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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Corregir un examen


Corregir un examen de diez alumnos de bachillerato humanístico y social es una tarea apasionante. El examen versaba sobre la narrativa del siglo XVI y El Quijote. Podían tener el libro de El Quijote encima de la mesa, pues les pondría un par de capítulos a comentar para que escogieran uno. No se los revisé para ver si en sus páginas –libros voluminosos- había material prohibido. Preferí confiar en su honradez y no mostrarme como un profesor desconfiado que va buscando motivos por los que suspender a sus alumnos. Parece ser que la última moda de copiaje en el instituto es mediante un auricular y un reproductor de MP3 o MP4. Se graban el contenido del examen y las chicas con su pelo largo ocultan sus pinganillos.

No los revisé, ni les hice a las chicas ponerse el pelo recogido. Estuve toda la clase paseándome arriba y abajo. Vi alguna maniobra de tener los apuntes abiertos debajo de la mesa, para aprovechar algún despiste del profesor, pero creí que con mis paseos lo impediría.

El examen era facil, previsible. No quise hacer sangre y tuve en cuenta el nivel medio de la clase, del barrio, de sus circunstancias culturales y ambientales. Apretar las tuercas supone un elevado número de suspensos. Y todo el planteamiento del sistema educativo pone esa opción como fuera de lugar.  

Pero ¿cómo medir realmente lo que han asimilado en un examen de literatura? Está claro que el conocimiento del tema  y el enfoque personal son esenciales, así como la conexión entre las ideas, el uso de una terminología adecuada, la capacidad expresiva, la relación de las ideas con el texto que han leído…En clase se han dicho muchas cosas, ha habido un dossier en que se ha desmenuzado cada tema, las lecturas se han comentado ampliamente, ellos han hecho exposiciones orales.

El resultado es significativo porque revela actitudes diferentes ante la vida. Otra cosa es la calificación que es un asunto más delicado.

Ha habido varios alumnos que han copiado descaradamente. Su examen era una transcripción literal del dossier, palabra por palabra, sin una sola reflexión personal, sin una gota de originalidad o aporte individual. Alguno de estos era una alumna de la que esperaba mucho pero su realidad se ha desinflado. Alguno era muy limitado y ha visto en la copia una posibilidad de remediar sus posibilidades, truncadas por su falta de estudio y la dedicación a otras actividades. Estudiar le aburre, se nota por su actitud en clase. Otra alumna, absentista, ha fusilado el dossier. Alguno podría argüir que lo que pasa es que se lo han aprendido de memoria, pero me sonrojo ante esta posibilidad por lo ingenua que parece, además de no ofrecer mayor esperanza, porque ser tan estulto como para memorizar palabra por palabra sin entender, es casi peor opción.

Ha habido un alumno de suspenso claro, pero sin intento de copia. En su examen había lo que había. Ha sido al menos honrado. Otra alumna ha sacado una buena nota y su examen parecía fruto de una cierta elaboración. No estaba desde luego copiado. Otro alumno, repetidor, ha hecho un buen examen. Se nota en el enfoque personal a pesar de su letra espantosa y falta de margen. Otro examen era especialmente pobre, pero no había copiado. Sin embargo, hay un examen de un alumno que fue tremendamente conflitivo en la ESO que revela proceso de comprensión y elaboración interesantes. Suspendió el primer trabajo, pero ha ido hacia arriba. Para mi sorpresa, este alumno, que ha dado un cambio radical en su trayectoria, ha manifestado su propósito de estudiar filología hispánica.

Hay otro caso aparte de una alumna tremendamente maleducada y ofensiva cuyo examen es liado, lleno de errores y múltiples faltas de ortografía, pero al menos no ha copiado.

Sólo hay tres que merecerían aprobar, quizás cuatro. Pero no es tan fácil emitir juicios calificativos. Lo que sí es cierto es que hay varios de ellos que admiten que se puede hacer trampas para conseguir objetivos; otros, no. Se ofrecen a pecho descubierto, en su desinterés, limitación o circunstancias. Pero es difícil hacer ver o demostrar que corregir un examen es además de un juicio intelectual (lo que es muy complicado si no se hacen exámenes tipo test) un juicio también moral.

La necesidad de objetivar las notas es uno de los problemas más complicados que existen. Un profesor detecta instintivamente un buen examen, pero esto no basta. Hay tantas cuestiones que hay que tener en cuenta (desde el origen social de los alumnos, la sostenibilidad del bachillerato en el centro, la resignación a las circunstancias adversas, la presencia de actitudes innobles o tramposas, la falta de estudio o de capacitación para el mismo, la realidad del sistema educativo…) que el profesor suda cuando ha de emitir una nota. 

Mi psicoterapeuta me dice que si se logra salvar uno, está todo bien justificado. Pues eso. Ya los suspenderá la vida (o aprobará). Me reservo mi opinión. Sólo tengo que emitir una nota objetiva que mide lo que de ninguna manera es objetivable. 

66 comentarios :

  1. Te comprendo.
    Es un problema complicado como bien explicas. En la ESO quizá sea un poco más fácil corregir.
    A mi me cuesta mucho encontrar el criterio de corrección, consumo la mayoría del tiempo en buscarlo. Una vez conseguido corregir ya no me resulta tan difícil.
    En cuanto a los que copian, depende. Si puedo demostrar que han copiado a por ellos, si no, "mejor" para ellos. Siempre puedes cojer a uno y pedirle que te repita el dossier delante de ti a ver si es verdad que se lo sabe tan bien.
    Ánimos y saludos.

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  2. Mucho hablas y no dejas nada claro: ¿A quénes y cuántos de esos 10 has aprobado?

    ¿Cuántos aprobarás , no dando el nivel, con el objetivo principal de mantener la línea, versus las alubias-puesto de trabajo tuyas y del resto de los compis profesores de Bachiller en el centro?:

    No me lo digas, que lo adivino: Aprobaras : A TODOS.

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  3. Anónimo, no apruebo a todos, pero veo que entiendes -a pesar de tu anonimato y tu noto desabrido- las contradicciones de un profesor que ha de tener en cuenta muchas cosas, que a fuerza de sangre y varias depresiones ha tenido que reconocer su lugar mínimo en el mundo.

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  4. Calificar es la parte menos grata, más difícil, de nuestro trabajo. Tienes razón en que al tiempo que un juicio intelectual, emitimos uno moral, y que en ambos casos es imposible que nos desembaracemos de todo lo que ya 'sabemos' del alumno y su circunstancia; quizá ni siquiera es conveniente ... aunque me pregunto si algunas veces no nos sentaremos a leer con un cierto 'prejuicio' ya elaborado, que se mezcla con lo que vamos leyendo y que acaba por formar parte de la calificación, unas veces para elevarla y otras para hacerla descender. No me gusta calificar. Me gusta sólo acudir y trabajar, y esperar que de vez en cuando aparezca ese momento mágico en que alguno de ellos te sorprende gratamente.
    Un saludo, Joselu.

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  5. Zim, veo que te has acercado a mi planteamiento que hace hincapié en la dificultad de juzgar algo sin tener en cuenta las circunstancias que lo rodean. Sé de colegios privados extraordinariamente exigentes en que los padres son todos universitarios, con lo que esto implica de selección social y económica, que imponen sistemas muy duros. Me pregunto si en nuestra forma de calificar no hay un intento de contrarrestar la desigualdad social. No lo tengo muy claro y nada más lejos de mi intención que intentar dictar doctrina. Quizás somos doblemente injustos en juzgar a los más desfavorecidos con criterios más benévolos.

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  6. Después de toda una tarde corrigiendo exámenes, leo tu entrada con mucha atención. Supongo que, como tantos compañeros, me veo reflejada en esas reflexiones. A lo largo de los años he ido modificando y puliendo criterios de calificación. Nunca me satisfacen, pero creo que los años de oficio me han servido para mejorar muchas cosas. No sé si soy justa o injusta, si sé apreciar lo que saben o no saben, lo que se esfuerzan, lo que aprenden...Supongo que a veces habré metido la pata, que otras me la habrán colado...Como dice Zim, tarea ingrata.

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  7. Carlota Bloom, el problema es que a veces uno inicia el curso (y más de literatura de bachillerato)con enormes ilusiones que poco a poco se van desvaneciendo. La realidad hace que uno espere más de lo que en realidad es, que confíe más de lo que sea aconsejabla confiar, que tenga que rehacer sus criterios a la vista de la realidad. No me cabe duda de que la inmensa mayor parte de mis alumnos están más con Sancho que con don Quijote al que consideran un majara.

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  8. Toro sentado, gracias por tus ánimos. Lo cierto es que calificar, como se ha escrito por aquí, es comprometido y desagradable. Saludos.

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  9. Calificar, corregir, evaluar, rellenar actas, boletines e informes y toda la parafernalia docente es la parte más desagradable y desagradecida de nuestro trabajo. Yo disfruto dando clase, pero odio poner y corregir controles, y eso que en Primaria no soportamos tanta tensión como en cursos superiores. Siempre he pensado que un examen clásico no mide lo que debería medir, no es fiable. Es el medio más utilizado, pero no el mejor. En clases poco numerosas y en ciertos niveles se puede recurrir a otros métodos, pero, curiosamente, los padres siguen reclamando la nota de los controles para justificar o no la de la evaluación. Dedicamos horas y horas a pensar cómo y qué evaluamos, a veces hay que hilar muy fino para no pillarnos los dedos y evitar problemas, pero nunca estamos totalmente libres de posibles conflictos. Si un padre quiere buscarnos problemas lo hace, tiene todo de su parte, a pesar del supuesto apoyo de las autoridades. En la práctica, más vale mirar para otro lado y aprobar al alumno aunque sea un zote. Como dije en uno de los últimos posts de Miguel, he dado muchos "aprobados terapéuticos" y nadie salió perjudicado por ello: quien quiso lo aprovechó y el que no, allá con su conciencia. Algunos salieron adelante gracias a ello y otros dejaron pasar la oprtunidad. Yo hice lo que creí que debía hacer (a veces casi en contra de mi voluntad, empeñada en ser juez imparcial), el resto era cosa suya. Creo que, a la larga, la vida pone a cada uno en su sitio y le da lo que merece. Según el dicho latino, "in dubio, pro reo" (si no recuerdo mal) y debemos ser egoístas porque pagamos con nuestra salud y bienestar nuestro empeño por hacerlo todo correctamente. Así que, querido Joselu, no te preocupes demasiado por el resultado de un examen de literatura. Decidas lo que decidas, seguro que aciertas obrando según tu criterio. Muchos años de experiencia te avalan.
    Un fuerte abrazo, colega.

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  10. Joselu, creo comprenderte yo también. Una sugerencia: ¿por qué no acompañas la nota con una lectura en clase o en privado de estas notas marginales que nos comentas aquí? Creo que sería de mucha utilidad que comprendieran tu visión del examen de cada uno. Como no son muchos, me parece que podría hacerse. La nota la pone el profesor; los comentarios, el maestro.
    Y con respecto a las calificaciones, he desarrollado una casi indiferencia por las de mis hijos. Pienso que poner demasiado énfasis en el juicio de los demás, especialmente si son profesores contribuye a ese proceso de doma que, para mí, es la escuela, y contra el que hay que presentar oposición. Intento despertar la crítica en ellos haciendo que reflexionen sobre la conducta de los profesores junto con la suya propia e insisto mucho en resaltar las tonterías que a veces los programas imponen. Lo que ahora es el profesor será después "la autoridad competente" y habría que intentar protegerlos de esa confianza ciega. En definitiva, no se puede eludir ni delegar en los demás el juzgarnos a nosotros mismos, que es el único juicio que podemos hacer.
    Pero bueno, lo que me interesa resaltar es que tus comentarios son muy ricos y esclarecedores y me parecería una lástima que ese esfuerzo no de su fruto en ellos. Por lo menos intentarlo, que a alguno le servirá.
    Un abrazo.

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  11. Corregir exámenes es tremendamente ingrato, como se ha dicho. Nos pone en la tesitura de jueces. En materias como Literatura, la cuestión se complica mucho más. Establecer mínimos es una solución, pero siempre está el tema del estilo, de la redacción. Eso sí que es difícil de evaluar. Nuestro olfato (más fino o más torpe) nos avisa de las trampas que comentas, pero también de los avances de algunos alumnos a los que creíamos más rezagados.
    Si tienes pocos alumnos, lo mejor es una sesión de evalución al estilo Boloña, es decir, un comentario individual con el alumno. Eso sí es una prueba de fuego. Seguro que los copiones confiesan.
    Por probar...

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  12. Como has dicho, corregir exámenes es una tarea difícil, yo , que soy docente, intento ver más allá de lo que escriben en mis exámenes, según como sean redactados (los no copiados) quiere decir algo más de la persona, por ello creo que deberías de intentar ver más allá de lo escrito, no sé si me explico con claridad. Sobre todo me gustaría, si me permites, darte un consejo, las apariencias engañan, los que peor parecen, en el fondo son mejores, solo hay que darles más confianza y aprecio sobre todo, por otro lado quiero acabar explicando un suceso que me ocurrió hace dos años, yo, tenía a una alumna como lo que creía que era, brillante en sus estudios y en su personalidad, pero me dejé llevar y me equivoqué, era la que más copiaba en los exámenes y la peor en muchos sentidos.
    Lo siento si me he extendido.
    Saludos

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  13. Yo JOSELU, soy anti notas

    ¡¡jamás las he comprendido!! y te aseguro que soy de las afortunadas, que los dos son de notas estupendas. Yo, que los sigo muy de cerca, he visto perfectamente algunos 10s que son realmente un 5 y 5s que son al menos un 9. Pero me dan realmente igual.

    Aun entiendo menos que la administración os exija X aprobados ¿para que sirven los exámenes en realidad? Yo, soy legislador y le pediría al profesor que en su opinión decida si un alumno está lo suficientemente preparado en su asignatura para pasar de curso o no y se terminó.

    En mi casa, Cuando llegan después de hacer un examen, jamás les pregunto que piensan sacar, siempre quiero saber sobre qué les han preguntado, en qué les han pillado in albis para que se pongan a ello. Lo de menos es la nota que les ponen. Salvo en bachiller para tener o no media para acceder a la facultad que elijas, no sirven para nada más que para que vosotros y ellos lo paséis mal.

    Al final es como un mercantileo en el que ellos estudian sólo por la nota y vosotros les pagáis con ella, siendo encima tan injusto lo que se paga, como lo que se da por ese precio.

    Tu materia es cierto que es muy subjetiva y esa subjetividad objetiva que tu aplicas al valorar sus trabajos, para mi es esencial a la hora de evaluar a un alumno. En mi humilde opinión cada alumno debe ser evaluado teniéndole como referente sólo a él, al menos en primaria y secundaria, que la universidad es otra historia. ¿Donde estaba y donde está? ¿qué base y capacidad tiene? y a partir de ahí, ver qué ha hecho.

    Creo que debe ser dificilísimo corregir, te lo digo muy en serio. Otra cosa que jamás he podido comprender, es cómo en un comentario de texto se les puede poner notas como 9,78 o 6,081 jajaja ¿cómo se sacan las decenas y centenas decimales al puntuar una impresión literaria?

    No sé JOSELU, no te desanimes, es verdad, si de 14 exámenes cuatro están bien, no está mal el porcentaje. Y si de los cuatro alumnos, de verdad sabe uno, ese uno amortizará tu esfuerzo.

    un beso muy grande JOSELU y feliz noche
    ¿tú ves que horas?:-)

    PD
    Es que yo, también estoy corrigiendo... ( el divorcio de uno para mañana) jajaja

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  14. El principal problema es la selectividad y sus exigencias.
    En unas circunstacias ideales yo, antes de llegar a Cervantes, les pondría la película Transpotting a capítulos durante varios días.
    La analizaríamos desde el punto de vista literario y narrativo, desde su estructura. Es posible que se combinara con lecturas parciales del libro.
    Después de esas y nuchas más experiencias de ejercitar la expresión escrita basada en cine mas o menos generacional (no olvidemos que es una generación audivisual) y combinadas con la novela que corresponda al libro quizás empezaríamos a reflexionar sobre qué es la narrativa, sobre que es novela y que no, sobre caracterización de personajes etc.
    Me enrollaría mucho más pero hablo sólo a título de ejemplo.
    Pero volvamos a la realidad, supongamos que yo soy profesor de bachillerato en tus circusntancias y con la selectividad planteada com está ahora. ¿Qué estaría haciendo?...Lo mismo que tú, ni más menos. Nos obligan a ello.

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  15. Me has cogido en medio del "fregao" y no puedo por menos que quejarme: ¡odio poner notas!, pero me encanta poner comentarios en los ejercicios que se los merecen, y establecer, a través de ellos, lo que entiendo que ha de ser un examen: un diálogo con el alumno acerca de la materia sobre la que trabajamos. Me niego a evaluar según los "ítems" totémicos de los pedabobos, que si caligrafia, que si ortografía, que si léxico, coherencia, cohesión, etc, y tanto para cada cosa, ¡y a sumar! Eso es todo menos una evaluación tal y como yo la entiendo. Un examen no es más que un pretexto para comprobar el grado de asimilación de ciertos conceptos o técnicas y poder hacer, con él, un diagnóstico de cómo ayudar al alumno a hacerse con dichos conocimientos o técnicas, además de comprobar suu grado de maduración y su implicación en la asignatura. Mi ejemplo suena al papel amarillento de las fichas mil y una vez usadas: Cuidan muchísimo de su presencia física, pero nada de su expresión oral y escrita, cuando les identifica más lo segundo que lo primero.

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  16. Yolanda, la cuestión de emitir un juicio académico sobre un alumno es complicado, sobre todo porque ellos muchas veces no actúan noblemente (me refiero a bachillerato) y cada vez más. Convierten una nota en una cuestión personal. Si les suspendes es que les tienes manía, no es que ellos no hayan llegado a un mínimo cuyos criterios hay que explicarles y darles por escrito a principio de curso. Da igual. Es fácil convertir este ingrato trabajo calificador en un asunto personal. En todo caso, como bien dices, lo que no debe quedar tocado es nuestra salud. Un abrazo, colega.

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  17. Animal de fondo, reitero que muchas veces el profesor ha de emitir un juicio intelectual al lado de un juicio moral, pero ¿quién es él para hacerlo? A un alumno tramposo, ventajista, agresivo, cínico (que los hay) ¿cómo hacerle ver el sentido de una calificación a sus dieciocho años? Tú sugieres que someterse al juicio de un profesor es supeditarse a la "autoridad competente". Si tú como padre piensas esto y lo transmites a tus hijos, ¿cómo no hemos de estar en la picota continuamente ante sus ojos? Funcionarios vagos, que tienen manía a los alumnos, cuyos juicios son fruto del sistema de dominación... ¿no te parece que todo esto añadido (porque muchos padres ponen en cuestión a los profesores delante de sus hijos o dan a estos la razón en cualquier conflicto que surja)implica que la autoridad moral del profesor arda por los cuatro costados? En el fondo, como bien decía el anónimo de arriba, lo menos comprometido es dar un aprobado no merecido pero que no causará daño psicológico a nuestra salud. Así te querrán mucho los alumnos, la Administración y los padres. Todos contentos.

    La experiencia me demuestra que el alumno que une afecto personal con calificaciones es un protomiserable, y quitaría el proto. He tenido alumnos espléndidos como personas a los que he suspendido, y ellos nunca me han guardado el más mínimo rencor. Es más me han apreciado y han manifestado su aprecio. Esta actitud es cada vez menos frecuente. ¿Progreso académico o moral?

    Un abrazo.

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  18. Anónimo, cuando corrijo un examen siempre intento ver más allá de las palabras, del estilo, de la presentación. Nada hay que me estimule más que reconocer una idea personal, una aportación meditada, que no es fruto de los lugares comunes sino del propio pensamiento. He de decir que esto es cada vez más difícil de encontrar. Y sí, las apariencias engañan, y te hace sentir tristeza que se conciba la trampa o el cinismo como métodos normales. Porque dar clase en alguna manera es una opción moral y no jurídica, me descorazona que lo convirtamos por la fuerza de las circunstancias en lo segundo. Gracias por tu presencia.

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  19. María, es perfectamente posible que un alumno tenga como nota media de evaluación, 4,7775645. Te explicaré. Como hay que baremar absolutamente todo, hay que fijar de antemano el porcentaje que habremos de conceder a cada item (trabajos, exposiciones orales, actitud, exámenes...). La media es trabajo de la hoja de cálculo que evalúa matemáticamente. ¿Qué se debe hacer con esta nota? La tentación es el redondeo ¿no? Un 4,77 tiende al cinco. Es lo que hacemos. Todo el sistema propicia la trampa, el fraude. Un profesor tiene clara la nota del alumno. Saabe si merece aprobar o no, pero ha de objetivarlo. Un criterio que se debe apreciar en la universidad y en el acceso a ella es la madurez. ¿Cómo medimos la madurez? No es difícil en absoluto, pero sí que es complicado baremarlo y evaluarlo objetivamente. Los alumnos que tengo yo se rebelan contra los criterios de madurez a sus dieciocho años. No piensan que tengan que tener una madurez especial. Así son sus exámenes en la inmensa mayoría de las veces: absolutamente inmaduros, faltos de sustancia, nulos en relaciones lógicas y en reflexión personal. Pero ¿cómo explicar a alguien que no ha pensado en su vida qué es la reflexión personal? ¿Cómo hacerle ver a alguien que sólo conoce unos pocos tópicos que su pensamiento es adocenado, comodón y gregario? ¿Cómo se mide esto? Hubo un tiempo en que se planteaba que el bachillerato debía ir unido a la madurez. Pero esto ya no es así. Hablar de madurez en una sociedad que exhibe públicamente sus perfiles más inmaduros es un anacronismo. ¿Te das cuenta cómo es difícil valorarla en un examen, cómo es de ingrato establecer criterios objetivos ¡en un examen de literatura que está abierto a muchas circunstancias e interpretaciones! ¿Todo vale? No, todo no vale. Yo lo sé, pero ¿cómo demostrarlo? Un buen problema. Y sí la administración nos presiona para que se obtengan buenos resultados por criterios políticos.

    Besos y buen fin de semana.

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  20. Josep, sí estamos presionados angustiosamente por la selectividad. No es fácil dar salida a un plantemamiento creativo y enriquecedor de la asignatura. Tenemos veinticinco poemas del siglo de Oro que hay que comentar. Cada uno de ellos supone bien casi una clase, pero eso no es posible, así que hay que avanzar a base de dos o tres cada día. Lectura de El Quijote antologizada en plena época de exámentes. Eso y cuatro lecturas más. No se puede perder tiempo. En dos días o tres les estoy poniendo la versión de Peter Yates de El Quijote. Es de las más dinámicas y entretenidas. Pero tengo la impresión de que pierdo el tiempo. La selectividad angustia, y además es difícil prepararles en una asignatura de letras en que el criterio básico es la madurez, el grado de conocimiento del mundo y de la realidad, la capacidad de leer y establecer relaciones entre las ideas. Esto a quien no está acostumbrado a pensar es imposible. Luego el examen de selectividad es en parte un test, lo que no valora la madurez. Pero ¿cómo no sentirse angustiado por esa prueba? Un cordial saludo.

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  21. Juan Poz, en mis anteriores comentarios me mostraba plenamente de acuerdo con lo que aquí planteas. La corrección de un examen de bachillerato es una prueba de madurez. Ahí surge el problema o por lo menos es un problema para mí con el tipo de alumnos que tengo. Siempre que saco a relucir la idea de madurez tengo respuestas negativas o agresivas. Quizás me falte labia para hacérselo ver, no sé. Pero sí, estoy de acuerdo en que un buen examen es una radiografía personal del alumno y es interesante poder entablar una conversación con él a través de los comentarios. Pero hay tan pocos que lo permitan. Además uno ha de ser tremendamente cuidadoso con lo que pone en los comentarios para que nadie se sienta ofendido. La capacidad de ofenderse es paralela a esta sociedad cuyo individuos se sienten rápidamente ofendidos. Recuerdo cuando en los exámenes ponía comentarios durísimos y ello no impedía un diálogo fructífero con ellos. Y es que ahora tiene piel de bebés. Son mayores para abortar, para hacer el amor, para tener todos los derechos del mundo (pocas obligaciones)pero no tienen edad para ser maduros. Eso es lo que encuentro yo. Quizás tu experiencia es mejor o diferente.

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  22. Dices, "Corregir un examen de diez alumnos de bachillerato humanístico y social es una tarea apasionante"

    Me vas a permitir que matice, es apasionante si los exámenes son mayoritariamente satisfactorios, pero si son como los que nos muestras, más bien, deprimen, ¿no?

    Saludos

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  23. Mi "apasionante" debía ir mejor en cursiva. Pretendía tener un tono irónico. Y sí, deprimen no sabes cómo, unido ello a actitudes maleducadas, agresivas, displicentes...

    Saludos.

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  24. Querido Joselu, intentaré explicarme. Partamos de la base de dejarte a ti fuera, como se decía antes, "mejorando lo presente", ya que ni por asomo quisiera yo poner en cuestión lo que tú haces; sabes que te aprecio y admiro.
    Los profesores no es que sean "la autoridad competente", es que, sin poderlo evitar, siembran las primeras semillas de jerarquía y autoritarismo; es su posición obligada y la estructura social la que impone esto. No pienso que son funcionarios vagos ni por asomo. Son personas normales, inmersas en el mismo marasmo social que todos los demás. Si creo vivir en una estructura profundamente alienada no pueden ser los profesores la excepción. Es decir con todo esto que no pongo el énfasis en que mis hijos se defiendan de sus profesores. El énfasis lo pongo en que sepan ser críticos con todo, incluidos ellos mismos; naturalmente en este todo están los profesores y yo mismo.
    Parece muy complicado, pero no lo es tanto. En su cole hay una profesora que grita violentamente; cuando los niños son muy pequeños los atemoriza, los paraliza, no sabe guardar las formas. Mi estrategia ha sido preguntarles cada día: ¿Ha gritado hoy fulana? Las cosas que se elaboran por medio del pensamiento se acaban comprendiendo y no traumatizan, esto es psicoanálisis elemental. Al final han terminado por defenderla casi, porque ahora sienten compasión por esta actitud de ella, que se debe sin duda a su mala educación y no a una voluntad perversa. Mi interés era neutralizarla sin violencia y que no los aterrorizara, sin sacar las cosas de quicio en el claustro, etc. Al final un buen profesor, así como un buen padre, lo serán si consiguen ser superfluos en poco tiempo. Y será así porque el niño se habrá convertido ya en un hombre completo que no nos necesita para nada. Desde que nacieron esta ha sido mi intención: dejar de ser necesario cuanto antes, no porque yo precise para otra cosa esas pocas neuronas, sino porque creo que eso les hará bien.
    "¿Cómo vamos a tener autoridad los profesores con padres como tú?" Yo creo que con bondad, que es la única receta que hay para que nos respeten, aunque algunos no lo entiendan todavía. Como sabes que adoro a Séneca, recordaré sus palabras: "te daré una receta para ser amado sin necesidad de ensalmos ni filtros de bruja: si quieres ser amado, ama."
    Joselu, no ser sincero contigo me parecería ofenderte. Pero, aparte, te aseguro que no siento el mas mínimo desprecio por los maestros. A los míos, a todos los míos, les guardo un agradecimiento inmenso, que les he expresado siempre, absolutamente siempre que me los he encontrado después por la calle. Lo que nos enseña alguien, aunque sea poco, no tiene precio, nunca se agradecerá lo bastante, es lo más hermoso que pudieron darnos, más todavía, para mí, quien nos enseñó a leer o a pensar.
    Un abrazo.

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  25. Ahora estoy yo con esa misma materia, en un grupo de 5 alumnos. El examen lo tienen el 16 del próximo mes.

    No me preocupa, esta vez: he tenido la suerte de dar con un grupo extraordinario y, además, el hecho de ser tan pocos obliga a que todos participen cada día en clase, por lo que el feedback es continuo, su trabajo también, y los resultados muy buenos. En el examen anterior las notas fueron muy buenas, y eso que las preguntas fueron de juicios críticos y opiniones personales.

    Pero entiendo perfectamente los problemas que todos planteáis: no siempre he tenido la misma suerte, y es muy amargo enfrentarse a la realidad de muchos alumnos, en especial los que reconoces como talentosos y que por falta de esfuerzo no llegan al nivel mínimo, o no al máximo de sus capacidades.

    Un saludo :)

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  26. Desde mi posición de alumno veo los exámenes como algo obligatorio, pero mal enfocado. El ideal sería un examen corregido entre profesor y alumno, donde primara eso que llamas la postura del "pecho descubierto", es decir, que ambos fueran libres, responsables de sus actos y sabedores de sus límites.

    Pero esto es una utopía; creo que los exámenes hoy en día deberían estar más enfocados al trabajo, por ejemplo, en literatura se podrían hacer trabajos de las tres ramas (e incluso de alguna más, fuera de la literatura, pero que en cierto sentido tenga que ver con ella), valorar el esfuerzo y a partir de ahí subir el nivel de los trabajos, aplicar los contenidos de la temática de alguna forma, parece algo difícil, pero creo que es sencillo. Esto no destituye a los exámenes, pero tampoco hacen que tengan el monopolio sobre la nota.

    Por otra parte creo que hay poquísimo tiempo en el sistema educativo para llevar a cabo una tarea como esta, Joselu, creo que haces lo máximo a tu posibilidades.

    Un abrazo

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  27. Animal de fondo, en mis treinta años de profesión he seguido la evolución de las generaciones que se han sucedido. Es cierto que el profesor es uno más en el marasmo social y vital. Está inmerso en él. En estos treinta años he podido observar la relación que establecían los alumnos conmigo. De ser un personaje importante y necesario que conseguía alentar la curiosidad y la creatividad, ha ido evolucionando a ser profesor de alumnos saturados de todo (posesiones materiales y tecnológicas)que se muestran tremendamente críticos con la función. Esta crítica la manifiestan no con argumentos o planteamientos alternativos sino con la mala educación, la displicencia. No voy a quejarme demasiado porque no soy la única "autoridad" puesta en cuestión. Sólo hay que ver lo que pensamos de la judicatura, de la iglesia, de los políticos, del ejército, de la monarquía, de los funcionarios, de los médicos... No hay institución que se libre de la crítica más demoledora. A mí me toca parte de esa situación de modo lacerante. Hace muchos años tuve ocasión de ver una obra teatral, que llevé a mis alumnos de BUP, que se llamaba La srta Margarita, del dramaturgo brasileño Roberto Athayde. A mis alumnos les entusiasmó. A mí también, pero esta obra anunciaba y adelantaba la precaria situación de un profesor frente a su aula, que está basada sólo en las palabras, pero estas cambian de sentido. Evidentemente no significa lo mismo "autoridad" ahora que hace veinte años. Sólo hay que seguir las noticias y la deriva de la sociedad. Un profesor es una "autoridad" sometida a la crítica y a la vigilancia, al control, por parte de alumnos, padres, dirección y administración. Supongo que es lo normal, pero no sé si esta "autoridadcilla" que tiene revela o expresa su pequeña convicción personal, sus ilusiones que tienen como eje el sentirse respetado. No basta con amar para ser amado. Primero tienes que aprobarles para que te amen, pero tampoco te amarán. De todas maneras, no lo puedes entender como yo tampoco puedo entender la situación de un minero a doscientos metros bajo tierra. Que cada palo aguante su vela. Un abrazo.

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  28. Mercedes, a veces he tenido grupos estimulantes y es una gozada. Estos últimos años la situación no puede ser más precaria ni más descorazonadora. Como decía, si uno solo se salva, habremos dado por bueno el curso. Yo seguiré entregándome porque no lo sé hacer de otra manera, pero en tu fuero interno te sientes desolado, hundido, humillado. Disfruta con tu grupo. Tiene que ser una gozada.

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  29. Lo que yo sospechaba , Joselu, todos los que intentamos ser profesionales nos vemos presionados por la institución.
    Mañana visita Maragall mi escuela, me dan ganas de decirle cuatro cosas. (pero no se las diré claro..le quedan cuatro telediarios)
    En cualquier caso mi solidaridad con tu sufrimiento, sufrido colega.

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  30. El buscador de corazones, en toda la consideración que haces sobre cómo podría ser la evaluación de un alumnos, supones que se establece una comunidad de interereses en torno al aprender. Un alumno que pretende aprender y un profesor que intenta enseñar. Esto no es así. No sé si en la universidad se logrará. No lo creo. Pero en cualquier caso, lo que yo refiero es un grupo en su inmensa mayoría desmotivado hacia el estudio, maleducado, intemperante, que sólo busca el aprobado, aun haciendo trampas. ¿Qué valoración conjunta se puede hacer? El sistema es nefasto. Es cierto. Pero en un momento, el profesor ha de emitir un juicio difícil, que es decir si este alumnos ha conseguido determinados objetivos (¿quién determina esos objetivos?)y quien no. Y ahí empieza a rechinar el sistema, porque hay algún caso en que es tan claro que no hay discusión, pero una buena parte juegan al despiste, al juego ventajista, a la ley del mínimo esfuerzo, a la estafa, al fraude... No es fácil calificar, buscador de corazones. Y en definitiva ¿a quién le importa? Si suspendes, malo para todos. Si apruebas, bueno aunque te olviden inmediatamente. Creo sinceramente que me gustaría cambiar de profesión, pero no puedo. He sido muy feliz como profesor en un tiempo en que un suspenso no se consideraba una agresión personal, pero ahora prima el tartufismo y el cinismo. Un abrazo. Sí, creo que hago lo que tengo que hacer (no sin sentir dentro una profunda desesperanza).

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  31. Hola Joselu: yo sí creo en la utilidad de los exámenes porque, como bien dices, no podemos suponer que estamos frente a un grupo dispuesto a aprender. Eso sólo ocurre cuando llegamos a cierta edad y elegimos nuestro intereses, antes no. Y es necesario pasar por la prueba de los exámenes poruqe además, forja el carácter.
    El problema de tantas dudas que tenemos ahora en torno a ellos en mi caso, viene porque, aunque no se diga oficialemnte, se nos cuestiona cada vez que emitimos un juicio negativo. Y no debería ser así: deberíamos aprobar a quien se lo merece, establecer los criterios de nuestra asignatura y cumplirlos. Como has comentado antes, no les estamos haicendo ningún favor amoldándonos a su "realidad social" y rebajando el nivel si trabajamos en un centro con estas circunstancias. El esfuerzo es el único camino que garantiza el progreso social, y si no lo garantiza, al menos, es el único camino existente.
    No tendría que temblarnos la mano si sólo aprobáramos a cinco personas de 35. Además, ¿quién dice que muchos de ellos no se estimularían y se superarían a sí mismos?
    Exigir la excelencia, ese es el único camino. Pero, ¿qué nos ha pasado que no lo hacemos? Criticamos al sistema cuando somos nosotros los que nos adaptamos a él, ¿por qué nos cuestionamos nuestro criterio cuando vemos que sólo unos pocos merecen aprobar?
    En fin, es difícil ser tan puro en la realidad como en los discursos.
    Un saludo.

    Caperucitazul

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  32. Con esta son tres, las veces que he leído tu entrada. Estaba en la segunda vez cuando ha llegado mi mujer y...¡a comer!. Entretanto tu has venido a mi casa y yo leía por tercera vez en la tuya...sólo que...te acompaño en el sentimiento...yo no se si sabría corregir un examen. Me resultaría casi imposible. No se si por exceso o por defecto pero sería duro.

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  33. Reconocer tu lugar mínimo en el mundo, respondes a Anónimo. En el mundo todos ocupamos un lugar mínimo, incluso los "importantes" si se pararan a pensarlo tendrían razonables motivos para la depresión, pero la mayoría no piensa tanto. Un profesor que se interroga como tú lo haces por el auténtico sentido de su trabajo, es alguien irremplazable. Porque lo verdaderamente importante no está en cuánta literatura aprendan ni en cuántos aprueben sin méritos, ni cuántos sigan siendo cínicos, tramposos o maleducados -en ocasiones hasta intentarán serlo un poco menos contigo, aunque no percibas las veces que lo hayan intentado sin conseguirlo-.
    "Si se logra salvar a uno está todo bien". Lo importante es cuántos se han agarrado a tus palabras, a tu recuerdo, a tu ejemplo, sabrás tal vez de alguno, pero en los treinta años de un profesor como tú tiene que haber muchos. Deja de autoflagelarte, en realidad no estás para enseñar literatura. Tu lugar en su mundo es otro.

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  34. Yo hice una vez un examen con apuntes y libros permitidos también. Todos los que uno quisiera llevar, como si te llevabas contigo la biblioteca entera. El mejor examen que hice nunca de una materia completa. Aunque no sacase la calificación más alta de mi vida ni de lejos, y sólo me alcanzase para mi eterno 7,5 :-) eso sí, fue el más difícil que he hecho sin lugar a dudas, y una de las materias con las que más aprendí también. El de prácticas ya era para morirse. O razonabas las cuestiones al 100% y habiendo estudiado más que el copón, o aún con todas, suspender. Ya te digo, genial la cosa.
    Eso sí, mi profe no se cortaba un duro a la hora de cortar cabezas. De hecho estuvieron a punto de eliminar la materia -hablo de la universidad ya-. Él argumentó en defensa de la misma -neurobiología funcional-, que si la biología estudia la vida, la neurobiología demostraba -en animales superiores en este caso concreto-, cuándo un organismo dejaba de estar vivo. Y sigue dando la asignatura. Me encantaba ese tío :-) En fin...

    Ya los suspenderá la vida (o aprobará). O no. Esa es la pena, pienso, que tan mal está el asunto como para que dé margen al: o no.

    Objetivar lo inobjetivable... pues ya me dirás. Eso sería como plantearse imaginar el infinito. Pero bueno, supongo que tendrá que bastarte con la aproximación, porque no queda otra. Y aún así... ohú...!!!

    Estoy de acuerdo con tu psicoterapeuta. Pero vaya, que sólo por el empeño que le pones, yo creo que ya vas sobrado, Joselu.

    Un beso.

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  35. En Bachiller resulta muy difícil evaluar porque, junto a los supervivientes que se apuntan por hacer algo, hay alumnos que luchan por tener una nota digna. No sé si en el grupo que mencionas se da también esta división. Ante esto, es necesario objetivar la nota, pero me parece que hay que hacerlo previamente, es decir, dejando claro cuánto vale cada elemento de sus respuestas antes del examen. A mí me resulta también muy difícil, porque no es sencillo adelantarse a los resultados de un examen, que, por otro lado, pueden estar muy alejados de nuestro propósito. En todo caso, este tipo de examen que propones es una excepción en sus vidas, de modo que no me extraña que los resultados sean mediocres; yo me quedaría con lo que han aprovechado de la experiencia como preparación para otras similares en un futuro.

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  36. Caperucita azul, ciertamente es difícil ser tan puro en la realidad como en la teoría. Estoy de acuerdo contigo en que es un error adaptarnos -en bachillerato- al contexto social en que se sitúa el instituto, pero es inevitable. Son fruto del mismo, de las circunstancias del barrio; se nota en su forma de expresarse, de razonar, en su horizonte de expectativas. El instituto es el último enganche para salir a la superficie. Puede ser que no sea conveniente la llamada discriminación positiva, pero los que trabajamos en contextos complicados, hemos de tenerla en cuenta. Está claro que no es lo mismo dar clase en Pedralbes que en San Roque. En todo caso sería un tema del que podríamos sacar un buen debate. Un saludo.

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  37. Malo, no he entendido tu intención. No sé si sería duro corregir o si serías duro corrigiendo. En todo caso, es un ejercicio muy complicado. Y más ahora.

    Isabel, tus palabras son un bálsamo para mi desconcierto. Sí que ha habido muchos alumnos -muchos- que han sido relevantes en mi vida como profesor. Todos lo son, pero con algunos se sigue manteniendo una relación viva a pesar del tiempo pasado, y lo que más me fascina es que no quiero que me recuerden por lo que pudieron aprender de mí -por lo que fui- sino por lo que soy. Me considero -como todos- en evolución permanente, aprendiendo de los sinsabores, de la vida, de la tecnología... Gracias por tus palabras de aliento. Te las agradezco profundamente.

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  38. V., un examen con apuntes y con libros es muy complicado, pero no es aplicable a este momento. Ellos entenderían que copiando estaría solventada la papeleta. Y desde luego no es así.

    Y sí, tenemos que objetivar lo inobjetivable. Es realmente difícil.
    Esperemos que tenga razón.

    Un beso.

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  39. Antonio, es difícil establecer en los criterios toda una casuística de posibilidades que se pueden dar en un examen de relaciones entre ideas. Mi intención al introducirnos en la cultura renacentista y barroca es que la consideren como parte de un horizonte de intereses en su vida, que la hagan suya, que entiendan que fue un momento decisivo de la historia y de la literatura. Y que intenten establecer relaciones. Me temo que no les preparamos para esto. La ESO no es el marco adecuado y el bachillerato es una prolongación de la ESO. Se puede entender un examen de memorización (más o menos)pero no uno que refleje comprensión. En este grupo hay algunos muchachos/as que intentan sacar notas dignas y otros supervivientes como bien dices. En todo caso, me estremece la falta de curiosidad que existe hacia el mundo que nos rodea, hacia la historia, la política... Parecería que uno tendría que hacerse preguntas sobre el mundo, pero no observo que sea así. Vivimos la época en que mayor y más rápido acceso existe a la información y a la vez se detecta una apoteosis de la ignorancia y la falta de curiosidad.

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  40. Que me resultaría duro...precisamente por eso por no saber si sería duro o blando. Que para corregir o como jurado...o la diferencia es clara y palpable o no se juzgar.

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  41. Precisamente me pillas corrigiendo exámenes. Y ya, casi, evaluando y poniendo notas. Ardua labor. Difícil, difícil porque el profesor se convierte en juez y para esto no hemos estudiado. Hoy mismo acabo de hacer un examen (con la libreta delante) de Historia y he tenido los mismos problemas que tú cuentas. He visto intentos de transcribir íntegramente los ejercicios, intentos de consultar con el libro... y he estado viendo los resultados y son pobres. Ya no sé si es más fidedigno el examen tradicional, puro y duro del alumno frente a la hoja de examen sin más, o dejarle que se apoye en contenidos y razone. No les gusta razonar.

    Un abrazo.

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  42. Hola Joselu, me asomo a tu espacio llena de entusiasmo por su contenido, tan interesante. Te descubrí por casualidad hace unos días y he estado dándome un garbeo (bueno, un par). Es un blog apasionante y apasionado, y es muy gratificante para mí descubrir las inquietudes y los desvelos de un profesor de literatura de secundaria. Como lectora voraz y madre de una niña que acaba primaria este año, leerte me parece doblemente apasionante. Felicidades por tanto como eres capaz de enseñar, aquí, y estoy segura que allí.

    Un saludo.

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  43. Creo, Joselu, que en toda mi vida profesional, una de las cosas que nunca he llegado a comprender del todo, ni a ejercer con profesionalidad, ni a practicar con conocimiento riguroso, es la evaluación. Me sé la letra, pero no soy capaz de aplicarla. Reconozco que soy un poco caótica y subjetiva. Intuitiva, diría yo. Y siempre con la máxima por delante: "In dubia, pro reo". Encima, con montones de contradicciones. Seleccionar, ¿yo? ¿Para colaborar con qué o con quién? No seleccionar, ¿sí? Colaboro entonces a entontecer y hacer más mediocre aún la sociedad esta. Si das matemáticas, es fácil, por lo menos es fácil esa parte de la programación que asigna un tanto por ciento a los exámenes y las pruebas escritas. En Lengua, pues más o menos. Pero en Literatura, para mí un suplicio lo de corregir exámenes y poner notas. Como si fuera música. Que les pongan notas en el pentagrama. Fíjate, ya desvarío con esto. Lo que no me impide hacerme la ignorante, corregir concienzudamente los exámenes y poner una calificación. Contradicciones.
    Envidio a los de inglés y a los de ciencias. Además, te envidio a ti, que tienes sólo diez alumnos. Yo tengo treinta y cinco por cada clase. Y tengo que corregir sus exámenes, sus comentarios, sus redacciones y los trabajos escritos, con todas las contradicciones a cuestas.

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  44. No sé si puedo aportar mucho, pero te contaré mi situación personal a ver si a partir de ahí puedo sacar alguna conclusión:


    Doy mis seis horas de clase diarias, después de media hora en bus todas las mañanas para llegar al instituto.
    Por las tardes doy un hora de francés y otra de inglés semanales (conversación con nativos). También hago una hora de piscina a la semana.
    Tengo seis horas de árabe, distribuidas en dos los lunes, dos los miércoles y dos los jueves. Entre clase e ir y volver a la Escuela de Idiomas en el autobús gasto como mínimo y con suerte 3 horas y media.

    Un par de tardes al mes trabajo de auxiliar de producción en los Encuentros con Directores de Cine que se organizan por aquí (proyectan la peli y luego hay un coloquio con el director).

    Cada vez que hay un acto cultural trato de ir.


    La verdad es que me ha quedado bonita como carta de presentación, jajaja


    Pues verás:

    Matemáticas: 6
    Lengua y Literatura: 6.2
    Física y Química: 6.85
    Francés: 7.5
    Biología: 8.2
    Inglés: 9.5

    Estas son mis notas de los parciales, en primero de bachillerato.
    Ahora, a partir de la semana que viene empiezo con los trimestrales, espero subir.

    Siempre he sido un chaval de 9 y 10, tengo en la ESO una media de sobresaliente.
    Para hacer el bachillerato he cambiado de instituto y aquí el nivel es distinto, he de adaptarme.




    No sé Joselu, ahora resulta que para hacer medicina necesito un 12.
    ¡Un 12!
    ¿Tengo que renunciar a todo lo demás para conseguirlo? ¿Puedo llevarlo todo? ¿Vale la pena alguna de las dos cosas?
    No tengo ni la más remota idea.


    Este año mis compañeros son "más competentes" que los de los años anteriores, pero esto tampoco significa nada, sigo sin sentirme muy a gusto.
    ¿Piensan? Lo dudo mucho, hay quien no hace ni el intento y hay quien trata aunque sin mucho éxito.

    Los examenes son una mierda, para todos, pero el problema no está ahí.
    Me ha llamado mucho la atención una frase que has puesto en un comentario:
    "No me cabe duda de que la inmensa mayor parte de mis alumnos están más con Sancho que con don Quijote al que consideran un majara."

    Y ésta es la cuestión que te deprime a ti y a mí también, así que a bueno vienes a pedirle opinión...

    Mientras escribo esto escucho México Insurgente, de Ismael Serrano. Y ya no es que mi gente no sepa quién es el subcomandante Marcos, es que no saben que significa insurgente.


    No sé qué puedes hacer con ellos,lo mismo que yo no sé que puedo hacer con la mayoría de los incompetentes de mis profesores, ni con mis compañeros, ni con mis padres a los que no le importa nada excepto la nota.


    ¿Cómo vivir en medio de todo esto?
    Pues eso, sobre-viviendo...
    A mí lo que me da miedo es ahora como está el mundo y estos días que viene frío y el alma se resiente.


    PD. Releo y siento mucho no haber aportado nada nuevo al coloquio.
    Reflexionaré más a ver si consigo sacar algo en claro, porque es una cuestión que también me atormenta.

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  45. Has aportado mucho, la esperanza.

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  46. Miguel, efectivamente un examen que esté basado en la interpretación y en el juicio personal es doblemente difícil porque supone el conocimiento del tema y tener un ángulo personal desde el cual juzgar y considerar los datos, y eso no. Las generaciones van progresando -no sé por qué razón- en rebeldía contra las formas y a la vez en un acriticismo que propende al gregarismo y los lugares comunes. ¿Pensamiento personal? Es muy difícil, mucho, encontrarlo.

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  47. Ilona, bienvenida a este espacio de indagación y de dudas, no sé si de entusiasmo. Ser profesor de literatura en las circunstancias actuales es muy difícil. Leer e interpretar no es lo que más seduce a los jóvenes de hoy en día.

    Clares, tener diez alumnos o cinco como he llegado a tener, no es una fortuna sino el resultado de una marginación absoluta de la enseñanza de la literatura aquí en Cataluña. No llegan a ella los más convencidos, sino los que huyen de cualquier otra opción. Ya me gustaría a mi tener dos o tres cursos de treinta y cinco alumnos. Eso significaría que aún esta materia tenía un lugar en el panorama académico. Un abrazo.

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  48. Miquel, eres elocuente. Estamos en lugares diferentes pero sentimos igual el frío en el alma. He amado mucho esta profesión, pero constatar el sentir, que no pensamiento, aborregado, consumista que sólo ansía la pasta y que no tiene ninguna curiosidad de ningún tipo, me llena de zozobra y profundo malestar. Gracias por tu intervención y tu punto de vista que me es muy valioso.

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  49. he leído la entrada pero no todos los comentarios. "Ya los suspenderá la vida". Comprendo esa idea porque me la he dicho a mi mismo muchas veces. Haciendo autocrítica creo nace de un deseo de no ser nosotros los que les paremos los pies. No son sentimos con fuerzas para posibles reclamaciones o simplemente la impopularidad y las miradas rencorosas. Es decir, somos jueces (de algún modo) y no queremos serlo. Nadie le quiere poner el cascabel al gato.

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  50. elquebusca, creo que has puesto el dedo en la llaga. No queremos ser jueces y encontrar la mirada rencorosa enfrente. Nunca hasta ahora había sido tan consciente de este hecho. En el pasado tuve muchísimos alumnos a los cuales les suspendí y no hallé ese sentimiento que ahora percibo de modo acusado. Esta generación de la que hablo ha pasado sin demasiado esfuerzo y ha acreditado generosamente, muy generosamente, la ESO, así como primero de bachillerato. Hay profesores que lamentan ahora que no hayamos parado los pies a esta promoción que se cree con derecho a todo. Somos jueces y no queremos serlo, y además estamos solos frente a los alumnos, los padres y la administración que pide "buenos resultados", porque si no, el profesor aparece como la causa directa del fracaso.

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  51. Joselu, te aconsejo que te busques un sistema lo más matemático y menos discutible posible-aunque sea estúpido- para poner la nota a tus alumnos.

    Si no te sale el nº de aprobados que te permitan mantener el puesto de trabajo sin que te amarguen la vida directores , inspectores,alumnos , progenitores, etc...pues búscate una fórmula de trabajo compensatorio facilón, bien disfrazado, eso sí, de TICs y tacs- , dialogizadas y cooperativizadas al uso -que no se diga- . Así podrás subir el ratio de aprobados y vivir más tranquilo.

    ¿Que no estás dispuesto a pasar por el aro? Lo cual, si te puedes permitir cambiar de profesión, sería lógico y normal puesto que el desprecio hacia nuestra labor docente y el cuestionamiento feroz de nuestra actividad evaluadora a la que nos están sometiendo in crescendo no entraban en el lote cuando nos metimos en ésto, - en el caso de los profesores de humanísticas en particular-, es tan insoportable que cualquiera con sentido común lo entendería perfectamente.

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  52. Ni se te ocurra "mirar más allá de lo que pone en el examen" y otras lindezas que te sugieren bienintencionados que no están a pie de aula como nosotros a la hora de evaluarlos .

    No sé a tí pero a mí me exigen repartirlos a la vez y soportar las comparaciones que se hacen entre ellos. Pobre de mí si detentan alguna "injusticia".Y es éso lo que para ellos es ver una valoración de la nota en base algo que alguien no haya escrito y no pueda ser matemáticamente medido.

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  53. Anónimo, lo tuyo es dinamita pura. Pero tienes mucha razón. Un examen abierto a la interpretación es un problema grave. Creo que lo has expresado perfectamente, y conoces bien el ambiente en que nos movemos. Un cordial saludo.

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  54. Siempre he creído que los examenes son injustos. Un mal día, problemas personales, un profesor que pone hincapié en unos temas y en el examen pregunta cosas distintas... podría poner muchos ejemplos.

    Siempre he creido que la nota no se debía poner con lo demostrado en un examen, sino con los esfuerzos de un trimestre, incluso de un año escolar entero.

    Siempre me han gustado los profesores que se han tomado cada alumno como un caso personal, quienes han dado un mayor porcentaje de importancia a trabajos o la actitud en clase que a los examenes.

    Mas sé que todo tiene su problemátcia, primero de todo la superpopulación en las clases, que evita una personalización de la educación. Ya la obligatoriedad de la educación es un primer problema que se debería solucionar.

    De todas formas, creo que un buen profesor, ya sabe más o menos quien será buen alumno y quien no, no necesita de examenes para observar la evolución de un alumno o alumna y si el sistema se lo permitiera una nota sería completamente subjetiva siempre fuera de problemas personales.

    saludos

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  55. Eloi, no te quepa duda de que un profesor sabe quién debe pasar y quién no, pero esto no basta. La subjetividad es el mejor elemento a la hora de juzgar -pero no nos gusta juzgar-. Sin embargo, hay que objetivar la nota y he aquí el problema. Es una impostura, es algo artificial, pero nos lo piden los alumnos que no aceptan un suspenso sin que se lo hayas aclarado hasta el último extremo. Realmente no harían falta exámenes, pero nos hacen falta pruebas pero, como explico en el post, también existen los que hacen trampas. ¿Qué hacer?

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  56. Uno de los motivos por los que me alegro de ser profesor de mates es lo fácil que me resulta corregir, es más, los animo a que miren si he corregido distinto el mismo fallo, porque habrá sido un error, se puede objetivizar estupendamente.
    Aun así, alguna vez he sentido la mirada de rencor, porque no entienden que puedas suspenderles porque te caen bien, aunque han sido las menos, todo sea dicho.

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  57. Nacho, realmente es complejísimo corregir un examen de una asignatura como literatura porque en él se han de poner en funcionamiento mecanismos de relación entre ideas, textos, corrientes estéticas, época... y no están habituados a ello. Para ellos todos son compartimentos estancos, más teniendo en cuenta lo poco y mal que estudian sin hábitos de pensar más allá de lo inmediato. Realmente corregir un examen de mates ha de ser claramente más sencillo. Un cordial saludo.

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  58. Ando un poco desconectada últimamente y leo los post de mi agregador un poco por encima, pero me paro en este tuyo al ver la foto de mi chico corrigiendo exámenes en nuestra primera casa de Tirana! El (y yo) también odiamos corregir exámenes.
    un abrazo tiranés!

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  59. Isa, tomé la foto de internet sin saber quién era. Si os molesta, inmediatamente la quito. Tendría que poner una mía. Un abrazo.

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  60. No estoy de acuerdo en que lo subjetivo signifique juzgar al alumno, sino más bien poner las cosas sobre la mesa. Ganas, evolución, participación, trabajos, etc. He ahí la subjetividad sin enjuiciar. No obstante, reconozco la dificultad ante tanta prueba que se os pide. Yo me acuerdo que un profesor nos hacía hacer un examen con libro, simplemente porque necesitaba una prueba de la nota que ponía. Te puedo asegurar que los que tenían que aprobar aprobaban y, los que no, no lo hacía. Pues incluso hasta con un libro, quien no tiene interés, no saca buenas notas.

    saludos

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  61. Eloi, ¿cómo juzgas las ganas, la evolución, la participación (nula)? Si valoráramos a los que tienen interés y no ¿cómo lo haríamos? Creo que te estás basando en un tiempo ya pasado, que no es lo que me encuentro cada día. Saludos.

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  62. Joselu, qué va, no me molesta, al contrario, me divierte!
    un abrazo

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  63. soy consciente de la dificultad que puede acarrear para un profesor la corrección de un examen pero no estoy de acuerdo con que digas que la vida ya les corregirá a aquellos que copian y tampoco lo estoy en hacer calificaciones objetivas sobre cada alumno, pues cada uno puede haberse preparado más o menos un examen independientemente de su forma de ser (o de aparentar), pues yo soy alumno de bachillerato (perdón por las faltas)y si algo tengo claro és que cada nota cuenta para el selectivo, y por tanto, para la vida de esa persona, y veo completamente injusto que clasifiques a los alumnos por estudiosos o no, deberias de clasificarlos al final del examen y no por su forma de ser.
    PD: las decisiones de un professor, por pequeñas que sean afectan directamente y importantemente a el alumno en qüestión.
    saludos!! de un ignorante

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  64. Hay que tener en cuenta que la edad en que maduran los distintos estudiantes es diferente en función de su situación social, entorno, interés y por supuesto sus genes. Así pues, los chicos/as que no consiguen buenos resultados, más adelante pueden entender la importancia de los estudios, y ponerse al día o incluso superar a los que más se aplican. El sistema de evaluación no contempla esto, y pone a todos los alumnos bajo el mismo rasero... una equivocación, pero... cómo se podría mejorar? esa es la pregunta. Por lo que refiere a los exámenes tipo test, yo utilizo ExamIO (www.examio.com), que los corrige de manera automática ahorrándome un buen tiempo, aunque la cuestión de si las pruebas test son justas o no siempre me acompaña...

    Saludos de un profesor

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  65. ¿Te has preguntado si sois vosotros, los profesores, el problema? ¿Si relamente enseñáis las competencias y habilidades que evaluáis? ¡Sois tan arrogantes que no veis el caos del sistema educativo! Vosotros mejor que nadie conocéis la cantidad de profesores incompetentes y desmotivados que se encargan de la educación de niños y adolescentes. Y luego quieres que sepan pensar, cuando lo único que fomentáis es la caligrafía.

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  66. Es evidente que el problema en el aula es un problema de la sociedad en conjunto. Todos los problemas sociales de una sociedad en particular se manifiestan con simplicidad en el aula. El aula, es, en realidad, una sociedad en miniatura.
    El problema social es en cierta forma un problema del estado y es el estado el que debe aportar las herramientas y, en síntesis, el dinero necesario ya no para solucionar los miles de problemas sociales, sino simplemente impedir que estos se desarrollen.
    Deberíamos mirar un poco hacia el norte, me refiero especialmente a los países escandinavos y otros, como Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia e intentar cambiar el rumbo de nuestras sociedades hacia esas sociedades más evolucionadas que la nuestra. Saludos de un profesor.

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