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jueves, 15 de octubre de 2009

La buena educación

Ilia Popescu es un muchacho rumano que llegó a España hace año y medio. Este no es lógicamente su nombre verdadero. Hoy lo traigo aquí porque me atrae reflexionar sobre él. Es un chico de pelo negro con flequillo y que contrasta poderosamente con todos sus compañeros. Cuando conoció a su tutora de tercero de ESO a principio de curso le llevó una manzana como obsequio y reconocimiento. Parece ser que es una costumbre en Rumanía. La tutora se quedó boquiabierta pero luego advirtió el sentido del regalo. Ilia es un alumno extraordinariamente educado y su comportamiento sin ser pelota se puede decir que está lleno de detalles. Quiero aclarar que no es pelota porque observo que lo que hace le sale de dentro. Cuando llega la hora de salir de clase hay que poner las sillas encima de las mesas, bajar las persianas y apagar las luces. Mis alumnos están tan deseosos de salir que consideran una ofensa que se les recuerde que tienen que poner las sillas en orden. Lo hacen a regañadientes. No así Popescu que coloca más de las que le corresponden y baja las persianas con suma cortesía. Siempre que salimos de clase se despide de mí y me da las buenas tardes o buenos días.

Desde el Aula de acogida a los alumnos inmigrantes se me ha advertido de las probables dificultades que tendrá este alumno con la lengua y que convendría hacerle una adaptación curricular. He visto su rendimiento en estas semanas de clase, he leído su carta de amor siguiendo la estela de la Jeni y puedo decir que ésta fue una de las mejores, de las más poéticas y de las más ricas conceptualmente, a pesar de sus dificultades lingüísticas. Popescu ha aprobado el primer examen con buena nota en una lengua que no es la suya, pero se ve que ha estudiado y eso el profesor lo advierte. En su caso relativizamos algunos errores ortográficos, fruto de su confusión con el catalán, y apreciamos el gran esfuerzo que hace el chaval.

He traído este caso aquí, porque quiero poner de manifiesto lo que significa un alumno que respete a sus profesores y a sus compañeros, que sea responsable y educado, trabajador, honesto y lleno de buenas maneras que inducen inmediatamente a la consideración. Contrasta con las formas ásperas de sus compañeros, formas también llenas de matices y dignas de estima pero mucho más primarias. Parece que en España estamos perdiendo los matices de la cortesía, de la cordialidad, del buen entendimiento, de las buenas maneras.

Me contaban esta semana que una cajera ecuatoriana se había acostumbrado en el súper donde trabajaba a que nadie le saludara ni se despidiera de ella. Ella tras varios años en España se había dado cuenta de que aquí no somos demasiado detallistas ni corteses y había terminado por acostumbrarse a esa aspereza y falta de delicadeza. Un día un cliente la saludó y la llamó por su nombre –que llevaba en una placa- y ella casi se estremeció, tan raro era ese trato. Casi se le saltaban las lágrimas.

Cuando especialistas destacados en educación ponen de manifiesto que es buena y saludable la actitud displicente de nuestros alumnos, que es sana su rebeldía y que son encomiables sus malas maneras, y especialmente dignos de valoración su rechazo de la cultura porque los profesores resultan aburridos y les hacen estudiar y trabajar, así como mandarles deberes para casa y que les sometan a exámenes memorísticos que se olvidan tan pronto como se empollan, les pondría – me pondría- como referencia a Ilia Popescu, un alumno que todavía conserva la educación en su formación, la educación y el sentido del esfuerzo así como la de la consideración hacia sus profesores.

La mala educación es contagiosa. Los alumnos extranjeros cuando llegan a España procedentes de Latinoamérica, el Magreb, China, Pakistán o la India o también Rumanía se dan cuenta de nuestras malas maneras, Muchos se contagian de ellas a pesar de provenir de sociedades sumamente cuidadosas en el trato personal y en la consideración de los profesores. Otros siguen manteniendo un trato exquisito que contrasta con esa hosca y abrupta forma de relacionarse que estilamos aquí. Ilia Popescu me ha confirmado la confianza en esos muchachos que llegan sin nada pero que aprecian la cultura, la educación, el trabajo y el esfuerzo. Su ejemplo casi es revolucionario. La buena educación es revolucionaria. ¿No les parece?

27 comentarios :

  1. Ciertamente, no nos caracterizamos por el uso de los buenos modales. ¿Pero es que no ha visto usted cómo se las traen los políticos de nuestro país? ¿Educación? ¿Dónde?

    La anécdota de la cajera ecuatoriana la leí en la contraportada del país de la pluma de Elvira Lindo o Rosa Montero (no puedo recordarlo con exactitud). No se me olvida que me sorprendió. Cuando traté el tema de la comunicación no verbal, saqué el tema de la cortesía en el saludo con la lectura de un texto que tenía en papel y que he comprobado que está en Internet. Discutimos el asunto de las maneras en el trato y de la importancia de la cordialidad en las relaciones.
    Difícil lo tenemos.

    Cuánta razón tienes en que los alumnos recién llegados asimilan las malas maneras de los de aquí, a una velocidad de vértigo. Nuestro sistema educativo no se caracteriza por promover el respeto hacia los docentes. Y DEBERÍA.

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  2. Totalmente de acuerdo, Joselu: la mala educación se ha adueñado de nuestras escuelas. De los hoscos modales de nuestros alumnos todo lo has dicho; quisiera añadir, además, la de nuestros compañeros. No acabo de acostumbrarme a que entren y salgan de la Sala de profesores compañeros que ni saludan ni siquiera te miran; estoy cansado de aquellos que piensan que sus cosas son más importantes y urgentes que las de los demás e interrumpen cualquier conversación por sistema, a diario y a cualquiera; no soporto a quienes maldicen su negra situación pero no hacen nada por remediarla y que coincide que hablan mucho y gritan más... Curioso: ¿mala educación? ¡¡Pésima, sí!!

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  3. Joselu, más de una vez hemos hablado de este tema mis colegas y yo. La mala educación, los modales hoscos e incluso groseros, se extienden como una mancha de aceite, no sólo en los centros educativos, sino en las tiendas, las dependencias oficiales, los transportes... Es tan habitual que llega a llamar la atención un saludo o una sonrisa de un desconocido. Cada vez somos más broncos, más antipáticos. Los extranjeros que llegan, para vergüenza nuestra, traen mejores modales, y con diferencia. Los sudamericanos siempre nos tratan de usted y con respeto, a pesar de su retraso escolar. Los orientales son la corrección en persona. Los de países del Este son en general muy inteligentes y muy educados. Aprecian mucho más todos ellos lo que hacemos por sus hijos que los de aquí, subidos al carro del bienestar económico y disfrutando de una libertad muy escasa en otros lugares. Líbrate de llamarles la atención, cómo se ponen... Precisamente estos días estoy hablando con madres de alumnos nuevos, procedentes de la privada y concertada, y válgame el cielo qué cosas cuentan, es increíble... A uno de ellos lo primero que le sorprendió gratamente fue la forma de hablar de los profesores y cómo nos dirigimos a los alumnos. O sea, que ahora es llamativo ser bien educado, hasta dónde hemos llegado...
    Y es cierto lo de las cajeras, las pobres, horas y horas sin cruzar una palabra con los clientes, la mayoría pasan sin decir ni hola. Mi marido, que es taxista, suele contar que cuando alguno le dice: "Oye, ¿la calle Alcalá?", le dice: "Mire: empiece por la plaza de "buenos días", siga por la calle de "por favor", continúe por la avenida de "muchas gracias" y siga hasta la rotonda de "que tenga un buen día", y así seguro que llega." Cuánto hemos perdido en unos pocos años...
    Un abrazo, colega.

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  4. Joselu, añado lo que decía mi madre cuando uno entraba sin saludar: "Míralo, como los burros en la cuadra". Cuando un alumno entra así (normalmente por llegar tarde) le hago salir, llamar a la puerta, pedir permiso y saludar. Es una lata, pero hay que hacerlo. Y es verdad lo de la falta de educación entre los docentes, aunque yo suelo tener unos colegas estupendos, pero me lo cuentan de otros sitios. Hay que predicar con el ejemplo. No hace mucho circulaba un vídeo por la Red escenificando comportamientos incívicos de adultos que imitaban los niños, y el mensaje era algo así como "Si tú haces, ellos hacen".
    Un abrazo.

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  5. En Marruecos, los alumnos tienen costumbre de dar las gracias al profesor (el "ustad") al terminar la clase. Preciosa costumbre, ¿verdad? Este año, en dos ocasiones, unos cuantos alumnos se han acercado a mí, mientras cerraba el armario del equipo de música, no para darme las gracias, pero sí para decirme que la clase les había gustado mucho. Es la primera vez que me pasa, y casi que no me lo podía creer. En mi centro se advierte poco a poco un cambio lento, pero firme, de actitudes. No sé si será posible que eso ocurra del todo, no quiero ser optimista, porque también depende del lugar donde esté el centro de enseñanza, y de los criterios que marque el equipo directivo, y de la colaboración del profesorado, y de la actitud de las familias, en fin, de demasiadas cosas como para confiar.
    Es cierto que los alumnos extranjeros, sobre todo los que vienen de países del Este, son de otro modo, traen otras formas. Valorarlos haría que los demás adviertan su actitud y quizás que les cale la idea de la cortesía y el buen trato.

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  6. Esa experiencia la hemos tenido mucho, los alumnos que vienen de otros países se asustan del trato de los autóctonos, aunque no suelen tardar mucho en imitarlos. ¿Por qué nunca se pegará al revés?

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  7. Hola Joselu!, hace bastate tiempo que no paso por aquí. Tengo bastante abandonado el mundo del blog. Bueno realmente tengo abandonados a los medios de comunicación en general... la tele, el periódico, los blos. Voy a otro ritmo que el año pasado. Mucha parte del tiempo me la ocupa la unviersidad y las relaciones sociales, el resto del tiempo duermo jeje ( que no es mucho).

    Soy consciente de que vas actualizando el blog pero nunca encuentro el momento para leer.
    Lo encontré ahora... y me ha parecido una reflexión interesante.
    De hecho creo que lo de los malos modales a empeorado con los años. Yo recuerdo que en el colegio más de un profesor entraba el primero, se esperaba en la puerta a que entraramos todos y nos saludaba uno a uno.
    Es algo triste que una sonrisa o un trato amable nos sorprenda tanto.

    En fin Joselu, un saludo, hasta la próxima.

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  8. Aquí, en Sevilla, hay muchos rumanos y desgraciadamente empiezan a ser mal vistos (el caldo de cultivo xenófobo).
    Curiosamente ayer un argentino que vive también por aquí con el que compartí la alegría de que la albiceleste se haya clasificado para el mundial africano; me confundio con un rumano (quizás por lo de rubio y ojos claros), le dije que era vasco pero que no me hubiese importado serlo y si pudiese elegir sería un rumano de los Carpatos.
    Por cierto, he vuelto a escribir
    http://complementaria.wordpress.com/
    La dedicatoria también va por ti!
    Salud compañero

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  9. No sólo extranjeros, también entre los autóctonos es posible encontrar alumnos educados en las buenas maneras, a pesar del esfuerzo de algunos lumbreras por justificar y -favorecer- lo peor. Afortunadamente en los últimos meses me parece observar un ligero cambio de aires, y ya algunos empiezan a manifestar abiertamente el desacuerdo ante esas “pedagogías” de la necedad. ¡Cuánto complejo no habrá sido necesario para que tales insensateces se hayan dado por buenas, y hayan empapado el sistema de enseñanza de un país! Digno de estudio. Algún día se llevará a cabo.

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  10. Debería ser norma el trato de usted
    al profesor. Responder a un
    reconocimiento de su autoridad.
    Recuperar el respeto fundado en el
    mérito porque son guías y autoridades en sus materias.
    Y a la inversa.Cuando mis profesores me trataban de usted yo
    un colegial como otro cualquiera,
    me sentía importante.¿Volverá?

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  11. Esa buena educación de la que hablas deberían llevarla los alumnos a la escuela metida en la mochila desde su casa. Buena parte de culpa de ese trato áspero ha sido incubado en el seno familiar. Si los padres se empeñan en inculcar a sus hijos respeto y educación, en la mayoría de los casos actuarán de otra manera a como es la norma en nuestra sociedad.

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  12. Si estará extendido ese primermundismo (había escrito "salvajismo" y no he podido por menos que enmendar mi falta de respeto a los educadísimos "salvajes") del desprecio, los malos modales y la agresividad que algunos alumnos me censuran que los trate de Vd., cosa que hago desde 1º de ESO hasta 2º de Bachillerato, porque se creen que les falto al respeto... ¿A qué trato, o maltrato,estarán acostumbrados!

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  13. Me di cuenta de que te hice un comentario bastante pésimo del tema en cuestión.
    Pero bueno, tampoco tengo mucho más que decir, más que reafirmar lo que han dicho todos.
    El problema no es sólo de los alumnos, es también de sus padres y de la educación que reciben y en general de las malas formas que imperan en nuestro día a día.
    En ese sentido aprendí mucho de el conserje de mi instituto. Siempre es amable, tiene una buena palabra o una broma que hacer, algo que se agradece. Es algo parecido a la anecdota que contabas de la cajera del supermercado.

    Saludos.

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  14. Muy buena la entrada. Estaba pensando en usarla con mis alumnos, si no te parece mal.

    Un saludo.

    P.

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  15. PLB, puedes utilizarla como más te guste. Lo que está en la red es para difundirse. Será para mí un motivo de satisfacción que alguna reflexión llegue hasta los que deberían ser sus destinatarios. Un cordial saludo.

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  16. Estoy de acuerdo.

    Recuerdo dos alumnas, una ucraniana y otra búlgara, cuando llegaron al Aula de Enlace hace tres años (ahora están en sus clases de referencia). Decían que no entendían porqué los compañeros gritaban y trataban mal al profesor... Hasta el chaval rumano de mi tutoría, que es de esos que calientan silla, asume educadamente las regañinas cuando le competen...

    En mis viajes por Latinoamérica me decían, además, que los españoles éramos especialmente rudos en el lenguaje, secos y que hablábamos fuerte. Les llamaba la atención que yo intentara hacer el "donde fueres, haz lo que vieres" y que, además, porque sí, saludara al subir a los autobuses o al cruzarme con los profesores con los que colaboraba allí...

    Igual tienes razón y es una forma de fomentar la rebeldía lo de plantearnos la educación...

    Por otra parte, contestando a Yolanda, me ha sorprendido -tal vez no lo he entendido- el breve comentario sobre alumnos procedentes de la concertada y la privada. Es mi ámbito de trabajo desde hace años y puedo asegurar que una de las cosas que fomentamos en mi Centro son las buenas maneras. Y lo de las sillas, las persianas y las luces que se comenta en la entrada.

    Saludos.

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  17. Hola Joselu: lo peor, como dices, es que se consideren nuestros modales como "síntoma de una sana rebeldía". Mis alumnos en Bélgica se ponían de pie cuando entraba en el aula y me trataban de "usted". Y por supuesto, hablaban entre ellos y no prestaban atención a veces, como cualquier adolescente. Una cosa no va reñida con la otra. Un saludo

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  18. No creo que la mala educación se dé únicamente en el aula. Desgraciadamente, creo que la descortesía es demasiado general en la sociedad en que vivimos. Cuántas veces te chocas por la calle y te quedas esperando un “disculpa”, hipócrita quizá, pero alentador. Palabras como “gracias”, “por favor”, e incluso, otras tan básicas como “buenos días/tardes” empiezan a escasear tanto como las vocales en los mensajes de texto. Y vuelvo a la idea inicial, la descortesía acampa cómodamente en nuestra sociedad. Yo trabajo en un largo pasillo en el que hay alrededor de 40 despachos/seminarios de investigación. Cada día veo las mismas caras y sé perfectamente dónde “vive” cada uno. Cada día cuando me cruzo con ellos por la mañana, acompaño mis pasos con un “bon día (buenos días)”, palabras que acaban chocando con la pared del final sin encontrar compañía, las más de las veces. Tanto es así, que aquellos que sí acompañamos un “bon día” con otro, acabamos estableciendo relación entre nosotros a pesar de no habernos visto en ningún otro sitio que no sea ese pasillo. Yo siempre he pensado que la educación es una de las pocas cosas gratis que tenemos y la consumimos demasiado poco. El capitalismo no ejerce la misma fuerza en todos los ámbitos.
    Ciertamente, es una pena que las buenas maneras se estén perdiendo. Si eso es ser conservador, retrógrado y antirrevolucionario, yo a mis 24 años asumo todo eso a cambio de un decoro y unas formas como las de antaño. Aun así, no me sorprende. Los ejemplos que vivimos día a día no ayudan para nada. No tenemos más que ver cómo se “dialoga”, como se consigue imponer o defender una “idea” o una “postura” y cómo funcionan los servicios públicos que nosotros mismos sostenemos.
    Un abrazo.

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  19. Igual que ocurre con las indisciplinas, la mala educación de los alumnos no es algo generalizado, sólo que llaman la atención quienes se sitúan en los extremos, por su grosería o por lo contrario, como en el caso que reseñas. Preocupa el hecho de que una mayoría de alumnos, bien educados en casa, prefieran pasar desapercibidos porque cualquier muestra de cortesía hacia el profesor podría ser interpretada como peloteo, es decir, pasarse al enemigo. Aunque, como han apuntado algunos comentaristas, también habría que hablar de la (escasa) educación de algunos docentes (y familias).

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  20. "Míralo, como los burros en la cuadra".

    Me he reído con esta anécdota de Yolanda... que recuerdo sobretodo de mi padre, se decía mucho por Almería, años atrás...

    Tu entrada (chico, últimamente las bordas, las musas te aman, no lo dudes :-) ) es fantástica y me ha emocionado por sus dos vertientes: la historia de un adolescente, rumano (pobres, con la malísima fama que arrastran y yo conozco en mi barrio a unos cuantos que a cariñosos y trabajadores no les gana nadie), y esa reflexión sobre la triste realidad de nuestro día a día, con jóvenes y con no tan jóvenes.

    Yo fui educada "en el Antiguo Régimen", con lo que estas cosas las teníamos muy al día. Con el devenir de los tiempos se han ido relajando buenas costumbres, hasta los extremos de inhumanidad y grosería que mencionas. Yo he podido comprobar por mi experiencia en el trato con el púbico, tanto desde el hospital como en mi día a día, lo sorprendida y lo agradecida que se muestra la gente ante una muestra de humanidad tal como dar los buenos días, agradecer cualquier gesto, una simple sonrisa (que no sea Profidén, porfaaa)...

    Andamos tan deprisa por la vida que parece que la amabilidad es una pérdida de tiempo. Hace mucho que decidí plantarle cara a eso, ir a contracorriente y mimar más a la gente que hay a tu alrededor. Es sorprendente lo bien que reaccionamos cuando nos tratan con decicadeza.

    Un saludo a todos.

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  21. En España lo que nos pasa es que la bonanza económica (bonanza económica a pesar de la crisis) ha hecho que la gente se convierta en soberbia. En orgullosos portadores de valores materiales. Por eso se llega a la cruel concepción de que cualquier rasgo de buena educación se convierta para ellos en un signo de humillación.
    Mucho tenemos que aprender de estas sociedades económicamente inferiores a la nuestra.

    Un abrazo.

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  22. Yo veo a los niñ@s de ahora, en muchas casas, como tratan a sus padres. Las contestaciones son asombrosas y seguro que a mi, si me hubiera atrevido, me hubieran dado una torta que me dejaria la boca muda para replicar.
    Yo no creo que haga falta la torta pero un castigo y un firme "esta noche no sales" creo que ayudaría mucho a controlar a esta juventud y que aprendira buenos modales.
    En casa siempre nos obligaban a decir "buenos dias" y "buenas noches" y también "gracias" y eso ha inculcado en nosotros una manera de estar que ahora no existe.
    O sea que la buena educación se aprende en casa.
    Un abrazo. Lola

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  23. Esto de los buenos modales es asunto del hogar, mas que de la escuela.

    En la librería donde trabajo veo padres que dejan a sus niños pequeños tomar muchos libros de los estantes y dejarlos regado por el piso. Piden ayuda para encontrar un libro y no dan las gracias, etc.

    En cambio veo otros (los menos, cantidad insignificante en comparación con todo el público que pasa por allí), que están constantemente pendiente de sus hijos pequeños: para tomar un libro han de poner el otro en su lugar, dar las gracias cuando reciben un favor, etc.

    Educar es una ardua tarea que no tiene vacaciones y muy pocos padres la llevan a cabalidad.

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  24. Parece que la mala educación es una plaga generalizada, ylo peor es que no sólo se percibe en los jóvenes, veo contemporáneos y mayores que pueden competir con el adolescente más rebelde y nada tiene que ver con la instrucción que los conozco muy doctos y a la vez rayanos en la "animalidad", en mi casa eso era esencial y creo que ahí es donde verdaderamente se aprende,sino les damos los buenos días al levantarse, las buenas noches al dormir, un saludo al regresar del trabajo o el colegio ¿cómolo van a aprender?, si no conocen el valor de las "palabras mágicas" no comprenderán su alcance, hay pocas cosas tan molestas como llegar a un sitio saludar y que sólo el eco responda tu frase, debía de reconocerse en su justa valía lo que significa una amable sonrisa.
    saludos

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  25. Perdona el spam, Joselu, pero tal vez te interese conmemorar este día:

    http://hipnopedia.wordpress.com/2009/10/19/19-de-octubre-dia-internacional-de-la-verguenza-pedagogica/

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  26. Muy buena entrada, Joselu. Te felicito por ésta y por otras que he estado visitando últimamente. Esta es la primera vez que hago un comentario, y espero no sea la última.
    Me ha gustado mucho la historia que cuentas, y yo, como maestra de E. Primaria, también he visto la diferencia que en lo que a modales respecta suele darse entre nosotros y los procedentes de países extranjeros.
    Coincido también con otros comentaristas sobre el hecho de que está desapareciendo de nuestro entorno general el cuidado en las maneras, el reconocimiento de que tenemos un prójimo alrededor que merece una consideración, y que la forma más sencilla de mostrarla es no obviar los saludos, las fórmulas de cortesía, las sonrisas ...
    He realizado tareas administrativas de atención al público (y en cierto modo, las sigo realizando) y opino que debería ser exigencia el compromiso de trato no sólo educado, sino cortés y hasta afable en estos puestos. Soy perfectamente consciente del efecto que mi sonrisa o mis palabras amables producen en las personas a las que atiendo, y conscientemente me esfuerzo en mantenerlas, aunque llega a convertirse en constumbre con la práctica.
    Y sí, casi seguro que es en casa donde esas costumbres se adoptan a edades tempranas, y luego ya no se olvidan. De todos modos, nos esforzaremos también en la escuela por devolver esa buena cara al trato diario con nuestros semejantes. Saludos.

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