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viernes, 19 de mayo de 2006

Optimismo


He querido empezar este post con un título significativo “Optimismo”. Es toda una definición vital e ideológica para un bloguero más bien de tendencia pesimista. De hecho, en el lugar que ahora ocupa este post había, antes de suprimirlo, un escrito que rezumaba pesimismo existencial. Un amable lector y amigo americano me escribió amablemente un comentario sobre la fatiga existencial que nos acongojaba –que me atenazaba-.

He observado que los posts que tienen un contenido optimista tienen mayor posibilidad de recibir comentarios que los de contenido pesimista. Luis Rojas Marcos, psiquiatra español que ocupa un importante puesto en los servicios de salud mental en la ciudad de Nueva York, hablaba en un artículo sumamente interesante, que he recuperado de la hemeroteca de El País, publicado el 12 de enero de 2005. En él recogía algunas consideraciones sobre la fuerza creativa del optimismo.

El optimismo según Rojas Marcos tiende a juzgar las cosas desde los ángulos más favorables y a confiar en que lograremos lo que queremos. Los optimistas hacen frente a los avatares de la vida con una actitud más esperanzada y perseveran en situaciones difíciles con más empeño y seguridad. Son más extrovertidos, tienen un fácil trato social y tienden a ser líderes en los trabajos y tareas que suelen iniciar. Además viven más tiempo puesto que se ha establecido una relación entre la duración y la calidad de vida con el optimismo.

La humanidad ha derrochado y derrocha optimismo para seguir existiendo. Rojas Marcos habla de que quizás sea una constante genética de la raza humana. Los optimistas tienden a pensar que los problemas se solucionarán, y de los reveses extraen fuerzas para seguir avanzando.

Sin embargo desde el campo de la filosofía la óptica ha tendido a ser algo diferente dada la abundancia de pensadores pesimistas que ha habido y sigue habiendo. No dejo de reconocer el encanto que tiene el pensamiento pesimista aderezado con un poco de humor corrosivo. El pesimismo sin sentido del humor es inaguantable.

La educación requiere de altas dosis de optimismo y esperanza de que las cosas pueden mejorar, de que no todo está perdido, de que de los mayores eriales siempre podemos extraer frutos, de que habrá siempre alguien que nos escuche con fascinación y nos recordará. En la enseñanza no podemos dejarnos invadir por el nihilismo y la desesperanza aunque la tentación sea muy grande.

El optimismo en dosis adecuadas nos servirá para encarar mejor nuestras tareas, para intentar hacerlas mejor. El pesimismo es una enfermedad que tiene que ver con la fatiga existencial como me decía amablemente Víctor Manuel Ramos.

En este diálogo, en esta pugna entre pesimismo y optimismo se sostiene este blog. A vosotros lectores os dejo calibrar la realidad de las cosas, la realidad de lo que cuento, la ternura que pretendo añadir a mis reflexiones a veces desesperanzadas y dramáticas pero llenas de deseo de luz y de transparencia.

Sin vosotros, amigos en la distancia, el blog no tiene sentido.

6 comentarios :

  1. Nada tiene sentido y todo lo tiene a la vez.

    Por eso pienso que hay que ser pesimista con la razón y optimista con el corazón.

    El optimismo nos aparta de la lucidez y sin lucidez es difícil ver las claves de la realidad.

    Un optimista es un borracho existencial.


    http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com

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  2. Y yo hoy, no es por llevar la contraria, estoy al otro lado del péndulo -- porque me nace el pesimismo ante el sinsentido, ante la injusticia, ante la superficialidad. Pero es el reto: qué hacemos de toda esta mezcla de impresiones que nos da la vida. ¿Caemos abatidos? ¿O seguimos? Encuentro que el pesimismo se alimenta de más pesimismo. Que cuando nos dejamos llevar por ahí entonces todo se vuelve una nube. ¿Existe un optimismo lúcido y que no sea negación, sino tal vez adaptación?

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  3. El optimista no tiene que ser un tonto. Puede ser mas realista que aquellos que andan siempre con un lamento por la tierra...

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  4. Mi querido amigo:
    El transitar entre los opuestos, sin dejarse seducir por ninguno, hace creíble y consistente tus relatos ,con sutil tono poético, de experiencias en la rica vida de la educación.
    Un abrazo

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  5. No creo que se deba ser siempre optimista o pesimista creo que cada momento del día y de nuestras vidas requieren un toque de alguno de los dos vertices... uno puede dar paso al otro y vicebersa.
    Saluditos.

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  6. Joselu, la verdad es que me ha sorprendido gratamente tu blog, curiosamente mientras significaba lo que sentía mientras leía tus anteriores posts, no he podido menos que sonreír en mi interior, de sentirme optimista de que personas como tú se dediquen a la educación, de tu enfoque, de tu cercanía para tus alumnos y de lo que se traduce de tu persona a través de tus palabras.

    Yo creo que la actitud ante la vida es determinante para disfrutarla, no podemos cambiar nuestra historia, pero sí la manera en que la vivimos y un poco así con todo. Tomar las dificultades como oportunidades, los errores como aprendizajes, las despedidas como nuevos comienzos, no siempre es fácil de hacer, pero cuando lo consigues sin duda los resultados compensan.

    Por último decirte que creo que hay que saber aceptar las dos cosas, el pesimismo y el optimismo, pero que sin duda la mayoría de las personas necesitan, necesitamos energía positiva, porque es lo que nos ayuda a creer que nuestros sueños, nuestras metas, son alcanzables y si los formulamos de forma adecuada y realista, suelen serlo.

    Un saludo optimista.

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