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domingo, 6 de febrero de 2011

Cambio de paradigma




En el post anterior reflexionaba sobre la dificultad de acercar el mundo sentimental de Rosalía de Castro a mis alumnos de segundo de Bachillerato. Antonio Solano (Repaso de lengua) vino a decir en un comentario que quizás habría que considerar que un tipo de literatura, la que llenó nuestra historia personal, está llegando a su fin y que quizás surjan otros modelos de literatura. Decía textualmente:

No sé, Joselu; con la edad empiezo a cuestionar los cánones y ya apenas confío en mis lecturas. Algunos autores que tenía idolatrados se han convertido en ceniza con el tiempo y no tengo claro que deba recomendarlos, a pesar de que en su día me parecían magníficos. Es probable que esta generación crezca al margen de la literatura, de nuestra literatura; pero también es posible que surjan nuevos modelos que escapan a nuestra comprensión y que servirán para caracterizar esta era. Con mi optimismo prefiero pensar que estamos viviendo unas vanguardias extrañas de las que resurgirá una literatura distinta. Quizá dentro de poco lean a Rosalía como nosotros leemos a Juan de Mena”.
Aprovecho este jugoso comentario para pensar sobre ello. Y parto de la evidencia de que internet ha cambiado nuestras vidas. Internet y todo lo que ello implica está generando otro modo de estar en el mundo frente a la cultura y está produciendo cambios en nuestro cerebro que afectan a nuestro modo de leer y a nuestra capacidad de concentración que ha disminuido drásticamente, incluso en profesionales de la enseñanza de la literatura, entre los que me incluyo yo. No leo del mismo modo. Me cuesta mantener la atención en un texto especialmente cuando es largo. Mi atención es discontinua, más con mi iPad y el nuevo formato del libro digital. Me doy cuenta de que nuestro cerebro se ha conformado a los saltos de internet, de un sitio a otro... Correo electrónico, Twitter, Facebook, comentarios en el blog, navegación por internet... Es difícil mantener una continuidad. Los profesores comprobamos que nuestros alumnos tienen cada vez más dificultades para leer textos que hace quince años eran perfectamente asimilables para jóvenes de su edad. Hay asimismo un mundo sentimental y filosófico que ha quedado desfasado, y muchas de las obras de referencia durante nuestra juventud se han vuelto ilegibles, no sólo por el tipo de planteamiento literario y filosófico, que no se adaptan a las preocupaciones del siglo XXI, que es esencialmente superficial, sino también por la mecánica de la lectura que lleva a no soportar un discurso durante un tiempo considerado dilatado. Percibo una tendencia evidente a la fragmentariedad, a la dispersión, a la falta de densidad y profundidad, a la condensación y síntesis (véase el éxito mundial de Twitter y de los SMS)... 


En diez años el libro digital multimedia habrá sustituido al libro tradicional casi por completo que quedará sólo para los románticos y nostálgicos. El libro digital incluirá (ya lo hace el iPad) funciones de navegación por internet, correo electrónico, música, películas, fotografías e infinidad de otras posibilidades. Nuestros alumnos de dentro de diez años, quizás antes, contarán con un soporte digital en el que estarán los libros combinados con vídeos, canciones, hiperenlaces, diccionarios... y multitud de aplicaciones que hoy todavía no sospechamos. Se habla ya en algunos foros de la Twitternovela, hecha a partir de fragmentos y recreación colectiva. Si ahora la atención es fundamentalmente dispersa ante un texto tradicional y cuesta muchísimo fijar el pensamiento en la trama, ¿qué será ante el libro digital? ¿Alguien se imagina que se leerán El Quijote, La Celestina, Tormento, Fortunata y Jacinta, La Regenta, Cañas y barro, La colmena... por decir algo? ¿No estamos asistiendo delante de nuestros ojos a la desaparición de un determinado concepto de literatura, a la caducidad de los textos sagrados que vienen desde las culturas hindú y griega? ¿Cómo será la literatura, si es que existe este concepto, de los tiempos venideros? ¿Cómo se enfrentará el hombre del futuro próximo y lejano a los mitos y obras maestras, así como a la continuidad de un texto del pasado si han dejado de expresar sus problemas, sus inquietudes, su concepción del mundo y del tiempo? Máxime cuando los mismos conceptos de creación y autoría estarán puestos en cuestión, así como la hasta ahora sacrosanta integridad de un texto escrito. ¿Cómo soportará un muchacho un texto escrito si no incluye imágenes, vídeos, canciones, navegación por internet, mensajes multimedia, 3D, recreaciones virtuales... ?
¿Qué sucederá con nuestro cerebro habituado ya a las capas menos profundas y en continuo movimiento en torno a múltiples ejes que irán rotando continuamente? 
¿Qué implicaciones políticas tendrá todo esto?

45 comentarios :

  1. Muchas veces me he planteado algo así, sobre todo después de haber estudiado la historia de los soportes para la escritura a través de los siglos. De la roca de las cavernas a la arcilla de una tablilla, del papel de los chinos, al pergamino europeo o el papiro egipcio. La vitela, los primeros libros hechos con la piel del animal, la madera, el bronce, el oro, la plata, y un no tan largo et cetera que llega a nuestros días.

    Pero hablamos de la tecnología, y quizá sea una tecnología que no esté siempre. Aprenderemos a dominar la luna pero no a respetar a nuestros mayores. Aprenderemos como manejar un equipo de sonido de última generación pero no a leer a filósofos y pensadores tan cercanos como Ortega, Adorno, Walter o Freud.

    No sé Joselu, no creo que sea un cambio para bien, quizá esté muy a la antigüa, pero creo que el hombre demasiado civilizado y tecnologizado, si se me permite el término, a veces reniega de su bios y eso es lo peor. El mejor remedio sería descubrir un equilibrio entre lo artificial y lo vital.

    Creo que la mejor fuente de inspiración es la naturaleza, nosotros provenimos de ella y somos rápidos y veloces, fuertes y agresivos. Pero no podemos perder el compás lento con el que a veces las cosas tienen que desarrollarse.

    Es mi opinión, me parece un debate bastante interesante el que has planteado, a ver qué sacamos.


    Un saludo!

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  2. Joselu, planteas un tema interesantísimo, como siempre. Es cierto que vamos más despacio que los tiempos que vivimos. Hemos creado unas herramientas magníficas para estar al tanto de cuanto nos rodea, pero no hemos sabido asimilarlas ni emplearlas correctamente. Los jóvenes, incluso niños, las manejan muy bien, mejor que nosotros, pero no saben utilizarlas ni entenderlas: conocen su mecánica, pero no su significado. El desafío de hoy es aprender a manejar tanta información, discernir lo verdadero de lo falso, lo superfluo de lo esencial. Dices que cada vez cuesta más seguir un texto largo y complejo, y tienes toda la razón. Nos hemos acostumbrado a las noticias en píldoras, apenas poco más que un titular. Leer mucho y despacio nos da la sensación de estar perdiendo la oportunidad de leer otras cosas, de conocer otras noticias, y, sin embargo, la mayoría de las que ocupan los noticiarios y periódicos son de escasa entidad, apenas unas anécdotas, boberías, nimiedades. No interesa que nos paremos demasiado en nada, no vaya a ser que saquemos conclusiones incómodas para alguien.
    ¿Qué será de la literatura en estas circunstancias? Ojalá no se cumpla el pronóstico que asegura la desaparición del libro tal como lo conocemos, soy incapaz de leer en una pantalla más de dos páginas seguidas. Mira, me planteé presentar a algunos alumnos a un concurso de narración y declamación que organiza la Comunidad de Madrid, pero tras ver los textos obligatorios, entre otras cosas, desistí. Incluían romances, lo que no está mal, algo de Machado, creo recordar, y las "Coplas" de Jorge Manrique, que me parece excesivo para niños de 5º de Primaria. Tienen 10 años y entender esos textos supondría recibir unas cuantas explicaciones que no están incluidas, ni de lejos, en los actuales programas, diga lo que diga la ley. Decepcionante, desde luego. Como decía una colega, lo malo es que encima los docentes nos hemos tenido que acostumbrar a este bajo nivel de lectura y comprensión. Ya lo vemos normal, que es aún peor ¿Cómo hemos llegado a esto? Hasta hace unos años, la Literatura ocupaba un lugar importante en los libros de texto. Para un alumno actual es imposible entender el romance del Rey Don Rodrigo porque no sabe a qué hecho histórico se refiere, por citar sólo un caso. Me temo que no hay vuelta atrás, hemos quemado casi todas las naves. Los que conocimos otras épocas lamentamos que el progreso(?) se haya llevado por delante buena parte del conocimiento de siglos de civilización porque hoy se considera desfasado, aburrido e ininteligible. ¿Se puede hacer algo? Sinceramente, creo que no, o muy poco.
    Un fuerte abrazo, colega.

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  3. Joselu, gracias a Cabopá he visto que mi entrada de hoy ha aparecido entre las de noviembre. ¿Cómo demonios ha ido a parar ahí? ¿Sabes cómo puedo arregalrlo? Yo no tengo ni idea.
    Gracias de antemano. Un abrazo.

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  4. Demasiadas preguntas para un fenómeno en el que sólo caben conjeturas. En la ciencia-ficción hemos hallado autores que han acertado en muchas de sus predicciones, mientras otros han patinado de pleno. Es difícil aventurar por dónde irán los tiros. El cambio de paradigma se ha dado en otros tiempos: Pienso, por ejemplo, en el paso del mundo de los copistas monacales a la vorágine de la imprenta, o cómo la revolución industrial del XIX marcó un antes y un después en la narrativa.
    Sin embargo, como apuntaba en mi comentario, los siglos no han hecho desaparecer a los clásicos, a los que siguen leyendo miles de aficionados. Cambiarán los modelos, pero un texto literario seguirá cautivando a los lectores de todos los tiempos.

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  5. Esta nueva situación a la que os referís Toni y tú no es tan nueva. Yo ya llevo veintitantos cursos académicos a mis espaldas y este debate lo he mantenido con compañeros de Seminario cuando hacíamos las listas de lectura para el BUP y para la ESO. Hay quien mantenía títulos como La tribuna o La viudita naviera, cuando otros ya manejábamos títulos de literatura juvenil... Seguramente ciertos títulos de la Literatura Universal se mantendrán siempre, para leerlos cuando corresponda y como ejemplos y modelos culturales que hay que conocer y disfrutar -si es el caso-, pero al menos conocer.

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  6. Una entrada para hacer pensar. Necesitamos textos así. Cambiarán los soportes y cambiarán las referencias pero espero que el poder de conmover que tienen los clásicos siga perviviendo.

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  7. Todo eso está muy bien, Joselu, pero yo creo que hay valores absolutos y que hay que buscarlos.
    A veces creo que nos dejamos llevar por modas, tendencias, por comodidades, y por los intereses de los que quieren vender sin importarles nada más.
    El conocimiento profundo, la reflexión a distintos niveles y la elaboración compleja del pensamiento son valores que no deberían perderse.
    Mucho de lo bueno que tenemos se lo debemos a eso.
    Un saludo.

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  8. Desgraciadamente la vorágine tecnológica de las dos últimas décadas se ha llevado por delante muchas cosas, y a cambio nos ha traído solamente inmediatez, como bien dices, Joselu, ese querer/tener que hacerlo todo ya, porque mañana es tarde. Desde este planteamiento, mañana efectivamente será tarde, y por eso nadie es capaz de retener en su mente cosa alguna durante más de diez segundos. El cine es hoy tan sólo una sucesión de escenas vertiginosas, planos fugaces y siempre cambiantes y espectaculares efectos, ¿dónde está el argumento? No existe, porque nadie lo quiere, nadie lo necesita, únicamente esperamos y deseamos más. Enganchados, aguardamos impacientes la próxima dosis, antes de sufrir el temido síndrome. Ha nacido una nueva enfermedad: la tecnología, o llámesela como se quiera.

    En el fragor de la batalla desaparecieron también valores seculares, la paciencia, la inteligencia, el esfuerzo, la tensión del aprendizaje. No me niego a los cambios, pero aceptándolos todos, acabaremos por negarnos a nosotros.

    Un abrazo.

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  9. Javier, aun concordando contigo al cien por cien en tu comentario, me planteo qué uso humanista darle a la tecnología y si es posible utilizarla como herramienta de conocimiento y de solidaridad. No podemos negarnos a los cambios. Son irreversibles, seguirán a pesar de nosotros. ¿Qué se puede salvar del naufragio? ¿Podemos nosotros, los que hemos contemplado otro tiempo y otra dimensión de las cosas, transmitir testimonio de lo que hemos visto? Querría pensar que sí. Lo hago con mis hijas e intento (no es fácil) hacerlo con mis alumnos. Me gustaría considerme un conservador inmerso en la vorágine tecnológica y aceptando su desafío. En eso estamos. Un abrazo.

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  10. Toro sentado, nuestro cerebro está transformándose ante la exposición a los nuevos resorte tecnológicos. Lo veo claramente en mí mismo. No soy el mismo que era hace veinte años, y me doy cuenta de que el factor tecnológico me ha hecho evolucionar. Me gusta la tecnología, pero me atrae utilizarla creativamente, solidariamente, con una carga humanista. No obstante, observo que mi capacidad de atención ha disminuido, no sé si por los años o por las pantallas líquidas. Supongo que ambas cosas. Si esto ha pasado en mí, ¿qué no sucederá en el cerebro de mis alumnos que son nativos digitales? Hay quien dice que nuestro mundo se parecerá a El mundo feliz de Huxley. Sexo y soma. En eso parecemos estar, pero a velocidad frenética, nada solidifica, todo es fungible y desechable. Un saludo.

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  11. Blogge@ndo, me temo que los clásicos pervivirán pero para muy exiguas minorías. A mí me cuesta leerlos. Tengo pendiente La divina comedia. ¿Me atreveré con ella? ¿Nos sigue diciendo algo un texto del siglo XIV? A mis alumnos no parece que les llegue otro lenguaje que el inmediato. Cuando doy clase de segundo de bachillerato, tengo la impresión de estar ante muchachos de primero de la ESO. No exagero. No sé si a las generaciones que crecen los clásicos les siguen diciendo algo. Por intentarlo que no quede. Es importante mantener el ánimo y la esperanza.

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  12. Marcos Cadenato, cuando se generalice el libro digital multimedia y desaparezca el libro clásico (no le doy más de diez años) veremos entonces cómo se lee, qué se lee y cuáles serán las perspectivas. No hacemos otra cosa que adaptarnos a la vorágine del cambio, pero este cambio nos devora continuamente. De un sistema educativo estable hemos pasado a un sistema educativo dinámico, personalizado, pero esencialmente superficial porque no hay tiempo por la aceleración de la historia que estamos viviendo en la era global y digital. Estamos cambiando, pero no sé adónde vamos. El ser humano es adaptable pero los cambios son tan profundos y tan numerosos que el ser se queda desconcertado y nos quedamos en la epidermis. No soportamos la profundidad. La rehuimos. Y nuestros alumnos más.

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  13. No sé JOSELU,

    yo creo que los gustos o preferencias literarias, no pasan sólo por los cambios tecnológicos que sufrimos en la actualidad y la preferencia por la inmediatez y concreción que ellos ofrecen, junto con la diversificación informativa que incluyen . Yo creo que el ser humano desde siempre en su propia evolución, va variando sus preferencias.

    A veces creo que se nos ha olvidado lo que a todos nos gustaba con 16 años, me da igual en música o literatura. Cuantísima gente escuchaba heavy metal a esa edad y con 50 le horroriza. Y viceversa, cuantísima gente de 40 se deleita con una aria de Verdi y qué pocos de 16 la disfrutan... Pero eso siempre ha sido así, no es nada novedoso.

    La madurez, te va haciendo apreciar cosas que antes no apreciabas y desechar antiguos gustos que ya no armonizan con tu ritmo actual. Con la literatura ocurre lo mismo, en los últimos años he visto como se ha despellejado a los chicos que se han colgado del fenómeno editoriales como Crepúsculo, tachándolos de inmaduros y superficiales y me pregunto yo, qué tipo de literatura leía esos críticos acérrimos a su edad...

    Algún erudito incipiente leería al Nietzsche, pero la gran mayoría leía en el mejor de los casos novelas detectivescas de Agatha Christie o Cona Doyle, los best sellers de Harold Robbins y eso por no hablar de las famosas novelitas de Corín Tellado, que asombrada me quedé cuando he leído hace poco en un artículo, que es la novelista más leída en castellano, después de Cervantes.

    ¿ De verdad están los chicos ahora, tan lejos de nosotros?

    Yo descubrí la literatura de verdad, a partir de los 18, incluso te he confesado mi incapacidad con el Quijote y sin embargo, he leído a Nietzsche, me encanta desde San Juan de la Cruz, Rosalía, Proust, Dostoievski o me apasiona García Márquez, todo el realismo mágico y mil más, pero todo eso llegó más tarde. En música sin embargo, puedo escuchar con la misma pasión una ópera de Wagner, que un tema de ACDC o un solo de guitarra de Al Di Mediola, pero ya sabes que lo mío con la música es una verdadera adición :-)

    No sé, yo pienso que en el fondo todo es cíclico, todos pasamos por distintas fases y es cierto que los chicos de ahora estás absolutamente imbuídos por el mundo cibernético pero los clásicos en literatura, como los clásicos en música siempre serán eso, clásicos y apreciados como tales. Sea cual sea le soporte a través del cual se acceda a ellos su lugar, no se lo van a quitar jamás, las nuevas tecnologías o modas coyunturales.


    Un beso muuy grande y muy feliz día JOSELU.

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  14. Joselu, como suele sucedernos, tengo una visión de la actualidad totalmente distinta.
    Pero antes de intentar explicarla te daré las gracias por el buen rato que pasé con mi mujer leyendo juntos a Rosalía, que me encanta.
    Lo decía el chotis:
    "Lo que antes te tardabas de "la Bombi"
    al centro de Madrid en un simón
    te lleva a Nueva York un aeroplano
    y ¿qué haces tan temprano en Nueva York?"
    Las masas nunca han disfrutado de los clásicos. Los que antes hacían alpargatas en los ratos libres ahora twitean. Me parece que eso no significa nada. En todo caso, que mientras la alienación campe por doquier el pueblo vivirá entre espejismos. Ya. "Canas tiene el divertir al pueblo para que no se ocupe de lo que le importa" decía Quevedo en el Marco Bruto. Que con una educación convencional no se llega a entender el Quijote. Sí, claro, como siempre ha pasado.
    Libro electrónico, sí. Pero apuesto a que habrá también quien piense, con un tomo en las manos, en pliegos de papel verjurado y encuadernación holandesa, "quiero más una morcilla/que en el asador reviente/y ríase la gente."
    Saludos cordiales a todos.

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  15. Antonio, estoy seguro de que seguirá habiendo entusiastas de los textos clásicos aunque en inmensa minoría. Me preocupa más que muchachos de 16-18 años ahora -por mi experiencia- son totalmente refractarios a ellos y a la lectura, cuando muchachos de la misma edad hace quince o veinte años eran absolutamente receptivos a las propuestas. Sé que habrá lectores, pero el ciudadano medio que está en un instituto público forma parte de esa masa absorbida por la tecnología que inhibe en buena parte la atención, la capacidad expresiva, y la imaginación. Puede que sea parcial mi experiencia, pero es la única de que puedo hablar: cada vez veo más lejos a los jóvenes de los textos clásicos y no clásicos, cada vez los veo menos reflexivos, más superficiales, menos imaginativos, con menos capacidad de concentración, y más inmaduros. Una buena pregunta es la que se planteaba Nicholas Carr en la entrevista de El País el sábado pasado en Babelia ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Taurus. Madrid, 2011.
    ¿La leíste?

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  16. Yolanda, estoy en sintonía con lo que planteas. Yo mismo soy expresión de esa aceleración por mi pasión por la tecnología. Me gusta la pizarra digital, el hecho de que mis alumnos tengan ordenadores personales. Me siento cómodo en ese contexto. Sin embargo, reconozco lo que sostienes. Se están perdiendo todas las referencias, el nivel es mucho menor, todo es acelerado y no da espacio a profundizar. Nuestro tiempo es esencialmente superficial. Destaca la anécdota frente a la esencial, la banalidad frente a la densidad. En esta cultura estamos haciendo crecer a los niños y a los jóvenes. De ahí el panorama que observo en un instituto público en que no veo curiosidad ni ganas de aprender salvo en casos muy minoritarios. El conocimiento es buscado por bien pocos. La tecnología es neutra en este sentido, pero tengo la impresión de que alienta esa superficialidad inmersa en el cambio vertiginoso que vivimos. Cabe reflexionar sobre ello, aunque sea desde el apasionamiento por la tecnología, que es mi caso. Un abrazo, colega.

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  17. Buscador de corazones, tu opinión es especialmente válida porque proviene de un joven que ha nacido en el mundo tecnológico y al que no le es extraño todo lo que eso supone. PIenso que la tecnología nos abre campos maravillosos y apasionantes, pero habríamos de combinarla con unos espacios de meditación, de sosiego de nuestra mente, de expansión de nuestro ser, de fusión con el universo del que formamos parte. Si ganamos la tecnología y perdemos el ser, seremos derrotados. Esto no hay nadie (o casi nadie) que lo esté diciendo. Vivimos tan inmersos en la vorágine temporal que perdemos de vista lo esencial. Observo, como he dicho otras veces, que mis alumnos apenas se hacen preguntas que no funciona hacerles reflexionar sobre temas profundos. No les atraen, no les gustan, se sienten aburridos ante una reflexión compleja, se distraen... Si no aumentamos la capacidad de concentración mediante la meditación (llamémosle como sea) vamos camino de la barbarie, una barbarie tecnológica. Nunca habrá habido más medios para aprender, y nunca habrá sido el común de los ciudadanos tan ignorante.

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  18. A mí, francamente, el tema me preocupa mucho. Si yo, como Joselu, noto el cambio que la tecnología opera en mí (dispersión, superficialidad, inmediatez) como lector, ¿qué ocurrirá con los nuevos lectores, que no han tenido una experiencia previa diferente? Todo esto me da miedo.

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  19. He leído un par de veces tu entrada y los comentarios. Y... es que el tema se las trae y más después de que ayer tarde pasase tres horas ¡Y las que me quedan! En un Seminario sobre la Estupidez. Que parece que no, pero la cosa tiene miga.
    Todos hemos visto o leído el correo o Power Point sobre ¡Cómo se fabrica un Paradigma!, ese de los monos y las descargas eléctricas.
    ¿De verdad está nuestra sociedad en un cambio de paradigma o simplemente están /estamos, manipulados? ¿Cuánto de toda esta revolución Tecnológica , mediática, social e incluso política, léase, Túnez, Egipto..., es verdad y cuanto es mediatizado, encauzado, programado...? Como ha comentado alguien, a nosotros, me refiero a nuestra generación con una formación más clásica, nos cuesta un esfuerzo considerable llegar a entender tanta tecnología, pero a pesar de ello, la usamos más o menos correctamente pero la comprendemos y sabemos de su utilidad, alcance y potencia. Al contrario, nuestros hijos, a los que recurrimos constantemente, yo al menos y sobre todo con los móviles, esa tecnología me supera, (la madre que los parió son enrevesados con ganas ) Perdón por el lapsus, decía nuestros hijos la dominan, manejan a la perfección cualquier programa y ellos mismos parecen programados a la hora de instalar aplicativos...pero ¿saben en verdad lo que están haciendo? Más que nada porque a la hora de la verdad cuando el ordenador deja de funcionar correctamente quien lo tiene que configurar y / o reparar, no son ellos. A ellos no les hables de configuraciones...dan por buenas las que los chismes traen por defecto...Por DEFECTO... ¿no será acaso un defecto buscado ex profeso, como la obsolescencia de los productos?
    Nuestros hijos están creciendo en el nihilismo más absoluto, algunos hasta sin principios éticos o morales, solo reaccionan ante el beneficio inmediato o en su defecto el castigo en lo que les duele...¿Hacia donde estamos encaminando la Sociedad?
    Cada día me convenzo más y más de la necesidad de atomizar la población, volver al agro, recuperar los pueblos y campos...las infraestructuras y la tecnología la tenemos... y la pregunta y respuesta es bien sencilla ¿Dónde viven mejor un anciano demente y un niño? La respuesta es obvia...donde todos los conozcan, y eso sólo se da en núcleos pequeños. Barcelona, Madrid, Bilbao, Sevilla, el mismo Badajoz resultan insufribles... ¿No es una estupidez mantener un sistema que sabemos obsoleto y superado?

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  20. No sé a dónde vamos, la verdad. El futuro se ha convertido de pronto en presente, y esto turba mis intenciones. No sé vivir en este mundo donde todo se queda desfasado, engullido por el vertiginoso devenir cotidiano en poco tiempo. Yo soy más pausado, más de andar y mirar el paisaje. De recreearme en las cosas. Y no de recorrer miles de kilómetros sin tener ocasión de saborear lo que voy viviendo.
    Y esto es lo que pasa. Los críos de mi clase me superan en tecnología. Es su religión. Hablan de siglas y nombres extraños para mí, y que son su pan de cada día para ellos. Entonces cuando les propones algo del pasado (ya sabes doy Historia) te miran con cara de asco. ¡Y esto para qué sirve...! Y claro, con estos planteamientos, veo que la literatura, que en algunos aspectos tiene mucho que ver con la historia, está desfasada para ellos. Y además está el fenómeno de la inmediatez. Del cambio vertiginoso. Lo cual impide que los alumnos se pongan tranquilamente a desmenuzar un texto.
    No sé hacia dónde enfila el barco de la modernidad, pero allí a donde vaya, iremos. Porque todos vamos en la misma nave. Y ese sitio a donde vamos tal vez sea un lugar donde la tecnología domine todo. Incluso la literatura, sí, y la conciba como algo superfluo, como nunca debe considerarse esta disciplina.

    Un abrazo.

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  21. María, he sido profesor treinta años y por mí han pasado muchas generaciones de chicos entre dieciséis y dieciocho años. Ello me permite una atalaya desde donde mirar la evolución y el estado actual. Es cierto que muchachos de dieciséis años no leyeran a Nietzsche, pero te aseguro que chicos de esa edad (escogiendo ellos o ayudándoles yo) leían a Sartre, a Lobsang Rampa, a Salinger, a Boris Vian, a Isako Matsubara, a Beckett, a Bukowski, a Simone de Beauvoir, a Margueritte Duras, a Dostoievski, a Herman Hesse, a Arthur Miller, a Ionesco... No es ciencia ficción y no eran chavales superdotados, pero era un tiempo (hablo del tiempo de la primera guerra del Golfo). Fue un tiempo apasionante en cuanto a necesidad de debate, de indagación intelectual, de introspección, de planteamientos existenciales... Eran jóvenes y yo aprovechaba su rebeldía para llevarles a la dinamita cerebral que necesitaban. Me aprovechaba de su potencia juvenil y les hacía aparecer la literatura delante de ellos. Una literatura que, respetando los diversos gustos (no todos leían lo que arriba he escrito), les apasionaba. Está claro que no es la realidad, María, que ahora contemplo. No es un problema generacional. Yo entiendo que a los dieciséis o diecisiete años se sea rebelde pero es que ahora no lo son, son profundamente conservadores y pasivos (ello no impide que sean también contestatarios pero se puede ser contestatario y conservador). Lo que veo cada día es que no les gusta pensar, que no les gusta leer, que no se concentran, que no les gusta el pensamiento profundo, que sólo les atrae la banalidad y el consumo (tal vez el deporte), que son tecnoadictos a lo más superficial del fenómeno, que no son un terreno fértil para que surjan las ideas ni la literatura. Este es el panorama. En él de desarrolla el gregarismo más extremo y anidan las ideas políticas más simplonas e intransigentes. Claro que hay algunos que se salen de este esquema. Son pocos y lo pasan mal, porque su generación les resulta ajena y se miran más en la cultura del pasado (añoran los años sesenta u ochenta). ¿Qué está pasando? Buena pregunta. ¿Qué hace internet con nuestras mentes? Tampoco son muy diferentes de los adultos. Nosotros les hemos enseñado el consumismo y hemos ahuyentado las ideas de nuestra vida. Esto es lo que vivo yo. Puede que esté equivocado y todo sea una alucinación mía. Quiero salvar, no obstante, a algunos muchachos, sobre todo muchachas magrebíes, que me siguen entusiasmando frente a la abulia general que percibo.

    Besos.

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  22. Animal de fondo, estoy de acuerdo en que los clásicos han sido siempre minoritarios. Y lo seguirán siendo. Sin embargo, quería hace hincapié en lo que la tecnología está haciendo con nuestras mentes (con la mía inclusive como decía). Se están operando cambios en nuestro modo de relacionarnos, de entender lo importante y lo accesorio, de acercamiento a la basura (nunca ha sido tan hermosa), de concebir las relaciones sociales de modo totalmente horizontal. Estamos en un mundo en red (para bien y para mal). Ello trae consecuencias muy importantes y una de las menores no es la dificultad para concentrarse en la lectura de un texto largo y complejo. Varios de los aquí participantes, lectores ávidos, reconocen este extremo. Yo lo constato en mí. Los seres humanos de la era internet viven fragmentariamente, dando saltos continuamente, incapaces de mantener la atención sin diversión continua. Esto es lo que veo cada día en las aulas. Y te aseguro que en este sentido estamos mutando. Un instituto es un observatorio social e intelectual de primer orden. En cuanto al libro digital, he de decir que a mí me ha defraudado. No logro concentrarme en la lectura demasiado. Me atraen las demás aplicaciones y me distraigo. Creo que dentro de poco volveré al libro de papel y será una increíble novedad. Ya te contaré cómo ha sido el reencuentro. Saludos cordiales.

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  23. Cisne negro, coincido plenamente contigo. Sin embargo, terminas diciendo que todo esto te da miedo. Yo había sugerido una pregunta que nadie hasta ahora ha recogido y es de las consecuencias políticas que tendrá esto. Es un aspecto importante, porque está claro que la política está dando un sesgo importante. Se habla de Twitterrevoluciones en el caso de Túnez o Egipto. Aquí en España en cambio seguimos en una absoluta pasividad. Han logrado meternos el miedo en el cuerpo y no hemos reaccionado ni siquiera ante el recorte bestial que ha hecho un gobierno de izquierdas con la anuencia de los sindicatos. Estoy viendo un vídeo musical en la tele. Salen chicas magnéticas en medio de juegos de colores y atractivas composiciones que encandilan. No sé si la tecnología nos duerme o nos despierta. Creo que hace ambas cosas a la vez, En nuestro caso, pienso que nos adormece, que nos sume en un pasivo trance acomodaticio. Queremos lo inmediato, lo placentero, lo que no cuesta esfuerzo... y las ideas siempre requieren de alguna elaboración... Yo estoy adormecido. Presiento en mí los efectos que tiene la época que estamos viviendo. En mí y en mis alumnos. Es una calma chicha, sin contenido, sólo situacionista e inmediata. Sin filosofía y sin literatura. Sólo tecnología.

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  24. Malo, es muy difícil, si no imposible, la vuelta al agro por parte del urbanitas. Son dos culturas distintas. Cuando salimos de la naturaleza es para siempre. La historia de nuestra civilización ha ido del campo a la ciudad. La ciudad es otra cultura que fue liberadora. El campo es esclavo. Se trabaja de sol a sol y no hay vacaciones. Pienso que preferimos vivir en paraísos artificiales, en centros comerciales, en el disfrute del consumo lleno de magnetismo que en la naturaleza que ya no somos la mayoría capaces de comprender. Creo que Frikosal es uno de los que siente la llamada de las estrella, del universo, viviendo dramáticamente en cambio en la ciudad dormitorio. No se puede volver a la naturaleza quien la ha perdido, quien ha nacido fuera de ella. Y hoy todos los que viven en los pueblos (salvo personas mayores) querrían disfrutar de las ventajas de las ciudades (horrísonas y encantadoras). Y sí, pienso que nuestros hijos están creciendo en un interesado nihilismo que sólo se llena con el consumo. Pero yo no soy nadie para juzgar a nadie cuando participo igualmente de todo lo que diagnostico. Leo peor, soy consumista, y soy conservador en la práctica. Moverse cuesta trabajo y quien está bien no quiere moverse. Saludos.

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  25. Miguel, en Farenheit 451, los policías de ese estado totalitario queman los libros porque los consideran peligrosos y persiguen a los que poseen libros. Bradbury probablemente se equivocó y la realidad no sea exactamente así. Los libros terminarán resultando superfluos, innecesarios. Nuestras necesidades serán las de sexo y soma. La industria farmacéutica fabrica ingentes cantidades de antidepresivos que nos ayudan a mantener la estabilidad. Una de cada seis personas en Cataluña toma antidepresivos. Probablemente sean más. El vértigo del tiempo nos aflige, el cambio nos desestabiliza y nos desestructura. Uno antes podía aspirar a saber quién era. Hoy más que nunca somos sombras en sucesión sin alma, insensibilizados y consumistas. Pero afortunadamente hay muchos que no son así. El ser humano necesitará entender el tiempo que está viviendo, pero de esto nadie habla ni nadie se detiene demasiado a pensarlo. Necesitamos espacios de quietud para comprender el cambio (inevitable) que causa desdicha e incertidumbre. Entiendo tu punto de vista. Un abrazo.

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  26. Joselu, aunque sea infantil y manida, quizá podamos encontrar un atisbo de la respuesta en Minzy, el poder de la imaginación (película). Parece que en esa película se plantea un futuro donde la tecnología ha predominado, y para saber qué le falta al ser humano envían una serie de artefactos superdesarrollados que intentan sintetizar y averiguar.

    Gracias a las lágrimas de una niña pequeña la respuesta es conseguida.

    Estoy totalmente de acuerdo contigo en lo que has expuesto, no podemos perder eso que nos hace ser como somos, no tenemos que pretender ser dioses o robots, tenemos que vivir.

    Un saludo!

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  27. Buenos días JOSELU,

    te he leído y me has dejado admirada.

    Te aseguro que yo siempre he sido muy inquieta y curiosa intelectualmente hablando, siempre me ha gustado, a veces por mero placer, estrujarme las neuronas y aprender de lo que fuera. Tengo una hija de 17 a la que le apasiona leer, quiero pensar que tiene la cabeza bien amueblada y además también disfruta aprendiendo y descubriendo ideas y te aseguro que ni ella, ni yo misma con 16 hubiéramos podido digerir la mayoría de los autores que has mencionado leían esos maravillosos alumnos tuyos de hace 10 o 12 años.

    Creo que si viviste ese tiempo de rosas ;-) no me extraña en absoluto que ahora vivas de una manera tan frustrante lo que hay, que es totalmente cierto, lo describes a la perfección.

    Pero que sepas que esos alumnos tuyos, eran excepcionales o a lo mejor, muy receptivos y tú muy buen profesor encandilándoles con semejantes autores. Pero eso, no era en absoluto lo habitual, al menos, yo nunca lo viví. Afortunado tú.

    Debe ser durísimo, pasar del paraíso a un vertedero.


    Un beso grande y buen día JOSELU, quizá vuelvas a encontrar en estos niños tuyos magrebís, lo que tuviste con los de hace años, seguro que están menos contaminados del virus consumista y conformista que ataca a los nacionales:-)

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  28. He leído esto y me he acordado de tu entrada: Niños inmaduros viviendo al margen de la sociedad.
    P.D: Quiero leer el libro que citas de Carr, pues seguramente tiene algunas ideas interesantes, aunque me parece que todos los éxitos editoriales se basan más en los extremos que en los términos medios.

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  29. Querido Joselu, entiendo y en parte, comparto tu postura, tal vez por mi mayor cercanía a la naturaleza, me resulte, ésta, más atractiva, pero por desgracia o cambiamos el paradigma o este nos cambia a nosotros y no para bien precisamente. No se porqué tu entrada me ha recordado un cuento de la ficción rusa que leí hace años y del que no recuerdo ni el autor si el título, pero trataba la historia de una nave que regresaba despues de un viaje a velocidad luz de varios años...cuando ya tenían el planeta a la vista, comunicaban y nadie contestaba...al final resultaba que no habçía pasado nada, simplemente habían vuelto, la raza huma, a la naturaleza, sin renunciar al confort de una casa y de la electricidad, pero sin buscar más allá de lo que nos proporciona la naturaleza. Creo que ese es el objetivo al que estamos avocados, el que todos vivamos bien sin necesidad de oprimir a nadie...¿Soy demasiado utópico?

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  30. María, no me gusta la expresión "un vertedero" para calificar lo que estoy viviendo. Mis alumnos, a los que aprecio igualmente, son producto de un estado de cosas, de una época netamente distinta a la que reseñaba. Entonces se era más inocente. Supongo que esa es una buena diferencia. Hoy se padece una saturación de imágenes, de mensajes sin contenido y de velocidad sin demasiado sentido, y es muy difícil discernir en un estado de confusión total. ¿Cómo saber qué es importante y qué no? Además lo peor es que ese discernimiento se ha convertido en indeseable. No importa saber qué es relevante. ¿Para qué? ¿Para no llegar a ninguna conclusión? ¿Para qué iniciar un camino sin objetivo? Esto fue también una herencia del siglo XX: la de ser conscientes de que Godot no vendrá por más que lo esperemos. Podemos ser optimistas y llenos de buenas vibraciones pero nada nos salva de intuir que la historia y el ser humano es una apuesta al cero. Las palabras no comunican. Tal vez dan calor pero estamos radicalmente solos. Esto, como decía es un reflejo de lo que fue ese siglo apasionante y terrible que fue el XX. Los jóvenes quieren cosas palpables, materiales, concretas, facilidad, placer ¿acaso no les hemos enseñado a reivindicar el placer? No les gusta el dolor (toma ni a nadie) y no quieren mirar más allá del momento presente (así es la juventud -puedes decir-.). Todo esto combinado con una tecnología maravillosa que ofrece infinitas posibilidades pero también una capacidad de vacío y banalidad sobrecogedoras, hace que el tiempo sea el que es. Y no me gusta la idea de vertedero, pero en algún sentido se puede decir que lo estamos todos, no sólo ellos. También yo. Se puede decir que la basura es hermosa, igual que lo es la salsa rosa, la televisión dominante. Es una época sin ideales compartidos. Todos vamos a lo nuestro. Eso no impide que haya muchísimas personas que en este ambiente de confusión no se dejen la piel a tiras para hacer un mundo más amable y humano. Es un tiempo de contrastes. Ojalá se hablara más.

    Besos.

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  31. Antonio, la entrevista que leí no era maniquea. Nicholas Carr es un tecnoadicto, como lo soy yo, pero observa que nos está pasando, como evolucionamos y qué perspectivas podemos tener. Si te interesa el libro, podríamos leerlo y comentarlo en nuestros blogs desde nuestro punto de vista de aquí a un tiempo. Quizás alguien se quiera apuntar a la idea. Si te gusta, me pondré a la búsqueda del libro y hablamos.

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  32. José Antonio Cabrera, no conozco la película a que haces referencia, pero es cierto que para nuestros hijos la naturaleza es cada vez más lejana, y vivir en un mundo tecnológico como única ventana no es una buena perspectiva. El ser humano que se está creando con el impacto tecnológico es radicalmente distinto. Ofrece ángulos muy positivos (son innegables) y a la vez peligros muy serios. Gracias por unirte a la conversación.

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  33. Malo, me temo que eres utópico, no sé si demasiado. Ese mundo que imaginas sería posible con la tercera parte de la población mundial. Si en lugar de seis mil quinientos fuéramos dos mil millones tal vez podría imaginarse esa vuelta a la naturaleza. Fíjate en China las gigantescas migraciones del campo a la ciudad para buscar una mejora del nivel de vida. La vida en la naturaleza es muy dura. Puede haber algunos románticos que quisieran hacerlo, pero la tendencia del hombre es la ciudad. Se crean gigantescas conurbaciones donde viven quince o veinte millones de personas en África, en Asia, en Sudamérica. Los que quedan en la naturaleza son cada vez menos. Tal vez sería deseable una mezcla de tecnología y vida en los bosques. Sí, creo que eres utópico y además (esto no tiene nada que ver) no entiendes a los catalanes. Yo vivo por aquí, y todavía no los entiendo del todo y llevo un montón de años perdido en tierras de Guifré el Pilós. Un abrazo.

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  35. ¿Cuánto hace, Joselu, qué fui alumno tuyo? ¿Más o menos quince o dieciséis años? Porque de aquella época tengo muchos recuerdos. Uno de ellos, por cierto, viene al caso: la soberana bronca que nos pegó un profesor por alguna trastada y la consiguiente charla... que si éramos "un atajo de críos inmaduros, que si cada vez le llegaban alumnos más desnaturalizados e infantilizados" (sic)

    ¿Resulta ahora, que por tus propias palabras, coincido en el tiempo con una generación maravillosa? No creo ser modesto al decir que de modélicos no teníamos nada y que muy diferentes no éramos a cualquier chaval que ahora tiene dieciséis años o los había tenido antes que nosotros. Bien, quizá en algunos aspectos éramos más maduros pero en otros, incluso más apáticos e inhibidos que ellos.
    No leí a Sartre a esa edad, ni tenía la menor remota intención de hacerlo -a no ser que fuera por "obligación"- y a Camus o Hesse me ha llevado estos quince años descubrirlos bien.
    De hecho recuerdo a nuestro atribulado profesor de filosofía, y compañero tuyo entonces, escandalizado por mi, diremos con tacto, "vehemente crítica" de un libro de Jack London. Autor al que ahora casi idolatro. Y digo casi, pues renuncié a los ídolos. Pero entonces reaccioné mal contra el libro, pues me fue presentado como algo venerable, rígido e inamovible y yo tenía dieciséis años y aunque no era demasiado expresivo, rebelde por dentro y hubiera arrancado a tiras una a una las páginas de aquel libro. Aunque sólo fuera por fastidiar a aquel profesor.

    Quiero decir, ni estos chicos ni nosotros somos o éramos tan malos o tan buenos. Es una vieja cantinela que ya cansa oír, y te aseguro que yo también la oí en su día (Generación X, Nirvana, el grunge, Apatía, música bakalao enlatada).

    Menos recitar las coplas de Manrique. Los buenos tiempos siempre están por venir, ¡vamos!.

    En cuanto al tema de la tecnología: el que intente equiparar en uso internet y un libro se volverá como una cabra. Un vínculo de Wikipedia no es una nota a pie de página, hombre. La tecnología es un instrumento no un medio de vida. Eso lo sabemos, así que por qué no aprender a usarla bien y aprender a enseñar a usarla de manera correcta.

    ¿Libros digitales? Toma, miles de libro en un aparato. Venga, yo quiero uno. Tirar o dejar de comprar libros de papel, nada de eso. Y de todas maneras ¿Cuantos libros compraba un español medio hace quince años a lo largo de 12 meses? Los que quieran los seguirán leyendo y comprando. Con dieciséis ahora y cincuenta en el futuro.
    A mí me regalaron seis estás navidades y los leo uno a uno... y con calma. Luego me siento en el ordenador y doy un vistazo a facebook, al correo electrónico, a los blogs, a la wikipedia, descargo música, veo películas...

    Una cosa más, me cuesta imaginar a un profesor de Literatura dudando ante La Divina Comedia. Muy mal ejemplo Joselu para esos chicos.

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  36. ESTEVE, no quito ni una coma a lo escrito en este post. Sé de lo que hablo, pero no voy ahora a exaltar aquella generación vuestra. Sé que también teníais vuestras cosas, que erais adolescentes, que alguien os pudo meter un rapapolvo, pero yo sé el momento en que estábamos entonces y el que estoy ahora, lo que me encuentro cada día en el aula, y lo que comentamos los que fuimos vuestros profesores. Amamos esta profesión y tan importantes lo fuisteis vosotros como lo son los que tengo ahora. Eso no impide el observar la evolución y tendencias que ha habido en la sociedad y en el ámbito educativo.
    Y sí mis alumnos (no de vuestro centro) leían a Sartre, a Camus, a Beckett, a Simone de Beauvoir, a Marguerite Duras, a Boris Vian, Hesse, London, Dostoievski, a Salinger... y eran adolescentes de diecisiete años, y ejercían su rebeldía haciéndolo. Eso sí era un instituto donde dominaba la clase media y el poder adquisitivo era mayor así como las expectativas culturales de las familias que el que encontré en Cornellà donde hube de aplicar otros parámetros y lo hice gozosamente porque fuisteis generaciones que conservo en el corazón. Eso no impide que pudierais ser gamberros en algún sentido. Pero no hablaba de eso. Creo que te falta perspectiva para comprender en profundidad este post, perspectiva o una determinada visión de las cosas. En todo caso, te recomiendo el libro de Nicholas Carr. Si quieres lo podemos comentar juntos. En cuanto a la Divina Comedia, llegará, pero reconozco mis dificultades en la concentración y no pienso que sea ajeno mi inmersión absoluta en el universo digital. Saludos.

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  37. Ya pasó, lo siento:-)
    Mejor te lo cambio por esto.

    Muchos besos y Felices sueños, JOSELU :-)


    (Sé que ahora no puedes escucharlo...cuando puedas)

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  38. Acepto que no quieras cambiar ni una sola coma, lo comprendo y lo respeto. Pues en tu labor de profesor tienes la ventaja de permanecer en constante contacto con esos chavales y comprendes su dinámica.
    Acepto que puedas creer que me falta perspectiva o cierto punto de vista. Sin embargo, más allá del trabajo o de la diferencia de edad entre nosotros dos no sé a que otorgar dicha carencia de perspectiva.
    Tengo trato con gente de esas edades (mi sobrino y sus amigos que rondan ahora los dieciséis y diecisiete) y lo que yo veo en ellos no es una falta de motivación o un exceso de autosatisfacción, de hedonismo. Sino carencias en su educación -sin señalar a padres, profesores o administración en concreto- puede que, incluso en algunos casos esas carencias sean el resultado de su extracción social o su situación personal y familiar, pero lo que yo veo es que viven inmersos en una burbuja -en la que ellos no se han metido- y como consecuencia no tienen ningún sentido de la responsabilidad. Y eso, no es culpa de internet.

    Me gustaría creer que yo tengo la solución, pero quizá alguien me pueda tachar de nuevo, de no comprender el alcance de ese cambio de paradigma. Con mi sobrino... bueno, no soy ni su padre, ni su profesor... mi cómoda posición es la de su tío joven y "comprensivo" que de vez en cuando le suelta algún sermón. El chaval, contesta y grita a sus padres y sus profesores sin ningún pudor, pero no a mí. Y lo ha intentado, te lo aseguro.
    Permíteme Joselu que sea pesado y tire de memoria otra vez. En el instituto, dedicamos parte de una clase de Lengua Castellana (no impartida por tí) a debatir si "una bofetada dada a tiempo soluciona problemas futuros?". Me quedé prácticamente solo en el "no".
    A mí sobrino -con sus Ipod, PS3 y Portátil que no sabe valorar, ni usar correctamente- se lo hacen todo, en la escuela o en casa, es protestón y en ocasiones maleducado. Incluso ha recibido alguna de esas bofetadas, pero no de mí. Y estoy seguro que me tiene un respeto -no gratuito y para nada, equiparable al miedo o a la reverencia- profundo.
    Ganado primero, por el respeto que le tengo yo a él, también por el nivel que le exijo para tratar conmigo, y dejándole ver que obtendrá este o aquel trato en la medida en que él se comporte. Anécdota: un día discutíamos y él, empujado por esa "rabia" de adolescente hizo el ademán de levantarme la mano. Le miré y le pregunté si estaba dispuesto a hacerlo y a asumir la consecuencia (sí, le dí a entender que si seguía, yo también respondería con violencia, pero no como represión, sino como respuesta generada por su acción). Con una sonrisa socarrona, bajó el brazo. Lo bajó.
    Otra: en una cena familiar, él estaba sentado junto a mí y al pasar mi plato de comida recién servida por delante suyo, estornudó sin taparse. No hubiera importado si no hubiera estallado en carcajadas. Cambié su plato por el mío -con menú diferente- y le dije que no le iba a permitir que se riera, ni que se levantara de allí hasta terminar toda la comida. Estuvo al borde del llanto y todos los demás me miraron muy serios. Al final, sus padres le cambiaron el plato y yo comí rápido y me fui de la mesa.
    Así no se puede. Bofetadas a tiempo... ¿esa es la no-solución?

    No se trata de disciplina. Ni de internet, ni de que tengan más juguetes tecnológicos que los que tuvimos nosotros. Se trata de que hay que enseñar a los chavales a ganarse el respeto, a aceptar sus responsabilidades y... a que valoren y sepan usar lo que tienen.

    La culpa no es de "la sociedad" "de la era de la masificada información", ni de "internet", ni siquiera de la reforma escolar. Esto no se soluciona leyendo a Camus o dando esa bofetada a tiempo. Sino enseñándoles a ser personas.

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  39. Nosotros perdemos el Norte y se les señala a ellos y a "su mundo" como culpables. Y sólo son los perdedores, víctimas colaterales. Y por favor, entiéndeme, yo no quiero meterlos en otra burbuja, sino sacarles de aquella en la que están encerrados. Sacudirles un poco. Bien, en la medida que me toca -al menos- esto es, mi sobrino y sus amigos. Pero no pierdo la esperanza por ellos.

    Releyendo, me doy cuenta que quizá nuestros puntos de vista no son tan distantes, sino más bien paralelos.

    Una cosa más: buscaré el libro de Carr y aunque tengo pendiente una larga lista de títulos, cuando lo haya leído, lo comentamos. Aprovecharé de paso, para echar un vistazo a Dante, aunque creo que empezaré por Milton.

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  40. Yo también pienso que no son los culpables, sino las victimas, siempre ha sido así, Esteve.

    A diferencia tuya, yo opino que no están en una burbuja, ni siquiera eso, están... si se me permite la expresión, "dejados de la mano de Dios", o ... de la de los padres, los amigos, la sociedad, los educadores.... etc etc. En muchas ocasiones se recurre a ellos como objeto fácilmente manipulable, con tan poca habilidad o sutileza que finalmente sale el tiro por la culata. Y por si fuera poco, nos permitimos el reproche.

    Me pregunto qué será de esta generación cuando crezca.

    Saludos

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  41. No estoy segura de saber explicar lo que tengo en mi mente. Ya sabeis que tengo claro que estamos al final de un ciclo. Todo lo que representa el siglo XX es imposible que no se refleje en nuestro cerebro, en su evolución darwiniana. Es posible que nuestra evolución sea más lenta que los sucesos en el mundo y entonces haya un desfase entre lo que pasa y lo que somos y hacemos. Pienso que puede ser posible que estemos pasando por una época desajustada.
    Yo veo posible que las generaciones venideras evolucionen físicamente y por ejemplo nazcan con la piel de los dedos con los que tecleamos mucho mas fuerte, o que la estructura de nuestros ojos cambien para que no se deterioren de tanto fijarse en la pantalla... E igual que habrá cambios físicos, los habrá también en el cerebro y las personan serán distintas a las de ahora, y la juventud o no será tan pasota como ahora o lo será más todavia. Es dificil de prever pero es posible que nuestra Cultura esté llegando a su fin como acabó la romana o la griega. O sea que, no cabe duda que tenemos que esforzarnos por dar lo mejor de nosotros mismos a los demás porque no sabemos con certeza lo que va a pasar pero es posible, sí, que nuestros esfuerzos no puedan competir con la fuerza de la evolución hacia no sé donde.
    No se si me he explicado. Lola

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  42. Sí, te has explicado, Lola. Pienso como tú que estamos llegando al final de una forma de entender el mundo. Nuestros hijos y nietos vivirán un mundo muy distinto, tanto que ni lo imaginamos. Es importante, como dices, que en estos estertores demos lo mejor de nosotros mismos, pase lo que pase después.

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  43. De buen grado vuelvo a esa idea de la inepcia de nuestra educación. Ha tenido como fin hacernos no buenos o sensatos, sino cultos: lo ha conseguido. No nos ha enseñado a perseguir y a abrazar la virtud y la prudencia, sino que nos ha grabado la derivación y la etimología. Nos esforzamos en llenar la memoria y dejamos vacío el entendimiento y la conciencia.

    Michel de Montaigne

    Me ha llegado al alma este pensamiento. Lola

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  44. En este caso concreto... para leer a Rosalía desde otro punto de vista http://vimeo.com/album/255742
    Olga

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