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lunes, 10 de abril de 2006

El bloguer en Galicia


Domingo de Ramos en una aldeíta gallega: Santo Tomé, una población diseminada de unos centenares de personas. El verde de Galicia, los hórreos que aquí llaman cabozos, casas aisladas, los bosques de eucaliptus que espesan los montes y están cortados como retales por la tala intensiva. Mis hijas y sus amigas emocionadas con sus ramos de laurel recién cortados para ser bendecidos por el párroco. Caminamos por la carretera hasta la iglesia-cementerio del rincón gallego en que nos alojamos. Un centenar de parroquianos agitan sus ramos en el aire. El cura con hábito blanco y estola roja se dirige a los asistentes con gestos funcionariales. Pocos le escuchan. Hasta hace dos años venía un burrito en el que iba montado un monaguillo. Eso le daba color a la ceremonia. Es la preparación de la Semana Santa. Jesús entra en Jerusalem montado en un borriquillo y las gentes le aclaman: Hosanna al hijo de David. Son viejas historias que ya muy pocos creen. Predominan las personas mayores que se han vestido con sus mejores trajes. Hay también niños. Este año llovizna sobre el paisaje verde. No hay procesión, el párroco es escueto y no personaliza el rito mínimo anual. Los feligreses van a la iglesia. Muchos nos quedamos fuera esperando que acabe. El interior está iluminado con las arañas del techo. Hay santos engalanados, pero todo tiene un sabor a antiguo, a otra época. Tiene el encanto de un ritual decadente, poco acorde con el tiempo frenético en que nos movemos.

Mi cuñada, una mujer que se sumergió hace años en una aldea gallega, alejada del mundanal ruido, espera con sus hijos pequeños afuera con nosotros. La misa dura poco, lo suficiente para no cansar. María José es una lectora empedernida de los clásicos rusos. Ayer me devolvió un libro de Gorki, La madre, y otro de Dostoievski, El eterno marido... Se ha leído todos los de Tolstoi, Dostoievski, Chejov, Gogol, Goncharov, Turgueniev, Sholojov, Solshenitzin... Le fascina el ritmo de la narrativa rusa. La lee en sus noches de insomnio. Agotó todos los libros de la biblioteca del pueblo, Vilanova de Lourenzá, con su iglesia de torre tuerta descrita por Álvaro Cunqueiro. María José enganchó kilos y kilos en su vida en la aldea. Es un prodigio de humanidad, siempre alegre y vital. Añora la gran ciudad, sus humos, su contaminación, su mezcla bastarda de gentes de colores y lugares diferentes. Sus hijos, guapos y esbeltos, ya se sienten atraídos por los perros y por la caza, una de las pasiones del mundo rural. Ella intenta mantenerlos alejados de las armas, pero a ellos les atraen los revólveres, las escopetas, las ametralladoras, todo lo que dispare, como a su padre. Es el mundo del monte, de los bosques, de las fragas escondidas. Cuando tengan catorce años acompañarán al padre a cazar. Lo llevan dentro. Ella se enfada pero no demasiado en serio. Ella "reza" por los pobres corzos y jabalíes cuando su marido sale a cazar.

Yo me voy a hacer con otro cuñado, Iván, una etapa del Camino de Santiago. Son treinta kilómetros desde Ribadeo hasta Vilanova. Partimos a las ocho de la mañana y llegamos a las dos de la tarde. Hilvanamos conversaciones de los temas más diversos mientras caminamos. Nos cruzamos con peregrinos en bicicleta. Suben repechones mientras nosotros nos quedamos atrás. Hablamos de libros, películas, de las bodas gay en Galicia, de Berlusconi en Italia. ¡Vaya desastre si vuelve a ganar! Cuando acabamos la etapa no sabemos cómo han ido las elecciones. Hemos llegado un poco cansados pero no demasiado. Hasta treinta kilómetros se hacen bien. Hemos sendereado por entre eucaliptos y atravesado valles verdes. Mañana iremos con nuestras hijas a hacer una minietapa de ocho o nueve kilómetros entre los bosques húmedos. Son pequeñas pero es bueno que se vayan acostumbrando. Es una gran experiencia la del peregrino. Algún día podrán hacer el camino de Santiago entero si les atrae. Nadie sabe qué queda en la mente de un niño para su vida de adulto. Hay ciertas imágenes que te conforman, que están en el origen de lo que tú eres y muchas tuvieron lugar de pequeño.

No cuento nada especial. Son días alejados de la vida cotidiana del Profesor en la Secundaria. Hace años viajaba al Extremo Oriente y ahora me encanto en la aldea gallega, comiendo sus cocidos, sus carnes asadas y sus patacas fritas que no falten. Todo tiene carga existencial. La vida pasa también en este mundo tan inmóvil, como el cielo que parece quieto pero no para de moverse.

Longa noite de pedra
" O teito é de pedra. De pedra son os muros i as tebras. De pedra o chan i as reixas. As portas, as cadeas, o aire, as fenestras, as olladas, son de pedra. Os corazós dos homes que ao lonxe espreitan, feitos están tamén de pedra. I eu, morrendo nesta longa noite de pedra. "
CELSO EMILIO FERREIRO

5 comentarios :

  1. Un hermoso canto a Galicia, amigo!
    Cuantos en mi tierra añoran aquella!.
    Hermosas Pascuas, amigo

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  2. Presento a testimuña dos aldraxes
    e doume o medo dos primeiros homes
    que alcenderon lumieiras nos curutos
    e creeron na libertá dos soños.
    CELSO EMILIO FERREIRO

    Una buena desconexión la tuya amigo Joselu. La Galizia rural parece parada en otro tiempo.

    No te vuelvas sin probar el lacón con grelos amenizado con un ribeiro.

    fmop
    http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com

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  3. Qué hermosos últimos párrafos, qué hermosos.

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  4. No sé si podré perdonarte nunca la envidia que me das por haber estado en Galiza.

    Mmm... creo que esta nocheb jugaré a los dardos con tu foto :D

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  5. No sé si podré perdonarte nunca la envidia que me das por haber estado en Galiza.

    Mmm... creo que esta nocheb jugaré a los dardos con tu foto :D

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