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viernes, 26 de mayo de 2006

Para vivir no quiero


Hay una constante en el gusto lector de los adolescentes. Sobre los catorce o quince años desciende radicalmente su afición a la letra impresa. No hay tarea más ímproba que buscar libros que puedan atraerles. Las editoriales nos hacen llegar productos atractivos temáticamente y visualmente: continuamente están editándose libros orientados para los adolescentes, pero el profesor no puede seguir esta avalancha de novedades, muchas veces de bajo nivel narrativo por su estricta orientación al famoso gusto adolescente. Y es que al profesor también le gusta la buena literatura, y le es difícil combinar estar leyendo En busca del tiempo perdido de Proust o La montaña mágica de Tomas Mann con las últimas novedades editoriales juveniles que le llegan.

Hubo un tiempo, en que yo llegué a ser profesor, en el cual no había diferencia entre la gran literatura de todos los tiempos y los libros que podían leer adolescentes inquietos y con ganas de descubrir mundos inexplorados. De hecho, el márchamo de literatura maldita siempre era un acicate para espíritus en eterna búsqueda de lo imposible así como del reino lejano de Avalon o sus nieblas. La adolescencia era una etapa de transformación, de metamorfosis en la que el muchacho necesitaba sentirse miembro de una estirpe maldita, y esa filiación muchas veces era proporcionada por la literatura, por la gran literatura, sin adjetivos detestables como el que ahora se estila: Literatura juvenil. ¡Puaf!, qué gran bodrio son en su inmensa mayoría todos estos libros concebidos para adolescentes. Son libros de fórmula fija, de escaso aliento, de limitada imaginación. Son un alimento pobre para mentes estrechas.

Pero pobre del profesor que se salga de esa senda. Hoy día la literatura no gusta a los adolescentes. Les aburre. No hay nada más lastimoso que llegar a clase cargado de ilusión e intentarles hablar de algún tema literario. A la inmensa mayoría les aburre. El profesor echa toda su pasión y habla como si hubiera alguien que le estuviera escuchando. Las miradas que recibe son patéticas. El profesor se hace preguntas que pone en boca de sus alumnos. “Seguro que os estaréis preguntando por qué el autor del Lazarillo quiso ocultar su nombre”. Se miran perplejos. No se lo están preguntando. El profesor aclara el peligro que suponía en aquella época hablar críticamente de temas religiosos y no puede poner el ejemplo de hoy día con las caricaturas del islam porque hay varios alumnos magrebíes en clase. Da igual. El profesor insinúa misteriosamente que se ha sugerido que el autor del Lazarillo pudo ser Alfonso de Valdés, humanista de la corte de Carlos I de España. Se lo dice a ellos como primicia. Cualquier medio vale para intentar captar su atención.

Otro día comenta por encima unos poemas de Pedro Salinas. Los lee con naturalidad, pero marcando los acentos. Los vuelve a leer. Los alumnos están confusos. Parece que les gusta. El lenguaje de Salinas es pura adolescencia dentro de su densidad conceptual. Sigue en cuanto hay un hilo del que tirar. Al día siguiente les trae más poemas del autor de La voz a ti debida, título basado en un verso de Garcilaso. El profesor lo explica pensando que hay alguien que le escucha. Como Juan Ramón Jiménez, se dirige a la inmensa minoría que es posible que exista.

Años después, un día recibe un comentario en su blog de una exalumna que se aburría soberanamente en las clases de literatura, pero las recuerda, y evoca los poemas de Salinas. Es más, en su blog introduce una entrada en la que reproduce el poema que ella más recuerda: Para vivir no quiero/islas, palacios, torres, / que alegría más alta/ vivir en los pronombres. La alumna anónima deja un mensaje de esperanza. Aquello que se escuchó con aire aburrido porque era lo que tocaba, lo que estaba en el ambiente, encendió una lucecita que años después se ha convertido en una pasión.

El profesor de literatura no trabaja muchas veces para los alumnos que tiene en ese momento. Trabaja para los alumnos que serán. Está sembrando para el futuro, y nadie sabe si esa semilla crecerá. Tal vez sí. Esa es la esperanza en esta época tan cínica y descreída. Y es que la gran literatura es un lenguaje universal. Por eso me molestan tanto los productos prefabricados para adolescentes. Hay, creo, que correr el riesgo de darles algo que no les guste en este momento pero que deje una huella para el futuro. No sé, es un ejercicio arriesgado y no tengo solución alguna. Cada año es un desafío.

8 comentarios :

  1. Me pillas, Joselu, corrigiendo comentarios de textos de poemas de La voz a ti debida, escogidos por ellos entre una selección hecha por mí. ¡Están ciegos, sordos y mudos!, mis alumnos. Hoy, como tú dices. Su zafiedad es tan grande como la seguridad personal de que les dota su abismal ignorancia: pisan fuerte por el Insti; resbalarán y se tortacearán en cuanto salgan de él. Siempre hay alguno, no osbtante, que intuye que en esos versos "se cuece" algo de interés y de suma importancia para la formación de su sensibilidad. De momento se niega a reconocerlo, y escupe por el colmillo, si se le enfrenta al mundo de los sentimientos para que adopte una posición personal.
    Las otras correcciones son de Fahrenheit 451. Están desesperados. Según ellos, son de 3º de ESO, es un libro absurdo e incomprensible. Pero lo han leído. No todos, claro está, pero sí la mayoría. Y a eso voy. Estoy contigo. Démosle calidad probada y no ejercicios de probeta...
    ¡Aúpa lecti...!
    P.S. ¿Has leído ya la novela de Frank McCourt, "El profesor", creo que e llama?
    ¿Y El manifiesto antipedagógico?
    Habrá que aplicarse a ambos, supongo...

    ¡Ah, y visite nuestro bar:
    http://diariodeunartistadesencajado.blogspot.com/

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  2. Ante todo, me tengo que disculpar por las terribles faltas de ortografía que seguramente van a quedar gravadas en este comentario.

    Mi historia.

    En primero y en segundo de la ESO odiaba la literaturaaaaaa!!!
    Siempre cuando el profesor, explicaba me hacia preguntas..¿qué significara esto?...y aquello...

    Sentía interés pero me era imposible no aburrirme...
    (a mi siempre me gusto la poesía.. a mi madre le gusta escribir..y yo como ella también suelo recrearme en ese mundo imaginario de las palabras)

    En tercero de la ESO cambiamos de profesor.
    Nuevo ciclo, cambio de profesorado.

    Nuestro profesor de Lengua castellana le encantaba la literatura (¿podéis adivinar de quien se trataba?)
    En sus clases cuando llegaba el apartado de literatura de el libro la gente se quejaba.

    Yo recordando los cursos pasados no me interesaba, seguía escribiendo mis poemas y relatos, sin interesarme por el tema.

    Hasta que un día comenzó a explicar, de una manera, no se, recuerdo que hubo un silencio en clase de eso en que mis compañeros miraban al profesor, no el papel que le había enviado el de su izquierda, ni si Fulanita tenia el pelo hoy bien recogido, ni nada...

    Miraban y escuchaban al profesor.
    Recuerdo que al final de clase incluso preguntaron interesándose por el tema y demás..

    Después de esa clase comencé a atender en serio en lengua castellana.(se que deberia haberlo hecho desde un principio, pero ha veces se nos mete algo y no hay nadie que pueda sacarlo... excepto nosotros mismos)

    Con este profesor a mi me resultaba más fácil el atender, y en casa me interesaba...( me compre incluso libros!)
    Era increíble!
    Me acuerdo en mi casa memorizando El Cantar de Mio Cid porque teniamos que recitarlo en clase.

    Curiosamente todos se lo aprendieron, porque la clase anterior, en la que todos habian atendido fue la explicación de la historia de dicho cantar.

    Comencé a coger información, tengo folios con poemas que se repartian en clase todavía guardados.
    Y cuando me aburro los busco y los leo.
    Hace poco los encontré.
    Y hace poco encontré este blog(hace unos días)de mi profesor, y al comenzar a leer me invadió el recuerdo de una clase en la que se explico Pedro Salinas.

    La voz a ti debida.
    Aun recuerdo como ayer cogí el libro y con una sonrisa escribía mi poema favorito en una nueva entrada de mi blog.

    Debería saber quien soy.
    No es difícil.
    Ya eres mi profesor, pero a veces nos saludamos por los pasillos.
    Besitos.

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  3. si que es dificil!

    no creo que recuerdes todos tus alumnos!

    :P

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  4. El profesor siembra letras en almas inquietas.
    El profesor cosecha de acuerdo a lo que siembra.
    Vos sos de aquellos que dejan huellas
    Un abrazo profesor de lujo.

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  5. Venga Joselu, que no está tan difícl (estoy convencido que a estas alturas ya has caído).

    Sin embargo yo también te he tenido de alumna :-P

    Aunque hace un poquito más de tiempo.

    bu!, he visitado tu blog. Está muy bien. Un saludo.

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  6. Tú continúa con la siembra que siempre habrá cosecha. Y mejor si las semillas son de calidad.

    De todas formas no desesperes porque la literatura no tiene por qué gustar a todo el mundo.

    Y la lectura a muchos adolescentes, adiestrados en la cultura de lo visual, les parece aburrida.

    No a todo el mundo le gusta la música clásica y sin embargo a quien es aficionado a ella pude darle momentos de sublime belleza y de placer.

    La poesía por ejemplo mantiene, en muchos casos, un lenguaje lejos del ritmo de estos tiempos. Lee poesía, en la mayoría de los casos, quien escribe poesía o le gustaría hacerlo. A los jóvenes les gusta más el rap que los versos.

    Bueno los molinos de viento son inagotables, tienes tarea.

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  7. ehmm...
    me gusto su articulo profesor...
    pero...
    a veces hay lecturas que hasta a mi me aburren!!!
    basta ver que en el programa nos exigen leer
    El cantar del Mio Cid!!

    y recuerdo que yo lo odiaba en la secundaria!!!
    y siempre lo he odiiadoooo!!!!
    en fin que le vamos a hacer....

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