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sábado, 11 de diciembre de 2010

Las ciudades invisibles

                                                       Fueye, Alejandro Lucas Debonis
Tengo en mi nevera un imán que compré en el Caixaforum que recoge una cita de Federico Fellini. Dice: Nuestros sueños son nuestra única vida real. Me dije que algún día escribiría un post tomando como base esta reflexión. Hoy sábado, ya oscurecido, ha llegado el momento del desafío de hacer justicia a algo que me parece completamente cierto. Todos soñamos y a veces recordamos los sueños, otras veces no. Ha habido temporadas en que procuraba anotar cuidadosamente todos los sueños que recordaba, especialmente cuando el azar o la fortuna me deparaba la posibilidad de un viaje que me sacara de mis coordenadas abrumadoramente repetitivas.

Soñar. ¡Qué hermosa palabra! Me gustan los sueños de ciudades imaginarias por las que me muevo lleno de sorpresa y admiración. Recorro la ciudad, desplazándome a barrios extremos. Es una ciudad conocida pero transformada y revestida de maravilla. Me muevo por una Barcelona con  barrios en la montaña, deambulo por sus callejuelas por las que no parece haber pasado el tiempo. Es como si me devolvieran a mi infancia, pero yo no viví mis primeros años en Barcelona. Fue en otra ciudad a orillas de un río turbulento. Atravesaba una pasarela que se bamboleaba movida por el viento en tardes de tormenta, y abajo el río, denso y peligroso, me llenaba de miedo y fascinación. Abandonar la niñez es una gran tragedia de la que no nos reponemos nunca. Sólo los sueños, al menos los míos, en esos viajes oníricos que realizo a Nueva York, a París, a Alaska, a Winnipeg o a una Barcelona que no existe fuera de la imaginación, llegan a conectarme con la cosmovisión lúcida y terrible de la niñez, en que la visión de las cosas es nueva, incontaminada y  pura. Sólo los paisajes de los sueños me comunican con la niñez, que viví desolado, pero a la vez estremecido por la belleza de contemplar un mundo por primera vez.

Recuerdo nítidamente mis paseos por esas ciudades imaginarias e invisibles. Meses y años después los sigo teniendo absolutamente nítidos en mi recuerdo. Son más reales que los paisajes que recorro en mi vigilia con ojos rutinarios. El sueño es la plasmación de mi ansia de infinito que hallo a veces también en el territorio de la literatura. Acabo de leer un libro curioso de Italo Calvino. Se titula El barón rampante. Sucede en la Italia del siglo XVIII. El protagonista es el barón Cosimo. A sus doce o trece años, tras un enfado con su padre, decide subirse a un árbol del jardín, y allí permanecerá para siempre, desplazándose por todo el país a través de la copas de los árboles. Desde allí contemplará la vida y la historia sin bajar nunca más de los árboles. El mismo Voltaire irá a verlo en su vida rampante, e incluso el emperador Napoleón conversará con él. Es un libro extraño porque detrás de la fábula de pasarse la vida subido a los árboles, he creído ver la misma locura que afligió a don Quijote que decidió a sus cincuenta años convertirse en caballero andante y salir al mundo a proteger a los desvalidos. Don Quijote y Cosimo participan de locuras parecidas ante una vida real asfixiante en que los sueños son nuestra mayor y mejor huida de esa realidad. Los sueños y la literatura.

Como cantaron Lole y Manuel: Las caricias soñadas son las mejores.

Porque también hay sueños eróticos, estremecedoramente verosímiles. No los olvido jamás. Lástima que no se prodiguen más, y que sea un azar acceder a ellos en algunas noches de tormenta. Aunque no sé si la palabra es sorpresa. Es algo más allá, es la antesala de algo que no llego a entender. Creo que yo a mis veinte o treinta años hubiera sido un claro voluntario a experimentar controladamente con algunas dosis de LSD o mescalina. Nunca tuve ocasión de hacerlo, pero entre mis libros de cabecera está Las puertas de la percepción de Aldous Huxley. Su lectura me llevó a imaginar y desear la experimentación con alguna sustancia alucinógena que no llegó desafortunadamente a producirse. No sé por qué imagino que la visión que me hubiera llegado no sería tan diferente de la que recuerdo de mi niñez o de algunos sueños o de algunos viajes. Supondría ver la realidad transfigurada, iluminada, distinta, potenciada, más allá de nuestra mirada habitual que no llega ya a soprendernos, ni a excitar nuestras neuronas que genéticamente están programadas para soñar, pero vivimos aherrojados en un cuerpo físico que se deteriora inexorablemente, se colesteroliza, se arruga, para algún día tal vez participar de nuevo –esto lo imagino-  en una cosmovisión de la misma sustancia de los sueños, la literatura, o los fragmentos que nos quedan de la niñez. Tal vez esto sea la muerte. Un nanosegundo de visión totalizadora en la que cabrá toda la eternidad. Tal vez no haya nada más, pero ese instante infinitesimal será superior a toda la existencia. Los místicos llegaron a vislumbrarlo. Y don Quijote que murió tal vez soñando que volvía a ser caballero.

Pero no me hagan caso. Son divagaciones extrañas de una tarde de sábado en que escucho a Richard Bona y divago entre volutas de humo imaginario. 

37 comentarios :

  1. No apunto los sueños, supongo que al soñar despiertos nunca sabes si es verdad....o imaginación. Al contrario que tú, mi infancia es una Barcelona que aún sigo imaginando aunque ya no esté allí. Me encanta volver y confirmar que mi ciudad imaginaria tiene un puntito de realidad, el resto me pertenece sólo a mí. Hay algo de quijotesco en soñar, aunque creo que, viviendo en estas tierras de Sancho Panzas, elijo al hidalgo aunque me estrelle contra el aspa de un molino.
    Tu texto me ha traido muchos recuerdos, todos buenos, gracias.

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  2. En mi infancia también había un puente sobre un río profundo y turbulento. Cuando tras más de treinta años volví a verlo, apenas era un charco de agua casi remansada que apenas llegaría a cubrir las rodillas. Sin duda lo que mi fantasía había agrandado lo habían empequeñido las sequías y la explotación...

    Parece que estamos entre los extraviados de los que habla Parménides:

    " los mortales ignorantes
    andan errantes, bicéfalos (...)son arrastrados, como sordos y mudos, estupefactos, gentes sin juicio
    (...) para quienes el camino de todas las cosas marcha en direcciones opuestas."

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  3. "Las caricias soñadas son la mejores!"... a falta de otras, añado yo.

    Y con los sueños con ciudades míticas pasa lo mismo. He tenido la fortuna, porque viajar me apasiona, de conocer algunas de esas ciudades y, aunque la realidad se distancia del ensueño, no me han decepcionado nada. Si acaso, esta experiencia pone límites a los sueños en unos aspectos y los ensancha en otros.

    Los lugares de la infancia quedan ahí indelebles en la memoria y en los afectos. Siempre nos acompañarán reclamando una atención no exenta de añoranza.

    Un abrazo, Joselu

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  4. Maverick, me gusta deambular imaginativamente por las ciudades evocadas por el recuerdo o reconstruidas por el sueño.

    Serenus, ¡qué potencia imaginativa la de aquel río que sigue poblando mis sueños! El río real para mí es lo de menos.

    Luis Antonio, son para mí dos dimensiones distintas: la real palpable (el amor, las caricias, las ciudades concretas que puedo visitar), y la realidad soñada que posee una potencia a mi juicio poderosísima. No se excluyen las dos dimensiones sino que se interpelan continuamente.

    Un abrazo.

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  5. Yo he vivido en sueños estos últimos seis años. Me creé un personaje online llamado Osselin y me deje adoptar por él.
    Fui durante esos años su alter ego y me fue utílisimo para curar mis neuras.
    Ahora que ya no lo necesito lo he abandonado como un perro.
    Pero ahora que no tengo alter ego me siento huérfano, a veces.

    ¡Qués cosas tienen los sueños-realidad!

    No he tomado nunca drogas pero todos mis amigos me dicen que a mí no me hace falta por mi imaginación desbordante y mi contínuo estar "en otra parte".

    Saludos.

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  6. Poder volver a la infancia, aunque sea en sueños, es uno de las mayores tesoros que poseemos. Yo lo hago frecuentemente (tener hijos lo facilita mucho: juegan con la niña que fui). Creo, como dices, que la vida real y la de los sueños no se excluyen, sino que se enriquecen mutuamente. Es triste, pero una alumna -estudiante mediocre- le reprochaba un día a otra -ávida lectora y estudiante brillante- que si ella leía y sacaba buenas notas era porque se aburría mucho, porque no tenía otra cosa que hacer. Yo no lo creo así, pero me dio que pensar...

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  7. De manera explícita citas también Las ciudades invisibles de Calvino, quizá una de las más sugerentes propuestas literarias que ahondan en lo onírico. Los paisajes soñados son eternos como tú mismo apuntas. Son geografías de lo íntimo, pero con una misteriosa capa de realidades vividas. En algunos de mis sueños recurrentes vuelo sobre esas ciudades invisibles, como aquel protagonista de Brazil, otra onírica película de Terry Gillian.
    Sueños, literatura, cine, música, espacios únicos en los que vale la pena perderse en estos fines de semana fríos y grises.

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  8. Josep, tus fotografías reflejan una clara intencionalidad suprarreal o transreal. Mi alter ego sigue haciendo de las suyas. No sé si algún día me abandonará, pero de momentos dirige mis dedos en el teclado.

    Carlota Bloom, la imaginación no existe en el vacío. Hay que trabajarla, enriquecerla, alimentarla mediante la disciplina, el arte y el tiempo libre para imaginar. La imaginación de la alumna mediocre seguro que no era demasiado rica a tenor de lo que dices.

    Antonio, por las experiencias oníricas. Que sigan entrelazándose a nuestro vivir cotidiano y podamos visitar esas ciudades invisibles, tan reales como las de ladrillo y metal. Y sí, abiertos al soñar como acceso a una dimensión de una plenitud que sólo existe allí.

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  9. Joselu, la imagen que ilustra tu post (preciosa, me encanta) y el propio texto parecen una fábula de Navidad en el mejor sentido de la palbra, sin la fácil ternura que nos rodea estos días. Los sueños son a veces más reales que lo que vemos y sentimos cuando estamos despiertos. Son misteriosos (¿por qué entendemos unas imágenes llenas de símbolos y elipsis?), sobrecogedores, enigmáticos. Hay quien asegura tener orgasmos en sueños y quien se despierta aterrado. Yo sueño frecuentemente que vuelo, o todo lo contrario, que casi me arrastro porque no puedo apenas andar, y no digamos correr. O que debo ducharme, (desnuda, claro) ante otras personas a quienes no les importa mucho mi presencia ni mi aspecto. No recuerdo haber soñado con ciudades imaginarias, pero sí con sitios reales, aunque distorsionados. Quizá los sueños nos muestren cómo somos en realidad. Ya sabes cómo los explican algunos psicólogos: son la "puerta falsa" por donde aflora todo lo que reprimimos cuando estamos conscientes. En cualquier caso, son un mundo fascinante y te han servido para escribir un post sugerente y encantador.
    Un fuerte abrazo, colega. ¡Menos de dos semanas para las vacaciones! ¡Bien!

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  10. Yo hace que perdí la capacidad de soñar. Igual algún día la recupero, no sé. Pero hace tanto de esto que ni me acuerdo. Por eso me gusta leer los vuestros cuando los escribís :) Pero sólo entonces. Cuestión de elección más que otra cosa.
    Los que aparecen cuando duermes, de esos sí tengo, un montón de hecho. Hace tiempo tuve la costumbre de anotarlos en una libreta que dejaba bajo mi almohada con el único fin de recordarlos después, porque si no, la mayor parte de las veces se me olvidaban y me fastidiaba un montón. Sin embargo, hay tres recurrentes y que no necesitan de notas. Responden a algún tipo de... ansiedad, o algo así. Porque no podrían calificarse de agradables, supongo. En especial uno de ellos.
    Quizás debiera volver a poner la libreta bajo la almohada, para recordar también los buenos, ya que no acostumbro estando despierta. Tal vez respondiese así a algún tipo de necesidad que no sé si tenga, pero empiezo a intuir que sí.

    Besos, Joselu.

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  11. ¡Qué gran libro El barón rampante, Joselu! Y qué necesario llevar a los niños al borde de algunas lecturas, no siempre gratas, pero siempre activas, capaces de hacernos algo. Aquí explican bien la causa de algunos de nuestros males:

    In 1962, poet-critic Randall Jarrell published his essay "The Schools of Yesteryear." In it, he examines the Appleton Readers, once the most popular school readers used in American public schools, and he found that in 1880, the fifth-grade reader contained works by Byron, Coleridge, Cervantes, Dickens, Emerson, Jefferson, Shakespeare , Shelley, Thoreau, Mark Twain and "simpler writers such as Scott, Burns, Longfellow, Cooper, Audubon, Poe, Benjamin Franklin and Washington Irving."

    Fourth-graders were reading Gray's "Elegy Written in a Country Churchyard" and poems by Wordsworth. If you're thinking to yourself, "How could that be? I didn't encounter anything like this until college," well, that's exactly Jarrell's point.

    A decision was made about how to teach reading that, by the 1950's, ensured Americans would not know their own (or any other) culture. We're all consequences of that decision.

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  12. Quizás, Yolanda, me he expresado mal. Las ciudades imaginarias a que me refiero pueden estar entresacadas de fragmentos reales de alguna ciudad, pero, como dices, distorsionadas. Suelo tener sueños felices. Esos recorridos por esas calles de París, de Nueva York, de Barcelona me llenan de gozo. No me explico cómo me pueden conmocionar tanto. Cuando despierto me pregunto cómo puedo haber construido esa ciudad tan coherentemente. A veces sueño con institutos nuevos, situados en sitios distintos. Voy paseando por los pasillos buscando las aulas. Es un mundo que me resulta fascinante. Creo que los sueños son artefactos narrativos de una calidad extraordinaria. No me extraña que tantos artistas se haya alimentado de ellos y los hayan introducido en sus obras. Uno de ellos fue Federico Fellini, al que cito. Un fuerte abrazo. Queda, como dices, bien poco.

    V., ya no anoto los sueños, pero hay algunos que me persiguen días y días. Pasan los meses y sigo recordándolos. En especial los viajes oníricos. Me encantan los sueños de viajes. Siento emociones que los viajes reales no hay logrado producirme con igual intensidad. Eso no quiere decir que renuncie a los viajes físicos. También, como decía, me son muy gratos (¡¡¡¡) los sueños eróticos. Tengo pocos, pero cuando surgen tienen una altísima intensidad. Pienso en los ancianos que se pasan tantas horas traspuestos y me pregunto si no estarán sumergidos en el reino de los sueños mucho más de lo que pensamos. La dimensión onírica es apasionante. Besos, Verónica.

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  13. Un punto esencial es que los textos que realmente se te quedan (y te marcan) son siempre propuestas abiertas: nunca terminas de leerlos. Los textos compuestos con una intención didáctica (enseñar valores, por ejemplo) son planos y se agotan enseguida. En cambio, todos seguimos dándole vueltas a Hansel y Gretel, Drácula o El barón rampante. Nunca estaremos seguros de 'qué quieren decir realmente', porque no quieren decir una sola cosa, ni de una sola vez. De ahí su fuerza.

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  14. Con los sueños nunca se exagera lo suficiente, teniendo en cuenta que lo normal al despertar es olvidarlos porque en ese momento al yo recién despierto, acuciado por las prisas y los deberes mundanos, le parecen filfa. Ese error de juicio es imperdonable, y merece, como compensación, una fórmula radical. Como la de Machado: 'De toda la memoria, sólo vale / el don preclaro de evocar los sueños'.

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  15. Alejandro, he leído el artículo que enlazas y estoy plenamente de acuerdo en lo que sostiene. Fíjate, el segundo año que di clase en un colegio de los hermanos Maristas de Barcelona en 1980-1981, les hice leer a alumnos de tercero de BUP: El cantar de Mío Cid, La Celestina, La lozana andaluza, El Lazarillo, El Quijote (1ª y 2ª parte), La narración de Arthur Gordon Pym, Macbeth, Las noches lúgubres de Cadalso, Crimen y castigo. Además hablamos del nuevo periodismo norteamericano tipo Bukowski, Tom Wolfe, etc. ¿Cómo lo hice? No tengo ni idea, pero fue posible. Y los alumnos no eran superdotados. Hoy eso es absolutamente imposible. La clave como bien insinúas es la de llevar a los alumnos a lecturas interesantes que no tienen por qué gustarles. No es el criterio fundamental el gusto y se ha tomado como absoluto. Hay libros que pueden no gustarnos por muchos motivos pero dejan un poso en nosotros. La vida breve de Onetti me resultó sombrío, repetitivo, ominoso. Me costó acabarlo, pero quiero volver a él otra vez. Hubo algo que me sigue llamando. Hay lecturas que se entienden con el tiempo. Se necesitan lecturas que dejen huella. Pero qué alejado está esto de la pedagogía que se estila.

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  16. Al59, los libros de educación en valores y toda esa filfa es la mayor estafa perpetrada contra la buena literatura. Son libros pedagógicos, que pretenden inculcar una moral llamémosle democrática, igualitaria, bienintencionada. Pero ¿eso es la literatura? El héroe literario es turbio, ambiguo, no acaba nunca de resolverse. Como bien dices, alimenta una historia abierta difícil de desentrañar, o imposible. La historia de Cosimo me sigue persiguiendo como algunos sueños. Esa vida en los árboles me parece absolutamente inverosímil, pero qué más da. Hay algo allí, no sé bien qué, pero lo hay.

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  17. En los primeros años como profesor, llegué a tiempo de dar algunos cursos de Literatura de COU. Los libros venían impuestos desde arriba, pero aun así eran la caña: recuerdo sobre todo Canciones, de Lorca, Cántico, de Guillén, y Tiempo de silencio. Parecía normal leer cosas así, y que los exámenes de selectividad fueran comentarios de texto, más o menos dignos de tal nombre. No hace diez años, y parece ya el siglo XIX.

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  18. Has hablado más de una vez con lástima de la experiencia, soñada y no vivida, con enteógenos: tengo que decirte que hablas, sin embargo, como si los hubieras tomado —y con mucho mayor provecho que el habitual. Hay muchos caminos hacia el no sé dónde. Conviene no descartar ninguno, pero al final es el caminante quien los hace buenos o no. Enhorabuena.

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  19. Al59, ¡qué maravillosos Tiempo de silencio o El Jarama o Pedro Páramo o Ficciones de Borges en el antiguo COU! El mes y pico que pasé analizando a Salinas y su libro Presagios. No tenía demasiado en cuenta la selectividad. Más o menos. Era aquello un territorio libre y salvaje. Ahora siento lo actual -lo que me toca vivir en el aula- como un lugar domesticado, burocrático ante alumnos que sólo ansían que les den el biberón.

    Sí, Alejandro, en Sumatra probé algo parecido, pero quedó en el tintero de los sueños alguna experiencia mayor que de alguna manera se ha incorporado a mí, como si hubiera sido real. Creo que sin dimensión onírica -en el más amplio sentido del término- la vida sería absolutamente gris y para mí insoportable. Aprendí a soñar desde niño y espero poder seguir haciéndolo. Eres de los supervivientes de aquel 2005 en que nos incorporamos a esta aventura onírica que es el blog. La pedagogía en mi caso es lo de menos. Algo tendrá que haber para justificar el título del blog, pero su fondo es una aventura visionaria, unas veces más y otras menos. Ayer mi mujer me decía si el blog no se habría convertido en una rutina y yo salté asegurándole que no. Son pequeñas aventuras -no vamos a decir que sean grandes- pero para mí me valen, y si hay alguien que te entiende, el círculo se cierra. Gracias.

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  20. Pues yo, JOSELU, soy adicta a los sueños, a tooodo tipo de sueños, los que soñados cuando estamos dormidos y los soñados cuando estamos despiertos. A veces pienso que yo salí con sicotrópicos instalados en el cerebro de serie :-) no necesito, ni he necesitado experimentar con nada más y de hecho fíjate, ni un porro he probado en mi vida y menos mal, porque en mi caso tus volutas imaginarias de humo serían tristemente reales. Comencé a fumar sin haber probado el tabaco en mi vida tradísimo y a la semana, ya me fumaba una cajetilla al día, así que no quiero ni imaginar si me hubiera dado por las drogas.

    En fin, mi problema es que tengo una imaginación muy calenturienta y enseguida se me activa. Voy por la calle y sin darme cuenta me imagino la vida de todos los que me cruzo, veo cualquier detalle y se me va la cabeza tras él y no te quiero ni contar con la música jajaja con ella, lo mío son viajes siderales, por eso me encanta. Durante la noche, cuando tengo suerte y duermo, porque duermo muy poco y mal, también sueño.

    Pero yo no necesito de los sueños para funcionar a veces como cuando era pequeña, es otra cosa que me sucede sin ningún esfuerzo y en ocasiones, reconozco que hasta puede resultar ridículo, pero es asi. Supongo que mi parte locuela, es una secuela de la infancia que se me cronificó y ahí sigue. En el fondo, yo estoy encantada y espero que siga ahí siempre, porque gracias a ella sigo disfrutando de casi todo como el primer día. Por pequeño y tonto que sea, me emociona y me pone tan feliz como a una niña pequeña, también en la parte negativa funciona igual, una insignificancia puede hundirme en la miseria, pero esto siempre dura poco. La vida sin sueños, sería monótona, anodina y triste, sólo escapándote con ellos puedes evadirte cuando la realidad se hace imposible y a veces sucede. Incluso teniendo una realidad más que confortable, los sueños le dan otro brillo a todo.

    Mira ahora que llega la Navidad, a veces me das rabias ver, que tengo yo más ilusión por todas las tonterías de ella, que mis hijos. Una noche, convencí al pequeño para que esperara conmigo tras el árbol a ver si veíamos llegar a los reyes jajaja y a la media hora, ya había tirado la toalla, cuando yo recuerdo pasarme montones de noches de Navidad y Reyes, escapándome de mi cama en la noche, a ver si los pillaba y ahí sigo, ya ves:-)

    Pero fíjate, yo nunca he soñado con ciudades imaginarios, aunque lo de vivir en la copa de los árboles, tengo que pensarlo, a ver si esta noche en mis sueños( si hay suerte) practico:-)

    Un beso muy grande y muuuy felices sueños, JOSELU.

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  21. Igual esos sueños que te persiguen también responden a una necesidad, no? La de viajar :D Has dicho muchas veces que te hubiese gustado ser un explorador al estilo de los del S. XIX o así :) Y leyéndote, fíjate, me es extraño. Nunca me he parado a pensar en las sensaciones en sí, que me producen los míos. Podría definir alguna, pero siempre me fijo más en el sueño en sí, y en por qué puede haberse dado. Por ejemplo, los tres recurrentes. Bueno, uno lo tengo claro porque tien que ver con mi padre y con que sigue vivo. Este lo tengo desde que no está, claro. Otro es un poco asqueroso. Siempre me pasa lo mismo, sucede como si estuviese comiendo un chicle que no es un chicle, y de repente empiezo a estirar y de la boca me salen un montón de... no sé, iba a decir pelos, pero se parece más a una especie de masa de pizza filamentosa y del mismo color que la masa de la pizza. Estiro y estiro, y no deja de salir. ¿A qué es un poco asqueroso? En el sueño siempre intento sacarla de ahí, pero es interminable. Me pregunto si no estará relacionado con mi incapacidad para explicar cosas que siento a veces, no sé. Y en el que tengo hace muuucho más tiempo, bueno, en ése siempre doy unos saltos enormes. Casi como si pudiese volar. Voy de un sitio a otro en el sueño de esa guisa. Doy un paso enorme, que es como un salto gigantesco, estoy por unos minutos suspendida en el aire y sólo bajo para apoyar un pie en el suelo y dar otra zancada enorme y sigo volando. Este no sé, pero una vez un hermano de mi madre soñaba constantemente que podía volar. El psiquiatra al que estaba yendo le dijo que probablemente estuviese relacionado con una suerte de ansia de liberación (estaba enganchado a la heroína por aquel entonces). Igual van por ahí los tiros, no sé.
    Sueños eróticos creo que no he tenido ni uno en mi vida. Y si he tenido alguno, no lo recuerdo :S pero no estaría mal tener uno, creo yo. Por lo menos para saber lo que son, o mejor dicho, qué se siente :D
    Creo que la próxima vez que tenga a mi abuela en casa la observaré, ciertamente se pasa el día durmiendo. Voy a preguntarle si es que sueña algo... aunque a esta precisamente, casi me da miedo preguntarle :S Fijo que sueña con marmitas enormes llenas de sapos y culebras (qué bruja... soy XD).
    Salud y sueño, Joselu.

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  22. Oh, por cierto, tu post me recordó al contenido de este libro de fotografías. Le encuentro relación, ya ves... :o!! qué cosas...

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  23. El barón rampante tenía cierta razón. A mí también me ha pasado y me pasa eso de querer subirme a un sueño y hacerlo realidad. Más que nada por luchar contra la realidad. Porque yo creo que la única forma de vencer a la realidad es soñando. Sobre un árbol o con la lanza y el rocín. Da igual. Yo también viajo por ciudades soñadas donde tienen lugar esos encuentros eróticos sublimes que la realidad nunca supera.

    Un abrazo.

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  24. María, me es difícil imaginar tu doble vida: profesional, abogada, jurista, que ha de empaparse de sesudos códigos, leer jurisprudencia... Y, por otro lado, una soñadora nata que tiene poco que envidiar a Alice in Wonderland. Debo tener una imagen estereotipada de los abogados porque no llego a imaginarme esa dualidad, hasta que te veo a ti. Bueno, no te veo, te leo. Pareces un personaje salido de los cuentos, como un gnomo o algo así. Pero un abogado debe saber ser malo, afilado como un hacha ante el contrario, ser capaz de afirmar que su cliente -acusado de cortar en pedacitos a su mujer- es inocente como una pobre tortolilla y que todo son pruebas circunstanciales sin fundamento. No hace falta que pongas especial énfasis en sostener que tienes alojados en el cerebro cantidades ingentes de psicotrópicos. Es evidente, María, tu blog, tu visión del mundo, tu manera mágica de estar por aquí, lo hacen palmario y real. Es un placer tenerto por aquí. Mi imaginación no es tan feraz, pero alguna vez, con cierta frecuencia viajo por ciudades imaginarias con una precisión que me maravilla. Quizás algún día te encuentre en alguno de esos recorridos frente a una pastelería y te reconozca ensimismada mirando los dulces que allí se expenden. Que sea en París. Besos.

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  25. Y sí, tengo a Richard Bona como uno de mis cantantes africanos más estimados. Tengo cuatro discos de él, y la canción que seleccionas es muy hermosa.

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  26. Vero, me he reído con lo de tu abuela, pero sí, pienso que las personas de cierta edad, cuando ya la realidad es para ellos un azar mínimo, se refugian en el mundo de los sueños donde uno puede ser feliz y vivir múltiples realidades. No sé qué sería de los seres humanos sin esa capacidad que nos lleva a los sueños. Por otro lado soy incapaz de pensar que los sueños son simbólicos o que tienen explicación lógica. Quizás sea plausible que sale por ellos mi ansia de viajero que no puede ejercer en la actualidad. Puede ser. Pero lo que más me maravilla del mundo onírico es su construcción narrativa. Personas que serían incapaces de escribir dos líneas sobre una historia de modo coherente, en el mundo de los sueños tejen maravillosas y espantosas historias llenas de densidad literaria. Los sueños eróticos son fascinantes. Pero casi todos también. No suelo tener malos sueños, no demasiado malos, pero hay algunos que se me quedan grabados y vuelvo a ellos con sensación de sorpresa maravillada. No sé si cada uno tiene los sueños que se merece. No sé si cada uno tenemos sueños en relación a lo que somos en nuestro estado consciente, pero hay coincidencias muy interesantes que han sido señaladas por los estudiosos del tema. Eso de dar saltos y volar lo recuerdo como un ingrediente que ha sido frecuente en mi vida onírica. ¡Cómo me gusta eso de vida onírica! Creo que tendríamos que dedicar más atención a la misma. Al fin y al cabo, el arte en buena medida se nutre de esa dimensión todavía inexplorada. Lo malo es que no se sueña cuando uno quiere, sino cuando viene, y no se recuerdan los buenos sueños más que en algunas ocasiones, pero cómo me conmocionan. Sueño también para ti.

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  27. Miguel, bienvenido a la dimensión onírica. Nuestra vida puede ser más o menos gris, pero por las noches volamos, nos transformamos, amamos, descubrimos, viajamos...

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  28. Me gusta soñar Joselu, despierta y dormida, aunque más despierta que dormida porque así introduzco yo el tema de mi sueño. Pero sobre todo me gusta vivir, acaparar experiencias de lo mucho que me queda por aprender y con poco tiempo por delante, que espero que sea la muerte lo que me llegue primero y no mi deterioro cerebral. Mis horribles recuerdos quedaron atrás y ahora en vez de soñar me gusta recordar mi niñez y mi juventud, no sabes lo gratificante que es para mi.

    De drogas ni te hablo, tal vez algún dia cuente experiencias dolorosas, muy dolorosas, vividas, pero por ahora es de lo poco que me guardo para mi sola.

    O sea Joselu, mis sueños no son mi vida real, esta es la que vivo cada dia y me gusta. Un abrazo Lola

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  29. Jajaja ¡¡qué cielo eres!! pues sí, la verdad es que soy muy atípica.

    Pero no creas, en los juzgados doy el camelo, nadie se imagina lo que bulle por mi mente, allí me pongo la coraza, toda seria y toda digna yo... y a espadear se ha dicho :-)

    Tampoco he tenido un cliente de verdad que hubiera hecho picadillo a su esposa, dudo que lo hubiera podido defender bien. Una vez vi uno de pasada en una guardia, al que sólo asistí en su declaración, pero que gracias a Dios luego no me tocó representar porque era un Hannival Lecter, igualito, igualito. Un alemán que ahogó a su esposa en el Miño, metiéndole una bolsa del Corte Inglés en la boca ¡¡tú mira!!. En eso soy muy mala abogada, o me creo de verdad que mi cliente tiene razón o no me funciona bien la cabeza, por eso he renunciado en montón de ocasiones, es una prerrogativa que tenemos cuando nos llegan obligatoriamente de oficio y privado, lo ves y ya dices...¡¡ pues casi que mejor se busca a otro !!:-)

    Mi terreno sobre todo, es el derecho de familia, es mi especialidad o sea maridos versus mujeres y viceversa. Si me ves en el despacho te tronchas jajaja tal mente como Helena Francis ¿recuerdas aquella Sra de la radio que aconsejaba a las amas de casa? pues igual, es que a mi madre le encantaba, me impresionó muchísimo siendo una enanita, lo arreglaba todo y lo sabía todo jajaja nunca se imaginará la de matrimonios que ha arreglado, separado y divorciado posesionada, dentro de mi :-)

    ¿Te das cuenta? yo no necesito esforzarme mucho para soñar, vivo entre películas de vidas ajenas. Por eso me escondo aquí, cuando me saturo de rollos, para poder soñar de lo que a mi me gusta y a mis anchas.

    Vale, nos vemos en París, en el café de Flore, en el Blvd St Germain...¿te parece? :-)

    Un beso grande JOSELU.

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  30. Aunque se que no es verdad, yo siempre digo que "no sueño" y es que raramente los recuerdo y menos últimamente que duermo poco y mal...ensoñaciones si, eso si...y me gusta, dejo suelta la imaginación y...a volar... pero tu tarde me ha fascinado ese :" Tal vez no haya nada más, pero ese instante infinitesimal será superior a toda la existencia. Los místicos llegaron a vislumbrarlo. Y don Quijote que murió tal vez soñando que volvía a ser caballero". Realmente me has dejado K.O. epatado que dirían algunos. ¿Será tan bello?

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  31. Me alegra volver a tu casa digital. Más aún con este tema tan recurrente en invierno. Parece que estos climas se dan más a ensoñaciones o reflexiones al vuelo. El verano derrite la mente, pidiendo otro ritmo.

    Todo es sueño, ficción, relato. El pasado lo es, definitivamente. Sólo podemos vivirlo como recuerdo, memoria retratada, y así reactualizar nuestra mirada sobre el presente. El futuro es igualmente ficción, u-topía, adelantarse a lo posible, a veces a modo de boceto de opciones, proyectos que culminaremos, o no. Y el presente, ¿qué es el presente sino un sueño imposible, evaporado en cada instante en el que pretendemos asirlo?

    El ser humano es ese animal que nunca está donde habita su cuerpo, sino en otra parte, quién sabe dónde.

    Un saludo afectuoso desde Badajoz, amigo Joselu.

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  32. Ramón Besonías, elocuente comentario que navega entre los pliegues de la ensoñación que constituye nuestro devenir y nuestro ser.

    Malo,es el momento pleno es que nos desasimos de todo, de absolutamente todo. No hay nada más. Es el mayor misterio de la existencia.

    María, en el café de Flore, aunque yo estaba pensando en la place de la Contraescarpe. No sé si se escribe así. Besos.

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  33. Vale, me gusta tu idea, Contescarpe es la plaza más parisina de París:-) pero podemos terminar en de Flore. Casi te preparo el viaje de tu próximo sueño:

    Verás, quedamos en la plaza Contrescarpe, no olvides tu acordeón y tu camiseta de rayas, yo llevo mi boina:-) después nos pasamos por la Sorbona, que queda cerquita, tú tomas posesión de tu cátedra de literatura y al terminar, en un plis plas, cruzamos a Notre Dame (sería imperdonable no hacerle una visita) y caminando otro poquito podemos tomarnos finalmente las tostadas francesas en el café de Flore ( y ya puestos a soñar :-) si quieres allí tu eliges si quedamos con Sartre, André Bretón, Picasso e incluso con Hemingway y te cuenta como se le ocurrió “el viejo y el mar” ( que sé que te gusta)...
    El resto del sueño, sigues tú y... ¡¡ luego me cuentas!! ¿OK?:-)

    Muchos besos... y te dejo, que aún no he preparado mi maleta jajaja

    ¡¡FELIZ TARDE!! :-)

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  34. Hace ya muchos años yo también hacía esas cosas...despues la vida, la circunstancias...la cruda realidad se sobrepuso a todo...quizás ahora con un poco más de tranquilidad podría volver a bucear dentro de mi y rescatar alguna de aquellas cosas, que siempren están ahí dormidas y hacer renancer esos expléndidos momentos...no se, no se, se me puso duro el corazón y mucho me temo que voy a necesitar mucho pero que mucho masaje cardiaco hasta volverlo de nuevo flexible.

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  35. Por cierto, Joselu y María...yo soy más de Rossio, de Chiado, de Alfama...de Liboa. Los franceses siempre me resultaron pedantes...además me robaron los muy...eso.

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  36. Jajaja ¡¡Vale MALO!!

    El siguiente viaje nos lo hacemos los tres a Lisboa, a llorar escuchando fados!! ¿vale?...

    Luego pasamos a Andalucía a sonreír con las sevillanas:-)


    Un besito y buen finde

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