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miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Te acuerdas de Sarajevo?


Con motivo de la concesión del premio Cervantes a Juan Goytisolo, compré una de sus obras más comprometidas, el Cuaderno de Sarajevo, en que narra a modo de ensayo de denuncia la situación de la población bosnia durante el sitio que sufrió entre 1992 y 1995 por el ejército serbio comandado por Radovan Karadzic. Goytisolo estuvo en esta ciudad sitiada en varias ocasiones viendo cómo caían los obuses contra la población civil y los francotiradores disparaban contra mujeres y niños desde las colinas circundantes desde las que dominaban la ciudad, la bella Sarajevo que había sido sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1984 tras la muerte de Tito.

La brutalidad y el ensañamiento contra la población inerme por parte del ejército serbio que practicaba la limpieza étnica fue estremecedora, pero la comunidad internacional observó sin intervenir los ataques. Las fuerzas de la ONU, UMPROFOR, eran los garantes de la seguridad de los enclaves musulmanes pero, temerosas por su propia seguridad,  eludieron su responsabilidad y favorecieron la matanza durante años de los habitantes de Sarajevo y de muchas otras ciudades y aldeas pobladas por musulmanes o serbios tibios que fueron arrasadas por la artillería serbia lo que provocó miles de muertos con el asesinato y violación selectiva de mujeres y niños.

Sarajevo representaba la convivencia pacífica y armónica de todas las culturas y tradiciones, bosnios musulmanes, bosnios serbios y bosnios croatas, lo que es decir de musulmanes, ortodoxos y católicos. La paranoia psicopática del antiguo comunista Slobodan Milosevic, para crear una Gran Serbia, repartiéndose con Croacia a Bosnia Herzegovina, llevó a la desmembración de la Yugoeslavia multiétnica.

Han pasado veinte años y ahora vuelvo a aquel tiempo en que contemplábamos en el telediario cada día las atrocidades sobre la población de Sarajevo ante la inacción de la ONU, la OTAN, Estados Unidos, Francia y Reino Unido que aprobaron un embargo de armas para la república de Bosnia que solo imploraba que la defendieran o que la dejaran defenderse. Fue inútil. Bosnia fue una pieza intercambiable que fue aplastada con un enorme dolor humano ante la cobardía de occidente que no quería meterse en aquel avispero ni provocar a Milosevic, un hombre enfermo mental cuyos padres se habían suicidado, además de un tío carnal.

Repaso mi agenda de aquel tiempo y observo que el que era yo estaba muy ocupado en planes de boda para estremecerse demasiado por lo que sucedía en Bosnia o lo que sucedió también en 1994 en Ruanda que en unos meses fueron asesinados aproximadamente un millón de tutsis. Yo era un ciudadano europeo normal que veía las catástrofes ajenas muy lejos de mí, aunque lo que sucedía estaba a dos horas de viaje en avión. Fueron las peores matanzas que tuvieron lugar en suelo europeo tras la segunda guerra mundial. Culminaron el 11 de julio de 1995, el día de mi cumpleaños,  con la masacre de 8300 musulmanes en Srebrenica, población que estaba bajo la protección de fuerzas holandesas. El asesino  al mando de los chetnik (patriotas serbios)  era el general Ratko Mladic, un héroe nacional serbio. Yo asistí casi indiferente a lo que pasaba allí. Cierto que la televisión nos ofrecía imágenes impactantes de todo lo que allí sucedía, pero como buen burgués veía aquello como enfrentamientos étnicos en que todos cometían atrocidades y me lavaba las manos. Puedo incluso datar donde estaba aquel once de julio de 1995: estaba en la isla Graciosa, junto a Lanzarote, pasando diez maravillosos días de paz en la isla desértica que tanto me enamora. Leía a Galdós pues estaba siguiendo unos cursos de doctorado en la UAB sobre el escritor canario. Comía ese delicioso pescado que son las viejas, acompañado de mojo verde y papas arrugadas, con algún espléndido vino blanco canario.

No sé muy bien qué conclusión sacar de este artículo. Hice como la inmensa mayor parte de los buenos ciudadanos europeos: asistir impávido al escenario de la destrucción de la convivencia interétnica en Bosnia y permitir la creación de estados racialmente puros. Recuerdo que hacia 1991 la idea de limpieza étnica todavía me horrorizaba y escribí sobre ello, pero mi sensibilidad se embotó a base de hacerse habitual. Hacen falta cifras espeluznantes de víctimas para sacarnos del sopor y de nuestras buenas digestiones.

Nuestra capacidad de atención es limitada. No podemos mantenerla demasiado tiempo y menos cuando el asunto es complicado. Juan Goytisolo estuvo en Sarajevo junto a Susan Sontag y Annie Leibowitz acompañando a los sarajevitas en su día a día de penalidades, obuses y francotiradores. No hubo más intelectuales que decidieran ir a Sarajevo para mostrar su solidaridad. Javier Solana, el político socialista español que fue nombrado Secretario General de la OTAN en diciembre de 1995, no se atrevió a ir a Sarajevo por no estar garantizada su seguridad.

La lectura del Cuaderno de Sarajevo me ha despertado veinte años después. Goytisolo en él se imagina que los responsables de aquello, es decir los buenos gobiernos occidentales y la conciencia lasa europea,  que permitieron las masacres, algún día recibirían el oprobio público y serían puestos en su lugar por los historiadores. Creo que su suposición es ingenua. Nadie se acuerda ya de aquello y en todo caso no importa ya. Los criminales de guerra fueron entregados al Tribunal Internacional de la Haya (Milosevic, Karadzic, Mladic) pero solo sabemos que el primero falleció, en una celda,  en 2006 por una dolencia en el corazón. A su funeral en Serbia acudieron decenas de miles de compatriotas para despedirlo ya que lo consideran un héroe nacional, igual que al general Mladic, el último en ser capturado. Tanta es su estima que un 65% de los serbios han afirmado que no lo delatarían aunque les pagaran un millón de euros para entregarlo.


¿Y yo? Puedo comprender más la actitud displicente de Goytisolo el día de la entrega del Cervantes. No solo ha sido un destacable escritor sino que ha asumido su papel de intelectual con un compromiso que no abunda para hacernos recordar y llamarnos a asumir nuestro papel de conciencias alertas y vigilantes.

14 comentarios :

  1. No es extraño que aún no haya comentario alguno, porque la respuesta a tu pregunta es "no". Y ha de ser así. Convivir con la tragedia no es fácil, y recordarla constantemente no ayuda a vivir, precisamente. Luego están los límites del radio del recuerdo: ¿Hasta dónde extendemos nuestra empatía sin reservas? La crisis de los balcanes se halla en ese raro puno de nadie entre lo cercano y lo lejano, entre lo recordado y lo olvidado. Juan Goytisolo estuvo allí, cierto. Y también Susan Sontag. Hicieron "acto de presencia", y hasta han vendido libros y cobrado por artículos cuyo importe supongo que habrá contribuido a las muchas necesidades que esos pueblos desgraciados han tenido desde que estalló la orgía nacionalista del odio. La indiferencia del mundo respecto de las matanzas producidas en Bosnia por los serbios, producían escalofríos. Pero constituían una lección suprema de política exterior y de doctrina darwinista. Recuérdese que Serbia era protectorado ruso, por decirlo expresivamente. A algo no muy distinto acabamos de asistir en Ucrania y un poco más atrás en Siria, por ejemplo. Y la globalización comunicativa nos hace espectadores, pero nunca actores, salvo en el caso del "derrocamiento" electoral del PP, tras honrar Aznar su promesa de no presentarse a más de dos mandatos, de la que aún se arrepiente; pero es muy probable que también hubiera caído en aquella noche electoral. Leer cualquier capítulo de la sobrecogedora Historia mundial de la Infamia es siempre desolador. Puede que necesario, no lo pongo en duda. Pero hay que tener valor, eso sin duda.

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    1. Ha sido un azar, una ilación de impulsos los que me han llevado a leer el Cuaderno de Sarajevo, y ello me ha abierto un pasillo a la historia que viví en directo sin demasiada implicación. La falta de respuestas a este post es elocuente por la razón que expresas. Ya no se recuerda. Nadie quiere recordar lo monstruoso. Así, noticias estremecedoras pasan delante de nosotros en la pantalla plana y no nos canteamos. El hábito insensibiliza y contemplar los desastres más. A otra cosa, que solo se vive una vez. Bosnia no nos movilizó demasiado. Aguantábamos los minutos de información cada día sobre las matanzas en Sarajevo, Mostar... esperando que dieran las noticias de fútbol que esas sí que eran sabrosas.

      Hay dos o tres reflexiones al respecto. Respecto a la implicación de los intelectuales en la guerra de Bosnia. Fueron muy pocos. Y Goytisolo estuvo allí pasando peligro en tres ocasiones durante el conflicto. Pero pocos más. Sin embargo, recordemos el amplio y mundial movimiento de solidaridad con la república española que llevó a que intelectuales de todo el mundo se implicaran en su defensa. Algunos llegaron a formar parte de las Brigadas Internacionales. Lo mejor de la intelectualidad mundial estuvo cerca de la república española.

      Por otro lado, uno se pregunta sobre si es humana y razonable esa insensibilidad hacia el presente o el pasado reciente. Hay que vivir, claro. ¿Entonces es tan difícil concebir que si sucediera de nuevo un episodio como los campos de exterminio nazis, la humanidad siguiera sesteando sin prestar demasiada atención? Parece que aquello aun nos sigue estremeciendo. La barbarie nazi sigue inspirando películas, relatos, trabajos de investigación, obras plásticas, libros de análisis, y las frecuentes comparaciones utilizadas con dicho motivo. ¿Por qué? ¿Acaso los judíos caen bien como para estremecernos con algo que pasó hace setenta y tantos años? ¿Por qué ese interés en aquel holocausto y no en otros más recientes? Supongo que hay una doble respuesta. Una que hay mucho capital judío detrás de los estudios cinematográficos. Otro es que lo nazi mola por siniestro, por estética maligna, por su prodigiosa puesta en escena wagneriana. No es que la humanidad ni los países occidentales sean más humanos y que elijan recordar aquello que no merecería ser recordado. Es que en este caso, es magnético. Hay una combinación que la hace atractiva. Algo que no pasa en las masacres de los Balcanes. O sea que toda esa parafernalia de los valores humanos, del sentido de Europa como comunidad de naciones implicadas en valores más altos es pura filfa. Puro darwinismo, como expresas, y además, es cierto que Serbia era protegida por Rusia y las potencias europeas temieron una extensión incendiaria a todos los Balcanes del conflicto. Se admitió la creación de estados limpios étnicamente al estilo de la Alemania nazi. Se enterró la idea de convivencia entre culturas en los inevitables acuerdos de Dayton. Y allí se enterró lo que Bosnia significaba.

      De los campos de exterminio nazis se arguyó que no se sabía, que los alemanes no sabían, que los aliados no sabían demasiado o con certeza lo que pasaba allí. Hoy tenemos cámaras en todos los lados. Todo está registrado y pasa delante de nuestros ojos. Nadie puede decir que no esté informado.

      Creo que algún día volveré a dejar de leer la prensa.

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    2. No hay que perder de vista un hecho muy significativo: los bosnios son musulmanes en el corazón de Europa. Y de ahí también el interés del "marroquí" Goytisolo. También fue, a su manera, una guerra religiosa. Y bien cerca del Vaticano, por cierto, que tampoco es que se significara mucho en la búsqueda y exigencia de la paz en la zona. La capacidad para el mal e la naturaleza humana siempre acaba sorprendiéndonos, la verdad.

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    3. Por lo que sé de Bosnia, entiendo que estos musulmanes eran bastante laicos, muy europeizados sin demasiada conciencia de serlo. Como los judíos en Alemania. Muchos se sentían ciudadanos alemanes sin más. La persecución de Hitler les redujo a ser simple y esencialmente judíos. Así los musulmanes de Bosnia que no habían pensado demasiado en su fe, fueron convertidos en víctimas por ello. Eran la avanzadilla del Islam para apoderarse de Europa según Milosevic que se retrotrajo a la batalla del Campo de los Mirlos en 1389 para arengar a los serbios contra el enemigo a muerte.

      Y sí, es cierto, la capacidad para el mal del ser humano es tremendamente refinada o simplemente brutal. Y muchos colaboramos con ella sin advertirlo.

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  2. Gracias por la jugosa reseña, Me interesan las obras de este valiente escritor. A veces, bromeando, digo que las avenidas de alrededor de casa se han convertido en "Sarajevo" debido a los arreglos que se están haciendo y el mal estado de todo en general en mi ciudad, pero realmente no soy consciente de lo que digo. Me doy cuenta cabal de ello luego de leer tu reflexión.

    Un abrazo.

    Fer

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    1. Pues cuando aquello sucedió eras veinteañera ¿no? Lo que pasa es que lo veías desde una gran distancia geográfica, a diferencia de aquí. Fue la primera guerra en Europa tras la II GM. Y Europa salió hundida moralmente de aquello. Europa es el euro y un conjunto de instituciones burocrático administrativas. Poco más. No hay nada que nos una, ni nos haga empatizar unos con otros. No hay conciencia de ciudadanía europea. Ni unos valores compartidos. O, al menos, cuando la guerra de los Balcanes, todo se mostraron vacíos, oportunistas, miserables, cobardes...

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  3. No creo que el tema de la guerra de Bosnia se puede reducir a algún estigma genético de la población serbia frente a la bondad de bosnios y croatas.
    Ninguna guerra nace cuando nace y solo es la acumulación de odios anteriores soterrados.
    Por ejemplo las matanzas de las bandas de criminales croatas, los ustachi, practicaron un genocidio semejante al de la Guerra de Bosnia contra la población serbia aprovechando el apoyo nazi. Se puede ir mucho más atrás en el tiempo y hablar de los odios sangrientos desde la invasión otomana contra la población cristiana y que tuvieron su momento de mayor furor y salvajismo en el siglo XIX en el tiempo de la independencia de Grecia.
    Al focalizar el problema sobre un tiempo y un lugar olvidemos todo lo que llevó a aquella situación.
    Nuestra vida es única y personal, paralela a la violencia y la muerte que se enseñorea por el mundo incluso en nuestros momentos de máxima felicidad. La vida es individual y el mundo nace cuando naces y termina cuando mueres. Lo demás es pura telón de fondo. También seguirá girando el mundo a nuestra muerte, no tiene pinta de que se vaya a conmover por nuestra ausencia. Mal que nos pese.
    Saludos

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    1. Según tu punto de vista, el Tercer Reich habría que entenderlo como acumulación de odios anteriores, de procesos anteriores y es cierto: el tratado de Versalles que humilló a Alemania, la gran devaluación del marco que llevó al terror a los alemanes, el resentimiento contra los judíos que hacían sus negocios a costa de las dificultades de los alemanes arios, la debilidad de la república de Weimar... Todo eso es cierto. El pasado explica en buena parte cada proceso histórico, pero eso no exime a los alemanes de su terrible responsabilidad histórica de haber dado el poder a Hitler y haber participado sin apenas oposición de su delirio y su insania mental. Por causa de ello, Alemania fue derrotada, partida, sus mujeres violadas, sus ciudades bombardeadas brutalmente, y tuvieron que pasar un por un proceso de desnazificación y los juicio de Nuremberg. Todo era explicable pero no. Igualmente la multicultural Yugoslavia de Tito tenía unos valores que merecía defender. Pero surgió un caudillo de las oscuridades, Slobodan Milosevic, que lanzó una arenga en el Campo de los Mirlos, cerca de Pristina, volviendo sus ojos a la Gran Serbia anterior de la derrota de 1389 frente a los otomanos, la anulación de las autonomías de Kosovo, la guerra contra Croacia en la que no es menos la destrucción de Vukovar y por fin el pacto con Croacia para repartirse Bosnia creado estados étnicamente puros y aplastando a los musulmanes que ni sabían que eran musulmanes como descendientes de los otomanos, a los que había que humillar y expulsar. Claro que las matanzas de la segunda guerra mundial de los ustacha fueron terribles, y el pasado no fue un modelo de paz, de hecho de allí surgió la tea para incendiar la Gran Guerra (Sarajevo). Todo eso está muy bien, pero nada exime a los serbios de haber sido encandilados por criminales de guerra para retornar a la dimensiones de la Gran Serbia de la Edad Media. Encandilados y muchos de ellos participar brutalmente en la persecución de un sueño étnico puro. Han tenido que entregar al TPI a Milosevic, a Radovan Karadzic, al general Mladic, pero dudo que se pueda resarcir el dolor y el daño causado por unos psicópatas que arrastraron a una sociedad al homicicio y al suicidio. Yugoslavia era un buen invento.

      En cuanto a nuestro paso por la tierra, olvidas que durante nuestra guerra civil, la república española fue abandonada por las potencias occidentales, decretando un embargo de armas miserable, y quedamos aislados. Algo así le pasó a Bosnia, pero nosotros, a diferencia de Bosnia, recibimos el apoyo moral de muchos intelectuales, escritores, artistas, hombres y mujeres idealistas, algunos de los cuales vinieron a combatir a España junto a las Brigadas Internacionales. Está bien que nuestra vida sea insignificante y que el mundo seguirá girando tras nuestra muerte, pero hay vidas más comprometidas que otras. ¿O no?

      Un cordial saludo.

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  4. Entender un problema observando las circunstancias anteriores que llevaron a él, no es o al menos no tiene porque ser justificación de la situación posterior y mucho menos tomar partido por uno de los bandos.
    Entender las causas que justifican el nacimiento de ETA no significa justificar a ETA tal como se pretendió argumentar hace un tiempo para demonizar a Pablo Iglesias.
    Es legítimo defender a un bando pero lo entenderemos mucho mejor si sabemos como se llegó a esa situación.
    Saludos

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    1. A mí en el tratamiento de la cuestión de ETA me convence más el de Iñaki Arteta en su documental 1980. Sin paralelismo de sufrimiento de los dos bandos. Ellos ya tuvieron un tiempo en que eran omniscientes y tenian aprisionada a toda la sociedad vasca. Sus orígenes sin duda: la represión franquista y los seminarios. Allí nació ETA.

      Saludos.

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  5. A nadie atrae la fealdad del mundo, es normal no querer verlo y vivir tranquilamente la propia vida. Yo lo hago también. Supongo que es un signo de sanidad y del egoísmo sano que nos debe nutrir. Por eso me interesan esas personas que no eligen esto que hacemos tú y yo sino que se van a luchar contra el ébola o las enfermedades infecciosas en su origen, contra la pobreza, etc. Son de una dimensión que no cabe en mi estrecha mente conformista. Pero gracias a ellos que están en primera línea y a nosotros que colaboramos en tercera línea con algunas ONG's el mundo es menos feo, o igualmente lo es, no sé.

    Son palabras tuyas. Quizás responden a tu pregunta de si nos acordamos de Sarajevo.

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    1. Esto de contestar a mi post con mis propias palabras... no sé si eso vale. ¡caramba! Es como rizar el rizo o como comerse un asado de cordero con palillos chinos.

      Un cordial saludo.

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  6. Tiene gracia lo de comer asado con palillos chinos. ¿se te ha ocurrido a ti? Me parece un acierto. Pero no parece que se pueda aplicar a esto. Parece que lo lógico es que lo que escribe uno en un momento case con lo que se escribe en otro. ¿no?

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    1. No tiene por qué. Me refiero a lo de casar lo que uno escribe en un momento con lo que se escribe en otro. En la presentación de mi blog dice: "Por eso este blog recoge dudas, atesora descubrimientos, enlaza contradicciones... Es un viaje existencial por el universo educativo". Mi blog funciona como un proceso de descubrimiento en el que existe la contradicción. No necesariamente lo que pienso en un momento casa con lo escrito en otro momento, y menos a lo largo de diez años que son los que tiene este blog. He cambiado profundamente. Mis estados de ánimo son totalmente dispares. Fluctúan de lo escrito en medio de una severa depresión, a lo escrito en momentos de euforia. Creo que en unos posts puedo ser republicano, por ejemplo y en otros no serlo. Puedo ser contrario a la LOGSE y en otros momentos aplicarla intuitivamente con algún acierto. Creo que el ser humano no está hecho de una pieza. El ser humano, los normales, vamos evolucionando, entrando en contradicción, enfrentándonos a nosotros mismos. Si al modo de un cuento borgiano, Joselu, el actual, se enfrentara al que fue cuando tenía veinte años su desencuentro sería absoluto. Creo que se detestarían. Un anarquista enfrentado a un conservador ácrata. Además no creo que los términos de una contradicción sean necesariamente excluyentes. Pueden ser simultáneamente ciertos o falsos. De tal modo que enfrentarme a mí mismo puede ser el ejercicio más tiránico que puede existir. Es lo que escribí en otro momento, pero ¿acaso ya soy yo? Y más, ¿existe el yo fuera de ser una fantasía, una ficción? A lo único que podemos acceder son a una serie infinita de fragmentos de yo. Que no necesariamente son los que forman un puzzle unitario. Tal ves respondan a puzzles diferentes. La unidad del yo es algo que ya sabemos que no existe. En este blog al menos no.

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