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lunes, 4 de noviembre de 2013

Lampedusa, Níger y las cuchillas de la verja de Melilla


Comienzo este artículo con una desasosegante impresión porque voy a abordar un tema doloroso y complejo. Me refiero a las últimas noticias que nos han llegado sobre inmigrantes muertos en el sueño de llegar a Europa. Hace unas semanas murieron más de trescientos en el mar intentando llegar a la isla de Lampedusa provenientes de Libia. El escándalo fue mayúsculo porque no se había preparado un dispositivo suficientemente serio para poderlos ayudar y su barco se incendió a medio kilómetro de la costa. La imagen de los trescientos féretros con sus restos, más los desaparecidos, golpeó la conciencia europea. Las autoridades comunitarias fueron abucheadas por los habitantes de Lampedusa que llevan más de veinte años conviviendo con la tragedia. Pocos días después llegaron a la isla más de ochocientos africanos en barcazas que huyen del hambre, de la sed, de los conflictos y los desastres que asolan buena parte del continente africano. No tienen nada que perder y estos africanos, hombres, mujeres y niños, se empeñan para pagar un pasaje en una barcaza inestable que anhela llegar a suelo europeo.

Pocos días después apareció otra noticia en la prensa en la que se describía el espectáculo dantesco de 87 africanos, la mayoría mujeres y niños, muertos, muchos abrazados, de hambre y de sed en el desierto de Níger, cerca de Argelia. También querían llegar a Europa y se habían lanzado a un viaje suicida a través del desierto que los llevó a una muerte terrible por consunción.

Otra noticia que es reciente es la decisión de las autoridades de Melilla de poner cuchillas en la verja que separa la población de Marruecos, teniendo en cuenta que dicha verja es frecuentemente asaltada por mareas de desesperados que logran subir los seis metros de altura y lanzarse a territorio español. La cuchillas (concertinas) producen profundos cortes en la manos, en los brazos y en las piernas de los africanos que se lanzan a escalar la valla. Fueron retiradas por el gobierno socialista pero van a ser reintroducidas por el gobierno actual.

Son tres noticias que nos alertan de lo que está sucediendo al otro lado del Mediterráneo, en el continente africano. Si la crisis nos está golpeando duramente a nosotros, no podemos ni siquiera imaginar cómo está afectando a la globalidad de la población africana, especialmente en zonas devastadas por la guerra, la inestabilidad, el cambio climático y las sequías.

Esos hombres, mujeres y niños mueren en el intento de llegar a suelo europeo, la fortaleza europea.

Ayer Bernard Henry Levi en El País publicaba un artículo titulado “Europa comienza en Lampedusa” en el que venía a decir que Europa se niega a sí misma, como patria de lo universal, si se convierte en una fortaleza excluyente, haciéndose eco de la reciente tragedia ocurrida en la isla italiana.

Asimismo, el Papa ha hablado con indignación moral sobre la globalización de la indiferencia haciendo referencia a la catástrofe de Lampedusa. 

El dilema moral terrible que tenemos ante nosotros y que no es fácil es decidir qué debemos hacer ante esta situación sangrante en que decenas de millones de personas provenientes de África y Asia se lanzarían hacia Europa si abriéramos los brazos para acogerles. Podemos poner más medios para remediar la situación de los que intentan llegar, poner barcos de salvamento, recursos marítimos y terrestres para ayudarles. Esto es irrenunciable.

¿Pero deberíamos abrir nuestras fronteras a todos los que quisieran llegar a suelo europeo, a suelo español? ¿Deberíamos quitar la verja de Melilla, las cuchillas, las alambradas y facilitar la entrada en España a través de la frontera o Canarias a todos los que se lanzan desesperados a entrar en la tierra supuestamente prometida en plena crisis y en plena recesión económica? ¿Debería acoger nuestra seguridad social y nuestros hospitales libremente a todos los que quisieran llegar a nuestro país?

Tengo la impresión de que no somos conscientes de lo que está pasando más allá de nuestras fronteras, centrados solamente en nuestra vivencia de la crisis que nos está afectando duramente.

¿Hay espacio para millones más de personas que llegarían si se abrieran las fronteras libremente? Los que están llegando, pese a las dificilísimas condiciones con que tienen que arrostrar su travesía cruzando el desierto o el mar, son solo la punta de lanza de un continente agónico.

¿Es cierto que Europa no debería ser una fortaleza si no quiere negarse a sí misma? ¿Hasta que punto debe llegar nuestra solidaridad en un mundo injusto y desigual?


¿Nuestra solidaridad debe llegar solo poniendo medios para remediar a los que llegan a nuestro país pese a las dificultades? ¿O deberíamos abrir nuestras fronteras para permitir la llegada en condiciones de todos los que quisieran arribar a suelo europeo?

22 comentarios :

  1. A fin de cuentas, el precio siempre lo ponemos nosotros, ¿no? Pues qué mejor que hacer medidas más asequibles para todo, las limitaciones han de ser más justas y equitativas.

    Por supuesto, hablo de economía, dicen las malísimas lenguas que si los países de Occidente renunciaran al 1% del PIB, las deudas con el tercer mundo estarían pagadísimas. Yo me pregunto una y otra vez ¿cuánto tiempo hará falta para darnos cuenta que somos pobres porque podemos pisarle el cuello a gente más pobre?

    Es esa la cuestión. Si financiamos nuestro estilo de vida lo estamos haciendo a costa de otros, países de los que nos hemos aprovechado siendo cómplices en el consumo (desde el petróleo a la fabricación de componentes electrónicos). El gobierno del PSOE se jactaba de que la industria armamentística (municiones en este caso) estaba en boga, en plena crisis. La otra cara de la moneda es que todo lo que producían iba para África. Mucha ONG y mucho compromiso pero siempre actuamos con la doble moral, y a veces sin ser conscientes.

    La única forma que se me ocurre de que se puedan solventar los problemas de este tipo es que una multinacional de la cara, vaya legalmente a todas partes y no pise el capital humano para llegar al capital económico. Si una multinacional hiciera eso tendría muchísimo apoyo por parte de muy diferentes colectivos. Seguiríamos globalizados, pero al menos serviría para bien.

    PS: Ojalá funcionaran de verdad los tribunales estos que dicen que hay y que protegen al débil a nivel internacional. Ojalá.

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    1. Nuestro desarrollo económico histórico -el europeo- ha tenido en buena parte como base la explotación del tercer mundo, en especial de África. Seguimos utilizándolos ahora para extraer materias primas como el uranio, los diamantes, el coltán, el cacao, muchas veces en condiciones de esclavitud. El cambio climático producido por el desarrollo de nuestro mundo afecta al Sahel provocando sequías cíclicas que producen hambrunas. África es siempre receptora de lo peor de nuestra civilización, y, como bien has dicho, no nos recatamos en exportarles armas que sirven para alimentar conflictos interétnicos.

      Ahora miles y miles de africanos provenientes de Somalia, Eritrea, Sudán del Sur huyen hacia el norte, igual que africanos de Níger y Malí y muchos otros países quieren llegar a Europa simplemente como ejercicio de supervivencia, huyendo del hambre, de la guerra, de la miseria.

      Nuestra doble moral se pone a prueba. Por un lado sentimos lástima por ellos y enviamos ONGs a ayudarlos, pero a la vez los rechazamos y no queremos que vengan a nuestro mundo. Nos repugnan las cuchillas de la verja pero no queremos que pasen. Nos revuelve las tripas que cientos y cientos mueran ahogados, pero devolvemos a los supervivientes a sus países de origen.

      El otro día hablaba de la mala conciencia, y este es un caso claro de la misma. No queremos que invadan nuestro mundo.

      No sé si has visto la película Elysium. Allí se plantea una sociedad empobrecida, marcada por la superpoblación y la mezcla de razas. Es un mundo sin apenas recursos en el que reina la explotación económica. Sin embargo, hay una estación espacial, Elysium, circundando la tierra donde hay riqueza, bellos paisajes, mansiones riquísimas, medios médicos prodigiosos a los que no tiene acceso la gente de la tierra… Es una fortaleza aislada de las dificultades de la tierra a la que es imposible llegar. Pues a eso terminará pareciéndose nuestro mundo, o se está pareciendo ya. Europa se parece a Elysium y África es el continente que se hunde en la pobreza y las catástrofes humanas y naturales. Sin embargo, hay mucho que nos pueden aportar.

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    2. Pues sí Joselu, he visto Elysium y salvando las distancias obvias, un poco sí se parece. La situación está cada vez más crítica.

      A pesar de las caídas, seguimos creciendo en ese horrible desarrollo sostenible, que ni es desarrollo ni se puede sostener. ¿Podemos vivir todos los que somos y de una manera digna y justa? Yo creo que tenemos de sobra, y que el problema pertenece a la acumulación de riqueza y propiedad privada, que adquiere niveles amorales en casos totalmente opuestos (el africano que huye y el dueño de una gran multinacional).

      Hace cosa de un par de semanas estuve en una conferencia sobre asuntos culturales en torno al Mar del Caribe. Una de las conferenciantes, de Gabón, habló sobre las costumbre matrimoniales entre esclavos negros, de cómo llevaban sus creencias y culturas de África y las aplicaban en Colombia (Cartagena de Indias). Cuando acabó su conferencia, un integrante del público le preguntó algo así como:

      ¿Qué le parece que los occidentales, los mismos que les esclavizaron, ahora acudan a conferencias y se interesen por asuntos en los que ellos mismos están implicados culturalmente?

      A lo que ella respondió:

      No voy a dedicar mis estudios a ver lo peor de lo que nos pasó, si no a sacar a la luz aquello que sacamos bueno de esa gravísima experiencia.

      ¿Tienen para aportar? Muchísimo.

      Un abrazo.

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  2. Sin fronteras y sin banderas. Ese es el lema que todos pretenden defender pero que, en realidad, nadie desea. ¿O acaso quisiéramos tener por vecinos en el portal a media docena de familias negras sin trabajo vagando todo el día por los alrededores? Ya tenemos suficientes pruebas de ello con los rumanos y búlgaros, hacinados en campamentos a lo largo de nuestra campiña... Ni siquiera los gitanos españoles les quieren. Y hablando de gitanos, ¿a quién de nosotros, de entrada, le hace gracia tener como vecinos a una familia caló, aunque sea española? Por mi parte, nada tengo contra nadie, ni individual ni colectivamente. Solo detesto la estupidez, sea negra o blanca, hable chino o gallego, trabaje como médico o esté en el paro...

    Dicen algunos estudios, no sé si con fundamento o simplemente en plan alarmista, que los recursos se están agotando, que la población mundial crece exponencialmente mucho más deprisa que la capacidad de regeneración de Gaia. No lo percibimos realmente como un problema, porque no tenemos una dimensión temporal adecuada. Nuestra medida del tiempo es nuestra miserable existencia, y eso para el planeta apenas es un leve roce en su superficie. Lo que estamos haciendo no es destruir la Tierra, a la que bien poco importamos, sino a nosotros mismos como especie, da igual el lugar en que vivamos. Si eso es verdad, poca relevancia tendrá ser blanco y europeo o negro y africano: caeremos todos como ratas. Por eso es preciso una visión más amplia de la especie humana, una perspectiva generosa que no privatice la tierra ni los recursos; que no parcele nuestra identidad común con símbolos y colores que solo significan lo que nosotros queramos que signifiquen; que no discriminen al negro por serlo en un país de blancos, pero tampoco al blanco en un país de negros...

    Repito: ni fronteras ni banderas. Claro que para eso tendríamos que cambiarnos de políticos además de calzoncillos.

    Un abrazo

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    1. Cambiarnos de políticos y de calzoncillos. Buena fórmula, Javier. Además tendríamos que cambiar de percepción para no concebir un mundo con fronteras y banderas, máxime cuando tememos tanto por lo nuestro y no estamos dispuestos a compartirlo en una situación de emergencia con seis millones de parados.

      Están creciendo en toda Europa los partidos ultranacionalistas que propugnan el control de la inmigración. En España esto ha sido minoritario, quizás por la sensatez de los españoles tantas veces puesta en cuestión.

      No sé si Gaia puede mantenernos a todos o no. Lo cierto es que el mundo está parcelado y a unos les ha tocado una zona excelente y a otros terrible. Los indicadores de desarrollo humano son elocuentes. Hay 180 países en el mundo aproximadamente. Unos son como Noruega y Suiza y otros como Somalia y Eritrea. Nacer en uno u otro es una lotería. Se puede entender que los que nacen en el lado malo intenten llegar al lado bueno, pero tenemos cuchillas preparadas para impedirlo. Tenemos leyes que frenan la inmigración. Es un debate tremendo en la Europa de hoy día y todos los países cuentan con fuerzas políticas que arremeten contra los inmigrantes ilegales que vienen sin recursos buscándose la vida. Es doloroso, es terrible tener que razonar como lo hacemos.

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  3. MI pregunta es ¿si llegasen toda esa gente a Europa del Sur cuanto tardarían los países que están a salvo en la Europa del Norte en poner a su vez un cordón sanitario para evitar que emigrasen desde aquí?
    Ya sé que la emigración es un fenómeno global y el subdesarrollo africano es producto de un colonialismo explotador y salvaje pero antes a estos pueblos se les despojó de su cultura tradicional y se vieron obligado a desplazarse a las diferentes ciudades africanas donde no hay salida para esta gente. Allí, tal como comenta Kapuscinski en ese gran libro llamado "Ébano", deambulan de un lugar a otro en búsqueda de una quimérica oportunidad.
    Ninguna solución puede proceder de la caridad, ninguna de la limosna bienintencionada, todo pasa y sé que suena a utópico por la recuperación del tejido social roto y por el desarrollo económico propio, un plan Marshall controlado internacionalmente para que no caiga como las "limosnas" en manos de las mafias y los señores de la guerra.
    Ninguna solución va a venir por la emigración masiva. Ninguna
    Saludos

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    1. De acuerdo, Dr. Krapp. El problema es que estos países están en manos de cleptocracias dictatoriales y que, a pesar de tener riquezas naturales, solo benefician al grupo en el poder. La población en general se ve abandonada. Falta sentido del estado y de la comunidad, más allá de la tribu del grupo en el poder. Los males de África son endémicos y no es fácil recuperar el tejido social roto por el colonialismo. Sería necesario un poder democrático, honrado y no sectario, y no existe tradición de esto en estos países. Sus ciudadanos huyen de eso precisamente. Pero estoy de acuerdo de que la emigración masiva no supone ninguna solución más que liberar la energía de la desesperación en busca de otras perspectivas. Un problema terriblemente complejo, Dr. Krapp.

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  4. Primero les cambiaron sus diversos cultivos de subsistencia por monocultivos para vender a multinacionales, luego les dimos cosas que nunca necesitaron, ídolos de barro que sustituyeron a los anteriores, la acaparacion de las tierras en muy pocas manos y a precios de saldo, han cambiado costumbres de supervivencia por costumbres de consumo de asalariados, ya no producen sus alimentos, los tienen que comprar y eso cuando no hay dinero, es muy duro.
    A todos se nos rompe el alma con cosas como los naufragios, pero ¿quien esta dispuesto a renunciar a su modo de vida para compartir? no se trata de limosnas, ni de ONG, se trata de no aliarse con quien explota, no importar de sitios donde no se respeten los derechos humanos, de inundar los países de maquinaria y repartir en primer lugar las tierras y en segundo lugar, procurar la financiación de medios de producción, tecnología al servicio de las personas. Sorprende ver lo fácil que es para estos países procurarse armamento y lo difícil que es llevar un tractor allí o un equipo de riego o un camión.

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    1. Estos son precisamente los que expones tan bien los males de África. Se han destruido los medios tradicionales de subsistencia que permitían la vida razonable de los africanos, pero los estados existentes, en manos de grupos tribales, no permiten el desarrollo aliados con potencias que compran sus materias primas fomentando la cleptocracia. El caso de Guinea Ecuatorial es paradigmático. Es un país que cuenta con abundante petróleo para sacara del subdesarrollo a toda la población, pero sirve solo para el grupo en el poder que mantiene a la población en la pobreza más extrema. Entretanto, Occidente compra ese petróleo sin ningún escrúpulo de conciencia. Y si no lo comprara Occidente lo haría China que se está metiendo en África a pasos agigantados comprando grandes extensiones de territorio para sus cultivos, dejando abandonados y sin tierras a los cultivadores de allí.

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  5. Este tema siempre me ha llamado la atención. Y es que, por una parte tengo necesidad de expresarme de la manera que se ha dado en llamar "lo políticamente correcto", y por otra parte quiero expresar lo que mi cerebro (humano-animal) emite en forma de nerviosas sensaciones. Y hallo contradicciones (alguien dijo que donde hay contradicción, hay vida). Me explico: en un extremo está lo que debería ser, y esto me remite a decirle a los que buscan amparo económico-social en Europa que vengan, que aquí les acogeremos de una manera o de otra. Porque donde comen dos, comen tres. Y en el otro extremo está la energía voltaica que me llega desde mi mente, y que me lleva a pensar en lo que yo he dado en llamar la teoría de la balsa. Esto es: unos náufragos se han salvado gracias a una balsa donde solo caben seis personas. En la balsa ya hay diez personas, y está en serio peligro. De pronto se encuentran con un grupo de unas diez personas que, en el mar, piden socorro, se están ahogando... ¿Cuántos llevarían su balsa hasta esta pobre gente que se está ahogando...?

    Un abrazo.

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    1. Pones el dedo en la llaga, Miguel. Las preguntas formuladas no tienen fácil respuesta, pero una posible es la que das tú: que la balsa está llena y no podemos recoger a más náufragos por pena que nos den. Nuestro bienestar, lo que queda de él, no puede soportar la llegada de millones y millones de inmigrantes que llegan con lo puesto y con la desesperación como único patrimonio. Tal vez sea injusto, tal vez sea egoísta, tal vez sea incluso inhumano, pero es una reacción lógica por parte de sociedades que se ven amenazadas.

      Un abrazo.

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  6. Demasiadas preguntas para las que las respuestas son siempre injustas. A Europa han de venir no menos de 20 millones de trabajadores, so pena de desaparecer como centro de riqueza (y de pobreza, no lo olvidemos), según algunos economistas. De lo que se trata es de la formación, sin duda. Mano de obra sin cualificar tenemos a espuertas, ahí están los ni-nis para demostrarlo, y el trabajo cada vez usará menos, por lo que la falta de formación es una condena tan dura como lo es la situación de la mayoría en algunos de esos países africanos donde deberían "invertir" buena parte de sus esfuerzos, los aspirantes a emigrantes, para mejorar su propia sociedad, de modo que sea más equitativa y favorezca la igualdad de oportunidades. Desde Europa, políticamente, si cambiaran las viejas concepciones de la geoestratgia, se podría hacer mucho en ese sentido, pero me temo que la política del corto plazo lo arruina todo. Lo que me parece inadmisible, más allá del dolor que suscitan esas noticias trágicas, es que hayamos de asumir, individualmente, esas tragedias como causa eficiente: eso también es una trampa del poder, que, en estos casos, está dispuesto a "dejarse compartir". Ni tantico así. Bastante me cuesta asumir mi propia vida como para que el poder me convierta en un redentor fallido atosigado por la mala conciencia impuesta por la corrección política.

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    1. Todas las políticas europeas y occidentales respecto al desarrollo interno de África han fracasado, y sigue siendo el patio trasero de nuestro mundo. Las buenas intenciones no bastan para el desarrollo de África. En varios países africanos se desarrollan guerras de alta o baja intensidad que nos son desconocidas porque las agencias de noticias no las consideran relevantes. El interior de África es escenario de conflictos tremendos ante nuestra indiferencia o simplemente ante nuestra incapacidad para intervenir de modo útil.

      En cuanto a tener o no mala conciencia, queda al arbitrio de cada uno. En alguna manera es una forma de blindarse moralmente ante lo que no entendemos o no podemos entender.

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  7. Anoche intenté dejar comentario desde el iPad pero no hay caso, necesito un teclado... Quería simplemente decir que me parece por lo menos paradójico que mi abuelo paterno se haya tenido que escapar de España para no pelear en la Guerra de Melilla, y ahora ver esto en las noticias. ¡Qué mundo el nuestro, Joselu! No tiene arreglo...
    No sé bien cuáles son las respuestas a tus preguntas, es una cuestión muy compleja y tiene aristas filosas. Es además, y ante todo, una cuestión humanitaria, por eso ha salido Francisco a hablar por esas pobres gentes que mueren de hambre o en guerras civiles terribles y por eso escapan. Sí sé que es más que pertinente formular esas preguntas en voz alta, y que algo debe hacerse para impedir que mueran personas como pobres ratas ahogadas.

    Creo, también, que la historia de mi familia habría sido distinta si no hubiese sido por Melilla. Mi abuelo era un hombre acaudalado de Vivero. De allí escapó a Cuba, pasó largos años en La Habana y luego en Nueva York, trabajando. Y sólo volvió al pueblo a casarse pasada ya su treintena. Luego se embarcó con esposa e hijo recién nacido, dejándolo todo en España, se vino para la Argentina a "laburar" de camarero toda su vida hasta que murió, y nunca más quiso regresar a reclamar nada. Esa guerra ha dejado secuelas por muchos lados, evidentemente, como toda guerra.

    Un abrazo.

    Fer

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    1. Supondo que vista esta situación desde Argentina resulta lejana, pero sabes bien con la historia de tu abuelo lo que es el ejercicio de supervivencia y la emigración como necesidad de los seres humanos.

      En estos días próximos al invierno del norte amaina la llegada de inmigrantes a través del mar por las difíciles condiciones que se imponen. Luego cuando llega el buen tiempo vuelven a llegar miles y miles de inmigrantes a Europa sea a Canarias, la costa española, o la isla de Lampedusa, cerca de Sicilia.

      Es un drama terrible que se hace más visible en algunos momentos dramáticos como los que he recogido, lo que no quiere decir que no siga pasando continuamente de una forma u otra.

      Un abrazo.

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  8. Desde que saliera la noticia de las cuchillas en las verjas pienso la entrada que quiero dedicar a este tema, pero todo lo que me sale son imprecaciones. Estoy desolado.

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    1. Es sucio y lamentable como recurso para impedir el asalto a las verjas fronterizas. Espero que no se lleve a cabo. Creo que la UE se ha opuesto a ello.

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  9. Creo haber hablado en otra ocasión de ello. Hay una película de la que no recuerdo el nombre que trata el tema desde una perspectiva curiosa ¿Qué ocurriría si un líder africano convence a sus paisanos y uno o dos millones deciden venir todos juntos a Europa? ¿Cómo los paramos? ¿Qué hacemos?
    La respuesta la sabemos todos. África está como está porque a las grandes empresas corporaciones y muchos Estados les interesa que estén así. Les interesa que no dispongan de sus recursos que sus estados sean vasallos de los nuestros. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que los Estados africanos están así porque ellos son ingobernables o porque son facciones irreconciliables? ¿Cómo puede ser que Guinea Ecuatorial sea un país y estado rico...pero sus ciudadanos sean más pobres que las ratas?
    Sencillamente a los estados ricos les interesa áfrica y mandan sus excedentes como ayuda alimentaria y de paso pues un competidor agrícola menos, no interesa su desarrollo y por cuatro perras compramos sus cuotas de contaminación y un productor menos y...que para que 4 vivamos bien 16 tienen que vivir mal y no hay mas. Y si el “puto negro” se corta las manos, pues se joda y no haber subido la alambrada. Pero nada, no preocuparse que ya está la ONU, UNICEF, FAO, la USAID, la Agencia de Cooperación Europea, la AESCI...que se ocupan y muy seriamente de que el status quo no cambie.

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    1. Sí, realmente la situación es sucia y no nos deja en buen lugar. Por un lado ejercemos la cooperación a modo de caridad para tranquilizar nuestras malas conciencias y por otro lado, esquilmamos los recursos de estos países que nos son tan necesarios como proveedores de tantos elementos que necesita nuestra tecnología (coltán entre otros).

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  10. Ojalá tuviésemos respuestas para esas cuestiones que lanzas desde tu post. Occidente nunca se planteó dilemas morales a la hora de arrasar África o América; se impuso por derecho de conquista y con la fuerza de las armas. Queremos ahora que los países pobres respeten nuestra soberanía y esgrimimos el derecho internacional y las fronteras enrejadas como aviso frente a estos nuevos conquistadores del Tercer Mundo. La mayor perversión vino desde el lenguaje, como siempre, cuando calificamos a algunos seres humanos como "sin papeles", una etiqueta inmoral, inhumana, ilógica. Hubo papeles para esquilmar sus recursos y ahora no los hay para recibirlos. Me temo que las fronteras se harán cada vez más altas y anchas, pero también crecerá la fuerza de los que empujan del otro lado. ¿Hasta cuándo resistiremos?

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    1. La tendencia a blindarse las sociedades es evidente porque se teme precisamente esa fuerza al otro lado que pugna por entrar en nuestro mundo que hasta hace poco era idílico. Cuando nuestro crecimiento era exponencial en los años del pelotazo era bien recibida la mano de obra barata que llegó en cantidades inimaginables. Había entonces trabajos que los españoles no querían hacer y que fueron realizados por los inmigrantes. Ahora, estos son una carga para el estado y la sociedad y se querría que se marcharan a sus países de origen, y que, por supuesto, no entrara nadie más. Pero esto no considera la realidad de África que se hunde y se hunde sin encontrar asideros para sobrevivir. Este es el conflicto que tan bien ilustras con tus palabras.

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