Páginas vistas desde Diciembre de 2005




viernes, 6 de diciembre de 2013

Nelson Mandela y el arte de seducir



Nelson Mandela ocupa hoy páginas y páginas de portada y centrales de toda la prensa del mundo. Su figura es universalmente ensalzada y alabada desde todos los ángulos ideológicos. Se ha convertido en un referente mundial de humanismo y reconciliación a la vez que de profundo pragmatismo.

La figura del líder sudafricano comenzó en los años cuarenta y cincuenta al incorporarse a la lucha como miembro del ANC (Congreso Nacional Africano). Era un joven que poesía un encanto y una sonrisa que le hacían ganarse a la gente. Su seguridad era prodigiosa y en alguna reunión, para escándalo de sus compañeros de partido, llegó a decir que él sería primer presidente negro de Sudáfrica. Vestía elegantemente haciéndose los trajes en los mejores sastres, lo que llevó a ser considerado un auténtico dandi en la vida nocturna de Johannesburgo. En 1952 con una gran y expansiva sonrisa quemó su documentación distintiva del apartheid ante un buen grupo de periodistas. Su imagen dio la vuelta al mundo.

Su influencia en el ANC fue creciente, y no olvidemos que esta formación política de fuerte influencia marxista preconizaba la lucha armada contra el régimen segregacionista y de esta visión participaba el joven Nelson Mandela. Así hasta 1962 en que fue detenido por su actitud nada discreta. Pudo ser condenado a muerte por su participación en una organización terrorista, pero al final se le impuso cadena perpetua. Se pasó 27 años encarcelado en la isla de Robben, y en ella nace el nuevo Nelson Mandela que moderará su furia y su rabia, aprendiendo el arte oriental de la sabiduría. Se dio cuenta de que los blancos no iban a ser derrotados por las armas y que la estrategia debía ser primero la de ganárselos por el corazón. Los años de cárcel pulieron este diamante en bruto y desarrollaron su talento y capacidad de seducción. Los últimos cinco años en prisión fueron de intensas negociaciones con los peores monstruos blancos, responsables directos del apartheid, y consiguió seducirlos. Cuando salió de prisión en 1991 se había convertido en el referente moral de toda la población negra, excepto de los zulúes que tenían ciertos privilegios y lo consideraban un enemigo. Nelson Mandela se dio cuenta de que los blancos eran esenciales en la nueva Sudáfrica, reconoció que todo lo que habían hecho no era malo. La economía de Sudáfrica era muy potente, y lo que había que hacer no era una revolución que arrasara todo lo que se había conseguido con el sacrificio de la población negra. En 1995, tras difíciles y complejas negociaciones, se celebraron las primeras elecciones en Sudáfrica en que cada hombre representaba un voto. Nadie dudaba de que el ganador iba a ser el ANC, como así fue, llevando a Mandela a la presidencia.

Lo primero que hizo fue contar con los principales organizadores de la Sudáfrica blanca como John Reinders, jefe de protocolo de los últimos presidentes blancos, al que le pidió que siguiera orientándoles en el arte del poder porque ellos eran gente del campo y no entendían todavía esa maquinaria. En la cárcel Nelson Mandela había aprendido el idioma de los dominadores, el Africaans y había leído libros sobre la historia afrikaner desde el punto de vista de los artífices del apartheid. Otra anécdota que ilustra su concepción de la nueva Sudáfrica fue el momento en que tuvo que elegirse un himno para el país. Todos los representantes del partido (ANC) tenían claro que este himno tenía que ser el Nkosi Sikelele, que representaba la historia de opresión del pueblo negro. Sin embargo, Mandela les contrarió diciendo que Sudáfrica tendría dos himnos que se tocarían uno a continuación de otro. Primero el himno de la Sudáfrica racista, el Die Stem, y a continuación el Nkosi Sikelele. Así entendía la construcción del país lo que se vio claro cuando en 1995 entregó la copa a la selección sudafricana de rugby, compuesta por solo blancos y un único negro, a la que consideró como la más alta representación de su país y a la que agradeció su entrega y la victoria en la Copa Mundial de Rugby.

Mandela se ganó el respeto de todos los blancos que temían un baño de sangre por la revancha de la población negra contra los años de la segregación. Y supo encauzar la furia y la energía de la Sudáfrica negra construyendo una nueva Sudáfrica que aprovechó lo mejor del pasado. Otra visión de la cosas menos sabia y pragmática hubiera llevado a Sudáfrica a la autodestrucción como sucedió con Zimbawe, la antigua Rodhesia, uno de los países más prósperos de Africa que ha terminado siendo, por obra y gracia de un patán criminal como Roberto Mugawe, un país hundido en la dictadura, la pobreza y la corrupción.

La sabiduría política de Mandela le hizo comprender a sus enemigos aprendiendo su lengua y su historia para así conocer el arte de seducirlos para llevar su país a una síntesis enriquecedora en que cabrían todos, negros y blancos, viviendo con respeto mutuo. Cualquier otra política hubiera hecho de Sudáfrica un país que se habría autodestruido y terminado en la miseria.


Y no hay que descartar que en su perspectiva política él tuviera en cuenta la transición española en que se operó de forma muy parecida a como posteriormente haría Mandela con Sudáfrica. Hoy alabamos universalmente el valor y el pragmatismo inteligente del líder africano por haber sido capaz de integrar la Sudáfrica blanca y la negra así como los himnos de las dos visiones contrapuestas. Y, sin embargo, no apreciamos lo que tuvo de valor en nuestro caso la construcción de una nueva realidad que sintetizara, cara al futuro, la fusión de lo mejor del pasado de las dos Españas que se enfrentaron en la guerra civil.

11 comentarios :

  1. Gracias por el articulo.
    Un saludo desde Chile

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti, también por tu intervención y tus palabras. Un saludo.

      Eliminar
  2. Estoy de acuerdo en todo lo que has escrito sobre Mandela que no requiere por mi parte cualquier otro comentario pero discrepo respecto a que lo ocurrido en aquel país sea parangonable a lo ocurrido aquí en la Transición.
    Es cierto que no tuvimos un baño de sangre, que pudo ser mucho peor, pero las heridas quedaron abiertas ya que el régimen político actual, como se está demostrando, fue producto de una transacción en el que los artífices y mantenedores de la dictadura quedaron impunes y adquirieron posiciones de privilegio sobre el resto de la población.
    ¿Para conseguir una verdadera reconciliación sería adecuado que en Alemania o Italia los nazis y fascistas hubieran participado en la reconstrucción democrática de la posguerra?
    ¿Sería mejor que los supervivientes de las dictaduras participasen de igual a igual con los supervivientes de sus crímenes?
    No tengo nada claro que lo mejor para alcanzar la paz social y la democracia consista en dejar a zorros y gallinas en el mismo corral.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo que planteas es una discusión muy ardua y compleja que no sé si tiene cabida en este espacio necesariamente reducido. Solo decir que Nelson Mandela fue considerado por muchos de su propia formación política como un cobarde por sus acuerdos con el régimen del apartheid, por su olvido del pasado sobre el que no hubo juicios contra los culpables de terribles matanzas de africanos que se oponían a la dictadura segregadora. Se construyó una Sudáfrica sin vencedores ni vencidos y esto a muchos les escoció. Nelson Mandela en su etapa como presidente no fue especialmente brillante, pero consiguió una convivencia en la que los blancos en buena parte han mantenido sus privilegios (ganan mucho más que la población negra que en buena parte vive en la pobreza). Formó un gobierno con miembros del apartheid y los hizo compartir la mesa de deliberaciones con miembros del ANC. No sé cómo se hubiera visto esta estrategia desde el punto de vista en que ahora analizamos la transición española. Me temo que entenderíamos que Mandela había pactado con la dictadura y que le había dado las claves de la transición sudafricana.

      En este país hubo una cruenta guerra civil con vencedores y vencidos, más cuarenta años de dictadura de los vencedores. La república fue un fracaso como experiencia política si entendemos que debía haber servido para consensuar una estabilidad democrática que hubiera reunido a todos. La derecha y la izquierda, los anarquistas y los fascistas buscaron hacer fracasar a la república. Fue un proyecto que fracasó y desembocó en una guerra civil. ¿Culpables? La derecha sin duda, pero no puedo entender que la izquierda no tuviera una fuerte responsabilidad. El arte de la política es el de enfrentarse a la realidad de un país en un momento determinado. A todos les faltó grandeza o asumimos que el cincuenta por ciento de la población es incapaz de convivir con el otro cincuenta por ciento de la misma. El pacto de la transición, por fallido que sea, ha permitido una convivencia razonable. Ahora se vuelve a enfrentar una derecha recalcitrante y una izquierda impotente y desacreditada. Solo queda la salida de una reforma constitucional imposible a tenor de las fuerzas en juego. Tenemos nuestro futuro en las manos, pero nos falta un Nelson Mandela con la grandeza necesaria de entender al rival, al enemigo y darle la razón en lo que la tenga. Eso es lo que hizo este hombre, Madiba, al que el mundo estos días rinde tributo. Podemos entenderlo en Sudáfrica pero no somos capaces de entenderlo en nuestro país que se dirige sin estadistas capaces a un callejón sin salida, por sectarismo de la derecha y sectarismo de la izquieda al que hay que añadir los nacionalismos que querrían romper la baraja y desentenderse de España.

      Un abrazo muy cálido.

      Eliminar
  3. Entre las doscientas mil citas de Nelson Mandela que he releído estos días aquí y allá, creo que la que mejor se ajusta a tu texto es ésta: Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero. ¿Eso se ha hecho aquí alguna vez? Porque yo lo único que he visto y sigo viendo al respecto, es rencor por todas partes.
    Besos, Joselu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hoy me preguntaba al leer la prensa si sería posible un Mandela en el conflcto árabe-palestino sabiendo que es uno de los más envenados del planeta. La personalidad de Mandela es la de un genio humano y político que logró evitar la confrontación que parecía inevitable en Sudáfrica y además que la minoría blanca renunciara a su dominio ejercido de forma brutal. Conocer al enemigo, aprender su lengua, su historia y valorar lo que tiene de valioso. Es lo que hizo Mandela. Todo lo contrario de lo que dictaban las emociones que clamaban por la venganza.

      Besos.

      Eliminar
  4. No se si me voy a explicar de forma adecuada, pero la expresión que me viene a la boca cuando he pensado en Nelson Mandela y con la que más le identificaría seria: "Un Paso Adelante..".
    Con el ha muerto uno de los pilares del racismo, un país con legislación racista estricta, y eso se hace con "pasos adelante", con muchos pasos y mucha decisión de continuar el camino. Habra gente que recuerde sus "sombras" pero solo los que proyectan luces, pueden tener sombras, o eso creo yo, al final lo que queda es el balance. Mandela fue el ultimo del Siglo XX, un siglo en el que desapareció (prácticamente) la esclavitud legal en su forma tradicional.
    Esa esclavitud dejo de ser rentable hace años, por eso se ha erradicado, la misma ha mutado hacia nuevos tipos de esclavitud, fundamentalmente económica, se acaparan los medios de producir alimentos, se eliminan las culturas de subsistencia locales. Eso elimina nuestra capacidad de producir alimentos a nivel local, se hacen semillas que luego no se pueden volver a sembrar y no miremos muy lejos, mirad algún pueblo al lado vuestro, antes todos tenían sus pequeñas huertas o sus árboles frutales u otro tipo de alimentos básicos, ahora son inmensos monocultivos en su mayoría en manos de mercaderes sin escrúpulos. Eso y la energía serán las nuevas esclavitudes de las inmensas masas de personas que vivirán en la pobreza en nuevas y gigantes acumulaciones de personas alrededor del destello de los rascacielos.
    La esclavitud no ha desaparecido ha mutado a formas más rentables, donde unos pocos tienen todo y el resto vive de lo que tiran, ya no hace falta látigo, sino televisión.
    Es este proceso el que hay que vigilar, para que el trabajo de Mandela y cientos de sudafricanos anónimos, no halla sido en vano.
    Las similitudes de Sudafrica y España en la transición del cambio de regímenes, que habéis comentado, yo no tengo claro, lo que pasara en Sudafrica dentro de cuarenta años, pero sin embargo si me atrevo a afirmar algo, esta península no ha estado un siglo sin guerras (que yo sepa), y en esta península (no se si por el relieve o porque) somos muy nuestros y muy puñeteros y si alguien no actúa de forma inteligente, en menos de dos décadas estaremos a tiros. No hemos sido capaces de unirnos politicamente (en lo demás si estamos unidos, o eso creo yo) los unos a los otros, ni con la amenaza de un enemigo interior, que ya es decir... "semos asin" y Goya lo pinto en su cuadro "Duelo a garrotazos", que nos define muy bien.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Disculpa la puntuación y la extensión, un saludo.

      Eliminar
    2. Hubo un tiempo en que temía una nueva confrontación violenta en tierras de España a propósito del nacionalismo catalán y vasco. Hoy no lo veo así exactamente pero entreveo tiempos difíciles en que el rencor y el resentimiento seguirá subiendo y, alimentado por todos desde todos los ángulos, llevará a una especie de odio larvado mezclado con una terrible indiferencia colectiva. Lo que leo en la prensa digital alumbra los peores pronósticos. La gente habla con las vísceras en conflictos que hay que utilizar la razón y dejar enfriar las pasiones. Para ello harían falta estadistas que conocieran la perspectiva del que está enfrente y supiera valorar sus razones. Somos un pueblo muy apasionado y nada racional y eso es peligroso porque nos falta capacidad para la ironía y la distancia. Eso que hacen los británicos con formas exquisitas con el tema de Escocia.

      Mandela supo enfriar sus emociones y ver con ojos de gran estadista el futuro deseable para Sudáfrica, un futuro en que debían convivir negros y blancos y que no podía llevar a un enfrentamiento ni a la venganza.

      Me duele que no se sepa ver el valor de la transición española que tiene tantas similitudes con lo que pasó en Sudáfrica. Es frecuente que en este país nos nublen la mente las pasiones más primarias.

      Un saludo, Temujin, y gracias por tu comentario.

      Eliminar
  5. Mandela era mucho más que un gran hombre, era la demostración del valor de la razón y la bonhomía frente a la injusticia y la barbarie. Es un tópico repetir que hay que seguir su ejemplo, pero ya nos gustaría que alguien lo hiciera de verdad. Habrá quien lo haga, sin duda, pero sin apenas repercusión. En un mundo dominado por un capitalismo brutal se nos olvida que millones de seres humanos siguen sufriendo las consecuencias de algo no muy diferente al apartheid. Cuando despreciamos al que es "diferente" de uno u otro modo o le impedimos acceder a "lo nuestro" estamos devolviendo otra vez a Mandela a la cárcel. Cuando maltratamos a los inmigrantes estamos validando las teorías segregacionistas. Mandela fue un ejemplo de lucha pacífica. Tras años de encarcelamiento no buscó vengarse con odio, encontró otra vía mucho más fructífera y humana. Nadie podrá negarle su valor, pero muchos intentarán utlizarle de uno u otro modo. Una vez muerto, ¿quién continuará su obra sin intentar sacar tajada? Al parecer, ya han empezado las disputas entre sus herederos. Qué tristeza y qué vergüenza...
    Gracias por tu magnífica semblanza de este hombre irrepetible. Descanse en paz. Un fuerte abrazo, colega.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hoy he leído en la prensa su discurso de defensa en el juicio que tuvo en 1964. En él reivindicaba la lucha armada, la rebelión violenta de la mayoría negra porque todas las leyes blancas habían cerrado el camino a la resistencia pacífica. Los africanos estaban sin ningún recurso legal. Y él entendió, con su partido, la necesidad de la resistencia violenta, pero referida a los sabotajes contra centrales eléctricas y demás infraestructuras sudafricanas. Nunca defendió la violencia contra las personas o el terrorismo indiscriminado. Amnistía Internacional no lo considerá en 1964 como preso de conciencia por su apuesta por la lucha armada, pero recibió numerosísimos apoyos para evitar su pena de muerte que al final se vio conmutada por cadena perpetua.

      Quiero decir que Mandela en un momento de su vida apostó por la violencia en alguna manera y fue después cuando, tras muchos años de cárcel que lo hicieron madurar políticamente, entendió la vía por que el pueblo negro y el pueblo blanco debían buscarse y perdonarse, algo a todas luces inverosímil en aquel momento en que todo llevaba a la confrontación y el odio.

      Un fuerte abrazo para ti también.

      Eliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog