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sábado, 28 de diciembre de 2013

El peor pecado de nuestro tiempo



Paso unos días con mis sobrinos gallegos. Tienen nueve y diez años. Son unos niños totalmente normales, como sus compañeros, como la inmensa mayoría de los niños de su edad. Los observo y juego con ellos estos días de Navidad. Para ellos el tiempo pasa al lado de una pantalla, sea el ordenador, el teléfono móvil de otros tíos, la Wii, la tableta que compró su madre. Ahora tenemos dudas sobre qué regalarles para reyes, pero en el ambiente está una cónsola Nintendo DS2 o DS3 sobre cuyas peculiaridades he de imbuirme estos días. Ya me he enterado de precios. La posibilidad de regalarles algún juguete de esos que aparecen en catálogos resulta totalmente lejana. Ya no se sienten atraídos por esos artefactos que pertenecen a años anteriores. Ahora tengo a uno de ellos jugando a un juego interactivo en el otro ordenador. Está absorbido totalmente por la virtualidad del juego. Antes jugaba con el iPhone de un familiar hasta que se ha ido. Esto ha sido después de haber visto en la tele una película de acción que grabamos. Mañana iremos a ver una película en 3D, creo que bastante mala, que es Caminando entre dinosaurios. No hay ofertas más tentadoras para ver en el cine que eleven su cultura cinematográfica.

Su vida y sus intereses pasan por la pantallas y el movimiento vertiginoso de las imágenes. No les he visto coger un libro estos días, salvo para hacer deberes y uno de ellos ha estado leyendo una página lo que le ha supuesto un gran esfuerzo y no le he visto especialmente entusiasmado.

Es muy difícil que estas generaciones nativas digitales, habituadas a la velocidad del cambio de pantallas, y a los juegos de acción, puedan tener interés por lo que pasa dentro de un artefacto anticuado y lento como es un libro. Podemos hablarles de que los libros abren el camino a otras vidas, a otras experiencias, que desarrollan su imaginación, que amplían su cultura... pero tenemos la batalla realmente muy complicada ante los saltos intertextuales en internet y los juegos en red que generan una atención parcial discontinua y que les imposibilita seguir un desarrollo lento y moroso de lo que es un texto literario que es esencialmente lineal. Yo soy un lector contumaz, leo muchísimo, pero observo en mí que cuando leo una obra de ficción durante quince minutos, necesito desconectar durante dos o tres minutos y mirar mi correo electrónico con el iPad que tengo al lado, o mirar Facebook o las noticias del periódico. No soy capaz de mantener una atención continua durante largo rato. Mi mente está diseñada para la interrupción y lo fragmentario. Eso no impide que me lea uno o dos libros por semana, a veces de mil páginas, pero no puedo mantener la atención sin parar unos minutos para seguir posteriormente la lectura. Esto no es lo que recuerdo de mi juventud y primera madurez en que era capaz de mantener la atención durante largo tiempo en la lectura sin distraerme.

Me apasiona leer y captar el sentido unitario de una novela, a pesar de los lapsos de distracción que la van contrapunteando. Mi mente ha sido modificada por la irrupción de internet y el mundo digital. Pero si yo me observo y considero que tengo una atención parcial discontinua, yo que he sido formado en la disciplina lectora de otro tiempo, ¿qué será de estos muchachos que navegan libremente por internet desde los seis o siete años, si es que no han tenido acceso a smartphones y tabletas desde que tenían  dos o tres años como sé positivamente que sucede en bastantes casos?  Nuestro cerebro se ha adaptado a otro tipo de tempus narrativo en el que suceden cosas continuamente y a velocidad frenética, además de ser fragmentario y cambiante. No se soporta la continuidad y la estabilidad ni por supuesto la lentitud o los tiempos muertos. Por eso la gran tortura que supone para los niños y adolescentes el aburrimiento, acostumbrados a la acción sin parar.

Recuerdo que Juan Ramón Jiménez niño pasaba largas horas en su jardín de Moguer mirando la cambiante luz, la forma de las hojas de los árboles, los juegos de sombras, y escuchando el murmullo de la fuente, la campanadas de la iglesia, los trinos de los pájaros, y se sumía en una quietud contemplativa de la realidad que le llevó a desarrollar profundamente su imaginación poética.

Hoy los niños viven en realidades esencialmente virtuales y artificiales, tienen graves dificultades para observar el mundo que no pasa por una pantalla a ritmo rápido y con ágiles efectos especiales. Su realidad es lo que pasa dentro de una pantalla grande o pequeña, y lo demás son interrupciones como las clases, como los libros, como las conversaciones hacia las que no se sienten nada predispuestos. No es casual el cambio que se ha operado en la docencia en la que recuerdo hace veinte años una sensación de continuidad y de facilidad para mantener la atención, frente a la inestabilidad de la mente de los niños y adolescentes (y adultos) de hoy en día que necesitan vitalmente la interrupción, el cambio de ritmo, la sucesión de estímulos cambiantes que mantengan su mente en estado de alerta. Sencillamente no pueden mantener la atención, es para ellos una tortura, su mente no está diseñada para ello.

No sé qué consecuencias puede tener para la continuidad de nuestra civilización la formación de generaciones tan inestables y fragmentarias para las que el conocimiento del pasado es lejano, lento, aburrido, estático. Y por supuesto los libros, por bien intencionados que sean, forman parte de ese pasado que ellos no pueden soportar, ya que necesitan el estímulo de la recompensa inmediata cuya dilación es realmente abominable.


El peor concepto de este tiempo no es el relativo a la maldad, a la deformidad moral, o al crimen más abyecto. Todo esto se puede aguantar y comprender, pero lo que no se puede soportar es el aburrimiento. Las cosas pueden ser todo, incluido inmorales, pero no pueden ser aburridas.

25 comentarios :

  1. Internet es una herramienta maravillosa, pero que ha cambiado el hábito de lectura y el de la atención. Y el de la memoria, por supuesto. Las consecuencias positivas las veremos dentro de décadas, las negativas las estamos sufriendo ahora en la forma más demoledora posible. Se lee, se accede a la información y se procesa de forma muy diferente, pero precisamente por eso la pereza y la dispersión puede hacer estragos. Los hace.

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    1. Cuando pensamos en el mundo hace veinte años, antes de la irrupción de internet, uno tiene la impresión de que se está refiriendo a un tiempo incomprensible e increíblemente lejano en que también éramos capaces de vivir sin máquinas y sin estar permanentemente conectados, algo que hoy se nos hace inimaginable. El ser humano ha mutado por la influencia de la tecnología, y esencialmente lo ha convertido en más superficial y disperso. Sin duda es una transformación que no tiene vuelta atrás pero que abre incógnitas sobre nuestra capacidad de atención y sobre nuestra percepción del pasado y su cultura que se ve irremediablemente arrinconada.

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  2. A finales del siglo XIX había científicos que afirmaban que si un hombre viajaba a más de 100 kms por hora moría inmediatamente. Con la velocidad han desaparecido los paraísos perdidos, viajamos constantemente a altas velocidades para querrer verlo todo y realmente no vemos nada. Prima ser superficiales porque ahondar en determinadas cuestiones no esta bien visto, ya que te impide "ver más cosas", es muy lento.
    Pero siempre quedan personas que buscan las razones y posiblemente esta educación a toda velocidad les permita pensar más rápido y mejor; ser más ágiles, como un corredor que se entrena. Yo hace años que no conozco el aburrimiento y la verdad es que se echa de menos.
    Un saludo.

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    1. Ese pensar más rápido que planteas es posible que sea útil para determinadas cosas u operaciones, pero hay cuestiones que necesitan de la lentitud, de la profundidad, de la morosa concepción para las que nuestro presente, que busca siempre la productividad, no tiene tiempo. Hace más de treinta años un pensador, Alvin Toffler, creó la idea de El shock del futuro previendo que la historia se encaminaba hacia una aceleración brutal en todos los órdenes. Nuestra civilización funciona por saturación de impulsos en breve tiempo, que se ven inmediatamente desplazados por otros asuntos o temas más recientes. La actualidad dura bien poco. Veamos el tifón de Filipinas. Fue noticia unos días en que la prensa nos saturó con noticias sobre sus consecuencias. En una semana había desaparecido totalmente de los medios que ya no lo consideraban rentable como noticia aunque sus terribles consecuencias siguieran allí con millones de afectados. Vivimos a base de impulsos instantáneos que nos zarandean y ante los que aprendemos a mantenernos en cierta manera con un nivel de indiferencia que nos defiende de la emoción profunda. Creemos profundizar pero todos caemos en esas capas de superficialidad que son consustanciales a nuestro tiempo acelerado.

      Un cordial saludo.

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  3. Pues como los antiaburridos lleguen al poder, ¡a mi me meten en un campo de concentración! Mirándolo bien, sin embargo, hemos de reconocer que hay un cambio de paradigma, que tampoco está tan alejado de lo que antes teníamos. Mi conjunta y yo hemos estado sentados el uno junto al otro leyendo durante un par de horas sin apenas dirigirnos la palabra, cada uno abismado en su lectura. ¿Qué nos diferencia de esas parejas en las que están ambos con su móvil, sin tampoco dirigirse la palabra, abstraídos en sus pantallitas? Quiero creer que la diferencia viene después de cerrar los libros, pero ¿es verdad o es un prejuicio de viejos?

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    1. No sé qué respuesta dar a eso. Sé de parejas en que cada uno está metido en su pantalla, uno con algún videojuego y otro con su móvil de última generación. ¿Hay alguna diferencia luego respecto a una pareja de lectores inmersos en su respectivas narraciones? Es cierto que nos gustaría pensar que sí. Pero ¿cuál? Lo que veo es que hay algunas personas de cierta edad, incluso consideradas ya ancianas, que tienen un nivel de profundidad, de las que carecen otros voluntariosos pensadores más jóvenes. Pero no podemos extraer una conclusión general porque no siempre es así, que la edad nos proporcione mayor densidad o dimensión aunque sea además acompañada de la cultura. Sí, que intuyo en la mirada de los viejos, de algunos de ellos, una mayor complejidad vital, algo que proviene de otro tiempo en que todavía no se había operado esta aceleración brutal con la tecnología. Pero lo que propones ciertamente no tiene una solución fácil. Me gustaría que lo fuera, pero no lo es.

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  4. Joselu, ya hemos intecambiado en otras ocasiones nuestras ideas sobre el aburrimiento o la influencia de la tecnología en nuestras vidas y en nuestro trabajo. Tus observaciones son atinadas e incontestables. No podemos hacer nada contra esta marea imparable. Cada vez estoy más convencida de que no existe el TDAH como tal, y por supuesto me parece una barbaridad que mediquen a los niños a edades tempranas. Existen, cada vez más, niños que se aburren en clase, y cómo no van a aburrirse: son impacientes, nerviosos y desatentos porque todo cuanto les rodea les llega a través de pantallas iluminadas y no de libros. El profesor que no utiliza el ordenador o la pizarra digital es un antiguo, un carca, como se decía antes. Disiento radicalmente de quienes alaban sobremanera la enseñanza digital, aunque reconozco muchas de sus ventajas. Quizá la equivocada sea yo, el futuro ya está aquí y yo sigo empeñada en enseñar de otro modo, más pausado, más cuidado. ¿Ortografía? ¿A quién le importa? Los niños hacen ejercicios ortográficos en la pantalla y aciertan porque les corrige los errores automáticamente. Cuando escriben a mano lo mismo, fallan, digan lo que digan muchos. La tecnología no mejora su comprensión lectora, al contrario: leer largos textos es mucho más difícil y cansado en un ordenador que en un libro. Yo no puedo leer más de unas pocas páginas en el ordenador, pero disfruto haciéndolo durante horas en soporte físico tradicional (hay que ver qué eufemismo tan rebuscado para referirse al libro). Desisto de convencer a nadie, es inútil. Supongo que quedamos muy pocos como yo. Los alumnos actuales y más aún los futuros son y serán como tus sobrinos: enganchados al móvil, la consola o cualquier otra pantalla. Nada de jugar con un Lego, o a un juego de mesa (con la de horas que habremos jugado nosotros con los Juegos Reunidos), o a uno de estrategia... Los alumnos de mi cole ahora están enganchadísimos a las canicas, da gusto verles jugar en el patio. En cuanto pasan al IES dejan de jugar, se pasan los recreos con los móviles, sin hablar siquiera entre ellos. Qué quieres que te diga, no me gusta este paisaje lleno de autistas, enfrascados en sus pantallitas y auriculares, aislados de cuanto les rodea. Aparte de peligroso me parece inhumano. Queda muy mona una foto enviada ipso facto, pero, ¿de qué sirve si no va acompañada de una conversación con el vecino? No sé, colega, sé que es lo que hay (exxpresión que sirve para todo) pero no me gusta, no me adapto a estas costumbres que estorban la convivencia en vez de facilitarla. Mi compañera, madre de un niño de un año, dice que ya hay cantidad de bebés de tres años que tienen su propia tablet para practicar con ella. ¡Tres años! ¿Eso significa progreso? Permíteme que lo dude.
    En fin, o nos amoldamos a lo que vivimos o nos convertimos en fósiles vivientes. Qué difícil... Un fuerte abrazo, colega.

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    1. Mi experiencia con la aplicación de la tecnología en el aula a lo largo de los últimos diez años ha sido a veces muy entusiasta. Trabajé con alumnos de bachillerato en el aula de informática la asignatura de literatura, utilicé los blogs en un tiempo en que todavía eran una novedad y ello les fascinó, aproveché la ventaja de los wikis en Literatura Universal, y hice uso del Power Point cuando todavía era un algo novedoso. Además en mi centro se aplicó el programa 1x1 de incorporación de los portátiles a la vida académica. Las pizarras digitales están en todas las aulas. El resultado ¿cuál es? Pues que cuando algo es novedad interesa. Interesaron los blogs, la incorporción de portátiles en algunas clases, el Power Point, los wikis, las pizarras digitales, pero en breve tiempo terminan por suscitar el aburrimiento en cuanto se convierten en un medio habitual de trabajo. Nada de lo citado ya es hoy mecanismo de suscitar el interés en el aula. Todo está visto y más que visto. En algún caso la revolución sería la vuelta al libro de texto (en mi centro) lo que sería una novedad para los alumnos. La tecnología envejece a pasos agigantados, y continuamente hay que estar revolucionando todo. Necesita una continua innovación que para el aula no necesariamente es productiva ni posible. Tal vez en unos años se pueda vivir la tecnología 3D o 4D y los alumnos podrán sumergirse en contextos virtuales. Eso será novedad durante un tiempo, unos meses, pero luego se convertirá en rutina y si ello lleva al esfuerzo y la necesidad de trabajar, seguro que que en seguida se convertirá en un peñazo.

      Y sí, me preocupa esa abducción de la humanidad por los móviles en la que también he caído yo, pues el regalo de mis hijas estas navidades son dos móviles táctiles, ya que era su mayor ilusión. O sea que a partir de ahora ya me las imagino abducidas por ese aparato infernal. Mis sobrinos de diez y nueve años, quieren en cuanto sea posible tener móvil y comentan que muchos de sus compañeros ya los tienen. Es cierto que las tabletas o los iPhones se ponen en manos de bebés en cuanto tienen psicomotricidad fina para manejar las pantallas y eso es en cuanto tienen poco más del año. Yo lo he constatado.

      Un fuerte abrazo, colega.

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  5. Una vez hemos constatado que las nuevas alfabetizaciones son tan distintas -por no decir incompatibles- de lo que conocemos hasta ahora, tenemos, a mi juicio, dos opciones: la primera es considerar que el mundo actual es aberrante y que nos conduce a una papilla ininteligible de signos superficiales e inmaduros que debemos evitar a toda costa, reforzando para ello los esquemas de la escuela tradicional y de los modos de lectura y comprensión del mundo comme il faut, es decir, cultura del libro y principio de autoridad. La segunda opción es asumir que el mundo ha cambiado y que seguirá haciéndolo, mal que nos pese; en ese escenario de cambio, hay que aprovechar los nuevos modos de lectura y escritura para acceder al conocimiento, para sintetizar la información, para re-crear todos los materiales que han llegado hasta nosotros. Tus sobrinos probablemente conocerán mitología no por sus lecturas, sino por sus videojuegos; toda esta actitud de negación ante las nuevas alfabetizaciones solo conseguirá que busquen fuera del sistema educativo lo que la Escuela les niega, que es básicamente una conexión con la realidad, con su realidad.

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    1. Toni, muy elocuente tu razonamiento que ya era conocido por tu ejercicio de coherencia personal hace ya bastantes años. Sin embargo, tengo en mi experiencia el ejercicio de todo tipo de innovaciones tecnológicas desde hace también unos seis y siete años. Y ahora desde hace cinco años los alumnos de la ESO en mi centro utilizan como herramienta los portátiles y los libros digitales. Esta experiencia te falta. El comentario que me hicieron los alumnos de bachillerato de este curso fue que ellos fueron una generación que se libró de esta modalidad y lo decían con alivio por lo que se habían evitado. Porque sí, tenemos portátiles (no todos) y pizarras digitales en todas las aulas pero las cosas no funcionan como deberían. Te cuento unas cuantas. Por ejemplo los alumnos utilizan la red y la contraseña para bajarse música y películas en sus móviles durante las horas de clase, lo que produce un bloqueo de la fluencia de red con trescientos ordenadores simultáneamente conectados a internet y docenas de móviles también. Por otro lado los portátiles agotan su batería en pocas horas (los que vienen cargados) y tienen que conectarse a los enchufes que hay en clase produciendo un aula llena de cables cruzando el espacio, eso si no se produce un cortocircuito que interrumpe el suministro eléctrico. Luego el uso de contraseñas es complicado porque con frecuencia las olvidan, o tienen problemas de configuración para conectarse debido al uso que dan a sus portátiles. Están los que no han podido comprar el portátil, los que lo han roto o averiado. Además tenemos el problema de que si la materia que tienen que trabajar está en internet nadie garantiza que en casa vayan a tener conexión ADSL. A ello se añade la picardía de bastantes de estar en páginas que no tocan durante la clase, aunque muchas, por ejemplo facebook está bloqueadas.

      Mi impresión como docente de lo que han supuesto la incorporación de los portátiles y los libros digitales a la enseñanza desde hace cinco años no puede ser más desoladora. Ha habido años en que he evitado utilizar los libros digitales utilizando mis propios materiales, pero eso les obligaba a copiar contenidos en Power Points que les proyectaba y a hacer ejercicios en fotocopias que les daba, pero ahora las fotocopias están limitadísimas y apenas podemos hacer.

      He utilizado sistemáticamente EDMODO, supongo que conoces la plataforma, con resultados inciertos al realizar exámenes on line, pero es poco útil para los más pequeños.

      Y siempre me encuentro con los mismos problemas, Toni, no sé con cuáles te encontrarás tú, pero supongo que son los mismos: ortografía terrorífica, ejercicio de razonamiento y redacción pobrísimos y desarticulados, léxico penoso que apenas llega a cien palabras utilizadas, desconocimiento de las categorías gramaticales, de los tiempos verbales… Y me pregunto qué hace mi flamante instituto con medios tecnológicos punta para remediar este desastre y no puedo darte una respuesta que me satisfaga, que me haga sentir útil si todo el ejercicio de la tecnología no logra avanzar un milímetro, con experiencias callejeras o tuiteras, esa realidad demoledora con que me encuentro. Y no sé si en realidad la hoja en blanco y el bolígrafo son las verdaderas herramientos revolucionarias o es todo eso que hemos añadido para jugar porque eso es lo que se hace en la mayor parte de los casos, jugar sin lograr hacer algo en su situación lingüística de una pobreza cada vez mayor.

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  6. Totalmente de acuerdo contigo- el futuro ya está aquí y no podemos negarlo. Tenemos que adaptarnos. Nuestros hijos viven y aprenden de otra manera que nosostros y no nos queda otra que aceptarlo e intentar convertir las herramientas digitales en nuestro amigo. Si consideras que un niño pasa demasiado tiempo enganchado a su tablet o móvil, sólo tienes que ponerle límites- con uno de 8 o 10 años (y más así con uno todavía menor), esto no debería suponer un gran problema. Y si no es así, entonces el problema está en otro lado... Al mismo tiempo a los niños hay que presentarlos con alternativas y dedicarles tiempo- la cosa más difícil, ya lo sé. Y nunca olvidar que "ellos leen si tú lees".

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    1. La idea de que ellos leen si tú lees es sugerente pero no es necesariamente real. Puede ayudar y crear un ambiente propicio a la lectura pero hay muchísimos casos en que esto no funciona. Padres lectores e hijos absolutamente alejados de la lectura por la influencia de artefactos tecnológicos que los absorben y que son mucho más atractivos que los libros. Y lo que dices funciona con sus más y sus menos durante la niñez, pero en la adolescencia la tendencia a la lectura es cada vez menor y la capacidad de limitar su dependencia de los móviles y demás artilugios como los ordenadores es mucho menor. Solo hay que ver la dependencia de los adultos de los móviles que se observa en todo lugar. Es toda una civilización absorbida por la tecnología lo que le evita otras preocupaciones porque la lleva a mundos virtuales alejados de la realidad real en que vive.

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  7. Nostalgia de los tiempos que se van e incertidumbre ante los tiempos nuevos, algo tan antiguo que ya experimentó aquel eximio y mítico Faraón que cuando Toth, Dios de la sabiduría, le enseñó la escritura lejos de alegrarse le reprochó que con aquel invento los hombres confiarían a los textos todos sus conocimientos y dejarían de usar la memoria. También pienso en el Duque de Urbino, Federico de Montefeltro, que ante la nueva epidemia llamada imprenta decidió encerrar en su fabuloso palacio los más preciosos manuscritos en al espera de que los hombres recobraran la cordura y volvieran a escribir a mano, que es como había que escribir según pensaba aquel notable renacentista.
    Sé que vamos a perder muchas cosas en esta vorágine de los tiempos pero no encuentro una vacuna frente a ellos porque todos estamos ya contaminados. Yo mismo, cuando uso el ebook, paso de libro a libro, capítulo a capítulo, sin continuidad que lo remedie. Somos hijos de los libros pero también somos hijos del zapping televisivo y ya tenemos medio camino hecho. No es tanto la lectura lo que me preocupa si no las consecuencias que los afanes de nuestra vida tiene esa obligada satisfacción inmediata y concluyente. Lo veo crudo como tú y también lo considero el pecado mortal de nuestro tiempo.Todo se ha vuelto excesivamente líquido según la terminología en boga.
    Feliz Año

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    1. La realidad se ha transformado a velocidad de vértigo desde la aparición de internet hace poco más o menos veinte años. Nadie preveía lo que iba a pasar y todavía estamos digiriendo esa mutación de la cultura e incluso de nuestra mente que ya tiene una prolongación en google. Nuestros hijos pertenecen ya a ese mundo sin vuelta atrás en el que hemos perdido muchos valores y tesoros y hemos adquirido otras destrezas y valores. No, no hay vacuna. No hay vuelta atrás. Pero es conveniente saber cómo funciona nuestra atención discontinua, incapaz de centrarse demasiado tiempo en algo, si no es un videojuego o una pantalla. Estos días con mis sobrinos he estado en una tienda de videojuegos y he advertido la pasión que despiertan en personas de edades jóvenes y medianas. A mí nunca me han tentado. Me quedo en los libros. Nuestro cerebro ha sido abducido por la tecnología, lo que tiene consecuencias buenas y no tan buenas. La relativa estabilidad del mundo se ha venido abajo y nos enfrentamos a un permanente estado de cambio que no deja que las cosas se asienten en una continua demanda de novedades que se suceden vertiginosamente. Todo lo que dura más de dos días ya es viejo, casi.

      Feliz año.

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  8. Personalmente noto mucho el cambio del que hablas. Sobre todo a la hora de estudiar. Ahí es cuando más. Cuando estudié Biología... estudiaba de otra forma, y aunque ahora es distinto porque estudiando CC. Ambientales tengo una base brutal que entonces no tenía, me cuesta horrores sentarme frente a un libro y no distraerme cada pocos minutos. Mi capacidad de concentración se ha visto mermada una burrada. Y con ella la forma de estudiar. No puedo evitar hacerlo a saltos. Al fin consigo enlazarlo todo pero me cuesta el doble de esfuerzo pudiendo costarme... la mitad que antaño porque hay muchos conceptos y razonamientos que ya conozco a priori. A veces resulta agónico, sinceramente. Y pensando en ello no se me ocurre lo que pueda ser no haber conocido otra cosa, tal vez tenga aspectos positivos pero... personalmente todavía no se los encuentro restando el acceso a la información que antes no tenía a mi alcance de una forma tan rápida. No me está gustando este cambio en mi manera de procesar información, no me gusta tanta inmediatez, tanta información y tanta distracción todo a un tiempo. Tanta velocidad, me marea, y cuando intento escapar de ella no lo consigo. Me parece un tema harto complicado este del que hablas y toda la cola que ya está trayendo y que va a traer en un futuro.
    No me da buena espina.
    Un beso, Joselu.

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    1. Gracias, Vero, por tu comentario especialmente oportuno. Yo noto esta dispersión total en mis alumnos de la ESO, teniendo en cuenta que tú tienes una formación académica que te ha disciplinado y ellos no y, por tanto, se pierden totalmente en un desorden completo de conceptos para los que haría falta el sentido de la jerarquía. Pero la jerarquía se pierde en interney y en las redes sociales. ¿Cómo distinguir lo fundamental de lo secundario? Para ellos es todo un galimatías, unido a que no estudian para nada. Funcionan a saltos, igual que te pasa a ti, y a mí. No pueden fijar su atención de ninguna manera salvo que se trate de videojuegos que sí que los retienen y concentran en una actividad frenética de continua acción. El resto es lento y aburrido.

      Sin duda somos receptores todos de una civilización sin jerarquías y sin continuidad, y nos cuesta a todos encontrar el núcleo de las cosas. Lo hemos percibido a lo largo de nuestra vida y yo más por ser mayor que tú. Pero estos muchachos de la ESO no han conocido nada más que información fragmentaria y a saltos y son incapaces de ordenarla. Efectivamente, esto no da buena espina. Vivimos un mundo a velocidad acelerada que no nos permite sosiego.

      Feliz año, Vero. Un beso.

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  9. Yo creo como Paracelso que "el veneno está en la dosis"
    Todo lo que no es novedad aburre o por lo menos no llama tanto la atención. Lo que pasa es que el sistema funciona ahora con unos medios tecnológicos muy potentes que permiten generar una cantidad enorme de novedades en muy poco tiempo y bastante accesibles.
    Esa búsqueda constante de sensaciones (muchas de ellas virtuales), ese vivir experiencias intensas en en imágenes 3D de cosas que no pasan frecuentemente a nuestro alrededor nos (y les) distrae de vivir el "aquí y ahora" y al final pasamos la vida de pantalla en pantalla sin reparar en esa realidad en 3D que nos rodea.
    Para "los del sistema", creo que es bueno. Nos hacemos menos preguntas, estamos distraídos, qué digo distraídos, ¡absorbidos! en mundos que no existen donde somos -de alguna manera- lo que nos gustaría ser y no somo capaces en la realidad que nos rodea. Eso hace que al sistema les seamos menos incómodos, que protestemos menos y vayamos tragando casi sin darnos cuenta con lo que ellos llaman "reformas". Ya no es necesario invertir en fuerzas represivas, porque a los que habría que reprimir se les ha enganchado a una maquinita que los distrae, que los tiene enganchados y son clientes.
    Así nos va
    Un abrazo y feliz año
    j

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    1. Creo que es la interpretación más vitriólica de la aquí expuestas. La tecnología tiene mucho de juego, sus aplicaciones son juegos para niños, adolescentes y adultos que se ven inmersos en sus redes aislándose del contexto real. Totalmente de acuerdo. Han conseguido que nos sumerjamos totalmente en entornos virtuales dejando de lado la realidad real. Ha llegado hasta mí que cada vez hay menos muchachos que participen en grupos excursionistas que salgan a la naturaleza, o en grupos solidarios porque se pasan la vida sumergidos en la tecnología. También se ha dicho que han sido las redes sociales las que en buena manera marcan las tendencias de las sociedades y de los distintos grupos de edad. Se habla de que algo es "trending topic" cuando algo es tuiteado viralmente lo que puede contribuir a construir o destruir una reputación u organizar un movimiento de protesta y rebeldía. Se ha hablado de la gran influencia de las redes sociales en cambios sociales que han tenido lugar en distintos países. Lo cierto es que nuestro mundo es el que es, no sé si sumergidos voluntariamente en la caverna de Platón viviendo una realidad de sombras o es la tecnología la que nos proporciona la visión contemporánea de las cosas que nos rodean. El caso es que dependemos totalmente de estas máquinas que se han apoderado de nuestro mundo y de nuestra percepción de la realidad. Y no sé si somos prisioneros o amos. Tal vez algo de las dos cosas.

      Un abrazo.

      Feliz año que viene, que va a ser durillo.

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  10. Paso simplemente a dejarte mis mejores augurios para el año que entra, querido Joselu.

    Un fuerte abrazo!

    Fer

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    1. Gracias, Maria Paz. son tiempos difíciles para mucha gente pero esperemos que este año que viene sea en alguna forma mejor que el que dejamos, que no venga envuelto entre nubes oscuras o que si éstas llegan no sean capaces de dejarnos sin salida.

      Un abrazo fuerte.

      Joselu

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  11. Yo creo que con tanta tecnología se está enmascarando (y destruyendo) algo que todos los humanos ya desde pequeños llevamos dentro, y esto no es sino la necesidad de escuchar a otro ser humano referir historias y pareceres.
    Mis alumnos (primero y segundo de la ESO), que están superenganchados a los móviles y a los ordenadores, babean cuando les cuento historias. Les encanta. Puedo pasarme toda una clase contando y teatralizando una historia y en absoluto encuentro en mis alumnos signos de cansancio, ni de ansiedad. Y es que estoy hurgando en este pozo vital que hay en los seres humanos que reclama interacción con otro ser humano (en este caso, el profesor, pero podría ser el padre, o el tío, o el abuelo). A modo de anécdota te diré que el año pasado, cuando terminaron los de segundo de bachiller, hicieron un montaje grabado en vídeo de cada uno de los profesores que tuvieron en todo el tiempo que estuvieron en el instituto. Cuando entré yo en la clase, los alumnos (que los tuve en primero de ESO) me pidieron que les contase una historia de las que les contaba cuando eran pequeños. Y así hice. ¡Y volvieron a disfrutar como entonces!. Y es que una cosa no quita la otra. Sí, está muy bien toda la tecnología, pero el ser humano tiene un gen humano, valga la perogrullada, y este gen hay que alimentarlo, con sonrisas, con llantos, con razonamientos, con bromas, con historias...

    Un fuerte abrazo.

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    1. Tienes una gran capacidad fabuladora que se expresa en estos relatos que cuentas a tus alumnos así como en tus historias en el blog. Con pocos elementos creas un relato interesante. Envidio esta capacidad porque yo no la poseo y ya me gustaría ser un contador de historias tan sugerentes como las tuyas. Y entiendo perfectamente ese gusto de tus alumnos por escucharte, yo también leyéndote me doy cuenta de esa intensidad y aciertos narrativos. Un fuerte abrazo.

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  12. Feliz año amigo. En la medida de lo posible claro está. Curiosamente esta mañana mientras estaba con las labores propias de mi sexo (limpiando ventanas, preparando la comida - estoy de asueto y la Jefa está de tiendas buscando Reyes- ) te decía que me voy, que en la tv estaban hablando de la tecnología y los críos. Parece ser que ya han diseñado tabletas y similares para bebes, que un bichejo de menos de 4 o 5 años maneja perfectamente una tableta y con algo más de edad un smartphon...me temo que como mucho tendremos que aspirar a que lean en un libro electrónico y no se. De todas maneras no pierdo la esperanza, El mío, un zangolotino de 16 años que ya me saca cutro dedos, nació con ordenadores en casa, Aprendio con un Mac, en el cole siempre ha usado Linex (el linus extremeño) y ahora maneja windows perfectamente. Pues bien no leía, no le llamaba. Ahora mismo está leyendo "Los asesinos del Emperador" de S. Posteguillo, un tocho de 1200 pgs. Así que si este mío es capaz de conjugar papel e internet aún nos queda esperanza.

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    1. Apostemos por que sea cierto lo que planteas, que la batalla no está perdida en medio de esta saturación de tecnología que nos abruma. Mis hijas leen lo imprescindible para el colegio y quizás en vacaciones. Es como si no tuvieran tiempo en medio del curso, pero veo que están consumidas por las series, los móviles, internet, etc. A ver si un día repunta y se hacen lectoras si es que tienen tiempo entre tanta tecnología.

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  13. La lectura y la escritura no se pueden separar; y esa transformación en la forma de leer también está ocurriendo en la forma en que se escribe.
    Cuando se escribe a mano la implicación es mayor, existe una continuidad y un contacto con el papel y con lo que se escribe, mientras que los teclados y las pantallas marcan una distancia, nos separan de nuestros pensamientos cuando antes se diría que podíamos tocarlos. Y no solo eso, sino que también cambia nuestra manera de escribir. Desde que un texto, no importa cuál sea su extensión, se puede copiar, mover o transformar cuantas veces se quiera, rápidamente y sin que quede rastro, la escritura tiene más de manipulación que de reflexión. Y con ello la literatura está más cerca de convertirse en algo industrial, en algo que se fabrica con máquinas que ayudan a aumentar la producción y convierten en operario al artesano.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/las-artes-del-pincel

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