Páginas vistas desde Diciembre de 2005




miércoles, 7 de diciembre de 2011

Rachidia o la tristeza del retorno.


Cada vez es más frecuente que alumnos se ausenten durante el curso para pasar un mes o dos en sus países de origen. La idea pedagógicamente es nefasta y les perturba gravemente en su rendimiento escolar. Es una situación que aparece anunciada en los pasillos como la de alumnos con larga ausencia a los que hay que encargar algunas tareas a realizar.

Este año son varias las chicas de tercero de ESO (quince años) que se  han ido a Marruecos, a Pakistán, a Ecuador... Una de ellas, Fátima, realizó por encargo mío un trabajo que consistía en una crónica de los días pasados en Marruecos, un mes aproximadamente. Es una alumna voluntariosa, alegre y entrañablemente correcta, aunque sus deficiencias lingüísticas todavía son muy acusadas.

Hoy he recibido impresa su crónica de viaje. Se titula "Mi diario de vacaciones". Son  unas diez hojas correctamente presentadas en letra pequeña. Recogen su estancia del mes de noviembre en Rachidia, una región al sur del Atlas Medio y al norte del desierto del Sahara. Está en el Marruecos profundo y pertenece a una zona bereber donde se habla el Tamazigh además del oficial árabe.

En su crónica se van deslizando los días que comienzan con la celebración de la fiesta del Cordero, probablemente la más importante del calendario musulmán. En estos días, Fátima comparte con su familia las celebraciones, los rezos, la matanza del cordero, ir a buscar hierba para los animales, ordeñar a las vacas, estancias en casa de sus abuelos maternos y paternos, una boda que dura cuatro días pasando por los distintos ritos en casa de la novia y en casa del novio...Todo acompañado por música que tocan músicos populares. Otra de las ceremonias en que participa es el de pintado de la henna en sus manos.

En el texto, lleno de incorrecciones, de Fátima, se adivinan aunque no son expresos, sus profundos sentimientos hacia su tierra entre el desierto y las montañas y las emociones que le suscitan el saberse formando parte de una gran familia con tíos, abuelos y primos con los que se mantiene una intensa relación desde la distancia. Destacan las vivencias en un medio rural en contacto con los animales a los que se mata, se ordeña o se da de comer... Es la ligazón con la tierra, con las costumbres, con la propia cultura que da un quiebro fundamental cuando llega a la ciudad dormitorio donde vive y se sitúa el instituto, una ciudad fea e inarmónica que carece de la belleza del desierto y de la unidad de saberse formando parte de algo.

Entre los días de estancia en Marruecos destaca uno, el 24 de noviembre. Titula ese día Un día triste, pues es el que su padre le comunica que en una semana volverán a España. Ese mismo día yo le había sugerido que se conectara a internet para hacer un examen on line sobre una lectura que habíamos hecho. Durante la clase estuvimos atentos a ver si Fátima se conectaba, pero no sabíamos que estaba en otras circunstancias muy distintas y que le llevaron a calificar ese día de triste.

Acaba su relato el 29 de noviembre diciendo: Hoy ya llega casi el día que tenemos que volver a España. ¡Qué mala suerte volver otra vez a estudiar y todo!

Subrayo ese "y todo", que queda vibrando.

Hay que decir que Fátima es una alumna extraordinariamente positiva, trabajadora, optimista y sumamente respetuosa con los profesores. En esta crónica de un mes se revelan muchas cosas, ninguna trascendental se me podrá decir. Fátima es una adolescente normal que prefiere otras cosas a estudiar, que sufre el desgarro de haber abandonado su tierra y su cultura, a su familia extensa... pero que sigue profundamente ligada a otra forma de ver el mundo difícilmente asimilable a la que le ofrecemos aquí donde, por contrapartida,  tiene el acceso a una educación a la que no tendría probablemente en su país, y otras oportunidades que le ayudan a abrir la mente a realidades más amplias y complejas. Quizás mitifica su país y su región de Rachidía en que todavía las cosas saben a pan recién hecho y se ordeña a las vacas y a las cabras o se hacen tatuajes con henna, y tal vez, como decíamos en un post reciente,  se intuye todavía la magia en un modo de vida más humano.

Su relato es objetivista. Se limita a describir día por día lo que ha sucedido en ese mes de estancia en Marruecos. No detalla sentimientos salvo uno, el de la profunda tristeza ante la vuelta. Los demás están en el subtexto que he rastreado para hacer este apunte aquí. Me pregunto por qué Fátima no ha dejado traslucir ningún sentimiento expresamente en su texto excepto ese que ya he citado. Quizás era el mensaje lleno de hondura y delicadeza que me quería hacer llegar.

Aquí os lo dejo.


35 comentarios :

  1. Esa es nuestra escuela, Joselu, con los avatares de jóvenes a los que no les vale aquello de "estudia para ser alguien". Son chicos y chicas que, en el mejor de los casos, aceptan la escolarización como un mal menor, como un trámite más en sus vidas familiares ("maestro, yo vengo para que los servicios sociales dejen tranquila a mi familia"). En mis grupos ahora se marcha uno a América casi un mes; otros desaparecen durante periodos indeterminados. Una chica gitana vino los primeros días y preparó una redacción sobre lo que había hecho el verano: en ella contaba que hacía un año que la habían pedido y que este verano celebró la fiesta de pedida, un acontecimiento por todo lo alto, muy "étnico" que diríamos. Su redacción la tenemos nosotros, pues ya no ha vuelto. Tiene 15 años y empezaba 2º de ESO.

    ResponderEliminar
  2. El hijo de emigrante suele estar sujeto a dos mitos: el mito de la maleta y el mito de las vacaciones.

    El mito de la maleta consiste en esa maleta siempre dispuesta para la vuelta definitiva pero, que tras vveinte o treinta años sigue en el mismo lugar del desván o del trastero. Sin abrir y sin moverse del rincón.

    Simboliza el deseo imposible del retorno.

    El mito de las vacacaciones se produce cuando "la tierra" sólo se visita en vacaciones. "La tierra" es entonces el edén virginal, repleto de virtudes, de familiaridad, de amigos , de novias, de música , de perfumes, de aire cálido y hasta el sol brilla con más fuerza y hermosura.

    Cualquier catalán de unos 40 o 50 años hijo de emigrantes, especialmente andaluces, ha sentido lo mismo que Fatem.

    Algunos de ellos tomaron por fin la maleta, vendieron el piso, recogieron la indemnización de la empresa y volvieron. destruido el mito de la maleta y de las vacaciones el encanto desapareció y muchos de ellos volvieron a Cataluña.

    ¿Quiero ello decir que se está mejor en Cataluña? No.

    ¿Quiere ello decir que se está mejor en Andalucía? Depende.

    Volvamos al caso de Fatem.¿Dónde habría sido más feliz? ¿Viviendo su infancia en Marruecos o en un grisáceo barrio dormitorio del Baix Llobregat?

    ¿Merece la pena un piso estrecho y un Mercedes de Tercera mano? ¿La tele de pantalla plana y el ordenador? ¿Tirar de becas y subvenciones para todo? ¿Ser mirado pro encima del hombro?

    ¿Merece la pena?

    Yo tuve una infancia muy pobre pero habría sido más. infeliz en Alemania.

    Dependerá de cada caso pero por lo que cuentas de Fatem, con toda la buena voluntad del mundo,es posible que su familia le haya perjudicado más que beneficiado. Y ella lo sabe, y lo soporta estoicamente, como corresponde a una buena hija bereber. Y sigue envuelta en esa grisalla permanente que es el Baix Llobregat mientras sueña con la exuberancia del Atlas y un paseo en borriquillo, por la mañanita fresca y la indolencia de quien sabe que "La prisa mata, paisa".

    ResponderEliminar
  3. Esta vez me has emocionado. Y ante el relato que nos haces sobre la ausencia de Fátima sólo puedo hacerme una pregunta: ¿Engañamos a alguien cuando hablamos de las "oportunidades" del primer mundo? ¿Tienen nuestros civilizados hijos algo tan de verdad como esa tribu y ese desierto que describes?
    No sé, creo que en algún momento del camino nos equivocamos de ruta y desde entonces lo que hacemos es justificar que el error fue para bien.
    ¿Realmente Fátima, y todas las Fátimas, ganan al venir?
    Y me gustan los avances tecnológicos, las comodidades y el mundo 2.0. pero....

    ResponderEliminar
  4. Tu entrada, Joselu, me hace pensar en lo soberbios que somos en el llamado Primer Mundo. Creemos que nuestra concepción de educación es la única que salvará a la humanidad de la ignorancia, la miseria y la infelicidad, sin pararnos a pensar que hay otras concepciones vitales más allá del ombligo de Occidente. Ordeñar una vaca puede ser una experiencia más enriquecedora que leer las vivencias de un caballero medieval con el que no sentimos la más mínima afinidad ¿Por qué no? Tendemos a juzgar las acciones de los demás desde nuestra superioridad: ¿por qué nos parece tan horrible que una adolescente gitana se case con 15 años? ¿tantos años de enseñanza gratuita, de facilidades para el estudio, de educación obligatoria hasta los 16 años, han llenado las calles de humanistas tolerantes, trabajadores, inquietos y felices? El mundo tiende, inevitablemente, hacia la multiculturalidad, y mejor haríamos en querer aprender que a pretender enseñar. El relato de la placidez de los días que ha pasado Fátima en su tierra me recuerda a Alberto Caeiro. Él debe estar burlándose, en algún lugar de su inexistencia, de la prepotencia del Primer Mundo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Igual que a Lola, también me ha conmovido tu relato. Te felicito. No me sorprende que Fátima se sienta triste por tener que volver a una tierra que no es la suya. Nada ata tanto como la familia y la tierra, aumque ésta sea la más humilde del mimdo. El desarraigo puede afectar mucho. Los que lo hemos sufrido, lo sabemos.

    ResponderEliminar
  6. Joselu, tengo un alumno de origen marroquí que me da muchos problemas, sin ser especialmente malo, por su relación con los demás, cómo le tratan y cómo se porta él. Sus padres quieren vivir aquí para dar un futuro mejor a sus hijos que el que les esperaría en Marruecos, algo muy loable, pero lo cierto es que él es feliz allí cuando va en vacaciones, se le ilumina la mirada cuando habla de ello y dice claramente que quiere estar allí y no aquí. La verdad es que le comprendo, yo me siento una desarraigada porque no tengo un pueblo o una casa familiar a la que volver y envidio a quienes tienen claras sus raíces y un sitio físico al que ir alguna vez. Son muchos los que están aquí siendo de otro sitio, y muchos los que deben irse para intentar vivir mejor. Acabo de ver en la televisión un reportaje sobre los jóvenes ingenieros que se labran un futuro en Alemania porque aquí sólo podían quitar grapas, por ejemplo, cobrando una miseria, claro. Miles y miles de casos de gente fuera de su lugar de origen y un denominador común, salvo excepciones: la tristeza por la lejanía, por la ausencia. El mundo es cada vez más pequeño, pero, es mejor? ¿Más justo? ¿Más solidario? ¿Más humano? Creo que no. Tus alumnos, como otros míos, están aquí no por decisión propia sino por razones familiares, forzadas, a su vez, por la economía. Por eso les cuesta tanto encontrar su lugar, sentirse a gusto, comprendidos, apoyados. Les forzamos a integrarse en un sistema que les resulta lejano y diferente. Nosotros defendemos lo nuestro, nuestros valores y tradiciones, dándolos por válidos sin más, sin admitir ninguna discusión, y criticamos sin piedad a los diferentes, a los que ven la vida de otra manera. Alguno saltará diciendo que a ver si ahora vamos a tolerar la ablación, por ejemplo, y es que ¿dónde está el límite? ¿Dónde acaba lo razonable y empieza la sinrazón? ¿En las bodas a los quince años, como apunta Hortensia? Ya hablamos de esto con motivo de un reciente post tuyo. Y otros dirán que se vayan por donde vinieron, que nadie les ha llamado, que nos roban el pan y la sal, que por su culpa crece el déficit sanitario y otras barbaridades. Pero ahí estan,con el corazón en un sitio y el ¿futuro? en otro. ¿Y cómo estamos nosotros?
    Un fuerte abrazo, colega. Mucha fuerza en esta recta final llena de reuniones y burocracia antes de las vacaciones.

    ResponderEliminar
  7. Éste post me ha recordado a un chico con el que me crucé un día por la calle en Barcelona. No recuerdo de lo que estaba hablando con una amiga, que al pasar por nuestro lado, nos dijo: "No sé para qué queréis tantas cosas en el primer mundo, si nunca os parece suficiente y no veo a nadie sonreír..."

    Puede que Fátima piense algo así...

    ResponderEliminar
  8. Antonio, tomo tu idea de que nosotros los preparamos para ser alguien, lo que en un contexto como el que estamos es muy improbable. Me pregunto por el destino de algunas joyas humanas como Fátima y me estremezco. Estos años, no obstante, en la ciudad dormitorio, entreverados con las estancias en Marruecos, probablemente sean lo mejor que ellas vayan a disfrutar. No sé quizás sea mi visión llena de soberbia occidental.

    Osselin, Fátima tiene una gran capacidad de adaptación. Creo que vive muy intensamente todas sus circunstancias. Aquí tiene amigas bereberes, y puede continuar sus costumbres aunque sea en esa grisalla del Baix Llobregat. Temo que su vida quede sesgada en su potencialidad extraordinaria precisamente por esas costumbres que la llevan a ser casada muy tempranamente, y que su vida pierda esos matices maravillosos que tienen en su delicadeza y profundidad su núcleo más íntimo. Ese mundo maravilloso que ella mitifica es probablemente el que la subsumirá en un papel subordinado y terminará encerrada entre cuatro paredes y conversando con otros mujeres. Entonces recordarán con añoranza los años libres y abiertos de la enseñanza en un IES.

    ResponderEliminar
  9. Lola, la respuesta es difícil. No me cabe duda de que la infancia es infinitamente más rica en un país como Marruecos, y más en ese Rachidía entre las montañas y el desierto. La adolescencia también es probablemente más rica y armónica allí. No obstante, me gustaría saber qué impresión tienen las adolescentes que se han quedado en Rachidia, las primas de Fátima que no han emigrado. Tal vez envidien las posibilidades de ella, su ordenador, su mp3, sus pantallas planas... Parece que en la vida, de una forma u otra añoramos lo que no tenemos. Me gustaría pensar que el desgarro profundo que siente Fátima será compensado con unas perspectivas de vida mejores por aquí, pero lo dudo. Mis alumnas bereberes desaparecen del instituto cuando cumplen los dieciséis años. Muy pocas cursan bachillerato. Luego no vuelvo a saber de ellas. No sé qué es de su vida. A veces me pregunto si algunas de ellas no serán aquellas mujeres con un gran velo que llevan a varios niños acompañándolas y que ya no pueden hablar con un hombre.

    ResponderEliminar
  10. Vai alta no céu a lua da Primavera
    Penso em ti e dentro de mim estou completo.
    Corre pelos vagos campos até mim uma brisa ligeira.
    Penso em ti, murmuro o teu nome; e não sou eu: sou feliz.

    Amanhã virás, andarás comigo a colher flores pelo campo,
    E eu andarei contigo pelos campos ver-te colher flores.
    Eu já te vejo amanhã a colher flores comigo pelos campos,
    Pois quando vieres amanhã e andares comigo no campo a colher flores,
    Isso será uma alegria e uma verdade para mim.

    Alberto Caeiro, Vai Alta no Céu.

    ;-) Saludos.

    ResponderEliminar
  11. Luis Antonio. tienes razón en que la tierra por más humilde que sea tiene algo que nos arraiga, que nos magnetiza. Quiero pensarlo así. Los paisajes de mi niñez son puramente imaginarios. Ya no puedo retornar a ellos. Fátima ha hecho en pleno curso un viaje a los paisajes llenos de magia de Rachidia, la que no tiene su vivir cotidiano en la ciudad cúbica y destartalada del Baix Llobregat. Tal vez si viviera en Rachidia y su existencia estuviera limitada por las circunstancias que allí existen, dejarían de estar tejidas por la nostalgia sus visiones que ahora tienen la categoría de protomaravillosas. Y es que lo único que conforma nuestra visión mágica de la vida son los sueños en que nos sumergimos en la noche o en periodo de vigilia.

    ResponderEliminar
  12. Pues estas vacaciones de tu alumna me han parecido unas vacaciones al uso de alguien que ha dejado su país, vacaciones disfrutadas, vividas, esperadas y con pena por el abandono de las mismas. Ella todavía no tiene la conciencia de futuro. Los adolescentes viven el aquí y el ahora. No saben lo que es la salud ni el trabajo, ni la precariedad. Subsisten a lo que les venga.

    Lo malo es cuando se van, más jovencitas, a esa vacaciones horrorosas para que les practiquen la ablación. Eso sí que es injusto y macabro. Y todavía en el año 2011se están realizando y desde aquí poco podemos hacer, salvo dar parte a los centros de salud de la ciudad.

    Un beso,

    ResponderEliminar
  13. ¿La circunstancia del viaje es pedagógicamente nefasta?
    Lo que no comprendo es que veinticinco o treinta horas semanales vividas entre compañeros de tu misma edad, con algunos adultos dedicados a enseñarte sean un suplicio y un aburrimiento además. ¿Qué impide llenar de alegría, de estímulo, de interés esas horas? Creo que si nosotros dispusiéramos ahora de ellas estaríamos deseando acudir a ese lugar; claro, no toleraríamos que nos tomaran el pelo, seguramente gestionaríamos más autónomamente nuestro aprendizaje. No sé por qué ese elemento extraño en el grupo, el profesor, debe llevar la carga y el privilegio de la dirección absoluta. El relato de "Fátima" (sé que te gusta utilizar nombres supuestos) no arroja tanta luz sobre su patria como sobre nuestra sociedad y nuestra escuela. ¿Cómo la sacaremos de la cárcel?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Magnífico artículo Joselu. Y me emociona todavía más conocer cómo un gran profesional como tú se preocupa y ocupa de seguir educando a sus alumnos a pesar de no tenerlos entre las cuatro paredes del aula. Y aunque sabemos que no son buenos tiempos para la épica, eres mi héroe ;)) Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. Yolanda, el futuro en un lado, y el corazón en otro. Este es el conflicto fundamental. Estos muchachos, como el alumno al que haces referencia, sin duda hubieran sido más felices de poder seguir en Marruecos, pero cuando hubieran llegado a los dieciséis o dieciocho años hubieran soñado con emigrar como hace toda la juventud marroquí, en especial los varones. Es un dilema sangrante cuando la tierra que es la tuya no te permite un futuro con esperanza, aunque ahora es bastante discutible que nuestro mundo ahora les ofrezca mejores perspectivas laborales y profesionales sabiendo que hay más de un cuarenta por ciento de paro entre el sector más joven. Las esperanzas que depositaron hace años emigrando a España o a otros países europeos ahora tienen que estar en profunda crisis, aunque la vuelta a casa ofrece todavía menos soluciones porque habría que asumir el fracaso y el retorno, la carencia de perspectivas allí y el problema de que cuando se pasan unos años aquí, es el caso de nuestros alumnos, ya no se es totalmente de allí. Se les han abierto ventanas que no hubieran visto si hubieran seguido en Marruecos. La cuestión es saber que para qué. Pienso en mis alumnos concretos y siento una inquietud que me conmueve.

    ResponderEliminar
  16. Meike, hay una leyenda extendida y es el de que las niñas musulmanas son sumisas, que aceptan pasivamente su lugar en el mundo, y que viven en un mundo que les hace serias y sombrías, tal vez por ser excesivamente responsables. Yo, en cambio, las veo risueñas, alegres y tan charlatanas o más que cualquier nacional. Yo me siento muy cómodo con ellos. Me gusta su mundo y su sistema de valores a medida que lo voy conociendo más. Entiendo -o procuro entender- sus contradicciones y conflictos. Pero en el fondo de lo que dices es cierto. Tenemos demasiadas cosas, somos dependientes de lo que poseemos. No habría mayor regalo a cualquier adolescentes que hacerle vivir un año en un medio rural con otros adolescentes y adultos, viviendo tradiciones, haciendo caminatas, estando junto al fuego, cantando canciones al ritmo de las guitarras… y sin tecnología. Seguramente reirían más. Nuestra enfermedad difícilmente curable es el exceso. Su tratamiento es difícil.

    ResponderEliminar
  17. Mar, yo no tengo alumnas de África subsahariana donde puede haber estas costumbres relativas a la ablación. Creo que esto corresponde a países como Nigeria, Malí, Níger, Burkina Fasso… Mis alumnos son marroquíes, latinos y algún paquistaní y allí no se practica. No obstante, no es bueno contemplar la realidad africana solo con tintes críticos o negativos. La riqueza que tienen estos países es muy grande, riqueza cultural, anímica, espiritual, filosófica… y tal vez el más valioso de todos es la risa. Me duele África, víctima de sus propios errores y de los nuestros.

    ResponderEliminar
  18. Animal de fondo, me siento orgulloso de pertenecer a una escuela pública donde se realizan proyectos de apertura social, humana y pedagógica extraordinarios. Yo, al menos, siento el privilegio de intentar llenar de densidad estas horas que pasan dentro del aula. No es fácil. Tiendes a ver negativamente todo lo que existe en nuestro país. Hay muchas cosas positivas, y te aseguro que en muchos profesores hay verdaderas ganas e ilusión para hacer apasionantes esas horas que pasan los muchachos dentro de esas cuatro paredes que no son solo una cárcel. Y Fátima (realmente como dices nombre ficticio) es una alumna extraordinariamente positiva y bien relacionada con sus compañeros por su humanidad y generosidad. Disfruto mucho con ellos aunque a veces uno tenga que reclamar más trabajo y constancia. Pero eso es bueno. Es bueno que alguien nos venga a decir que hemos de sacar lo mejor de nosotros mismos. Y sí, busco que las clases sean apasionantes.

    Msn, no hay héroes y sí muchas veces profes que intentan todo para lograr llegar a estos chavales. Este trabajo funcionó con Fátima, pero no lo hizo con una niña pakistaní que se había comprometido a enviar crónicas de su país en su estancia en Pakistán. No siempre se obtienen buenos resultados. Gracias por tus generosas palabras. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Joselu, lamento mucho tener esa visión negativa de la España actual. Claro que hay espléndidos profesores y magníficas personas en ella.
    Ya sabía yo que no iba a tener nada positivo que aportar en este post cuando lo leí; por eso no lo comenté. Sin embargo, al leer tu mensaje en twitter me he forzado a comentar. Lo siento.

    ResponderEliminar
  20. He de reconocer que desconocía esta circunstancia. Sí conocía los casos de hijos de inmigrantes que cambiaban varias veces de colegio en un mismo curso, pero este caso del que parte tu entrada, no. Y da qué pensar: solo lo puede solucionar un sistema de educación pública que esté suficientemente financiado.
    O un profesor con tanta vocación como la tuya, aunque no esté suficientemente financiado, lamentablemente.

    ResponderEliminar
  21. Animal de fondo, aprecio y mucho tus comentarios pero es normal que entremos en dialéctica amable de ideas. Tus puntos de vista no son habituales e iluminan aspectos no pensados de la realidad. No tienes nada que sentir. Siempre eres bien venido.

    Pedro Ojeda, no sé de qué manera una mejor financiación podría cambiar esta tendencia de irse a mitad de curso a algunos alumnos a sus países de origen. En cuanto a nuestra financiación, corramos un tupido velo. Hay quienes piensan que puesto que ya trabajamos en lo que nos gusta, ya estamos bien pagados con ello.

    ResponderEliminar
  22. "Nada ata tanto como la tierra y la familia", escribe Luis Antonio. Y entiendo que en ciertas personas eso sea así y casi que no pueda ser de otra manera. Soy de la opinión contraria, es decir, hay que liberarse de la tierra y de la familia para poder construirse como persona. Se trata de vínculos atávicos que, la mayoría de las veces, no siempre, está claro, suponen un freno para el desarrollo personal. Asumir la responsabilidad de uno mismo sin red te aleja de la tentación de Peter Pan y te mete de hoz y coz en la adultez. Son carga muy pesada abas realidades. "No de donde se nace, sino de donde se pace", dice el dicho. Y "el casado casa quiere". Ambos indican bien a las claras que el desarraigo y la quiebra de los lazos (¿cadenas?) familiares contribuyen no poco a la creación de esa individualidad desde la que podemos hablar de tú a tú a los demás.
    Lamento que las morriñas no me emocionen ni que la unión familiar me enternezca, pero esos conceptos, tierra (nacionalismo) y familia (autoritarismo) me son antipáticos.

    ResponderEliminar
  23. Juan Poz, ¿qué decir si en el fondo estamos de acuerdo en que la tierra y la familia son lazos que no nos son sentidos? Sin embargo, me planteo la vida de Fátima enraizada en la tierra y en sus vínculos familiares y no deja de serme interesante. Mi desarraigo no pienso que sea modelo para nadie. Tal vez, Fátima para forjarse una personalidad propia debería renunciar a patria, familia y religión como Ayam Hirsi Alí, la intelectual somalí que ahora reside en Estados Unidos. Dejo la cuestión aquí porque no pienso que yo deba anhelar nada semejante solo porque mi familia y mi patria y mi religión no hayan sido elementos decisorios en mi vida. Hay tantas cosas que yo no entiendo que prefiero solo observar, describir, exponer y que los comentaristas unan su punto de vista para iluminar la realidad compleja y poliédrica.

    ResponderEliminar
  24. Siempre recuerdo que cuando estaba interna de pequeña en Madrid y llegaban las vacaciones, mis padres venian en el coche a buscarnos y, cuando despues de cinco o seis horas llegábamos a las puertas de Alicante yo, al ver el castillo de lejos ya olía el mar y me ponía a llorar de la emoción de estar otra vez en mi tierra. Eso y mucho más será lo que sienta Fátima al oler Rachidía.

    ResponderEliminar
  25. Aunque opino como Poz, que la oveja es de donde pace y no de donde nace, no comparto su ruptura con lo atávico, seguramente porque yo sigo de alguna forma atado a la tierra y entiendo perfectamente ese sentimiento de Fátima.
    Ese sentir la tierra, sentir su pulso, sentirse arropado por los tuyos, sentirte parte no ya de una familia, si no de una comunidad, compartir con todos y cada uno de ellos.
    No sé, quizás sea un romántico empedernido y por eso me sigue gustando más el olor de la tierra, el olor de la jara y el tomillo el olor de la parva que los olores de la ciudad.

    ResponderEliminar
  26. Me ha parecido una historia triste. Humana y triste. Me ha parecido una historia de alguien que no está donde debería (o quisiera) estar. Y esto produce desazón e inquietud. Yo lo he pensado muchas veces. En mis clases no hay demasiada gente foránea. Pero en los pocos que hay leo esa falta de arraigo que tú narras en el post.
    Nada que hacer por nuestra parte. Yo también estaría triste, Joselu.
    Me ha encantado la historia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  27. Joselu, por tu respuesta veo que no me he explicado bien.

    Yo no digo que sea mejor la vida en el Atlas que en el Baix Llobregat.

    Lamentablmente para una mujer árabe de clase baja no hay lugar bueno en el mundo ya que va ser siempre una hombredependiente sin libertades y, en según que países, como me dijo un paquistaní sin ruborizarse lo más mínimo, va a contar poco más que una cabra. Es triste pero es así.

    Hay contextos y contextos.

    POr ejemplo, cuando yo era pequeño, cuando un marido pegaba a su mujer el comentario (monstruoso) que más se oía en mi vecindad (un barrio pobre e inculto) era : "Algo habrá hecho". Así como suena. La policía ni iba y la sanción al marido según el código civil era exactamente de cuatro meses a dos años y medio de cárcel si el marido no argumentaba provocación (sin necesidad de demostración) por parte de la esposa ,en cuyo caso se le cobraban las costas del juicio a la esposa. Hablamos de Cataluña hece sólo 45 años.

    Ese mismo hecho en la Suecia de ese mismo año (1965) habría conllevado prisión inmediata.

    Cuando a mi me pegaban los curas de mi colegio el comentario era : "la letra con sangre entra". Otra monstruosidad que hoy en día significaría pérdida de la condición de funcionario y cárcel más indeminización a la familia.

    Cuando en la Barcelona de los años 60 la esposa tenía la obligación legal de pedir permiso al marido para obtener el carnet de conducir o para abir una cuenta corriente o para comprar un piso nadie se escandalizaba pero si esa mujer estuviera en Suiza habría sido profundamente infeliz.


    Parece que la sociedad árabe de clase baja está en la España de 1960 pero viviendo en Suiza o España. He ahí el problema.

    Sé que es muy bestia exponerlo así pero, puestas a estar sometidas y anuladas más vale estarlo en la sociedad donde ello es "normal" y les afectará prácticamente nada,que no conocer otro tipo de sociedad y de trato y sin embargo volver a lo primitivo en cuanto se tiene edad de casarse. Todo sabemos ir de menos a más . De más a menos. ¿Quién puede? Yo no. Puede que Fatima tampoco.

    Creo que aún no me he explicado bien. Lo siento.

    Si he sido muy animal, dísculpame.

    ResponderEliminar
  28. Verás, JOSELU,
    como supongo ya te habrás dado cuenta por otros comentarios que te he dejado sobre lo que tú percibes de las niñas marroquís que conoces y la que yo conozco es absolutamente diferente. Supongo que como en todo, cada persona es un mundo y aun cuando las realidades que viven las personas sean semejantes, su manera de sentirlas, percibirlas y trasmitirlas es muy diferente. A tu FÁTIMA le entristece volver a España a “estudiar y todo...” a “mi” AMINNA la aterroriza volver a Marruecos...¿te das cuenta? es una niña como te he comentado que casi ya es parte de mi familia, porque casi siempre está en mi casa...por eso creo conocerla desde muy cerca.

    Sinceramente JOSELU creo que tienes en clase a muchas Rosalías de Castro marroquíes :-) que te trasmiten una idea demasiado idealizada su vida allí. Es seguro que por carácter, sentimiento o costumbre se hayan adaptan a ella y salir de ella les sea doloroso, pero estoy segurísima que el 99% de nuestras hijas si la vivieran, no serían felices JOSELU, de eso estoy segura y te voy a decir por qué.

    No conozco in situ la realidad de Marruecos, pero conozco bastante bien la realidad que se vive en países como República Dominicana, Cuba o Brasil, que por cierto es bastante menos opresiva que la de Marruecos para las niñas. Todas absolutamente todas las personas que conozco de estos países, se mueren por volver, los añoran desde lo más hondo y cuando ves como es su vida allí, se te cae el alma a los pies, JOSELU. Esa es la sensación que yo he tenido y lo que he sentido al compartirla con ellos, precisamente porque yo no pertenezco a ese mundo. Como ellos no pertenecen al nuestro, obviamente tienen unos valores, un calor y cercanía que nos es absolutamente desconocida en general aquí, pero sentir calor entre miseria, entre muchísimo dolor al rededor y que no te afecte, al menos para mi es imposible... es probable que tus alumnas vean como normal esa realidad, pero insisto, para nosotros, al menos para mi, no lo es...

    Suena precioso el relato de esa fiesta del cordero, pero... si te cuenta que las mujeres están a un lado, que sólo hablan entre ellas y cuando se les permite, que nadie o casi nadie tiene en cuenta lo que siente, lo que necesitan o lo que de verdad quieren. Que sus vidas están teledirigidas desde que nacen, en fin, toda la parte oscura de su vida... su historia, ya no es tan maravillosa y toda esa magia que intuyes... desaparece en el acto. Te pongo un ejemplo extremo para que me comprendas, un niño que vive en una ambiente en el que el maltrato es constante, deja de percibirlo como tal, porque se acostumbra a él.

    Por eso te digo que tus alumnas son Rosalías de Castro, ella también trasmitía en sus poemas el dibujo de una Galicia que sentía dentro, pero que en casi nada se parecía a la que vivían y sentían realmente en su día a día los que habitaban en ella... se siente, cuando te alejas... por eso, se añora, como ocurre con los recuerdos... el tiempo y la distancia los idealiza, sólo eso.

    Creo que ves sus caras risueñas, que no lo dudo lo serán, lo que no sé si te muestran es su alma ( es una manera de hablar:-) yo esa... sigo diciendo que se la veo triste...el alma que yo conozco al menos es así...como la de los niños maltratados...

    No sé, es mi opinión, sólo eso... naturalmente.

    Un beso muy grande y feliz finde

    ResponderEliminar
  29. Lola, yo nunca he tenido esa sensación de volver a algo mí que fuera mi tierra. Sólo en mi memoria hay algunos paisajes de mi infancia en un barrio y unas circunstancias que no fueron muy felices y que además ya no existen de ningún modo. No hay forma de volver allí, salvo mediante la escritura. Algunas veces lo intento.

    Malo, Juan Poz y yo compartimos una misma sensación de desarraigo. Supongo que eso no tiene solución, e implica que las cosas se ven desde ese punto de vista para siempre.

    Miguel, para mí es un prodigio estar cerca de estos muchachos marroquíes. Es una oportunidad de aprender y abrirme a otras coordenadas humanas, sociales y vitales. Tengo la impresión de estar aprendiendo mucho. Saludos.

    ResponderEliminar
  30. Osselin, a veces (con frecuencia) me planteo la realidad de estas muchachas a las que no vuelvo a ver cuando salen del instituto. Educadas en centros abiertos, igualitarios, democráticos (aun con todos sus problemas), permeabilizadas a la cultura occidental. Hay una muchacha que es aficionada al rap, a los libros de la Stephanie Meyer y muestra opiniones abiertamente rebeldes. Me pregunto qué será de ella, si no le estaremos haciendo daño abriéndole como cultura los ojos cuando ella tiene probablemente destinada otra realidad que todos imaginamos. Entiendo lo que quieres decir, ahora mejor. Es mejor tal vez vivir encerrados en la caverna y no ver la realidad que salir y verla y a continuación volver al interior de la caverna. Es mucho más cruel. Supongo que eso es lo que querías decir. Si lo pienso, me estremezco. Siento un gran afecto por estas muchachas y muchachos y quiero conocer sus conflictos y sueños. Tu planteamiento es terrible, pero me temo que muy cierto. Gracias por la aclaración.

    ResponderEliminar
  31. María, no sé qué decirte, después de responder anteriormente a Osselin. Creo que ahí va el núcleo de mi respuesta a lo que dices. Intuyo en alguna de estas muchacha auténtica rebeldía adolescente en el sentido más puro occidental. Me pregunto, como decía antes, qué será de ella. El año pasado tenía una alumna en segundo de bachillerato cuyo padre decidió que se la llevaba a Bélgica a mitad de curso. Eso implicó el abandono del bachillerato y el traslado a un país cuya lengua desconocía con la consecuente pérdida de cualquier ocasión de promocionar en los estudios. Esta alumna luego me escribió lamentando sentidamente su situación debida a la autoridad del padre y la necesaria sumisión de la hija como buena musulmana. Supongo que para el padre sería irrelevante que su hija fuera a promocionar en unos estudios de bachillerato a los que muy pocos marroquíes llegan y menos siendo mujeres.

    No sigo porque me pongo triste.

    Besos.

    ResponderEliminar
  32. Hola, Joselu. Fantástico artículo, como siempre. Soy orientadora en un instituto y a diario enjugo las lágrimas de tantas Rachidias, en mi despacho.... Intento darles consuelo con palabras que, en el fondo, a veces no me creo. A Rachidia le cuesta tanto volver porque está allí de vacaciones y ese es un período de tiempo "sublimado". No sé si me explico, si en alguna ocasión se quedara allí definitivamente, creo que con el tiempo, echaría de menos esto.... o al menos aquello no le parecería tan ideal. Creo que es la distancia la que hace idealizar la tierra que queda atrás, el desarraigo es como la memoria, selecciona y hace que prevalezca lo positivo, aumentándolo. Yo soy hija de emigrantes que marcharon a Cataluña. Allí me pasé 18 años añorando Salamanca y ahora llevo 30 añorando Cataluña. Así son las cosas. Creo.

    ResponderEliminar
  33. Gracias Joselu,

    Es que lo que viven estas niñas es realmente muy fuerte. Tan fuerte que nadie se atreve a escribirlo en un blog o en comentario.
    Salvo gente como tu y yo.

    En mi caso con 27 años vividos en un pueblo ya con tercera generación de emigrantes marroquíes y un año viviendo en Ceuta. El primero de España y de Barcelonal área obrera de Barcelona en emigración masiva marroquí en los años 70.

    ResponderEliminar
  34. Pilar S., gracias por tu comentario. Siento una gran ligazón con estas muchachas marroquíes o pakistaníes. Tienen algo que no tienen los muchachos de por aquí. Son adolescentes también, pero expuestas a un fondo cultural muy distinto que las hace singulares. A diferencia de los adolescentes hispanos que piensan que su futuro está abierto, ellas saben o intuyen que muy pronto serán objeto de un trato familiar que las llevará a casarse con alguien de la familia con amor o sin amor. Tienen quince años. Muy pocas siguen estudiando después de la ESO. Me pregunto siempre qué será de sus vidas. Estos años para ellas son más ricos de lo que piensan. Es el único periodo en que disfrutarán de un ambiente abierto e igualitario. Entiendo la idealización de Fátima de su pueblo en Marruecos. La mayoría de las marroquíes que tengo en clase preferirían vivir en Marruecos. El desarraigo es muy grande aunque aquí también tienen sus amigas y sus vínculos familiares que les llevan a celebrar sus festividades.

    Para mí la atmósfera entre muchachos marroquíes es más rica y sana que la que encuentro entre nativos. No todos son iguales, claro está, pero hay algo que me hace sentirme próximo a ellos, y por ello siento su situación. Hoy venía una noticia terrible de una mujer marroquí asesinada por el vago de su marido delante de sus hijos pequeños incluido un bebé que quedó a la intemperie. Sabemos que también pasan estas cosas entre españoles, pero la noticia me ha conmocionado.

    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog