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jueves, 1 de marzo de 2012

La invención de Hugo



Mi hija pequeña y yo solemos hablar por las noches antes de dormir, y asimismo cuando vamos solos en el coche, lo que es raro, pero alguna ocasión tenemos. Nos gusta ver buen cine juntos, leer poemas, recitar refranes, comentar diferentes aspectos de nuestra vida. Le atrae mi perspectiva, y suele escucharla con atención intentando comprenderla. Está en plena pubertad. Tiene doce años y es previsible que tarde o temprano hayamos de pasar alguna tormenta emocional en su desarrollo. Será inevitable. He oído, como tutor,  de niñas que habían sido el ojito derecho de su padre, al que estaban profundamente unidas, que entrando en la vorágine de la adolescencia, todo el entramado ha saltado por los aires y la relación ha experimentado una profunda crisis. La niña ha sufrido problemas de autoestima, de identidad, de anorexia... estallando en infinitos conflictos de naturaleza inimaginable pocos meses antes.

Aprovecho estos momentos en que todavía podemos hablar con placer. Hoy le hablaba sobre  lo aficionada que es a ver series de televisión a las que está enganchada (El internado, El barco, Mentes criminales, CSI, entre otras...). Hay jornadas de trabajo agotadoras en que estudia o trabaja unas cuatro horas después de salir de clase. Entiendo que se relaje viendo series y que se sumerja en el otro invitado de la familia, el abominable Canal Disney, cuyo fondo de risas tontas me persigue en la sala familiar. Es perfectamente comprensible, pero hoy la conversación ha ido más allá.

Quiero que se dé cuenta de la diferencia entre ver un episodio de El internado y ver, como vimos juntos El ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica, o La colmena de Víctor Erice, o Big Fish de Tim Burton o El niño salvaje de Truffaut o King Kong o Amarcord de Fellini... por poner unos ejemplos de algún cine que hemos visto juntos. ¿Qué diferencia hay entre una experiencia y la otra? ¿Y qué diferente experiencia hay entre la lectura de un libro, lo que le cuesta cada vez más, y el mundo de las series? Le he hablado de un nivel llamado profundidad. Hay experiencias más profundas que otras, hay experiencias que comunican con la parte más densa de nosotros mismos y otras que se quedan en el nivel más superficial, sin rozar el terreno sagrado del ser. El arte, le he dicho, en buena medida es cruel, roza zonas de dolor, introduce su cuchilla afilada en estratos sensibles. El arte ilumina parcelas de nosotros mismos a las que hemos de hacernos sensibles con especial intensidad pues la cultura de época nos quiere superficiales, epidérmicos, exógenos, narcisistas, bobos en definitiva. Hay un cultivo exhaustivo de la dimensión boba de los seres humanos a los que se acostumbra a la mediocridad, a la grisura, a lo que queda en las capas más superficiales... y se evita lo que está más oculto. Cada padre alienta en sus hijos determinadas dimensiones. Hay padres que charlan con sus hijos, como yo, hay padres que llevan a sus hijos a la experiencia de la naturaleza y sin palabras se comunican en la densidad del bosque, de las montañas, de los arroyos… Hay padres que alientan la dimensión musical, la comprensión de sí mismos, cultivan el sentimiento de superación, de lucha… Hay padres que alientan el descubrimiento y el enriquecimiento de esas zonas que parecen oscuras y que no son iluminadas por la culturas de los mass media que se mueven en la apoteosis de la banalidad y el espectáculo. Los profesores sabemos algo de esto, y tenemos conciencia de que nos movemos cada vez en capas más externas. Cada vez cuesta más hablar de temas profundos que son eludidos con una vehemencia extraña. Cualquier circunstancia o tema se reduce a sus aspectos más sensacionalistas o maniqueos y se expresan lugares comunes que eluden la sutileza y la complejidad. Nos estamos olvidando de saber mirar, de observar con atención la realidad, sustituida por modelos interpretativos estereotipados. No disfrutamos de experiencias personales de reconocimiento de lo que está fuera y dentro de nosotros.

El buen cine, la buena literatura, la música, la experiencia de la naturaleza, la práctica de la compasión, el arte en su dimensión más luminosa nos abre a mundos que son ignorados y en los que cabría profundizar.

Lucía me preguntaba por qué veíamos entonces películas como Con faldas y a lo loco de Billy Wilder.  Le he dicho que es un humor inteligente, que se ríe de todo, que utiliza todo el potencial de la comedia para la risa fresca y a la vez profundamente lúcida. Pero hay diferencia, hemos observado, entre el humor de la película de Wilder y las bromitas tontas de las niñas típicas de Canal Disney. Esto es importante. Me da igual que vea más o menos series. Es la edad y ha de pasar por ello. Pero quiero alentar el descubrimiento de que entonces se asiste a experiencias diferentes, y que sepa que existen otros círculos concéntricos o en espiral que nos llevan a lugares y puntos de vista más complejos e infinitamente más ricos. El problema del llamado arte de masas, del arte popular por llamar de alguna manera a lo que nos inunda por todos los lados es que cree con cierta soberbia que los seres humanos se regodean y se nutren únicamente de su grisura, y que no aspiran a visiones más elevadas o más profundas. Al menos, que haya habido alguien que le haya hablado de ello. Descubrirlo será la tarea de toda su vida.

De todo esto hemos hablado en veinte minutos de viaje en coche. Se me han hecho cortos, como suspiré ayer tras la sesión de La invención de Hugo en 3D. No podía creer que hubiera acabado ya aquella  película extraordinaria. Me hubiera gustado seguir en el mundo de aquella estación mágica. ¡Qué universo más maravillosamente plasmado! ¡Ojalá podamos volver a vivirlo, juntos, Lucía y yo!

33 comentarios :

  1. La vi el otro día y es maravillosa para los niños. Una filosofía y una moraleja muy positivas para los oídos infantiles. Incluso para los de los adultos, que a veces andamos un tanto perdidos.

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  2. La vi el viernes con mi mujer. Estuvo bien pero claro, muy lejos de un Oliver Twist o de un Tim Burton (para mi gusto).

    Yo veía 2001, Blade Runner o Espartaco con mi hjo a los ocho años. No me lo creía ni yo!

    Mi hijo no ha tenido nunca tres o cuatro horas de trabajo en casa , tiene la edad de tu hija pero va a un instituto "café para todos". Supongo que si fuera a la concertada tendría un follón de deberes cada día.

    Lo que si hago con mis hijo de 12 años son interminables paseos de horas y horas, donde me sorprendo con rachas de diez minutos a a media hora en que he estado hablanco con un amigo y no con un hijo. Creo que tengo un hijo muy especial, no se me ocurre otra cosa.
    Y tu hija también ,, porque ver y entender Amarcord con 12 años no está al alcance de cualquiera.

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    1. Recuerdo que Amarcord le gustó, lo que no quiere decir que la entendiera completamente, pero le desconcertó la escena de los pechos de la panadera con los que el muchacho se funde chupándolos. Fue el único momento en que se sintió rara. El resto es una película de adolescencia maravillosa. Y la vimos hace tres años, entonces tenía nueve. Espero que recuerde estas películas. Cada vez tenemos menos tiempo para compartir cine.

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  3. Que bonito post, Joselu. Lo veo como un grito de angustia a la juventud en el que les dices..¡cuidado con la mediocridad! y les enseñas a discernir entre lo que tu llamas "arte de masas" y el arte de saber profundizar más.
    Me encanta esa relación que tienes con Lucía.... sí, me encanta.

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    1. Nuestros hijos nos parecen especiales. Espero que nosotros para ellos seamos igualmente especiales. A mis alumnos no puedo hablarles así. Es tan complejo el mundo de los adolescentes y más si son hijos de inmigrantes que es difícil llegar a estas reflexiones. En cambio, cuando son ya alumnos de bachillerato por lo que conozco en mi centro se llega a un grado de desinterés por todo, de apatía, de adocenamiento, de mediocridad, difícil de imaginar. Es tan fuerte que no me atrevo a hablar de ello en el blog. Gracias por tus palabras que me colman de satisfacción.

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  4. Joselu, has escrito una entrada muy bonita.
    Estoy de acuerdo contigo en que en el canal Disney solo se oyen "las bromitas tontas de las niñas típicas". Por un lado, es comprensible que a tu hija le gusten las series que están de moda entre el grupito de amigas pero por otro lado, creo que tiene un potencial muy grande y que poco a poco se lo estás desarrollando cada vez más. Me he quedado de piedra al leer que has visto con ella películas como El ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica, o La colmena de Víctor Erice... ¡Y solamente tiene doce años! Cualquier otra adolescente hubiese cambiado el canal rápidamente para ver cualquier serie comercial. Y además, reflexionas con ella para que pueda hacer comparaciones aunque solo sean veinte minutos.
    Sin palabras, Joselu.

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    1. Gracias, Lucía, como ves se llama igual que tú, un hermoso nombre. Nos gusta ver cine juntos. Lo hacemos ya hace años. Estas películas de que hablo las vimos hace dos años, ahora tiene demasiado trabajo de la escuela. El ladrón de bicicletas le gustó pero le pareció enormemente triste. Supongo que contrasta con esas tonterías que también ve en Canal Disney. La vida también puede ser realmente triste y desoladora. Es bueno que también puedan verlo en el cine. Me encanta verte por aquí.

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  5. Afortunados tu Lucía y tú. Mi Sara y yo tenemos también a veces esos oasis de amor y d cultura. Afortunados los 2 a nuestra manera. Hugo este fin de semana. De ahí no pasa. Prometo pedazo de post.

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  6. Sara y Emilio, Joselu. Sara y Emilio. 17 y 15

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    1. Gracias, Emilio, me gusta que podamos compartir cine, literatura, relación con nuestros hijos, vida. Sara y Emilio. Clara y Lucía.

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  7. Suerte tenéis. Yo de esa edad, sólo alcanzo a recordar a mis padres un rato a medio día y otro por la noche. Incluso recuerdo que nos compraban cintas con cuentos porque no tenían tiempo -ni ganas, supongo- de contárnoslos ellos. Mi madre en su fábrica, mi padre en su taller. Eso es lo que recuerdo como rutina.
    Por suerte los descubrí después. Menos mal, lo que me habría perdido de no haber sido así, no quiero ni pensarlo. Echo de menos las horas y horas de conversación con mi padre. No te imaginas cuánto. Él no sabía todas esas cosas que tú sí, pero sabía otras igual de válidas :)

    Afortunado Joselu, un beso.

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    1. Recuerdo tu post sobre tu padre y entiendo perfectamente que tengas todavía la nostalgia de haber podido hablar más con él. Fue un hombre realmente maravilloso. Es una suerte poderlo recordar con tanto cariño. La relación con mi padre fue mucho más conflictiva y solo se reestructuró media hora antes de morir cuando le dije por primera vez en la vida que me sentía orgulloso de él. Quiero pensar que aquello le ayudó en el tránsito de morir. Es una ilusión que guardo.

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  8. Ví la película el fin de semana pasado y debo decirte que coincido con la opinión de Osselin en que me resultó muy Dickensiana además de un tanto lenta y explícita en su mensaje. De todos modos, tiene mérito artístico y logra que el espectador vaya más allá de la maravilla de la técnica.

    Yo no estoy segura de poder compartirla con mis hijos y transmitirles algún disfrute porque no ha sido todo lo que yo esperaba de ella después de tantos bombos y platillos.

    Pero es sin dudas un placer y hasta una necesidad esto de transmitirles la inquietud de ir más allá de lo que se les sirve en bandeja, el fast food televisivo, que, como tú dices, sirve para despejarse un rato pero no más que eso.

    Nos da gusto como padres haberlos llevado al teatro varias veces, incluso al teatro Colón, y ver cómo lo aprecian. Nos encanta compartir con ellos el gusto por lo que entendemos que es la buena música, el buen cine,la naturaleza, el humor inteligente.

    Nos resulta arduo incentivarlos en la lectura, aunque dicen que el ejemplo es lo que más educa, y siempre nos ven leyendo. Pero mi varón de trece no quiere saber nada con la lectura a pesar de todos los libros que hay en casa y que se le han comprado especialmente.

    Hay un corto que ha sido premiado con el Oscar y te lo recomiendo, también para compartir con tu Lucía:
    The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore (2011)

    Lo ví con mis hijos y tuvimos un intercambio interesante durante la vista, ya que se trata de un film mudo. Tal vez puedas compartirlo y disfrutarlo con tu Lucía.

    Y te digo algo más, Joselu, porque soy hija: no hay nada que haga más seguro que tu relación con tu hija se torne ríspida que tu certeza de que así sucederá. Eso se llama el fenómeno de la profecía autocumplida. Es difícil conservar con el padre la relación idílica de los años previos al cambio de la adolescencia, pero si tú mismo no apuestas por seguir teniendo este vínculo rico y especial con ella, seguro se desvanecerá.

    Te lo digo porque me ha pasado con mi padre, que no se esforzó por conocerme cuando me hice mujer, se quedó con la imagen de la niña que lo adoraba sin cuestionarlo. Y ahora me advierte:"Disfrútalos ahora, porque luego crecen y ya no quieren saber nada contigo." Y no creo que eso deba ser necesariamente cierto. La relación cambia y muta igual que ellos y nosotros, pero se puede mantener ese contacto con un hijo si se alimenta el compartir gustos y esas visiones poderosas que tú transmites a quienes te conocemos sobre el arte y la vida.

    Por cierto, me ha gustado leerte en la voz de padre hoy.

    Un beso.

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    1. Yo soy muy físico para los patrones europeos. En España decimos muy "sobón". Soy de besos y abrazos continuos.
      A mi hijo que va acumplir 13 próximamente, siempre le digo de broma "Abrázame ahora que aún no te da vergüenza" y de momento, protesta y em da un gran abrazo. Mi hijo y yo solemos ir abrazados por la calle (de momento).
      Para mi hija soy algo así como el Emperador Sol y se duerme conmigo en el sofà muchos días.

      Es cierto que durará poco, pero yo al ser un padre mayor (54 y medio) he sido consciente desde que nacieron que segundo con ellos hasta que vuelen (si la crisis lo permite) es un absoluto e imprescindible tesoro. Porque no hay nada más en la vida: pades e hijos. Puede que algún amigo. Luego estarán los que tienen la suerte de tener la compañera casi como el primer dia de novios. No conozco a ninguno pero debe haberlos.
      Eso sí que lo hecho a faltar. Porque una mujer se convierte en madre los maridos (inevitablemente, no lo critico) pasamos de jugar el Mundial a jugar en la cancha del barrio. Los hijos se nos comen un 60 % (o más) de la compañera y los que tenemos la desgracia de seguir muy enamorados de la compañera, lo sufrim peor todo sea pro ellos.

      Como vemos no solo los hijos dejan de abrazar y besar a cada momento. Entre la monotonía y el ajetreo diario los maridos andamos bien escaldados o a lo mejor sólo soy yo. Pero, bueno , el cariño de base persiste, que puede que sea lo más importante.

      Ya me he confesado online ja ja!

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    2. Osselin, tenemos vidas paralelas por muchas razones (edad, hijos, enamoramiento de la compañera, docencia, amor por la fotografía, relación intensa con los hijos…) Todo lo que dices es cierto. Los padres nos convertimos en unos segundones en relación a los hijos. Lo tengo asumido e intento salvar lo que puedo de la quema y del desgaste que implica la relación familiar. Aun pienso que guardamos bastante calor en medio de la vorágine que vino hace quince años, pero es cierto que éramos los príncipes consortes y la evolución nos ha ido desplazando. Supongo que es un proceso natural. Tengo amigos que no quieren tener hijos por nada del mundo temiendo precisamente esto. Cada uno tiene sus razones, pero estimo que una vida dedicada únicamente al hedonismo de pareja no es tan rica como una que implica el compartirse, el dividirse, el sacrificio… Bueno yo no lo cambiaría, a pesar de que en otro tiempo fui el centro de la vida de mi compañera, y ahora no. Gracias por tu confesión, ja, ja, ja. Aquí tienes la mía.

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    3. Como dijo Niestzche: "El futbol es asín" ja ja!

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    4. Gracias, Fer, me has dado una clave valiosísima sobre algo que todavía no se ha producido pero con lo que hay que ir contando como futurible. El cambio de relación entre una hija adolescente y el padre al que ha estado profundamente unida en los años previos al cambio. Tomo nota con agrado e interés sobre lo que me has comentado, sobre esa profecía autocumplida que no tiene por qué ser así. Probablemente, a los padres nos llena de emoción esa devoción incondicional de la hija, y querríamos que fuera siempre así. Con mi hija mayor no fue de ese modo. La relación ha sido más conflictiva, siendo ella extraordinariamente responsable en el colegio. Me doy cuenta de que la relación hay que abordarla desde otros parámetros. Es muy independiente y hay que respetar esa independencia. Con Lucía pasará algo parecido tal vez. Habrá un tiempo de cambio que hay que saber preparar para que no sea irreversible la pérdida mutua de influencia. En tu comentario hay mucha sabiduría y experiencia. y lo tomo muy en serio. Me has dado hoy una clase magistral de relación con los hijos. Gracias. Buen fin de semana. Besos.

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  9. no la he visto y hasta hace poco no me había despertado interés, pero me la han recomendado tanto, a ver si la voy a ver pronto.

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    1. Hay disparidad de opiniones sobre la misma. La crítica misma ha estado dividida sobre ella. Hay a quienes les ha parecido aburrida. Yo no tengo muy claro que sea una película para niños.

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  10. Yo debo añadir que la película si no es con niños por el medio no merece demasiado la pena. Bien hecha pero está, sin duda, dirigida a ellos.

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  11. ¡¡Uy, JOSELU!! ya me has puesto los dientes largos con “La invención de Hugo” sólo por el título y la fotografía, me suena a fantasía a toneladas, así que de las mías seguro:-) a cambio, por si no la has visto, no te pierdas The artist, sencillamente una delicia.

    Bueno, ya sabes que yo tengo una niña de 17 y uno de 14 y desde siempre he intentado lo que comentas. En general lo he tenido fácil, se me dan bien los niños y conecto fácil con ellos, será que aun lo soy mucho:)) el caso es que siempre hemos tenido muy buena relación, con esas tormentillas de la adolescencia de las que hablas, pero bien.

    Verás, yo he desarrollado mi propia estrategia para traerles a mi terreno, porque salvo niños muy dóciles como a lo mejor es Lucía ( ojalá todo se le arregle) no siempre es fácil decirles -siéntate y escucha o mira o lee esto conmigo- Yo siempre he usado el intercambio, me acerco a su mundo, para que luego se acerquen al mío. Haciendo esto, casi se ven en la obligación de probar el tuyo y además tienes mil cosas que te vinculan aun más con ellos al conocer su mundo desde dentro. No es lo mismo que tú no sepas de que va el Internado por ejemplo... a que vea que te interesas cuando te habla de tal o cual personaje y viceversa.

    En música, por ejemplo, me he tragado con mi hija montón de temas de house que me horroriza pero también me ha descubierto muchos grupos que nos encantan a ambas y a cambio he conseguido que disfrute, que no es lo mismo que escuchar, el Parigi o Caro de La Traviata, por ejemplo. Me he leído tooooda la saga de Crepúsculo ( no me digas que no tengo mérito:-) y a cambio ella ha descubierto la belleza de Cine años de soledad, que es como mi breviario;-) Con el cine, hablando de cualquier tema o compartiendo lo que sea, igual.


    Creo que para empezar tienes que acercar posturas, como en cualquier tipo de comunicación, a veces tú tienes que caminar por su superficie, para que luego ellos se atrevan a zambullirse en las profundidades contigo, pero para bucear... me temo que antes debes nadar:))

    A veces sólo darles la oportunidad de probar ya es mucho... luego como tú dices, está en su mano elegir su camino, pero la semilla ha quedado ahí...luego, la vida decide.



    Un beso grande JOSELU y feliz finde.

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    1. Realmente tiene mérito haberse leído la saga Crepúsculo. Te felicito por la cercanía a tu hija y la inmersión en sus gustos tan legítimos como los nuestros. Mi padre no compartía sus gustos conmigo, pero yo asaltaba su pequeña biblioteca de libros sobre la Segunda Guerra Mundial y los devoraba. Creo que fue mi principal influencia entre los dieciséis y diecisiete años, tras un par de años en que me empapé de las noveluchas de Marcial Lafuente Estefanía. Puedo decir que yo no tuve mentores literarios y que fui buscando por mi cuenta aquí y allí. Pero entonces carecíamos de tantas distracciones como hay ahora en que la lectura se ha convertido en heroica. Felicidades por la relación con tus hijos y esa filosofía del compartir. Besos.

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  12. Joselu, yo también me encuentro en esa fase de poder compartir aún libros, películas, charlas y abrazos con un hijo adolescente (con la pequeña afortundamente aún tengo más años por delante). Tengo el libro de "La invención..." en la mesilla. Me lo ha recomendado mi hijo de 13 años, quien lo leyó hace tiempo. Mi hijo ha descubierto hace poco el "mundo tuenti", a las chicas de su clase, las ventajas del desodorante y que el mundo puede ser un lugar de mucho interés. De momento, compartimos el amor por los libros -aún los devora-, y hemos pasado también muchas horas viendo películas maravillosas que le han hecho disfrutar mucho: adora a los Hermanos Marx, y tiene como una de sus películas favoritas "Con faldas y a lo loco". La película de Hugo aún no la hemos visto, pero hace poco fuimos los dos a ver "The artist" y fue un experiencia maravillosa: no solo por la película, sino por el placer de ir al cine del bracete con él -la pequeña prefirió quedarse con su padre- de poder hablar de la película con el hombrecito que está en ciernes, curioso por conocer, por saber cómo es el mundo...Supongo que es estupendo que a todos los padres nuestros hijos nos parezcan especiales. O al menos eso sería lo deseable. Un abrazo.

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    1. Me alegro de que hayamos podido compartir experiencias con nuestros hijos. No he visto con mi hija The artist pero lo cierto es que es una idea magnífica. Fui a verla solo. Por cierto que ella fue a ver con unas amigas en un cumpleaños La invención de Hugo y no le gustó demasiado. Parece que se distanció de la historia de Georges Melies cuyo cine no pareció interesarle ni entender por qué una luna llorando con un cohete clavado en el ojo puede resultar divertido. Por eso cuando se dice que La invención de Hugo es una película para ver con niños pienso que no es del todo exacto. En el grupo que fueron a verla, cinco niñas, pareció no gustar a ninguna. Es un homenaje cinematográfico cuyo alcance no parece ser de interés a los púberes y adolescentes. Mi hija también ama Con faldas y a lo loco. Un abrazo.

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  13. Es cierto, La invención de Hugo se disfruta mejor con un niño al lado. Por desgracia, mi hijo aún es pequeñín para esas delicatessens.

    El guiño infantil es la mejor baza y el peor defecto de La invención de Hugo. A no ser que entres en la sala con la guardia baja (yo lo hice), al adulto puede pareceres una pintura naïf, preciosista, pero carente de proteínas.

    Por suerte, no fue así, Joselu.

    P.D.: tengo pendiente de ver con mi hijo E.T. Ya te contaré.

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    1. Publiqué hace un tiempo un post que tuvo cierta difusión que hablaba del tema. Te lo recomiendo además por los comentarios que suscitó. Se llamaba CINE CLÁSICO PARA NIÑOS. Tal vez puedas encontrar alguna sugerencia estimable para ver con tu hijo.

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  14. Permíteme que me aparte de la idea central, porque no he visto la película. Quiero centrarme en tu crítica del Canal Disney: es perversa la forma en la que ha entrado en el salón de nuestras casas una cultura tan ajena y tan sutilmente consumista.

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    1. Lo peor es, a mi juicio, la consagración de multitud de estereotipos sin individualidad, de tópicos, de humor revenido y carente de originalidad, de modelos de muchachas y muchachos que carecen de cualquier tipo de inquietud que no vaya más allá de banalidades, de personajes que carecen de cualquier núcleo de verdad individual o simbólica. Es de una pobreza desoladora, dirigido a crear niños sin neuronas activas en el conocimiento de la realidad injusta del mundo. Conformista, plano, tópico y, como dices, totalmente consumista.

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  15. Yo, de pequeño, me comunicaba con mi padre viendo películas, pero qué películas (Bergman, Fellini, Buñuel...) y estoy totalmente de acuerdo en que hay pelisy pelis, igual que hay experiencas y experiencias. Es posible que tenga que ver con aquello del "aura" de Benjamin, no lo sé, pero hay cosasque te atraviesan y te cambian y otras que te resbalan. Cuando veía aquellas pelis con mi padre no las entendía pero el aprendizaje consistía en la intuición de que algo denso, algo importante,escondían. Ahora las veo y comprendo. Como profe, ya sabrás que nada de lo bueno cae en saco roto (y tu hija así te lo demostrará cuando llegue el momento).

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    1. Gracias, Pepe, tus observaciones me han sido de enorme interés. Desconocía la teoría del aura de Walter Benjamín. He rastreado algo sobre ella y me ha parecido fascinante, fascinante porque, en efecto, yo la estaba aludiendo sin saber que alguien había definido esa fuerza misteriosa del arte que nos aleja de lo concreto y cotidiano para sumirnos en el terreno de lo que está más allá, como el sueño. La concepción de la pérdida del aura en el arte contemporáneo es profundamente perturbadora. Tengo que seguir investigando este concepto que todavía no entiendo bien. ¡Qué maravilloso aprendizaje!

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  16. Joselu, este post me ha parecido especial, más íntimo, más personal porque hablas con inmenso cariño de tu hija y vuestra relación, tan bonita, tan cercana... Un hijo es más que un descendiente, es parte de nosotros. Nada hay más satisfactorio que un hijo bien formado, buena persona, honrado, y nada más doloroso que un hijo problemático, de los que tanto tú como yo conocemos ejemplos a espuertas. Bien es verdad que muchas veces la culpa es de los propios padres: consentidores, desentendidos de sus obligaciones, ignorantes de cuanto rodea a su hijo... Padres que disculpan todos sus desmanes y van pidiendo cuentas de las medidas que tomamos los profesores para enmendar sus conductas. Raramente nos apoyan, creyendo que así evitan a sus hijos sufrimientos y frustraciones. Suelen decir que quieren que sean felices ante todo, y si eso incluye jugar a la play en lugar de hacer deberes, pues nada, a jugar se ha dicho. Todo lo justifican: está pasando una mala racha, son cosas de la edad, vomita si huele el pescado, no le gusta la fruta, es muy competitivo y no soporta perder... El repertorio da para varios libros. No he entendido nunca para qué demonios han querido ser padres si jamás han disfrutado de ellos: son una carga, no puedo ir al cine si no es con ellos, molestan cuando están de vacaciones, llego muy tarde y casi no les veo... Deberían denunciarles por dejación de obligaciones. Luego pasa lo que pasa, se les van de las manos y no saben qué hacer con ellos, pero es que no lo sabían ni cuando estaban en Infantil, según cuentan mis colegas.
    Te entiendo y te envidio cuando hablas de tu hija Lucía. Creo que debemos guiar a los hijos dándoles información, no adoctrinándoles. Hay que enseñarles caminos, no dibujarles un mapa. El cine y la literatura son magníficos instrumentos para ello. A mi hijo no le gusta leer, por desgracia, pero sí el cine y solemos comentar las películas que vemos. A veces coincidimos, otras no. Supongo que no le atrae "La invención de Hugo", pero yo la vi ayer y me encantó aunque no fuera en 3D, que no sé si añade algo esencial a la historia. Fui sin demasiada convicción pero pasé más de dos horas fascinada por los ojos azules de ese niño obligado a sobrevivir sirvíéndose de una impostura, empeñado en devolver a la vida un autómata porque es lo único que le queda de su padre. Todo se va enlazando y tejiendo hasta llegar a un final mágico, esperanzador, propio de los cuentos de hadas. Es un homenaje al cine tal como nació, ingenuo pero muy creativo. Hace más de un siglo ya existían los efectos especiales, mucho más imaginativos que los de ahora. Scorsese rinde homenaje a aquel pionero llamado George Mélies rescatando viejos fotogramas coloreados a mano, contando su historia desde la ilusión hasta el olvido para llegar al merecido reconocimiento. Como dice Hugo, el mundo es una inmensa maquinaria en la que no sobra ninguna pieza, todos tenemos nuestra misión y nuestra importancia. No sé si es una película para niños, pero sin su protagonismo no habría sido posible contar esta historia. Sólo ellos pueden dar esos pasos sin el lastre que supone el desengaño. Son tenaces y valientes. Gracias a su empeño todo queda en su sitio, todo funciona como esos relojes fantásticos cuya maquinaria sirve de escondite y cobijo a Hugo. Scorsese ha fabricado un derroche de espectáculo visual bellísimo, un sueño convertido en imágenes. Digan lo que digan algunos críticos, yo la recomiendo.
    Por cierto, vivimos la misma experienca con nuestras lecturas adolescentes: yo también leí cantidad de libros de la 2ª Guerra Mundial, obras de Sven Hassel, de Frank G. Slaughter, clásicos americanos... Era lo que tenía mi padre. Los alternaba con la mítica Colección Historias de Bruguera (por cierto, la van a relanzar) y tardé en acercarme a la literatura clásica española, y no digamos a la poesía. Así nos formamos como lectores y gracias a eso somos unos enamorados de la palabra.
    Un fuerte abrazo, colega.

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  17. Después de leer vuestras críticas las dudas que tenia aun son mayores. Quiero ir a ver la peli con mis niños de 6 y 3 años... Son niños que estas acostumbrados a ir al cine y aguantan bien las pelis. El de 3 años en la de Tintín paso un poco de miedo (mamá se van a caer!").
    Me puedo atrever a llevarles a ver esta?

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    1. Me atreví y la experiencia fantástica... el de 3 años se quedo con un niño que es escapaba de un señor malo con un perro y que el final casi lo coge el tren por salvar a su muñeco. la mayor de 6 años contaba que la historia iba de un niño que es quedo sin padre y que un muñeco de lata le iba a enviar un mensaje de suyo... (el padre le busco una familia donde vivir)pq solo en una estación no podía hacerlo...

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