no penalizar los supuestos errores. Más que la solución correcta, importa un camino que lleva a algún sitio. Y eso no se lo enseñamos. Tenemos que concebir la evaluación de un modo distinto. No funciona el modelo de escuela. Sin duda no enseñamos a pensar, tal vez porque nosotros tampoco aplicamos como hábitos las destrezas del pensamiento. Hay que aprenderlas. E interiorizarlas. Y saber cambiar de perspectiva, de ángulo de visión.

      Suerte y adelante.

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  4. Qué bonito dibujo, Joselu... Te inspiró la charla, por lo que veo. Líbrenos Dios de los que se atreven a pontificar y dar lecciones a los que sudan día a día en las aulas... Y si encima empiezan diciendo "Yo no vengo a dar lecciones a nadie, pero..." Y lo que sigue es llamar cebollos e incultos a los docentes desesperados que no necesitan recetas ni rapapolvos sino ayuda verdadera. Una inspectora nos dio una charla "informal", en plan colegui guay, y entre otras maravillas nos dijo que debíamos bajar al mínimo los deberes a los niños, que los pobrecillos ya soportaban un horario digno de un esclavo y que así evitaríamos la creciente injerencia de los padres en los colegios: a menos exigencia, menos problemas y menos quejas. Y bla, bla, bla... Cuando a un ponente se le cuestiona su discurso primero te fulmina con la mirada, como a ti, y luego te mira de arriba abajo con cuidado desprecio. Yo, recién jubilada con treinta y ocho años de docencia a mis espaldas, ni por asomo me atrevo a presentarme ante otros colegas para decirles qué deben o no hacer. Anda que no he cometido errores, pero he procurado tomar nota de la forma de actuar de quienes consideraba válidos y sensatos y gracias a eso he aprendido mucho, a pesar de lo cual creo que si me quedaran por delante otros tantos años tampoco conseguiría hacerlo bien. Si alguien me pide ayuda y puedo dársela lo haré encantada, pero nada de erigirme en catedrática de pedagogía.
    Con respecto a tu idea central, lo del modelado cognitivo, es cierto que consciente o inconscientemente los maestros influimos mucho en nuestros alumnos. Adoctrinar ha sido un pilar básico en la enseñanza durante siglos, de muchas maneras. Nos hemos esforzado por formar alumnos dóciles y sumisos, basándonos en la idea errónea de que nosotros teníamos la razón y ellos eran unos rebeldes sin causa que debían ser domesticados. Un alumno capaz de cuestionar el sistema o de intentar desbaratar lo establecido siempre ha sido mal visto. No les enseñamos a pensar y luego nos quejamos de que somos unos ciudadanos borregos que no sabemos elegir a nuestros gobernantes porque no filtramos la verdad en sus mensajes. Ése es el fondo de la cuestión: les hacemos creer que todo cuanto les decimos va a misa, que son verdades incuestionables, que deben aceptarlo todo sin rechistar. Cada docente influye mucho en sus alumnos, para bien o para mal, pero ellos no deben ser como nosotros, no siempre, desde luego. Claro que les moldeamos y modelamos, la cuestón es cómo lo hacemos y qué resultados queremos obtener. Está claro que desconectan si hablamos más de dos minutos, hay que enseñarles el camino pero asumiendo que no es el único posible. Si se aburren (y pasa continuamente, todos lo sabemos, como te decía en mi respuesta a tu anterior post) nos están diciendo que no debemos seguir por ahí, que quieren ser más activos,buscar otras vías para alcanzar lo que necesitan.
    Esto que cuentas me recuerda al rollazo que nos soltaron hace años sobre el "aprendizaje significativo". A los diez minutos el ponente, desesperado, se quejaba de que nosotros queríamos recetas, soluciones, nada de gráficos maravillosos que aseguraban que con la nueva ley se acabarían el fracaso escolar y otras lacras. Que sí, majete, lo que tú digas, pero dime qué hago para que Fulanito no dé por saco continuamente y cómo consigo que aprenda de una vez a dividir, listo, que eres un listo...Y el ponente-pedagogo (por ejemplo) que no ha pisado un aula desde que salió del instituto (la universidad no cuenta) piensa que los maestros somos unos incultos y unos ineptos que no conseguimos convertir a unos pequeños salvajes en angelicales criaturas ni con pizarra digital ni con otras mil monerías. Así que ni caso, colega, haz lo que pidan tus tripas de docente curtido y entregado y olvídate de los gurús listillos que osan mirarte por encima del hombro. Un fuerte abrazo y, como dice Loquillo,a por ellos, que son pocos y cobardes (no los alumnos, los que tú sabes...).

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    1. Vivo las cosas con enorme intensidad. Y me gusta. No ha muerto el Joselu apasionado por las cosas, por las ideas, por sus aficiones, por su profesión y casi ya siento nostalgia de tener que irme cuando ahora veo las cosas con mucha mayor claridad que nunca. Me gustaría tener veinte años menos para poder aplicar todo lo que sé ahora con perspectiva profesional. No estoy cansado. Siento pasión en las venas. Cuando este profesor, lleno de buena intención, pero tremendamente autoritario, ha saltado, ha evidenciado que tenía un discurso que solo exigía una cosa: la aquiescencia. Venía a iluminarnos. No a debatir. Y el resto de compañeros no ha debatido y creo que les ha gustado mucho. Pero ahora estoy en la piel de un rebelde intelectual, pequeño pero existente, y me nutro de pensamiento educativo por todos los lados. El ponente rechazaba experimentar. Cuando la experimentación y la observación son la base del avance en todos los órdenes científicos. Representaba una escuela que no aborda los problemas del presente. Pero mis compañeros en general (hay excepciones) no aportan visiones distintas. Cuesta hablar de educación con ellos. Esta charla no existe. Tengo una compañera que le encanta y solemos compartir reflexiones pero es una excepción. Me ayuda a sobrevivir en un medio muy conservador.

      La escuela no enseña a pensar y España no es un país que brille en el pensamiento. Ahí tienes a Rajoy y Mas. O toda la pobreza del debate político que no es tal, sino rechiflas dialécticas. En la escuela no se enseña a pensar como bien decimos. Damos datos que nuestros alumnos deben memorizar pero no enseñamos a pensar. Esto me hace pensar. Y puedo entender la miseria del pensamiento español. O no pensamiento. Somos puro sentimiento. Sentimos más que pensamos.

      Este año será una aventura que iré contando.

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    2. Joselu, es que sin esa experimentación y observación no se termina de comprender lo que uno está estudiando. Y si no se comprende del todo el motivo que hay para recordar algo, pues se transige simplemente porque nos obligan.
      Este año charlé con un buen profesor de uno de mis hijos, de sociales, que me citó para advertirme sobre ciertos despistes del alumno. Y me dijo: "ya sé que esta asignatura no sirve para nada, pero hay que aprobarla". Yo me rebelé de inmediato: "¿Cómo que no sirve para nada? A mí me sirve para ser libre". Era una aseveración trampa, porque él ya sabe si las ciencias sociales sirven o no, pero debe estar acostumbrado a se piense que lo único práctico es la economía jajajaja, que es lo menos práctico que existe. En fin, que si uno llega a comprender algo de lo que van las cosas, ¿Cómo no va a querer ser más libre? ¿Cómo no va a querer saber interpretar el mundo que nos rodea? Pero claro, la lista en sí de los reyes godos sin más justificación (o el sistema periódico jajajajaja), pues no me la aprendo ni yo, que me gusta casi todo lo que esté escrito.
      Es estupendo leerte así; cada comentario me vale por una entrada.

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    3. La historia es el escenario de los mayores apriorismos. Cada tendencia política modela la historia a su gusto, la interpreta con los filtros ideológicos que le convienen. Hoy estaba en una librería escolar muy popular en Cataluña. Mientras esperaba para la caja he mirado un están donde se apilaban libros sobre Cataluña. Los he mirado. Había una decena de historias épicas del once de septiembre en que Cataluña fue derrotada pero resistió heroica, y luego todos eran de signo independentista, todos, menos uno. Esa era la proporción. Treinta libros llenos de banderas esteladas de economía, de sociedad, de periodismo, propugnando la independencia abiertamente. Y uno solo que no lo era. Se supone que todos, los de historia y los de actualidad responden a enfoques racionales, pero no es así. Son puro sentimiento. Y ese sentimiento les lleva a manipular todo. Y creer en el pensamiento mágico de imaginarse libres, ricos y felices sin España y sin la eñe. El profesor de sociales decía que no servía para mucho su materia. Pero sí, sirve para manipular la historia, porque la historia sin manipulación es demasiado severa, no da razones ni a unos ni a otros. La historia es caótica, desordenada, confusa... Y sobre ella intentamos proyectar alguna luz como si fuera racional su crónica. Pero, quia.

      Hay que estudiar pensando. Y esto no se enseña en las escuelas. Habrá que empezar.

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  5. Desde que la escolarización es obligatoria, es en la escuela donde aprendemos a leer, escribir y calcular; lo poco que sabemos de arte, historia, ciencia o filosofía procede en su mayor parte de los tiempos escolares. Allí es donde se señala lo que se debe saber y cuál es su utilidad; donde se modulan los conocimientos y se modelan sus receptores.

    Porque la escuela no solo transmite conocimientos sino también ideologías, y los primeros suelen estar contaminados por las segundas, de manera que gran parte de los saberes que se imparten en ella no son verdades constatadas y universales, sino creencias y doctrinas, visiones parciales de una realidad compleja y recetas diseñadas para asimilarse y ser aplicadas sin reflexionar.

    Pero la igualdad y manipulación de los temarios no es la única contribución de la escuela a esta forma uniforme de pensar, puede incluso que no sea la más significativa, ni la que más incide. Podría parecer que, desde las escuelas, el pensamiento único se implanta desarrollando los mismos temarios, la misma concepción del mundo, la misma versión de la historia; pero en la escuela no se aprenden solo contenidos sino que también se adquieren hábitos y actitudes que influyen poderosamente en la conducta, mucho más de lo que pueden hacerlo los contenidos curriculares.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/el-pensamiento-unico-y-los-contenidos-escolares

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    1. El tema es apasionante, Enrique, y es cierto que la educación proyecta hábitos y actitudes con mayor intensidad que los contenidos curriculares. No son los menores que los centros educativos sean lugares rodeados de verjas, con minuciosos reglamentos que regulan el ir al baño o si se puede salir a la calle durante las horas de patio. Se podría decir que es un centro de reclusión menor. Y en sus aulas reina la desidia, la falta de curiosidad, el aburrimiento durante horas y horas, y cuando acaba la reclusión, todos, alumnos y profesores, ansiamos salir de allí. Y bien es cierto que estar allí dentro es una especie de pequeña condena necesaria. Para nosotros, porque nos ganamos la vida con ello. Para ellos, porque la enseñanza es obligatoria. Por lo demás no se pasa mal del todo. Hay algarabía entre clase y clase. A los alumnos les importa un higo lo que se explica allí. Y los profesores fingen que les interesa mucho lo que explican. Es una visión harto negativa porque creo que la escuela debería ser algo muy distinto. Hay aspectos positivos como la convivencia entre culturas (en mi centro hay muchos muchachos magrebíes y latinos), algo que no se producirá luego a lo largo de la vida. Es un lugar de excepción en ese sentido.

      No sé si hay un pensamiento único o no hay demasiado pensamiento, más bien esto último. Un claustro de profesores no es el organismo que debata con pasión de educación. No lo hace.

      Me fascinó esta idea del ponente del modelado cognitivo.

      ¿Es real? ¿Realmente tenemos el poder de modelar cognitivamente a nuestros alumnos? Es una buena pregunta.

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  6. Eso de pensar, hacerse preguntas, dudar (sin ser un adicto)... etc no es bueno para el poder, (el quesea). Lo que conozco de enseñanza es mínimo y sólo por lo que he visto en mis hijos y lo que veo en la gente que ha pasado por el sistema de modelización. En general nadie quiere saber la verdad, (suponiendo que exista), prefieren que alguien se lo explique y siguen ciegamente los principios de modelización. Para las religiones es bueno
    Un abrazo

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    1. Hay en la cultura de una época elementos poderosos de modelización y la escuela no escapa a ello, aunque es una institución desfasada en un tiempo que ya no es el suyo. Tendríamos que repensar la escuela. Los profesores son fundamentalmente conservadores. Representamos la autoridad puesta a prueba constantemente. Y no tenemos la costumbre de pensar colectivamente. Somos demasiado apegados a los reglamentos, a la certidumbre de la sanción y menos a la alegría del aprender. Creo que ni a los alumnos les gusta aprender ni a los profes enseñar. Nos sentimos rodeados. Y es que estamos solos en el aula. Estar a punto de irme me hace ver las cosas con mayor libertad que si tuviera veinte años por delante. Creo.

      Un abrazo.

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  7. Todo método puede ser bueno. Siempre y cuando no sea un apriorismo ejecutado por un fanático...

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    1. No sé, a un fanático se le descubre en seguida. A un rendido o resignado no se le ve tan claramente.

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  8. Con la iglesia pedagógica has dado (que no topado, para desengaño de algunos), querido Joselu. ¡Qué divertida escena me has representado ante los ojos! ¡La que yo he vivido cientos de veces en tantísimos claustros oponiéndome, cual Llanero Solitario,a cien mil barbaridades que o adocenaban o adoctrinaban a la muchachada! Desde aquel que entraba y les pedía a los alumnos: "Va, digueu-me cosetes" del caradura del primer año de profesión, hasta las hojas amarillas y resecas de algunos colegas de las postrimerías, la apasionante labor de enseñar a pensar a través del uso del lenguaje es lo que menos he visto en las aulas, aunque puedo decir, discretamente ufano, que es a lo único a lo que me he dedicado en mi vida profesional. Y no es fácil, no es un camino de rosa, porque cuando se es tan poco dotado para el razonamiento abstracto, como es mi caso, se comprende a la perfección los esfuerzos que aprecias en ese devaneo cerebral constante de los alumnos en el aula cuando se trata de identificar las ideas, y, después, de emitir un juicio sobre ellas o a veces simplemente de distinguirlas de los hechos o llegar aidentificar si, en el fondo, ni llegan a la categoría de ideas. De ahí a distinguir entre ideas y falacias, entre lugares comunes e ideas originales pues para qué te voy a contar que no sepas...
    No voy a ser tan mentiroso como para decir que me das envidia, pero no me hubiera importado lo más mínimo enfrentarme a ese dogmático... Han sido tantos años de lucha contra un sistema, como el catalán, en el que he ido advirtiendo esa invasión sutil de la irracionalidad, el dogmatismo y el fanatismo...

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    1. El ponente traía un discurso muy bien hilvanado, lleno de buenos consejos sobre la asertividad, la cercanía emocional, la autoridad en el aula ... que no digo que no tuvieran su parte de sensatez. Digamos que sí. Pero no estaba preparado para debatir y solo estaba dispuesto a recibir asentimiento y la admiración del claustro. No venía a desgranar dudas sino a imponer evidencias. No era una charla abierta a consideraciones sino redonda, perfecta para recibir un aplauso final. Sabía adular a los que le intervenían preguntando para apoyarle, pero mi intervención le puso nervioso porque además hizo reír a mis compañeros. Hablé de las seis horas de estancia en el instituto de los chavales, aguantando discursos que no tienen que ver con su vida y que les aburren por lo que desconectan directamente. Y en esas seis horas los profesores inclementes les bombardean con datos y explicaciones y a la vez, según su punto de vista, les modelan cognitivamente ante lo que me rebelé. Sin embargo, en este momento me doy cuenta de que puede ser verdad de que los profesores modelemos cognitivamente a nuestros alumnos infundiéndoles la pasividad, la indiferencia ante el conocimiento, la tendencia a la trampa y la copia. El resultado es palmario cuando llegan a bachillerato. No saben nada y no tienen hábitos de ningún tipo. Y pensar no es una de las destrezas adquiridas. Tú intuitivamente les enseñabas a pensar mediante la lectura de textos, lo que es ya mucho. No es la única pedagogía posible pero es muy estimable tu propósito. Yo intentaré este año el fomento de las destrezas y los hábitos del pensamiento en una síntesis arriesgada de corrientes educativas en las que me estoy sumergiendo. Los profesores vivimos aislados del contexto educativo mundial. Y ahora cabe imaginar cómo será la escuela del año 2020. Recuerdo aquel batiburrillo teórico emocional que fue Deseducativos en el que no participé salvo en algún desafortunado rifirrafe dialéctico. Probablemente no estarás de acuerdo, pero todo aquello se disolvió en la nada porque no tenía nada que ver con el mundo en que ahora nos movemos ni en el que vendrá. El que está viniendo. Hay muchas aportaciones de la neurociencia para comprender aspectos del funcionamiento del cerebro: la atención, la retención, la memoria a corto y largo plazo, el papel de las emociones. La cosa no es tan sencilla como tener a treinta chavales delante y explicarles con eficacia las características de algo, de una época, de un movimiento... En algunos de mis posts desgranaba las caracteristicas de la atención o falta de atención de nuestros alumnos, pero nada me ayudaba a enfocar el asunto de otro modo que el lamento por otros tiempos mejores. Estos días siento en algunos momentos no ser veinte años más joven para tener futuro en la educación. Es como si mis ideas se hubieran aclarado. Llevo más de un mes pensando y pensando todas las horas del día, leyendo, viendo vídeos, participando en redes de contenidos educativos, empapándome de las corrientes más vivas de la educación, y todo ello me lleva a necesitar experimentar e innovar, algo que el ponente del otro día rechazaba como algo negativo porque él traía ya su librillo amarillento para darnos una charla en la que había que aplaudirle, él emérito y jubilado.

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  9. Un emérito no sé, pero un jubilado siempre es peligroso...

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    1. Es una figura que me inquieta y le tengo miedo a esa situación.

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  10. Perdón, pero no entiendo nada, jaja. Entré a ver si podía orientarme algo de lo que escribís porque soy una adolescente confundida, jaja.

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    1. Hola, Estrella, bienvenida al blog. Sí, ciertamente es un blog dirigido más bien a profesores que a adolescentes confundidas ;-). Hay en él reflexiones sobre cómo afrontar nuestro trabajo como profesores. Lo que sí podrías decir es en qué curso estás y tus impresiones sobre la enseñanza que recibes en la escuela o instituto. ¿Qué te parece? ¿Cómo lo vives? ¿Si lo ves próximo a tu vida y a tus necesidades? Un cordial saludo.

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