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lunes, 26 de marzo de 2012

Independència



Hoy había una salida al aire libre de los alumnos de tercero de ESO y cuando he llegado me he encontrado para mi desolación la clase vacía. No había visto la notificación que comunicaba la actividad en el tablón de anuncios. He cogido mis bártulos y he bajado para estar como profesor de refuerzo. No ha habido ninguna incidencia, pero en esa hora, mi compañera de seminario Dunia y yo hemos tomado un café y hemos estado charlando sobre múltiples temas en los que solemos encontrar afinidades y coincidencias. Somos miembros del seminario de castellano y ello nos da otra perspectiva distinta acerca de la realidad catalana, los usos de las lenguas, la identidad personal, la adscripción a parámetros políticos nacionalistas o no...

Ambos tenemos una identidad contradictoria acerca de cómo nos sentimos en relación a Cataluña. Ayer leía en un perfil de facebook  que una profesora de catalán se sentía "d'esquerres, catalanista i independentista". Me pareció formidable el hecho de poder definir tan precisamente su situación en el mundo. No hay que decir que admiraba a Guardiola, a Messi, a Piqué... Me pareció realmente admirable que uno pueda establecer con tanta claridad sobre lo que es, a lo que aspira, lo que admira... Siempre me ha faltado esa fe, pero en mi conversación con Dunia, observo que a ella le pasa algo parecido. Ha nacido en Cataluña pero tiene una relación compleja con ese sentimiento que le lleva a discrepar de  los demonios y de la fe de la tribu por un lado, pero a la vez discrepar de aquellos que desde fuera cosifican lo catalán y lo identifican como si todos los que vivimos por aquí respondiéramos a un único y lineal esquema como el de esta profesora que he citado arriba y cuyo perfil es fácilmente reconocible. Ni Dunia ni yo creemos en los estereotipos y ambos entendemos que la identidad es una mezcla de capas en las que los sumandos se superponen no anulándose unos a otros. ¿Es posible sentirse catalán y español a la vez? ¿Es posible no sentirse demasiado de un lado ni de otro y deplorar el maniqueísmo que lleva a definir con líneas precisas ese complejo extraño que es la identidad?

Me pasó haciendo el camino de Santiago aragonés el verano pasado. Me encontré con un saleroso peregrino, locuaz y vivaracho, que reconocía que era aragonés hasta la médula y que proyectaba sobre sus hijos su sentimiento de pertenencia a una tierra, a unos paisajes, a una gastronomía, a un equipo de fútbol... Yo he nacido en esa misma tierra aragonesa, pero nunca he sentido nada parecido. Y tal vez lo lamente. Tal vez sea confortable saberse de un sitio, el reivindicar una historia con matices definidos y contundentes, el tener un equipo que te enardece, tener una virgen, y  a ser posible una lengua que te sitúa en el mundo. Uno es entonces parte de un engranaje más amplio, tu alma se dimensiona a tamaño nacional... La nación -que también reivindicaba José Antonio Labordeta para Aragón- se presenta como una emoción orgánica que te lleva a sentir con toda la tribu, que tiene también la misma bandera, unos colores, un himno, unos estremecimientos asociados con los que se late al unísono. Uno se crispa, sufre o se emociona, con el sentimiento colectivo.

Me falta fe, no creo, no puedo creer en ese sentir colectivo y difícilmente podré proyectar sobre mis hijas el sentimiento de pertenencia a nada. Y nunca se lo he dicho: si sale el tema les digo que son catalanas y españolas. Tal vez en esto ya hay una definición que alguno entenderá rápidamente. No se debería -en opinión de algunos- pertenecer a ambos lados del río. Habría que elegir, eso nos quieren imponer desde un lado y otro, desde esos separatistas que tanto abundan aquí y allí. No hay espectáculo más deplorable que el del anticatalanismo visceral que manifiesta el odio hacia todo lo catalán. Este sentimiento que algunos pregonan en la prensa digital, en conversaciones de bar, en la intimidad familiar... alimenta el otro sentimiento separador y separatista que ve con enorme satisfacción el crecimiento de la mutua desafección, la desconfianza, el rencor... que poco a poco dará sus frutos en esa distancia creciente entre las dos orillas.

No tengo identidad nacional. Me falta. A Dunia también. Nunca podremos pasar a nuestros hijos aquello que el aragonés decía: el sentimiento de pertenencia a una tierra, a una historia, a un paisaje, a una bandera, a un equipo...

Nadamos entre las dos orillas sabiéndonos parte de un océano más ancho que no se deja limitar por los estereotipos y los roles preestablecidos. No sé muy bien de dónde somos. Tal vez aquí seamos de allí, y allí seamos de aquí y nunca sepamos muy bien qué somos ni de dónde somos.

No creo que sea posible conciliar el ser de izquierdas, catalanista e independentista. Algo falla. Me recuerda la conexión de ideas demasiado a Bossi y su reivindicación de la Padania o al menosprecio de Alemania y los países nórdicos hacia los haraganes del sur que se pasan la vida viviendo de las subvenciones de los trabajadores del norte.

No creo tampoco en el orgullo jactancioso del sur o del oeste que menosprecia los sentimientos que van creciendo en esta tierra catalana y no quieren darse cuenta de que con aquellos alimentan lo que querrían impedir, la posible independencia de Cataluña.

En el fondo, los estereotipos y los tópicos tienden a imponerse como en una ópera bufa en que todos representan papeles que el público conoce de antemano y sabe cómo va a acabar la obra. Si no, atentos al último congreso de Convergència Democràtica de Catalunya.  Tal vez en esa apuesta definida por la independencia esté la noticia de mayor calado que ha habido en mucho tiempo. 

28 comentarios :

  1. Cada vez que se platea el tema me da un sentimiento antinacionalista...No me gustan las patrias y menos los nacionalismos tan anacrónicos. Como dijo el poeta el único territorio defendible es la infancia.

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  2. Yo tampoco tengo una identidad nacional. Nací en un territorio llamado Extremadura y según mi DNI soy español. Valoro mi lengua y tengo unas costumbres, aunque supongo que podría tener otras. Vivo rodeado de una gente que tiene un vigoroso sentimiento nacional español, se estremecen con sus banderas y lloran ante los goles de los niñatos del balón vestidos de rojo a los que llaman -incomprensible para mí- los nuestros. Pero su sentimiento es, en general, irrespetuoso y exigente: les escucho permanentemente repudiar y rechazar a los catalanes y vascos que tienen otra identidad, que no asumen ni respetan, y consideran que la única identidad posible en el actual territorio patrio español es la suya. Y NO LO ENTIENDO. Siempre he convivido con esa realidad intransigente, con ese nacionalismo rancio que se frustra porque no ha logrado su objetivo último, la homogeneización cultural e identitaria de esta sociedad denominada España. Y siempre lo he pensado, si ese nacionalismo rancio no le hubiera dicho a nadie como se tenía que sentir, ante que bandera debía emocinarse o que lengua debía hablar, estoy seguro que la convivencia en este país hubiera sido mucho más fácil y otras identidades no hubieran tenido esa necesidad perentoria de afirmarse y marcar la diferencia.

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  3. Un cantor y poeta argentino que murió no hace mucho trágicamente, Facundo Cabral, escribió estos versos a los que les dio música y que nos identifican a muchos en su esencia de no encajar en grupos de pertenencia que, por un lado, amparan y marcan un rumbo, mientras que por el otro, obnubilan y estrechan el camino que busca el peregrino, pero que en definitiva no hemos elegido: el ser de aquí o el ser de allá tiene que ver con el fortuito hecho del lugar donde naciste.

    No soy de aquí

    Me gusta el mar y la mujer cuando llora
    las golondrinas y las malas señoras
    saltar balcones y abrir las ventanas
    y las muchachas en abril

    Me gusta el vino tanto como las flores
    y los amantes, pero no los señores
    me encanta ser amigo de los ladrones
    y las canciones en francés

    No soy de aquí, ni soy de allá
    no tengo edad, ni porvenir
    y ser feliz es mi color
    de identidad...


    Su identidad era la felicidad: eso sí que es maravilloso. No creo que ninguna bandera, himno, lengua ni fanatismo pueda garantizar eso.

    Un beso.

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  4. El proyecto de miras limitado e intenso o la extensión de pupilas: un poco que siempre tienes o un todo que no es de nadie. Ser o no ser. Tener un cacho del mundo a tus pies del que poder alardear o caminar por el mundo sin más. Los ciudadanos de aquí o de allá; los ciudadanos de aquí y de allá. Y los ciudadanos del mundo: los grandes cosmopolités que tienen la suerte de poder disfrutar de una variedad que es extraordinaria gracias a todas las personas que, de un modo u otro, viven vinculadas a esa “patria”, esas personas que han hecho crecer las costumbres, la arquitectura, la lengua, la gastronomía o la música de su tierra. Esta es la cara positiva del resultado de esa pasión por un lugar; la cara que nos ha llevado a un país de variedad interesante y fascinante. Pero luego está la cara negativa, la que destroza la grandeza de este país: esa plataforma etnocéntrica que puede llegar a ahondar en el racismo, la intolerancia o el desprecio. La cara de los que se miran a sí mismos y pretender hundir al resto, de los que creen que para lograr una España unida es necesaria una España homogénea. La gente defiende lo propio y ataca lo ajeno. El día que los españoles defiendan lo propio y lo ajeno empezarán a defender la heterogeneidad de España y con ello la grandeza de su país. Mientras tanto solo nos quedarán un sinfín de debates políticos, una larga cadena de estereotipos que persisten y una tierra llamada España donde su grandeza lamentablemente la hará pequeña.

    (Por cierto, he borrado lo último que puse en el blog y he puesto un su lugar uno de mis pequeños relatos: no es gran cosa, pero al menos servirá como paréntesis literario a esta última vena enladrillada que he tenido. Lo que subí lo subí a la red de manera impulsiva pero no son más que letras destructivas cargadas de flaquezas. Gracias por tu comentario, me ha gustado y me lo he copiado y guardado. Veré la película de la que hablabas y ya te contaré qué me parece)


    Un saludo.

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  5. Yo, cuando era joven, también pasé una etapa patriótica. Patriótica con mi identidad geográfica. Y me emocionaba con todo lo relacionado con ella. Hoy no. Hoy soy como aquel de la canción de Facundo Cabral que ha mencionado Fer. No sé si será la edad, o qué será, pero me siento más cerca hoy que nunca de los caltalanes, los franceses, los murcianos, los vascos, los rusos, los chinos... no sé, todo me suena a humanidad. Pero en mi tierra (la Comunidad Valenciana) hay mucha gente que no piensa así. Hay mucha gente que es independentista. Pero no independista valenciana, sino catalana (por aquello de els països catalans, ya sabes). Es una identidad rara, por lo menos para mí, pero te puedo asegurar que en la Comunidad Valenciana la gente de izquierdas, en general no se siente española. Ni valenciana, se siente catalana. Y los de derechas se sienten españoles como el que más. Yo no sé dónde me sitúo. Lo único que sé es que soy español, no soy catalán, y soy valenciano. Eso por lo menos es lo que tengo que decir si me remito a la legalidad, o lo que me han enseñado, o lo que veo día a día.
    De todas formas, Joselu, buscar la identidad político-étnica de alguien es difícil, y creo que tiene que ver con la manera de ser del individuo. Si tiene tendencias rebeldes, irá a refugiarse en lo no establecido, si tiene tendencias conservadoras, buscará acomodo en lo ya dispuesto y estipulado. Por lo menos así lo veo yo.
    Acepto todas las propuestas, pero no me gustan las excluyentes...

    Un abrazo.

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  6. En la sociedad en la que vivimos, los nacionalismos solo tienen sentido desde el punto de vista económico –lo que ya sería otra cuestión a tratar-. Todo lo demás –y sin ánimo de ofender- me huele a romanticismo trasnochado. También soy aragonesa –de Zaragoza- y no tengo ningún sentimiento de arraigo hacia mi tierra, lo que no quita para que me encante. Quizás sea porque siempre estoy de aquí para allá y no he encontrado el sitio en el que instalarme, pero no logro comprender esa necesidad de pertenencia a un lugar. Me agobia y no me parece sana. En mi opinión, la gente se empeña en mantener ciertos símbolos, como pueden ser, en el caso de Aragón, el Ebro o la virgen del Pilar -incluso el propio Labordeta, que ya está rozando la categoría de mito-, que nos sirvan como pretexto para reivindicar ciertos derechos en nombre de esa identidad aragonesa que perdería todo el sentido si no siguiéramos alimentando dichos símbolos.
    En cualquier caso, estoy muy expectante ante todas las decisiones políticas que se tomen a partir de ahora en torno a Cataluña. Creo que es el principio de muchos cambios… Un saludo, Joselu.

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  7. Supongo que sentirse arraigado a una tierra es normal en el ser humano, como lo es la necesidad -en mayor o menor medida- de sentirse parte de un grupo social o familiar. También supongo que en tu circunstancia me resultaría difícil identificarme porque sí con una identidad u otra. Carezco de sentimientos nacionalistas o patrióticos entendidos de la manera en que se entiende el catalanismo u otras identidades. Yo nací en Madrid, pero mis padres no -emigrantes del Sur, como tantos- y creo que todavía no sé qué es ser "madrileño". Me identifico mucho más con la canción de Cabral que cita Fer Mar. El mundo, además de ancho y ajeno, como dijo Alegría, es diverso y plural, afortunadamente. Cataluña y España también.

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  8. Cierto, o se tiene fe o no se tiene. Te comprendo. Yo viví 14 años en el País Vasco, hijo de emigrantes extremeños, como cientos de miles más., andaluces, gallegos,...

    Los nacionalismos tienen algo de religiones, de credos sin argumento, de dogma irracional, de gregarismo de sacristía. Y además, en algunos casos defienden un amor romántico a la patria que segrega al buen ciudadano del apátrida malnacido.

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  9. Me gustaron las palabras de FMOP porque, a más mayor me hago, menos me siento en pertenencia con una tierra. Soy el resultado de una cultura, claro que sí. Pero... los nacionalismos, los patriotismos... tienen un tufillo de manipulación que no me gusta. Lo de Cataluña es una moda, me parece la pataleta de un niño al que cuando las cosas le salen mal, ha de echar la culpa a alguien o a algo.
    ES normal que los adolescentes quieran crecer y reivindiquen su independencia. Pero... Cataluña, que se lo piense bien, no se puede ser independiente e ir todos los domingos a casa de la mamá a comer y de paso a que nos laven la ropa... eso no es independencia.

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  10. Me encanta tu reflexión, me la he planteado muchas veces y ha formado parte de infinidad de conversaciones con amigos, encontrando más dudas que certezas. Cuando uno tiene hijos, le encantaría tener todo atado para poder proyectar claridades y no dudas, o al menos para no parecer excesivamente rarito, pero no es así. Sé que tengo querencias, recuerdos, me gusta mi ciudad, pero tampoco tengo un sentimiento de pertenencia a un lugar. De todos modos me sucede también con más temas, no solo con la identidad :)Joselu, tu blog hace q me enrrolle demasiado. Buena reflexión la tuya.

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  11. Yo no tengo identidad nacional ni local. Ni banderas ni sentimientos territoriales. Quizá sea problema mío, pero no comprendo las fronteras ni las actitudes políticas que fomentan los instintos más básicos y ponen hitos para señalar las líneas...

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  12. Creo que los extremos se tocan, no se puede idealizar nada, ni paises ni gente... nada de nada, pero si que se puede vivir en diversidad y en armonía, todo depende del color del cristal con que se mire.

    La mezclan de ideología, de folclore, de gastronomía, de índole científica, económica etc, enriquecen al individuo no se puede contaminar el tronco que después las hojas (los hijos) salen enfermos.Lo que enriquece los pueblos es el intercambio con fluidez y respeto eso es lo que da libertad al individuo.

    Un abrazo

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  13. Joselu, no estás solo... Afortunadamente somos muchos los que sentimos como tú, pensamos como tú y sufrimos como tú en este terreno de la identidad... Por los muchos sufrimientos que produce nunca entenderé el nacionalismo excluyente, venga de donde venga y proclame lo que proclame. Cada vez me siento menos de un único lugar y me identifico cada vez más con más gentes, más lugares, más pensamientos, más...

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  14. Yo lo único que tengo de todo eso es lo del paisaje... pero bueno, encinas hay en muchos sitios. En cuanto a tantas certezas... no se, mi padre siempre me dijo que éramos ciudadanos del mundo y creo que caló. Si fuésemos más hombre y menos mi casa, mi pueblo, mi nación, mi... como la cabra siempre tira pal monte yo a lo mío, somos 7.000 millones de animales humanos, producimos alimentos para mantener a unos 12.000 millones pero hay miles, millones de congéneres que se mueren de hambre. Tal vez el "Yo soy" tiene algo que ver.
    Un saludo Joselu.

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  15. Uf, Joselu, tema complicado este sobre el que escribes. Personal a fin de cuentas, y personas somos muchas.
    Valenciana desde el principio de mi árbol. O al menos hasta donde me alcanza recordar y que va por los tatarabuelos si no más arriba. Adoro esto, y no por el tema tribal. En ese sentido soy una valenciana atípica, y muy atípica. Eso no quita que todo lo que no sea valenciano no esté a su altura. Ni lo pienso. He escuchado a vascos, madrileños y castellanomanchegos decirme que no parezco de Valencia por no ver en mí ese sentimiento que otros llevan como bandera o por no hablar sin parar de las bondades de la Comunidad Valenciana ensalzándolas una y otra vez, obviando las cosas que veo en mi comunidad y que no me gustan más, que lo que veo en otros lugares. Demasiado objetiva como para llegar a nacionalista tal vez, quién sabe. Tonterías. Yo mis raíces las llevo conmigo. No importa dónde esté. Eso no es problema para que adore otras tierras, otra gente, otras costumbres. De hecho, todo lo contrario. Me encantan. Lo que no seré jamás, es invasiva frente a los no valencianos. Tampoco dejaré que nadie me diga cómo se hace una paella.
    Es cierto que escucho una jota, y no siento lo mismo que cuando escucho esto. Pero mi padre no me cantaba jotas, ni mi madre cocina migas. En cambio, él sí me cantaba el Tio Canya, y mi madre cocina paella, no arroz con cosas. Ahí la diferencia. Al menos para mí. Mi tribu termina donde terminan ellos.

    Besetes terrícolas amb sabor a carxofa de l'horta del meu poble, que es la que tengo ahora mismo más a mano :)

    p.s.: escucha la letra de la canción, es interesante.

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  16. Lo que hay en realidad es un enorme vacío en el interior de las personas a la búsqueda de una identidad. Al no encontrarla en su mismos buscan refugio en las identidades colectivas donde hay más calor humano y se pueden compartir filias y lo que a veces es más importante, enemigos. La religión, la política, la patria, el equipo son solo sucedáneos de esa identidad que no podemos encontrar.

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  17. A falta de personalidad, siempre aparece el nacionalismo.
    Ser nacionalista te da patente de corso, para hacer cualquier cosa, si sale mal, solo hay que echar la culpa a los de fuera.
    Los nacionalismos siempre beneficiaron a unas clases a costa del sacrificio de otras.
    Hay dos frases que definen bien al nacionalismo:
    “El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad”. Albert Einstein.
    "Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad."."
    Arthur Schopenhauer
    Y yo estoy de acuerdo con ambas.
    Pero lo que ya es de chiste, es un socialista-nacionalista, ¿como se llamaban a estos?... espera que piense... ¿nazis?...

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  18. Al final lo he convertido en mi divisa, este aforismo de Cioran: "Un hombre que se precie no tiene patria. La patria es un engrudo". Y despacho con él cualquier atisbo de polémica nacionalidentitaria. Juan Ramón se declaraba "andaluz universal" y el himno andaluz acaba con un brindis por la humanidad. Me siguen pareciendo excesos. Apátrida es mi condición espiritual, aunque sea ciudadano oficial de una parte de Europa. Eso sí, tengo claro que nunca lo sería de una absurda Cataluña independiente: me tendrían que acabar expulsando como a un inmigrante sinn papeles. De hecho,les guste o no a los soberanistas, yo soy el judío de su sueño étnico. Todo esto mirado desde el individuo. Visto desde la colectividad, la irresponsabilidad de azuzar a unos catalanes contra otros es despertar los peores demonios que habitan en las sociedades: una vez despiertos, sólo vuelven a aplacarse tras un baño de sangre, como la experiencia balcánica nos lo ha demostrado. Las palabras suelen ser inocentes, pero no quienes las blanden como armas arrojadizas.

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  19. A veces el escudo y la bandera sirve para dividir a humanos de humanos.

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  20. Empiezo por definirme: federalista de izquierda. Lo cual, en este país, parece argumento de segundo orden en cualquier conversación sobre identidad nacional.

    Toda mi familia es conquense; yo soy el primer no manchego. Y, durante mi infancia, en la Mancha todos se aperreaban en llamarme "el catalán" (o "el polaco"), mientras que, en Barcelona, yo era "el manchego". Afortunadamente, alcanzada la pubertad comprobé cómo ello no declaraba en mí una esquizofrenia. Lo cierto es que yo me sentía lo uno y lo otro, pues uno no es de donde nace sino de donde se siente. Ahora, en esta edad ya casi excesivamente adulta en que me hallo, cada vez me siento más catalán que manchego (sin que ello tenga que ver, externamente, con que, en Cataluña, hayan dejado de llamarme "manchego" y, en cambio, en Cuenca, sigan aperreándose en llamarme "catalán" (lo de "polaco", afortunadamente, parece haberse quedado por el camino). Con todo, a mí, lo que me entusiasma es la idea de un mundo carente de fronteras. Ni que decir tiene que ello es una utopía (acaso "distopía" para muchos). Porque, seamos sinceros, es este un mundo con fronteras y, puestos a ubicarse en él, cada cual opta o bien, sinceramente, por la que más le convence, o bien, perversamente, por la que más le conviene. Aunque, eso sí, no perdamos la esperanza y seamos también un punto optimistas: después de todo, el mismísimo DRAE está a punto de cambiar en su vigésima tercia edición la idea de que las utopías son irrealizables por la de que son de muy difícil realización.

    Por otro lado, te aseguro, Joselu, que resulta más que posible el hecho de "conciliar el ser de izquierdas, catalanista e independentista". Conozco a una mujer, toda ternura e inteligencia, que me besa cada noche y me despierta cada mañana, que tiene perfecta y coherentemente conciliadas esas tres ideas.

    Como en todo, solo cabe saber respetar la opinión de los demás sin pretender imponer la de uno. Las fronteras han sido, son y seguirán siendo modificables. Hace muy poquito que venimos siendo España, pero toda la vida siendo peninsulares. La geografía ofrece mayor solidez que la historia, la cual, por cierto, nos ha enseñado que no todo son yugoslavias; también existen las checoslovaquias (o vete tú a saber si las escocias).

    ¡Viva la República Independiente de mi casa! (y, en esto, aunque soy de puertas abiertas, sí que no transijo).

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  21. Por cierto, ahora que lo pienso, en el sentido que aquí nos ocupa, la política en este país parece una lección de mecánica:

    - Fuerza centrípeta: orientada hacia el centro, necesita ser aplicada sobre los cuerpos (demasiado severamente, en el caso del Gobierno Central).

    - Fuerza centrífuga: es de inercia y se manifiesta en todo cuerpo cuando es obligado a curvarse hacia el centro.

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  22. A mi la definición de esa profesora que comentas, lo siento JOSELU, no sólo no me parece admirable, me asusta. Ese tipo de afirmaciones tajantes de mano, no me dice nada bueno de quien se las pega en la frente.

    No creo que la fe de alguien en lo que sea o los deseos que cada uno tenga respeto de lo que sea, deban llevarse de tarjeta de visita. Con ello únicamente se pretende prevenir, avisar y situar al que se acerca, nada más ¿por qué?

    Creo que sólo por dos razones, avisar que se va a sentir agredido por cualquier manifestación contraria a su manera de pensar o provocar al que sienta distinto a él.

    Justamente por esto no me gusta este tipo de personas.
    Encarna los sentimientos beligerantes y excluyentes de un legítimo sentimiento identitario. Esas dos actitudes son las que más detesto de los nacionalismos y la fundamental causa de todas las discordias que han generado desde le principio de los tiempos.

    Yo vivo fuera de mi tierra, en un territorio donde el nacionalismo se vive, con absoluta normalidad por la mayoría y fanatismo por una minoría. Los primeros tiene todo mi respeto. Los segundos, me dan pena, sin más. Me parece gente cerrada, con mucho más resentimiento hacia los de fuera, que amor a los de dentro. Reaccionaria, déspota y corta de miras.

    Yo siento mis raíces dentro, muy dentro. Amo a mi tierra y me siento muy orgullosa de ser berciana por ejemplo, pero no tengo ninguna necesidad de hondear bandera alguna frente a nadie. Es un sentimiento íntimo y mío, nada más que eso. Si me preguntan e incluso como ahora, sin ser preguntada, si viene a cuento lo digo, de la misma forma que me siento orgullosa de ser española fuera de España y también lo digo, pero hasta ahí.

    La tierra, como la ideología religiosa o política, como cualquier sentimiento que tenga una persona, si se necesita imponer al de enfrente, si se necesita hacer valer por la fuerza, se convierte en algo dañino y por tanto en un peligro.

    En mi tierra, en tiempos, también surgió por algunos la necesidad de reivindicar la identidad del Bierzo, incluso plantear su independencia. Muchos, supongo que como catalanes, vascos y gallegos se han sentido incomprendidos y ninguneados en su hecho diferencial frente a una provincia con la que poco o nada tenemos que ver, pero te aseguro, porque en este caso conocí a quienes defendieron esta postura, que no tenía ni más amor, ni más sentimiento de apego a la tierra que el resto, sólo resentimiento.
    Creo que del resentimiento nunca nace nada que merezca la pena.

    Muchos besos JOSELU y muy feliz día.

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  23. Mi mayor forma de respeto a todas las opiniones expresadas, que leo con suma atención, es no intervenir pareciendo que quisiera convencer a nadie de nada. Creo que mi punto de vista es meridiano y me interesa todo lo que alienta en cuanto a reflexión sobre el sentimiento de identidad y el intercambio de perspectivas en un tono cordial y educado, al margen de la pasión que cada uno ponga en sus afectos u opiniones. Gracias.

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  24. Escribió Gould, Elliot: "Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar." Quizás nuestra verdadera patria sea la adecuación constante al contexto ... Podríamos incluso converger en tu ínsula todo tipo de ensoñadores quiméricos paralelos. Saludos a tod@s -es un placer leerte/os- Mila

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  25. Disculpa per anda muy desanimado con Internet y no visité este post.
    Mi opinión como catalán con un apellido que viene del sigolo XI (lo cual no tiene la más mínima importancia, dicho sea de paso, pero lo digo , ya que pedías colaboración de un indígena es la siguiente :
    Lo importante no es ser independientes sino estar bien gobernados en Cataluña y en España. Lo que no sucede actualmente.
    Declarar independiente una Comunidad que actualmente tiene un 65 % de desciendentes del "país vecino" es como mínimo altamente problemático.
    Supongamos que hemos llegado a la independencia i gobierna CiU: viviríamos en uno de los países más neocon y ultraliberales del mundo, con los pobres o clase media baja cada vez en peor situación.
    Supongamos que gobierna una coalición ERC i IVerds y que se les ocurre depurar todo el amiguismo, el clientelismo, la corrupción, los organismos públicos innecesarios, las prebendas de ser ex-política y limitan los salarios de los "políticos profesionales". Supongamos que deciden seguir a rajatabla las orientaciones de la Sindicatura de Comptes y del Defensor del Poble: quizás seria un estado independiente más o menos habitable pero habría que respetar a todo el mundo y permitir la doble nacionalidad, lo cual en realidad desvirtuaría la independencia.

    De todas formas, si en un referéndum no marcado por marketing político, ni por delirios económicos, el pueblo llano, ese pueblo descendiente en su inmensa mayoría de andaluces, castellanos, gallegos, extremeños, marroquíes, senegaleses, ecuatorianos, bolivianos, chinos, peruanos, colombianos etc, si TODOS ellos lo aprobaran en referéndum, lo aceptaría.
    Ahora bien, si España aprendiera a respetarnos más y nos diera un trato fiscal adecuado, debido al respeto a ese 65 % de población de origen español y al terror qeu me produce aue nos gobernarán los ultraliberales CiU (aunque fuera por alternancia) o de nacionalistas delirantes casí que estaríamos mejor siendo catalanes totalmente respetados que independientes.

    Ahora , repito,si una izquierda regenarara la política, sacara toda la porquería de debajo de las alfombras y aboliera lo privilegios de la política profesional, y el pueblo llano así lo hubiera querido, yo me sentiría a gusto en una Cataluña independiente, no exclusiva y con doble nacionalidad para quien lo quisiera.
    Pero ese escenario no se dará nunca. Ergo, prefiero seguir como estoy con más respeto por parte de PP y PSOE, UpyD, PNV etc por Cataluña y mayor justicia económica con nuestros impuestos. La independencia, con la alta probabilidad de que gobernasen los neocon de CiU , me da demasiado miedo. Bush quedaría a la izquierda de Mas (por cierto Rajoy ya es de izquierdas comparado con Mas)
    Siento no haber leído el post antes. Ando muy negativo con mi blog y casi no visito. Si quieres publicar un post a partir de esta contestación, no hay problemas. Esta contestación plantea muchas preguntas que no suelen publicarse en prensa.
    Por lo que ami respecta, los nacinalismos español y catalán, actualmente, no son más que marketing político para retroalimentarse en votos respectivamente por parte de PP y CiU mientras ellos y todos sus familiares y amigos se colocan en al admimistración o reciben una subvención.
    Lo que hago extensivo al PSC y por desgracia (vistos Mayol , Baltasar y oros colocándose en AGBAR sin el más mínimo rubor y viendo la cantidad de concejales de IVerds y ERC que cobrán más de 5000 euros al mes en el Baix Llobregat-sé nombres y apellidos.
    Antes que ninguna independencia hay que limpiar Cataluña de políticos profesionales y de actuaciones de enriquecimiento.
    Así se pudran todos,porque a Cataluña, la Cataluña del pueblo, de los que nos levantamos cada día para ir atrabajar y subir a nuestros hijos, o de los que no tienen ni siquiera trabajo, no la tienen en consideración.
    ¡Malditos bastardos!

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    1. Gracias, Osselin, agradezco tu intervención profundamente. A veces uno tiene la impresión de que el ejercicio de argumentación parece agotarse. Se dan tantas cosas por supuesto… Esta profesora de izquierdas, catalanista, independentista y del Barça… es un caso prototípico como sería un profesor de derechas, españolista, centralista y del Real Madrid… pero yo no soy eso, y conozco profesoras que hablan un catalán bellísimo de Olot que se sienten españolas y se reconocen votantes del Partido Popular. Tu precisión es altamente interesante porque introduce matices, casuística, incertidumbre sobre lo que se pretende… ¿Una Catalunya gobernada por CIU? ¿Es eso lo que se quiere? Oriol Pujol, Pilar Rahola, Marta Ferrusola… ¿Es ese el proyecto? Pues bueno. ¿Inma Mayol, Joan Saura? Pues bueno. Pienso que el entramado confuso de España que yo tampoco acabo de entender es más estimulante, aunque si yo pudiera, Josep, me haría ciudadano francés o islandés. No me siento a gusto con mi identidad española pero tampoco me sentiría a gusto con una identidad catalana ideológicamente pura. Odio la pureza. Son malditos bastardos, pero yo soy el ejemplar bastardo más prototípico que existe porque no soy de aquí ni de allí. Un abrazo porque tu intervención es matizada, pasional y no fácilmente localizable como el de la profesora que da origen al post. Odio los estereotipos. Nunca seré parte de uno de ellos. Creo. Un abrazo.

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  26. Después de haber leído un escrito tan bueno y haber leído comentarios tan respectuosos, he decido a escribir, aunque me parece que, como dice el autor, "soy del otro lado del río".
    Soy catalana y independentista, pero no lo soy desde hace un año como muchos, para mi no a sido una moda. Estos días que corren no están siendo buenos para nadie, ni Españoles ni Catalanes, todo por culpa de la dictadura financiera que ata, irremediablemente a todo el mundo.
    Me siento catalana y la verdad es que nunca me he sentido española y no es porqué odie a España ni nada parecido, de hecho, adoro la lengua castellana y su riqueza léxica, lengua seguramente más bonita que el catalán y me siento orgullosa de poder dominar algunas lenguas y que una de ellas sea el castellano.

    No elegí sentirme catalana y aunque hay gente que opina que hemos sido catalanizados en las escuelas, me considera una persona con pensamiento crítico y difícil de manipular.

    Pienso, sueño en catalán, me emociono con los castellers y amo mis tradiciones, mis montañas, mi historia, pero lo mío no es fanatismo porque soy consciente de que cataluña no es la mejor tierra del mundo, la más justa, la que tiene los paisajes más bonitos, la de las mejores tradiciones... simplemente es mi tierra, con sus virtudes y defectos, con su mentalidad moderna pero bastante de derechas, con sus corruptos...siento que él expresar con orgullo mi identidad molesta a otras personas, que les enerva que no me emocione ante su bandera...siempre me he sentido diferente y quiero que el mundo sepa que existe un pequeño trozo de tierra lleno de complejidad, mágico y también con sus espinas en el mundo.

    Querría terminar preguntando una cosa al autor. No me gusta contradecirme pero yo me siento catalanista, independentista y de izquierdas... ¿de veras crees que no es posible ser las tres cosas? Te basas en la definición rígida de cada concepto, en lo que representaban en sus inicios o ahora? No es lo mismo el catalanismo de ahora que el de finales del 19 y tampoco es lo mismo el independentismo identitario que el económico... Me interesarían vuestras opiniones al respecto y también sobre lo siguiente:
    - Me siento catalán y español a la vez. La manifestación anticatalanista ha salido a las calles de bcn, estando en su derecho a expresar su voluntad... en teoría eran catalanes... aunque se han unido algunos otros de diversas procedencias y ideologías... sus lemas estaban en castellano...
    La gente que conozco y dice esto saben catalán pero nunca lo hablan y no estan submergidos para nada en la cultura catalana ( no siguen las tradiciones ni van a transmitirlas)... como mucho son del barça aunque esto no tiene porque ir ligado a la identidad... En mi opinión ,esta gente no se siente catalana... solo española... Me interesan vuestras opiniones...ya que, aunque respeto sus puntos de vista, no los comprendo... Gracias y perdón por el discursoooo

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    1. Define ser de izquierdas, porque si ser de izquierdas es pensar en redistribuir la riqueza, es incompatible con los nacionalismos.
      La riqueza se redistribuye de forma vertical, que los más ricos paguen más impuestos para así ayudar a los que menos tienen y también se distribuye de forma horizontal los territorios más ricos ayudan a los más pobres y digo ayudan, no dan limosnas de lo que les sobra. El germen del nacionalismo último que hay en Cataluña, ha sido aquello de que "España nos roba", porque Artur Mas sugiere que el resto de España lastra a Cataluña (cosa que tiene infinitas matizaciones). Para mi solo ha sido una cortina de humo para tapar la mala gestión de los recursos y se le ha ido de las manos. ¿Se prohíbe a alguien en Cataluña expresarse en catalán? ¿se prohíben las tradiciones catalanas? ¿hay alguna restricción a las libertades civiles?.
      Cuando se unen malas condiciones económicas y nacionalismo, el cóctel es extremadamente peligroso.
      Una Cataluña independiente ¿ tendrá listas abiertas? ¿ tendrá otro sistema electoral? ¿que papel tendrá la Iglesia que apoya la independencia? ¿dejara La Caixa de embargar pisos mientras sus ocupantes se quedan sin piso y con deuda?
      Ninguna aclaración sobre el día después, solo banderas sin ideas y nada es más peligroso...
      Sinceramente pienso que ha llegado el momento de hablar de personas, más que de estados. De economía de las familias, más que de economía de los estados.
      Por mi parte si la mitad más uno de los habitantes y ojo que digo habitantes, manifiestan su animo de separarse de mi, no tengo ningún problema, pero creo que perdemos todos y ganan los de siempre.

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