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jueves, 4 de junio de 2015

La penúltima clase y el profesor Tornasol


Creo que es Ramón Besonías en FB quien se interesaba por qué hacíamos en las clases últimas del curso, en este tiempo de calor inmisericorde, encerrados en un aula con hormonas primaverales preveraniegas en ebullición. Treinta chavales son un mundo. Desconcertantes, nada obsecuentes con el profesor, rebeldes, inquietos, agitados por la última hora de la mañana entre 13.30 y 14.30 en vísperas de final de curso. Un polvorín en ebullición. Me he preguntado si hacía con ellos algo lúdico, algo recreativo, algo divertido para encarar con cierta comodidad esta hora que es la penúltima antes de los créditos de síntesis que empiezan la semana que viene. ¿Algo divertido? Quia. Algo sádico, algo que les haga pensar, algo que les obligue a estar atentos a lo que están haciendo. El clima de la clase se encaminaba hacia la dispersión y el conflicto.Y lo entiendo. ¿Quién querría a los trece años estar haciendo una clase de lengua en un ambiente veraniego? ¿Acaso la vida no pasa por al lado mientras nosotros estamos encerrados en un aula con ventanas pequeñas por que apenas pasa el aire. Zas. Ya está, tras la lectura de diez minutos obligatoria a última hora en que han estado intranquilos, pendientes de lo que hacían los demás, dedicándose los insultos más abyectos, leyendo muy pocos, salvo una niña que devora libros de Ana Todd, After. Les he mandado conectar su ordenador y entrar en EDMODO, la plataforma que utilizamos para todo tipo de exámenes y ejercicios y a la que se han aficionado...

EDMODO y  tira millas. Clasificación de oraciones por la modalidad o lo que es lo mismo que la actitud del hablante. Ya saben: enunciativas, interrogativas, exhortativas... Y luego clasificación por la estructura del predicado: atributivas, predicativas, transitivas, impersonales, recíprocas... Sé de antemano que esto no resulta políticamente correcto, pero era el complemento al último tema de lengua que hemos hecho sobre la oración en segundo de ESO. En EDMODO acceden a los ejercicios interactivos geniales de jgenover que son una maravilla, realizados en una excedencia de un año. El mejor corpus de lengua que existe en España. Son ejercicios prácticos, sencillos, pero que implican conocimiento. Pueden acudir a la ayuda pero de todas maneras han de hacerlos y copiarlos. La clase se ha amansado y ha habido treinta y cinco minutos de bastante trabajo sin un silencio absoluto eso está claro. Hablan unos con otros, pero yo entendía que era una liberación necesaria. Y así hemos ocupado la última hora de la mañana. Otras veces somos más creativos, pero no necesariamente las clases creativas son las óptimas. De hecho, les gusta y les relaja la disciplina y el método más que la creatividad. No son muy creativos. Hay pocos chavales creativos, es algo prematuro todavía. Espero mucho de sus lecturas voluntarias que es donde se proyecta su mundo interior, y me da igual que sean novelas góticas o románticas. Yo leía a Marcial Lafuente Estefanía, el autor de novelas del oeste más prolífico de la historia española. Pasé excepcionales ratos con él a su edad, y eso no impidió que leyera luego a Shakespeare o Beckett. Nadie saber por dónde continúan las inquietudes existenciales. Por la literatura será difícil pues la enseñanza de la literatura desaparece al menos en Cataluña con la LOMCE. Una clase de literatura requiere de una cierta madurez. Ahora a los trece años necesitan disciplina y método: sistematismo y que vean que sus ejercicios son considerados y tenidos seriamente en cuenta. Así en mi evaluación que realizo a través del Cuaderno del profesor y la aplicación IDOCEO que es genial (solo para iPad) tengo en cuenta absolutamente todo lo que han hecho en el trimestre.  Siete u ocho exámenes todos on line tipo test preparados por mí para los que han de sacar un ochenta por ciento de aciertos para aprobar. Redacciones, ejercicios de comprensión lectora, elaboración de textos dramáticos, creaciones dirigidas con palabras nucleares, dictados preparados, el trabajo del aula es fundamental. Hacemos bastantes ejercicios léxicos. Apenas les pongo deberes porque sé que la mayoría no los van a hacer. Lectura de libros al margen de lo que marca el departamento: así han leído El guardián entre el centeno y Matilda además de los libros marcados oficialmente. Hacemos continuamente resúmenes y esquemas de temas que les sirven como formación...

Quiero cualquier cosa menos ese comentario que se hace respecto a algunas asignaturas que es que no hemos hecho nada durante el curso. Han trabajado la mayoría bastante y la nota reflejará, hasta las centésimas, la aplicación y rendimiento de ese esfuerzo sostenido durante el trimestre. No, no quiero una materia divertida. No soy divertido. No sacaría un diez en sentido del humor, pero creo que ellos aprecian que les haya llevado dos veces a ver exposiciones fotográficas en Barcelona y que les haya hecho dos reportajes fotográficos de ellos al que les pongo música que ellos eligen y les proyecto en un vídeo montado en imovie.

Huyo de planteamientos ligeros. Quiero que tengan dificultades y que no se apunten al carro de lo divertido como único criterio. Trabajar en serio es divertido. Ciertamente les relaja y aprenden, creo. Estimo que escriben mejor que cuando llegaron a principio de curso. Me gustaría hacer debates pero es imposible con ellos. Hay demasiados conflictos entre ellos para poder controlarlos.


Y sí, tengo que pegar de vez en cuando dos gritos para calmarlos. No soy un profesor ideal. Los tiene que haber más amenos eso es cierto. Que impongan más a los alumnos y no se canteen cuando entra el profesor. No es mi caso. En mi clase hay espontaneidad, algo más de lo que me gustaría. Pero tener pinta de profesor Tornasol no ayuda. Soy un anarquista que ha tenido que adaptarse y entender los ritmos de estos chavales que no requieren de planteamientos bobos. Así que hoy a analizar oraciones. El próximo martes que tengo clase con ellos será peor. Se lo juro. Por estas. El profe sádico que soy me sale a flote, qué caramba. Ya la parte lúdica la ponen ellos. No es necesario que la ponga yo.

16 comentarios :

  1. No me los maltrates... y cuidado con Besonías, que está peor que Yo. Ya te queda menos para el fin de curso.

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    1. No sé si los maltrato yo o son ellos los que nos maltratan jajajajaja.

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  2. A esos buenos propósitos yo le añadiría el tratamiento de Vd., con esa distancia glacial que interpone entre el docente y el discente; un tratamientro del que algunos alumnos, al comienzo de curso, se quejan como si fuera una agresión. "No le dolerá, ya verá Vd. que se acostumbrara rápidamente...", he de recordarles, no sin un afecto que han de captar inmediatamente para que el tratamiento dé el óptimo resultado que a mí me ha dado durante toda mi vida académica, ya extinta...

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    1. Tu técnica va unida a una cierta praxis que te sirvió a ti. No hay una fórmula taumatúrgica que asegure la eficacia de las clases. Depende. A mí personalmente no me gusta ese tratamiento de usted como si estuviéramos en los años cuarenta. En España es anómalo, en Francia seguro que es adecuado y oportuno.

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  3. estoy de acuerdo con este texto, pero mi consejo es que ya falta poco para el fin de curso, así que no hay nada por el que preocuparse puesto que no habrán más alumnos ni más profesores (ojo, no lo digo con desprecio ni nada jaja) pero es conveniente pensar en ello, un saludo

    Joselu, leo mucho tus textos y una vez vi que dijiste que aprecias a tus alumnos, y mi pregunta también es: qué es lo que tienen ellos para despertar ese aprecio o simpatía hacia el docente?

    lo digo porque aún recuerdo con cariño de cuando estaba en la ESO que nuestro profesor de inglés durante los primeros cursos no paraba de acariciarles la cabeza y las mejillas a unos compañeros, sobretodo a mi una vez me pillo copiando los deberes a un compañero y de broma me dio con la lista en la cabeza pero a la vez me rodeó con su brazo y me empezó a acariciar el cabello y la espalda.

    Un saludo Joselu

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    1. Me preguntas qué tienen ellos para despertar ese aprecio o simpatía para el docente. No lo sé. Yo solo puedo hablar por mí. Si son de buena pasta (los hay muy malintencionados y crueles), me siento empático con su realidad, más en un centro donde hay muchísimos problemas económicos y sociales. Me interesan, a medida de que los voy conociendo más en profundidad. Siento su adolescencia, esa zona de turbulencias que los domina, su ternura, su rebeldía, su tesón, su buena voluntad... Son personitas. Yo no soy muy sociable con mis compañeros pero los alumnos suelen despertar en mí una gran cercanía aunque no sepa manifestarla. En cuanto al contacto físico, es algo complicado. No parecería que fuera muy recomendable. Hay países muy cercanos en que el contacto físico entre un profesor y un/a alumno/a está totalmente prohibido. Si tú recibiste bien ese abrazo y esas caricias es que no tenían más intención que la de manifestarte su afecto. Pero ya te digo que es algo proceloso. Yo no suelo hacerlo y menos con niñas, piensa que tengo muchas alumnas musulmanas.

      No sabes la ilusión que me hace que me leas. Muchas veces uno no tiene ni idea de a quién llegan sus palabras.

      Un abrazo y una caricia.

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  4. gracias por la respuesta, de todas maneras yo y mis compañeros no nos parecía mal lo que hacía este profesor nuestro, porque aparte se lo hacen más a los alumnos que no a las alumnas, por lo tanto lo mío no fue nada del otro mundo sino algo inusual, por eso que me sorprendió un poco porque nunca nadie me había hecho eso, de hecho hacía poco que venia de la primaria, y te puedo decir que en la primaria las maestras que tenia eran de lo más insoportable y antipático que puede haber en un centro o colegio, gracias

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  5. Sinceramente, no estoy familiarizada con la tecnología que empleas en tus clases. Aquí todavía usamos mayormente pizarra con tiza y borrador polvoriento y gastado en el aula, y no contamos con compu ni DVD en cada aula... Estamos años luz del progreso educativo, por eso estoy aburrida de enseñar, creo. El último pizarrón donde me tocó enseñar estaba tan cachuzo que apenas si podía escribir sobre él. Me pregunto y te pregunto si esto de clasificar y sistemazar tanto en clase de lengua sirve, si les hacen ver a los alumnos el uso práctico que le da, por ejemplo, un escritor, un periodista, un publicista o un buen orador a todo eso que tiene una función práctica y concreta en el empleo del lenguaje. Te lo pregunto porque asisto a mis hijos cuando piden auxilio con lengua y al hurgar en estas cuestiones, noto que no se les dice ni se les demuestra la utilidad de todos estos conocimientos y se convierten en datos vacuos para ellos.

    Un abrazo y disfruta de tu fin de semana, que ya queda poco de clases para ti este año.

    Fer

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    1. Efectivamente, el ejercicio clasificatorio puede que no les lleve a comprender el ejercicio de un escritor o periodista al utilizar el lenguaje. Para esto utilizo otros medios: abundantes creaciones narrativas, dramáticas y poéticas, ejercicios de creación guiada... Sin embargo, yo he de preparlos también para la gramática que aprenderán en Bachillerato los que lleguen allí. Y es importante saber qué es un verbo transitivo o reflexivo, además de darse cuenta de que hay oraciones impersonales y que exigen a veces una concordancia adecuada que contradice la lógica común.

      No sé si el rendimiento con pizarras digitales, ordenadores en el aula y demás supone una mejora en el aprendizaje. Nosotros lo tenemos pero eso no significa que haya un mejor aprendizaje. Depende. Si de lo que se trata es de que escriban mejor, con menos faltas de ortografía y con riqueza léxica, no estamos muy cerca de ello. Escriben fatal, pero es cierto que yo estoy en un centro de nivel cultural muy precario.

      Sí, ya queda poco. Pero las últiimas etapas se hacen especialmente pesadas.

      Un abrazo.

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  6. Estudiar es algo serio, en efecto. Pero déjame recordar mis días de estudiante, cuando estas últimas clases eran fuga hacia el parque próximo, cuando no era tan estricta la vigilancia y podíamos encontrarnos al sol y al aire.

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    1. No podemos ciertamente salir de clase para ir al parque cercano. Es muy distinto cómo estudiaste tú y la realidad penitenciaria de los centros educativos hoy día. Verjas y puertas cerradas. El BUP era otra cosa. Se ha perdido el sentimiento de libertad que se respiraba. y hasta los dieciocho años no pueden salir si no van acompañados de sus padres o algún familiar.

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  7. Es cierto, Joselu, que te das un aire, por las fotos que he visto, al profesor Tornasol.
    Tiene gracia el parecido. A mí me llamaban "correcaminos", porque voy muy deprisa por los pasillos (ansiedad). En tiempos también me llamaron Pumuki, que era un muñeco de la tele que tenía el pelo naranja, porque me teñí el pelo. Pero eso fue hace muchos años.

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    1. No es que me llamen Profesor Tornasol, ya me gustaría. Seguro que no saben quién es. Soy yo quien me veo así. Despistado, abstraído, con dificultad para centrarme en la real realidad de las aulas. Sé que he de hacerlo, pero ese esfuerzo se nota.

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  8. Así que te ves como el profesor Tornasol, vaya, vaya... La ficción está llena de estereotipos de docentes que poco o nada tienen que ver con la realidad. Me encanta el personaje de Kevin Cline en "El club de los emperadores", tan recto, tan sabio y tan consciente de lo que es al final, después de probar la amargura del fracaso. Y qué decir del maestro republicano encarnado por Fernando Fernán Gómez en "La lengua de las mariposas", apedreado e insultado por sus propios alumnos por miedo a las represalias fascistas. Los que somos de verdad maestros sabemos distinguir la impostura a la que obliga la ficción. Nunca se refleja el enorme trabajo que supone preparar unas clases, un proyecto, una excursión, la parte más laboriosa de nuestra labor. El enorme Sidney Poitier tenía que domar a unos "desechos" en un barrio conflictivo en la gran "Rebelión en las aulas", y lo conseguía, sabía que tenía un don, algo que no todos poseemos. Cada maestro es distinto, y más hoy, porque nos ha tocado vivir unos años convulsos (con pocas perspectivas de mejora, más bien al revés) que no tienen nada que ver con lo que vivimos y aprendimos tiempo atrás. Cuesta adaptarse a lo nuevo. Tú utilizas mucho herramientas desconocidas hasta hace poco, yo mucho menos, pero no creo que eso sea un rasgo radicalmente distinto. Coincido contigo en que nos exigen ser casi animadores de calle, presentar todo aprendizaje de forma lúdica para atraer a los chavales, eso es una trampa mortal. La idea de que deben ser felices siempre en las aulas es una barbaridad. ¿Cómo no va a haber tanto fracaso escolar si aprtimos de esa premisa? Lo cuenta con toda crudeza Toni Solano: ésa es la realidad de nuestro sistema, pero ya ves a quién le importa... Somos peones en el tablero de los políticos, nos manejan a su antojo. Nadie sabe hacia dónde vamos, pero no hace falta ser un lince para saber que seguimos un ruembo equivocado. Tu hermosa asignatura casi desaparecerá, como todo lo que obligue a pensar y sacar conclusiones. Convéncete: nuestro reino no es de este mundo.
    Yo debo seguir hasta el 19 con chavales, pero ya con las notas puestas, a ver quién les aguanta, y menos con este calor. El 10 celebramos la jubilación mi colega y yo, toca emocionarse, ya te contaré. Un fuerte abrazo, colega.

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    1. Hay algo que a mí me produce desazón y es que antiguos alumnos te consideren un "maestro". No por el sentido de la palabra maestro que compartimos todos los que damos clase, si no por el sentido de maestro de vida, de enseñanza. Detesto a los maestros. Yo no he tenido maestros. Si alguien me enseñó algo que no haya aprendido por mi cuenta se lo agradezco puntualmente pero nada más. No hay una deuda de gratitud a nadie. Por eso, me gusta encontrarme con exalumnos que me consideren en pie de igualdad sin esa aureola de "el maestro". Si alguna vez lo intuyo, les pido que vomiten sobre los maestros, y que recorran en solitario su propio camino. No quiero discípulos ni deudas de gratitud que no sean formuladas en pie de igualdad. Parece que cuando la gente se refiere a alguien como "un maestro" se le está reverenciando y enterrando a la vez. No quiero ser maestro de nadie. Si algo enseñé está bien pero punto. No quiero homenajes ni despedidas de nadie ni de alumnos ni de compañeros. Me iré solo. Como estoy, solo. Me cargan las despedidas y los homenajes.

      En cuanto a ser animador, yo difícilmente lo puedo ser. No soy divertido. Lo soy solo si se está penetrado el receptor de un afán curioso y ansioso de hacerse preguntas. Y eso no es frecuente, más bien insólito.

      Hacemos lo que buenamente podemos. Poco más.

      Un fuerte abrazo, Yolanda.

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  9. El concepto de profesor es algo que se está reinventando continuamente desde hace unos años. Antes, hace a penas unos medio siglo, un profesor era algo rígido lleno de sabiduría. Así sin más. Hoy un profesor es algo múltiple. Por supuesto que en el fondo tiene ese aire de sabio. Pero es poco consistente paras el profesor moderno. Un profesor de nuestros días es alguien que dinamiza, entretiene, alegra, motiva, escucha, psicoanaliza, consuela da todo lo que tiene.
    Cuando entre los alumnos en clase de tutoría evaluamos la labor de un profesor, la peor crítica, el peor profesor, es aquel que aburre. Aquel que siempre está serio. Aquel que está continuamente riñendo a los alumnos...
    Y el buen profesor diría que es todo lo contrario.
    En estos últimos días yo no he dado clase al uso. Les he dado libertad (dentro de unos límites, claro) y ellos lo han agradecido. Una vez superado el tema de "¿Para qué me sirve saber las características de la burguesía del siglo XIV?" Cuya respuesta es obvia: para nada; una vez puestos de acuerdo, la convivencia es agradable, existe complicidad. Y esto es bueno. Pero cada día aprendo algo nuevo de mis alumnos. Son una maravilla de la sociedad.

    Un abrazo.

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