Páginas vistas desde Diciembre de 2005




sábado, 6 de septiembre de 2008

Mal de escuela

Mal de escuela es un ensayo del escritor francés Daniel Pennac, autor de aquel otro ensayo memorable titulado Como una novela en la que reivindicaba la libertad gozosa del lector. Mal de escuela todavía no está en las estanterías de las librerías españolas, pero hoy El País (sábado) publica una amplia reseña que me ha puesto los dientes largos.

No me gusta cualquier discurso pedagógico. Los tratados tecnocráticos y la jerga educativa de los especialistas en educación producen en mí un sopor que se traduce en bostezos irreprimibles. Prefiero los libros que se meten en la sangre y en el hígado del hecho de enseñar o aprender. Y tengo la impresión de que Mal de escuela está escrito con el corazón y la inteligencia a partir del alumno torpe que no da ni una y que está aquejado de una profunda incomprensión de todo lo que oye en la escuela. En francés la figura del alumno torpe es el cancre, como lo fue Pennac hasta los quince años en que fue rescatado de su situación por la escritura y el amor.

La lectura de la reseña de El País me ha hecho evocar también mis años de alumno torpe en la escuela. Fueron años terribles entre los diez y los dieciséis años. En todas las clases había un alumno risible y fuera de lugar, que en este caso era yo. Suscitaba todos los sarcasmos de los profesores y las burlas de mis compañeros. Estaba incapacitado para las matemáticas (tuve que cursar bachillerato superior de ciencias), y la sintaxis tampoco me iba demasiado bien. En realidad no me gustaba nada. Sólo a los dieciséis años me sentí atraído por la filosofía, pero hasta entonces no había leído ningún libro serio. Sólo aventuras juveniles y noveluchas del oeste o de espías.

 Hay muchas razones para explicar al alumno torpe, la figura que recrea Pennac. El caso es que el muchacho se siente profundamente idiota porque no entiende nada. Pero esto le libera de cualquier esfuerzo. “Si soy tonto, no estoy obligado a nada, ni puedo aspirar a nada”, se dice el alumno torpe. Pero esto no es así, ningún alumno es idiota, el problema es cómo rescatarle de su situación, de su falta de amor a sí mismo. En mi caso fue una tremenda caminata que los curas de mi colegio organizaron. Era una caminata de cincuenta y cinco kilómetros por la noche hasta el santuario de Javier en Navarra. No estábamos preparados para hacer semejante trayecto, pero yo me apunté, como una tabla de salvación. Mis padres se opusieron. Me escapé de casa un día y sólo volví al día siguiente. Quería ir a Javier no por devoción o santificación, sino como una prueba personal de superación. El alumno torpe saca alguna vez su orgullo. Aquello me reivindicaba frente a mí mismo y ante el profesor que lo proponía. Pocos alumnos estaban dispuestos a hacerla. Tenía quince años y la hice, llegué con ampollas en los pies pero contento. La semana siguiente el cura y profesor de química me sacó a la pizarra delante de mis compañeros que esperaban reírse de mí como habitualmente pasaba. Me dictó fórmulas químicas de óxidos, hidruros, hidrácidos o hidróxidos y también sales. Empecé resolviéndolos bien y cada vez el profesor me los ponía más complicados. Así hasta unos treinta que solucioné correctamente. Ni un fallo donde todos habían errado. El alumno torpe por primera vez enseñaba sus garras ante el silencio absoluto de la clase. “Muy bien, siéntate” –me dijo el profesor, supongo que con orgullo porque yo también había sido uno de los pocos que había llegado a Javier.

El alumno torpe, el cancre, necesita que alguien crea en él. En el caso de Pennac, un profesor de lengua francesa le cambió los ejercicios de sintaxis y los exámenes a cambio de que escribiera una novela porque escribir le apasionaba. Posteriormente una muchacha hermosa e inteligente, de la que estaba enamorado, le eligió a él para representar una obra teatral. Por primera vez alguien no le citaba para reírse de él sino que le escogía y le sacaba de la condición de cretino totalmente asumida.

Mal de escuela es una reflexión profunda sobre el hecho de aprender y enseñar, así como de la superación personal.  Estaremos a la espera de su publicación y seguiremos hablando. 

21 comentarios :

  1. Interesante entrada. Al hilo de ella, ¿existe en las aulas actuales la figura contraria, la del "empollón"? Me interesa, porque yo lo fui, y marca, al menos durante un tiempo. Debía existir además, en mi colegio, la norma no escrita de que ningún alumno podía ser "perfecto", y así, quien triunfaba en un área debía fracasar en otras. A mí se me estigmatizó en los deportes, de forma que si en una competición quedaba el segundo, pues los curas felicitaban al tercero. Luego la vida nos nivela, ni tan bueno para unas cosas ni tan malo para otras, y al final la muerte nos iguala... -"allegados son iguales..."-. Quizás puedas otro día tocar la figura del odioso "empollón", si no lo has hecho ya. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la información. Hace tiempo que estoy buscando algún libro que sea capaz de transmitir este tipo de asuntos desde una perspectiva más realista y no puramente técnica.

    Esperaremos a su publicación en España ya que, al menos el francés, no lo domino nada ....

    ResponderEliminar
  3. Xhandra, estará en las librerías el próximo viernes en la editorial Mondadori por aproximadamente 20 €.
    En cuanto al comentario de Pantagruel, en mi presencia en las aulas he considerado la figura del alumno que destaca por encima de todos los demás. Creo que una vez escribí un post titulado Ainhoa sobre una alumna aventajada que recibía ataques maliciosos por parte de sus compañeros. Ella estaba a años luz del resto de la clase y eso levantaba suspicacias y animadversiones que Ainhoa llevaba muy mal. El empollón o mejor dicho el alumno trabajador e inteligente lleva también su cruz si no sabe hacerse aceptar por los demás. La inteligencia emocional es un aprendizaje que nos compete a todos los seres humanos seamos profesores o alumnos.

    ResponderEliminar
  4. Todos necesitamos que alguien crea en nosotros. Es cierto. Tu historia me parece inspiradora.

    ResponderEliminar
  5. ¡Profesor! Me alegra tu regreso. Ya estoy aquí con papel y boli para tomar nota de tus nuevas experiencias.

    Un abrazo,

    Jose

    ResponderEliminar
  6. Tengo que pasar el relevo del CIO, ¿te interesaría cogerlo? Justamente un debate desde posiciones anti-pedagogía al uso promete ser muy interesante. Déjame un comentario en el último post de mi blog si te interesa, y gracias de antemano.

    ResponderEliminar
  7. Hace poco, gracias a internet, me reencontré con un viejo amigo de la escuela, fuímos muy amigos y el tiempo nos separó. En la facultad nos volvimos a encontrarm distintas carreras y distintos intereses.

    Ahora, a más de 10 años de habernos visto la última vez, surgieron los recuerdos de la secundaria, una etupenda época para mí, entre las memorias surgió una frase que me mató de risa: "tú eras burra en la escuela", lo que que significa que no era buena estudiante.

    Te conté ya brevemente mi experiencia con mi profe de matemáticas... "Si", le respondí a mi amigo, era burra en mate, en química y en física pero ¿te acuerdas de literatura y teatro? Ahí, sólo ahí podía sentirme triunfante, orgullosa y sobre todo "buena estudiante".

    Un beso Joselu.

    ResponderEliminar
  8. Pienso Joselu que tu propia experiencia te es muy útil para empatizar con los alumnos. En mi caso, sí fui estudiante empollona y ahora me "cuesta" ponerme a la altura del que suspende una y otra vez.

    ResponderEliminar
  9. Hola: leí la reseña ayer en EL País y también se me pusieron los dientes largos. Aunque temo también que se idealice la figura del "alumno torpe", porque está claro que no todos los casos son así y a veces también es cuestión de gandulería. Pero también es cierto que la autoestima es un problema qu afecta a muchos adolescentes que ni siquiera se esfuerzan, únicamente porque están convencidos de que no lo van a hacer bien. Mi experiencia como profesora en una academia de apoyo en verano me lo confirma (ahí es donde se trrabaja más cerca del alumno y sobre todo con esos alumnos "torpes" que apartan sus "reticencias" sobre el profesor por el simple hecho de estar fuera del sistema educativo y te ven más como alguien que les ayuda.

    Buen fin de semana ;)

    ResponderEliminar
  10. ¡Buen comienzo de curso! Sí, tiene buena pinta este último libro de Pennac. Gracias por la recomendación. Ciertamente Como una novela es ya un clásico para muchos de nosotros y sus certeras reflexiones siguen vigentes hoy en día. Seguro que nos sorprende de nuevo. Torpes, empollones, vagos, estudiosos, inteligentes, listos, descarados... afortunadamente hay de todo en todas las clases y todos los cursos.
    Viva la différence!

    ResponderEliminar
  11. Cuando me encuentro a un alumno desmotivado,o aparentemente negado para la Literatura o la Lengua, siempre pienso que algún día tendrá 30 años y que en esas vueltas que da la vida se convertirá en un lector. Por ello no lo censuro, no le pongo etiquetas, la realidad y la experiencia me da esa humildad.
    Yo era una empollona...muy gamberra.

    ResponderEliminar
  12. Me gustan los blogs en los que se escribe desde la experiencia "sangrante", porque la vida es una herida que nunca cicatriza... Gracias, Joselu.

    ResponderEliminar
  13. La reseña del libro de Pennac ha sido el "hit" del fin de semana. El libro "Mal de escuela" promete como tú dices. Pero algo me dice que a Pennac le encantaría leer tu entrada.

    ResponderEliminar
  14. También la revista Qué leer incluye una entrevista a Pennac sobre su obra y sobre esas reflexiones docentes. Creo que son palabras profundas, dictadas por la experiencia, y que deberían ser lectura obligatoria para muchos profesores.

    ResponderEliminar
  15. y yo que leyendo la entrevista de Pennac me acordaba de ti y de las cosas que haces en clase para que tus alumnos descubran que les gusta leer...

    ResponderEliminar
  16. Labor de quijotes el hacer que ningún muchacho se sienta 'tonto' en la escuela actual.

    ResponderEliminar
  17. Me pasó igual que a ti con la reseña de El País, también me puso los dientes largos. Es curiosa la historia que cuentas sobre ti mismo, Joselu, con algunas similitudes con la de Pennac. Eso nos demuestra (como ya sabemos la mayoría de los que trabajamos con adolescentes) que en realidad no existe el alumno "torpe" como tal (o existe pero en mucho menor número del que parece a primera vista). Algunos sólo necesitan encontrar su momento, y que alguien crea en ellos, para despertar.

    En mi caso yo era una de las "empollonas", lo que puede ser igual o peor que la figura del "cancre", al menos hasta COU donde mucha gente ya se lo tomaba en serio y estudiaba de verdad. Supongo que casi todos tenemos un pasado de bicho raro en algún sentido.

    Un abrazo y feliz inicio de curso, que ya va quedando menos...

    ResponderEliminar
  18. Visitando el blog de xhandra he llegado hasta el tuyo y solo quería decirte que como madre de alumnos me resulta gratificante descubrir profesores que piensan como tú. Gracias.
    Es cierto que todos/as necesitamos que crean en nosotros/as.

    Yo he sufrido como algunos profesores solo creían y estimulaban a 5 alumnos de 24 que formaban la clase. Cuando lo denunciabas te acusaban de que te cegaba el amor de madre. ¿Qué clase de madre sería si me dejará llevar por la subjetividad y no por los resultados académicos tanto curriculares como de comportamientos durante 10 años? Pero siempre ha habido injusticias.

    Un saludo. Nieves.

    ResponderEliminar
  19. Habrá que hacerse con Mal de escuela, tras leer la reseña y tras leer tu entrada.
    Y has dado en el clavo: es la inteligencia emocional la que tienen que desarrollar los chicos con la ayuda de los profesores. No hay alumnos torpes, pero sí que hay alumnos que no confían en sí mismos, incluso entre los que son de sobresaliente en el colegio. Yo siempre les digo a mis hijas que lo más importante que van a llevarse del colegio (y del instituto) es el hábito de estudio y el saber aprender. La inteligencia de cualquier chico da para superar todas las etapas del sistema educativo, e incluso para superar muchas carreras, pero la inteligencia emocional y el hábito de estudio son las claves para conseguirlo. Bueno, es mi opinión.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  20. ESTO OS VA A PARECER MUY INTERESANTE, SEGURO:

    www.heducacion.com

    Un saludo,

    Jorge

    ResponderEliminar
  21. Interesantísimo tu blog, colega (también soy docente en Uruguay). Empezaré a frecuentar tu sitio y te dejo invitación a dos míos: jorgelmg.blogspot.com e hiperbaton2008.blogspot.com

    ResponderEliminar

Comentar en un blog es un arte en que se recrea un punto de vista razonado, emocionalmente potente.

Selección de entradas en el blog