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sábado, 29 de marzo de 2008

Cronopios y famas


Muchas veces me he preguntado por qué no he cuidado más mi carrera docente, sobre todo me lo cuestiono cuando soy testigo de la fiebre desatada en Cataluña por parte de muchos profesores para alcanzar la condición de catedrático mediante un concurso de méritos y la propuesta de un proyecto de innovación educativa. Me lo pregunto cuando veo a mis compañeros de seminario reuniendo los justificantes de cursillos pedagógicos llevados a cabo a lo largo de los años. Hay que recordar cualquier mérito conseguido para adjuntarlo en dicho concurso.

Recuerdo que mi desastrosa carrera docente comenzó en los años de la universidad en que suspendí el CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica). No creo conocer a nadie que incurriera en semejante desaguisado. Todos mis compañeros asistieron al ICE durante unos meses y recibieron automáticamente -sin hacer nada- el certificado. Yo no, me fui a la mili y lo hice mediante trabajos. Aprobé todos menos Psicología del aprendizaje en que tenía que resolver unos problemas desde la óptica de Piaget. Yo juraría que mi enfoque era válido pero no opinó lo mismo el profesor de la asignatura. Fui el único suspendido porque no me volví a presentar.

Cuando acabé la mili me fui a Barcelona. Trabajé un tiempo de camarero y luego conseguí trabajo en la escuela privada religiosa. La hermana monja que me contrató vio mi carita de niño bueno y pensó que había acertado en su elección. Pocos meses después, tres profesores nuevos entre los que estaba yo, revolucionamos la escuela exclusivamente femenina y las alumnas se declarararon en huelga indefinida, lo que no había sucedido nunca hasta entonces. No me renovaron el contrato y me decidí a preparar oposiciones. Las aprobé a la primera. El dichoso CAP me lo suplió la práctica docente en dos escuelas religiosas.

Saqué las opos, y me fui a cien kilómetros de Barcelona a montar una masía con dos amigos. Compartíamos nuestros ingresos económicos. Alquilamos una masía, la reparamos y compramos cabras, conejos, cerdos... Las cabras me jugaron una mala pasada. Un día se escaparon del establo y subieron por las escaleras a la vivienda. Me las encontré, cuando llegué, tumbadas en el sofá, no sé si viendo la televisión y tomando una limonada, pero lo cierto es que habían roído todo lo que por allí encontraron: el mantel, los periódicos, los cojines, y, fíjense, el título de mi licenciatura en Filología Hispánica que estaba por allí encima. Cuando lo encontré estaba roído por los cuatro costados. Fue todo un símbolo. Mi acreditación de licenciado acabó en los estómagos de aquellos cuatro rumiantes blancos llamados la Petita, la Tonta, la Meona y Georgina.

Corría el año 1984, por el mes de febrero. Habíamos vuelto mis compañeros y yo de un viaje a Alaska y Canada donde trabajamos en verano para comprar más cabras. Me llegó la noticia de la muerte de Julio Cortázar. Propuse a mis alumnos de COU la realización de un homenaje al escritor argentino. Fue un acto en la calle, en el centro de Berga. El caos que organizamos fue tan extraordinario que acudieron varios coches de la policía. Cuando me vieron allí como organizador del happening, quisieron detenerme hasta que les aclaramos que aquello era un acto cultural. Algún día lo contaré con más detalle.

Nada de esto contribuyó a que yo hiciera carrera docente. Era un provocador que se resistía a entrar en el sistema. Planteé desde todos los ángulos actividades alternativas y revolucionarias de matiz cultural. A lo largo de mis veintitantos años como docente he procurado contar con mis alumnos para desarrollar actividades innovadoras. Pero nunca me preocupé de reunir méritos mediante cursillos o publicaciones. Es más los rehuía. Ni siquiera cuando se inició la reforma asistí a los cursillos obligatorios para todos los docentes. Cursé algunos años del doctorado, cuya acreditación podría conseguir según me han dicho. También en 1996 participé en un cursillo de introducción a internet impartido por la XTEC de la Generalitat de Cataluña. Me hice internauta pero no me preocupé del título... así como también en los pocos cursillos que he seguido. De ninguno he logrado el título, dada mi alergia por el lado oficial de la docencia. Entiendo esta cultura de la titulitis -ahora tan necesaria-. Hay quienes atesoran docenas y docenas de cursos pedagógicos, que pueden añadir ahora a la antigüedad y a sus publicaciones. Yo carezco de todo excepto la antigüedad en el cuerpo. No seré catedrático ni cobraré los pluses que implica y otros beneficios anejos. No he sabido hacer carrera. Ni siquiera tengo en condiciones el título de mi licenciatura y sólo en pensar en luchar y competir por esas mil plazas inicialmente ofertadas, hay algo en mí que se rebela. Respeto a quienes lo hacen. ¡Ojalá tengan suerte y adquieran la condición de catedráticos!

Mi vena ácrata y mi falta de sentido práctico se niegan a participar en dicha competición. Atesoró eso sí, mil momentos de tensión creativa con mis alumnos buscando alternativas a las perspectivas oficiales de las asignaturas de lengua y literatura. En algunos momentos gozosos hemos vibrado con nuevas experiencias que pusieron a los institutos donde estaba yo al borde del caos con las juntas directivas encerradas en dirección sin saber qué salida dar a lo que estaba pasando en los pasillos. Esos, pienso yo, son mis títulos, los que guardo en mi baúl afectivo, los que me llevaré cuando abandone esta profesión. Todo aquello que implique la llegada de la imaginación a la educación. Sé que Cortázar tampoco hubiera sido catedrático y que entendería mi postura. ¡Por él y por los cronopios tan ausentes de la vida académica! Es el tiempo ahora de los famas. Están en el poder, en las tarimas y sentados en las aulas. Yo hago discretamente mutis y desaparezco. Dejo el terreno libre a los nuevos catedráticos.

32 comentarios :

  1. En los relatos de Cortázar los cronopios son son presentados como criaturas ingenuas, idealistas, desordenadas, sensibles y poco convencionales, en claro contraste con los famas, que son rígidos, organizados y sentenciosos.

    En esta sociedada de ridículas etiquetas una es la de titulitis como en afirmas: tenemos que mostrar los conocimientos, los aprendizajes y las experiencias a través de un folio por el que hemos abonado para que aparzca un membrete y una firma (mientras más pomposos, más cotizamos).

    Tenemos qe ser alguien (nombre) y un algo (profesión).

    Celebro el alma ácrata que se desparrama en cada una de las inicitaivas que haces con tus alumnos.

    (por una vez seré anónimo, z.)

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  2. Estoy encantado con las anécdotas, espero que las detalles algo más.
    Siempre que pienso en títulos intento imaginar los que tuvieron gente como Arquímedes o Shakespeare.
    Saludos.

    P.D. : Si te sirve de consuelo y a título personal ;) te concedo el título al creador del blog de educación más poético e inspirador que leo.

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  3. "¡Qué bueno!", me ha salido en voz alta al terminar tu post. Y es que últimamente, ando de París a Marsella,en sus autonautas en la cosmopista...
    Está claro que te seguimos una "panda" de no-prácticos. Trabajo en un Instituto de Málaga y a la Junta de Andalucía se le ha ocurrido pagarnos más para conseguir mejorar los resultados académicos de los alumnos (mira,como comentabas en uno de tus últimos post...).
    En mi centro se ha aprobado (uno de los pocos que lo han hecho), pero yo he decidido no apuntarme a cobrar más para aprobar a más...¿Seré una ilusa?

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  4. Amigo, celebro tu idealismo y te admiro realmente como un creador y comunicador excelente, pero "la única verdad es la realidad" y consecuentemente gente como vos no accede a lugares de decisión.Y es una lástima porque creo que no se deben dejar espacios vacios.
    Los Ministerios están llenos de incapaces con títulos. Los mas capaces, por pudor o idealismo le dejan servidos los lugares de decisión.
    Un abrazo, amigo.

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  5. Los famas atesoran, en sus despachos,títulos cuidadosamente enmarcados. Los esperanzas sueñan y se esfuerzan por conseguirlos alguna vez.
    Los cronopios encuentran traspapelado un título, lo siembran en un campo, lo riegan y, día tras día, esperan a ver brotar sus flores. :)

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  6. Ya tiene merito, sí, suspender el CAP. Disculpa, pero me han quedado un par de interrogantes que quizá no desees responder: pero, ¿cómo llevaba la mili un cronopio? y otra: ¿renuncias a los sexenios?.

    Yo creía ser la persona más anárquica que existía en la enseñanza pública, pero ya veo que no.

    Un placer leer la historia. Espero que nos des noticia más detallada de muchos de esos momentos que apenas has aludido.

    Por otra parte coincido con la opinión de Rodolfo: "Los Ministerios están llenos de incapaces con títulos. Los mas capaces, por pudor o idealismo le dejan servidos los lugares de decisión". Pero la cosa tiene difícil solución.

    Un saludo.

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  7. Querdido Joselu, te leo justo cuando acabo de ser rechazada en un concurso a cargo docente por no tener "antecedentes" -papelitos- y no, no tengo muchos papelitos, será porque jamás me preocupé por tenerlos... No te voy a hablar de mi currículum... me pasé semanas poniendo en papel 10 años de carrera profesional (8 de los cuales he sido docente)... en fin...

    Me enojé mucho con el rechazo y hasta sentí una amarga desolación y decidí empezar a llenarme de papeles... aunque con eso sé que sólo conseguiré un cargo docente y me perderé de la maravilla de educar por amor y pasión...

    Sabes qué? que se queden con sus papeles quienes los necesitan, nosotros amigo, tenemos alas y muy a pesar de su viento, seguiremos volando!

    Un fortísimo abrazo!
    Lucero*

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  8. Espléndido relato de tu carrera profesional. Me gustará conocer en más profundidad el happening de Berga. Servidora viene de *El sexo de las moscas*, donde comentaste el blog de Francisco y estoy encantada. A mi me dijeron una vez que yo era una cronopia y, no sé si es bueno o malo, pero lo que sea que es lo llevo sin complejos.
    Una vez sorprendí al vuelo una conversación pintoresca entre dos profesoras de secundaria (yo no lo soy) y hablaban de tener que hacer un curso que contuviera la palabra "internacional" para cumplir con un mérito que no me quiero ni imaginar.
    Volveré por aquí sin falta. ¿Pero me podrías extender un certificado? ;·)

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  9. Aux!! estoy estudiando Filología Hispánica y la imagen de esos dulces animalillos mascando tu título me ha llegado al alma jaja
    muy bueno el texto ;)

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  10. Pues no lo veo grave, Joselu, quien quiere la flor, quiere las hojitas de alrededor. No te imagino adulando descaradamente, por ejemplo, que me parece un método todavía más eficaz que el de los cursillos. Te podría copiar aquí una de las consolaciones que le puse a Ainhoa, la de aquellos dos amigos a quienes Nerón mandaba bajar a la arena. No has querido bajar; ¡cómo me va a dar lástima que hayas tenido y tengas una vida rica!
    No sé, pienso que no se pueden conseguir las dos cosas. No se puede servir a dos señores, así que enhorabuena.
    Un abrazo, que desde que Ainhoa está bien, casi no nos hablamos.

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  11. Me he reido hasta llorar... y espero que tu reflexion no me haga delinquir en mis esfuerzos por ser honesta hasta donde pueda!

    Debo confesar que algunas veces siento la tentacion de ganarme una licenciatura -sin el debido merito- ya que ello implica que podria ayudar mucho mas en mi comunidad... sin embargo no puedo!

    Tengo amigos que ostentan hasta cinco doctorados y yo bien gracias...

    No se creo que mis esfuerzos por ser honesta con lo que creo, me ha llevado a batallar con molinos de vientos que algunas veces no se si he perdido una que otra neurona en el camino ;-)

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  12. Mis respetos más sinceros hacia tu manera de pensar y de ejercer.
    Javier.

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  13. Joselu... me he reido porque me veia a mi misma en tu espejo, sabes, estoy muy feliz de saber que no estoy sola en esa cruzada de no vender mi alma por 30 monedas!

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  14. sin embargo,

    como escuché decir a un político hace poco, para influir hay que estar en las instituciones, hay que tener más poder, sino no se hace nada.

    El trabajo de calle no sirve para nada... es lo que me insinuaba

    de todas formas yo prefiero a gente como a tí. Me ha gustado eso de la masía, espero que algún día en un nuevo blog pueda contar que las mías se han comido mi título de ingeniero... aunque también es verdad que no sé donde lo tengo.

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  15. Qué buen retrato. Se habla en este blog de tu faceta de profesor. ¿Y la de escritor?. Completamente admirable.

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  16. Hace unas semanas intenté poner en práctica unos consejos, que encontré en una entrada de este blog (21-Enero), para intentar establecer el silencio en la clase. Se trataba de indicarles silencio con un ssshhhhhhshhhhh bajito y persistente. Todo parecía funcionar estupendamente; gradualmente los alumnos que lo advertían quedaban en silencio y me miraban extrañados, hasta que una alumna elevó la voz y me preguntó: ¿Has pinchado?¡. Risotadas.

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  17. Ay, ay, los libertarios del mundo, qué mal ejemplo al orden dado.

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  18. Como ejemplo vital me parece interesante. Es un opción de vida como otra cualquiera.
    Pero criticar por criticar a los que hacen cursos, se interesan por la formación, publican..me parece de un simplismo y de una injusticia tremenda. Esa sospecha y esa generalización de que todo el que ha llegado a algún sitio jerárquicamente superior lo ha hecho por meritos impropios creo que es de una envidia y de un razonamiento muy pobre.
    Y alucino de todos los que , acríticamente, aplauden a nuestro querido profesor.

    Silvia

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  19. Buenísimo el relato de tus peripecias académicas y laborales. Resulta muy difícil en estos tiempos que corren mantenerse al margen de corrientes, movimientos, movidas y burocracias... la anarquía tiene su pros y sus contras. ¡Mantenla mientras puedas!

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  20. ¡¡¡Fantástico!!! El momento culmen para mí de la autobiografía-relato es el destino final de tu título, cuanto simbolismo madre... Mi título de Lda. en Geografía e Historia con la especialidad de Antropología Social y Cultural (me faltan siempre casillas, en los papeles de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, para tanta rimbombancia)lo tengo sin colgar, molestándome cada vez que hurgo en el armario... Pero si me llega a pasar como a tí y queda en ese estado en el que mi imaginación apunta... Lo enmarco bien bonito y lo cuelgo en un lugar bien visible.

    Me encuentro también dentro de los cronopios, chocando con el sistema, intentándolo minar desde dentro, una lucha incansable, un deseo de transformación, de sensibilización desde el área de las ciencias sociales, un utopismo anárquico que practico en mis clases, aunque no quiera, aunque me pronpoga lo contrario. Mi meta es intentar ser capaz de hacer llegar a las mentes pensantes (a veces) de mi alumnado, el diseño de las estructuras del sistema, hacerles reflexionar sobre la sociedad, la evolución de la misma, los tiempos presentes, etc. Con todas mis imperfecciones y mis carencias y como tantos otros y otras que tenemos un pie dentro y un pie fuera, pero con el peso del cuerpo en el pie de fuera de este sistema global y envolvente.

    Me ha encantado encontrar tu blog y en este blog a otras criaturas como yo, desencuadradas, caóticas, inentendibles por los famas. Sin duda, encontrarte en este mar de botellas con mensajes, que supone la blogosfera, ha sido todo un descubrimiento. Sin duda, que dedicaré más tiempo a profundizar en este universo que llevas tiempo creando.

    Yo me encuentro en proceso de construir el mío. Me he permitido enlazarlos mediante esa conexión de hipervículos. No sé a dónde ni hasta dónde llegaré con él. Pues casi nunca me planifico mucho.

    Os invito a pasaros por él si es de vuestro agrado. Un saludo compañeros cronopios.

    Ahí os dejo la dirección:

    http://cariatidesycaracoles.blogspot.com

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  21. ¡Qué gran guión hubiese escrito Azcona con tus andanzas! Pareces un personaje sacado del neorrealismo italiano (Marcovaldo, de Italo Calvino, quizá), con tanto viento en contra. De todos modos, la felicidad se encuentra a veces en esa renuncia a lo pragmático. Creo que tu tarea de bloguero va por ese camino, algo que te agradecemos enormemente.

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  22. Joselu, yo me encuentro entre los que hemos sucumbido a la tentación del presentarnos a cátedras. Aunque ya sé que no precisas justificaciones, la mía es muy sencilla. Sé de buena tinta que se presentan a esta convocatoria muchos docentes para los que la educación ha sido un "levantarse e ir a trabajar con las manos en los bolsillos".
    Dudé si debía entrar en el juego burócrata, pero me dije que si "aquellos" lo hacían, algún huequecito debía haber para los que la educación no es sólo cumplir con una jornada laboral de x horas.

    Me presento, pero no sufro titulitis, ni aspiro a ocupar cargos en la administración. He rechazado más de uno, porque donde quiero estar es a pie de aula. Y con cátedra o sin ella. Nada cambiará.

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  23. No me cabe la más mínima duda, Lu. Es bueno que estés ahí representando otra forma de hacer las cosas. Un cordial saludo.

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  24. ¿No es bueno, también, que haya cronopios disfrazados de famas que ayuden a subvertir el orden establecido? Como Lu, también yo he cedido a la tentación -familia obliga- de no renunciar a una subida de sueldo, pues, títulos aparte, esta promoción no es más que una subida salarial, y nada más. Los sexenios casi son regalados, pero este aumento cuesta más. ¿Qué catedrático ha ejercido alguna vez de tal? En toda mi vida académica no he conocido a ninguno.
    En fin, a pesar de lo dicho, estoy tratando de reunir puntos a última hora, pues también he vivido de espaldas al reciclaje oficial; pero no al personal, claro está.
    De todos modos, Joselu, se te agradece la generosidad...

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  25. Toda una declaración de principios.
    Así te muestras tan auténtico.
    Interesantes inicios.
    Salud

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  26. Joselu,

    ha sido un verdadero descubrimiento su blog. Por supuesto, he disfrutado mucho leyendo su última entrada. Desgraciadamente -y, con la que está cayendo, también afortunadamente-, por mi edad, sólo he conocido esos tiempos de los que habla como alumno. Considero que ustedes, los que empezaron a trabajar en los ochenta, son unos privilegiados. ¡¡Lo que daría yo por impartir un curso entero de Literatura!! Y es que, si lo que se está haciendo con la Filosofía o las Lenguas Clásicas es una barbaridad, lo que, tras el advenimiento de la LOGSE, se hizo con la Literatura es un auténtico crimen digno de ser denunciado en el Tribunal de La Haya.

    En fin, un auténtico placer leerle. Ah, y una advertencia -aunque usted seguro que, por su experiencia, no la necesitará-: cuidado con los famas disfrazados de cronopios; ésos son, sin duda -y en la docencia no hay que buscar mucho para encontrarlos-, los peores.

    Un afectuoso saludo,

    Aquiles.

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  27. Preocupante.

    Siento preocupación después de leer ciertos comentarios.

    Una vez más generalizáis y eso es muy peligroso.

    Eso sí, siento que se den títulos a gente que solamente se ha preparado la mitad o menos del temario cuándo van a oposiciones, por ejemplo ,para profesor de secundaria.

    Yo conozco a algunos...

    Confiar en la suerte , no es ser muy honesto. Pero puede dar un trabajo fijo y dinero.Y luego a dormir.

    Preocupante.

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  28. ¡Genial este post!
    No sé qué me ha gustado más: si lo surrealista de tus andanzas o tu declaración de principios...
    ¡¡Que vivan los cronopios y no queden arrinconados por los tiempos cada vez más pragmáticos en que vivimos!!
    Lo mejor de los cronopios es que no se toman a ellos mismos del todo en serio. Eso creo que es un antídoto contra tantos peligros nos acechan en el terreno educativo: la ansiedad, la sobreactuación, los complejos, el estar a la defensiva, el dejarse anular por el sistema, la amargura...
    Un abrazo cronopil

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  29. la flor piensa

    - "es como una flor"

    el cóndor dijo:

    " mierda de tipo. No deja ni un claro donde sacudirle un picotazo"

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  30. Joselu, cada vez siento más admiración por ti, de veras. Y no dejas de sorprenderme. No te hace falta ningún título de catedrático, pues pocos profesores llegarán nunca a ser lo que tú eres hoy.

    Un abrazo, compañero.

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  31. Acabo de descubrir tu blog a través de un amigo. Después de leer tu entrada del lunes sobre la ortografía, la página me ha recomendado otras entradas y sin dudar he pinchado en la de "Cronopios y famas", del 2008. Magnífico. Te felicito por tu sinceridad. Yo no soy profesor de secundaria pero estudié filología hispánica, después, casi obligado, hice el nuevo cap, un "máster" de un año y ahora estoy profundizando en la enseñanza del español con otro. Precisamente en días como hoy el exceso de titulitis y conceptualización me desespera y tengo que cerrar el ordenador para tomarme un respiro. Los que sentimos el ansia de la enseñanza llevamos una gran responsabilidad a nuestras espaldas, nunca dejamos de aprender y es la vida la maestra y nosotros el filtro donde sedimentan las experiencias. Acabé tan quemado del exceso de burocracia que se exige para un puesto público, del importante papel político que se juega, de que exijan una innovación que asocian a la colocación de un ordenador en el aula pero después en un tribunal digan "hay que innovar, pero no tanto"... No se dan cuenta de que lo importante no es la innovación porque sí, sino la inculcación de un espíritu crítico... Perdona si me estoy excediendo, me he sentido muy identificado con tu historia, siempre me sentí un frío, verde y húmedo cronopio.

    Un abrazo,

    Antonio

    P.D. Por favor, tienes que contar el homenaje a Julio Cortázar

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