Páginas vistas desde Diciembre de 2005




viernes, 22 de enero de 2010

Sergio Beser

Hoy he recibido la noticia con desolación. El profesor Sergio Beser, catedrático de emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha fallecido esta mañana a los setenta y cinco años. No sé si los que me leen conocerán a este extraordinario profesor. Era el mejor especialista del mundo en literatura española del siglo XIX. Tuve ocasión de conocerle durante mis cursos de doctorado en la universidad de Bellaterra en Barcelona. Me impartió dos asignaturas en años consecutivos. Una sobre la crítica literaria del siglo XIX en el periodo de la Restauración y otra sobre los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Tenerle como profesor era un privilegio difícil de olvidar. Sabio, cordial, irónico, inteligente, enamorado de su pueblo, Morella (Castellón), y de su querido Barça del cual era socio número 5400. Todos sus alumnos y buena parte de la intelectualidad catalana terminaron siendo algún día u otro visitantes de su pueblo que hace tres años le concedió la Cruz de Santa Llúcia, el máximo galardón, por su labor de difundir el nombre y la realidad de Morella en el mundo.

Fue profesor en universidades inglesas como Durham y Sheffield y de universidades norteamericanas como Ohio, Brown y Harvard. Su tesis doctoral versó sobre la figura de Leopoldo Alas “Clarín” del que era probablemente el mejor especialista.

Fue entrañable amigo de Manuel Vázquez Montalbán que lo introdujo reiteradamente en su novela más popular, Los mares del sur, y el autor no dudaba en afirmar que “de tanto en tanto la tierra produce un sabio”. Y esto es lo que era Sergio Beser, un sabio, en el sentido profundo de la palabra.

Los que lo conocimos teníamos la impresión de tratar con alguien venido del siglo XIX, tal eran sus modales, su forma de ser, su sentido del conocimiento y su humor. Lo poco que sé del siglo XIX lo aprendí gracias a él que me transmitió un intenso amor por esa literatura decimonónica tan olvidada. Devoré la obra de Galdós, desde sus novelas de Tesis a las Novelas Españolas contemporáneas o la llamada época espiritualista que me fascinó. Le hice un trabajo, que no olvidaré jamás, sobre una novela de Galdós muy poco conocida pero magnífica que se titula Angel Guerra. Tomen nota. En su tiempo se le censuraba a Galdós por escribir novelones tan largos, pero los que nos hemos perdido repetidas veces por Fortunata y Jacinta, La desheredada, o Ángel Guerra hemos aprendido a disfrutar de esa cadencia larga, de ese mundo coherente y extraordinariamente vivo que es la obra de Galdós. Sergio Beser nos dio un curso también, como he escrito arriba, sobre los Episodios Nacionales que son cuarenta y seis novelas divididas en cinco series (la última no está acabada). Creo que soy de los pocos españoles que ha tenido la fortuna de leer íntegros estos episodios y entender el sentido liberal que tenía la palabra “Nacional” frente a absolutista o la concepción patrimonialista de lo español de la derecha conservadora. Conocí a Galdós y acentué mi admiración por Leopoldo Alas cuya obra La Regenta es la más extraordinaria novela del siglo XIX y que es radicalmente moderna. El magisterio y la palabra de Beser fueron unos transmisores espléndidos de amor y curiosidad hacia ese mundo que logró apasionarme. Conocí la obra de Valera, Alarcón, Pereda, Palacio Valdés..., conservadores pero interesantes también. Durante unos años transité por ese siglo de la mano de Sergio Beser, mi profesor más admirado.

Como última anécdota decir que los cursos de doctorado acabaron los dos años que fue profesor mío en un restaurante de Sant Cugat. Él invitaba a la cena, abundante y apetitosa, regada con buen vino y mejor compañía. Los doctorandos perdíamos nuestra seriedad académica y nos destapábamos a medida que el vino iba haciendo efecto y lo bueno es que bromeábamos también como si fuéramos personajes del siglo XIX. La fiesta acababa en un pub de Sant Cugat donde Sergio bailaba y guiñaba el ojo a las chicas, enamorado de la vida, la literatura y de sus cigarrillos que fumaba sin parar. Creo que vivió intensamente y disfrutó como pocos de ese potente veneno que es la literatura. ¡Ay, Sergio, qué triste será el mundo mañana sin ti! Hace mucho tiempo que no te veía pero intuía que estabas ahí, en algún lado, transmitiendo amor y difundiendo la palabra de ese siglo tan maravilloso pero tan aparentemente lejano. Hasta siempre.

El funeral será el sábado 23 de enero a las once de la mañana en el tanatorio de Sant Cugat. Por la tarde a las 17 h tendrá lugar el sepelio en Morella.

28 comentarios :

  1. Lo que escribes, dice tanto y tan bueno de ti como de él. Seguro que él te correspondía. Ha sido un verdadero placer leerlo.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  2. Excelente texto, apreciado colega, muy emotivo y sentido. Sólo por la capacidad de emulación de maestros como Sergio Beser ya tiene sentido su paso por este mundo.
    Un cordial (y galdosiano) saludo,
    Joaquín

    ResponderEliminar
  3. Nada, ni su muerte, podrá quitarte todo lo que aprendiste, compartiste y lo que descubriste. ¡Qué suerte la tuya por haberlo conocido! ( y la suya por conocerte a tí. Seguramente tú también dejaste huella en él)

    ResponderEliminar
  4. Beser fue un gran maestro de la literatura y de la vida. Me he emocionado leyéndote. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Joselu, te acompaño en tu tristeza. El sabio Sergio Beser, allí donde vaya contagiará el amor por la literatura. Los hombres que dejan huella nunca se van.
    Bendiciones.

    Un abrazo muy sereno para ti
    Namasté

    ResponderEliminar
  6. Joselu, qué recuerdo tan sentido de una persona que a buen seguro fue extraordinaria. Qué hermosura unir gente maravillosa y literatura. Los que la amamos sabemos el placer que produce leer y comentar grandes obras, mucho más allá de la obligación de los cursos oficiales. A veces llegamos al conocimiento por el influjo decisivo de una persona determinada. Todos los maestros aspiramos a dejar huella en nuestros alumnos, pero lo conseguimos pocas veces. En tu caso el profesor Beser fue más que un maestro y tú más que un discípulo, buena muestra de la implicación personal de nuestro trabajo. Ese recuerdo te acompañará siempre.
    Un fuerte abrazo, colega.

    ResponderEliminar
  7. Muy buen profesor, mejor persona.
    Mis inicios en la UAB fueron con él a primerísima hora de la mañana comentando El Jarama de Ferlosio.

    Qué decir del curso de novela española del s.xix.

    Descansa en paz, maestro.

    ResponderEliminar
  8. Yo no fui su alunmo, fui su vecino, vivimos en el misnmo edificio, él en el ático y yo en el sobreático, durante 15 años, nos veiamos casi cada dia, salvo cuando se iba a su querida Morella, mi hija bajaba a menudo a su casa a recoger juguetes que mi hijo pequeño tiraba a su terraza, y cuando la niña subia con el juguete que le habia dado Sergio,siempre hacia el comentario, papa tiene muchisimos libros en su casa y me ha dicho que coja los que quiera, mi niña estaba fascinada con su vecino que tambien era su amigo.
    Conocimos a Sergio y le quisimos como amigo y vecino, nunca nos dijo quien era ni a que se dedicaba, tampoco se lo preguntamos. Nunca he conocido a nadie que tubiera la humildad y la amabilidad de Sergio, jamas vi una mala cara ni un enfado, y dos niños en el piso de encima corriendo cada dia debe de ser muy pesado, cuando hoy le he dado la noticia a la niña, he visto en su cara la tristeza del amnigo que se ha ido, y unas lagrimas limpias han recorrido sus mejillas, y me ha dicho papa por que se ha ido mi amigo?, ya no me devolverá mas los juegues de Nico.
    Ahora estoy en la terraza y miro hacia abajo, como he hecho durante 15 años, quiero creer que sigue ahi,quiero creerlo,pero aunque no este, para nosotros, para mi familia, èl esta.
    Tus vecinos de arriba, hasta siempre Sergio.
    Besos de Laura y Nico

    ResponderEliminar
  9. Maestro de maestros... Lo mejor que tuvimos en la UAB, por sus "clases decimonónicas" (¡qué maravilla oírlo halar de Galdós, Clarín y tantos otros!), las comidas y las cenas en Sant Cuga y su trato siempre afectuoso.
    No t'oblidaré mai, Sergi! Una abraçada, allà on siguis

    ResponderEliminar
  10. No lo conocía, y te agradezco que nos hayas informado de su personalidad y de su trabajo investigador. Perder un maestro es algo que siempre nos llena de melancolía. Te quedan, sin embargo, motivos de consuelo: sus enseñanzas, que ya veo que no se limitaron a lo estrictamente académico, como debe ser en los grandes maestros, su vitalidad como ejemplo, su amor a la vida. Lo siento, amigo.

    ResponderEliminar
  11. Yo sí lo conocía, aunque no disfruté nunca de sus clases. Una pérdida del mundo académico siempre es una doble pérdida, para la cultura y para las personas que conocían al muerto.

    ResponderEliminar
  12. Comparto todo lo que dices sobre el extraordianrio profesor, Sergio Beser.
    También tuve el privilegio de tenerlo como profesor de CRÍTICA LITERARIA en la Facultad de Filosofía y Letras (Sección de Filología Hispánica) de la U. Barcelona. Luego marchó a la UAB.
    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
  13. Siento la muerte de este profesor tan querido por ti. Como me creo lo que dices, parece que ha sido una pérdida importante, por lo menos, para el mundo de la literatura.
    No si existen las casualidades, pero el dia 23 del año pasado, fue el funeral de una amiga mía. Otra más a añadir a la lista de las pérdidas.

    He leído la declaración de intenciones de tu blog y no ha deajdo de sorprenderme que la duda sea algo razonabla para ti en estos momentos. Me acuerdo, con mucho cariño por cierto, de una fulminante mirada tuya ante una manifestación de duda por mi parte.Veo que las cosas han cambiado. Espero que sea para bien.

    Que te parece si quedamos un día de estos para brindar por Encarna?

    Anna

    ResponderEliminar
  14. Precioso obituario e intensos recuerdos.
    Hay personas con una mágica presencia y siguen estando en el recuerdo de nosotros sus encantados.
    Salud:
    @gorkafm

    ResponderEliminar
  15. Estoy conmocionado. Hace ya tiempo que no lo veía; pero Josep, colega de filosofía hasta mi traslado este curso y gran amigo de Sergio, me iba poniendo al día de sus vicisitudes vitales, sobre todo en materia de salud, delicada desde hacía ya tiempo. A través de él, desde la distancia, lo he ido llenando de abrazos.

    Estoy conmocionado. Quiero escribir unos renglones de despedida llenos de afecto y casi estoy por plagiarte. Mi conmoción hubiese sido la misma si me hubiese enterado leyendo la necrológica en cualquier diario; pero tu escrito es lindo, muy lindo y sabe transmitir eso mismo que yo quisiera.

    Yo también compartí con él güisquis de doctorado en el Casablanca.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Entiendo perfectamente lo que bellamente ha explicado Joselu. Ayer le recordaba en el blog de LaMáquina sin saber que había sido su último día. Me había puesto a teclear en el buscador buscando fotografías y referencias a él. Realmente no necesitaba las fotografías pues le recuerdo perfectamente, recuerdo también su voz y retengo en mi memoria frases suyas.
    Era un auténtico sabio y una persona muy cercana. La diferencia la marcaba la pasión con que vivía lo que explicaba y eso se dejaba notar, transmitía y contagiaba esa emoción. Aquel curso con la asignatura de literatura española del s.XIX creo que devoré también más novelas que nunca, aparte de las lecturas pertinentes me motivó a leer más y más, acabé leyendo más obras de Valera y Pereda, y
    también a los franceses Zola o Maupassant, pero sobre todo a Galdós. Sergio Beser admiraba a Clarín, pero amaba a Galdós.
    Semanas atrás necesitaba liberar espacio de mis armarios. Aún conservaba apuntes y materiales de época universitaria. Tiré todo. Todo menos lo referente a él.

    ResponderEliminar
  17. Es muy bella tu reflexión sobre Sergio Beser. Acabamos de regresar del cementerio de Morella donde le hemos dejado dormido. De vacaciones, como decía Ovidi Montllor.
    Una ruta que comenzó esta mañana en Sant Cugat y que ha estado llena de emociones, marcada por esa amistad profunda y sincera que el profesor Beser compartía generosamente.
    Su ciudad ha recibido a Sergio con el gris del cielo morellano de enero, con el mismo frío que él mismo, de pequeño, debió desafiar en la cima de Sant Marc, en la masía de sus padres, de sus abuelos. Pero, hoy, su gente le ha dado mucho calor.
    Ha regresado a dormir a sus montañas, bajo la imponente silueta de Morella, junto a las calles de sus sueños.
    Su familia, sus amigas y sus amigos, lo hemos acompañado en este nuevo viaje a Morella. Y, mientras sonaban las nota del Cant dels Ocells, el sol en su atardecer ha querido asomarse tiñendo de rojo intenso las montañas y las murallas de Morella.
    Vamos a echarle mucho de menos. Le queremos mucho. Gracias por encontrar en la red tantas palabras para Sergio Beser. Su legado siempre estará en nuestros corazones.

    ResponderEliminar
  18. Siempre hay un trozo de otro cuerpo
    en nosotros.Yo se dónde está el de mi madre.Y hay algunos poetas que podría localizarlos en algún rincón de mi ser.Te pasará lo mismo con Sergio lo tendrás en el mejor paraje, resguardado del olvido.
    un abrazo

    ResponderEliminar
  19. Sempre he sentit dir que quan mor un vell es perd una biblioteca. En aquest cas se'n perden moltes.
    Mai havia sabut a què et dedicaves, et recordo dels estius, de les teves vacances, dels Nadals, passetjant, sempre pensatiu, pels carrers, per "l'alameda", contemplant a una banda les muntanyes i les parets de pedra que et van veure nèixer i a l'altra aquells arbres del barri de la Puritat que tot morellà mira amb respecte i que avui finalment t'han acollit entre les seves branques.
    Descansa en Pau Sergi. Moltes gràcies per ser com eres. Sempre seràs un mestre.

    ResponderEliminar
  20. La tercera semana de Diciembre, después de mucho tiempo, volvi a la UAB para asistir al Congreso de Literatura en el Exilio Republicano.Y llegaba por la mañana con el deseo esperanzado de encontrar a Sergio, siempre asomándose en tales ocasiones para compartir ideas y emociones con sus compañeros de departamento, Juan Rodríguez y Manolo Aznar entre otros. No lo veía y les preguntaba por él. Me decían que estaba recuperándose de una reciente crisis de su delicada salud. Hacía semanas que queria verlo, hablar com él, decirle que continuaba leyendo a Galdós, estudiando sus obras, manteniendo el entusiasmo por el ilustre canario, con el mismo afán lector que el maestro Beser me había despertado desde aquellas primeras clases durante la carrera –han pasado más de 30 años- y luego en los cursos del doctorado y durante la elaboración de la tesis que Sergio me dirigió con la lucidez y afabilidad que todos conocemos. Volver a conversar con mi querido profesor, en un bar de Sant Cugat, en el Set Ball, en el Casablanca, me ilusionaba como un regalo a un niño. No fue posible. Pero yo lo buscaba, seguramente porque sabía que en aquellos encuentros revivíamos instantes de viejos tiempos universitarios, de una relación entre alumno y profesor que constituía algo de cierta felicidad. Y persiguiendo esas posibles sonrisas compartidas me acerqué uno de aquellos dias del Congreso al despacho de Sergio exigiendo al improbable azar que cumpliera mi deseo. No estaba. Pero en el tablón junto a la puerta figuraban las viñetas humorísticas, las frases ingeniosas, satíricas, a las que era tan aficionado. En el desolado pasillo del Departamento de Filología Española a esa primera hora de la tarde la chispa de Beser rompia la seriedad académica, y yo sentia como siempre su presencia, su genio vital, su alegria indemne a la rutina de las aulas.
    Sí, yo también llevo conmigo el siglo XIX de la mano de Sergio. Todas las vicisitudes de Fortunata, de Ana Ozores, del amigo Manso, de Nazarín... toda la historia de la malhadada Restauración, todo el liberalismo decimonónico y el regeneracionismo frustrado tienen La viveza y la plasticidad que el gran Sergio Beser supo enseñarme. Y siempre sobre las páginas del hombre sabio y de bonhomía incomparable, sobre los apuntes de sus clases magistrales se proyectará la imagen de la onda elegante de su cabello.

    ResponderEliminar
  21. Joselú, gracias. Sabía que le rendirías un homenaje a su altura. Leyendo algunos de los comentarios de tus seguidores, se me han saltado las lágrimas. Creo que hoy, el nombre que encabeza mi entrada tiene más sentido que nunca, puesto que gracias a una de sus discípulas yo siento la misma pasión por el siglo XIX que todos los que pudieron gozar de la sabiduría del maestro Beser. Jamás lo conocí, jamás tuve el inmenso placer de compartir una clase, una charla, pero tengo recuerdos de él que no he vivido y de alguna manera siento que he sido cautivada a través de otros de su pasión y su gran humanidad. En el correo de ayer, cuando te comunicaba la noticia, te decía que admiraba su capacidad de sobrevivir en el recuerdo de todos y hacerlo de una manera positiva, cariñosa. Esta mañana me ha sido imposible no echar un vistazo a sus artículos y libros y sentir de una forma muy especial que su persona seguirá viva, mientras sigamos descubriendo a Ana Ozores rodeada de sapos asquerosos o nos rindamos a los encantos del Madrid galdosiano con todos sus encantos y miserias. De forma muy personal me afecta su muerte, no sólo como amante de las novelas decimonónicas, sino como la pérdida de un maestro que ha dado discípulos con la misma pasión y la misma humanidad que él mismo supo inculcar. A todos ellos y muy especialmente a M.A. les mando mi cariño.
    Gracias, maestro Beser.

    ResponderEliminar
  22. SERGIO BESER, MAGISTER

    Hoy ha muerto Sergio Beser. O quizás fue ayer.
    No importa: el Universo ya nunca volverá a ser el mismo.
    Tuve la suerte de ser alumno suyo en la UAB.
    Le debo, pues, una nueva y mejor percepción de la Literatura.
    No podré pagárselo nunca. Y se lo debo, sé que se lo debo.
    Fue el inolvidable personaje de Los mares del Sur de su amigo Vázquez Montalbán,
    un socio crítico del Barça, un apasionado profesor y todavía mejor persona.
    Su muerte ha hecho que rompa mi autoimpuesto silencio en este mundo tan banal.
    Socarrón, me dirigió la tesis (que no quise acabar) sobre Borges y el ajedrez.
    Años atrás, le hice llegar mis tres libros publicados y nunca me respondió.
    Después, me enteré que los iba recomendando fervorosamente por ahí.
    La última vez que lo vi fue en Morella, su pueblo (siempre se jactaba de ser de pueblo);
    alegre, me abrazó y me sorprendió gratamente que me abrazara.
    Hoy no puedo hacer más por él: sólo estas cuatro letras a modo de homenaje íntimo para un profesor excepcional y para una persona única.
    Hoy (o quizás ayer) también ha muerto una parte de mí.
    Que la tierra te sea leve, Maestro.

    XUS //

    ResponderEliminar
  23. No conocía a este hombre. Entiendo lo que sientes: los grandes profesores, los grandes maestros, son los que nos dejan una huella imborrable.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  24. Personas así, no deberían irse nunca..

    ResponderEliminar
  25. No lo conocía, pero si dices que era de Morella, me pilla cerca. Después de leer este post me doy cuenta de lo mucho que amas la literatura, la erudición y a las personas intelectuales que hacen tanto por la cultura.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  26. No lo conocía JOSELU,

    La verdad, es que cada día me doy más cuenta que vivimos rodeados de genios a los que desgraciadamente, por diferentes circunstancias no tenemos el placer de conocer, disfrutar y admirar.

    Mientras te leía, me estaba acordando de esas semanas un poco lúgubres que pasaste (deseo de corazón, que hayan quedado en el pasado) por culpa sobre todo, me pareció, de la impotencia que sentías al tener la sensación de que eres incapaz de llegar a tus alumnos y el poco o nulo interés que mostraban ellos por la literatura. Recuerdo que incluso desde aquí, se notaba todo el empeño que ponías por conseguir que la clase arrancara y que la literatura les interesara. Viendo eso, me daba muchísima pena tu lucha y me acordaba de esa famosa frase del Mío Cid, que decía más o menos "qué buen vasallo, si tuviera un buen señor".

    Yo creo que la enseñanza, es una de las cosas más preciosas que existen, pero también una de las más complejas e ingratas. Cuando un alumno habla de su profesor, como lo haces tú en esta entrada de Sergio Beser, se comprueba como la magia de la enseñanza, se ha producido, porque yo creo que si alguien es capaz de transmitir su pasión y su amor por algo a los demás, es algo como mágico y magos hay muy pocos por desgracia.

    Desde luego además de lo sabio y estupendo que pudiera ser este hombre, de lo que más orgulloso se sentiría es de escuchar a alguien hablar de él como tú lo has hecho, con toda esa admiración y cariño que demuestras hacia su persona y sus conocimientos.

    Yo, fíjate, estoy segurísima que algún día alguien dirá exactamente lo mismo de ti y por mucha sensación que hayas tenido de que tu lucha a veces ha sido en vano, estoy convencida que tu semilla anda por ahí germinando y tú mismo te verás sorprendido al comprobar, que tú también eres otro de esos magos, que tanto escasean, otro Sergio Beser...

    Bueno, espero que no estés muy triste, desde luego esté hombre se ha ido con la misión cumplida y eso ya es mucho, muchísimo.

    Muchos besos, Joselu.

    ResponderEliminar
  27. Lo siento muchísimo. No fui su alumna, pero lo escuché en numerosos congresos y gracias a sus libros he aprendido mucho.

    Me acabo de enterar de la noticia y lo lamento profundamente.

    Un abrazo
    Mª Dolores

    ResponderEliminar
  28. Siento mucho la muerte de Sergio Beser. No le conocí; pero he leído muchos de sus trabajos, espléndidos, brillantes. También, por referencias, sabía de cómo era su modo de 'enseñar' literatura.
    Saludos

    ResponderEliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog